La metodología "Flipped Classroom", como indica su nombre, consiste en poner la clase del revés. Concretamente, en el sentido en que los alumnos van a pasar a hacer en casa lo que tradicionalmente se ha venido haciendo en el aula (atender a la clase magistral del profesor y trabajar los contenidos teóricos) para así, dedicar el tiempo de la clase a lo que tradicionalmente se venía haciendo en casa (o, muchas veces, en clases particulares...): aclarar dudas, resolver problemas, etc.
Esto no quiere decir que el profesor desatienda la explicación de la materia ni mucho menos. Va a seguir proporcionando el material a los alumnos, no sólo en forma de documento (apuntes, epígrafes interesantes del libro de apoyo, relaciones de problemas...) sino mediante el recurso más importante: la misma clase magistral. Sólo que ésta no tendrá lugar en el aula sino que cada alumno la visionará en un vídeo (corto, no más allá de unos 15 minutos) que, como es costumbre, apoyará y aclarará los conceptos presentes en los materiales escritos.
De esta manera se logran muchas cosas:
- El alumno, en su casa (o en la biblioteca), atiende a la explicación en un clima de mayor concentración y tranquilidad que lo que acostumbra a ser el aula y eso ayuda mucho a la comprensión de los conceptos.
- Aun así, si algún detalle le ha pasado desapercibido, puede rebobinar el vídeo y volver a visionar las partes que no hayan quedado claras. Es como repetir la explicación pero de manera individual según las necesidades de cada alumno.
- Si con todo, algo se resiste, no pasa nada. Al día siguiente hay tiempo de sobra para debatir sobre ello, consultar al resto de compañeros y resolver las dudas que queden (y que serán menos cuando se ha trabajado la materia previamente con "ayuda" del profesor, aunque sea telemáticamente).
- El tiempo que se dedicaba a la clase magistral durante la sesión ahora está disponible para hacer muchas cosas más, y muy interesantes, que antes se quedaban en el tintero por limitaciones de tiempo: prácticas de laboratorio (muy necesarias teniendo en cuenta que la Química se ha construido en la experimentación y la curiosidad), planteamiento de cuestiones de la vida cotidiana (y de otras que sean del interés de los alumnos) relacionadas con el currículo de la materia, reflexión sobre el papel de la Química en la sociedad actual, análisis de las fortalezas y debilidades de la ciencia, desarrollo de otras metodologías y actividades que impliquen más competencias (la digital, la de expresión oral, la de trabajo cooperativo, la iniciativa personal...), y muchas más.
- Las actividades prácticas, al ser desarrolladas durante la clase, cuentan con el apoyo del profesor titular de la asignatura. Como debe ser. De otra manera, el profesor se limita buena parte del tiempo a presentar los contenidos, teniendo que limitar los casos prácticos y, en los casos en los que los ritmos de aprendizaje son más lentos, la labor pedagógica queda en manos de profesores de apoyo. Así podemos atender mejor la diversidad (lo que también incluye estimular a los alumnos más aventajados).
- Los alumnos estarán más motivados (o, al menos, esa es la idea). Están acostumbrados a adoptar un papel pasivo en su aprendizaje, a ser meros receptores del conocimiento. Si bien es cierto que al principio cuesta un poco adaptarse a una metodología que les rompe los esquemas pero se darán cuenta de que, con cierto compromiso por su parte, aprovecharán mejor las sesiones y éstas tendrán un ambiente más distendido. A ello también contribuyen los recursos mayoritariamente (que no exclusivamente) digitales empleados. Poder estudiar un mismo concepto mediante varios medios (escrito, visual, gráfico, etc...) permite potenciar su comprensión atendiendo a la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner:
- Preparamos a los alumnos para la metodología que van a seguir en la universidad (plan Bolonia).
- Y algo que no tiene precio: podemos inculcar cierto espíritu crítico a los alumnos, pararnos con ellos a reflexionar qué pretenden con la asignatura, qué esperan de ella en el presente y en el futuro, qué les atemoriza de ella, cómo deben afrontarla, qué ideas previas tienen, ... Y a estimular su creatividad más allá de la resolución mecánica de problemas (y más, en medio de esa vorágine llamada PAEG).
Y es que lo más importante no es aprobar o sacar buena nota (que también), sino APRENDER:
Quizá no todo son ventajas. Si bien es cierto que se requiere un cierto compromiso por parte del alumno para cumplir con su parte del contrato o que en algún caso muy puntual, dadas las alturas de la etapa educativa en las que nos encontramos, algún alumno no disponga de conexión a internet (nada que no se pueda solucionar entregando un dvd con el material al inicio de curso, haciendo uso de la biblioteca municipal o del centro o con alguna alternativa más creativa), creo que las primeras superan con creces a los inconvenientes o a la inicial postura reacia al cambio.
Y sí, se puede implementar con resultados notorios en 2º de Bachillerato (aun con la PAEG acechando). Para muestra un botón.
Para más información, podéis consultar los siguientes sitios e infografías: