Í N D I C E
Características del saber psicológico
La representación espacial del tiempo
Traumas generacionales y traumas colectivos
Histerias, fobias y obsesiones: más allá del psicoanálisis
Hablar solo en voz alta
¿El dinero nos hace felices?
Las tres alarmas del cerebro
Vejez y sabiduría
Budismo, estoicismo y psicología cognitiva
El delay mental
El metaverso
Vidas de película
Nuestras discriminaciones sociales
Cómo ser un cocinero con glamour
El patio de los suspiros (Cuento)
Los secretos del vidente
La adaptación del cerebro al infortunio y a los momentos felices
Cuatro tipos de reconocimiento profesional
Inteligencia artificial
El mundo de los ovnis
¿Leer o escuchar música?
Características del saber psicológico
A los alumnos les convendrá conocer algunas características idiosincráticas del saber psicológico para que vayan sabiendo qué es lo que podrían y no podrían encontrar en términos de expectativas personales en los contenidos de la carrera.
1) La psicología como saber atractivo.- No hay nada más interesante que uno mismo. Así como a las personas les gusta que les hagan tests, los alumnos tienen un especial interés por las clases de psicología porque saben que el profesor les hablará acerca de lo que les ocurre dentro de su cabeza. La palabra psicología tiene su origen etimológico en la expresión psyché que significa alma. También significa mariposa presumiblemente porque, como el alma o la mente, este insecto es un ser deambulador, errático, frágil, solitario y… atractivo.
2) La psicología como saber peligroso.- Querer saber sobre nosotros mismos encierra el peligro de la aparición de nuestro lado oscuro, con lo que siempre hay un nivel de ansiedad adicional en los alumnos, que puede traducirse como una resistencia a aprender. Pichon Riviere (1981) se ocupó de las condiciones de la enseñanza de la psiquiatría mediante el control de las ansiedades que la enfermedad generaba.
3) La psicología como saber diagnóstico.- Una fantasía que suele aparecer en quienes comienzan a estudiar psicología es que alguna materia podrá ayudarlo a decidir si está loco o no, o tal vez cuán inteligente es, surgiendo así preguntas del tipo ¿es normal tener muchas pesadillas? o ¿es normal responder agresivamente cuando alguien me critica? El riesgo aquí no es simplemente hacer diagnósticos descontextualizados (o ‘interpretaciones salvajes’ como diría Freud) sino entender que el rol docente enseñar, no diagnosticar.
4) La psicología como saber terapéutico.- Tampoco han de faltar alumnos que consideren las clases del profesor o la bibliografía como un manual de autoayuda. La idea no es mala siempre y cuando no impida aprender el contenido de la materia, que es el objetivo central.
5) La psicología como saber vivencial.- Cuando el docente explica la sexualidad oral, anal y genital, el alumno podrá relacionar el tema con sus propias vivencias del tipo “prefiero que me lo den todo masticado”, “esta materia es una bosta” o “por fin metí la materia”. El saber psicológico resulta familiar porque habla acerca de nuestras vivencias, con lo cual el alumno podrá encontrar ejemplos más fácilmente que en una clase de entomología o astrofísica, aunque se corre el riesgo de no haber pensado el ejemplo adecuado al concepto, por lo cual deberá confiar en los ejemplos los suministre el profesor.
6) La psicología como saber fragmentado.- Es mucho más probable que cien físicos elegidos al azar estén de acuerdo con Newton o Einstein, que cien psicólogos lo estén con respecto a Freud o Watson. En la psicología proliferan gran cantidad de teorías y puntos de vista, lo que puede generar confusión en el alumno incrementando sus niveles de ansiedad. El problema se acentúa si el docente agrega más puntos de vista derivados de su propia cosecha. Pichon Rivière (1981:199) hace referencia, nuevamente, a la enseñanza de la psiquiatría, donde se hace notoria la carencia de una teoría psicológica que sitúe el problema de la conducta en una perspectiva más totalizadora.
Por ejemplo, el docente freudiano explica la succión del pulgar en el bebé en términos de alucinación del pecho, mientras que un docente piagetiano señalará que la succión del pulgar no es más que la ejercitación de un esquema de acción (Cazau, 2007). En este punto los alumnos deberán entender que bien pueden tener razón ambos, porque ninguna teoría tiene toda la verdad, aunque cada una de ellas puede tener una parte de razón.
7) La psicología como saber inexacto.- A diferencia de otras disciplinas, la mayoría de las variables psicológicas son cualitativas, vale decir, no se miden numéricamente, lo cual afecta la exactitud o precisión de tales mediciones. Por ejemplo no hay un ‘angustiómetro’ que señale que el nivel de angustia de una persona sea 7,3. Hay alumnos que se sienten cómodos con esta situación porque tienen aversión por las ciencias ‘exactas’ como la matemática. En una ocasión, al comienzo de la cursada de una asignatura pregunté, para explorar temores, qué NO esperaban de la materia, y una de las alumnas me respondió: «espero que no sea exacta».
8) La psicología como saber vago y ambiguo.- Algunas conceptos psicológicos pueden ser vagos porque no se sabe muy bien a qué cosas se aplican. Otros pueden ser ambiguos porque tienen dos o más significados y no se aclara cuál es el que se está usando. Una de las razones de esta ambigüedad es el hecho de que hay distintas teorías psicológicas que emplean el mismo término con diferentes sentidos: no es lo mismo ‘transferencia’ en psicoanálisis que en psicología del aprendizaje. La vaguedad y la ambigüedad de algún concepto obligarán al docente a redoblar sus esfuerzos por precisar, respectivamente, su denotación y su connotación, mientras que el alumno deberá ir comprendiendo que, a diferencia de lo que pasa en la vida cotidiana, en la universidad deberá aprender a definir las palabras que utiliza.
9) La psicología como saber abstracto.- Si se la compara con otras disciplinas como la química o la biología, los conceptos psicológicos no remiten a cosas concretas y visibles que tienen peso, volumen o color. Los pensamientos o los sentimientos no pueden examinarse con un microscopio, no tienen materialidad y por ello son abstractos y por ello en ocasiones difíciles de aprehender. Es por ello que a veces, en su afán por hacerse entender, el docente de psicología recurre a metáforas materialistas del tipo «el inconciente es como una pava de agua hirviendo o un volcán». No se trata de rechazar este recurso didáctico, sino de comprender que tiene sus limitaciones.
