Conchillas: una historia que se repite un siglo después

RENACER. SURGIÓ GRACIAS A UNA FACTORÍA; HOY SUEÑA CON UNA PASTERA

Pasado inglés, años de decadencia, apuesta a futuro chileno-finlandés.

Luis Carro | Colonia

Una factoría inglesa a fines del siglo XIX y una planta procesadora de pasta de celulosa a comienzos de 2011. Primero los Walker y ahora Stora Enso y Arauco. La historia laboral de Conchillas, el pequeño pueblo situado en la 7ª Sección Judicial de este departamento, vuelve a repetirse.

El nombre inicial fue Las Conchillas, por la gran cantidad de estas formaciones calcáreas bajo las primeras capas de los médanos. Allí, desde 1887 estuvo instalada la empresa inglesa C.H. Walker & Co. Ltd., dedicada a extraer arena y piedra para la construcción del nuevo puerto de Buenos Aires.

Oficinas, talleres y un muelle fueron parte de la infraestructura que se montó en aquel desolado paraje. Buena del parte del mobiliario y la maquinaria fue traída de Inglaterra, Argentina y Paraguay. Para los obreros ­criollos y europeos­ hubo primero un caserío de barro y paja y, en una segunda etapa, barracas de piedra con techo de chapa y piso de tierra.

En 1910 el naufragio de un buque trajo al lugar a un sobreviviente, el cocinero David Evans, quien comenzó a vender "caña de a copa y comestibles" a los lugareños. Con el tiempo, devino en administrador de un gran almacén de la propia compañía Walker, donde se vendía a crédito desde un surtido de comestibles hasta...¡automóviles traídos desde Londres en el vapor Bremen!

MONEDA PROPIA

Aquel centro industrial llegó a contar con moneda propia, acuñada en Bélgica, que era reconocida en todo el país pero sólo allí tenía utilidad.

El movimiento productivo era incesante y al puerto de la zona llegaban barcos que partían cargados al cabo de duras jornadas en las canteras. También desde allí se exportaban cereales, ganado, cueros y lana.

Sin embargo, la Primera Guerra Mundial dio una señal de advertencia, cuando quedaron casi paralizados los negocios de la empresa y muchos trabajadores optaron por irse del pueblo buscando nuevas oportunidades.

Posteriormente, en la década del 50, las trabas que impuso el gobierno argentino al ingreso de piedra y arena desde Uruguay marcó el inexorable final de la factoría conchillense. Buena parte de las instalaciones fueron desmanteladas y en el año 1951 el pueblo entero, incluido su cementerio, se vendió a los empresarios uruguayos Urrutia y Capandeguy.

Estos, por su parte, vendieron viviendas y campos a las personas que ya los arrendaban. El cementerio y la plaza pública pasaron a la órbita municipal.

DE TODAS PARTES VIENEN...

El 24 de agosto de 1976, por resolución Nº 969/976 del Poder Ejecutivo, Conchillas fue declarado Monumento Histórico Nacional.

Como mudos testigos de aquel ayer, siguen en pie algunos edificios emblemáticos como la Casa Evans y Cía. (el gran almacén de la empresa), la iglesia anglicana ­que albergaba en un extremo la escuela y en el otro el salón de culto­ y el otrora hotel que hospedaba al personal jerárquico.

Hoy, como entonces, también en todo el país se anotan trabajadores, sólo que esta vez la expectativa pasa por ser convocados para la construcción de una pastera y, en vez de ingleses, ahora el "despertar" de Conchillas será cuestión de finlandeses y chilenos.

Presente. Cientos de personas sueñan con trabajar en Conchillas, como en el siglo XIX.

Presente. Cientos de personas sueñan con trabajar en Conchillas, como en el siglo XIX.