Marcha Forzada a Talavera de la Reina

La Marcha Forzada a Talavera de la Reina. Julio 1809 – Julio 1985

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) los españoles y los ingleses se aliaron contra los franceses. Napoleón Bonaparte, en su afán de hegemonía en Europa, había instalado a su hermano José en el trono de España. El día 2 de mayo de 1808, el pueblo español se sublevó contra los usurpadores, y los ingleses le apoyaron.

En julio de 1809, Sir Arthur Wellesley (posteriormente Duque de Wellington) y el Capitán General de Extremadura, Gregorio de la Cuesta, vencieron a los franceses, a pesar de que no contaban con el apoyo de la célebre Brigada Ligera, bajo el mando de Sir Robert Crawford. Esta unidad, compuesta de los 1st/43rd, 1st/52nd, 1/95th Regimientos y de la «Chestnut Troop», de la Royal Horse Artillery, se dirigía apresuradamente hacia el este tras haber desembarcado en Lisboa. Crawford y sus dos mil quinientos hombres habían atravesado montañas y ríos, intentando con todas sus fuerzas llegar hasta Wellington y Cuesta antes de la batalla que se sabía iba a tener lugar. Fracasaron por un día, pero su hazaña es considerada un excepcional ejemplo de disciplina y resistencia. En uno de sus libros, Winston Churchill afirmó que la velocidad con la que recorrieron la distancia no ha sido igualada nunca.

La campaña de julio de 1809 tenía el propósito de expulsar de Madrid a los franceses. Wellington y Cuesta tenían por adversario al mariscal Víctor. El Ejército aliado se enfrentó a él en Talavera de la Reina el 27 de julio de 1809. Los españoles se colocaron a la derecha de la línea, y los ingleses ocuparon el cerro de Medellín. Víctor no se atrevió a atacar a los españoles, ya que se encontraban en una posición fuerte, pero lanzó un asalto nocturno contra sus aliados británicos, aunque su ataque fue repelido.

Sucesivos fuertes ataques lanzados a lo largo de la jornada siguiente fueron vencidos en una de las batallas más sangrientas de la guerra. El Regimiento español de Caballería del Rey efectuó una excepcional carga contra una columna de Infantería y una batería de Artillería francesas.

Durante la noche los franceses se retiraron al otro lado del Alberche. Poco después, al amanecer, llegó desde el oeste el sonido de las cornetas de plata de la Brigada Ligera, que aparecía, junto con los caballos de la Chestnut Troop, en medio del humeante y abrasado campo de batalla. Habían recorrido sesenta y ocho kilómetros en veintiséis horas.

En 1985 un grupo de miembros del Ejército del Aire británico desea repetir el tiempo y la distancia establecidos por la Brigada Ligera en 1809, para lo cual, y por los cauces establecidos, solicitó la correspondiente autorización, así como para realizar la marcha vistiendo su uniforme y portando la bandera nacional británica.

Se accede a la petición y se decide al mismo tiempo que al grupo británico le acompañe una patrulla española de composición similar y que realizará la marcha simultáneamente, también con uniforme y bandera.

La superioridad designa al Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de Colmenar Viejo, como la unidad que ha de constituir la patrulla española acompañante.

Muchas de las dificultades con las que se enfrentaron Sir Robert Crawford y sus hombres son atenuadas por los tiempos modernos. Su hazaña no tendrá nunca igual, pero constituye una noble pauta con la que los hombres de un Ejército de avanzada tecnología pueden medir su mente y su cuerpo.

De especial interés son los sesenta y ocho kilómetros desde Navalmoral de la Mata hasta el cerro de Medellín, al norte de Talavera de la Reina. Las fuentes más fidedignas afirman que recorrieron esta distancia en veintiséis horas. La marcha anterior desde Coria había durado cuatro días.

Las miembros de la RAF irán acompañados en la marcha forzada del año 1985 por miembros de ese célebre y gran regimiento, los Royal Green Jackets (Reales Chaquetas Verdes), que son los descendientes militares de la Brigada Ligera.