10) La psicología como saber hermético.- El carácter vago, ambiguo o abstracto de algunos conceptos psicológicos puede inducir a ciertos docentes a mostrar la psicología como un conocimiento ‘sólo para iniciados’. El lenguaje deliberadamente enigmático e incomprensible que podrían utilizar en las clases entorpece y hasta impide la enseñanza al enviar un mensaje subliminal del tipo ‘lo que les explico es solamente para una élite’. Mantener el misterio puede tener su origen, entre otros motivos, en el afán de seducir o en el afán de no compartir conocimiento, habida cuenta que el conocimiento es poder.
Los biólogos tal vez estudiaron biología para intentar resolver el problema de la vida, y los astrónomos astronomía para intentar lo mismo con el misterio del universo. Entre las motivaciones de los alumnos para estudiar psicología se podría incluir la necesidad de aclarar el gran misterio de la mente humana (y especialmente el misterio de la propia mente del alumno), y en tal contexto una explicación enigmática sólo contribuirá a aumentar la ansiedad.
11) La psicología como saber redundante.- Algunos alumnos creen que no necesitan estudiar psicología porque ellos ya aprendieron psicología en la calle. Indudablemente, este conocimiento ‘callejero’ existe y es sumamente útil, pero quienes creen tal cosa tienen una idea equivocada de lo que se enseña en la universidad. La universidad no provee necesariamente ni fundamentalmente conocimientos sobre psicología de la calle, sino que forma al psicólogo entre otras cosas, para asistir a aquellas personas que no pueden resolver sus problemas con esa psicología aprendida en la vida.
P. Cazau
La representación espacial del tiempo
La forma en que las personas se representan el tiempo en forma espacial depende de cada una y de la cultura incorporada. El tiempo puede representarse tanto en un espacio tridimensional como en un bidimensional. En esta nota se exponen algunos resultados preliminares de una investigación al respecto.
¿Qué ocurre cuando le preguntamos a alguien que señale con la mano dónde ubica su futuro, su pasado o su presente? Tal vez señalaría el futuro extendiendo la mano hacia adelante y arriba, el pasado hacia abajo y atrás, y el presente en su propio cuerpo
En el año 1968 comencé una investigación piloto de n=40 sobre cómo las personas se representan espacialmente el tiempo y obtuve esa y muchas otras respuestas diferentes. Si bien no seguí adelante con la investigación, fue posible reunir ciertos datos sugestivos como los siguientes:
a) No encontré ningún caso donde se representase el futuro atrás o el pasado adelante. El dato contrasta con observaciones realizadas en gorilas, que se representan el pasado adelante porque ‘ya lo conocen’ y el futuro detrás de ellos porque ‘lo desconocen’. Si bien esta información fue extraída de la novela “Congo”, tenemos razones para suponer que es auténtica porque Michael Crichton es médico y suele documentarse en textos científicos para componer sus ficciones.
Otras observaciones realizadas por antropólogos revelaron, asimismo, que ciertos indígenas sudamericanos tenían una forma peculiar y colectiva de representación espacial del tiempo. Ellos consideraban, de manera similar a los gorilas, que hacia adelante está el pasado (porque lo conocen), y hacia atrás el futuro (porque no lo conocen).El tiempo va avanzando hacia delante de manera tal que a medida que transcurre, más cosas del futuro van apareciendo en el pasado, y el presente es el lugar donde están detenidos ellos mismos.
b) En general, cuanto mayor es la edad cronológica de las personas, más hacia arriba se representan el futuro. Por ejemplo, una niña de 9 años se representó el futuro adelante y al nivel de los ojos, un hombre de 46 años se lo representó adelante y hacia arriba, y una mujer de 70 años lo ubicó hacia arriba en vertical (sobre su cabeza). Tales son los resultados de un estudio transversal, pero también podría encararse un estudio longitudinal orientado a establecer si en cada persona va variando su representación espacial del tiempo (RET) con el paso del tiempo.
La RET puede correlacionarse no sólo con la edad sino también con el sexo, la lateralidad (ocular, braquial o crural), la cultura, el nivel de instrucción, el nivel de inteligencia, el tipo de inteligencia, la localización de lesiones cerebrales e, inclusive, los puntos de referencia.
Respecto de esta última cuestión, podría diseñarse un estudio donde a la persona, luego de hacerla cambiar de posición (por ejemplo que deje de mirar hacia el norte y mire hacia el sur), se le pregunta si sigue manteniendo los mismos puntos de vista o no (por ejemplo, si su futuro igual lo sigue viendo hacia adelante o no). Esta última consigna permite averiguar si la persona utiliza puntos de referencia externos o internos a ella.
c) Dos gemelas univitelinas de 14 años que fueron educadas con la misma familia y en los mismos colegios se representaron el pasado, el presente y el futuro exactamente en la misma forma. Una investigación pendiente podría comparar resultados en gemelos univitelinos con educaciones diferentes para inferir el grado de influencia de la genética en la RET.
d) Algunas veces el interrogado hizo comentarios espontáneos sugerentes. Por ejemplo, una mujer de 41 años dijo que se representaba el futuro hacia adelante, hacia arriba y hacia la izquierda, agregando enseguida: «hacia el lado del corazón».
e) En algunas pocas ocasiones, el sujeto no pudo ubicar el tiempo presente en el espacio. Por ejemplo, una mujer de 29 años no pudo indicar donde se representaba el presente: «No puedo ubicarlo: sólo sé que está unido tanto al pasado como al futuro». Otra mujer, de 64 años, dijo: «No puedo ubicarlo. El presente está detenido».
f) En un solo caso, el sujeto hizo depender su representación del tiempo de su estado de ánimo. Al preguntársele donde ubicaba su presente, una mujer de 46 contestó: «Cuando tengo bronca, estoy confundida o tengo ‘pensamientos oscuros’ veo el presente como un círculo horizontal inmediatamente por delante mío. En caso contrario, lo veo como un círculo elevado en diagonal hacia adelante».
La fenomenología categorial de Minkovski indaga precisamente como las personas vivencian el espacio, el tiempo y otras categorías en diferentes situaciones y patologías.
