CUALQUIER ENFERMEDAD ES UN VÉRTIGO
El sueño de la física es alcanzar una gran teoría de unificación (GTU) que explique todo, pero la cuántica y la gravedad aún no se unen. Un sol se contrae por la gravedad y se expande por la cuántica (el electromagnetismo). En este artículo se demuestra como también en el cuerpo, al igual que en un sol, la cuántica y la gravedad se complementan con una retroalimentación que además de explicar el funcionamiento de la consciencia, la integra en esa unificación (GTU) y de paso unifica las enfermedades en sola enfermedad: el vértigo.
LOS MÉDICOS SE EQUIVOCAN, EL CUERPO NO
Los medios de comunicación difunden como si fuesen epidémicas enfermedades que en la práctica son raras o exóticas. Esas “patologías rebuscadas” (con prevalencias menores del 1%) así difundidas lucen como si fuesen altamente probables (>50%) y amenazantes. Algo así ocurre con el AH1N1, la anorexia, el transvestismo, el colesterol y otras las cuales son muy poco frecuentes al lado de los síntomas comunes del diario vivir. Estos males improbables, al lucir como muy probables, se “contagian” y convierten a los humanos en seres inseguros, atemorizados y frágiles, haciendo lucir al cuerpo como un sistema ineficiente y vulnerable ante tanta posible enfermedad. Pero la realidad es muy a favor del cuerpo y desmiente en silencio ese “azar” así inflado. Es muy probable que cada evento: enzimático, replicativo, funcional reproductivo, … bifurque hacia una o muchas patologías ¿por qué entonces somos inexplicable y paradójicamente tan sanos y “equilibrados”? La probabilidad de que 15 bolas de billar formen un triángulo por azar es casi nula. Es mucho más improbable aún que la evolución junte al azar los “aminoácidos y/o dé su forma a una proteína”. Las probabilidades estadísticas predicen que es utópico creer que el orden de una célula, la cual es inmensamente más compleja que una proteína, se alcance por azar. El azar Darwiniano no parece ser la guía evolutiva aunque nos han convencido de que lo es. Lo que vemos en los seres vivos es un orden que es guiado por su historia y con una motivación, un propósito. “La vida carga los dados para mantenerse como un vórtice palpitante”. Es tan a favor del cuerpo este desequilibrio neguentrópico, que tras 25 años de investigaciones con la Sensoterapia, me atrevo incluso a afirmar que el cuerpo es tan perfecto que para él la enfermedad en realidad no existe o mejor que sólo existe una enfermedad: el vértigo y que aquello que mal llamamos enfermedad son los mecanismos adaptativos buscando mantenernos en equilibrio, en pie, vivos, con pulso, a salvo del vértigo. Esos “síntomas salvadores” no son “rarezas improbables”, esos si son muy comunes, son “pandémicos”.
