LA INSURRECCIÓN COMUNAL EN NICARAGUA 1978-79: MOVIMIENTO SOCIAL, IDEOLOGÍA
Primera Parte
Manuel Fernández Vílchez
Barcelona, 2017
Propiedad intelectual: reservados los derechos de autor.
Notas e informes de cultura e ideología, compuestas en los setenta y ochenta, pero con bibliografía actualizada. Publicados en artículos de la Revista Temas Nicaragüenses (nros. 64 a 112, agosto 2013 / agosto 2017).
INDICE
Primera parte:
Lo femenino indio en la cultura nicaragüense
La forma comunal de la insurrección popular en Nicaragua (1978-79)
León, del 23 de julio 1959 a la insurrección comunal 1978 - 1979
La ideología negacionista del movimiento comunal insurreccional 1978-79
Somocismo y el antisomocismo (primera parte y segunda parte)
La formación política de una generación de intelectuales
La literatura de “testimonio” nacionalsandinista sobre la insurrección popular
Onofre Guevara, de bandera roja socialista a rojinegra del Sandinismo (1945-1979)
Segunda parte:
EL CIAS de los jesuitas en la crisis política de Centroamérica la década de los setenta
León Pallais, rector de la UCA, frente al “agustinismo político”
Historia del Movimiento Social Católico en Nicaragua
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y la generación del Frente Estudiantil Demócrata Cristiano
El Historicismo marxista de una época
El comité barcelonés de solidaridad con Nicaragua
La izquierda en Barcelona que apoyó la insurrección comunal
Tratados de Cooperación del Campo Socialista con Nicaragua (1980-83)
Internacionalistas, cooperantes y asesores-expertos, la Historia no contada
Advertencia sobre el origen de estas notas e informes
Publico más notas e informes en otro pdf: Temas Nicaragüenses: cultura e ideología. Compuestas en los setenta y ochenta, pero con bibliografía actualizada en artículos de la Revista Temas Nicaragüenses (nros. 64 a 112, agosto 2013 / agosto 2017). Además, formaré un tercer pdf con recursos fotográficos que acompañan estas notas sobre la insurrección comunal.
Lo femenino indio en la cultura nicaragüense1
Palabras de presentación. El tema de lo femenino indio en la cultura y la identidad del nicaragüense surge de una indagación sobre el pensamiento poético del elitista movimiento de Vanguardia, que tuvo resonancia en capas medias urbanas hacia la mitad del siglo XX. Es parte de unos materiales que proceden de informes de diversas entrevistas a poetas y “bachilleres” nicas en la década de los años setenta, realizados para el Instituto de Estudios Centroamericanos de la Universidad de Costa Rica bajo la dirección de Constantino Láscaris Comneno. Queda pendiente el relato de aquellas entrevistas. Pero en realidad, la substancia destilada de esos informes salió de la conversación socrática con el amigo y maestro Constantino Láscaris. Pues, su investigación de Historia de las Ideas en Centroamérica coincidía con mi elección por la Historia de las Ideas y las Mentalidades desde los años de estudiante de la Filosofía de Occidente. Con Láscaris discutíamos de un paralelismo de la poética nicaragüense con la Grecia arcaica. Lo discutíamos.
El tema “Indio con la madre, mestizo en los espacios públicos” deriva de mis conferencias sobre “formación de una conciencia política entre las etnias del Caribe nicaragüense” para la cátedra de Etnología de la Universidad de Barcelona por invitación de su titular María Dolores Juliano Corregido. Explico la estructura de parentesco como determinante en la formación de la identidad y la tradición cultural, pero el lenguaje y la formación de la conciencia política universalizan al nicaragüense. Sin embargo, en las capas medias urbanas y elite intelectual abundan las manifestaciones de malinchismo que expresan la duda de identidad cultural que acompaña al complejo de la duda del padre (paternidad dudosa).
Lo femenino indio en la cultura y la identidad del nicaragüense
Constantino Láscaris dice que “el nicaragüense piensa su mundo poéticamente” (El Pez y la Serpiente, nº 29, Managua, 1990). Es cierto, pues en Nicaragua se da un trabajo hesiódico y homérico, buscador de símbolos y mitos fundadores. Basta hojear las antologías de la poesía nica para caer en la cuenta de que se poetiza lo indio, el acontecimiento transformador de la vida social, los elementos y tiempos de la naturaleza, el habla, la fiesta, la tradición, el quehacer y las maneras de ser y de parecer del nicaragüense.
Constantino Láscaris añade: “Nicaragua necesitaría un Platón que crease la teoría nica de los mitos nicas” (ibid.). En esta dirección, avanzando hacia las formas del discurso, hay apuntes dispersos, frases sueltas, de una prosa también poética. Los mayores intentos de encontrar una razón o razones a la humanidad de los nicas, aunque no los únicos, se deben a José Coronel Urtecho en sus Reflexiones sobre la Historia de Nicaragua, y Pablo Antonio Cuadra (PAC) en El Nicaragüense. En los dos casos no se trata de una racionalización abstracta sino vivencial, conversacional, dialogante, del poeta que “platica”, todavía envuelto en la luminiscencia del símbolo y el mito primigenio; con una sintaxis de oraciones enunciativas, ilativas y circunloquios, menos de subordinación y causalidad; de un pensamiento de lo patente y lo sentido, más mostrativo que demostrativo.
Aquellos discursos, en parte ideología de su coyuntura social, hoy resultan lejanos y ajenos. Desde la irrupción del movimiento de masas de la década de los ochenta y los relevantes cambios culturales promovidos por los medios de comunicación; por los cambios en la economía de la base social, la desestructuración de las instituciones y el desconcierto de la intelectualidad posmoderna. Sin embargo, por la astucia de la realidad, subyace el río de la cultura de la madre india, lo femenino indio en la cultura de los nicaragüenses. Algo de esto quiero recuperar por entre las contradicciones de aquellos discursos de comprensión de una geografía humana multiétnica, del carácter de unas nacencias en los espacios nicaragüenses.
El Nicaragüense de Pablo Antonio Cuadra
Aquí nos concentramos en el segundo texto de los mencionados que envuelve al primero, El Nicaragüense, una colección de la columna semanal Escrito a Máquina, de PAC. El poeta resume y recrea en algunos pasajes de El Nicaragüense los versos nativos, de intencionalidad aborigen, del grupo de la “nueva poesía”. La Vanguardia nicaragüense, que se propuso desde los años 1929-1931 que “lo original era lo originario. Y nos fuimos al pueblo interrogando su voz, su expresión, su lengua viva, sus formas, sus nombramientos... Estudiamos el canto de las guitarras nativas, las rimas de las canciones de cuna, de los juegos infantiles y comenzamos a verter en esas formas ingenuas nuestra balbuciente inspiración nicaragüense... Sentíamos el enorme vacío de una Nicaragua inexpresada, en los mismos momentos que el sacudimiento nacionalista de Sandino, del mandato dariano de la “Oda a Roosevelt”(Torres de Dios). Eran los tiempos del muralismo mexicano de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco que desarrolló una conciencia histórica, superando en mucho la ideología de “raza cósmica” de José Vasconcelos. Y el tiempo del pronunciamiento de una conciencia social de César Vallejo y José Carlos Mariátegui con sus “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”.
Pablo Antonio Cuadra asume esa circunstancia, el poeta nicaragüense más telúrico, así como Ernesto Cardenal es el mayor de la poesía social. En la poesía de PAC se graban las leyendas de historias de navegantes o historias de navegantes protohéroes hechas leyendas en Cantos de Cifar; de las “cancioncillas amatorias y típicamente nicaragüenses en que el amor se canta pajareramente”, en Canciones de Pájaro y Señora; de las imágenes y símbolos arqueológicos de la cerámica Luna, en un movimiento que lleva al presente, en El Jaguar y la Luna; con el volcán y el lago, el Sol de “arriba”, oriental y ascendente, y el de “abajo”, poniente y occidental. Y la mujer india madre del nicaragüense que “está de viaje”. Su obra es un canto de los brotes de la nación nicaragüense (“nación” de nacencia, no nacionalismos), de la autoconciencia de identidad nicaragüense afirmada en siglos de resistencias, y del reconocimiento de la madre india.
Por la capacidad reflexiva de la poética nica, de reflejo y reflexión de lo nicaragüense, por la condición rural del país, por la cercanía del campesino a la animación del mito y la fuerza del río de la tradición oral, PAC interpreta el ser nicaragüense bajo un simbolismo de pares de opuestos. Figuras de oposiciones que captan una lógica primitiva de pares de contrarios: día-noche, luz-oscuridad, Sol-Luna, seco-húmedo, etc. Como en las formas de pensamiento mítico de la Grecia arcaica (vr. Hermann Fränkel), como en los textos del Oriente antiguo (vr. Parain Brice), y como en las canciones y poesías de los náhuatl (vr. Miguel León Portilla). Pero, también porque este dualismo conviene a la condición de las familias de hacendados coloniales, divididos entre el terruño y la metrópoli.
Sólo que PAC inventa una dualidad desde su actualidad y condición, no refleja directamente el pensamiento mítico sino que interpreta nuevos pares de contrarios; partiendo de oposiciones que surgen espontáneas del mito, las convierte en ideología del publicista de su momento en el diario La Prensa. El Nicaragüense de PAC no recoge sin más los pares de opuestos del pensamiento mítico nicaragüense, sino que recoge expresiones culturales en circulación en los grupos sociales y les inventa una ideología binaria a partir de su experiencia. Impone sus propios elementos ideológicos sobre la cosmovisión india y del nica contemporáneo, para construir el paisaje de su “Patria del Criollo” (ver la obra del guatemalteco Severo Martínez Peláez). En el ensayo de PAC , el nicaragüense es Pablo Antonio Cuadra y su grupo social. Pero en la cara oculta de su discurso están los otros nicaragüenses, los lectores que se reconocen en la columna sabatina del Escrito a Máquina, porque leen detrás de la máscara ideológica.
Es ejemplar su simbología del “pez y la serpiente”, el “pez del cristianismo” en oposición, pero a la par con la “serpiente emplumada” del dios indio Quetzalcoatl. No se busque en esta dialéctica primitiva la moderna dialéctica hegeliana. El pensamiento prefilosófico de PAC no resuelve la oposición, la deja estar, simétrica. No penetra en sus elementos dominantes y recesivos que podrían desbalancear la oposición, ni en el tiempo histórico que podría desequilibrar su par de contrarios. Porque no quiere cuestionar, criticar o poner en crisis su percepción de los opuestos.
Es lo que sucede con el tema del mestizaje en el universo plano y simétrico de su categoría “mestizo”. Es el primer tema que trata en su libro, siendo además el principal. Ahí aparece el nicaragüense definido por la oposición indio-español, en dos mitades, repitiendo los versos de su poema El hijo de septiembre: “Tengo el grito bilingüe en las dos fosas / porque me dieron flechas en el lado blanco y balas / en mi dolor moreno ...mis dos mitades fértiles en sueños”. El resultado es “un ser dual con dos mitades dialogantes y beligerantes”.
Proyecta un nicaragüense dual atemporal, ahistórico. Ese nicaragüense “mestizo”, en realidad un criollo de la colonia, lo supone representado en el monumento arqueológico de las antiguas estatuas de la isla Zapatera o en la cerámica Luna, en las figuras humanas binarias con alter ego (lagarto, serpiente, águila, coyote, jaguar). Rastrea una dualidad nica, la que él percibe en su experiencia de grupo social, en la simbólica meta final de los pobladores nahuas que se asentaron en el país; porque, en el mito, sus alfaquíes les ordenaron partir hacia el sur y que “sólo se detuvieran hasta que encontraran en un lago una isla con dos volcanes gemelos (Ometepec)”. Su recurso al mito no se resiente porque estas gentes estuvieran, más bien, buscando la posesión de los ricos campos de cacao del istmo de Rivas frente de la isla de Ometepe, y que serían pertenencias de otro pueblo. Sólo es el símbolo de la dualidad (Ome: dos; tepec: cerro, volcán) lo que busca Pablo Antonio. Pero, tras la versión del testimonio interesado del publicista, para el lector nica queda la prueba que conforma su conciencia histórica, y el lenguaje de simbología indígena del alter ego animista.
La misma dualidad, sin cambios, sin evolución, sin tiempo, explica la “conversación entre el cacique Nicaragua y el conquistador Gil González Dávila en 1531”. PAC recrea un carácter dialogante, conversacional; y por lo tanto, dual, en que el indio inquisitivo se informa de los extranjeros, su dios y su rey. Omite el imperio que urge el “requerimiento” del castellano, o el sentido táctico con que el cacique está recabando información sobre las condiciones del vasallaje, y “¿para qué querían tanto oro tan pocos hombres?” Porque el “diálogo” se hacía por el oro en dos sentidos encontrados, y después el cacique se retira para volver a atacar. PAC evita observar que el “requerimiento” de aceptación del dios y autoridad del castellano implicaba una declaración de sumisión o guerra. Tales omisiones y faltas de referencia a lo concreto manifiestan la intencionalidad simbólica, la dualidad atemporal que estructura el nuevo discurso. Pero tras la simbología poética de PAC su lector va identificando aspectos del pensamiento simbólico indígena. Porque PAC es culturalmente un “indio” nica que no lo reconoce, un hijo de la madre india, de la cultura de la madre india. Después veremos que el fenotipo “mestizo” no define la pertenencia étnica.
El ser dual de PAC se regenera por el antagonismo del “dos”: “choque y fusión de la nueva dualidad. Dos sangres, dos culturas [india y española]”. El “dos” de la naturaleza, porque “en Nicaragua se traslapan y se juntan la flora y la fauna propias del norte de América y la flora y la fauna propias del sur de América... El primer diálogo lo entabla la naturaleza”. El clima es dual: “invierno, reino del fango, y verano, reino del polvo”. Por el encuentro de pueblos: llegan influencias chibchas del sur y toltecas y nahuas del norte. Por los pasos del conquistador: Nicaragua es el límite de las dos corrientes de la conquista de México y desde Panamá. Por la división en “provincialidades localistas”: “la rectoría bicéfala de dos ciudades, León y Granada”. “Estas búsquedas forman Nicaragua”. Casi cualquier dato en su composición codifica y simboliza una dualidad estable que él intenta que sea atemporal, sin definir una característica y un carácter (el “ethos” de la cultura griega). Por el miedo a la libertad, liberarse del vínculo colonial en su metamorfosis cultural.
La madre india en la cultura nicaragüense.
En los escritos de El Nicaragüense de Pablo Antonio Cuadra todo resulta ser dual y su ser mestizo es la primera dualidad, intemporal, unidimensional, sin relevancias, dividido en mitades sin solución. Hasta que el poeta se encuentra con la mujer india, “la vivandera, la mercadera” que “volantinea su capitalito [...] viene desde hace milenios peregrinando con una raza comercial y guerrera”. Los cronistas Oviedo y Bobadilla aseguran que entre los nicaraguas “el mercado era labor exclusivamente femenina [...] al hombre que entraba al mercado “le daban de palos y lo tenían por bellaco”. La indita que cruza con sus ollas sobre la cabeza los caminos, la vivandera de las góndolas del ferrocarril, las vendedoras de las esquinas con sus bateas vienen de aquel tiangue [mercado]”. El dato social del antiguo cronista es exacto y se ha mantenido reconocible en la tradición, hasta la actualidad. Con la importancia añadida de que la mujer es, hasta el día de hoy, el soporte de la economía doméstica de la mayor parte de los hogares nicaragüenses.
Pablo Antonio Cuadra ha identificado a la madre india de la cultura nicaragüense, a la mujer india madre de los nicaragüenses. Solo que no identifica la estructura de parentesco y el grupo social en que cabe la madre india nicaragüense:
La mujer india es madre sola: el cabeza de familia. “Todo el peso [de la familia] carga sobre su componente más débil [sic], la mujer ... provisional compañera desesperadamente agarrada al corazón inseguro del hombre, y como madre, una heroica víctima que soporta todo el peso de la prole de diversos padres ... quedando como resultado de la convulsa marea del naufragio, la nave rota de la madre, a la cual se agarra harapienta la prole, muchas veces para ahogarla en las aguas de la necesidad”.
La mujer india es abuela madre: “la madre tiene ya una significación popular de puerto que todo recibe. Cuando la hija trabaja, cuando la hija viaja, los nietos van donde la madre. Cuando la hija muere, los hijos quedan con la madre. Aun en su vejez, débil ya, gastada, aplastada por la vida, la Madre-Abuela sigue cargando el peso de la mayor parte de la genealogía nicaragüense”.
La madre india también amamanta y cuida al hijo de la criolla: “el hecho de que se usen palabras indias para designar a esas vice-madres del desarrollo familiar nicaragüense: Chichigua, a la nodriza (voz nahuatl), China, a la niñera (voz quechua), presupone una presencia humilde y constante junto a la cuna de nuestra lengua y de nuestra cultura, que oculta transfusiones y aportes difíciles de calcular ... La chichigua puso en la lengua española del niño [criollo] esas palabras caseras indias ... también lo “otro” [lo indio], su ritmo vital, su sueño distinto, en forma de leche ... Parece como un símbolo del árbol genealógico de nuestro mestizaje, el árbol de los hermanos de leche, que no discrimina sino que hermana”.
Pero hasta aquí no más llega Pablo Antonio Cuadra. Ha palpado, pero no abrazado el elemento que rompe su dualidad simétrica del “mestizo”. No capta que ser mestizo es un carácter genético, no una determinación cultural. No registra que ante la mujer india, mercadera, madre, abuela-madre y nodriza no hay dualidades sino afirmación rotunda de lo femenino en la vida nicaragüense. La madre india es el componente más fuerte del grupo familiar (estructura de parentesco) y del grupo social nicaragüense (estructura económica).
Es una realidad que el nicaragüense se ha constituido sobre la cepa india. Si en algunos casos el padre fue castellano, andaluz o extremeño, la madre que dio la crianza fue india; enraizando el hijo a la tierra, que también es madre fecunda y nutricia. Además, por el sistema de parentesco matrilineal, la estructura social básica de los nicaragüenses, la mujer india es elemento dominante en la formación cultural, étnica, del llamado “mestizo”.
En términos culturales, que es la fuente de la identidad nacional (de nacencia), no podría pasar el nicaragüense como “mitad español-mitad indio”, sino por ser el hijo de la madre india, del grupo familiar de la madre india, de la economía de la madre india, de la leche cultural india. Entonces, la cultura nicaragüense no es una diversidad (compuesto dual) o una diferenciación de la española (par opuesto), es un producto indígena, de la raíz india. Se verá más adelante cómo la estructura étnica de parentesco es determinante en la formación de la cultura de nacencia, la cultura nacional.
La cultura del poblado indio y en el municipio español
Si en Nicaragua ha habido mestizaje, el mayor se dio entre los mismos indios cuando, arrancados de sus comunidades, pasaron a formar nuevos grupos en la hacienda o junto al poblado castellano. Desorganizadas las sociedades aborígenes, desaparecieron las fronteras étnicas de algunos de los antiguos grupos, volviendo compleja la composición cultural del nicaragüense. Prueba es la aparición de una lengua franca, combinación mangue y nahuatl, al tiempo que las tradiciones y costumbres de las abuelas-madres iban aindiando el castellano y lo hispánico. Pero sólo como elemento cultural adquirido, incorporado, integrado, asimilado en la cotidianeidad (vida privada).
A pesar de la destrucción de las comunidades, la cultura india no fue eliminada: por el sincretismo como forma de supervivencia enmascarada de la cultura oprimida; por la adecuación aparente (enmascarada) de las maneras propias y formas de expresión al lenguaje impuesto; y por la adaptación de las prácticas sociales autóctonas a las advenedizas. Quiero decir que hubo una evolución cultural compleja, más que simple mezcla o composición de dos culturas por partes iguales, y que todo este destilado cultural asimétrico pasó por la madre india.
La mayor imposición de lo español no fue la mezcla de sangre, sino la imposición de un Estado colonial y una nueva organización social y de la producción. Sin embargo, por la continuidad del sistema de familia matrilineal, núcleo de la economía y la cultura de la mayoría, la actividad cotidiana en la esfera de lo privado funcionó como respuesta a la imposición de la colonización. Aunque, en una dirección inversa, por las condiciones extremas, la fuerza de la huella colonial actuó por impregnación sobre la formación de la conciencia de los hijos de la madre india dificultando la identificación de su cultura y sus orígenes.
Entonces, la vía de la identidad nacional (práctica cultural, no política) pasa por reconocerse en la comunidad india con los sobrevivientes de las antiguas tierras ejidales, en un proceso en que lo indio también ha evolucionado. El nicaragüense necesita desmestizar su pretendida identidad, pues lo mestizo ni es un agregado de dos culturas, ni produce un nuevo tipo cultural, ni es ser dual, ni es síntesis. Mestizo es un dato filogenético que no determina la expresión cultural (etnicidad) ni la nación (étnica). No confundir con “nacionalidad” política de un Estado, su territorialidad y población, y su derecho de ciudadanía; y mucho menos confundir con las ideologías europeas del nacionalismo racista surgidas en el romanticismo.
Ser mestizo biológico es un accidente individual, no es una identidad cultural ni de nación. El elemento dominante y determinante es la cultura de las madres en el grupo social. Por ejemplo, en las comunidades mískitas la filiación de madre aborigen mískita con padre negro o blanco no altera la nación mískita, la identidad étnica de crianza y cultura mískita.
Además, el nicaragüense tiene en su raíz india la vía de comunicación con las comunidades de las antiguas tierras ejidales que subsisten por todo Nicaragua; y sólo así, en una evolución política de la identidad, se puede conformar un estado multicultural, multiétnico y multinacional con mayangnas, ramas, mískitos, creoles y garífonas (amerindios y afroamericanos). Y así también, en su desarrollo cultural indio, integrarse sin nacionalismos excluyentes en “lo universal” que dice PAC del nicaragüense.
Indio con la madre (espacio privado), mestizo en los espacios públicos
Decimos que la estructura de grupo y parentesco es determinante en la identidad y tradición cultural, pero el desarrollo de las formas de expresión y la formación de la conciencia política del nicaragüense no dependen sólo de las estructuras de grupo y parentesco. El nuevo lenguaje de comunicación en el espacio público y la conciencia política universalizan al nicaragüense avanzando por un camino complejo en la relación del espacio privado de la familia, en las relaciones sociales y económicas, y en el espacio público del Estado. Veamos las formas de filiación, las formas sociales, el complejo de paternidad dudosa y formas de identidad.
Formas de filiación
Existe el hecho constatable, en Nicaragua, de que en los registros de nacimientos un porcentaje importante tienen registro de madre sin padre. Para citar un dato de la Oficina de Estadística y Censo de Nicaragua, de 1972: durante el año 1971, en Managua, en el 75% de los nacimientos el registro era de madre y sin padre, con un solo apellido. Sin embargo, en las actividades de la vida diaria, es mayor el porcentaje de hombres que se identifican con dos apellidos. Son pocos los que únicamente usan el apellido materno. De aquí viene una doble consideración del uso de los apellidos: la transposición espontánea del sistema de filiación español de dos apellidos que encubre el sistema de filiación matrilineal; y la muestra de la necesidad de un apellido paterno en la vida pública.
Prueba de que esta transposición de los sistemas de filiación es espontánea y no reglada, resulta de las combinaciones de apellidos que se alejan del modelo patriarcal español. Dos ejemplos célebres confirman algo que conoce cada nicaragüense en su propia familia, los hijos de Margarita Calderón y de Agustina Fonseca que, después de ser criados por ellas, adoptaron los apellidos paternos. Carlos, poniendo Amador como segundo apellido tras el Fonseca; y Augusto, que pasó de llamarse Augusto Calderón en la infancia a usar el Sandino como único apellido. Después, redujo el apellido materno a una C junto al nombre, Augusto C, para con el tiempo convertirlo en la inicial de un segundo nombre, César. Son comunes estos usos no reglados de filiación paterna.
Basta fijarse en el vecindario, en la propia familia, o en las personalidades históricas de Nic. para encontrar estas combinaciones de un sistema de filiación informal. Se da frecuentemente el caso de que hermanos de madre, unos antepongan y otros pospongan el apellido del padre respecto al de la madre. Las combinaciones se multiplican entre los mismos hermanos de madre porque se puede tomar libremente el apellido de otro “padre” compañero de la madre, pero que no es el biológico. Lo que viene a significar que el sistema de reconocimiento del parentesco por el apellido español en Nicaragua acaba por perder su forma original de filiación. Pues, el apellido tiene más bien una función negativa, el ocultamiento de la maternidad india en los principios de la formación de las nuevas relaciones socioeconómicas.
Formas sociales
Por la difuminación de la maternidad india, el complejo de identidad/filiación paterna nos está mostrando en su reverso que la responsable de la economía doméstica (el soporte de la economía doméstica) es elemento dominado en las relaciones sociales en los espacios públicos. Se oculta lo femenino dominante en la economía del grupo familiar, y en la economía informal de la ciudad que descansa sobre el trabajo de los niños.
La duda sobre los orígenes de la cultura nicaragüense conecta con esta negación de la estructura familiar india y el complejo de paternidad dudosa. Es el resultado directo de que en la experiencia colonial la estructura familiar matrilineal pertenecía al elemento socialmente dominado. Una cuestión de género y, por lo tanto, una cuestión social.
La paternidad dudosa
Lo que propone Pablo Antonio Cuadra en El Nicaragüense es la afirmación sobre el mestizo de la paternidad biológica del español, pero se observa la evidencia de que la experiencia de la colonización más bien trajo el complejo de la paternidad dudosa. Y aunque existe cierta diferenciación estadística respecto de este fenómeno por capas sociales, sin embargo la paternidad dudosa, el ocultamiento de la maternidad india y la ambigüedad de la identidad mestiza (tres aspectos del mismo fenómeno) se encuentran en todos los sectores sociales.
Se constata que el solo hecho objetivo del nacimiento en el núcleo indio y la estructura de parentesco de madre india no produjeron conciencia de adscripción a la cultura india; al contrario, el complejo de paternidad dudosa evidencia una forma de ocultamiento del sistema de parentesco matrilineal.
Resulta necesario, entonces, asumir conscientemente la función social de la maternidad india en la cultura de los nicaragüenses para superar la ambigüedad de la identidad mestiza. Porque la invención de la dualidad cultural mestiza de “El Nicaragüense” del Escrito a Máquina de PAC es un síntoma o el reflejo de una realidad: la ocultación de la madre india en la ambigüedad de la identidad mestiza y el complejo de la paternidad dudosa.
Formas de identidad
En cuanto la pérdida de los sistemas de filiación aborigen se dio en un contexto de grandes desplazamientos de población y experiencias colectivas traumatizantes, como narran los cronistas de Indias (entre otros, Antonio de Remesal y Pedro Martir de Anglería, además de Bartolomé de las Casas), la adopción del sistema de filiación por apellidos no representó un factor de identificación colectiva con lo español. Sino que, más bien, el apellido pudo ser un recurso colonial para identificar a los hijos de las “encomendadas” (las indias de la “encomienda”) mediante el registro eclesiástico de nacimientos (bautizos). El apellido no sirvió como elemento de adscripción a una identidad con el colonizador del reino de Castilla.
Por el debilitamiento de las identidades de grupo étnico, sus lenguas y costumbres, durante la colonización española pasó a operar un sistema de identidades locales por el ejido, el poblado indio o el barrio urbano, donde los individuos establecieron nuevas relaciones solidarias. La nueva identidad local se convirtió así en la forma principal de adscripción a un grupo social hasta bien entrado el siglo XX. Ver Raíces Indígenas de la Lucha Anticolonial, de Jaime Wheelock, donde se documenta parcialmente el estado de las etnias y grupos indígenas.
En pueblos y barrios, o comunidades basadas en tierras ejidales pasaron a formarse nuevos grupos y fronteras étnicas generando ciertos localismos de identidad, algunos todavía vigentes. Estas identidades incluían la división entre indios y ladinos, como todavía llaman en las comunidades indígenas al indio del núcleo urbano (sea de fenotipo indio o mestizo); por cuanto los “ladinos” (fueran mestizos o no) no se identificaban con el grupo indio, aunque eran por igual hijos de la madre india y culturalmente de etnia india.
En la actualidad sobreviven grupos con frontera étnica india, con independencia del grado de mestizaje; por ejemplo, las comunidades indígenas de Salinas y Mombachito, en Camoapa, o los más conocidos barrios de Monimbó y Sutiava en Masaya y León.
Pero, debido a la expropiación sistemática de tierras comunales a partir de la privatización de las tierras posterior a la Independencia, por la formación del Estado Nacional de ciudadanos propietarios privados (la ciudadanía universal y el pleno Derecho de las mujeres no llega hasta las Constituciones liberales del siglo XX); más los movimientos de población causados por el desarrollo económico de libre contratación de trabajo asalariado, sus identidades de grupo, sus lenguas, costumbres y tradiciones llevan dos siglos en constante tensión.
Sin embargo, indios o ladinos, todos pertenecen a la misma dinámica de construcción de una cultura y un mismo lenguaje como prácticas sociales de respuesta a sus necesidades. Ese lenguaje y cultura salen del grupo familiar de la madre india y del grupo social de la economía de la abuela-madre.
Evolución cultural y política de la identidad
El indio pasó de la comunidad indígena al trabajo forzado para el Estado colonial del Reino de Indias; del Reino de Indias pasó a la civilización moderna de la libre contratación por salario para los criollos del Estado Nacional de ciudadanos propietarios privados; y por las Constituciones liberales toda la población adquiere el derecho de ciudadanía. Pero en todo este proceso de siglos, como evolución cultural del grupo familiar de la madre india, en su asimilación resultaron modificados y alterados por el adoctrinamiento eclesiástico y la castellanización, por el trabajo forzado bajo el Estado colonial, así como la “civilización moderna” por el trabajo asalariado y los derechos constitucionales de ciudadanía. Al trabajar sobre unos contenidos lingüísticos y prácticas culturales previamente existentes, se produjo su adecuación a la situación concreta bajo los efectos de encubrimiento y resistencia, de aceptación y de innovación cultural y lingüística.
De modo sincrético, en los dos últimos siglos avanzó la formación política de una conciencia de ciudadanía nicaragüense entre las capas medias urbanas, que resultó más efectiva que una conciencia de identidad cultural. Esta identidad con un territorio y con el Estado Nacional de ciudadanos propietarios privados todavía no supera la ambigüedad mestiza y paternidad dudosa. Aún es necesario un reconocimiento de identificación cultural con la raíz femenina de la madre india, en un Estado multiétnico y lejos de cualquier sentimiento nacionalista excluyente.
Reconocimientos necesarios de la identidad india
Basta observar las fiestas tradicionales de los santos (héroes del imaginario popular) para denotar lo soterrado de lo indio bajo la denominación católica. En general, la evolución cultural guardó una relación de elementos dominantes explícitos sobre otros débiles, implícitos, ocultos. Entre estos elementos ocultos, la maternidad india y todo lo indio. A este respecto, aunque no pase del simbolismo cultural, es interesante el libro de Milagros Palma, Nicaragua: Once Mil Vírgenes (Bogotá, 1988) que analiza la relación conquistador vencedor / indio vencido, representados por la lucha entre lo masculino español y femenino indio en la procesión del Toro-Venado (pp. 27-44).
La importante economía informal y la economía doméstica, mayoritariamente femeninas, demuestran el elemento femenino indio en la transmisión de la cultura de los nicaragüenses. Por lo mismo, observar las formas de mutualismo y de intercambios no monetizados en los grupos familiares y en las fronteras de grupo social (recomiendo investigar en las ciudades los grupos familiares y asociaciones con sus propias rutas de intercambio, mutualismo y trueque y formas de mercado marginales; porque no puede ser cierto que los nicaragüenses sobrevivan con el dólar diario que les asigna la estadística basada exclusivamente en el intercambio monetario).
Se ha de sumar la gran proporción de solteros que viven con la madre, mientras los hijos de éstos viven con sus respectivas madres. Más la costumbre de aceptación femenina de los hijos del compañero fuera de la pareja, y la tolerancia entre hermanos de diferentes padres. Son costumbres que se completan institucionalmente con el derecho nicaragüense de herencia de todos los hijos sin discriminación (Constitución de 1893), y que son prácticas contrarias al sistema de familia patriarcal y herencia occidentales.
Son evidentes las formas autóctonas en el imaginario, la tradición oral y las costumbres, precisamente por la fuerza de lo femenino transmisor del habla. En esto consiste la dominancia materna en la esfera de lo privado-comunal en la vida de los nicaragüenses, y la fuerza de lo femenino en las prácticas de la cotidianeidad (“actividades de la reproducción social” las llama Agnes Heller en Historia y Vida Cotidiana; Barcelona, 1970). Todas son muestras de cultura indígena atestiguan que la identidad mestiza española-católica (según PAC) y del apellido de filiación patriarcal, para la mayoría de los nicaragüenses operó más en el espacio público de la administración colonial que en la vida interior de los grupos.
La identidad india del nicaragüense en el alimento (ver el registro de la cultura de lo “crudo y lo cocido” en Mitológicas, de Claude Levy-Strauss, 1964-1971), que también constituye al indio en la esfera de lo privado-doméstico-familiar. La madre india aprendió las formas de alimento del español y las volvió indias: “el indio se apropiaba de lo que recibía y transformándolo en algo nuevo, lo propagaba luego en el tiangue. Sobre todo [la cocina] resume a su manera el silencioso proceso histórico en que nahuas, orotinas, chontales, etc., se convertían en nicaragüenses, haciendo al mismo tiempo nicaragüenses a los criollos y mestizos, combinando lo de los unos y los otros para crear entre todos lo nicaragüense” (José Coronel Urtecho, Prosa Reunida; Managua, 1985, pp. 106-107). No hay “cocina” o comida mitad española mitad indígena, sino que lo “crudo y lo cocido” nica evolucionó en la raíz india.
El universo de las emociones y también la ternura en la vida privada-comunal se refleja en las formas de expresión de los nicaragüenses, al menos en el habla nica (ver trabajos de Carlos Mántica: El Habla Nicaragüense2). Ternura que no se encuentra en el habla de los pueblos ibéricos, lo que subraya la raíz afectiva india de la cultura materna y que otorga un carácter indio a la afectividad del varón.
Conclusión
En realidad, el nicaragüense no sufre crisis ni angustia de identidad, aunque tal vez sí un sector intelectual. Pablo Antonio Cuadra despertó este aspecto complejo de cierta identidad “mestiza” al mismo tiempo que los reivindicadores indigenistas, como Alejandro Dávila Bolaños (“Nicaragua Prehispánica”, Estelí, 1990), hacían un trabajo de recuperación de raíces identificadoras del nicaragüense. Pero la identidad no es solamente una cuestión cultural para el nicaragüense (y latinoamericanos en general) sino que implica el reconocimiento o la negación en la conciencia social, conciencia histórica y conciencia política, de una crisis originaria de la población autóctona, de guerra, expropiación, trabajos y desplazamientos forzados. Al romperse los grupos aborígenes, por la coerción sobre la población india en la nueva situación social, el carácter étnico de la nueva sociedad se volvió complejo en sus formas de resistencia, de ocultamiento.
En fin, producto de la evolución cultural de aquellos grupos indios y transmitida por la madre india, los nicaragüenses formaron una etnicidad. Identificarse con esta etnicidad significará romper la ambigüedad mestiza, las dudas de paternidad y ocultamiento de la madre, para avanzar en la formación de la conciencia política de la ciudadanía del Estado y para relacionarse con propiedad con otros pueblos.
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Recursos bibliográficos no citados dentro del texto:
1. Para el empleo del concepto de “adscripción” y sistemas de filiación
Dolores Juliano: “Apellidos y renoms: dos lógicas de transmisión de la identidad” en Comentarios de Antropología, 6, 1984, Barcelona.
Dolores Juliano: “La adscripción étnica voluntaria” en Procesos de Contacto Interétnico; editado en Buenos Aires, 1987.
2. Para los conceptos de “grupo” y “frontera étnica” sigo a Franklin Barth en Los grupos Etnicos y sus Fronteras; editado en México, 1969.
3. Para el concepto de “etnicidad” sigo a Héctor Díaz Polanco, “Etnia, clase y cuestión nacional”, en Cuadernos políticos, 30, México, 1981.
*Las notas originales de estos apuntes dieron lugar a la ponencia “Pensamiento poético nicaragüense: la identidad nacional”; XXIX Congreso del Inst. Intl. de Literatura Iberoamericana, Universidad de Barcelona, 1992. ACTAS Tomo III; PPU, Barcelona 1994, págs. 205-214.
La forma comunal de la insurrección popular en Nicaragua (1978-79)3
Sumario:
El movimiento comunal nicaragüense 1978-79.
La insurrección comunal en el diario La Nación de Costa Rica.
Las causas y el motor insurreccional de las comunas.
Huellas de la comuna insurreccional entre la militancia sandinista.
La construcción ideológica del Estado corporativo-partidario.
El sandinismo cumplió una función en la guerra sicológica.
Anexo 1:Similitudes y diferencias de la comuna nicaragüense por comparación con la Comuna de París de 1871, y la primera Comuna de París tras la Toma de la Bastilla, Revolución Francesa del 14 de julio de 1789.
Anexo 2: El socialcristianismo entre la militancia del nacional sandinismo.
Anexo 3. Crítica del relato de mistificación sandinista de la insurrección popular 1978-79.
Anexo 4. ¿Por qué la escuadra de la Dirección Sandinista abandona Managua y se retira a Masaya? Anexo 5. La indefinición ideológica de Sandino y el sandinismo.
Anexo 6. Las exageraciones en el lenguaje del Nacionalsandinismo.
El movimiento comunal nicaragüense 1978-79. De febrero de 1978 (levantamiento de la comunidad indígena de Monimbó, junto a la ciudad Masaya, cercana de la capital) a junio y julio de 1979 (insurrección comunal generalizada), por la resistencia popular de desobediencia civil4, la huelga indefinida de los obreros y la paralización de las instituciones, hubo períodos que las formas comunales reemplazaron el Estado somocista en la totalidad de municipios de Nicaragua. Las insurrecciones urbanas comenzaron en la comunidad indígena del barrio Monimbó de Masaya, continuaron en Matagalpa (centro-norte del país) en agosto, en setiembre se insurrecciona León (al Norte de la capital); en 1979 se suceden las insurrecciones de Estelí (Norte), León de nuevo y Masaya, se generalizan en junio y Managua es liberada el 19 de julio de 1979.
El Estado de Excepción y la fuerza de la Guardia Nacional (paramilitar), en lugar de fortalecer los aparatos del Estado, estos se debilitaron. El Estado somocista pierde el control de la vida ciudadana. Hasta en las barriadas populares de la capital, Managua, la Guardia puede patrullar las calles, pero acosada con barricadas y medios de protesta no militar, con desobediencia civil más que con armas, quedó imposibilitada de ejercer la función de control policial sobre la ciudadanía libre y autónoma. León, la segunda ciudad de Nicaragua, es abandonada por la Guardia el 20 de junio, y Managua es liberada el 19 de Julio de 1979, un mes después.
El Poder Judicial y el Legislativo redujeron su actividad a mínimos. El Poder Ejecutivo perdió gradualmente el control social y del sistema de municipios. Las alcaldías redujeron su funcionamiento, y la Guardia somocista pasó períodos de acuartelamiento en que dejaron libre las calles, hubo caminos y municipios sin control de fuerzas del Estado. El sistema de salud, el sistema educativo y el sistema de transportes funcionaron por régimen de autogestión, no por el gobierno de los ministerios encargados de regularlos. La seguridad ciudadana pasó a depender de los mismos vecinos y sus asociaciones de defensa.
El Estado somocista se redujo a funciones de parte beligerante contra las comunidades liberadas en las principales ciudades y las barriadas de Managua, dejando a su libertad a las comunidades menores. En las pequeñas poblaciones el destacamento de guardias era mínimo como para tener capacidad represiva, se acuartelaron o lanzaron los uniformes, y los pueblos adquirieron fácilmente su autonomía y libertad que es la característica principal de la insurrección comunal. Las comunas se encargaron de la distribución de tareas públicas y toma de decisiones por consenso, la democracia directa (asamblearia, no representativa). Resurgió la comuna autónoma, la comarca rural, la comunidad indígena; así como la memoria indígena de sus consejos (forma asamblearia), y la experiencia de apropiación de las tierras ejidales (propiedad comunal). En una economía de grandes capas que no tienen bancarizada la forma del intercambio y otra parte del intercambio no esta monetizado, se reforzaron las relaciones de grupo, las formas de mutualismo y el trueque. De modo que, durante las huelgas indefinidas, podían cerrar los bancos, el gran comercio y la industria, que los grupos restablecían sus formas de distribución e intercambio.
Insisto. Los intentos de recuperar el control social mediante la represión y el castigo de la población
sólo aumentaron su fracaso, y afianzaron la liberación comunal. Para el mes de julio de 1979, todos
los pueblos y ciudades, y grandes barriadas de Managua, están en resistencia y prácticamente bajo el poder comunal de sus vecinos y ciudadanos.
Pero la forma de poder comunal fue desconocida por el somocismo, por la oligarquía opositora, y por las élites del nacionalsandinismo, procedentes de las minoritarias capas medias; un grupo de pocas docenas de militantes que, después, se apropiaría de la nueva Jefatura del Estado, reduciendo el movimiento comunal al verticalismo de un Movimiento Nacional de masas.
Este gran movimiento social de 1978-79 desborda las interpretaciones partidarias de una pretendida Dirección sandinista, a contrapelo del movimiento comunal. No se sostiene la suposición de que la lucha la dirigieron unas reducidas cuatro docenas de militantes de las escuadras guerrilleras del Frente Sandinista, aún sumando el centenar de colaboradores (según copia del censo interno de Lesbia Carrasquilla, por mando de Tomás Borge, que circuló entre corresponsales extranjeros el 20 y 21 de julio de 1979, amplío esta nota más adelante). Habla en contra de sus pretenciones que buena parte de sus pocos militantes y colaboradores se mantuvieron en el extranjero durante las insurrecciones populares; y que varios de sus principales llegaran del otro lado de la frontera Sur por la carretera Panamericana o aterrizaron en sus aviones en el aeropuerto de Managua cuando ya estaba liberada la capital por las comunas populares.
El 19 de julio de 1979, pasada la mañana, unos pocos elementos del Frente Sandinista llegan de fuera de Managua sobre la Carretera Norte a ocupar el aeropuerto ya tomado por las milicias populares, “los muchachos” de la insurrección en la capital (desarmados o con unas pocas armas de caza menor y defensa personal). Y no fueron necesarias armas, porque la Guardia Nacional se desbandó ante el vacío de poder, con el exilio del dictador Somoza el 17 de julio y la huida del Gobierno de Transición el 18 de julio, por la desobediencia civil y la huelga general la noche del 18 al 19 de julio.
Por lo mismo, la entrada tardía de cuadros de la Dirección Nacional sandinista, llegados de fuera de Managua, a las oficinas del Gobierno (el “búnker” de Somoza) cuando ya estaba en manos de los “muchachos” del pueblo (como se verá en reportes de prensa aquí citados), pone en evidencia la distinción de estas milicias populares de “muchachos” de la insurrección comunal respecto de las pocas escuadras de cuatro docenas de guerrilleros del Frente Sandinista. Lo que anunciaba la existencia de un estado latente de conflicto y contradicción entre las pocas docenas cuadros y mandos del Frente Sandinista con la insurrección comunal.
Notas de prensa de la insurrección comunal en el diario La Nación de Costa Rica, del 6 al 22 de julio de 19795:
La Nación, 6 de julio. Un titular dice que Somoza envía soldados a recuperar Masaya. El subtítulo: “Sandinistas bombardearon anoche el aeropuerto militar de Managua”. En el cuerpo de la noticia:
“Radio Sandino [en territorio costarricense] dijo que los rebeldes habían capturado virtualmente”. Rivas, cabecera departamental en la frontera Sur, ¿ocupada virtualmente? Sin embargo, al mismo tiempo, muestra que Edén Pastora, jefe del Frente Sur, está en Las Vueltas, suelo costarricense, lejos del puesto fronterizo Peñas Blancas, para no estar a tiro de la GN somocista. Un pie de foto dice: “columna de guerrilleros sandinistas corta vías de acceso a Diriamba, localidad que permanece en su poder”. En página interior se informa que “Jinotepe cayó en poder de sandinistas” y Edén Pastora “dijo que ese frente [Frente Sur] está estancado”. No habla del levantamiento popular comunal, sino de una supuesta acción militar de cuadros del Frente Sandinista sin evidencia concreta. Y de cuantificar su número y potencia de fuego, no explicaría la liberación de las mencionadas ciudades de miles y decenas de miles de habitantes.
El conjunto de titulares y noticias da una idea falsa de una supuesta guerra de posiciones con la Guardia somocista, y movilidad de escuadras del Frente Sandinista, contradiciendo el movimiento popular. Para nada aparece la población y las milicias populares de los “muchachos” de vecindario. Masaya y Rivas, Jinotepe y Diriamba se sostienen por desobediencia civil y un mínimo de milicias populares del movimiento comunal. Al magnificar el papel del Frente Sandinista en esta información, se usurpa la acción popular. Y en lugar de la acción de insurrección comunal se hace parecer una guerra de posiciones de un ejército sandinista que no existió. Exactamente lo contrario de la realidad. Y el titular de “bombardear” el aeropuerto da una idea de una potencia de ataque que nunca tuvo el Frente Sandinista, como no fuera una avioneta para dejar caer unas libras de explosivo, de puro efecto publicitario y no militar.
Ese día, en pág. 18A aparece un campo pagado de convocatoria para una manifestación de
“fraternidad tico-nica” de apoyo a la Junta de Gobierno en el exilio, en San José de Costa Rica. Viene firmada por 31 diputados, incluido el Presidente de la Asamblea, más expresidentes, autoridades universitarias e intelectuales que convocan a los costarricenses a demostrar que comparten con el pueblo nicaragüense “la búsqueda de la democracia, de la libertad y la justicia”, “manifestar una firme solidaridad al pueblo nicaragüense en las personas que constituyen el Gobierno de Reconstrucción Nacional” en el exilio de San José de Costa Rica. No se menciona la Dirección del Frente Sandinista, organización de grupos anárquicos apenas formada en marzo de 1979. Aunque se daba por supuesto esta Dirección Nacional Sandinista haría de fuerza auxiliar del Gobierno en el exilio de los partidos antisomocistas de Unidad Nacional.
La Nación, 9 de julio. En primera plana, foto de una patrulla de la Guardia somocista que “avanza a campo abierto hacia la ciudad de Masaya”. Van a pie y no están cerca de un núcleo urbano, por lo cual se deduce que están “peinando” la zona aledaña a la carretera. Y no representa lo que indica el pie de foto: “Acoso a Masaya”. La Guardia somocista no va a llegar caminando a Masaya. Más bien demuestra que no existe otra fuerza de control militar sobre la carretera entre Managua y Masaya que no sea el control de la GN. En página interior continúa la información bajo el titular “Ejército fracasó en intento por desalojar a rebeldes de Masaya”. Se refiere a la insurrección comunal de Masaya, que la Guardia ya está acuartelada en el fortín del Coyotepe, fuera de la ciudad. Y sin que haya señales de una guerra de guerrillas del Frente Sandinista, o de una guerra de posiciones de éstos con la Guardia paramilitar de Somoza.
El reportaje de la Associated Press menciona que la “ofensiva oficial contra Masaya no se ha concretado”, después de decir “la Guardia Nacional fracasó ayer en un intento por reconquistar Masaya”. Pero añade “Ayer, los aviones que durante tres días bombardearon [bombas incendiarias] esa ciudad [Masaya], atacaron posiciones rebeldes en León” (se verá en el siguiente capítulo de este pdf una descripción pormenorizada de la insurrección comunal en León). Las bombas incendiarias, lanzadas con medios aéreos, eran acciones de castigo sobre la población, y no de confrontación de ejércitos.
Que no haya guerra de trincheras, es una prueba de que no había focos específicos de defensa de posiciones, sino que toda la ciudad era un solo movimiento de agitación popular. En Masaya la Guardia somocista no combate una concentración militar localizada, no hay ningún fuerte, ningún puesto de mando de un supuesto Frente Sandinista. Hay francotiradores en cualquier casa, hay barricadas en cualquier esquina. Lo que derrota a la Guardia somocista en Masaya no es otro ejército, es una comuna, su milicia y sus barricadas, ante los que no se puede hacer un combate cuerpo a cuerpo si no se concentraban miles de guardias, para lo que debían distraerse de Managua y dejar el Gobierno y la capital abandonada.
En la mayoría de las ciudades grandes y pequeñas en estado de desobediencia civil la guardia
estaba acuartelada, y no tenía un enemigo claro al cual combatir. Esto denota el carácter comunal de
la insurrección popular y desmiente esta información periodística de supuestos frentes de guerra de
posiciones.
También se sabe por este diario del 9 de julio, en la portada y pág. 20A, que la guardia de fronteras costarricense se había retirado del puesto de aduanas sobre la carretera Panamericana en Peñas Blancas, hasta el río Las Vueltas. Se reconoce que se trata de una medida de autoprotección de
los guardas costarricenses, y no porque hayan sido objeto de algún ataque expreso.
Llama la atención que, al mismo tiempo, en ese número del diario La Nación (9 julio 1979,
pág. 10A) que ganaderos nicaragüenses están ofreciendo cinco mil cabezas de ganado a los socios costarricenses de la Cooperativa de mataderos Montecillos. No se especifica si era ganado de fincas ganaderas de somocistas o antisomocistas. Pero esto indica que una flota de camiones, llevando unas docenas de animales por camión, podría circular con normalidad por las carreteras y el paso fronterizo de Peñas Blancas sobre la carretera Panamericana. Pues, el resto de la frontera sur de Nicaragua con Costa Rica lo ocupa la costa del Lago Cocibolca y el río san Juan sin algún puerto de suficiente capacidad.
Lo que demuestra que en Nicaragua no había un estado de guerra de unos Frentes sandinistas
internos en guerra de posiciones con la GN, ni un “Frente Sur”, que obstruyeran el paso desde la zona ganadera y por la carretera Panamericana a Costa Rica. Si podrían circular grandes camiones con ganado, es porque la insurrección popular era una cuestión estrictamente comunal, urbana. El tráfico interurbano se mantuvo abierto.
La Nación, 11 de julio. En páginas interiores se informa de la entrevista de un enviado especial del gobierno Carter para negociar con la Junta de Gobierno en el exilio, William Bowdler. Se reúne con Violeta Chamorro (Partido Conservador, de la oligarquía antisomocista), Alfonso Robelo (industrial fundador del Movimiento Democrático Nicaragüense, representa a los empresarios que compiten con el capital somocista) y Sergio Ramírez (novelista del Grupo los Doce, que incluye clérigos, militantes del movimiento “cursillistas de cristiandad” y algunos profesionales independientes).
Están ausentes del encuentro otros dos miembros sandinistas de la Junta, Daniel Ortega y Moisés Hassan, lo que señala a la Dirección nacional sandinista como una instancia subsidiaria. Aunque se sabe que el Grupo Doce de Sergio Ramírez, presente en la negociación, es pro sandinista, pero está formado por clérigos, representantes de la oligarquía y de profesiones liberales, y ningún cuadro militar del Frente Sandinista.
En ese momento, en Nicaragua existen organizaciones marxistas como Acción Popular,
Frente Obrero, Partido Comunista y Partido Socialista, y el Frente Sandinista no pertenece a nin-
guno de estos partidos ni es en sí mismo un partido, ni brazo armado de un partido. Más bien, por
su ausencia de programa político, su anarquismo reducido a la lucha contra Somoza de grupos separados entre sí, y la autoexclusión del activismo social por la clandestinidad, el Frente Sandinista no desarrolló un movimiento social ni partido político. Pero la suspicacia de William Bowler surge de esta relación de Sergio Ramírez con Moisés Hassan y Daniel Ortega. Y con razón, porque este grupo clerical y “cursillistas de cristiandad” (de Teología de Liberación, una contradicción en los términos) sirven a la Dirección Nacional que después impondrá un giro populista nacionalista, una ideología socialcristiana, un Movimiento Nacional de masas y un Estado corporativo.
Bowler, pide a Violeta Chamorro y Alfonso Robelo que se amplíe la Junta con miembros del Partido Liberal (somocista) y la Guardia Nacional, o dos personalidades independientes. Pero, contra toda lógica política, los partidos antisomocistas de la “burguesía patriótica” no comprenden un Gobierno de Conciliación, carentes de criterio y experiencia política, para decirlo con palabras suaves. A no ser que ignoraran entonces que la Dirección Nacionalsandinista (fundada el mes de marzo anterior, reuniendo diversos grupos anárquicos llamados Frente Sandinista) estaba asistida por el Campo Socialista; y el grupo Frente Sandinista de los hermanos Humberto y Daniel Ortega recibían asistencia desde setiembre de 1978 (se verá más adelante en este pdf).
Consecuencia del entendimiento con Bowdler, La Nación del 12 de julio hace pública una
propuesta de la Junta sobre la resolución de la OEA del 23 de junio que pide la renuncia de Somoza:
ofrecen un “cese al fuego” que es retórico y, lógicamente, Somoza no se lo tomaría en serio, vista la escasa capacidad militar del Gobierno en el exilio y su fuerza auxiliar sandinista del “Frente Sur” estancada (residente) sobre la carretera Panamericana al lado costarricense de la frontera. En segundo lugar piden la instalación de la Junta, ofreciendo garantías para la Guardia somocista y el funcionarado.
Se está negociando sobre el sacrificio de las insurrecciones comunales de desobediencia civil. Quienes derrotan a Somoza y la Guardia somocista serán traicionados en estas negociaciones. Unos porque tuvieron en sus manos construir una democracia liberal, formas políticas de representación electoral e igualdad ciudadana; los otros por inutilidad e ignorancia política congénita con el anarquismo sandinista, y su única ideología del nacionalismo patriotero populista, impidieron otras formas de cambio social.
En portada de La Nación del 11 de julio, aparecen unas frases tomadas de la radio de la Dirección del Frente Sandinista que opera en Costa Rica. El titular es una exageración: “Guerrilla lanzó ataque general contra Managua... Lanzaron un ataque desde todas las direcciones contra la capital...”. En el despliegue del titular añaden otro ataque aéreo también inverosímil “un fuerte ataque aéreo sandinista a Masaya reforzó la impresión de que la estrategia de los rebeldes es cercar al mandatario”. Depende de lo que se quiera entender por “ataque general” y por “fuerte ataque aéreo”.
En este pdf, el capítulo “La literatura de “testimonio” de la insurrección popular” (en Revista Temas Nic. Nro. 103), se desmantela esta exageración con cálculo de capacidad de carga de las avionetas que hicieron un vuelo rasante de menos de 150 kms al norte de la frontera costarricense y pudieron dejar caer algunas bombas. Supongamos que en Masaya enviaron las bombas cerca de la fortaleza del Coyotepe, a pesar de la artillería de es fortín; porque, de lo contrario “atacar” la ciudad Masaya es desconocer que la ciudad está ocupada por las comunas, que la Guardia se ha acuartelado en el fortín del Coyotepe, y se sumarían al castigo de la población por las bombas incendiarias de la Guardia somocista. El reportaje no tendría mayor importancia de no ser porque esta fue la constante en la información sandinista. Hasta la letra de la música sandinista de Carlos Mejía Godoy tiene ese aspecto exagerado y fantasioso, sólo que más cursi en el canto.
En página del interior (17A) se reproducen reportajes de agencias UPI, AP y ACAN-EFE
elaborados con estas “noticias” de la emisora de la Dirección Nacional sandinista en suelo de Costa Ricaque. Si dicen que fueron 15 bombas, serían de escasa importancia, teniendo en cuenta la limitación de carga útil de las dos o tres avionetas; menor aún, si estos aparatos debieron volar a plena carga de combustible para ida y vuelta desde territorio costarricense. Si se analiza y calcula estos datos, tal “bombardeo” se reduce a efecto propagandístico. Del mismo estilo fue otra noticia antes citada, de La Nación del 6 de julio con el titular de un bombardeo sobre el aeropuerto de Managua por una avioneta.
La Nación, 12 de julio hay un “campo pagado” (pág. 13 A) y es de suma importancia, más por lo que expresa de cuánto se ha ignorado el papel organizativo y logístico del sindicalismo en las insurrecciones comunales. Se demuestra que a los sindicatos no les ceden la primera plana de los diarios, y han de pagar sus comunicados. La Central de Trabajadores de Nicaragua “encarecen incrementar acciones solidaridad para libertad y garantía de la vida de... dirigentes y delegados sindicales” de la CTN. Hasta en el mensaje telegráfico economizan palabras, frente al derroche imaginativo de que dan cuenta las agencias de prensa de la campaña mediática sandinista.
La Nación, 20 de julio. Después de la liberación de Managua y Nicaragua por la insurrección comunal, pág. 6A, Guillermo Fernández y Bosco Valverde, enviados especiales de La Nación (las dos principales firmas del La Nación, el primer diario de Costa Rica en volumen de circulación), dicen: “aproximadamente 400 guardias nacionales, la mayoría con sus familiares... se encontraban en un hangar [de la Fuerza Aérea] y en puestos de la Cruz Roja... Este grupo tuvo que refugiarse allí, debido a que... miles de pobladores capitalinos invadieron el aeropuerto y desataron una fuerte acción contra todo lo que fuera militarismo o somocismo en las instalaciones del aeródromo... Aproximadamente a esa hora llegaron las primeras tropas del comando norte [un grupo guerrillero del Frente Sandinista] que se hicieron cargo de la situación... A partir de ese momento el Frente Sandinista tomó el aeropuerto y lo controló... El comandante Pancho... que se llama Luis Carrión [comandante de la Dirección Nacional del Frente Sandinista], aseguró a La Nación: “ Cuando nosotros llegamos al aeropuerto estaba en manos del pueblo. Había un desorden completo en toda la terminal, ya que la población eufórica se había lanzado a destruir
las instalaciones militares” [el pueblo es presentado como destructor, en un acto de recuperación]... A las seis de la tarde [del 19 de julio 1979] llegó el célebre comandante Humberto Ortega [mando militar de la Dirección Nacionalsandinista]... Luego continuaron llegando aviones con comandantes y guerrilleros sandinistas... [entre estos llega] el ministro de Defensa [del Gobierno de Reconstrucción, el ex coronel GN] Bernardino Larios... El aeropuerto fue cerrado al público para evitar que se produjeran desórdenes con la llegada de más sandinistas”.
Esta es la realidad. Miles de managuas, prácticamente desarmados, han tomado el aeropuerto y tienen 400 rehenes guardias somocistas con sus familiares. Probablemente, guardias de bajo rango que no encontraron cupo en los aviones que huían otros. En primer lugar, los milicianos comuneros han respetado sus vidas. Uno de los comandantes de la Dirección sandinista, Luis Carrión ocupa pacíficamente el aeropuerto, pero no como comunero sino como Frente Sandinista, fuerza auxiliar de la Junta del Gobierno de Reconstrucción (Luis Carrión, también habría llegado horas antes en avioneta a un campo de aviones de fumigación en San Isidro, se verá más adelante). Se preocupa de dar el dato que no hay baja de su Frente Sandinista, no dice nada si hubo o no milicianos “muchachos” de las comunas caídos. No son de su cadena de mando, ni de su guerra.
Conclusión: El jefe máximo del mando sandinista Humberto Ortega llega de Costa Rica en avión a un aeropuerto ocupado por el pueblo, y posteriormente tomado por su lugarteniente del Frente Sandinista. Detrás de él llegan más “comandantes” (altos mandos) y “guerrilleros” (cuadros), y después “más sandinistas” [“colaboradores” como podría ser Ernesto Cardenal].
Hay cuatro evidencias: 1. la derrota de la Guardia somocista, incluso en un lugar tan protegido
como la Fuerza Aérea del Aeropuerto Internacional Las Mercedes, ha sido obra del pueblo comunero; 2. una escuadra del Frente Sandinista toma control del aeropuerto, conquista de las milicias populares; 3. el alto mando sandinista, Humberto Ortega y algunos de sus comandantes estuvieron en el extranjero hasta después de la liberación de la capital por el pueblo; 4. llegan “guerrilleros sandinistas”, cuadros subalternos del alto mando sandinista, ¿qué guerrilla hacían en San José de Costa Rica o donde estuvieran en Panamá o Venezuela? Pero gran parte de la cuatro docenas de guerrilleros nacionalsandinistas entrenados militarmente en Cuba, no estuvieron en las comunas ni milicias populares.
Los reporteros dicen que todavía llegan “más sandinistas” después de cerrar al público las salas
del aeropuerto. Pudo ser que cerraran porque los milicianos, “muchachos” de la comuna, no obedecen órdenes (se dice que lanzaban disparos de fiesta), y porque hay mujeres de las comunas populares. Como aquellas por quienes el vicepresidente de Costa Rica José Miguel Alfaro “fue abrazado y besado por mujeres, madres y esposas de combatientes [los “muchachos”]”. No se ajustan al protocolo. Pero es evidente, aunque de modo simbólico, que el pueblo ya ha sido echado fuera de su conquista.
La pregunta que viene es ¿de los 48 cuadros militares del Frente Sandinista, cuántos partici-
paron y en qué grado en las insurrecciones populares, si tantos estuvieron en el extranjero?
Parte de la anterior noticia consiste en que “El ministro de Defensa [del Gobierno de Reconstrucción] coronel Bernardino Larios... llevó a cabo la primera reunión pública en Managua de los altos mandos militares del FSLN”. Una prueba de que el Frente Sandinista, efectivamente, se había convertido en la fuerza subordinada de la Junta y el ministro de Defensa del Gobierno de Reconstrucción, un exguardia nacional. Pocos meses después, Bernardino Larios será acusado de traición, y la jefatura militar pasará del ex Guardia Nacional al General Humberto Ortega, de los
comandantes de la Dirección Sandinista.
La Nación, 20 de julio. “El comandante “cero” Edén Pastora avanzaba anoche [19 de julio] sobre Managua desde Peñas Blancas [del lado costarricense]... el comandante Edén Pastora podría cumplir su objetivo de amanecer hoy [20 de julio] en Managua”. Este es el “ejército” del Frente Sur, que fue contenido a lo largo del día 19 de julio por el batallón de infantería EEBI de la GN, mientras cubrían la retirada la Guardia.
Nota aparte. Mientras tanto en Costa Rica, se sabe por las mismas páginas del diario La Nación, que la Guardia Civil tica, militarizada bajo el gobierno de Oduber (1974-78) bajo la doctrina Kissinger de “Estado de Seguridad Nacional” (razón de la crisis militar esos años en el Cono Sur y en Centroamérica), reprime violentamente y lanza gases lacrimógenos a unos manifestantes. La Nación, 20 de julio de 1979, pág. 4A: “Choque entre autoridades y huelguista de Pozuelo [una fábrica de galletas de una trasnacional]”. Un pie de foto “...El número aproximado de heridos fue de 15; también hubo 40 detenidos”. Otro pie de foto: “Esta mujer se lleva un pañuelo a la cara, después que la Guardia Civil lanzó gases lacrimógenos...”. La ayuda de los costarricenses para echar al somocismo de Nicaragua no echó el militarismo represivo de su país.
La Nación, 21 de julio. Pág. 6A: Edén Pastora, entrevistado, expresa una idea presuntuosa: “la ayuda del pueblo al Frente Sandinista ha sido el mejor premio que ha recibido la patria”. Pero reconoce que es el pueblo quien ha hecho la lucha de liberación. Mientras, Bayardo Arce (comandante de la Dirección sandinista) envía un saludo a sus compañeros en el Norte, lo que indica que tiene más conciencia de grupo sandinista que pertenencia de pueblo en su pensamiento para ser publicado en los medios de prensa. Entrevistado Tomás Borge (otro comandante de la Dirección sandinista), recuerda que hace 19 años un grupo [Frente Sandinista] sembró una semilla “esta multitud, estos combatientes, son el fruto de esta semilla”. No se puede expresar más claro el autoritarismo moral que anuncia el sometimiento del pueblo. Son frases de ignorancia político-ideológica demostradas ante los reporteros de un diario, y la causa es la desorganización partidaria del Frente Sandinista, su foquismo y clandestinaje respecto del movimiento social. Aunque recibían un reconocimiento popular de su osadía y temeridad, lo argumento más adelante.
Pero el texto más importante de este reportaje desde Managua, dice: “Uno de los principales lu-
gares que quiere visitar la gente es el llamado búnker o fortaleza subterránea de Somoza [6] que sus secuaces abandonaron... Muchachos del vecindario llegaron primero que los rebeldes [san-
dinistas], y tomaron toda clase de armas , y se vio niños de 10 años disparando los fusiles automáticos M-16 contra los abandonados cuarteles de la Guardia Nacional. Los guerrilleros [sandinistas que entraron a Managua, ya tarde el 19 de julio] les quitaron las armas”.
Sumar al reportaje del aeropuerto de Managua. Es evidente quién es el “sujeto” de la insurrección
popular nicaragüense, y quiénes controlaron después el poder de las ciudades liberadas por el movi-
miento comunal y sus milicias.
La Nación, 23 de julio, en La Columna de Enrique Benavides (pág. 14A), se lee: “La demo-
cracia nicaragüense acaba de nacer al estilo griego, en el ágora, por asambleas populares [el pueblo de las comunas]... después de una gesta heroica, cuyo único héroe es el pueblo”. Eso fue la insurrección comunal de los nicaragüenses, como lo reconoce Enrique Benavides.
El sandinismo cumplió una función en la guerra sicológica. La campaña mediática del
sandinismo, aparte de exagerar supuestas acciones de efecto militar, tuvo importancia sicológica.
Una suma de pequeñas acciones publicitadas de unos pocos sandinistas aumentó la conciencia
de resistencia del movimiento comunal en Nicaragua. Pero al mismo tiempo, se magnificó a los po-
cos sandinistas en el imaginario popular, y se predispuso al pueblo a dejarlos tomar el poder en un Estado corporativo y un Movimiento vertical de masas.
Se oía en la radio sandinista exageraciones como esta que reprodujeron en La Nación de Costa Rica: “Los sandinistas, cuyos guerrilleros controlan casi todas las principales ciudades y pueblos del país desde hace unas semanas”. Aunque no fuera cierto, se quería creer. Pero los nacionalsandinistas, después, no supieron administrar esta generosa consideración y confianza, quizás desmedida, por la carencia de un proyecto político-ideológico y una organización partidaria que superara unos cuantos comandos de guerrilla.
Por otra parte, el Frente Sandinista no será el responsable de que los partidos políticos de los grupos económicos antisomocistas demostraran tantas deficiencias, ni de los partidos de izquierdas que no fueron capaces de organizar y desarrollar el movimiento social. Y la insurrección comunal de los nicaragüenses fue olvidada bajo el Movimiento Nacional sandinista.
Como queda dicho, semanas antes de la insurrección final había más militantes sandinistas y
sus colaboradores en San José de Costa Rica que el número que pudiera haber en cualquier ciudad
de Nicaragua, según se desprende de la docena de libros de sus propias memorias cuando explican
cómo entraron al final de la insurrección popular a Nicaragua, y de los reportajes antes citados de La Nación de Costa Rica. Los elementos del Frente Sandinista en Nicaragua, estaban dispersos en pequeñas unidades de pocos miembros en una media docena de ciudades. Si, después de todo, a lo
largo de los años no habían pasado de ser unas pocas docenas de guerrilleros.
Pie de foto: Mujeres de la Comuna de París 1871 defienden la Plaza Blanche.
En la visión militarista sandinista no cabe que realmente se enfrentaba, a la GN y al Estado somocista, el pueblo en desobediencia civil, organizado en insurrección comunal. En algunas ciudades, como Matagalpa y Estelí, León y Masaya, Rivas, hasta en Jinotepe y Diriamba, participaron guerrilleros de distintos grupos sandinistas. Dieron asistencia militar a las
milicias de los “muchachos” de la insurrección comunal en algunas ciudades con medios modestos (lo veremos en el siguiente capítulo sobre la insurrección comunal en León, cuantificando elementos y casi con fichas individuales). Pero el motor, el principio dinamizador no eran estos cuatro sandinistas sino los millares de ciudadanos insurrectos y sus docenas de “muchachos” milicianos; que antes de ser ayudados militarmente por una escuadra sandinista, eran asistidos con la logística de las juntas vecinales y los sindicatos, pues los trabajadores de la huelga general no estaban en el exilio.
Aunque luego, el fotógrafo reportero, por educación de la mente autoritaria, miraba con el visor al “jefe” sandinista uniformado y con un arma de guerra. Pero esa foto carece de valor documental para hablar de la insurrección comunal. Ciertamente, Humberto Ortega, al mando de lo que él llamaba los “Frentes internos”, supo administrar unos pocos cuadros con formación militar para dar asistencia a la insurrección popular en algunas ciudades. Y también, el 18 de julio, hubo una estrategia de dirigir en convergencia milicias de “muchachos” de las comunas de las ciudades del interior sobre Managua. No importa si fue idea de Humberto Ortega o de los asesores internacionalistas, los mismos que habían obligado a las dispersas agrupaciones sandinistas a aceptar una Dirección conjunta en marzo de 1979.
Las insurrecciones urbanas espontáneas, el 18 de julio adquirieron una dinámica de movimiento sobre Managua, que no habrían tenido si cada ciudad se aísla en su propia insurrección comunal. Y los pocos elementos agitadores sandinistas produjeron este efecto de marcha sobre Managua que fue más importante que su asistencia militar. Llevar la milicia insurreccional del interior a la capital se anunció el 18 de julio, y tuvo un efecto inmediato. No por los pocos cuadros Frente Sandinista, sino por lo que represetaban los “muchachos” de las comunas insurrectas.
La estrategia militar de defensa de Managua confiada a unos tres mil guardias resultó un fracaso. Managua es una ciudad con un sistema radial de carreteras, que estructura las regiones del
país. Unos pocos cuadros del Frente Sandinista, como algunos que aterrizaron procedentes de Costa Rica en el aeropuerto de avionetas de fumigación en San Isidro, departamento de Matagalpa (se verá más adelante) horas antes de dirigirse a encabezar columnas de milicianos “muchachos” que ya marchaban hacia la capital el 19 de julio, sólo su anuncio consiguió el efecto de avance sobre Managua que neutralizó a la Guardia somocista. Aún cuando no era ningún ejércto el que venía al asedio de la capital, sino adolescentes prácticamente desarmados que van a sumarse al efecto paralizante de la desobediencia civil que ya había cuajado en las barriadas populares de Managua.
El mito del “repliegue a Masaya” y del protocolo de rendición de la GN. Esa idea de avanzar sobre Managua compensa muchas debilidades de la Dirección sandinista. Pero no justifica la magnificación de una pequeña acción hasta el mito, como sucede con el exagerado “repliegue a Masaya”7, los pocos cuadros sandinistas que la última semana de junio dejaron Managua desde la casa de Lesbia Carrasquilla en el barrio El Dorado (explicación dada por ella misma). Sirve para encubrir el fracaso que unos pocos guerrilleros sandinistas fueron incapaces de incorporarse a la insurrección comunal de Managua. Porque es historia menor de unos pocos sandinistas militaristas impotentes ante la Guardia somocista, e incapaces (por su militarismo) de organizarse en el movimiento comunal en las barriadas de Managua. Y porque “repliegue” es un término táctico militar en combate que les viene grande. Además, la escuadra de sandinistas se retiró a Masaya en junio, más de tres semanas antes de que los pobladores de Managua ocuparan el “búnker” y el aeropuerto.
Mientras tanto, los habitantes de Managua hacían su insurrección comunal con sus milicias de “muchachos” en las barricadas de las barriadas, y los mandos sandinistas que se retiraron a Masaya, ciudad liberada por el movimiento comunal, volvieron a Managua sólo después de que las comunas populares habían tomado el 19 de julio el búnker de Somoza y el aeropuerto. Y fue esta derrota y autodisolución de la Guardia somocista por la insurrección comunal, lo que convirtió la firma de un papel de rendición de la GN ante la Junta de Gobierno de Reconstrucción por un oficial aislado de la Guardia, en un simple acto ceremonial para el foto reportaje periodístico. La Guardia somocista no se rindió por una firma de un exGN, cuando la guardia somocista ya había sido disuelta sin ceremonias por el pueblo y la insurrección comunal. Cuando Dionisio Marenco negocia con el oficial GN Largaespada (se trata más adelante) la firma de la rendición, los “muchachos” de las milicias populares controlaban Managua, y el búnker de Somoza y las instalaciones de la Fuerza Aérea ya estaban sitiados. Pero la Junta en el exilio quería respetar las formalidades de un tratado de Transición que no se cumplió como había sido previsto, ante el vacío de poder por la huida del Gobierno de Transición del presidente interino Urcuyo Maliaños, y que incluía el mantenimiento de la GN fusionada con el Frente Sandinista.
Las columnas de insurgentes de las comunas, acompañados por guerrilleros armados, que llegaron tarde el 19 de julio por las carreteras del Sur, de Masaya y de Jinotepe, ya entraron a una capital liberada por los mismos managuas. Más atrasado venía el pequeño ejército de fuerza auxiliar de la Junta de Gobierno, el Frente Sur situado en Costa Rica, que no entró a Managua hasta el día siguiente. Mientras, como se ha visto en reportaje de La Nación de Costa Rica, el trabajo de las escuadras del frente Sandinista que entraban a Managua (unos 48 cuadros, según el censo de Lesbia Carrasquilla el 20 de julio, hecho por orden de Tomás Borge)8 se limitó a desarmar a los “muchachos” de Managua, prácticamente unos niños armados, en nombre de la Junta de Gobierno de los partidos de la oligarquía (Conservadores Nacional y Demócrata), de empresarios (Movimiento Democrático Nacional - MDN) y de capas medias (Liberal Independiente – PLI, Socialcristiano PSC y otros)...
Pie de foto de una placa en la calle Fontaine au Roi, de París dedicada a: los defensores de la última barricada de la Comuna de París. Se repite el aprendizaje del fracaso de la Comuna de París, sobre lo que habían escrito Engels en Introducción a la Guerra Civil en Francia (1891), y Lenin en “Las enseñanzas de la Comuna” (1911).
La Dirección sandinista en el exilio, los “muchachos” en las comunas. Recapitulando, unos pocos elementos de una escuadra clandestina de la Dirección Sandinista radicados en Managua, más bien se habían retirado en junio, varias semanas antes, a Masaya tomada por las comunas populares. De tal modo que, la insurrección comunal de desobediencia civil en los barrios de Managua, bajo la represión del mayor contingente de Guardias somocistas en el país, se hizo con menor presencia de militantes de agrupaciones sandinistas que en otras ciudades como León o Masaya. A esta retirada de unos pocos sandinistas armados, junto a un grupo no cuantificado de “muchachos” desarmados de las comunas, se da el pomposo nombre de “repliegue a Masaya” y forma parte de la gesta militarista construida a partir de setiembre de 1979, y particularmente en 1980. El objeto de repetir este párrafo es para argumentar que: Dar celebridad a una escuadra sandinista, que estuvo en Managua hasta cuatro semanas antes de la liberación de la ciudad, es una forma de desconocer, restar reconocimiento al auténtico movimiento comunal en las barriadas de Managua. Más aún, si en toda esa literatura de “testimonio” del autor “Comandante” Carlos Núñez no se da noticia del movimiento comunal de Managua.
Insisto. En el recuento que hace Esteban Duque Estrada en su libro Nicaragua, Insurrección 1977-1979 (Managua, 2014) se puede indagar el reducido número de cuadros y escuadras nacional-sandinistas, y la escasa proporción de la acción militar de las distintas agrupaciones sandinistas (bajo la Dirección Sandinista conjunta a partir de marzo de 1979) respecto de la eficacia del movimiento comunal y sus milicias de “muchachos” prácticamente desarmados. Un mínimo de análisis táctico de las notas de prensa del libro de Esteban Duque refleja su escasa incidencia militar, como no sea la repercusión sicológica sobre el movimiento comunal que tuvieron esas pequeñas y esporádicas acciones en territorio nicaragüense. Con gran parte de sus pocos mandos en el extranjero.
El puesto del alto mando de la guerrilla del Frente Sandinista (Palo Alto y su radioemisora
Sandino) no operó en territorio nicaragüense, se mantuvo en el exilio. Su principal organización militar, el pequeño ejército del Frente Sur, no luchó en territorio nacional contra la Guardia somocista. Se mantuvo en el lado costarricense de la frontera, en Peñas Blancas, y no entró a Managua hasta el día después de la liberación de la capital, el 20 de julio de 1979; detenidos en la guardarraya costarricense por el cuerpo de elite EEBI al mando de Pablo Emilio Salazar (militar con entrenamiento “ranger” en Estados Unidos, y la Scuola di Guerra Civitavecchia, Italia) que cubrió la retirada de la Guardia somocista el 19 de julio. De modo que, el mayor número de guerrilleros bajo mando sandinista, concentrados en el Frente Sur, no llegó nunca a entrar en combate dentro de territorio nicaragüense.
Pie de foto: Barricadas de las milicias de la insurrección comunal.
También se habla de unos frentes “internos” de guerra en el interior del país bajo la Dirección Sandinista, pero es mitología que pequeñas escuadras operaran como Frentes de Guerra en el Norte o el Occidente (se verá en siguientes capítulos con detalle y datos cuantificados). No existió guerra de ocupar posiciones en el territorio nacional en combate con la Guardia Nacional somocista (GN). Excepto el intento fracasado de una pequeña columna dirigida por elementos de la Dirección Nacional en Nueva Guinea, y que fue aniquilada por la GN (también se detalla más adelante). Las pocas docenas de sandinistas con entrenamiento militar no estaban en capacidad de hacer una guerra de frentes “internos”, en una guerra de posiciones con la Guardia (cuerpo paramilitar) de Somoza, como dice la mitomanía.
Ante la mitomanía y la propaganda del nacionalsandinismo hasta en los manuales escolares de Historia, hay que insistir: No hubo un destacamento militar de la Dirección Sandinista en las ciudades insurrectas, sobre el cual pudiera concentrar su ataque La GN. Si esta resultó impotente ante el pueblo fue por el estado de rebeldía general; pues, no hubo guerra de trincheras sino de barricadas. Este hecho exige reconocer la potencia de las comunas urbanas y sus “muchachos” milicianos prácticamente desarmados.
La Guardia Nacional y su Escuela de entrenamiento del batallón de infantería (EEBI) estaba preparada para sostener una guerra de posiciones. Detuvo al Frente Sur en la frontera, al que no dejó ocupar ni una colina del territorio nacional, quedando acampado sobre la carretera Panamericana del lado costarricense. Estos no tenían la mínima capacidad de fuego, ni infantería suficiente para medirse con al Guardia. Y no llegaron a recibir las armas que esperaban de la OLP para la Dirección sandinista en San José, después de la detención en Túnez de un avión carguero procedente de Beirut con armas. Según la noticia del 13 de julio de 1979 en el diario La Nación de Costa Rica:“Versiones contradictorias sobre el destino de armas en avión”. Este avión carguero, habiendo declarado que llevaba “abastecimientos médicos” y que podría llevar en vuelo sobre el Atlántico más de 20 toneladas de armas (la nota de prensa dice que iba sobrecargado), fue obligado a aterrizar en Tunes. Otras noticias de esa fecha en España decían que el avión llevaba pintados indicativos de la Cruz Roja, y que debía hacer escala técnica de reabastecimiento en Argel, pero habría sido obligado a bajar en Tunes.
Pie de foto: Mujeres GN. Una joven recién reclutada en julio de 1979.
En cualquier caso, sería falso decir como se hizo desde la oficina de prensa de la Dirección Sandinista en Costa Rica, que Masaya está “en poder de los sandinistas”. No se puede decir que los indígenas de Monimbó y vecinos de Masaya insurrectos, y que son quienes controlan la ciudad con sus “muchachos”, fueran militantes del Frente nacional sandinista. Un hermano de Humberto y Daniel Ortega, Camilo Ortega cae en la primera insurrección de Monimbó porque va a prestar asistencia cuando la insurrección ya ha tenido inicio, y no porque fuera dirigente de la insurrección.
En fin, que la Dirección Sandinista (constituida en marzo de 1979) sólo disponía de unas pocas escuadras, cuatro docenas de guerrilleros con entrenamiento en Cuba, y con armas de guerra. Más los que pudiera reclutar en Costa Rica en el Frente Sur, cuyas dimensiones reales no son conocidas fuera de muy pocos nombres. La Dirección Nacional sandinista estaba condicionada por el asilo que le daba el Gobierno costarricense y el panameño, y estaba al servicio de la Junta de Gobierno en el exilio de los partidos de Unidad Nacional (Conservador Nacional, Conservador Demócrata, Liberal Independiente, Socialcristiano, etc.), y los representantes del capital que competía con el capital somocista. Desde marzo de 1979, la Dirección Sandinista era una fuerza auxiliar de los partidos políticos antisomocistas.
Especialmente, el Frente Sandinista era una organización muy débil en el aspecto político-
ideológico. Careció de un congreso de partido político y de programa político de actas de congreso de militancia. Su diversidad de “tendencias”, en realidad grupos anárquicos, duró hasta la formación de una Dirección conjunta en San José (marzo 1979, cuatro meses antes del 20 de julio). No eran “tendencias” de ningún programa o partido sino divergencias de táctica o de lealtades internas (ver el capítulo “Formas político-ideológicas del somocismo y el antisomocismo (segunda parte)”). Sus grupos guerrilleros no eran brazo armado de una organización partidaria, hasta que se convirtieron en fuerza auxiliar del Gobierno en el exilio. La estructura del Frente Sandinista era una cadena de mando, nada más. Y fue por su escasa o nula formación político-ideológica que, en ausencia de un proyecto de democracia liberal o socialista, cayeron en el populismo bajo la influencia del movimiento clerical de la Teología de liberación (ver Anexo a este capítulo: El socialcristianismo entre la militancia del nacional sandinismo).
La Dirección Sandinista, el Grupo de los Doce y estos partidos antisomocistas eran recono-
cidos por la población, que los legitimaba como sus representantes, pero: primero, no estaban lu-
chando dentro de Nicaragua, junto al pueblo; segundo, el antisomocismo no era la única demanda
del pueblo, que necesitaba desarrollo social y cambio de las condiciones económicas. Las que no se satisfacían con declaraciones de antisomocismo ni con el patrioterismo del nacional sandinismo.
Pero la Dirección Sandinista en San José de Costa Rica se publicitaba en primera plana de un diario costarricense. Y pareciera que los escasos cuadros sandinistas activos dentro de Nicaragua, siempre llevaron al periodista con fotógrafo al lado para el álbum de guerra, mientras el pueblo insurrecto en millares no salió en la foto. Tampoco cabría en tan estrechos marcos.
Sin embargo, es indudable el enorme ascendente moral en la conciencia popular adquirido por los jóvenes guerrilleros del nacional-sandinismo. La calidad humana de su locura, la valentía o temeridad de enfrentarse a un régimen que reservaba prácticas criminales para sus adversarios. La aparente honestidad y rectitud consecuente de sus actos en lo que se alcanzaba a saber por las noticias de prensa, las conductas y declaraciones que salían a la luz de las investigaciones de tribunales (prácticamente, tribunales militares).
Pero, su foquismo, su aventurerismo y anarquismo, y la clandestinidad los marginó del movimiento social. La situación de anarquía de los grupos llamados Frente Sandinista viene descrita por Tomás Borge en una autocomplaciente, pero inteligente, Paciente Impaciencia (Managua, 1989). Un lastre del nacionalismo y anarquismo que se ve en Anexo de este capítulo: La indefinición ideológica de Sandino y el sandinismo9.
Los llamados Frente Sandinista obedecían a un planteamiento dualista de dictadura o democratismo. Iban en contra del pacto de las “paralelas históricas” de las familias y grupos económicos liberal-conservadores, del Estado neocolonial. No tuvieron un planteamiento de organización social ni laboral, como hacía el PSN, Partido Socialista, que los declaraba “aventureros”, “voluntaristas”. Más bien, el anarquismo del cheguevarismo hizo derivar muchos militantes de la acción política organizativa de las Juventudes Socialistas hacia el foquismo guerrillero, escindiendo al PSN. No tuvieron movimiento social, no tuvieron movimiento sindical, no tuvieron partido político, sino que parasitaban el movimiento social y sindical, y sacaron militantes del Partido Socialista.
Para hacer un paralelismo, sucedió lo mismo con el radicalismo de La Prensa (órgano político) de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, que cerró toda opción de alternativa política al pactismo de las “paralelas históricas” (entendimiento de las oligarquías y grupos financieros BANIC y BANAMERICA), dejando únicamente la violencia como alternativa (ver el capítulo “Formas político-ideológicas del somocismo y el antisomocismo (segunda parte)”; en particular, lo referido a la manifestación del 22 de enero de 1967 organizada por Pedro Joaquín Chamorro Cardenal). En el vacío de cualquier proyecto político, fuera de la violencia, los partidos antisomocistas de la UDEL (Unión Democrática de Liberación, excluido el pactista Partido Conservador por la fracción Acción Conservadora de Pedro Joaquín Chamorro), quedaron incapacitados para defender un programa democrático de libertades públicas cuando tuvieron el poder como Unidad Nacional, el 20 de julio de 1979.
De estos encastillamientos ideológicos, del Frente Sandinista y de La Prensa, y los partidos de la Unidad Nacional, se derivó la violencia como único programa del activismo en Nicaragua; retroalimentado por el enrocamiento progresivo del tercer Somoza, a medida que se cerraban alternativas al pacto libero-conservador. Pero es evidente que no fue la versión militarista de la Dirección Sandinista (acción de modestas proporciones y fracasada), ni el conjunto de partidos de Unidad Nacional en el exilio, sino la insurrección comunal por el ancestro de la comuna indígena, la forma de parentesco matriarcal, que es de estructura radial (mientras el patriarcado es de estructura celular) y la economía mutualista de grupo lo que derrotó la oproviosa dictadura.
Para el pueblo, después de soportar tanta violencia y represión, el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal el 10 de enero de 1978 fue la señal de que había desaparecido lo que pudiera quedar de pacto social del anterior Estado. Y lo que derrocó al somocismo no fue la limitada fuerza del Frente Sandinista, ni el vacío de alternativa política del antisomocismo, sino la construcción activa y positiva del movimiento comunal, que desterró a la Guardia somocista de las ciudades y organizó la vida pública en comunas libres y autónomas.
Las causas y el motor insurreccional de las comunas. En las insurrecciones comunales
nicaragüenses se reúne el pueblo, distintos sectores populares que sufren años de inflación de los
precios de consumo básico, y no se detienen a discernir si es por mala gestión del gobierno somocis
ta o por una sucesión de crisis internacionales. Las deudas asfixian a los pequeños propietarios y comerciantes, mientras el incremento de los intereses bancarios beneficia al capital somocista y al antisomocista (grupos BANIC y BANAMERICA). En estas condiciones, tienen motivos para la rebelión tanto los trabajadores asalariados como los pequeños empresarios, cuyos hijos sin distinción de clases se vuelven combativos al ver reducido su horizonte a la violencia como sistema. Recuerda la Comuna de París de 1871.
El movimiento insurreccional de “los muchachos” surge en las ciudades, y donde existía una organización social, como los sindicatos obreros (CGT, CTN) y los combativos sindicatos de enfermeras, de educadores (FSMN y SEC) y de empleados públicos (ANEP), además del movimiento de juventudes (estudiantes).
Una prueba de error estratégico del sandinismo desde sus inicios, y su trabajo de absorber cuadros del movimiento social urbano del Partido Socialista. Porque es normal que sean los trabajadores asalariados los más organizados, algo que sucede de forma espontánea en su mismo centro de trabajo. Pero el nacional sandinismo condujo grupos de jóvenes agitadores socialistas y demócrata-cristianos de capas medias a una guerrilla foquista y sin organización de partido político, que desmovilizó el trabajo político de juventudes de izquierdas y derechas.
Por tanto, la insurrección popular se produjo con el importante papel de organizaciones sindicales (Confederación General del Trabajo Independiente-CGTI y la Central de Trabajadores de
Nicaragua-CTN), incluido el sindicato de maestros y enfermeras. Sin olvidar el aporte que pudo
prestar el movimiento de masas somocista y sus sindicatos, porque el nacionalismo somocista sobrevivió de forma sincrética en el nacionalsandinismo10.
Los sindicatos paralizaron el país en grandes huelgas generales. Aunque el nacional-sandinismo ha infravalorado la organización sindical, básica desde el punto de visto logístico y organizativo para las insurrecciones urbanas. Y en los años ochenta se ha ignorado este precedente, en primer lugar, porque se reprimió de entrada la diversidad de sindicatos y reivindicaciones sindicales fuera del control sandinista y de la oficialista Central Sandinista de Trabajadores (fue la razón de la expulsión temprana de los internacionalistas de la Brigada Simón Bolívar, que estaban detrás de la gran marcha obrera en Managua el 14 de agosto de 197911).
Pero la cuestión es: ¿por qué fracasó la revolución comunal de los nicaragüenses, de 1978 y
1979, en el Movimiento Nacional sandinista y la formación de un Estado corporativo estamental del
Directorio Nacional (1979-90)? Y, ¿por qué la versión militarista sandinista de la insurrección 1978-79, ocultando su carácter comunal, sirvió como ideología de agitación y movilización del Movimiento Nacional de masas?
En el “Estatuto Fundamental de la República”, promulgado por el Gobierno de Reconstrucción
en Managua, 20 de julio de 1979, ya había desaparecido por completo el preámbulo del “Programa de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional de Nicaragua”, publicado en San José de Costa Rica el 11 de julio 1979 (que, a su vez, era una ampliación del “Programa de Gobierno...” del 27 de junio de 1979). Al menos se reconocía de manera retórica, más que por reconocimiento de derechos ciudadanos, la revolución comunal de los nicaragüenses.
El “Programa de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional de Nicaragua” (San José, 11 de julio de 1979) decía en la entrada: “...[La] lucha del pueblo... de patriotismo y conciencia política, de sacrificio y heroísmo, de organización y movilización político-militar, realizando una revolución popular y nacionalista [¿asoma el nacionalismo sandinista?]...” (...) “...el heroísmo de los combatientes sandinistas y de las masas populares...” (...) “... La Junta... con el respaldo del Frente Sandinista ha elaborado su Programa de Gobierno que responde a las aspiraciones populares por las cuales lucha todo el pueblo de Sandino”. Exalta la revolución comunal, aunque la limita en su dimensión social al encasillarla como nacionalista-sandinista, y la reduce a lo que entonces era una pequeña organización subsidiaria de la Junta; sin reconocer como forma democrática fundamental las asociaciones comunales libres y autónomas constituidas durante la Insurrección Popular.
Pero este reconocimiento retórico mínimo, sin reconocimiento de derechos del Movimiento Comunal, desapareció de un plumazo el 20 de julio, en la toma del poder con el “Estatuto Funda-
mental de la República”. El Estatuto Fundamental vuelve a la antigua ley de municipios, no da reconocimiento a la democracia comunal sino la gobernación por alcaldes. Y la siguiente política de Planificación por “regionalización” del año 1982, anulará incluso esta forma de autonomía municipal. Dice Mónica Baltodano, quien fue responsable de la nueva legislación, en una entrevista autobiográfica, de las más espontáneas que se pueden leer, aunque siempre desde el enfoque del relato mistificador del Frente Sandinista y sosteniendo los equívocos ideológicos del nacional-sandinismo: “...desde 1982 hasta la derrota electoral estuve trabajando en el proceso de descentralización [por Regiones]. Después descubrimos que el proceso de regionalización había desfavorecido al municipio como institución... la Región aplasta al municipio. En el año 86... volvemos a iniciar un proceso de reconstrucción de la vida municipal que implicó una Ley de Municipios,... contra la lógica centralista y contra el mando [¡ordeno y mando!]”. A pesar de esta autocrítica, Mónica Baltodano confunde el movimiento comunal 1978-79 con la acción político-militar de la Dirección Sandinista: “La revolución sandinista... fue un acto de masas. Fue un acto de pueblo. Fue un acto de ciudadanía”; y no reconoce el estatuto de autonomía de la Comuna libre. Confunde insurrección comunal con “revolución sandinista”. Como si sandinista fuera todo, y no un nombre de uso específico de una organización partidaria12.
El nacional-sandinismo fue ciego al movimiento comunal popular. Más bien, fue hostil al municipio y la comunidad indígena de la zona rural del Pacífico y el Centro Norte del país, y a las formas de comarca rural. Confundieron con la comunidad indígena el resentimiento de la figura de algún juez de mesta “oreja” (informador en la comarca rural de sus operaciones foquistas) de la GN. Los jovenes salidos de católicos que pasaban a la guerrilla foquista, eran extraños al campesinado de la comunidad indígena, y pudo darse casos de que el juz de mesta, en su autoridad ancestral, informara de sus movimientos. Ahí está uno de los errores de la burocracia del Estado partidario, después reconocidos por los sandinistas como la “comandante guerrillera” Mónica Baltodano. Pero son del mismo orden de ignorancia de las instituciones de comunidades indígenas en el Pacífico y las Segovias, y los “errores” cometidos con los mískitos en la vertiente del Caribe.
Por otra parte, el Estatuto Fundamental con que se inaugura el nuevo Estado del 20 de julio de 1979, reduce la representación ciudadana legislativa a un Consejo de Estado de los partidos, sindicatos y asocianes populares (reconducidas al nacionalsandinismo) como simple órgano consultivo de la Junta de Gobierno, y la Junta de Gobierno asume la función del Poder Legislativo por vía de decreto. Desde el punto de vista formal, los derechos del pueblo y del ciudadano han sido disminuidos respecto de la legalidad de la Constitución de 1972 del pacto bipartidista libero-conservador, entre el Partido Liberal Nacional de Somoza y el Partido Conservador de Agüero. Pacto especialmente hostigado por Pedro Joaquín Chamorro desde La Prensa, contra la dirigencia del Partido Conservador de Agüero. El Partido Conservador pactista fue desconocido y sustituido por la fracción Acción Conservadora en la coalición antisomocista UDEL (1974), liderada por Pedro J. Chamorro Cardenal. Y la junta de Gobierno de Unidad Nacional y su Gobierno de Reconstrucción se inicia en contra de la democracia popular, y en contra de la democracia liberal representativa que había en la Constitución de 1972.
El Decreto 52: Estatuto de Derechos y Garantías de los Nicaragüenses, del 21 de agosto de 1979,
sanciona la exclusión de las asociaciones libres del movimiento autónomo comunal, independientes del Frente Sandinista. El Decreto 313: Creación de las Milicias Populares Sandinistas, el 15 de febrero de 1980, crea una organización partidaria que ignora las milicias populares comunales de los “muchachos”. Desde luego, el término “sandinista” no representa al pueblo sino a un partido nuevo, que aparece en el Estatuto Fundamental (art. 24), y según el Decreto 67 sobre el uso de la denominación “sandinista”. Decreto 53, del 22 de agosto de 1979: Creación del Ejército Popular Sandinista. “Sandinista” es el ejército y la policía, y es una demoniación exclusiva del Partido Frente Sandinista. Las organizaciones de masas también son “sandinistas”, Asociación Sandinista de los Trabajadores de la Cultura ASTC, Comités de Defensa Sandinista CDS (los comités de cuadra y “vigilancia revolucionaria”, no las comunas populares de 1979, aunque aquel es su origen, quedan bajo régimen partidario), Central Sandinista de Trabajadores CST, etc.
El Decreto 374, del 16 de abril de 1980, introduce en el Consejo de Estado organismos del Movimiento Nacional Sandinista, la nueva “aplanadora” (nombre dado a las mayorías legislativas bajo el pacto del bipartidismo somocista), que no aparecían en el Estatuto Fundamental. Esa fecha se puede fijar como la constitución definitiva del Movimiento Nacional de la Dirección Sandinista como aparato de Estado: el partido más los Comités de Defensa Sandinista, las Juventudes Sandinistas (no “los muchachos” de las comunas de la Insurrección, sino una organización completamente partidaria). Se incorpora al Consejo de Estado el sindicato vertical Central Sandinista de Trabajadores, pero se reconoce igual derecho a la ATC (Asociación de Trabajadores del Campo, sandinista), más las centrales sindicales independientes CGT, CTN, CUS, CAUS, FETSALUD. Aparece en el Consejo de Estado el Ejército Sandinista (también partidario del Movimiento Nacional) entre las “Organizaciones gremiales y sociales”. Este Consejo de Estado corporativo nacional sandinista recuerda al Consejo Nacional del franquista Movimiento Nacional. Esta vez, con semejante control partidario, el 2 de mayo de 1980 se emite el Decreto 388, que ya reconoce al Consejo de Estado la función de aprobar leyes emanadas de la Junta.
Los artículos 23 al 27 del Estatuto Fundamental, del 20 de julio 1979, contemplan un “ejército nacional” y una “policía nacional”; no partidarios, sino que expresaban la disposición de integrar elementos de la anterior Guardia Nacional, artícs. 24 y 26. El partidarismo de Ejército Sandinista y Policía Sandinista vino después. Es una prueba de la imposición del Movimiento Nacional Sandinista y del Estado corporativopartidario de la Dirección Sandinista que se estructura con los Decretos de 1980. Pero la tendencia al corporativismo partidario de Estado y el centralismo del poder Ejecutivo tuvo inicio formal en el Decreto 53, del 22 de agosto de 1979: Creación del Ejército Popular Sandinista.
Si los grupos guerrilleros de la Dirección nacionalsandinista hubieran formado un partido político de revolución social, como pretendieron dar a entender ante sus asesores y aliados de partidos y gobiernos del Campo Socialista, no habrían caído en el nacionalismo y el movimiento vertical de masas. Pero pudo más su origen del aventurerismo cheguevarista de capas medias y el nacionalismo sandinista, que prima la emancipación del Estado Neocolonial en conciliación de clases y alianza con la “burguesía patriótica”, contra la “burguesía dependiente”. Y para eso estaba la muy celebrada “Teoría de la Dependencia”, editada con gran inversión de capital editorial, y divulgada como medio de distracción ideológica en el medio universitario por los sociólogos de FLACSO de la UNESCO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales)13.
Huellas de la comuna insurreccional entre la militancia sandinista. Gran parte de los
activistas del movimiento comunal, de los “muchachos” de las milicias populares, pasaron a la Juventud Sandinista, a los Comités de Base del partido nacional-sandinista y a las organizaciones de
masas de su Movimiento Nacional. Lo mismo que estudiantes y sindicalistas del Movimiento Pueblo Unido formado en julio 1978. De modo que, el Movimiento Nacional del Frente Sandinista en la década de los ochenta se instauró sobre la experiencia asociativa y combativa del movimiento comunal. Una memoria social que aún persiste, y se ha observado su respuesta cuando se producen estados de emergencia, como sucedió durante el huracán Mitch en 1998; catástrofe en la cual el gobierno del renacido partido Liberal Nacional hizo dejación de funciones en un estado de emergencia, y el pueblo se organizó espontáneamente.
Qué decir de quienes sacrificaron sus mejores años de juventud, y hasta su vida por el Movimiento Nacional populista y por el Estado corporativo del partido nacional-sandinista en la década de los ochenta, que esta crítica no juzga sus intenciones y que el colapso del Movimiento Nacional populista en las elecciones de febrero de 1990 no canceló lo mejor de su experiencia en el movimiento comunal de 1978-79, que todavía alimenta la vida política nicaragüense.
A algunos militantes de izquierdas del Frente Sandinista los pudo llevar a confusión la condición de refugio que el Frente Sandinista recibía en Cuba, pero estos refugiados (y por el hecho de ser tratados como simples refugiados) no los relacionaba con el partido comunista cubano. Y muchos de estos refugiados sandinistas estaban lejos del comunismo, más cerca de la Doctrina Social católica. El mismo Carlos Fonseca en Un Nicaragüense en Moscú expresó su distanciamiento del comunismo soviético (se verá más adelante en este pdf en diversas citas). Además, el gobierno cubano y el partido de los comunistas reconocían al Partido Socialista de Nicaragua (PSN) no al Frente Sandinista. Carlos Fonseca, fundador del primero de los Frente Sandinista, nunca fue recibido por el primer secretario del partido comunista cubano.
Sin embargo, dentro del nacional-sandinismo hubo militantes que evolucionaron a posiciones de izquierda socialista. Estuvieron relacionados con el Movimiento Acción Popular y el Partido Socialista conocido como “de Chagüitillo”, por su secretario general Domingo Sánchez (para distinguir las escisiones del PSN que se pasaron al foquismo guerrillero y al nacionalsandinismo). Estos partidos tuvieron pactos y contradicciones con la Dirección Nacionalsandinista. En algunos de los grupos Frente Sandinista hubo militantes escindidos del PSN, aunque no lograron incidir ideológicamente sobre su nacionalismo.
También, la Dirección Nacional hizo un discurso público de ocultamiento de las tendencias
internas de izquierda minoritaria del FSLN. Por mantener su alianza con partidos de la Unidad Nacional, del Gobierno en el exilio (San José de Costa Rica, junio-julio de 1979) y el convenio con gobiernos de la OEA. Sin embargo, ya en el poder desde el 20 de julio de 1979, trataba de compensar con discursos aleatorios de revolución social, la ayuda recibida de los programas de cooperación y la labor de los asesores del Campo Socialista por miles en Nicaragua. Razón de ser de un programa de becados de las Juventudes Sandinistas en Cuba y Europa Oriental.
El Consejo Nacional de la Educación Superior programó para primer curso universitario el estudio de Materialismo Histórico, Materialismo Dialéctico, y Economía Socialista, a más de la versión sandinista de Historia de la Revolución. Y también se permitió cierto desarrollo de tendencias de izquierda en los Comités de Base del partido Frente Sandinista, bajo la tutela de las “secretarías políticas” del partido en cada sección o agencia del gobierno.
Por lo anterior se puede deducir qué tenía de “movimiento de Liberación Nacional” el o los Frente Sandinista, comparado con los movimientos de descolonización llamados así en los años 50 y 60. La sucesión de grupos llamados Frente Sandinista, hasta el gobierno de Movimiento Nacional de los ochenta, no superó el populismo de juventudes de capas medias, y conciliación de clases con la llamada “burguesía patriótica” por ellos mismos. El anarquismo, el foquismo, el voluntarismo y aventurerismo “cheguevarista” los identificaba con otros movimientos similares latinoamericanos14.
Ciertamente, existió una tendencia marginal de izquierda socialista dentro del común denominador de Movimiento Nacional y Estado corporativo de la Dirección Sandinista.
Respecto de la insurrección comunal de 1978-79, hay una cita de Carlos Fonseca que hace
Tomás Borge en Paciente Impaciencia, que anticipó la insurrección popular, pero no su forma comunal: “La insurrección popular armada es la médula de la lucha contra la dictadura”15. Pero esto es una concepción militarista de la insurrección popular, similar a la violencia anarquista que precedió a la Revolución de Octubre. Lenin intervino para organizarlos, después de los reiterados fracasos anarquistas, generando una división que más tarde llevaría a la guerra civil. Sin embargo, la insurrección popular nicaragüense de 1978-79, prácticamente no estaba “armada”, más que con los propios cuerpos y vidas de los insurrectos. Aunque desarmó y derrotó a la GN.
La construcción del Estado corporativo-partidario, y sometimiento del movimiento comunal por el nacional-sandinismo. El 20 de julio de 1979, la Dirección Nacionalista
Sandinista ocupó el papel de la antigua Dirección y jefatura de la Guardia Nacional somocista; en contra de las formas de democracia directa popular y la autonomía local de las comunas municipales, amparados por la Junta de Unidad Nacional de los antiguos partidos políticos antisomocistas. Pero, con la asistencia de asesores del Campo Socialista, pronto convirtieron la Dirección Nacional sandinista de nueve comandantes en un Directorio de Estado. Realmente, los partidos antisomocistas demostraron, más que ingenuidad, auténtica ignorancia político-ideológica.
Sobre la constitución del Movimiento Nacional y el Estado corporativo, al que servirá de ideología una versión militarista mistificadora del “sandinismo” de la insurrección comunal de 1978-79, se debe prestar atención que la raíz de la dictadura somocista no eran los Somoza sino la Jefatura de Estado atribuida a la Dirección de la Guardia Nacional, por encima de cualquier ley. Este
es el asunto principal de mis artículos (capítulos de este pdf) sobre el somocismo; ahí se ve cómo los Somoza entregaban la presidencia, pero no la Jefatura del Estado. Entre el primer golpe de Estado de Tacho (Anastacio) Somoza, sin contar la presidencia de Juan Bautista Sacasa, hasta 1979, hubo 6 presidentes en Nicaragua, que no eran Somoza. Pero nunca dejaron la Jefatura de la Guardia Nacional (cuyo origen y forma estudio en el primero de esos artículos). La marcha del tercer Somoza, huyendo de la Insurrección Popular llamó a engaño, porque se creyó que con él se acababa el poder dictatorial. Pero, ido Somoza, continuaba la Dirección de la Guardia como Jefatura del Estado.
Supongo que el lector sabrá distinguir entre Presidencia de Gobierno y Jefatura de Estado. Algo que no supo distinguir la Junta de Gobierno de Unidad Nacional, ni la Dirección Sandinista en el exilio. Por ejemplo, el poder de la Dirección Sandinista residió en elevación a Directorio del Estado, mediante los decretos antes citados; resultando secundario que hubiera miembros del Partido Conservador y del MDN en la Junta de Gobierno, o de distintos partidos antisomocistas en los ministerios. Mientras que los asesores del Campo Socialista para la Dirección Sandinista sabían muy bien de esto.
Pero, los partidos antisomocistas de Unidad Nacional en el exilio, no parecen haber comprendido esta distinción. Hablaban de Somoza como Presidente de Gobierno, no como Director de la Guardia y Jefe del Estado autocrático. El acuerdo que consigue la Junta de Gobierno en el exilio con la OEA el 23 de junio de 1979, se centra en Somoza como Presidente que debe renunciar, no en el desmantelamiento de la Dirección de la GN como Jefatura de Estado. De ahí derivaron grandes errores. Uno de estos, que para los intereses de los partidos antisomocistas, la Junta debió de entrar a Nicaragua con su mini-ejército Frente Sur y acompañados por embajadores del tratado de Trancisión con gobiernos de la OEA. No que, el 18 de julio de 1979 aterrizan procedentes de Costa Rica en el aeropuerto de León (90 Km al Norte de Managua), la Junta de Gobierno en el exilio va a entregarse bajo la protección de la escuadra guerrillera de la “comandante guerrillera” Dora María Téllez en León, del Frente Sandinista. Los dos representantes de los partidos antisomocistas en la Junta, Violeta Chamorro (viuda de Pedro Joaquín Chamorro Cuadra Cardenal) y el industrial Alfonso Robelo (representante de la Empresa Privada) cayeron subordinados bajo la tutela de la Dirección Sandinista, a la que en el mismo acto comenzaron a convertir en la nueva Jefatura de Estado. El 20 de julio entran a Managua bajo la protección de los nueve comandantes de la Dirección Nacional sandinista.
Y para los intereses del movimiento comunal, habría convenido la toma del poder por un partido político, no una guerrilla que militarizó el Estado corporativo-partidario. La política de Reforma Agraria se orientó por estamentos de: Propiedad Estatal y del gran y mediano terrateniente (con acceso a divisas con cambio preferente, y al mercado de exportación-importación), la Cooperativa Agrícola Sandinista de propiedad estatal, el pequeño propietario llamado “productor” y la cooperativa de crédito de propiedad privada del campesino de parcelas, más el sindicato de trabajadores asalariados del campo (ATC) como estamento inferior.
El Gobierno de Reconstrucción, bajo la DN, proyectó una economía autárquica de sociedad agraria estamental. Jaime Wheelock: Entre la Crisis y la Agresión; Managua, 1985. A partir de 1985, por el fracaso de la gestión de las cooperativas, la titulaciones de la Reforma Agraria pasaron a ser mayoritariamente de titulación individual en minifundio de “pequeños productores” (ver Beaumeister, con varias entradas en Pensamiento Propio).
La construcción ideológica del Movimiento Nacional del Estado corporativo jerárquico estamental. Lo dicho anteriormente exigía la construcción de una ideología y una saga. La versión del nacionalsandinismo en contra del movimiento comunal tiene sus principales divulgadores en: Arnulfo Agüero (2009), William Agudelo (1997), Claribel Alegría (2008), Bayardo Altamirano (2008), Mónica Baltodano (2011) Pablo Barreto (1980 y 1999), Chuno Blandón (2008), Tomás Borge (1989), Aldo Briones (2002), Teófilo Cabestrero (1989), Omar Cabezas (1983), Fernando Cardenal (2008), Ernesto Cardenal (2003), Luis Carrión (1992), Guillermo Cortez (2003), Giulio Girardi (1983), Carlos Núñez (1985 y 1986), Humberto Ortega (2004). Ediciones de colectivos e instituciones: Instituto Estudios Sandinismo (1981 y 1982), Ministerio de Cultura y UNAN (1980).
Por caso, ver la edición de “historias de vida” editadas por Mónica Salvadora Baltodano: Memorias de la Lucha Sandinista (Managua, 2011). Mónica fue de los primeros integrantes del Movimiento Revolucionario Cristiano del jesuita Fernando Cardenal. Reúne una muestra representativa de memorias, género también llamado “de testimonio” en Nicaragua, con un término tomado de la
prédica cristiana. En el primer tomo “De la forja de la vanguardia a la montaña”, la editora da por supuesto que el movimiento comunal nicaragüense de 1978 y 79 surge de los diversos grupos sandinistas de los años sesenta y setenta. Una sucesión de células minúsculas como para ser organizadores de un movimiento social de tal envergadura; además, eran clandestinos, inactivos en el movimiento social. Estos “agrupamientos” (como los llama con acierto Humberto Ortega en Epopeya de la Insurrección16, eran de unos pocos números, contados con los dedos de las manos, que se disolvían o eran asesinados por la GN, y reaparecían nuevos.
Se ha dicho que por su anarquía no representaban ser un brazo armado de una organización política partidaria; hasta que formados bajo una Dirección Nacional en marzo de 1979 en San José de Costa Rica se pusieron a las órdenes del Gobierno de los partidos burgueses de Unidad Nacional en el exilio, dos meses antes de la derrota de la Guardia Nacional por la Insurrección Comunal de la revolución de los nicaragüenses.
La intelectualidad antisomocista, élite formada en colegios católicos en las ideas del socialcristianismo o Doctrina Social de la Iglesia, la misma ideología del Movimiento Nacional español y del Movimiento Social Italiano, y de la Acción Católica contraria al liberalismo de democracia representativa y al socialismo (ver Anexo), se convirtieron en agitadores patrioteros del nacional-sandinismo para imponer el Estado corporativo partidario por encima de las aspiraciones democráticas y sociales. Después de que el movimiento comunal fue sometido al movimiento vertical de masas de la Dirección Sandinista, el Movimiento Nacional, se dedicaron a una construcción ideológica, mitológica-religiosa de “Iglesia popular” de “Teología de liberación” (una contradicción en los términos). La propaganda de estos intelectuales socialcristianos compuso una Historia providencialista-cristiana.
La revisión de la Historia de Nicaragua y el ocultamiento de la insurrección comunal comienza con la Cartilla de la campaña de alfabetización (digo campaña y no “cruzada” de alfabetización, porque este término medieval perteneció al lenguaje de la Falange y del Frente Nacional franquista en la España donde se educó el jesuita Fernando Cardenal, quien dirigió la Campaña de Alfabetización en 1980).
La cartilla de alfabetización se propone enseñar a leer con un lenguaje politizado, siguiendo el método del socialcristiano brasileño Paulo Freire, de la Pedagogía del Oprimido (1970). Pero con un concepto de que la liberación de la relación de opresión es un acto místico de conciencia cristiana, poniendo el cambio subjetivo por delante del cambio de condiciones objetivas de la estructura económica de opresión. Se trata de la “conversión” del opresor por concienciación.
Pero, en la realidad, la campaña de alfabetización, que no tuvo continuidad y el campesinado no adquirió hábitos de lectura, más que para alfabetizar sirvió para movilizar y politizar juventudes. Los que quedaron concientizados en el nacional sandinismo por el método de Paulo Freire fueron los alfabetizadores, que después entraron a las Juventudes Sandinistas donde los esperaba el secretario de las Juventudes Sandinistas Carlos Carrión, el asistente de la campaña de Fernando Cardenal.
Esa campaña de alfabetización, mediante el cuaderno de bitácora que llevaban los alfabetizadores, sirvió para levantar un mapeo de la red de caminos y ranchos en la montaña, censo de la población y sus recursos, que después utilizaría el ejército nacional sandinista17. Y no era la primera vez que esto se hacía en el siglo XX (una campaña similar se había hecho en Cuba, y antes en China Popular). Hubo asesores internacionalistas del Campo Socialista detrás de este plan, cuando todavía creían que podrían superar el nacionalismo sandinista por una imitación de “democracia popular” con partidos políticos, de Europa del Este, y un modelo de Economía Mixta (estatal-privada).
Tener en cuenta que en Nicaragua se produjo una confusión de discurso religioso y político por el gran activismo clerical en el antisomocismo (el somocismo era de ideología liberal y laicismo del Estado, y el clero coincidía con el conservadurismo antisomocista). Pero la intervención del clero en el antisomocismo hizo confundir reformismo social con socialcristianismo. Influyó el movimiento de los “cristianos por el socialismo” que aparecen en Santiago de Chile y en Barcelona a comienzos de los setenta; y la “Teología deliberación”, como se ve en la Carta Pastoral del episcopado el 17 de noviembre de 1979, “Compromiso cristiano con una nueva Nicaragua”18.
Es común leer juicios que atribuyen un socialismo marxista para el nacional sandinismo, pero obedece a una confusión, expresión de las carencias ideológicas. Bajo la consigna “entre cristianismo y revolución [de la Dirección Sandinista] no hay contradicción” se expresa un mesianismo de “Reino de Dios” de la cristiandad feudal del Románico (“cruz y espada”); ideología de una forma jerárquica de sociedad estamental, bajo el clero de “Teología de liberación”, representada por la Asociación del Clero en el Consejo de Estado, y curas en los ministerios del Gobierno y en la Asamblea Sandinista (órgano consultivo, no elegido, de la Dirección Nacional). Ministros de Gobierno clérigos: Ernesto Cardenal-Cultura, Edgar Parrales-Bienestar Social, Fernando Cardenal-Educación, Miguel Escoto-Exteriores.
Buena parte de los 48 militantes de escuadras militares de la Dirección del Frente Sandinista venían del movimiento “cristianos de base” (por ejemplo, el grupo de la Iglesia de Fátima, dirigido por el clérigo Uriel Molina; o de la Iglesia de Solentiname, dirigido por el clérigo Ernesto Cardenal), o procedían del Movimiento Revolucionario [sic] Cristiano del jesuita Fernando Cardenal (alumnos y exalumnos de colegios católicos). Mientras, entre los principales “colaboradores” de la Dirección Sandinista, como algunos miembros del Grupo de los Doce, venían del movimiento “Cursillistas de Cristiandad”19.
La propaganda de estos intelectuales socialcristianos compuso una Historia militarista de heroísmo individualista, “martirio”, de grupos sandinistas desde 1958. Exaltaron el protagonismo de unos pocos sandinistas y sus lugartenientes que asistieron a las milicias populares en las insurrecciones de 1978-79, sin considerar la actividad comunal y ocultando las redes sindicales durante las insurrecciones. Y organizaron la Asociación de Madres de Héroes y Mártires. Subrayar “mártires”, es una cuestión de lenguajes.
Así, olvidan que los sindicatos eran la forma más elevada de organización en las ciudades. Ignoran el papel principal de las asociaciones de vecinos, que surgen espontáneamente en el conflicto, reduciéndolo a unas pocas historias de casas particulares de apoyo a algún cuadro o escuadra de la Dirección Sandinista. No reconocen el asociacionismo vecinal, las “froneras de grupo”, la red social del sistema de parentesco matrilineal, ni la memoria social de la comuna indígena. Sin embargo, como se ha dicho antes, sin considerar sus formas de mutualismo y trueque, ni sus estructuras de grupo, no habrían sido posibles las insurrecciones comunales, y resistir la larga huelga general de los trabajadores (el paro general del gran comercio y la industria)20.
Y repito, no sería extraño descubrir en aquel movimiento vecinal, que muchos eran los mismos activistas del movimiento social somocista, ya que en el momento de la solidaridad se olvidaban las antiguas banderas. En cambio, la ideología del Movimiento Nacional sandinista impuso el olvido del papel del sindicalismo y del asociacionismo vecinal. Sólo adquiría mérito si estaba ligado por determinado individuo a una casa de seguridad de algún cuadro y escuadra de la Dirección Nacional; lo que representaría el reconocimiento de una pequeña minoría, y no el activismo que fue necesario para insurreccionar barriadas y ciudades. Sólo interesaba el régimen de los Comités de Defensa Sandinista y “vigilancia revolucionaria”, bajo la organización vertical de masas de ¡Dirección Nacional oordeene! Lo que determinó este olvido del asocianismo comunal.
Pie de foto: Cartel de Joan Miró "Viva Nicaragua Libre" Comité de Solidaridad de Cataluñacon Nicaragua (COSOCAN).
Dicho de nuevo, lo mismo sucede con la exaltación de la acción militar de cuatro docenas de cuadros sandinistas con capacitación militar, y un centenar de colaboradores, que sería absurdo pretender que hubieran derrotado a un ejército de miles de guardias somocistas, mejor entrenados, con superioridad estratégica y con mayor potencia de fuego. Si la mayor formación militar de la fuerza auxiliar del Gobierno antisomocista en el exilio, el Frente Sur, no superó la guardarraya fronteriza hasta que la Guardia somocista ya se había retirado.
En contra de esta ideología providencialista-cristiana del Movimiento Nacional y del Estado
corporativo, es evidente que hace falta investigar la organización ciudadana (su consistente apoyo
logístico de sindicatos y juntas vecinales) y la valentía de decenas de miles de “muchachos” de las
milicias comunales, que con sus cuerpos más que con armas derrotaron a la Guardia. Pero, más bien, todavía estos últimos años se editan “testimonios” que distorsionan la magnitud social de las milicias populares de los “muchachos”, ocultados para dar reconocimiento a la actividad bajo la Dirección Nacional Sandinista.
Peor aún, cuando no se reduce todo el movimiento insurreccional a ser tributario del entusiasmo del poeta Ernesto Cardenal y el cantautor Carlos Mejía. Por ejemplo, en “Los muchachos en la revolución sandinista”, de de Gilles Bataillon y Vania Galindo21. Con entusiasmo y serenatas de cánticos de cierto gusto, la Guardia somocista no habría abandonado las ciudades, como dicen estos; como tampoco habría bastado con que el puesto de mando “Palo Alto” de la Dirección Sandinista ¡en Costa Rica! enviara unas docenas de “combatientes”.
Tampoco se ha escrito la historia de la solidaridad internacional con la rebelión comunal nicaragüense, formada en torno a núcleos de nicaragüenses en el extranjero, apoyados por partidos
políticos, sindicatos y asociaciones locales. Porque estos comités de solidaridad, en los que había
algunos prosandinistas, su trabajo de apoyo se daba al movimiento insurreccional no al Frente San-
dinista. En España, por ejemplo, hubo comités de solidaridad de nicaragüenses residentes en las
principales ciudades, que divulgaron la lucha del pueblo y enviaron ayuda a la insurrección por diversas vías. Añado a continuación, en este pdf, una nota sobre el comité de nicas de Barcelona.
Pie de Foto: El artista Joan Miró dibujó un cartel para el Comité de Solidaridad con Nicaragua (COSOCAN), del que conservo esta copia impresa en una cartulina adhesiva que distribuía el COSOCAN. La leyenda en catalán, junto a la característica estrella de Miró, dice: Viva Nicaragua Libre, julio 1979.
Las discusiones sobre el carácter de la revolución de los nicaragüenses, entre los comités de nicaragüenses, eran acaloradas. Una ocasión fue testigo de estas discusiones Yevgueni Yevtushenko (Evgeni Evtushenko), quien de paso por Barcelona quizo reunirse con estos activistas. En un modesto restaurante de la calle Cometa del Barrio Gótico de Barcelona, que en el mismo local vivía una madre griega con sus hijos y estos hacían sus deberes escolares en las mesas entre los clientes, Yevgeni tomó un rotulador de fieltro de uno de los chavalos y escribió sobre el repello de yeso de un tabique que, por su corta altura, apenas separaba el comedor de la vivienda: “Compañeros, a la izquierda / pero no más a la izquierda de vuestro corazón”.
Estos comités de nicas, en su mayoría, después apoyaron al Gobierno de Reconstrucción Nacional. Pero de estos comités se escindió una primera parte conservadora o liberal, al comienzo, cuando el sandinismo prometía dirigir una revolución social; hasta que se estancó el movimiento social en un Movimiento Nacional de masas, antidemocrático, y en un Estado corporativo de la “burguesía patriótica” de Unidad Nacional. Por esto, hacia 1981 desparece el primer movimiento de comités de solidaridad, pues la mayoría de quienes se habían sumado a la lucha del pueblo con la dictadura y el movimiento comunal insurreccional de los nicaragüenses, no se identificaban con el nacional sandinismo, ni con el Movimiento Nacional populista ni con su Estado corporativo-partidario.
Después reaparecieron asociaciones de nicaragüenses en el extranjero, pero ya identificados
con el Estado corporativo del nacional sandinismo. En España, la Casa de Nicaragua en Barcelona y
la Asociación Rubén Darío en Madrid, y más tarde la Asociación Catalana de Brigadistas, conscien-
tes de apoyar un proyecto de sociedad agraria estamental.
En fin, contra el movimiento comunal, se impuso la ideología del patrioterismo populista del nacionalismo sandinista antidemocrático, antiliberal y antisocialista. Imposición del sentimiento patriótico como ideología nacionalista excluyente del liberalismo de democracia representativa o del internacionalismo socialista; contrario a la organización autónoma de los trabajadores que no fuera el sindicato vertical sandinista, y contrario a las formas de representación política y libertades de expresión22.
Quien conoció órganos del Frente Sandinista en los primeros años de los ochenta, como el DRI (relaciones internacionales) o la Juventud Sandinista, los Comités de Base y las Secretarías Políticas del Frente Sandinista que operaban en las oficinas y agencias gubernamentales, y el aparato de agitación y movilización de masas (Milicias, sindicatos CST, de vecinos CDS, intelectuales de ASTC, de mujeres AMLAE, de campesinos ATC, etc.), pudo observar una actitud ambigua de los asesores de partidos comunistas del Campo Socialista23 : apoyar el populismo del nacional sandinismo dentro de una coyuntura internacional de Guerra Fría, y preparar cuadros comunistas para una reforma del Frente Sandinista influyendo en los Comités de Base del Frente Sandinista.
Resulta evidente que, desde los primeros meses de 1980, se impuso el realismo de apoyar el proyecto populista de aparato vertical de la Dirección Nacional en la Jefatura del Estado. De modo que, en la década de los años ochenta no tuvo lugar un congreso fundacional de partido Frente Sandinista, en el que sus militantes de los Comités de Base tuvieran participación democrática en los órganos del partido. La Dirección y altos puestos del partido no eran de elección. Se instaló una Asamblea Sandinista de directivos del Movimiento de Masasa, sin representación de las bases, que fungía como órgano consultivo de la Dirección Nacional, y sin poder elegir a la Dirección Nacional.
Para un lector español sería fácil reconocer el aparato vertical de masas del Movimiento Nacional de partido único franquista, las organizaciones corporativas de masas (sindicatos verticales), y adscripción incondicional del funcionariado. La Asamblea Sandinista correspondería al Consejo Nacional. La central sindical CST (Central Sandinista de Trabajadores) de la DN sometida a la política de “conciliación nacional” con el latifundio (la llamada “burguesía patriótica”). La Asociación del Clero tuvo representación con un sacerdote diputado en el Consejo de Estado. Los mencionados cuatro curas ministros, además del jesuita Javier Gorostiaga director del primer Departamento de Planificación.
Pero, bajo los gobiernos sandinistas de los ochenta, la CST ni siquiera consiguió un código de derechos de los trabajadores del campo y la ciudad que sustituyera el Código del Trabajo de Somoza García de 1944 (aprobado en acuerdo con el entonces nuevo Partido Socialista, en los tiempos de la alianza de IIGM, se verá más adelante en “Onofre Guevara, de bandera roja socialista a rojinegra del Sandinismo”). No se consiguió una ley de servicio civil para los funcionarios, que fueron despendidos en la entrada del siguiente gobierno de Violeta Chamorro y su regente Lacayo, en 1990.
Más bien, para poner un ejemplo de la estructura económica, las familias trabajadoras del minifundio fueron tratadas con políticas de crédito como estamento de “pequeños productores”, no asistidos como trabajadores. Esto motivó las sucesivas condonaciones de deuda, como la decretada en Masaya por aclamación popular el 19 de julio de 1982.
Al no existir un congreso que otorgara representación a las bases, ni actas de un mandato programático que obligara a la Dirección sandinista, ni se democratizó el movimiento de
masas, el movimiento social quedó bajo la Jefatura del Directorio Nacionalsandinista de los “nueve” comandantes, el Gobierno de Reconstrucción (1979-85) y el Consejo de Estado.
De este modo, se explica la urgencia de construir una ideología del Movimiento Nacional del Fren-
te Sandinista y del Estado corporativo-partidario bajo la Dirección Nacional Sandinista: una
historia militarista simplificada atribuida a unas docenas de individuos protagonistas como Frente
Sandinista, con unas cuantas acciones magnificadas; y se desconoció la magnitud del movimiento comunal nicaragüense de 1978-79. La auténtica revolución de los nicaragüenses.
Pero aquel régimen nacional sandinista colapsó con la derrota de las elecciones de febrero de
1990. Fracasó un partido Frente Sandinista sin congreso de la militancia, y que no era una formación política electoral sino un movimiento vertical de masas de un Estado corporativo. La razón del colapso fue que el Movimiento Nacional sandinista parasitaba del Estado corporativo-partidario. Disueltos los aparatos del Estado corporativo se disolvió la Jefatura de Estado del Directorio Sandinista, así como las Secretarías “políticas” del partido incrustadas en cada oficina y agencia gubernamental. Desapareció la estructura vertical de aparatos de Estado del movimiento de masas, por el que “bajaban las instrucciones”. Y el Movimiento Nacional de masas desapareció. Sus dirigentes sostenidos por sueldos de funcionarios del antiguo Estado, así como los medios logísticos disponibles, y medios de comunicación, desaparecieron.
Sólo en 1992 se hizo el primer congreso de militancia que fundó el nuevo “partido electoral” (“no de cuadros”) Frente Sandinista. Estructura que hizo desaparecer el papel de la Dirección Nacional de marzo de 1979, y dio origen a divisiones en cadena de pequeños grupos de intelectuales de capas medias (Renovadores y Rescatadores del Sandinismo, y nuevos grupos de comunicación como El Confidencial o la agencia periodística CINCO, más los anatemas y excomuniones dedicados al nuevo partido electoral por curas de Teología deliberación). Luego, en 1996, la dirigente Rosario Murillo inició una campaña de recuperar el movimiento comunal en barrios de grandes ciudades y pequeños municipios, con programas populistas, que le ha devuelto al nuevo Frente Sandinista una base social.
Anexo 1: La comuna nicaragüense por comparación con la Comuna de París de 1871, y la primera Comuna de París tras la Toma de la Bastilla, la Revolución Francesa del 14 de julio de 178924. Los rasgos característicos del movimiento comunal se encuentran en la Antropología Cultural y la Antropología Social, entre todos los pueblos. Aunque se recurre al ejemplo clásico de la democracia de varones propietarios privados de la “polis” griega, y las constituciones (redactadas) de autonomía del “municipio” de la antigüedad romana; se menciona los “comune” del Norte de Italia en la Alta Edad Media, que dieron origen a las ciudades-república del Renacimiento. Los comunes (gemeenten) de larga tradición de la ciudades de Holanda-Países Bajos. El “municipio” castellano25 trasladado a América también tenía cierto carácter comunal, más aún si se suma el derecho de las comunidades indígenas con sus títulos de tierras ejidales. Pero la forma comunal alcanza su mayor expresión cuando asume las funciones del Estado en una liga supra comunal.
Como punto de comparación, la Comuna de París de 1871 es una entre tantas formaciones
comunales surgidas en los últimos siglos, pero es de la que se tiene más información y estudios. Cadacomuna tiene sus propias condiciones de antecedentes históricos y estructura social, es irrepetible. Sin embargo, se pueden hacer comparaciones que resalten lo propio del movimiento comunal nicaragüense.
La primera gran diferencia respecto de la Comuna de París viene de que en Nicaragua la in-
surrección comenzó en las ciudades del “interior” en sucesivas oleadas, no en la capital; y la insu-
rrección comunal cuajó en las barriadas de la capital Managua cuando ya había madurado en el inte-
rior. La segunda diferencia, pero no va en demérito de los nicaragüenses, es la evidencia del bajo
desarrollo político ideológico, por relación a la democracia liberal representativa y el socialismo presentes en la Comuna de París. Si las milicias del pueblo no hubieran entregado las armas a la Dirección del Frente Sandinista que ya se presentó en Costa Rica como fuerza auxiliar de la Junta de Gobierno del antisomocismo en el exilio, el poder popular con un mínimo de organización entre las distintas comunas pudo haber negociado condiciones.
Pero, con todo y el consenso favorable en las comunas que legitimaba a la Junta de los partidos antisomocistas, objetivamente se entregó poder popular a una organización formada en el extranjero que sin ser capaz de crear por sí misma un estado de guerra civil, esperó en el exilio que el pueblo le sacara del fuego la mazorca tostada. Insisto, no se objeta la legitimidad que la voluntad popular habría atribuido a la Junta antisomocista de Gobierno y a su fuerza auxiliar Frente Sandinista, sino la forma invasiva y sin consideración alguna respecto del poder comunal.
Uno de los factores de atraso político ideológico consistió en la aceptación de la influencia del nacionalismo sandinista, carente de desarrollo político ideológico y de organización partidaria;
más la impronta no superada en el pueblo del aventurerismo anárquico de tantos levantamientos
antisomocistas (se ha visto en esta Revista de Temas Nicaragüenses, Nros. 80 y 81, sobre el somocismo y el antisomocismo); y encima, la forma estamental y corporativa feudal de la cristiandad feudal que introdujo la gran presencia del clero de la jerarquía católica. En conjunto, nacional-sandinismo, aventurerismo anárquico y discípulos del clero católico formaron en el movimiento comunal una tendencia político ideológica contraria al liberalismo de representación democrática, a las formas socialdemócratas o al socialismo.
Predominó el conservadurismo y el socialcristianismo, con alguna fraseología equívoca de populis-
mo de izquierdas sin desarrollo teórico-político. De hecho, la mayoría de cuadros de la Dirección
Sandinista, del Gobierno de Reconstrucción y del clero eran de familias conservadoras. Era apenas
lógico que su influencia en el movimiento comunal fuera reaccionaria, antidemocrática y populista.
Los puntos de coincidencia con la Comuna de París se hacen notar en la Declaración de la Comuna al Pueblo Francés (19 de abril de 1871), que enuncia los derechos del pueblo libre y de las ciudades. Condenso el artículo principal de la declaración: “La Comuna es la única forma de gobierno del
pueblo libre... La autonomía de la Comuna en todas las ciudades de Francia, y la garantía de
los derechos de [recursos comunales] de cada municipio, así como la inviolabilidad de los derechos ciudadanos y laborales de todos los franceses... La autonomía de la Comuna no tendrá más límite que el derecho de las demás comunas en la Unidad francesa”.
Este poder autonómico se ejerció realmente en los municipios nicaragüenses, con desobediencia civil y con o sin milicias populares, desde la insurrección de Monimbó en febrero de 1978, en
una secuencia de insurrecciones urbanas, hasta la insurrección general de julio de 1979. La democracia directa, asamblearia, de la Comuna de París “era esencialmente un gobierno de la
clase obrera”, dice Carlos Marx en el “Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores sobre la guerra civil en Francia en 1871”. Pero esto es de sentido común, es normal que los trabajadores asalariados, mayoría en la sociedad, aparecieran como la fuerza principal y mayoritaria en el Consejo de la Comuna. Sin embargo, la composición popular de la Comuna de París de 1871 juntó capas medias de la ciudad, artesanos, intelectuales, pequeños propietarios y comerciantes sin los cuales no se habría liberado la ciudad. Porque, a estas capas medias también las movían resortes de resistencia democrática y contra la opresión económica, junto a los obreros.
En lo que no sería mayoritario el movimiento obrero, es lo que dice Marx a continuación, que la Comuna buscara la “expropiación de los expropiadores”. Aunque fue una de sus tendencias organizativas. El dirigente socialista de la Primera Internacional, Eugenio Varlin, lideraba una parte importante del movimiento obrero de la Comuna. Pero también había dirigentes anarquistas que actuaban como si las sociedades se pudieran transformar con algún acto vindicativo, sin cambiar la estructura económica o con ignorar la organización política del Estado (una causa del fracaso de la Comuna de París, que se repite en la revolución de la Guerra Civil española).
De modo que, un proyecto de la Comuna de París como formación socialista era solamente una de las tendencias internas encabezada por Eugenio Varlin, quien se enfrentaba al modelo de cooperativa que proponían los anarquistas26. En su momento, la Comuna de París fue una asociación de hombres libres en una ciudad liberada, con su bandera roja de las izquierdas y las libertades públicas, pero no llegó a crear consejos de fábrica (democracia de las relaciones económicas que proponían los socialistas), aunque sí alcanzaron formas de autogestión.
Una cita de Marx se ha hecho célebre en la literatura sobre la Comuna de París: “...el Comité Central abandonó demasiado pronto el poder para dar paso a la Comuna. Por escrúpulos, demasiado “honorable”. Pero este levantamiento de París, aún si sucumbe a los lobos, cerdos y viles perros de la vieja sociedad es la mayor hazaña de nuestro partido... Estos parisienses que toman el cielo por asalto..” (en carta a Kugelman, Londres, 12 abril 1871). En otra carta a Kugelman, Marx escribe sobre la Comuna: “La historia universal... sería de naturaleza mística si el azar no desempeñase ningún papel. Unos accidentes, compensados por otros accidentes, forman parte del curso general del desarrollo... entre éstos, cae el accidente del carácter de quienes aparecen a la cabeza del movimiento.. En cualquier caso, se ha creado un nuevo punto de partida de importancia histórica universal” (Londres, 17 abril 1871).
Bajo este aspecto, como tendencia a la organización y formación político-ideológica del movimiento comunal nicaragüense, guardando las debidas distancias, tuvo similitudes con la Comuna de París; particularmente, si se considera el olvidado aporte organizado de sus milicias populares de “los muchachos”, de las distintas centrales sindicales, de movimientos sociales y del asociacionismo vecinal. Aunque una diferencia ideológica muy negativa se apunta del lado nicaragüense, que la Comuna de París fue un movimiento laico; pues, el clero representa formas pre modernas, de jerarquía de estamentos feudales. Mientras en Nicaragua, la influencia del clericalismo fue desmedida, un anticipo del Estado corporativo de sociedad jerárquica estamental.
Sin embargo, ni la Comuna de París (1871) ni las comunas de ciudades y barriadas de los ni-
caragüenses (1978-79) lograron crear la Federación Libre de todas las comunas, que en Nicaragua
habría representado un nuevo Estado democrático. Por la legitimidad que el consenso popular daba
a los partidos políticos antisomocistas, al Gobierno de Reconstrucción en el exilio y a su fuerza auxiliar de la Dirección Sandinista, estos tuvieron la oportunidad de dirigir el nuevo Estado democrático. Pero se ganó el primer objetivo del movimiento comunal de liberar las ciudades y derrotar la dictadura, y se fracasó al aceptar la imposición invasiva de la nueva Jefatura de Estado de la Dirección Nacionalsandinista, que reemplazó la antigua Jefatura de Estado de la Dirección de la Guardia Nacional.
Parte de esta aceptación pasiva se debió al discurso patriotero que unió a la diversidad de
grupos y clases sociales, distrayéndolos de sus propios intereses enfrentados. Parte se debió al culto primitivo del individualismo heroico, el voluntarismo y aventurerismo que había desarrollado el anarquismo violento del “cheguevarismo”. La creencia en la violencia, como en la Guerra Civil española, cuando no funciona la picaresca.
También la suerte del movimiento comunal de los nicaragüenses recuerda la Primera Comu-
na de París: tras la Toma de la Bastilla, la Revolución Francesa del 14 de julio de 1789, las asambleas populares eligen sus representantes entre empresarios, profesionales, artesanos, comerciantes que se declaran en insurrección contra el poder absolutista feudal. Pero sus errores políticos llevan a los conservadores de la Convención de Termidor a acabar con las libertades comunales el 27 de julio de 1794. En Nicaragua, el nacionalismo sandinista y el conservadurismo antisomocista (los socialcristianos y el clero) anularon el potencial de democracia liberal o socialista del movimiento comunal.
Anexo 2: El socialcristianismo entre la militancia del nacional sandinismo.
En la década de los sesenta y setenta tuvo gran repercusión en las minoritarias capas medias nicaragüenses formadas en colegios católicos, el Concilio de obispos católicos que actualizó la dogmática del clero (el “aggiornamento” del Concilio Vaticano II, 1962-65). Este “aggiornamento” cambió la forma antiliberal y antisocialista de la Acción Católica (AC), derivada de la Action Francaise de Charles Maurras; coincidente con el tradicionalismo de la Doctrina Social de la Iglesia en el “Syllabus Errorum-Lista de Errores” del papa Pio IX, 1864, y con la encíclica “Rerum Novarum-De las cosas nuevas” del papa León XIII, 1891. El Concilio Vaticano también evolucionó respecto del Movimiento Social Católico (MSC) de entreguerras, liderado por el Cardenal Desiderio Mercier, inspirador del Código Social de Malinas (1927); quien influyó en la encíclica social “Quadragesimo Anno” (cuarenta años de la Rerum Novarum) del papa Pio XI, 1931.
Recordar que, mientras el tradicionalismo de la AC sirvió a la Falange española y al fascismo
italiano, el MSC desarrolló el sindicalismo de Solidaridad (solidarismo del capital y el trabajo), y el
Movimiento Internacional De Estudiantes Católicos (MIEC). Pero, especialmente, el MSC está en el origen de los partidos de Democracia-cristiana y Socialcristianos, que participaron en la democratización europea occidental de la postguerra (IIGM). En Centroamérica, el MSC estuvo presente en las cartas pastorales de 1928 del arzobispo Bellido de San Salvador, reflejo de la agitación del campesinado que precedió a la movilización de la insurrección campesina de 1932, liderada por el indígena Feliciano Ama y el dirigente Farabundo Martí. En Costa Rica, el Partido Republicano y la presidencia de Rafael A. Calderón Guardia (1940-44) se inspiró explícitamente en el Código de Malinas; respaldado por el arzobispo Sanabria y aliado con Manuel Mora de Vanguardia Popular fundó el Seguro Social y promulgó el progresista Código de Trabajo.
Pero el Concilio Vaticano II se abrió todavía más a la participación de los católicos en todo el espectro ideológico liberal y socialista, no sólo en los partidos democristianos y socialcristianos. Posteriormente, el general de la compañía jesuita, Pedro Arrupe, reunido con los mandos provincia-
les jesuitas latinoamericanos en Río de Janeiro (1967), acordó un proceso de compromiso social lla-
mado “Encuesta social”. El 26 de marzo de 1967, el papa Paulo VI emite la encíclica “Populorum Progressio” (El progreso de los pueblos), centrada en los países “subdesarrollados” del llamado Tercer Mundo. Trata de la función social de la propiedad privada y el derecho de rebelión contra la opresión. En1969, la Conferencia Episcopal Latinoamericana promulgó los “Documentos de Medellín”, mandando la intervención social del clero.
Sobre este fondo de cambio ideológico del catolicismo, en el clero nicaragüense hubo muestras de activismo político, que se reflejó al final de los años sesenta en sus comunicados contra la
represión de la Guardia somocista: Edgard Zúñiga, Francisco Mejía, Francisco Campos, Guillermo
Quintanilla, Uriel Molina, Ernesto Cardenal entre otros clérigos. Pero en los primeros años setenta ya se registra una adhesión explícita de algunos clérigos al nacional sandinismo, y una vinculación directa con activistas de los distintos grupos Frente Sandinista, como viene en las memorias de Ernesto y Fernando Cardenal: Revolución Perdida (2004) y Sacerdote en la revolución (2008).
Para entonces, ya ha aparecido el movimiento Cristianos por el Socialismo (socialismo cris-
tiano, se entiende), con gran desarrollo y participación en el gobierno socialista de Salvador Allende.
Y el año 1971, en la visita de Fidel Castro a Chile, éste se reúne con dirigentes de Cristianos por el
Socialismo, donde observa la creciente intervención política del clero latinoamericano, y dice que la
revolución latinoamericana no se hará sin los católicos. Al mismo tiempo está naciendo el movimiento clerical Teología “de liberación” (que expresa una mistificación del marxismo, ver mi artículo “Antidio Cabal y el Historicismo marxista de una época”; Revista Temas Nicaragüenses, Nro. 78, oct. 2014).
En resumen. En este ambiente surge la generación de dirigentes estudiantiles sandinistas como Dionisio (Nicho) Marenco y Edmundo (Mundo) Jarquín, quienes pasaron por los Cursillos de Capacitación Social del jesuita Solón Guerrero, que los formaban en la Encíclica “Mater et Magistra”, antes de participar en los frentes estudiantiles demócrata cristianos. También, el libro de memorias del clérigo Ernesto Cardenal explica cómo el Grupo Doce estaba compuesto por “cursillistas de cristiandad” (recuerda el concepto de “cristiandad” de las sociedades del románico feudal en un sistema jerárquico estamental, del señor, el clérigo y el siervo). Las memorias del jesuita Fernando Cardenal explican cómo se formaron algunos cuadros del Frente Sandinista en el activismo estudiantil cristiano dirigido por él. Todo es coherente con la formación de los jesuitas españoles en los libros de Xavier Zubiri, y su filosofía social de fundador de las Juventudes de Falange y del Movimiento Nacional, divulgada en Centroamérica por el jesuita Ignacio
Ellacuría.
Además, la formación escolástica de colegio católico (del neoplatonismo de Agustín de Hi-
pona y Tomás de Aquino) determinó las formas mentales de razonamiento y comprensión ideológica de los dirigentes del nacionalismo sandinista. El formato de pensamiento católico neoplatónico pesa mucho en las estructuras mentales de los intelectuales políticos nicas y latinoamericanos, por comparación con los políticos europeos, cuya educación no ha sido predominantemente clerical, ni siquiera en los sistema educativos español e italiano.
En suma, las insurrecciones comunales de los años 1978-79 se vieron influidas por el socialcristianismo de Teología de liberación, que tuvo gran influencia entre los cuadros y colaboradores de la Dirección Sandinista, y en el Movimiento Nacional de masas de los ochenta. Al final, el clero de la llamada “Iglesia Popular” (que progresivamente se enfrentó a la “Iglesia Oficial”) estuvo mejor dotado de formación ideológica, e impuso su influencia sobre la Dirección Sandinista y los partidos políticos antisomocistas del Gobierno de Reconstrucción (1979-85). Y generó una ideología de sociedad jerárquica estamental.
Ver del autor: “Actualidad de la Iglesia Nicaragüense”, en Revista Javeriana (Universidad Javeriana, Bogotá, 1985); “El catolicismo social en Centroamérica 1927-1979” (45 Congreso de Americanistas, Bogotá, 1985). Pero, sobre los setenta y ochenta, interesa más al lector el siguiente capítulo de este pdf sobre el CIAS de los jesuitas en Centroamérica.
Anexo 2. Crítica del relato de mistificación sandinista de la insurrección popular 1978-79.
También podría dar a este anexo el título “La Invención de la tradición”, de Eric Hobsbawn
(The Invention of Tradition, 1983, hay trad. Castellana), que trata de cómo se inventa el pasado desde el poder cuando hay que justificarlo; una especie de mala conciencia que hace aflorar la falsa conciencia. Los Estados populistas de entreguerras (IGM-IIGM) inventaron sus mitologías, y en algún otro Estado han inventado sucesivas ficciones cinematográficas como su tradición. Es una característica de los nacionalismos, y el nacional-sandinismo no fue la excepción.
En la Nicaragua de 1980, a la construcción del Movimiento Nacional y el Estado corporativo-partidario de la Dirección Sandinista los acompañó un relato-mito de interpretación militarista de la Insurrección Popular de 1978-79, como forma de legitimarse. La diferencia entre la proliferación de relatos-mitos de la Insurrección (“testimonios”, en el lenguaje cristiano común de los sandinistas) y el trabajo de Historia radica en el método analítico:
El “análisis concreto de la situación concreta”. El método analítico-estadístico fundamental puede de ser de Historia Económica o de Historia Social, secundado por el método documental o el método comparativo. Mientras que el Historicismo llamado marxista no es más que una filosofía de la Historia, generalmente interpretaciones sociológicas y una idea teleológica del movimiento social
(su moda en Latinoamérica los años setenta, lo comento en “Antidio Cabal y el Historicismo marxista de una época”; Revista Temas Nicaragüenses, Nro. 78, oct. 2014); Karl Popper lo ridiculiza en Miseria del Historicismo (trad. de The Poverty of Historicism, 1944), su crítica es acertada aunque lo confunde con el método de Historia Económica.
Mientras que las “historias de vida” del activista sandinista no superan los límites del horizonte de un determinado punto de vista, ni las limitaciones de comprensión del sujeto del alcance social de la
experiencia individual. Sus relatos-mitos expresan vivencias subjetivas, y el historiador debe situar
esos documentos vivenciales en formas, estructuras y sistemas de relaciones sociales. Sucede lo
mismo con los foto reportajes, cuyo primer plano presenta el horizonte de acontecimientos de quien
invitó al periodista-fotógrafo, en sí mismo no es un documento de la situación concreta.
Estas son algunas de las formas del relato-mito heroico y militarista de la Insurrección:
1. Una frase de Humberto Ortega en la entrevista publicada por Marta Harnecker, “La
estrategia de la victoria”27, expresa la hiperbolización de la función relativa del nacional-sandinismo impuesta sobre el movimiento comunal nicaragüense de 1978-79. Lo más interesante de esta entrevista es que junta la el reconocimiento objetivo del movimiento comunal insurreccional, con argumentos de mitificación de su función personal en la Dirección del nacionalsandinismo, que resultan contradictorios (lo vuelvo a citar con más detalle en este pdf en el capítulo sobre el “negacionismo del movimiento comunal”, representando el sentido contrario de afirmación del movimiento comunal, es un dios Jano de doble cara).
Esta visión, a partir de 1980, se convertirá en la ideología de legitimación del Movimiento Nacional Sandinista y del Estado corporativo-partidario de la Dirección Sandinista. Interrumpo la cita de humberto Ortega con comentarios entre corchetes:
“Sin la unidad monolítica [?] del sandinismo: sin una estrategia insurreccional apoyada en las masas; sin una debida coordinación entre los frentes guerrilleros y los frentes militares de las ciudades; sin una comunicación inalámbrica eficaz para coordinar todos los frentes; sin una radio para orientar al movimiento de masas; sin recursos técnico-militares de contundencia [¿cuáles y cuántos?]; sin una retaguardia sólida para introducir estos recursos, para preparar a los hombres, para entrenarlos [¿cuántos?]; sin actividad previa de triunfos y reveses, como se dio a partir de
octubre de 1977 en Nicaragua, en donde las masas fueron sometidas a la más bárbara represión pero, a la vez, a la más grande escuela de aprendizaje; sin una política de alianzas hábil, inteligente y madura, no habría habido triunfo revolucionario".
Visto el estudio anterior, estas palabras resultan grandilocuentes, por no decir simple oportunismo político. Pero debe notarse que Marta Harnecker, gran teórica de la filosofía marxista, resalta esta frase como síntesis de la entrevista al tiempo que declara su intención: “La entrevista tiene
por objetivo dar a conocer la experiencia político-militar que conduce al triunfo revolucionario... una forma de salirle al paso, a tiempo, a las incorrectas interpretaciones que a menudo se hacen desde fuera, bien o mal intencionadamente, de los procesos revolucionarios. ¿Acaso no ha ocurrido así, por ejemplo, con la Revolución Cubana?”.
Marta es una internacionalista que forma parte de una misión de los partidos comunistas del Campo Socialista, que trabajan por la orientación socialista de la Dirección Nacionalsandinista. Viviendo en Cuba, no desconoce las carencias de formación político-ideológica de la Dirección Sandinista, y estos son los primeros destinatarios de su cuidada edición conceptual de la entrevista. Aunque quizá se le escape que, para estos “comandantes” militaristas, de largo recorrido anárquico y continuadores del anarquismo de Sandino contra todo programa político, su centro gravitacional será el corporativismo partidario. Resultará que aprenden más de las formas del Estado burocrático del nacional-comunismo (estalinismo, maoísmo) de lo que ella pueda sospechar. Advierto que empleo el término “nacional-comunismo” en el sentido que le da Eric Hobsbawn en Historia del Siglo XX; trad. de Age of Extremes 1914-1991 (Barcelona, 1995). Explícitamente, no repito la interpretación trotzkista del estalinismo y el maoísmo, sino desde el método de la Historia Social y la Historia Económica. Por esto cito a Hobsbawn.
Sin embargo, la entrevista de M. Harnecker con Humberto Ortega, realizada pocas semanas
después del 19 de julio de 1979, éste todavía mantiene fresca la experiencia de la insurrección popular, y la vinculación de la Dirección Sandinista con el movimiento comunal de 1978-79. Hay un acto de reconocimiento a las insurrecciones populares como órgano dinámico y activo, el pueblo insurrecto es el protagonista; todavía no ha reducido la insurrección popular a simple marco de la mistificación del protagonismo heroico militarista de unos cuantos cuadros y escuadras de la Dirección Nacional. Esto vendrá con los cultos de Memoria del relato-mito heroico de los caídos, y el protocolo de esta sacralidad (el ritual de invocación: “Presente! Presente! Presente!”), y con la autoproclamación de los comandantes y lugartenientes como representantes del pueblo (¿especie de diputados?) en el nuevo “ejército nacional” (Estatuto Fundamental del 20 de julio de 1979), pronto devenido “Ejército Popular Sandinista” (Decreto 53, 22 agosto 1979). Son estos “comandantes” y cadena demando de sus “comandantes” guerrilleros, quienes en Memoria de los caídos, dirigen los aparatos del Estado partidario.
Lejos de la intencionalidad de la edición de la entrevista por Marta Harnecker, no habrá organización socialista del movimiento comunal, y tampoco la forma representativa liberal de
democracia de libertades públicas que la mayoría esperaría. La cadena de mando de los comandantes de la Dirección Sandinista, a medida que en 1980 se vayan emitiendo una serie de decretos de conformación del Estado corporativo-partidario, irá a generando una visión militarista estamental de la sociedad que mediatizará el relato de una Insurrección subsidiaria del Frente Sandinista y su literatura de gesta heroica. Aunque los historiadores discuten hasta la misma fecha y circunstancia errática de la fundación del primero de los grupos llamados Frente Sandinista, se impondrá una versión fundacional oficial del Frente Sandinista en la que quepan por genealogías
los comandantes de la Dirección Sandinista.
2. Otro relato que conserva cierta frescura de la experiencia de las insurrecciones comunales,
y no pertenece a los relatos-mito de la versión militarista, es el de Francisco Rivera Quintero: La
marca del Zorro (Managua, 1989)28. Aunque su intención explícita desde el comienzo es el accionar de la guerrilla foquista, y explicar de primera mano las condiciones de anarquía de los Frentes Sandinistas que Carlos Fonseca se propone superar los días cuando cae en la montaña. Francisco Rivera refleja en el relato guerrillero cómo los sandinistas de su grupo dejan la guerrilla foquista y pasan a intervenir en la Insurrección Comunal, pero no la convocan, ni organizan, ni dirigen. En el relato insurreccional de Francisco Rivera el protagonismo es de la comuna de los estelianos, y él vuelve a su ciudad Estelí. Se observa el escaso poder de fuego de que dispone la escuadra de la Dirección Sandinista en Estelí, y cómo es la insurrección popular que acuartela a la Guardia. Los GN que no serían capaces de enfrentarse a una ciudad insurrecta, para lo que no estaban preparados sino para una guerra con una fuerza regular que no existió. Pues, sobrevaloraron al sandinismo. El posterior castigo de bombas incendiarias lanzadas desde el aire sobre el centro de la ciudad es una demostración de su impotencia para controlar la ciudad con infantería. Pero el ataque incendiario solamente sirve para interrumpir por semanas el lanzamiento del pueblo a la calle en una nueva Insurrección Final. Esta vez más organizada que la primera.
3. Carlos Núñez, en La Insurrección de Managua: el repliegue a Masaya (1985), a pesar de centrar
su relato en la promoción del nacional-sandinismo, ofrece una idea objetiva de levantamiento popu-
lar en los barrios de la capital, y se concluye que estos “muchachos” de la insurrección de las barri-
cadas están prácticamente desarmados. No hacen una rebelión armada como tantos intentos volun-
taristas y frustrados de acabar violentamente con la dictadura desde los tiempos de Julio Leclaire en
1948, como no acabó con la dictadura el magnicidio de Somoza García en 1956. Los “muchachos” milicianos comunales, casi niños que se retiran de Managua a Masaya con la escuadra de la Dirección Sandinista van desarmados (más adelante se cuantificará y verá en detalle las contradicciones y exageraciones del relato nacionalsandinista de Carlos Núñes). Pero, en negativo, da evidencia de que el pueblo que derrotó la dictadura no lo hizo por las armas sino por la desobediencia civil, y que sus pequeños combatientes acosaban y desconcertaban a las patru-
llas de la Guardia somocista con medios rústicos, en las barricadas más que en trincheras. Las numerosas barricadas en los barrios populares obstruían el paso a los jeep Toyota de las BECAT (Brigadas Especiales contra Actos Terroristas de la GN), y demuestran la actividad de la Insurrección Comunal de las últimas semanas de junio, hasta la huida de Somoza y el colapso de la GN el 19 de julio del 79. Los milicianos francotiradores, que los había y temidos por la Guardia, no se retiraron de Managua como el mando sandinista del Frente Interno.
A Masaya marcharon “muchachos” que temían, ellos o sus familias, las batidas represoras de los GN casa por casa contra el que tenía edad de ser un “muchacho” combatiente de las barricadas de adoquines. Pero en contacto con este minúsculo comando sandinista, serían unos pocos del conjunto de barriadas de Managua29. También se pone en evidencia la escasa labor de asistencia militar de grupos del Frente Sandinista a las barriadas de Managua. No se puede decir que en Managua haya habido una acción relevante del Frente Sandinista en la insurrección comunal.
El mando de la escuadra sandinista se retira desde el barrio El Dorado (en casa de Lesbia Carrasquilla). Y desde 1980 se celebra una conmemoración llamada del “repliegue”, en el lenguaje de la literatura militarista sandinista.
4. En “La insurrección de los niños en Matagalpa”, capítulo de Memorias de la Lucha Sandinista editado por Mónica Baltodano30, se puede observar cómo la narración del activista sandinista tiende a cubrir y velar el relato de la Insurrección Comunal con su mente de experiencia militar. Sin embargo, tras el primer plano de interpretación de su limitado punto de vista subjetivo, aparece lo que sucede fuera de su horizonte de militancia: “Nosotros empezamos a estructurar escuadras en la ciudad... Lo que sucedió es que en ese momento fue tanta la euforia, la efervescencia que la gente no se pudo controlar”31. El entorno comunal aparece aunque sea entre líneas, tras el lenguaje militarista del sandinista que habla de “estructurar escuadras”. Pero lo que hay en el fondo, tras la experiencia individual, es “euforia”, “efervescencia” de “la gente” que el nacional-sandinista “no pudo controlar”. Resulta que la frase tiene más sentido leída al revés de lo que indica la vivencia subjetiva que construye una visión del pasado según el discurso oficial.
El lenguaje militarista del relato-mito habla de “estructurar escuadras en la ciudad... células clandes-
tinas... trabajo conspirativo” y se dota a sí mismo de autoridad, en un plano de superioridad: “preparando al pueblo, a la gente, para una guerra”. Pero se produce una inflexión del discurso táctico del militante y pasa a la comunicación vivencial: “Lo que sucedió es que en ese momento fue tanta la euforia, la efervescencia que la gente no se pudo controlar...” Pero, a continuación, el narrador vuelve a la forma de autoridad y responsabilidad de mando: “y tuvimos que ponernos a la cabeza de las masas, del pueblo”.
Este aire de paternalismo respecto de las masas, aparentemente ingenuo, es la atmósfera ideológica del Movimiento Nacional sandinista, y el principio del verticalismo del movimiento de masas del Directorio Nacional sandinista de los ochenta. Y cierra con el providencialismo religioso propio del Movimiento Nacional, la mitificación y mistificación de la gesta sandinista: “Pero, realmente eso ya estaba contemplado, nosotros íbamos hacia allí... emboscábamos a los BECAT con bombas de contacto, nos volábamos bala con la guardia”.
En otro párrafo, el mismo declarante olvida a la gente eufórica que no puede “controlar”, e in-
venta (literalmente, inventa, como diría Hobsbawn): “...con la Insurrección de Matagalpa... logramos involucrar a la población en el trabajo conspirativo”. Obedece a la norma del lenguaje militarista impuesto por el partido Sandinista, no habla por él mismo sino como nacional-sandinista. Ya no expresa la inmediatez de la conciencia de aquel hecho que escapaba a su horizonte de intenciones. Y delata que este no es el relato del pueblo, sino del intelectual del partido nacional-sandinista, que no es el de aquellas “gentes” insurgentes ignorantes de lo que hacían, se conjugaba con el verbo “conspirar”.
De este modo se usurpa la memoria de la Insurrección Comunal. Y se cae en la autocomplacencia del militante del Movimiento Nacional, que inventa el protagonismo desde su misma subjetividad: “El pueblo nos daba comida, información, las casas para dormir”. Según el nacional-sandinista,
el pueblo no actúa por sí y para sí sino para los cuadros y escuadras de la Dirección Sandinista y para el partido del Movimiento Nacional. El pueblo aparece sometido al sandinista.
Es claro que Memorias de la Lucha Sandinista, docenas de “historias de vida” editadas por Mónica
Baltodano, no es Historia académica. Pero, por eso mismo manifiestan mejor la ideología del nacio-
nalismo sandinista, que después se reprodujo en la Historia académica. Y es la Historia que se estu-
dió o se estudia en las escuelas, como fueron las frases de la Cartilla de la Alfabetización con que
algunos aprendieron a leer y muchos más jóvenes alfabetizadores fueron “concienciados” para entrar a la Juventud Sandinista.
El relato-mito de las “historias de vida” se hace en primera persona, pero según un formato
ideológico. No existe un esfuerzo de comprensión del acontecimiento con una profundidad de cam-
po que supere el punto de vista individual. Ni la editora entrevistadora Mónica Baltodano se cuidó
de esto, si ella misma es parte de esta ideología providencialista socialcristiana (líder del Movimiento Revolucionario Cristiano, del clérigo Fernando Cardenal) y del militarismo del
nacional-sandinismo.
El relato-mito de gesta heroica militarista expresa la forma de relacionarse del militante sandinista con la sociedad. Por ejemplo, cuando dice: “en la Insurrección de agosto no solamente andaban los estudiantes, también obreros... No fue una actividad meramente estudiantil, sino de toda la población”. Aquí aparece en primerísimo plano el joven del movimiento estudiantil, que pone el movimiento estudiantil por delante, concede que hubiera “obreros” (que en Matagalpa serían más peonaje) y reconoce en tercer lugar a la población. Así queda bien ejemplificado el papel de las capas medias y del movimiento de juventudes en la ideología subyacente del Frente Sandinista, y su forma estamental de concebir la sociedad:
a) Sobresale el elemento estudiantil o intelectuales de capas medias (algunos de capas medias-
altas), no se trata de organización de trabajadores obreros o del campo. En esta relación el sandinis-
ta, generalmente un joven con formación intelectual, es el elemento superior, el “guía”, el “jefe” (no
utilizo al azar estos términos que tienen connotaciones históricas).
b) Refleja la forma estamental jerarquizada de movilización de masas del Movimiento Nacionalista:
1. el sandinista (el narrador “Marcos”);
2. el trabajador, que aparece sin organización sindical o partidaria (“también obreros”);
3. el pueblo (“toda la población”).
c) De esta ideología se deriva la forma política del Estado corporativo, jerárquico-estamental,
del Directorio Nacional del Frente Sandinista, constituido con la colaboración del gobierno de los
partidos de los grupos económicos antisomocistas (el Gobierno de Unidad Nacional aprobó los
decretos, antes citados, de la formación del Estado corporativo). El pueblo dividido en estamentos
(atención, no son clases sociales sino jerarquías feudales de oficios y beneficios, títulos y privile-
gios)32.
5. Sobre la primera insurrección de Matagalpa: el 30 de agosto de 1978, en plan de me-
diador, “Mons. Obando recorrió la ciudad para entrevistarse con los líderes de los "muchachos" insurrectos; pronto se dieron cuenta de que la resistencia no tenía un jefe determinado y que algunos de los grupos actuaban por si solos ... Los periodistas que visitaron Matagalpa el día 30 observaron que los combatientes eran jóvenes entre los 14 y los 25 años y algunos de mayor edad”33. Aunque el autor del artículo, Esteban Duque, desconfiando de la potencia del movimiento social, dice: “es difícil imaginar cómo "los muchachos" pudieran haber logrado el grado de organización sin una dirección militar apropiada”. Pero sobre esta suposición no se puede atribuir la organización de la insurreccion comunal en Matagalpa a unos pocos militares sandinistas y sin previa organización social.
Anexo 4. ¿Por qué la escuadra de la Dirección Sandinista abandona Managua y se retira a Masaya?
Que el terremoto de Managua (madrugada del 23 de diciembre de 1972) puso en evidencia el
“terremoto permanente” de los Somoza, era una expresión de aquellos días; y no solamente por la usurpación de la ayuda exterior o el aprovechamiento del negocio de la reconstrucción, sino por el desasosiego en la vida cotidiana. La represión, la arbitrariedad, la inseguridad ciudadana eran el “terremoto permanente”.
De la destrucción del terremoto y de las muertes por causa del terremoto no se tiene unaidea precisa. Se pudo exagerar el número de víctimas para atraer la ayuda internacional, y también
por el imaginario popular en estado de alarma, de lo que se hicieron eco los medios radiofónicos y
de prensa a medida que fueron volviendo a transmitir y circular. Pero no se ha hecho una investiga-
ción del Registro Civil de defunciones. En cuanto a la destrucción de la propiedad urbana, tampoco
hay cifras verificables. De las colecciones de fotografías de los efectos del terremoto que INETER
ha puesto en su página web por centenares, se deduce una destrucción sobre las líneas de fallas; y en parte por el incendio en los mercados centrales, no en la totalidad del centro la ciudad. En la actualidad se conservan grandes edificios en uso que resistieron el terremoto, y otros edificios dañados que se habrían podido rehabilitar. No se ha hecho una investigación del grado de destrucción y de las viviendas en partes alejadas de las fallas.
La Arquitecta Dulce M. Guillén (del grupo PROTERRA) sostiene que: “en 1972, cuando un
terremoto destruyó a la vieja Managua, muchas de las casas construidas con adobe en la capital lograron resistir el sismo... refiere que en el caso de la Managua “terremoteada”, Anastasio Somoza Debayle mandó a botar las casas después del sismo porque estaba entrando el auge del cemento, y el propio Somoza era el dueño de la empresa cementera” (reportaje: “Una arquitecta al rescate del adobe”, en El Nuevo Diario, Managua, 27 de diciembre de 2014).
En efecto, Anastasio Somoza Debayle, autoproclamado Ministro de Emergencia por encima
de la Junta de Gobierno de entonces (le decían “super ministro”), cercó con alambre de púas (alambre espino) y confiscó el antiguo centro de Managua, para derrocar viviendas y comercios. Y con los escombros se hizo el relleno de la Chureca sobre la costa del Lago Xolotlán, con la explicación de que se construiría un puerto (el relleno se utilizó como abocador de los camiones recolectores de basuras domésticas, hasta hace poco una fuente de trabbajo marginal para la industria del reciclaje). La mayor destrucción del centro vacío de la ciudad pudo no ser la del terremoto sino de los tractores del “super ministro” Somoza.
Queda la pregunta si la mayoría de las viviendas podrían haber sido restauradas, si no esta-
ban sobre las fallas. En una ciudad que quedó descentrada. Pero la cuestión es ¿por qué Somoza cercó la ciudad destruida, el centro antiguo de Managua? ¿para impedir su reconstrucción y obligar a construir viviendas y comercios en suburbios de Managua? ¿la ciudad se pudo haber reconstruido igual que se reconstruyó en los suburbios, cerca de las mismas fallas? Porque se debe añadir que había una industria de la construcción del grupo de capital antisomocista, y tanto beneficiaba la reconstrucción a intereses del Grupo Banamérica como del Grupo Banic, Somoza no era el único capitalista.
Se junta a estos intereses de la industria de la construcción que menciona la arquitecta Dulce
M. Guillén que hay un dato que tomo de un libro del economista John K. Galbraith: The Economics of Innocent Fraud: Truth for Our Time (2004). Hay traducción castellana: La economía del fraude inocente: La verdad de nuestro tiempo (2004). Este libro de J. K. Galbraith puede dar una idea plausible del por qué se terminó de destruir el centro urbano de Managua, que a la larga determinó que la insurrección popular en Managua se hiciera por barriadas aisladas; y por qué la escuadra de la Dirección Sandinista no pudo establecer bases en tantas insurrecciones dispersas, debiendo retirarse de Managua casi cuatro semanas antes de la liberación de la capital por su propio movimiento comunal.
John K. Galbraith, en La economía del fraude inocente , explica por qué se descentró las capas medias de las ciudades norteamericanas hacia suburbios los años 50, en la posguerra. No
solamente porque la industria del automóvil haría negocio aumentando los desplazamientos, sino
por motivos, de seguridad nacional y defensa exterior. Fue consecuencia de los grupos de estudio, en que Galbraith había participado, que analizaron el efecto de los bombardeos sobre población civil alemana en la IIGM (todavía no se había aprobado el Convenio de Ginebra de Protección de Civiles en Guerra de 1949), que había minado los recursos humanos de técnicos de la industria. Y también se sabía para entonces que las ciudades universitarias fuera de las ciudades disminuían la posibilidad de revueltas del movimiento de juventudes.
La determinación de Somoza de descentrar Managua, y no permitir la vida en el antiguo
centro urbano, pudo venir determinada por una suma de diversos intereses. Incluido un motivo de
estrategia y seguridad. Sin embargo, lo cierto fue que la estructura de suburbios de Managua, con todo y la gran concentración de un anillo de protección de miles de Guardias somocistas, no impidió la insurrección del movimiento comunal en las barriadas. Y como se ha visto, que Managua fuera liberada por los “muchachos” de las milicias comunales, con escasa participación de algún elemento de la Dirección Sandinista. Porque Somoza pensó una estrategia de guerra, no de movimiento comunal.
Pero las barriadas populares de Managua ya estaban descentradas antes del terremoto en las nuevas zonas residenciales, la nueva planificación urbanística de Somoza sólo descentró a la población de capas medias. Y la insurrección comunal de Managua la hicieron las barriadas populares de la periferia, con escasa participación de capas medias, al no haber centro urbano. Luego, se debería de observar si en las otras ciudades que se dieron las principales insurrecciones con asistencia de cuadros y escuadras de la Dirección Sandinista, estos fueron a dar asistencia más bien a sectores de capas medias de barrios céntricos. Mientras que en Managua se ecnotraron con el pueblo llano, en León y Masaya conectaban con capas medias de centros urbanos. Estableciendo diferencias con las milicias de “muchachos” de insurrecciones comunales de barrios periféricos, pero sin los cuales no se habría sostenido la defensa de los centros urbanos.
A modo de hipótesis derivada de la anterior conclusión: la identificación del sandinismo con las capas medias de los centros urbanos pudo condicionar la primera forma de organización y conformación del Movimiento Nacional sandinista. De donde viene el fuerte carácter de capas
medias de sus dirigentes agitadores del movimiento de masas. Porque en esas semanas de julio de
1979 se formó el conglomerado de nuevos militantes del Frente Sandinista. Un partido
completamente nuevo, fundado en el Estatuto Fundamental del 20 de julio de 1979 (pues no existió
antes como partido político).
Esta composición social de capas medias pudo condicionar el relato-mito de las “historias de
vida”, que hablan en tercera persona de los obreros, los campesinos, el pueblo, las masas. Una
declaración ideológica que refleja lo poco popular que puede ser el populismo. Razón de la omisión
y olvido del movimiento comunal del pueblo. Es una deuda estudiar, reconocer y divulgar el movimiento comunal 1978-79. Celebrar actos conmemorativos y hacerlo presente en las ciudades.
Anexo 5. La indefinición ideológica de Sandino y el sandinismo
Carlos Fonseca-Terán, en La Perpendicular Histórica (Managua, 2011), fuerza los conceptos
para introducir en el pensamiento de Sandino un proyecto político y partidario que supere su anar-
quismo. Como no lo consigue, inventa una excusa para encubrir una forma de anarquismo vergon-
zante de Sandino y del Frente Sandinista.
1.- No es difícil relacionar el pensamiento de Sandino con la lucha de clases, como hizo antes
Carlos Fonseca [Amador] con el Ideario Político de Sandino (San José, 1979; Managua, 1984). Sus
proclamas expresan un contenido ideológico clasista, pero eso no convierte a Sandino en un político
de Política Económica marxista. No es lo mismo una expresión ideológica sintomática de una lucha
de clases que una teoría de Política Económica y partido clasista.
2.- Se menciona la frase de Sandino definiéndose “comunista racionalista”, lo que no repre-
senta ninguna definición partidaria política; y si tuvo la intención de formar una partido sobre esta
definición no cambiaría su carácter anárquico. Aunque en “Plan para la realización del supremo sueño de Bolívar” hace una paráfrasis del título “Imperialismo fase superior del capitalismo” de Lenín (ver Revista Temas Nicaragüenses Nro. 78, oct. 2014), pero una frase no hace un discurso de leninismo. Sólo recuerda que circustancialmente, había vuelto de las montañas de las Segovias a México y había sido atendido por el Partido Comunista de México.
3.- Sandino criticaba el bipartidismo liberal conservador de canallas, cobardes y traidores, pe-
ro no formuló una alternativa política. Tenía más bien un concepto militarista-violento del poder, y
no de toma del poder empezando por una organización clasista o un movimiento social: “Nuestro
ejército se prepara para tomar las riendas del poder nacional,... [la] organización de grandes cooperativas de obreros y campesinos nicaragüenses... Proclamaremos la Unión Centroamericana, bajo el nombre de Comuneros Centroamericanos, regida por la acción de obreros y campesinos... Soy partidario de que la tierra sea del Estado”. Esta proclama no da para definir un programa de lucha de clases de carácter marxista, lo mismo que una comuna hippie en la isla Solentiname, del poeta Ernesto Cardenal, no sería necesariamente una expresión de socialismo. Sandino no organizó partido ni movimiento social, no superó el anticolonialismo.
4.- Aunque esta cita tiene más consistencia teórica: “Quiero... bienestar social de la clase trabajadora, que... ha sido siempre explotada... La clase trabajadora de toda la América
Latina sufre hoy una doble explotación: la del Imperialismo... y de las burguesías nativas... El capitalismo norteamericano ha llegado a la última etapa de su desarrollo, transformándose, como consecuencia, en imperialismo... con la creciente presión por parte de los banqueros yankees... Sólo los obreros y campesinos irán hasta el fin, sólo su fuerza organizada logrará el triunfo”. “Mi ideal campea en un amplio horizonte de internacionalismo... de acuerdo con las resoluciones del Congreso Mundial Antimperialista de Francfort [de la Internacional Comunista]”. Pero son frases sueltas.
4.- Esto concuerda con el hecho de la falta de entendimiento de Sandino con Frabundo Mar-
tí, del partido comunista salvadoreño. Sandino lo reconoció: “Farabundo insistía en transformar mi
lucha en una lucha por el socialismo. Estaba de acuerdo con todas sus ideas (...), pero le explicaba
que por el momento no era eso lo que cabía”. Para esto, Carlos Fonseca-Terán repite la excusa de
indefinición política de Carlos Fonseca [Amador] (fundador del primer Frente Sandinista), que el marxismo que conoció Sandino eran “politiqueros disfrazados de marxistas”. Pero no se puede decir esto de Farabundo Martí, ni de los comunistas que pudo conocer Carlos Fonseca en Moscú o la Habana. Es una petición de anarquismo vergonzante (lo explico en análisis de los documentos del Frente Sandinista seleccionados por Tomás Borge en Paciente Impaciencia, ver Revista Temas Nicaragüenses Nro81, enero 2015).
Nota: pongo entre corchetes el apellido del padre ausente de Carlos Fonseca para diferenciarlo en las citas de Fonseca Terán.
Anexo 6: Las exageraciones en el lenguaje de los nacionalsandinistas.
Una “noticia” de la radio sandinista reproducida por La Nación en el resumen de agencias del 11 de julio en la pág. 17A dice: “que los guerrilleros podrían crear un infierno en Managua si sus fuerzas en el norte y el sur del país llegan a Managua”. Por suerte esto no fue más que lenguaje de fanto-
chada, que demuestra la baja calidad de formación ideológica del nacionalsandinismo, porque los managua no se merecían más amenazas de infierno del que ya tenían con Somoza, y no
existía la necesidad de crear otro infierno en Managua. Somoza huyó, su sucesor huyó y la Guardia
somocista se auto disolvió por obra de la insurrección comunal de los nicaragüenses, después trai-
cionada. Desafortunadamente, cuatro docenas de militantes sandinistas con su Dirección conjunta ocuparon el vacío de la Guardia.
León, del 23 de julio 1959 a la insurrección comunal 1978 - 197934
En León, la insurrección comunal estuvo vinculada al movimiento estudiantil, marcado por la tragedia del 23 de julio de 1959, y sin consejos de obreros. Mientras que en las insurrecciones de sociedades con desarrollo industrial, los consejos de obreros forman la columna vertebral del movimiento comunal. En el control municipal de las comunas de León en setiembre de 1978 y junio-julio de 1979, no sobresale el movimiento obrero sino el movimiento estudiantil35. Y si acaso hubo una participación sindical, estos sindicatos eran de reivindicación de grupo social, y no organización de clases trabajadoras obrero-campesinas. No aparece una vanguardia de partido político de clase trabajadora sino, más bien, la asistencia de un movimiento armado de origen estudiantil, el Frente Sandinista. Tampoco aparece un respaldo de partidos políticos de democracia liberal. Por lo cual, tampoco hay indicios de un movimiento de democracia representativa en la revolución de las comunas y sus “muchachos”.
La movilización comunal fue espontánea, y en gran parte de Nicaragua fue pacífica. En la mayoría de municipios la Guardia Nacional (GN) se acuarteló o huyó, y la toma comunal del poder municipal a lo largo de los meses de junio y julio de 1979 fue pacífica. Sólo en unas pocas ciudades hubo enfrentamiento armado de los “muchachos” contra los cuarteles de la Guardia. Porque la virtud del movimiento comunal de desobediencia civil y autogobierno, consistió en que la Guardia no tenía un oponente visible, ni una trinchera que atacar. El silencio y las sombras, el vacío de las calles, la población que organiza su autonomía ausente del espacio público, era un enemigo invisible e imbatible. Si no en la primera insurrección, lo sería en la siguiente.
La insurrección no la organizó ningún frente guerrillero con sus pocas docenas de cuadros en el territorio nacional. Y tampoco hubo frentes de guerra, como se pretendía ante la prensa, con mapas que ponían los nombres de puntos cardinales de Frente Norte, Sur, Occidental, simulando ocupación de territorio. Porque no hubo una guerra de posiciones de ocupación del territorio, sino movilización de vecindarios urbanos. Al comienzo, el mismo Humberto Ortega reconocía en entrevista con Marta Harnecker a pocas semanas de la toma del poder, que la iniciativa insurreccional fue de las masas, y que los pocos cuadros del Frente sandinista la secundaron36.
Aunque Humberto Ortega, en la entrevista, ya se atribuye que los “comandantes” se pusieron como “vanguardia” insurreccional. Lo que representa no reconocer la magnitud y profundidad del movimiento comunal, ni en las pocas ciudades que hubo participación armada de cuadros del Frente Sandinista, ni en las docenas y docenas de municipios que el poder del Estado dictatorial se disipó ante el movimiento comunal que rigió los meses de junio y julio de 1979, y los pequeños cuarteles municipales de la GN simplemente quedaron vacíos.
En algunas de las ciudades insurrectas de Nicaragua se hicieron presente los escasos cuadros del Frente Sandinista, aquellos que no se encontraban en Costa Rica como fuerza auxiliar de los partidos políticos tradicionales del Gobierno de Unidad Nacional en el exilio, ni como Frente Sur en territorio costarricense. Porque el número total de cuadros del Frente Sandinista consistía en los nueve que aparecen nombrados “comandantes” en la formación de la Dirección Nacional (San José de Costa Rica, marzo de 1979), más sus comandos con formación militar que en total no sumaban cuatro docenas de guerrilleros. Cuatro meses después, al momento de la toma del poder el 19 de julio, en la cadena de mando hay solamente treinta y siete “comandantes guerrilleros”37. Porque todos eran comandantes, aunque no todos los cuadros del Frente recibieron el grado de “comandante guerrillero”, sólo los que se incorporaron a la cadena de mando del nuevo Ejército Popular Sandinista. Y si los cuadros militares del Frente Sandinista no eran más de cuatro docenas para las insurrecciones de 1979, es porque estos eran los sobrevivientes de una larga lista de caídos en la guerrilla, de vidas valiosas de hombres generosos que no encontraron mejor camino para la lucha política democrática.