La investigación piloto presentada se refiere a la representación del tiempo en un espacio tridimensional, pero también existen los recursos bidimensionales donde el tiempo se representa en un plano. Citemos al respecto tres ejemplos.
a) En los tests proyectivos, como por ejemplo el dibujo de la persona humana, se considera que un dibujo trazado hacia la izquierda revela un interés o preocupación de la persona por el pasado, y dibujado hacia la derecha, por el futuro.
b) Cuando los niños y algunos pintores primitivos intentan representar acontecimientos sucesivos en el tiempo, lo hacen en un único dibujo. Por ejemplo: una montaña con cinco o seis hombres en diferentes lugares de la misma representan un mismo hombre en posiciones temporalmente sucesivas cuando escala la montaña (Piaget e Inhelder, 1978:71/72).
c) Si consideramos a la escena onírica como bidimensional (como una ‘fotografía’ o una ‘película’), ¿cómo se representa el tiempo? Freud había sostenido que el tiempo en un sueño se representa espacialmente. Por ejemplo, para representar un acontecimiento que se repitió varias veces en el tiempo, en el sueño aparece reproducido espacial o visualmente también varias veces (Freud, 1900).
Como puede apreciarse la representación espacial del tiempo es un hecho indudable, pero, ¿existe la representación temporal del espacio? Si alguien intentara una labor semejante quizás ubicaría más lejos del presente los objetos situados espacialmente más lejos. No parece que esto sea posible de encontrar en ninguna persona, lo que parecería avalar la hipótesis según la cual el espacio es un organizador de la vida psíquica más primario y arcaico que el tiempo.
P. Cazau
Traumas generacionales y traumas colectivos
Los primeros son aquellos cuyos efectos se transmiten de generación en generación, sea a través de los genes, sea a través de sutiles e invisibles influencias de un cerebro a otro mediante mecanismos de identificación u otros. El trauma del abuelo que sufrió la experiencia del atentado a las torres gemelas puede transmitirse a sus nietos, quienes por esa razón estarán más expuestos al estrés. Parece ser que también existen periodos altamente sensibles: el abuelo tuvo que haber vivido el 11 de septiembre en su pubertad, y la abuela mientras estaba en el útero de su madre, que son los momentos en que se forman los espermatozoides y óvulos, respectivamente, que darán origen a la siguiente generación. De hecho, experimentos realizados con ratas revelaron que cuando una rata era expuesta a sustancias tóxicas ambientales, un 85% de su descendencia adquiría la enfermedad derivada de esa intoxicación a lo largo de al menos tres generaciones. En otras palabras, heredaban la patología en forma epigenética.
El término ‘telescopaje’, utilizado en cirugía y traumatología, fue empleado en psicoanálisis para designar el proceso en virtud del cual se transmiten de una generación a otra ciertos contenidos psíquicos vinculados a sucesos muy significativos como los traumas que, de esta manera, ejercerán sus efectos en la generación siguiente bajo diversas modalidades, sin que estos efectos puedan atribuirse a experiencias individuales de los sujetos de la última generación.
Los traumas colectivos, por su parte, son padecidos por una nación, una etnia, una organización y hasta por un grupo humano más modesto. Un ejemplo nos permitirá entender este proceso. Los norteamericanos difundieron, a propósito del episodio de Pearl Harbour, una historia donde se presentaba a los japoneses como una nación cruel y traicionera autora de aquel ataque masivo antes de haber declarado formalmente la guerra. Es probable que el ataque de los japoneses haya sido una revancha por otro episodio ocurrido a mediados del siglo XIX donde los norteamericanos amenazaron con destruir a los japoneses si no comerciaban con ellos. La experiencia traumática de todo un pueblo había comenzado a producir sus efectos muchas décadas después. Tal vez no por casualidad el ataque japonés se hizo desde el mar hacia la costa, exactamente igual que el ataque norteamericano ocurrido por entonces.
¿Cómo se cumplirían los procesos de amnesia y resignificación en los traumas generacionales y colectivos?
En el caso de los traumas generacionales y en tanto afecten individualmente a los descendientes, como el proceso es inconciente la amnesia existe. La resignificación, en todo caso, pasará por concientizar que no se trata de un trauma experimentado en la infancia sino de una condición heredada por los antepasados. En el caso de los traumas colectivos parece no existir la amnesia: los pueblos siempre recuerdan el pasado traumático, pero los resignifican como un acontecimiento que debe ser vengado.
P. Cazau
Histerias, fobias y obsesiones: más allá del psicoanálisis
Durante las primeras décadas del siglo XX, Freud se ocupó de explicar el origen de neurosis tales como la histeria, la fobia y la neurosis obsesiva a partir de su idea de las series complementarias según la cual estas patologías resultaban de la conjunción de un factor constitucional, una experiencia sexual traumática infantil y un factor desencadenante.
El creador del psicoanálisis se ocupó especialmente de los dos últimos factores, dejando en las tinieblas el primero al menos hasta 1915.
Si ahora examinamos la cuestión del porqué de las neurosis mencionadas desde un punto de vista más biológico intentando desentrañar ese misterioso factor referido a cómo está constituido el organismo humano, podríamos hacerlo invocando el denominado instinto de supervivencia (utilizado por el mismo Freud años más tarde bajo el nombre de pulsión de vida).
Al menos tres cuestiones son decisivas para la supervivencia del individuo: una figura que ame y proteja, la evitación de situaciones peligrosas, y la higiene. Son situaciones que el cerebro busca para sobrevivir.
Sin embargo el cerebro humano, en parte porque es evolutivamente muy reciente e “inexperto”, y en parte porque hoy en día las amenazas a la supervivencia son menos serias que en el caso del hombre primitivo, reacciona de una manera exagerada: busca incansablemente y con mucha exigencia una figura que lo ame y cuide (histeria), evita peligros que no son tales (fobia), y exagera sus cuidados higiénicos (neurosis obsesiva).
Tales formas de defensa podrían ser consideradas como el factor constitucional de las neurosis, especialmente potenciadas si hubo además alguna situación infantil de desvalimiento o vulnerabilidad, y si aparece alguna situación actual de amenaza a la supervivencia.