LA GRAVEDAD ES EL AGRESOR, EL ELECTROMAGNETISMO SE DEFIENDE
El 70% de los síntomas por los que a diario se consulta, los podemos unificar dentro de esa gran enfermedad única y común a todos los humanos. El lector pensará que el vértigo es muy poco frecuente y tiene razón, lo que pasa es que raras veces caemos en el vértigo, justamente porque ese 70% de síntomas más comunes son los anclajes que nos protegen de caer desmayados. Cualquier persona está en condiciones de comprobar esta hipótesis, basta que se ponga a dar vueltas sobre sí mismo o bajo la acción inercial de un tiovivo o sienta los vacíos gravitacionales en un avión y observe que síntomas lo anclan cuando se marea. Pero una manera más sutil y terapéutica es que practique o ponga a alguien “enfermo” a practicar el ejercicio síntesis de la Sensoterapia, el cual consiste en cerrar los ojos, juntar los pies y de pie desafiar la gravedad, dejándose mecer como un péndulo por ella. Notará que todos nos mecemos, oscilamos para no caer. Esta regulación (antigravitatoria) la hace el campo de energía (cuántica) que pulsa en nuestro cerebro. Ese campo se puede ver con los ojos cerrados como un túnel, un vórtice, una espiral que pulsa o anillos de colores que se van yendo y/o viniendo. Si ese campo, túnel o vórtice espiral, se expande hacia un anillo o vacío muy profundo, que llamaremos un tono bajo, el sujeto experimentará vértigo, sensación de caerse y para evitar que la gravedad le gane la partida, relajándolo en el piso (colapsar en un tono bajo), su campo espiral o plano visual se vendrá cerca, recogiéndose a tonos agudos, eléctricos (cuánticos); agudos que le tensionarán la frente, le apretarán el seño, y los verá como luces, le zumbarán los oídos en tonos agudos (tinitus), se preocupará, carraspeará y/o experimentará contractura en la nuca, la columna, las rodillas, bruxará, apretará las manos con dedos en gatillo, túnel carpiano, calambres, ciática y muchos otros signos (positivos +, agudos) más, que demuestran que se liberó adrenalina (agudos de la espiral) para compensar esa relajación vagal (negativos -, bajos,) que amenazaba con dormirlo en el piso en poder de la gravedad. Si esas adaptaciones adrenérgicas se hacen en el pulso y el corazón, entonces sentirá síntomas positivos tales como: taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, hipertensión y en el caso más extremo un síndrome de pánico que le acelerará los agudos eléctricos al máximo para salvarlo de caer al vacío, presa de síntomas negativos tales como: la hipotensión, la disautonomía y/o el síncope vasomotor que lo colapsarían inconsciente a merced de la gravedad. Se sabe que un alto porcentaje de los motivos de consulta son en realidad depresiones enmascaradas. Un paciente con depresión es alguien a quien sus mecanismos adaptativos no le funcionaron y colapsó en ese vacío. Se deprimió y así su yo se bifurcó en dos “tiempos supuestos”: uno que por habitar el anillo contraído de la espiral áurea se siente: pequeño, inútil, solo, perdido, abandonado, “la parte” al compararse con su otro yo (su otro tiempo), aquel que habita el anillo más amplio, el expandido, que se siente “el todo” y es maniaco.
DISRITMIA TÁLAMO-CORTICAL ÚNICA ENFERMEDAD COMÚN
En 1988 describí en mi libro Placer o Dolor este síndrome “todo-parte”, como la causa de todas las enfermedades. Allí postulé que esta lucha entre unos tonos bajos (que llamaremos negativos -) de la espiral aurea los cuales son despertados por sus tonos agudos (positivos +) es nuestra única enfermedad. Somos una espiral que se regula (según leyes musicales), de tonos bajos (gravitacionales) a agudos (cuánticos); pero cuando bifurcamos a otra espiral, al borde de la propia, la cual empieza a pulsar como un foco autónomo, “perpendicular” a esa del yo, ese foco autónomo origina: psicosis, epilepsia, enfermedades crónicas…. Esta hipótesis coincide con lo que Rodolfo Llinás describió en 1999 como la disritmia tálamo cortical (DTC). Midiendo con magnetoencefalografía (MEG), en la U de N.York , las oscilaciones del cerebro de pacientes con enfermedad (bipolar)maniaco depresiva, Parkinson, tinitus (vértigo), esquizofrenia, o epilepsia, encontró que todas estas “tan distintas enfermedades” tenían una única y común causa: ondas cerebrales theta (lentas propias del sueño), durmiendo desde el tálamo ciertos focos de la corteza y generando síntomas negativos (-), mientras que en el “borde” de estos focos las ondas gamma de alta frecuencia “buscaban despertarlo” produciendo los síntomas positivos (+) de cada una de estas disritmias. A esta “lucha” la llamó el efecto borde. La migraña es una DTC en la cual el efecto borde es incluso “visto” por el paciente mismo como escotomas oscuros (-) con borde centelleante y fotopsias (+).
