LA IGLESIA DE LA CALZADA

 

El edificio de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción en La Calzada de Oropesa, comenzó a construirse en 1573, y durante los 146 años siguientes, hasta 1719, fue sustituyendo al primitivo templo medieval situado en el mismo solar, pero que era de menores dimensiones.

El hermoso edificio de piedra y ladrillo es renacentista, de estilo herreriano y de una sola nave. En esta iglesia encontramos la capilla mayor, el cuerpo de iglesia, con la sacristía, cuatro capillas laterales, y la capilla bautismal bajo la torre campanario. Tiene unas dimensiones interiores de 46 m. de largo desde el tramo central del presbiterio hasta la capilla bajo la torre y 13’25 m. de ancho en la nave. La Altura que se alcanza hasta la clave de la bóveda semiesférica es de 22 m., mientras que en la nave la altura llega a 17 m.

Toda la capilla mayor está construida en granito, excepto la bóveda semiesférica, realizada en ladrillo. Una escalinata de 11 gradas de piedra granítica conduce al presbiterio. Éste tiene forma poligonal y está rematado por bóveda de cuarto de esfera, albergando un magnífico retablo barroco, considerado como el mayor retablo de la diócesis de Toledo, después del de Catedral.

El cuerpo de iglesia está construido en aparejo toledano, rematado con bóveda de cañón reforzada con arcos perpiaños apoyados en pilastras. A los pies de la nave se encuentra el coro donde se conserva un antiguo órgano de 1737, despojado de la mayor parte de sus elementos de sonido.

Al interior del templo se accede a través de dos puertas adintelas precedidas de pórticos con bancos corridos adosados a los muros, una al Sur y otra al Norte, siendo ésta el acceso habitual.   

La torre, de cuatro cuerpos, el último con cinco campanarios y dos campanas, está construida sobre zócalo de piedra. Se desarrolla en ladrillo reforzada en sus esquinas con sillares de granito y rematada con una estructura octogonal donde se aloja un reloj. Esta estructura se realizó en el año 1900 sustituyendo a la primitiva cubierta piramidal.

El templo cuenta con siete retablos:  En la capilla bautismal bajo la torre; en la capilla de Santa Teresa; en la capilla de Santiago, en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, y los dos laterales adosados a los muros que soportan la bóveda semiesférica, y el retablo mayor, verdadera joya del templo que conjuga arquitectura, escultura y pintura.

En 1676 se hizo el primer intento para construir el retablo mayor, pero hasta 1680 no se hizo contrato por escrito con José de Acedo, retablista, en 17.000 ducados más otros 10.000 por el dorado y con previas autorizaciones del obispo de Ávila y el conde de Oropesa. En 1683 muere el retablista sin terminar la obra y su viuda encomienda la continuación a José de Moya, madrileño y a Francisco García, toledano. En 1693 el obispo de Ávila en una carta insta: “Joseph de Moya Maestro de dorar y estofar veçino de esa villa de Madrid...   ...venga a feneçer y acabar la obra...” Es de suponer que ante el apremio acabaron pronto el trabajo.

El retablo del Altar Mayor, es barroco, de 17 m. de altura, realizado en madera de pino sin nudos, el pan de oro, de 23 quilates y la discreta policromía, resalta el dorado del conjunto.

El cuerpo del retablo adopta la forma poligonal del ábside de tres lados y se articula horizontalmente en zócalo, banco, cuerpo central y ático. Verticalmente consta de una calle central con entrecalles a sus lados. En el banco encontramos el sagrario, situado bajo el tabernáculo que adopta la forma de templete, y en el cuerpo principal, además de un 

enorme lienzo, 6 columnas salomónicas adornadas moderadamente con motivos eucarísticos que sostienen un entablamento sobre el que se asientan los 4 evangelistas más dos florones sobre las dos laterales. En el centro del retablo hay dos ángeles de gran tamaño que sostienen un símbolo mariano y sobre ellos una corona que hace  alusión al momento, la coronación de la Virgen. En el centro de las calles laterales encontramos las hornacinas donde estaban las imágenes de San Pedro y San Pablo, hoy desaparecidas.    

El ático se adapta a la forma de la bóveda de cuarto de esfera que lo acoge, donde se alojan tres lienzos al óleo realizados por el pintor en la corte del rey Carlos II, Claudio Coello, que hasta 1986 gracias a D. Luciano Gutierrez, restaurador, se creían perteneciente al pintor toledano Simón de Vicente, al encontrar el siguiente texto: "Claudius Acoello pigtor rexis faciebat 1691". 

En su centro está “La coronación de la Virgen por la Trinidad”, de 4’5 m. de altura por 3’2 m. de ancho y a sus lados “La gloria de los ángeles” de 1’85 m. en su base; son ángeles adoradores.

Arriba, en las figuras, puede destacarse el marcado escorzo de algunas de ellas, a la altura de lo mejor del barroco, el tratamiento de telas y el llamativo cielo azul, entre otras cosas.

La  pintura original del centro del retablo desapareció en 1936. Hoy ocupa su lugar otra del mismo tema y las mismas dimensiones (5 x 3), La Ascensión de la Virgen, del artista local Nicolás Soria Pulido, hijo de esta villa, que fue alumno becado en el taller de Benlliure.