P. Cazau
Hablar solo en voz alta
Cuando una persona habla sola en voz alta, ello puede significar tres cosas:
a) Está verbalizando alucinaciones o delirios. Esta es la situación donde los demás dicen que esa persona está loca.
b) Está hablando con un compañero imaginario. Siempre tenemos mucha necesidad de decir algo, sólo que pocas veces encontramos alguien que nos escuche. Esto se ve bastante en los indigentes (homeless) y en los ancianos.
c) Está hablando consigo misma. Esta es una forma de expresar y reorganizar sus propios pensamientos ya que es casi como escribir, y también de registrar y ordenar sus propias acciones, como una mujer que conocí que a medida que iba limpiando la casa iba diciendo qué tareas iba realizando. El hecho de hablar en voz alta tiene la ventaja que uno puede recordar mejor lo que fue pensando, como cuando algunas veces me voy a dormir y quiero registrar cuándo me dormí, digo en voz alta “ahora son las nueve de la noche”.
A veces tenemos vergüenza de hablar solos en voz alta, sobre todo delante de otros que podrían considerarnos dementes, excéntricos o seres antisociales. Y es entonces cuando decidimos hablar solos pero en silencio.
P. Cazau
¿El dinero nos hace felices?
Todos hemos conocido algún pobre feliz o algún millonario desdichado pero, más allá de los casos particulares, ¿hasta qué punto el dinero puede hacernos felices? Algunas investigaciones recientes (1) han llegado a ciertas conclusiones al respecto.
1) La relación entre mayores ingresos y más felicidad es ‘logarítmica’. Esto significa que si tus ingresos se duplican de 20.000 U$S a 40.000 U$S te pondrás feliz, pero otro aumento de 20.000 U$S no te pondrá más feliz como en el primer aumento. Para lograr el mismo nivel de felicidad el aumento debería ser el doble o sea pasar de 40.000 U$S a 80.000 U$S, y luego pasar al doble (160.000 U$S).
2) Como prácticamente nadie puede duplicar sus ingresos de esa manera, cuando se alcanza cierto aumento en la cantidad aparece «una meseta» por encima de la cual ya no habrá una relación significativa entre más dinero y más felicidad.
3) El dinero no es lo único que genera felicidad. Otros factores tanto o más importantes son: a) Cultivar buenas relaciones en la comunidad (familia, amigos, compañeros de trabajo), b) Ser parte de algo «más grande que nosotros mismos», c) Resiliencia a los imprevistos difíciles de manejar, y d) Autonomía, es decir, la persona puede decidir sobre sus opciones de vida. En algunos países este tipo de factores se utilizan para calcular el nivel de felicidad de la población, además del dinero.
4) Una sociedad más igualitaria es un factor clave para mantener alto el bienestar promedio o la satisfacción con la vida de los habitantes. Algo así ocurre en los países nórdicos, donde el estado de bienestar brinda «una especie de seguridad psicológica» y se tiene confianza en los planes fiscales del gobierno.
5) Somos dos veces más infelices cuando perdemos dinero que cuando ganamos la cantidad equivalente. Esto significa que odiamos perder dinero más que lo que amamos ganarlo.
Más allá de estas investigaciones, la cuestión de si el dinero genera felicidad podría depender también de cuál haya sido nuestra experiencia infantil con la riqueza material. Un niño acostumbrado a los lujos, más adelante sufrirá más una pérdida que otro niño que fue educado en la idea de que para ganar dinero se requiere esfuerzo.
(1) La fórmula matemática que revela hasta qué punto el dinero nos da la felicidad (BBC News Mundo, 5/2/2023).
P. Cazau
Las tres alarmas del cerebro
En nuestra mente puede dispararse en cualquier momento un estado de alarma, intranquilidad, temor o preocupación en tres situaciones distintas relacionadas con el futuro, el pasado y el presente.
1) Cuando nos invaden pensamientos catastróficos acerca de supuestas calamidades que ocurrirán en el futuro: “mi jefe quiere hablar conmigo, y seguro que me echarán del trabajo”, “mi pareja no me dio el beso de siempre, y entonces pronto me abandonará”, o “falta muy poco para el fin del mundo”.
2) Cuando somos atormentados por recuerdos negativos: “aquel día no debí dañar tanto al ser que amo”, “no debí haber elegido esa carrera”, “cómo sufrí aquel día en que me despreciaron”. Se trata de recuerdos vinculados con la culpa, el arrepentimiento o el sufrimiento.
3) Cuando tenemos ciertas percepciones acerca de experiencias actuales: “tengo un dolor fuerte y raro, entonces debo tener algo grave”, “me acabo de enterar de la muerte de mi madre”, o “hoy me robaron el celular”.
¿Cómo solemos reaccionar ante estas situaciones de alarma?
En el caso de los pensamientos catastróficos poco podemos hacer porque tendemos a considerar los eventos futuros como inevitables. En el caso de los recuerdos negativos también, porque tendemos a considerar los eventos pasados como imposibles de cambiar. Y en el caso de las percepciones actuales también porque el difícil manejar emociones muy recientes.
Entonces, ¿cómo deberíamos reaccionar?
En el caso de los pensamientos catastróficos, evaluar las probabilidades de ocurrencia del desastre futuro.
En el caso de los recuerdos negativos, darles un nuevo significado que nos ayude a morigerarlos o atenuarlos.
Y en el caso de las percepciones negativas actuales instrumentar acciones que nos permitan asimilarlas, superarlas o resolverlas. Por ejemplo, yendo al médico, o intentar distraerme en medio del dolor, o tomar medidas para que el robo no vuelva a suceder.
P. Cazau
Vejez y sabiduría
Desde hace milenios, diversas culturas han venerado la sabiduría de los ancianos, y hoy en día las neurociencias tienden a confirmar esta idea. He aquí algunas conclusiones que fueron publicadas en el New England Journal of Medicine.
1) El cerebro de los jóvenes es más rápido, pero en de los ancianos tiene más flexibilidad, especialmente desde los 60 hasta los 90 años.
2) El cerebro de las personas mayores es más práctico y toma decisiones más correctas eliminando información innecesaria.
3) Puede resolver mejor los problemas y es más creativo al utilizar armoniosamente ambos hemisferios cerebrales y al aumentar con el tiempo la mielina, sustancia que facilita la comunicación neuronal.
4) Las habilidade intelectuales no disminuyen sino que crecen con la edad, especialmente a partir de los 70 años, alcanzando un pico entre los 80 y 90 años.
5) Estas características no vienen solas. Se adquieren y se potencian si la persona mayor hace una vida saludable, ejercita su mente y su cuerpo, aprende o practica manualidades, música, pintura, literatura o baile, mantiene un contacto activo con amigos o familiares, viaja o hace planes para el futuro y alimenta pensamientos positivos.
P. Cazau
Budismo, estoicismo y psicología cognitiva
Desde siempre el ser humano buscó reunir conocimientos para domesticar la mente liberándola de cosas como el sufrimiento o los pensamientos y las emociones negativas.
Tales conocimientos tuvieron que adaptarse al formato cosmovisional de cada época y cada cultura. Así, por ejemplo, como en la India del siglo V AC dominaba el formato religioso, tales saberes quedaron encorsetados en el budismo.
Asimismo, como en la Grecia del siglo III AC el modelo de conocimiento era la filosofía, quedaron retratados en el estoicismo. Y finalmente, como en el siglo XX dominaba el modelo científico, el saber quedó plasmado en la psicología cognitiva y, más específicamente, en la psicoterapia cognitivo-conductual.
En cada caso, el saber sobre el funcionamiento mental debía estar organizado, respectivamente, como una religión, como una filosofía o como una ciencia. Desde ya, en el fondo no preconizaban ideas diferentes ni reglas distintas para el control mental, porque lo que cambió sólo fue la forma de presentarlas. Monjes, filósofos y psicólogos se han ocupado desde entonces, cada cual a su manera, de abordar y resolver el gran problema del sufrimiento mental mediante la formulación de reglas prácticas que algunos llamaron virtudes y otros técnicas cognitivas.
P. Cazau
El delay mental
Alguna vez nos pasó de no habérsenos ocurrido en el momento esa respuesta original y adecuada frente a nuestro interlocutor, y sólo aparece en nuestra mente horas o días después. Es entonces cuando con gran desazón exclamamos cosas como "¡Qué lástima que no se me ocurrió antes! ".
¿Por qué sucede esto?
Es posible que la urgente necesidad de dar una buena impresión con una respuesta contundente genere una gran ansiedad, con lo cual destinamos toda nuestra energía mental en reducir la ansiedad a niveles tolerables en lugar de utilizarla para hacer aflorar nuestros recursos retóricos y nuestra creatividad.
Si esto es así, la solución consistirá en ejercitarnos en el manejo de la ansiedad, diciéndonos cosas como "esta conversación no merece que me ponga nervioso" o "respiraré profundamente antes de responder".
P. Cazau
El metaverso
Suele definirse el metaverso como un espacio tridimensional que combina la realidad física y virtual, donde las personas pueden interactuar social y laboralmente.
En el 2024 se estrenó un documental titulado ‘La singular vida de Ebelin’, que ilustra de manera conmovedora hasta qué punto el metaverso puede determinar la vida misma de las personas, en este caso para bien. El film relata la vida de Matt, un hombre de carne y hueso que nació con una atrofia muscular progresiva e incurable, y que falleció a los 24 años en el año 2014.
Matt sentía que no encajaba en el mundo real por ser discapacitado, de manera que decidió ingresar en un juego de metaverso donde adoptó una nueva personalidad o avatar: ahora era el sano y fuerte Ebelin que podía interactuar libremente con los demás personajes, detrás de los cuales también había personas reales. Descubrió así que podía enamorarse, tener amigos y ayudar a los demás (por ejemplo a un autista a conectarse con su madre mediante abrazos). Matt nunca quiso dar a conocer su verdadera condición, de manera que siempre se negaba a hablar en los chats (había perdido su voz) o a reunirse físicamente (no podía caminar ni moverse).
Durante años Matt estuvo sumergido en este juego. Sus padres habían perdido las esperanzas de llevarlo a su vida real porque creían que se había convertido en un adicto a los videojuegos. Cuando fallece, sus padres se enteran de esta secreta vida paralela y deciden informar a sus amigos del metaverso los que, a pesar de enterarse de la verdad de su condición física, deciden considerarlo como el compañero que fue durante las interacciones virtuales.
El metaverso, a nuestro entender, es el futuro de la psicoterapia y de la educación, lo que incluye la educación de los padres y la educación escolar. Así como Matt ingresó al entorno virtual ocultando su enfermedad, bien podría ocurrir que los padres o maestros ocultaran su condición de tales para educarlos interactuando con sus hijos de otra manera, o que los psicoterapeutas hiciesen otro tanto para tratarlos con el nuevo enfoque. El niño tal vez se comportaría de otra forma sabiendo que sus interlocutores no son ni sus padres, ni sus maestros ni sus terapeutas.
Existe una tendencia en las personas a comportarse de acuerdo a quién tienen adelante, como por ejemplo ‘me alejaré de este sujeto porque es discapacitado, o porque me vendrá con órdenes paternas’. Si una persona sufre bullying, por ejemplo, podría vivir una vida normal si adopta otra personalidad en el metaverso.
P. Cazau
Vidas de película
Mi abuelo, en la inauguración del Titanic, les había avisado a los pasajeros que no subieran porque habría un naufragio fatal. Fue tanta su insistencia que finalmente vino el personal de seguridad y lo sacó del cine (Anónimo).
Las películas no muestran los aspectos más obvios y banales de la vida de las personas, porque simplemente no son interesantes ni redituables. Salvo que el guión lo requiera, nadie muestra a los personajes de ‘Rápidos y furiosos’ haciendo la siesta, ni a Marilyn Monroe haciendo un huevo frito, ni mucho menos a Batman comiéndose los mocos.
En los tiempos acotados de minutos u horas, los films deben maquillar la anodina existencia humana sin cansar con acciones intrascendentes. Ni siquiera en aquellas películas livianas donde lo peor que puede sucederle al personaje es salir sin paraguas y que lo sorprenda la lluvia.
Los actores lo saben bien. Ellos deben convertirse en alguien interesante, y es así que el tierno abuelo Boris Karloff jugando con sus nietos en la vida real debe transformarse en un hombre lobo, y el irascible Jorge Porcel en un simpático capocómico.
Fuera de los sets cinematográficos, algunas personas reales, comunes y corrientes pueden convertirse en personajes de película, sea por accidente, sea por habérselo propuesto deliberadamente incluso si deben vivir estresados como resultado de cautiverios interminales o implacables persecuciones.