MARCADORES GRAVITACIONALES EN LOS OJOS
Todos podemos ver esta lucha entre ondas cerebrales bajas (-) y altas (+) porque en el humor vítreo flotan condensaciones que se ven como “moscas volantes” o “hilos” que danzan al ritmo de la cabeza y/o los movimientos oculares rápidos (MOR+) y lentos (sueño no MOR-). Los MOR, los hilos y las ondas cerebrales del EEG se correlacionan y esa correlación nos sirve para ver el efecto borde. Los hilos van correlacionados a “modos de mirar”, es decir a muecas, tonos de voz, tonos cardíacos, es decir a tonos emocionales. Estos hilos que yo llamo fotolitos, funcionan, al igual que los otolitos del oído, como marcadores gravitacionales (-) y además como amplificadores de las frecuencias cerebrales (+). Si algo acelera los hilos (es decir a las frecuencias cerebrales) más allá de la métrica o el atractor rítmico que conocemos, esa “salida del vórtice” (efecto borde), nos da sensación de mareo y/o vértigo. Se dice que en el sueño MOR los ojos se mueven rápidamente persiguiendo imágenes; pero se puede pensar al revés, que el ojo vuelve a hacer dormido (cada 90 minutos) los movimientos (MOR+) que hizo durante el día, agitando las moscas volantes leves (+) y eso lo hace soñar con eventos afines a esa agitada danza ocular del día y a su atractor conocido de hilos + (frecuencias cerebrales +). En síntesis, en la pantalla visual hay un vórtice atractor que nos determina “cargando los dados”, soñamos despiertos o dormidos los dramas que aceleren los MOR + (hilos) a las más altas frecuencias y luego los relajen a bajas y lentas “danzas” (-) no MOR. Esta relación entre cada movimiento ocular con cada tensión muscular fue demostrada por Llinás quien describió un tensor métrico que correlaciona lo sensorial y lo motor.
LA GRAVEDAD COMO CAUSA DE LAS ADICCIONES
Tras 25 años de tratar adicciones con pulsoterapia he observado que el alcoholismo es en realidad un insomnio y ambos son una disritmia tálamo cortical (DTC) que se explica así: el sujeto se acuesta a dormir y al cerrar los ojos ve un vacío inmenso, teme dormirse para no caer en esa expansión, pero finalmente logra “despegar colgado de un hilo sutil”; sin embargo, cuando su aura intenta pasar de una capa de expansión a otro anillo más amplio (a ondas cerebrales de más baja frecuencia, movimientos oculares más lentos y amplios, pulso más lento, mayor pesadez), de nuevo siente temor al vacío, se asusta, su cerebro sube a frecuencias altas y se despierta de un salto y con: taquicardia, temblor y/o pánico, recordando haber estado soñando (MOR+) que corría, lo perseguían o que caía a un vacío (hilos y pulso lentos propios de un estado más gravitacional y pesado del sueño). El insomnio en este caso es un vértigo, pero él no sabe que padece vértigo, ni insomnio, ni depresión, ni ve hilos, solo sabe que tiene que beber a diario para poder dormir (bajar su pulso), truco del cual se hace víctima cuando esa “rutina de cómo alcanzar su atractor de hilos y pulso lentos” lo condiciona y lo hace un adicto al alcohol. De tanto repetir esa danza de hilos y muecas más probables aparece la angustia, el pánico y un temblor generalizado parecido al del Parkinson, temblor que es un síntoma positivo (agudos) que busca despertar un cerebro dormido artificialmente por el consumo crónico del alcohol (bajos -). En el Parkinson un foco de ondas theta (lentas -) duerme el cerebro dando la rigidez del musculo (-) y para compensar ese “sueño” las ondas gamma (altas +) del borde lo despiertan haciéndolo temblar (+). Esos “ahora alcohólicos”, cuando niños se despertaban con la pesadilla de caer al vacío (-), entonces padecían de rinitis (+), mocos nasales o reflujo (RGE) como una defensa que les impedía dormirse profundo hasta ese punto en el que se sentían caer. Probablemente fueron hiperactivos (+), ya no sólo tenían pesadillas de correr y correr (agudos), sino que se pasaron la vida corriendo y/o se hicieron deportistas de alto rendimiento (+), buscando no dejar caer su corazón en esa: hipotensión postural, pulso lento o síncope vagal (bajos); síntomas negativos (-) que estaban ahí al frente de sus narices como un vacío que amenazaba con tragárselos (-) si ellos paraban de excitarse (+), de pelear con los mocos o de “masturbarse” con: un balón, una bicicleta, una guitarra, plata, etc…. Luego cuando por asistir a la universidad se vieron obligados a parar su entrenamiento, encontraron en: la nicotina, la cocaína, la hipertensión, el hipertiroidismo o la hiperglicemia, el estímulo (+) que los excitaba, los ponía a ver hilos brillantes y rápidos (MOR+) e impedía que su corazón se relajara tanto que los dejara acercar al trance vasomotor vagal (-) de hilos lentos y quietos.
