Imágenes que hablan por sí mismas

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Las imágenes históricas y documentales son puro food for thought. Las relativas al proyecto de la Facultad son material de trabajo, provisional, en ningún caso definitivo.

Desde la Biblioteca de Alejandría, al menos, las aulas universitarias han tenido una estructura parecida: un gran auditorio en el que uno se dirige a muchos, a su vez visibles entre sí o enfocados sólo al profesor. La lectio precedió con mucho al broadcast.

Todavía hoy la mayoría de las aulas universitarias se atienen a esa estructura: un profesor, con más o menos oficio, arte, carisma, etc., transmite su conocimiento a un conjunto de alumnos que deben asimilarlo para después volcarlo en un examen.

La casi totalidad de las aulas de nuestra Facultad responden a ese modelo, del que es imposible o muy difícil apartarse y del que se resienten las formas de enseñanza y aprendizaje, el bienestar e incluso la salud del alumnado.

Pero la generalidad de las escuelas fueron algo distinto hasta bien entrado el siglo XIX: escuelas unitarias con mezcla de edades, maestros disciplinarios, escasa eficacia y un (des)orden característico.

Hasta que moravos, jesuitas, lasallianos, escolapios y otros, casi siempre religiosos, impusieron un nuevo orden en el aula, reminiscente del monasterio y la manufactura e inspirado en la imprenta, sobre todo a partir del siglo XIX.

Las aulas escolares cambian despacio, pero cambian. Al llegar a los centros, nuestros alumnos comienzan a verse sorprendidos por espacios abiertos, flexibles, innovadores que permiten, alientan y sirven a pedagogías más activas y discéntricas.

Pero algo se mueve: numerosas universidades crean entornos de aprendizaje innovadores (innovative learning environments), en un intento de que la estructura y la organización materiales del aula anticipen las nuevas formas de aprendizaje

Bocetos provisionales de la hiperaula que sustituirá a las 2006 y 2203. La idea básica es un aula grande, divisible en dos, en todo caso fácilmente transformable para el trabajo individual y colaborativo, dentro y fuera de ella, gracias al mobiliario flexible y al equipamiento digital.

El mobiliario de la hiperaula ha de ser funcional y, como su nombre indica (y raras veces se cumple), móvil, de modo que se pueda cambiar fácilmente su configuración, así como confortable, variado, estimulante.

Infraestructura y equipamiento deben condicionar el mínimo, no sólo en el presente sino para el futuro, y capacitar al máximo, incluidas todas las configuraciones de la hiperaula que diseñe el profesor y su continuidad con el trabajo, la colaboración y enseñanza no presenciales.