¿Por accidente? A los pocos meses de su nacimiento Hellen Keller quedó sorda y ciega, y la única forma de comunicarse con el mundo fue con una instructora que sólo tocaba la palma de su mano. Por ejemplo, le enseñó el significado de la palabra ‘agua’, dibujada en la palma, cuando al mismo tiempo le rociaba agua sobre la mano. Hellen Keller falleció en 1961 tras haberse convertido en una oradora y escritora de fama mundial, ensayista, activista política por la paz, sindicalista, lingüista y autobiógrafa.
Algunas veces este modelado cinematográfico transcurre sólo en la fantasía, cuando las personas construyen una vida imaginaria que hasta llegan a creérsela.
Otras veces llevan la fantasía a la realidad, pudiéndose convertir en personajes tan opuestos como hicieron Nelson Mandela o Adolf Hitler. ¿Motivaciones? A veces lo hacen porque necesitan atraer la atención de los demás, otras para responder a intensos deseos y temores, y otras para satisfacer sus necesidades de autorrealización que den un sentido a sus vidas.
Si se trata de géneros, las personas pueden convertir su existencia en un drama, en una obra de terror, en un dibujo animado, en una comedia e incluso en una comedia musical.
Convierten su vida en un drama los que tienen el quejómetro desbordado. Se quejan porque llueve, porque no llueve, y nada les sale bien en sus vidas. Otros se sienten como la Pantera Rosa del dibujo animado cuando en el silencio de la noche y a punto de cruzar la calle aparecen de golpe cien automóviles.
Otros más deciden hacer una comedia de su vida, y se la pasan haciendo bromas o contando chistes malos. Otros decidieron reproducir una película de terror, como el abuelo que se la pasa asustando a sus nietos disfrazado de fantasma.
Y todavía quedan las óperas o las comedias musicales. Cuando a un amigo –y esto es verdadero- le presentaba a alguien, no lo saludaba. Lo miraba fijamente y le cantaba el tango que lo inspiraba en ese momento, y es así que a alguno le tocó escuchar ‘Otario que andás penando’, a otro ‘As de cartón’ y a otro más ‘El ciruja’.
En síntesis, el cine sólo relata las partes interesantes de la vida humana, pero del otro lado de la pantalla, también las personas ocultan sus insignificantes y aburridas existencias convirtiéndolas en vidas de película. El film ‘El gran pez’ muestra cómo una persona cuenta a sus hijos su vida de manera tan exótica que parece que sólo fuera una ficción. Los hijos finalmente se convencen que decía la verdad, excepto porque había exagerado muchas de sus experiencias.
P. Cazau
Nuestras discriminaciones sociales
Nos guste o no, las discriminaciones sociales forman parte de nuestro habitual funcionamiento cerebral.
Nos discriminan de muchas formas posibles, pero también nosotros molestamos o simplemente ignoramos a Fulano por ser negro, por no ser negro, por ser judío, por no ser judío, por ser mujer, por ser hombre, por ser demasiado inteligente, por ser demasiado tonto, por ser policía, por ser ladrón, etcétera.
¿Es bueno o malo discriminar?
Para algunos es bueno discriminar si selecciona al personal relegando a las mujeres, porque si no lo echarán de su puesto de selector. Para las mujeres es malo discriminarlas porque ello afecta sus oportuinidades de empleo.
Para algunos es bueno discriminar porque de esa manera evitan las personas tóxicas. Para otros es malo discriminar si lo que quieren es ayudar a las personas.
Finalmente, ¿qué pasaría si un pobre Fulano pudiese ocultar la condición por la cual lo discriminan?
Matt era un discapacitado motor que vivía postrado y apenas si podía mover algún dedo, aunque su mente estaba intacta.
Un día decidió ingresar en el juego del metaverso disfrazado de persona ‘normal’, bajo la forma de un avatar fuerte y sano. Comemzó así a interactuar con otros avatares que representaban a su vez otras tantas personas invisibles pero físicas y reales, y fue así que pudo enamorarse, tener amigos genuinos, ayudar a los demás de muchas formas y no ser discriminado por estar paralítico.
Cuando finalmente fallece, sus compañeros de juego se enteran de su verdadera condición, lo que no impidió que fueran a su velatorio a homenajearlo no ya como avatares sino como las personas reales que eran.
Esta es una historia verdadera recuperada por el documental ‘La singular vida de Ebelin’.
P. Cazau
Cómo ser un cocinero con glamour
Si hay algo con lo cual el anfitrión o la anfitriona pueden lucirse es con la comida que ellos mismo preparan. Pero atención, porque para ser un cocinero con glamour deberá anunciar correctamente su menú, ya que las palabras bonitas hacen más sabrosas las comidas.
En lugar de ravioles diga pasta rellena al dente. Anuncie el asado como una barbacoa y, si el helado se llama crema helada sus invitados se sentirán mejor atendidos. De la misma manera, un cacho de lechuga pasará a denominarse finas hierbas.
Ni se le ocurra decir filet de gatuzo a la romana y reemplácelo por marinada de tiburón, lo que evitará que los comensales imaginen que se trata de carne de gato. Sepa usted que el gatuzo que le venden en la pescadería del barrio no es otra cosa que una especie de tiburón de pequeñas dimensiones que habita el océano Atlántico a la altura de Brasil y Uruguay.
Invente una salsa mezclando crema con tres condimentos al azar, y no la presente como salsa improvisada sino como salsa mediterránea, que tiene otro glamour.
A la pizza común y silvestre agréguele al final la clásica mezcla de aceite de oliva, ajo y pimentón dulce de los pizzeros profesionales y anuncie que se trata de la pizza de la casa porque contiene aderezos secretos. Los invitados pensarán que, como el deseo, si es secreto es porque es delicioso.
También siempre será más fino bacon que panceta, plátano que banana, sémola de maíz que la vulgar polenta, panecillo con embutido de cerdo que el grosero choripán y, como postre, ofrecer una ordinaria ensalada de frutas como frutos del bosque si acaso tiene escondido algún arándano. Sin duda tal denominación hará sentir sorprendidos y halagados a los comensales.