UN TRANCE ESPIRITUAL DE INGRAVIDEZ PODRÍA SANARNOS
Ese trance vagal, lejos de ser un problema o un estado a temer es justamente eso, un trance, tan agradable y atractivo que los adictos a la marihuana lo buscan al fumarla. Buscando bajos (-), los alcohólicos, los consumidores de sedantes, hongos, borrachero, “duermen despierto” a su cerebro con esas sustancias y buscando agudos (+) que los despierten (efecto borde) se masturban con un cigarrillo, usan cocaína, toman café, trabajan compulsivamente, producen, agreden, se excitan. Los virus como el AH1N1 son utilizados por el cuerpo, sabiamente y no al azar, para despertar agudos febriles y escalofriantes (+) que lo excitan y lo sacan de su pulso lento (-). Esa pelea con sus mocos hace tensionar el pecho (+), la garganta y respirar profundo (+). Los hilos son “mocos” en los ojos, muchos pelean contra ellos pero esos “mocos” como “los del asma, el colesterol o la grasa abdominal”, son anclajes salvadores antes que patología. En el sexo, que también es una “pelea” para eyacular mocos, la erección es un estado parasimpático, vagotónico, relajante, sedante (-), el orgasmo en cambio es una crisis simpática, adrenérgica, acelerada, hipertónica (+). La sexualidad vista así parece ser entonces la vía diseñada por la naturaleza para curar la DTC. Con el sexo se logra alinear la espiral de frecuencias y sentir ese atractor desde sus tonos más bajos parasimpático (-) a los más altos (simpático +) pero también puede causar vértigo cuando una piel (al igual que la cocaína, el éxtasis, los alucinógenos, un trauma, una violación, una infidelidad, etc…) hala el sistema a una vibración (un hilo, una mueca) más allá del registro conocido y se necesita uno o varios síntomas de los del catálogo del 70% para devolver al sistema , con una mueca de sonrisa, a este punto de equilibrio más alto. Los seres vivos no evolucionamos al azar, crecemos guiados por hilos que nos restituyen a esos nuevos puntos de equilibrio más altos así descubiertos por ese campo cuántico que integra las neuronas. Se dice que caminar es una caída evitada a tiempo, vamos más lejos y digamos que vivir es un vértigo evitado a tiempo. El vértigo, la disautonomía, el síncope vagal, la hipotensión “la pálida”, es el estado que acompaña los momentos de inconsciencia, los traumas, los golpes, los trances cercanos a la muerte, donde se experimenta ese “mareo” (-). Mareo que se precede de un sudor frío y nauseas que nos conducen a el vómito (+) o el llanto. Con las muecas de llanto y vómito vemos unos hilos (+) de los que quedamos colgados cuando ellos salvan al sistema de ese riesgo de perder la conciencia (-). Gravitamos en el borde de ese famoso túnel que se ve cuando la muerte está cerca, pero que no es más que la conciencia de estar envuelto en un campo de energía, campo electromagnético que es el que le da el tono al corazón y la chispa al cerebro y que al estar próximo a desconectarse (-) se hace más notorio (+). Caer al vacío (gravitar) con la actitud del paracaidista, transformando el pánico en excitación (eléctrica) es una alquimia digna de ser copiada. Los deportes extremos son adrenalina (+) para un corazón que sin ese tónico caería en síncope vagal (-). Vivir es un riesgo que vale la pena disfrutar, pero disfrutar no solo de la vida sino también del riesgo (+) de perderla (-) que es lo que la mantiene viva (+), con conciencia.
