Los samaritanos pertenecían a una región de Palestina llamada Samaria. Los demás los despreciaban porque en tiempos pasados se habían mezclado con personas de otros lugares y tenían algunas costumbres y creencias diferentes.
A Jesús no le importa hablar con ella, enseñándonos a tratar con todo tipo de personas, aunque piensen distinto o no sean iguales a nosotros.
La salvación de Jesús es para todos los hombres de todos los tiempos.
Jesús nos trae la vida eterna, una vida interior, de unión con el Espíritu Santo. Volviendo a nacer de nuevo, a través del agua (bautismo) formamos parte del Reino de Dios, siguiendo las enseñanzas de Jesús, que tienen su más alta perfección en el Mandamiento Nuevo: "Amaos unos a otros, como yo os he amado".