P. Cazau
El patio de los suspiros (Cuento)
Estábamos buscando una vivienda para alquilar, y de los varios avisos que recorrimos hubo uno que me llamó la atención. Presentaba un PH en planta baja de tres ambientes, y el texto terminaba diciendo “¡Oportunidad única! ¡Tiene un Patio de los Suspiros!”.
Esa misma tarde fuimos a visitar la casita, que tenía un buen precio y suficientes comodidades para una pareja de jubilados. El misterioso Patio de los Suspiros ocupaba la pequeña terraza. Tenía un piso de ladrillos gastados, mayólica veneciana cubriendo las paredes, y un jardín repleto de magnolias y malvones. Además de dos sillones forjados en hierro, había un antiguo catalejo montado sobre una estructura metálica, con el cual se podían observar, presumiblemente, el cielo estrellado y los jardines y ventanas de las casas vecinas. El lugar contrastaba notablemente con el resto de la vivienda de estilo moderno y minimalista, porque el Patio de los Suspiros era seguramente una construcción del siglo XIX.
Una vez instalados y ya entrada la noche, me apresuré a investigar a mis vecinos con el catalejo.
Grande fue mi sorpresa al comprobar que los demás jardines y los habitantes de las casas eran de aquel siglo, y hasta imaginé que por entonces debía haber nacido mi madre. De hecho, lucían todos el mismo andar parsimonioso y las mismas vestimentas de aquel entonces. Estuve un buen rato curioseando, hasta que finalmente en una de aquellas ventanas vi a una mujer luciendo sus paños menores. Al ajustar el catalejo para ver con mayor detalle, vi su rostro. ¡Era mi abuela cuando era joven! Pude reconocerla por haberla visto en fotos innumerables veces.
Me quedé un rato mirándola. En un momento dado apareció ¡mi abuelo!, quien también en paños menores comenzó a cortejarla. Cuando ella comenzó a sacarse el miriñaque no quise mirar más y me fui a sentar en el sillón de hierro forjado, mientras suspiraba profundamente como nunca antes lo había hecho.
P: Cazau
Los secretos del vidente
Entre otras cosas, un vidente puede realizar las siguientes actividades: adivinar el presente o el pasado de una persona que lo consulta, adivinar el futuro de esa persona, y adivinar en qué lugar debe buscarse a una persona desaparecida en una investigación policial. Examinemos estas tres actividades.
a) Conocer el presente o el pasado del consultante.- Suponiendo que el vidente no tiene un informante secreto que le cuenta todo sobre la persona, puede obtener mucha información interactuando muy poco tiempo con ella.
Esto mismo hacía el detective Sherlock Holmes, quien, luego de estar brevemente en contacto con el consultante, podía establecer cosas como por ejemplo: “se divorció recientemente, estuvo en la guerra de Crimea, es herrero de profesión, tiene una hija mujer y su apellido comienza con F”. Cuando el doctor Watson, asombrado, le preguntaba cómo había logrado obtener esa información, Holmes le decía que no había secretos y que todo se limitaba a realizar observaciones precisas. Por ejemplo, concluyó que recién se había divorciado porque no tenía anillo de casamiento, pero todavía tenía la marca fresca en el dedo anular.
El vidente ha desarrollado la misma habilidad. El tono de voz o las uñas mordidas puede indicarle que la persona está muy ansiosa, un acto fallido puede revelarle intenciones ocultas, el olor a marihuana sugerirle una vida a la deriva, el acento el lugar donde vive, manos limpias y delicadas una actividad artística o intelectual, etcétera. Claro está que puede equivocarse, pero el vidente juega con las probabilidades, de manera que todo lo que adivine debe tener una muy alta probabilidad de ser verdadero, con lo cual la mayoría de sus adivinanzas podrán ser correctas.
Cuenta además con la ventaja de que el consultante recuerda los aciertos y olvida fácilmente los fracasos del vidente, porque necesita creer en él.
b) Conocer el futuro del consultante.- En estos casos el consultante no tiene posibilidad de verificar el acierto inmediato del vidente porque los hechos aún no ocurrieron. Nuevamente, el consultante creerá en los vaticinios por la razón antes mencionada y, aún más, sin advertirlo tenderá a que su comportamiento cumpla las predicciones como si fuera una profecía autocumplidora. Además, estas predicciones deberán tener una alta probabilidad de ocurrir. Por ejemplo, si el consultante es una persona de 25 años puede suponer que su madre tendrá unos 50 años, y como la probabilidad que una persona se muera a los 50 años es baja y la probabilidad de enfermarse es alta, le dirá al consultante que pronto su madre enfermará, pero logrará curarse.
Con el tiempo, el consultante sólo atenderá a las predicciones acertadas y no registrará las predicciones erróneas. Quedará asombrado del poder mágico del vidente y procederá luego a recomendarlo a sus amigos. Esto lo sabe muy bien el vidente, quien de esa forma se asegura clientela para rato.
c) Saber dónde encontrar a una persona desaparecida.- Todo el mundo se asombra cuando una vidente suministra pistas a la policía, pero nadie se asombra cuando hace lo mismo y de una manera muchísimo más efectiva un perro entrenado. El vidente es como un perro pero con poco o ningún entrenamiento. Por ello casi siempre falla pero ello no impide que se lo siga consultando porque, como dijimos, las personas necesitan creer en él.
Si su actividad no va más allá de la explicada, el vidente no está cometiendo un delito ni está engañando al consultante. No necesita hacerlo porque el consultante ya se engaña a sí mismo con los supuestos poderes del vidente.
(Extraído de Cazau P, Escritos trasnochados).
La adaptación del cerebro al infortunio y a los momentos felices
En los primeros momentos a partir del instante en que una persona se entera que padece una enfermedad terminal, o que fue traicionado por su pareja, o que ingresó en una cárcel, o que perdió toda su fortuna, o que su casa fue destruida por un tsunami o que acaba de perder un ser muy querido, experimentará un shock de emociones muy desagradables y hasta sentirá que la nueva situación resulta insoportable.
Otro tanto puede ocurrir en los primeros momentos donde la persona vivencia un acontecimiento positivo como sacarse la lotería, enamorarse o irse de viaje: se sentirá inmensamente feliz.
En cualquier caso, luego de esos momentos muy intensos el cerebro va adaptándose a la nueva situación sin el torbellino emocional de los primeros instantes. La ola de emociones irá cediendo y canalizará su energía para adaptarse mejor y más tranquilo a su nueva situación.