CONSCIENCIA BASADA EN LA GRAVITACIÓN CUÁNTICA
Un sol es una espiral que se contrae por la gravedad y explota por la cuántica del electromagnetismo, somos como los soles, ese mecanismo que los hace pulsar a ellos y a las galaxias nos da la vida y da la consciencia a nuestros cerebros. Esta estrecha relación que he demostrado entre gravedad (bajos -) y electricidad cuántica (agudos, +) apoya desde la medicina la conclusión de que “la conciencia es un colapso de la función de onda cuántica inducido por la gravitación” teoría propuesta por Roger Penrose, la mayor autoridad en teoría de la relatividad después de Einstein. Para R. Llinas esa conciencia ocurre en el vórtice tálamo cortical (TC) y su anomalía causa la DTC. “la enfermedad es producida por ese mismo mecanismo que genera la conciencia”. La vida es una estructura disipativa para la cual la enfermedad no existe, es más bien la lucha de esta espiral que se estructura por no disiparse ya que vive al “borde del vértigo”, tratando de mantenerse pulsante cantando una música que barre de agudos a bajos y nuevamente a agudos. Luego los síntomas no son más que notas probables dentro de esa sinfonía. “La disfunción (ese 70%) hace parte de la función”.
LA EVOLUCIÓN DARWINISTA ES UNA CREENCIA NO CUÁNTICA.
Un 6 en los dados no es la evolución del 5, ni el 1 es menos evolucionado que el 2. Son cuatro de los estados posibles del cubo. Del mismo modo, los seres vivos o las especies, no tienen que ser “unas evolución de otras” como lo dedujo Darwin, al margen de la cuántica; podrían ser los muchos estados probables de un único vórtice fractal de “conciencia cuántico-gravitacional” que se manifiesta pulsando desde una amiba hasta un humano con grados cada vez más altos de complejidad y de orden, lejos del azar y de la entropía. En consecuencia: “Somos una amiba hecha de amibas que coevolucionan porque cooperan y se correlacionan en una simbiosis altruista, somos un ecosistema de ecosistemas, somos un triángulo de bolas de billar que ni se estructura (+) ni se disipa (-) al azar”.
Pero ¿si no nos guía el azar porqué las partículas que nos forman si parecen funcionar con probabilidades?. La física cuántica reza que “una bola en una ruleta de 100 números, mientras no colapse la función de onda, es decir mientras no se haga una observación, existe superpuesta en las 100 probabilidades a la vez”, Al “colapsar” en una posición de la 100 probables, ese número se hace real (100%) y los demás 99 números o probabilidades se hacen 0%, desaparecen. ¿Desaparecen? o será más bien que todas las probabilidades se hacen reales pero se expresan en otros mundos? , piensa H. Everett. ¿O porque no pensar que esas otras 99 probabilidades son reales y caen en este mismo mundo? Nuestro mundo sería esa totipotencialidad probabilística y “Dios sería como una computadora cuántica, un vórtice en espiral, que explora todos sus posibles estados de configuración a la vez?. De Darwin, que ignoró la cuántica, heredamos que el azar y la falta de propósito guían la evolución de un modo egoísta y bajo la ley de la supervivencia del más fuerte. En esta visión cuántico-gravitacional, “Todos somos uno en un no tiempo”, un alcoholismo no es la evolución de un insomnio, o una depresión, o un TOC, todos son distintos estados probables de la misma Disritmia TC del vórtice Tálamo Cortical. Tú eres el 1% con AH1N1 para que los demás (el otro 99) seamos “las otras enfermedades”. “Todas las enfermedades son una porque todos somos uno”.