Joyas inspiradas en los corsarios y piratas que abundaban por aguas del Mediterráneo.
La isla de Ibiza, situada en un punto estratégico del Mar Mediterráneo, fue uno de los puntos más atacados y vulnerables al acoso de los piratas. Desprotegida por sus maravillosas costas, suaves y con muchas pequeñas bahías que hacían fácil un desembarco, Ibiza se las tuvo que ingeniar para prevenir y protegerse de estos ataques. El terror que ocasionaban los piratas aún se puede constatar fácilmente al día de hoy, por la existencia alrededor de la isla de un sistema de diversas torres de vigilancia. Día y noche se observaba la posible presencia de barcos piratas, avisando de una torre a otra con altas columnas de fuego de ramas secas durante la noche y con columnas de humo con ramas verdes durante el día.
Así, la población dispersa de la isla debía trasladarse hacia la parroquia más cercana a refugiarse al ser avisada. Las iglesias de la Ibiza tienen todas a día de hoy más el aspecto de auténticas fortalezas que de templos religiosos. De aspecto sobrio con escasas ornamentaciones y ventanas pequeñas, las iglesias-fortaleza ibicencas dieron cobijo a muchos isleños durante los ataques piratas.
No pocos hombres y mujeres de Ibiza fueron apresados por piratas y llevados a costas africanas y otros lugares donde habrían de ejercer como esclavos. De esto dan buena cuenta diferentes historias y canciones que han llegado a nuestros oídos gracias a la rica cultura oral que ha existido en Ibiza y en la que las historias de piratas tienen protagonismo.
Inauguración del monumento a los corsarios de Ibiza 18/08/1915