Este mecanismo adaptativo y deseable puede tener fallas. Hay personas, por ejemplo, que luego del fallecimiento de un ser querido siguen vivenciando continua o intermitentemente, incluso por años, la angustia y el desconcierto de los primeros momentos.
P: Cazau
Cuatro tipos de reconocimiento profesional
Lo ideal para cualquier oficio o profesión,, sería contar con cuatro tipos de reconocimiento.
1) El reconocimiento social se da cuando la gente en general los identifica, sabe que existen psicólogos, psicólogos sociales, grafólogos o videntes y además tienen alguna idea de la actividad que desarrollan. No pasa lo mismo, por ejemplo, con un epistemólogo.
2) El reconocimiento profesional se da cuando las personas o las instituciones no sólo los identifican sino que además los consultan. Por ejemplo a un psicólogo puede consultarlo un particular o una empresa, o puede ser convocado por algún medio de comunicación masivo. No suele pasar lo mismo con un filósofo.
3) El reconocimiento académico se da cuando para la sociedad es importante que hayan estudiado o investigado en su especialidad, con lo cual pedirán algún diploma o alguna constancia de haber hecho un curso de plomería o una carrera terciaria o universitaria. Y si a esto se agrega haber sido investigador, expositor en congresos o autor de libros, tanto mejor. Un vidente tiene reconocimiento social y profesional pero no académico, y por ello a veces necesita inventar algún “Posgrado en destrabes” en alguna exótica Universidad de Guyana. El reconocimiento académico suele ser importante para los mismos pares y para las instituciones que buscan un consultor o un docente.
4) El reconocimiento legal del psicólogo, por ejemplo, supone que la ley admite una profesión de psicólogo estableciendo sus incumbencias, derechos y obligaciones y otorgando títulos oficiales que habilitan para el ejercicio profesional. La ley regula la profesión controlándola, aunque pueden haber otros controles como el de la ética profesional a cargo de un Colegio de Psicólogos. Un vidente, por ejemplo, carece de reconocimiento legal.
Todos estos reconocimientos varían según cada sociedad o cada cultura, y otorgan diferentes cuotas de poder.
P: Cazau
Inteligencia artificial
En su actual etapa de desarrollo y tal como típicamente es utilizada, la inteligencia artificial es básicamente un programa que recopila una enorme cantidad de información y redacta a partir de ella un texto sobre un determinado tema. Es, de alguna manera, un “escritor fantasma”.
Uno de los problemas legales que enfrenta la inteligencia artificial es el hecho de que existe la posibilidad que el programa copie textualmente cierta información encontrada, violando de esta manera los derechos de autor del material original. Por ello, el “New York Times” y otros medios de comunicación están examinando la posibilidad de iniciar acciones legales, mientras que algunos académicos han propuesto otras soluciones, como por ejemplo que las empresas gestionadoras de IA otorguen acciones a los medios de comunicación como forma de compensar posibles infracciones a los derechos de autor.
P. Cazau
El mundo de los ovnis
Antes que nada, la terminología:
OVNI: Objeto volador no identificado.
OSNI: Objeto sumergido no identificado.
UFO: Unidentified flying object. Es OVNI en inglés.
UAP: Unidentified Aerial Phenomena. Actual denominación utilizada por la NASA y el Pentágono.
FANI: Fenómenos Aéreos No Identificados. Es UAP en español.
Se han clasificado cinco tipos de encuentros asociados a los Ovnis:
Encuentro cercano del primer tipo: Avistamiento visual de un OVNI a menos de 150 metros.
Encuentro cercano del segundo tipo: Además del avistamiento, se producen efectos físicos en el entorno, como marcas en el suelo, quemaduras en la vegetación, interferencias electrónicas, etcétera.
Encuentro cercano del tercer tipo: Se observa una entidad viviente de aspecto extraterrestre (un Alien) asociado al OVNI.
Encuentro cercano del cuarto tipo: Supone el secuestro de una persona por parte de seres extraterrestres.
Encuentro cercano del quinto tipo: Supone un contacto voluntario y consciente con seres extraterrestres, comunmente a través de comunicación telepática o física.
A las personas suele interesarles más un documental sobre Ovnis que otro sobre la estructura de los arrecifes de coral. En tales películas suele plantearse el problema ¿qué son los Ovnis?, y se ofrecen muchas respuestas posibles como las siguientes:
1) Son ilusiones ópticas.
2) Son fenómenos naturales que pueden ser explicados científicamente.
3) Son seres extraterrestres que vienen del espacio por diversos motivos: por simple curiosidad turística, para investigar cómo es la especie humana, para salvarnos de alguna catástrofe, para planificar una invasión al planeta, etcétera.
4) Son seres humanos que vienen de un futuro lejano para conocer su propio pasado.
5) Son artefactos fabricados por humanos actuales en base a una tecnología secreta y avanzada (propia o tomada de extraterrestres). Esto podría explicar la teoría conspirativa según la cual los gobiernos mienten u ocultan información sobre los fenómenos Ovni.
En los mismos documentales también se entrevistan supuestos testigos con preguntas del tipo ¿Viste alguna vez un Ovni? He aquí algunas respuestas posibles.
1) Nunca.
2) Nunca, pero por algún motivo dije que sí.
3) Sí, y concluí que eran Aliens.
4) Sí, y concluí que no eran Aliens.
5) Sí, y concluí que algunos eran Aliens y otros no.
6) Sí, pero no pude decidir qué eran.
7) Otra respuesta.
P. Cazau
¿Leer o escuchar música?
Mientras la literatura es el arte de lo imprevisible porque no sabemos que vamos a encontrar leyendo en los próximos diez segundos, la música es el arte de lo previsible porque sabemos qué escucharemos inmediatamente después.
Tal vez por eso se suele decir que los textos son interesantes, y los acordes musicales tranquilizantes.
En una canción el acorde se repite, mientras que nada se repite en una descripción o un relato. Las personas suelen preferir lo rutinario a lo imprevisible porque les procura una sensación de seguridad, y por ello podemos escuchar muchas veces una canción, pero difícilmente leamos muchas veces un libro. Y también por ello a todo el mundo le gusta la música pero no a todos les gusta leer.
(Extraído de P. Cazau, Lecciones para entender la realidad).