La marcha forzada a Talavera en julio de 1809 se llevó a cabo en medio de una aridez abrasadora. Había una gran escasez de agua. Los soldados vestían sus gruesos uniformes de siempre, muy ajustados, con un corbatín de cuero sujeto al cuello y morrión en la cabeza. Cada soldado llevaba su mosquete o fusil, municiones bayoneta o espada, su abrigo, una manta, un macuto y un morral siendo el peso total del conjunto de unos veintidós kilos.

Los miembros de la RAF y del GOE llevarán el peso equivalente representando armas, municiones y demás equipo, Edward Costelo, que participó en la marcha forzada como soldado fusilero, nos ha dejado el siguiente inventario del equipo reglamentario que llevaron en aquella ocasión: un macuto con correas, dos camisas, dos pares de medias, un par de zapatos, un par de suelas y tacones de repuesto, tres cepillos, una caja de betún, una cuchilla, una jabonera y suavizador, un pantalón de repuesto, utensilios de rancho, un morral, una cantimplora, un abrigo, una manta, un frasco de pólvora (lleno), un saco de pelotas con treinta pelotas sueltas, un pequeño mazo (para introducir la pelota en la boca del fusil), un cinturón y una cartuchera con cincuenta cartuchos una espada con correa y un fusil.

La patrulla británica participante estuvo compuesta por el jefe de la expedición Mayor Seamus Hamill-Keays; otro Mayor, un capitán preparador físico y técnico, un oficial abanderado, un suboficial, seis soldados de la RAF y dos soldados del Regimiento de las Reales Chaquetas Verdes, que en ocasiones vistieron el uniforme de la época.

Por parte española realizaron la marcha el Teniente Coronel Jefe del GOE, el comandante segundo jefe, tres capitanes, tres tenientes, seis sargentos y siete de tropa. El apoyo logístico corrió a cargo de un equipo del GOE.

Para concretar jornadas de marcha y ultimar detalles de ejecución, se desplazan a la zona el jefe de la expedición y el preparador técnico, quienes, acompañados por un oficial del GOE, jalonan el itinerario.

El viernes 19 de julio hacen su presentación en el Grupo de Operaciones Especiales la patrulla británica, que al día siguiente, junto a la española, es trasladada en vehículos a la población de Zarza la Mayor, próxima a la frontera portuguesa.

Las jornadas de marcha fueron las siguientes:

1.ª jornada: Domingo día 21 de julio. Zarza la Mayor-Tentadero de Miralrío, con un tramo de veinte kilómetros de recorrido.

2.ª jornada: Lunes día 22 de julio. Tentadero de Miralrío-Coria, veintiún kilómetros de recorrido.

El martes día 23 se dedicó al descanso y preparación de las jornadas siguientes.

3.ª jornada: Miércoles día 24 de julio. Coria-Galisteo, de veintinueve kilómetros.

4.ª jornada: Jueves día 25 de julio. Galisteo-Malpartida de Plasencia, veinticinco kilómetros de jornada.

5.ª jornada: Viernes día 26 de julio. Malpartida de Plasencia-Toril, veintiséis kilómetros de marcha.

6.ª jornada: Sábado día 27 de julio. Toril-Navalmoral de la Mata, con veintidós kilómetros de recorrido.

7.ª jornada: Domingo día 28 de julio. Navalmoral de la Mata-Talavera de la Reina (cerro de Medellín). Con una distancia de sesenta y ocho kilómetros en esta última jornada.

En total fueron siete jornadas de marcha que sumaron doscientos once kilómetros, con la característica de utilizar los mismos itinerarios que siguieron las tropas de la Brigada Ligera en 1809.

De un día para otro se preparaba el plan de marcha, atendiendo principalmente al estudio del itinerario y horario de iniciación, en función de las dos dificultades más sobresalientes, como fueron el calor (durante aquellos días se registraron en la zona las temperaturas más altas del siglo, con termómetros de hasta cuarenta y dos grados) y el asfalto recalentado, dado que los caminos de 1809 son las carreteras de hoy y prácticamente el noventa por ciento del recorrido se realizó pisando asfalto.

Este estudio iba encaminado no sólo a cubrir la jornada de marcha correspondiente, sino a llegar a la séptima jornada en condiciones físicas y morales capaces de batir el tiempo invertido por las tropas de Sir Robert Crawford, en los sesenta y ocho kilómetros desde Navalmoral al cerro de Medellín, en Talavera de la Reina, como objetivo primordial que se habían impuesto las dos patrullas ejecutantes.

Como consecuencia de lo anterior, generalmente se iniciaba el movimiento diario a las cuatro de la madrugada y, durante las seis primeras jornadas, los únicos altos que se efectuaron, convenidos entre británicos y españoles, fueron de quince minutos cada dos horas de marcha.

Las patrullas marchaban en columna de a uno o de a dos, según el itinerario, una a continuación de otra, turnándose en los altos antes descritos, y llevando a su frente la bandera nacional respectiva. El ritmo de marcha lo reguló siempre el jefe de la patrulla de cabeza.

La velocidad media durante las siete jornadas fue de seis kilómetros y medio por hora, pudiéndose considerar una clasificación para los seis primeros días de movimiento, como de marcha rápida y para la última jornada, como marcha rápida forzada, teniendo en cuenta el número de kilómetros recorridos y el peso de alrededor de veinte kilos del equipo y armamento.

La patrulla inglesa aprovechaba, siempre que lo permitía el itinerario, para marchar al ritmo del paso ordinario y, tanto británicos como españoles, se acompasaban con canciones castrenses de la nación de origen.

Capítulo importante fue la preparación y posterior desenvolvimiento de los servicios, para atender tanto a la alimentación como al mantenimiento de la forma de los ejecutantes. Para lo primero se organizó un equipo de cocina bajo la dependencia de un oficial del GOE, que, con un horario adaptado al de la marcha, proporcionó a las dos patrullas las comidas más apropiadas a la clase de ejercicio a realizar.

El servicio sanitario del GOE, al mando de un oficial médico, dedicado a la atención de los ejecutantes, dio gran importancia al endurecimiento de pies con las previas aplicaciones de alcohol formolado al cinco por ciento en solución acuosa al cincuenta por ciento. Contribuyó también al mantenimiento de los hombres, con las correspondientes curas y prevenciones, especialmente de rozaduras, debidas más que todo al continuo sudor, originado por el elevado calor de la época, producidas por el calzado y los atalajes de mochilas y bolsas.

Se especifica mochilas y bolsas, porque los españoles transportaban el peso reglamentado a la espalda, en mochila montañera tipo «Altus» y sobre ella, acoplado, el subfusil Z-70. Por el contrario, los ingleses, que no disponían de armamento, llevaban el equipo en bolsas tipo cartuchera-riñonera, sujetas al correaje, gravitando el peso, preferentemente, sobre las caderas. Este sistema, que a simple vista parecía más cómodo con respecto al reparto de peso, originaba más rozaduras.

El calor, ya se ha insistido, fue el enemigo público número uno de forma constante, porque influyó no sólo en acrecentar la fatiga de la marcha, sino en el piso asfáltico, llegando a recalentar la planta de los pies. Las altas temperaturas dificultaron también el necesario reposo entre las jornadas de marcha, toda vez que se aprovechaba parte de la noche para marchar y de día era muy difícil lograr conciliar el sueño.

La patrulla inglesa acusó mucho la diferencia de climatología, aunque, previéndola, realizó los recorridos con doble número de cantimploras, demostrando en todo momento un magnífico esfuerzo de adaptación.

Especial relieve tuvo la jornada de Navalmoral-Talavera, de sesenta y ocho kilómetros de recorrido por el arcén de la carretera N-V. Se inició la marcha a la misma hora, cuatro de la madrugada, del día 28 de julio y desde el mismo punto, Ayuntamiento de Navalmoral, que en la época conmemorativa.

Se efectuó un alto de treinta minutos a los treinta kilómetros de recorrido para reponer fuerzas —líquido y fruta— y a continuación reanudar el movimiento hasta las inmediaciones de Oropesa, donde se llegó a las 12 horas.

Comida y descanso hasta las 17 horas, en que se emprende el recorrido del último tramo de esta jornada, para llegar al cerro de Medellín, lugar de la famosa batalla de Talavera, a las 21 horas, logrando las patrullas, con su esfuerzo, rebajar en nueve horas el tiempo invertido en los sesenta y ocho kilómetros, por los ingleses de la Brigada Ligera en julio de 1809.

Británicos y españoles son recibidos en el cerro de Medellín por el agregado aéreo inglés y todos se funden en apretado abrazo, felicitándose mutuamente por el objetivo cumplido.

El día siguiente, 29 de julio, fue una jornada emotiva. A la misma hora en que Sir Robert Crawford llegó al campo de batalla de Talavera en 1809, formaron las patrullas en el cerro de Medellín, al pie del monolito erigido en memoria de aquel famoso encuentro bélico. Están presentes agregados militares, el alcalde de Talavera, historiadores y gentes del lugar. Los Reales Chaquetas Verdes visten el uniforme de la época. Los jefes de las dos delegaciones pronuncian palabras alusivas al acto y se intercambian recuerdos conmemorativos.

Después, el cornetín del Grupo de Operaciones Especiales lanza al aire el toque de oración y, con las primeras luces del alba, se depositan sobre el monolito de piedra tres coronas de laurel, para honrar a los franceses, ingleses y españoles que dieron su vida en aquel campo, ciento setenta y seis años antes. La patrulla británica entona su himno y, a continuación, los «guerrilleros» del GOE cantan el de la Infantería española, recordando nuestra noble Guerra de la Independencia.

EVARISTO MUÑOZ MANERO. Teniente Coronel de Infantería D.E.M. Grupo de Operaciones Especiales Nº1. Colmenar Viejo, Madrid

BRITISH TEAM MEMBERS

Squadron Leader Seamus Hamill-Keays. Senior Lecturer in Control Engineering. Royal Air Force College Cranwell

Squadron Leader John Haywood. Senior Lecturer in Electronic Engineering. Royal Air Force College Cranwell

Flight Lieutenant Sherwood Moore. Lecturer in Advanced Radar Techniques. Royal Air Force Cosford

Sergeant Mick Walters. Administrator. Madrid

Officer Cadet Russ Clements. Engineering Student. Cranwell

Junior Technician Phil Cockram. Air Radar Technician. Laarbruch

Junior Technician Neil Spink. Air Radar Technician. Wyton

Senior Aircraftman Glyn Rowland. Supplier. Laarbruch

Senior Aircraftman Martin Long. Driver

Senior Aircraftwoman Hayley Cooper. Driver

Apprentice Technician George Mair. Avionics Technician. Cosford

Rifleman Beasley. Royal Green Jackets (RGJ) Infantry Regiment of the British Army

Rifleman Desson. Royal Green Jackets (RGJ) Infantry Regiment of the British Army

En retrospectiva, hay que decir que sin el apoyo incondicional del Ejército español en el transporte, raciones, combustible para nuestros vehículos y atención médica, por no hablar de la camaradería, la Marcha Forzada de Talavera de la Reina en julio de 1985 tendría que ser mucho más difícil, si no imposible. ¡Muchísimas Gracias a la noble GOE Nº 1!. 

Seamus Hamill-Keays. Squadron Leader RAF

"En 1985 yo era el oficial a cargo de un equipo de personal de la Royal Air Force que emulaba una famosa marcha de los soldados del duque de Wellington en julio 1809. La marcha comenzó en Zarza la Mayor y terminó en Talavera de la Reina. Durante la marcha, tuvimos el honor de ser acompañado y apoyado por oficiales y soldados del GOE Nº1, comandadas por el Coronel de Infantería Muñoz Manero, "el hombre de hierro". Él está en la foto.

Las banderas de nuestras dos naciones se llevaron durante la marcha. Al final de la marcha éstas se intercambiaron. He guardado la bandera española con seguridad durante los últimos treinta años. Sin embargo, ahora tengo 75 años de edad y se ha convertido en algo muy importante para mí que esta noble bandera se mantenga en buenas manos con el honor que se merece. Me gustaría devolver la bandera a su hogar natural en España con los veteranos de GOE Nº1."

Respetuosamente,

Seamus Hamill-Keays, Squadron Leader, RAF (retired)

Fotos enviadas por: Seamus Hamill-Keays. Squadron Leader. Senior Lecturer in Control Engineering. Royal Air Force College Cranwell