La prueba está en los reportajes fotográficos de las acciones del Frente Sandinista (ver pruebas fotográficas38), donde se distingue a unos pocos y contados cuadros militares del Frente Sandinista en territorio nicaragüense, uniformados y con armas de guerra. Mientras los millares de “muchachos” de las comunas populares iban mal armados con pistolas de defensa personal y rifles de caza menor (ver Temas Nicaragüenses Nro. 83: “La forma comunal de la insurrección popular en Nicaragua 1978-79”).
Por otra parte, el único intento de ocupar territorio por el Frente Sandinista, en una guerra de posiciones, fue una masacre completa de la “columna Jacinto Hernández”, quienes debían abrir el “Frente de Nueva Guinea”, al Sur del Río Rama. Una “columna” que en las fotografías resulta ser de escaso número, y sin una infraestructura logística, que no pasaría de ser un foco guerrillero con combatientes improvisados. El periodista Edmundo Icaza, en el citado blog, menciona diferentes testimonios sobre este “Frente de Nueva Guinea”: salieron de Los Chiles en Costa Rica, y el primer contacto con la Guardia lo tuvieron en El Chacalín, después de ser victimas de “envenenamiento”: “la gente del lugar en complicidad con la Guardia, a varios miembros de la columna les dieron de comer nacatamales mezclados con una planta llamada "camotillo" y en su marcha sufrieron nauseas, vómitos y diarreas hasta quedar completamente deshidratados, sin fuerzas. En esas condiciones los masacró la guardia, el 17 de de mayo de 1979”. Un acto de irresponsabilidad del mando militar sandinista, voluntarismo aventurero.
No hubo más guerra de posiciones, de ocupación de territorio. La mediática y fotogénica formación del Frente Sur, bajo Edén Pastora, se mantuvo astutamente al Sur de la frontera de Peñas Blancas. Ocupaban territorio costarricense. No pasó la frontera hasta después que se retiró la GN de Peñas Blancas ya en la tarde del 19 de julio 1979, y no entraron en Managua hasta el 20 de julio (ver Temas Nicaragüenses Nro. 83: “La forma comunal de la insurrección popular en Nicaragua 1978-79”). Pero, el aparato de comunicación de prensa, y la emisora de “Palo Alto” en territorio costarricense hacían parecer la existencia de un ejército del Frente Sandinista en una guerra de posiciones de distintos frentes de guerra. Esto fue “guerra sicológica”.
En fin, que las pruebas fotográficas de la insurrección muestran pocos cuadros militares sandinistas, reconocibles por ir uniformados y con armas de guerra, junto a “muchachos” espontáneos de los barrios. Lo que demuestra un papel auxiliar de las armas respecto de la insurrección comunal de los “muchachos”, y que la insurrección no consistió en combates de trincheras sino en desobediencia civil del Estado dictatorial, y en organización comunal de la política municipal. De hecho, la construcción de una narrativa bélica, de exaltación partidaria propagandista, tardó en aparecer hasta pasados los primeros meses del año 1980. Cuando ya se había roto la Junta de los partidos de Unidad Nacional y el primer Gobierno de Reconstrucción, y la Dirección Nacional del Frente Sandinista comenzó a ejercer abiertamente como Directorio de Estado sobre la Junta y el Gobierno de Reconstrucción. Aunque, ciertamente, ya existía en la mente del pueblo un imaginario magnificado de la valentía de unos pocos sandinistas que, durante dos décadas, se habían enfrentado a la temida Guardia Nacional en acciones guerrilleras. Pero el movimiento insurreccional, más que acciones armadas, fue un movimiento comunal.
En la “insurrección final” del 4 de junio de 1979 en León hay suficiente documentación fotográfica que, no solamente relativiza la participación del Frente Sandinista con unos pocos cuadros, frente a la dimensión del movimiento de los “muchachos”; sino que también la crónica de hechos relativiza la versión militarista sandinista, cuando se analiza que el enfrentamiento con la Guardia duró poco más de 48 horas, del 4 al 6 de junio. El 6 de junio los guardias se acuartelaron en el Comando de León, en La 21 y el Fortín. A partir del 6 de junio las comunas vecinales organizan la vida ciudadana con la Guardia recluida. No hay más fotos ni crónica de enfrentamientos con la GN.
El 9 de junio de 1979 sale al aire Radio Venceremos, con los trasmisores y la antena situada en un barrio de León, bajo la dirección de Edmundo Icaza (autor del citado blog). Este cronista registra que la instalación “la bombardea el Push and pull [avioneta bimotor, Cessna Skymaster, con una helice tractora delante y otra propulsora detrás, de ahí su nombre en inlés] y un cohetazo... averió la antena... [Pero Radio Venceremos] Vuelve a salir el 12 de junio y no volvió a callarse”. Insisto en que hay unos radiotrasmisores de la comuna insurreccional emitiendo dentro de la ciudad, cinco días después de iniciada la insurrección, y con la GN acuartelada. El 19 de junio, la Guardia abandona el cuartel de la “21” y pasan al cuartel principal del Comando. El 20 de junio, el grueso de la Guardia abandona el Comando en León y lo toman los insurgentes, casi un mes antes de que el último Somoza huya de Managua el 17 de julio de 1979. El 20 de junio es la fecha de la liberación de la ciudad. Repicó la Campana Mayor de la catedral y todas las campanas de león.
El 7 de julio de 1979, la Guardia abandona el Fortín de Acosasco en las afueras de León, y cae en manos de los insurgentes. Mi conjetura es que la GN se acuarteló e hizo un repliegue con la vana intención de que se concentraran las fuerzas insurgentes, y volver a atacarlas con artillería y medios aéreos como había hecho para terminar con la insurrección del 9 de setiembre de 1978. Pero la cuestión principal es que los cuadros del Frente Sandinista tomaron los cuarteles de la Guardia, sólo después de que estos los abandonaran. Desde el seis de junio no se ha registrado acciones importantes contra la Guardia. Las comunas han tomado el poder, y si unos pocos cuadros del Frente Sandinista controlan la ciudad, este poder fue cedido por las comunas de los barrios.
La versión militarista, extrapolada de unas pocas acciones documentadas y de ámbito limitado, falsea la dimensión de la insurrección comunal y la actuación de los “muchahcos”. Por lo que, el movimiento de los “muchachos” debió de ser muy superior en número, respecto de lo que demuestran las fotos y reportajes de prensa, que se centran en la figura de unos pocos cuadros del Frente Sandinista y unas pocas acciones. Porque no se ha cuantificado la participación de los “muchachos” ni su base social en las comunas de los vecindarios. Tampoco se distinque en los escenarios de la insurrección de los “muchachos”, cuando se ve los reportajes fotográficos de la destrucción, qué parte de los incendios correspondió a las sucesivas acciones incendiarias y de saqueo contra las propiedades de los afines al régimen somocista. Porque no toda la destrucción en los centros urbanos fue “bombardeo” de la Guardia. En Estelí, Masaya y León los reportajes periodísticos simplemente atribuyen toda la destrucción en el centro urbano a la guerra de la GN, que ciertamente utilizó artillería, bombas incendiarias y medios aéreos. Pero hace falta analizar las formas de resistencia que emplearon los “muchachos” del pueblo. Lo mismo vale para decir que se debe poner números de estadística social de la participación comunal, lo que permitiría superar los discursos de la propaganda partidaria de héroes y de individualidades. Así se podría establecer el grado organizativo del movimiento comunal, redes sociales, fronteras de grupos, estructuras asociativas, y valorar cualitativamente el movimiento de los “muchachos” en las insurrecciones populares de 1978 y 79.
Falta una investigación histórica completa, alejada de la literatura de exaltación heroica y de la narrativa de “testimonio” subjetivo de los que cuentan con emisoras y medios impresos. Hay que dar la voz a las masas insurrectas. Por el “estado de la cuestión”, sólo es posible elaborar algunas hipótesis, a la espera de su demostración, para el caso de la insurrección de León:
a) el movimiento comunal en la ciudad de León, en las insurrecciones de setiembre de 1978 y junio – julio de 1979, más que por consejos de obreros, se articuló mediante el movimiento estudiantil;
b) influyó la condición de ciudad universitaria, generadora de redes de relaciones y una economía de servicios (incluido el lavado de ropa a mano, el hospedaje en casas humildes y los comedores familiares atendiendo estudiantes, para una proporción elevada de estudiantes foráneos por número de habitantes)39;
c) estas redes sociales del movimiento estudiantil y estructura de servicios serían determinantes en la articulación del movimiento comunal con la asistencia de cuadros del Frente Sandinista;
d) la represión sangrienta de la manifestación del 23 de julio de 1959 creó una memoria y una conciencia social, un lenguaje de identidades solidarias (y discriminación) en la ciudad, prácticas y estructuras de un sistema organizativo que culminan en la movilización de la insurrección final del 4 de junio de 1979;
e) cabe preguntarse qué vínculos tenían los partidos de la Unidad Nacional en el exilio con las comunas leonesas y sus “muchachos”, cuando instalan ahí su Junta de Gobierno del 16 al 18 de julio 1979. Si la ausencia de liderazgo de los partidos políticos tradicionales en el movimiento estudiantil determinó una carencia de objetivos y estrategia democrática en el movimiento comunal, y el escaso valor que se otorgaría a los partidos de Unidad Nacional representados por la Junta de Gobierno.
Antecedentes del 23 de julio de 1959. En Nicaragua hubo conspiraciones armadas contra la dictadura, antes que las muertes y los heridos por la represión de la manifestación de universitarios del 23 de julio de 1959 en León. Pero aquellas conspiraciones no superaron la esfera de la acción anárquica del heroísmo individual o de pequeñas agrupaciones, no tuvieron repercusión de efectos directos en el movimiento social. Fue el caso del levantamiento del 4 de abril de 1954, que llevó a la cárcel, la tortura y asesinato del grupo de los hermanos Báez Bone y Pablo Leal. Levantamiento que no tuvo más secuelas sociales que el impacto sicológico.
El 21 de setiembre de 1956 se produce en León el magnicidio por Rigoberto López, que tampoco tuvo repercusión directa en el movimiento social, aunque dio origen a una represión sistemática de dirigentes antisomocistas. Es sintomático que en una ciudad universitaria, semejante acción no agitó el movimiento estudiantil, lo que indica un desfase entre la acción magnicida y su resonancia social. La muerte del dictador más bien consolidó la sucesión de la dictadura en sus hijos, que incrementaron la represión. Estos son los efectos del anarquismo, que es contrario a la forma de organización democrática liberal, y del aventurerismo que es contrario a la organización internacionalista del movimiento obrero y la movilización social (como se vería después en los sesenta y setenta con el cheguevarismo latinoamericano de enmontañados, en huida permanente alejados de la sociedad). Porque, antes que la violencia anárquica, la sociedad busca el consenso con estrategias políticas, hasta que se dan por agotadas las vías pacíficas. Pues, la prohibición del homicidio es un principio y fundamento de la vida social.
La represión violenta de la manifestación del 23 de julio de 1959. Meses antes de la manifestación del 23 de julio del 59, desde el curso de 1958, se organizaron varias manifestaciones universitarias contra la dictadura. En junio de 1959 se produce el “desembarco” de Olama y Mollejones de un grupo aerotransportado, pero sin estrategia alguna y sin consecuencias directa sobre el movimiento social. También ese mes de junio de 1959 cae herido en una guerrilla Carlos Fonseca. Pero en este caso se trata de un estudiante de la UNAN, lo que da motivo para la manifestación del 23 de julio de 1959. El desenlace trágico de esta manifestación contra la dictadura tendrá repercusión en la integración del movimiento estudiantil sobre el movimiento social de León.
La represión de la manifestación del 23 de julio de 1959 resulta en cuatro muertes de universitarios, cuarenta heridos de distintintos sectores leoneses, y una profunda conmoción social. Soy testigo desde la terraza esquinera del Colegio San Ramón, frente al Parque Central, ver cómo la fiesta de los “pelones” ha pasado por el mercado y por el costado Sur de la catedral. Ya en el parque, se remojan en la pila de agua del monumento a Máximo Jeréz y se disuelven40. Al poco rato aparecen unos manifestantes a los que se enfrentan unos guardias salidos del Comando frente al parque central. Los manifestantes están situados en el ángulo Noroeste del parque central entre las esquinas de la Cafetería Prío, Librería Recalde y el Club Social. Recuerdo la nube de humo de gases lacrimógenos lanzados sobre los manifestantes y el sonido de los disparos. Poco antes habían bajado del bus del Colegio Calazanz unos estudiantes de secundaria, de los que algunos se sumaron a la manifestación. Ahí muere Eric Ramírez, hermano mayor de dos compañeros de primaria del Colegio San Ramón, Milton y Byron. Al día siguiente, ayudando a atender heridos en el Hospital San Vicente de Paul encontré herido en un muslo al estudiante del Calazanz Celan Ordóñez.
Pero lo que más recuerdo del 23 de julio de 1959 es el impacto en las mentes de aquella generación de estudiantes leoneses, que ya no se borró. Causaba gran impresión que, en las redadas de la Guardia, un compañero de primaria había amanecido preso; y más aún, el ambiente general de gran tragedia de una juventud demócrata. En las fotografías de ese 23 de julio se observa gente del pueblo entre los manifestantes y los guardias. Fueran curiosos o identificados con la manifestación, a partir de ese momento son los testigos inmediatos de una acción que conmociona a todos los leoneses. Particularmente a las capas medias y bajas integradas a la economía de servicios de la población universitaria. La memoria y la experiencia del 23 de julio de 1959 debió consolidar con un signo político de resistencia contra la dictadura las redes sociales de universitarios y familias leonesas de todos los sectores, que fueron las que canalizaron las insurrecciones de León con mayor grado organizativo que en otras ciudades nicaragüenses.
Pie de foto: Sorprende el aspecto infantil del rostro del soldado en el centro de la foto, casi inocente de lo que está sucediendo, dominado por un poder enajenante. Antes
Impacto político en el medio universitario leonés del 23 de julio de 1959. En torno a esa fecha de 1959 (las fechas no son claras, si nos atenemos a la autobiografía de Tomás Borge: La Paciente Impaciencia) se inicia una desviación del movimiento estudiantil universitario vinculado a la Juventud del Partido Socialista (internacionalista), por una “célula” de Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomás Borge, que cambian internacionalismo por nacionalismo, y posponen el objetivo de Revolución Social por el democratismo de acabar con el régimen dictatorial somocista. Pasados unos años adoptarán el nacionalismo y anarquismo de Sandino, al extremo que ya no se organizan en partido político, ni partido democrático ni partido socialista. Adoptan rasgos del populismo nacionalsocialista, interclasista, contrario al internacionalismo y al clasismo obrero-campesino del PSN. Una secuela de este posicionamiento contrario al socialismo es que, trece años después, cuando Carlos Fonseca y otros guerrilleros sandinistas caen presos en San José, ni el movimiento estudiantil de izquierdas, ni el poderoso movimiento obrero de Costa Rica se identificaría con los detenidos, ni con un mínimo gesto (sobre la ideología errática de Carlos Fonseca, ver en Temas Nicaragüenses Nro. 86: “Señas de la formación política de una generación de intelectuales”).
Por esos años habían aparecido Movilización Repúblicana y Juventud Democrática. También relacionados con las Juventudes del Partido Socialista (PSN). Pero siguieron la misma tendencia de adoptar objetivos democráticos, o más bien un democratismo, porque no se adpataban al modelo del liberalismo sino del populismo y nacionalsocialismo. Hasta el año de 1979 se drenarán cuadros de la Juventud Socialista hacia el aventurerismo y el populismo, abandonando la lucha por las condiciones concretas de los trabajadores, bajo un ideologismo abstracto. También en la década de los años sesenta, apareció Fuerzas Armadas Revolucionarias de Nicaragua (FARN), encabezadas por Jacinto Baca, quien cae cerca de León, en Malpaisillo, el 9 de noviembre de 1969. Las FARN pretendían corregir la estrategia de trabajo legal del Partido Socialista en el movimiento obrero, por un movimiento revolucionario cheguevarista en la ilegalidad. Pero no encontraron la mínima base social, ni las condiciones de desarrollo obrero-campesino. Las FARN serían la demostración del fracaso de los aventurerismos por la vía armada.
De aquellos movimientos guerrilleros sobrevivió el Frente Sandinista de Carlos Fonseca, quien intentó formar un Frente Nacional, pero nunca llegó a cumplir con el objeto de esta denominación, de aglutinar diferentes partidos políticos. Más bien, evolucionaría hacia el nacionalismo y el nacionalsocialismo. Demostró la inercia nacionalista, dedicándolo a la invocación de Sandino, por cuyo anarquismo y rechazo de consenso con los partidos políticos no dejó ninguna forma de organización política. Este Frente Nacional era lo contrario de los Frentes de Liberación Nacional de la posguerra, que eran coaliciones de partidos políticos democráticos y socialistas, y no solamente guerrillas foquistas. Fue así, hasta la aparición de la llamada Tendencia Tercerista, de uno de los varios Frente Sandinista, que estableció una alianza pluripartidista de Unidad Nacional en 1979. Pero este movimiento populista encontraba refugio y reconocimiento en países socialistas, no por su definición ideológica sino por su posicionamiento en la Guerra Fría, lo que dio lugar al equívoco de que fueran “comunistas”.
Las anárquicas agrupaciones sandinistas, organizaciones guerrilleras de diversas tendencias y estructuras de mando, carecían de estrategia de partido democrático y de movimiento obrero. Los asaltos a sucursales bancarias, la clandestinidad en la ciudad y la huida permanente en la montaña, poner bombas, ajusticiar, caer presos e inmolarse en el conspiracionismo al margen de la sociedad, es lo contrario de una organización política de carácter democrático representativo, o de trabajo social de una movilización obrera socialista de democracia directa.
Sin embargo, la organización guerrillera del Frente Sandinista en sus diversas fracciones y tendencias aparece vinculada a los principales actores de aquella manifestación del 23 de julio de 1959, como se puede observar en el documento: “León, la tarde del 23 de julio de 1959”, de Fernando Gordillo Cervantes, publicado en este Nro. de Temas Nicaragüenses. Y a través del Frente Estudiantil Revolucionario, tendrá gran incidencia en el movimiento estudiantil leonés, que influirá en el movimiento comunal de 1978 y 1979.
El Frente Estudiantil Revolucionario - FER del Frente Sandinista. Tras el impacto en la conciencia social de los leoneses por los acontecimientos del 23 de julio de 1959, en los primeros años sesenta el Frente Sandinista formó el Frente Estudiantil Revolucionario (FER), que pasó a dominar la vida del Centro Universitario de la Universidad Nacional - CUUN (órgano de poder estudiantil). Esta organización pasaría a tener gran trascendencia en la vida social y política de los leoneses, canalizada por las redes sociales de grupo y de la economía de servicios, y vinculará el movimiento estudiantil a la insurrección comunal de los “muchachos”. Conjeturo que se podría establecer un organigrama de estas redes y estructura.
La conexión del FER y el Frente Sandinista es directa. Un dirigente del FER (UNAN-León), Oscar D. Rosales, cae en la guerrilla del Frente Sandinista en Pancasán el 27 de agosto de 1967, junto a Silvio Mayorga, también dirigente del movimiento estudiantil leonés desde 1956. En Pancasán caen otros guerrilleros, como Ernesto Fernández, Nicolás Sánchez y Carlos Reyna, pero lo que define el carácter principal del Frente Sandinista es su relación con el movimiento estudiantil universitario de capas medias. Otro dirigente del FER y presidente del CUUN, Edgar Munguía Álvarez, cae en la guerrilla el 13 de Septiembre de 1976. Marcos Somarriba, uno de los “comandantes guerrilleros” sobrevivientes al 19 de julio de 1979, había sido dirigente del FER. La lista se puede alargar, porque existió una conexión directa entre movimiento estudiantil y guerrilla del Frente Sandinista.
Concluyendo para el movimiento comunal y los “muchachos” en la ciudad de León, las insurreciones del 9 de setiembre de 1978 y del 4 de junio de 1979 debieron de verse influidas y condicionadas por la importancia del movimiento estudiantil, que adquiere función de motor político de la ciudad desde el impacto en la conciencia social de la tragedia el 23 de julio de 1959:
1. las redes sociales y estructura de la economía de servicios a la comunidad universitaria, desarrolla formaciones de grupo en las capas sociales medias y bajas, comunica directamente el movimiento comunal con el movimiento estudiantil; que a la vez, sigue la estructura del CUUN (UNAN-León) y su organización principal el FER, que lo vincula con cuadros del Frente Sandinista.
2. este movimiento estudiantil sandinista, nacionalista y populista (conciliación de clases), no es un movimiento de dirección y organización obrero – campesina; porque la misma condición de la clandestinidad impide el trabajo de base social, y porque su objetivo inmediato siempre fue el democratismo, no las condiciones materiales de vida de los trabajadores. Lo que anuló la posible conformación de consejos de obreros en el movimiento comunal.
3. tampoco operaba en el movimiento estudiantil de León una coalición de dirigentes políticos demócratas que pudieran formar parte de la dirección del movimiento insurreccional, algo que habría orientado el movimiento comunal hacias formas de democracia representativa, y no hacia el populismo.
4. por consiguiente, liberada la ciudad el 20 de junio de 1979 por el movimiento comunal y los “muchachos”, a través de estructuras del movimiento estudiantil, y no de partidos democráticos ni de movimiento obrero, los pocos cuadros del Frente Sandinista toman el control de la ciudad, cedido por el movimiento comunal de los barrios y por el sometimiento de los “muchachos” al mando sandinista.
Aquí tenemos los elementos político-ideológicos que aparecerán en el gobierno de la ciudad de León el 20 de junio de 1979: un movimiento estudiantil vinculado a cuadros del nacionalista Frente Sandinista, quienes controlarán la insurrección comunal de los “muchachos” de las barriadas populares. El FER y unos pocos cuadros sandinistas asumen el poder vertical sobre las masas que ya habían insurreccionado la ciudad, cayendo después en el populismo.
Las comunas de León el 9 de septiembre de 1978 inician la primera fase de la insurrección, en que los ciudadanos desconocen la autoridad del Estado e independizan el Municipio. Mientras tanto, ya se había iniciado la insurrección espontánea de los “muchachos” en la ciudad de Matagalpa, muchos de ellos casi niños. En Matagalpa se trataba de una insurrección espontánea, apoyada por el movimiento estudiantil de secundaria, pero sin presencias ajenas. En cambio, en León se cruzan un movimiento de agitación comunal espontáneo y otro dirigido que pasa por el FER. Mi prueba es conocer por sus padres en San José de Costa Rica, la despedida del alumno Ernesto Castillo Salaverry para ir a León los primeros días de setiembre, donde días después es asesinado en la represión de la primera insurrección. Debo añadir que aquellos días frecuentaba en su librería a Tito y Cuca, como llamábamos a sus padres Ernesto y Rosa, quienes estaban vinculados directamente al Grupo de los Doce. Lo que indica una vinculación directa por el Frente Sandinista y, por lo tanto, con el FER de la UNAN-León. La ida de Ernesto (hijo) demostraba un plan del Frente Sandinista combinado con el movimiento comunal de León.
Pero, aparte de este plan de intervención del FER y el Frente Sandinista, por las dimensiones de la movilización ciudadana requerida para ocupar una gran ciudad a escala nicaragüense, y contra el segundo mayor acuartelamiento de la Guardia Nacional en el país, fue un movimiento autogestionado por el pueblo. Precisamente, lo que derrotó a la GN y le quitó el control de la ciudad sería la dispersión de brotes insurreccionales en todos los vecindarios, y que no ofrecían un frente de combate. Además, el Frente Sandinista, dedicado sistemáticamente al foquismo guerrillero de unos pocos cuadros militantes con largos años de entrenamiento militar, no contaba con suficientes elementos para improvisar una organización política de esas dimensiones, y tampoco con suficiente capacidad de fuego para una iniciativa de combate. Más bien, la Guardia se vió obligada a la dispersión de sus efectivos, porque eran objeto de acoso con pequeñas armas de defensa personal en diversos puntos de la ciudad, y pronto se acuartelaron.
No tiene otra explicación la toma insurreccional de las ciudades, desde el levantamiento del barrio indígena de Monimbó (Masaya) en febrero de ese mismo año, que resistieron a los Guardias con “bombas de cabuya” (fibra de pita) de las fiestas de pueblo. La GN no pudo entrar a las calles de Monimbó hasta que lanzó desde helicópteros bidones incendiarios sobre las casas y los ranchos de paja. Ni en la insurrección de Monimbó el mes de febrero de 1978, ni en Matalpa el siguiente mes de agosto hubo presencia de guerrilleros sandinistas. La ubicuidad de los “muchachos” y sus emboscadas dispersaban las fuerzas policiales de los guardias, y les quitó el control de las calles en Monimbó y Matagalpa, que sólo tomaron días después con artillería y medios aéreos.
En León, los dirigentes del FER y los escasos cuadros del Frente Sandinista sólo cumplen una función auxiliar para los vecindarios de grandes barriadas en viviendas de construcciones bajas de una planta, en la segunda ciudad nicaragüense por número de habitantes. Menos aún sería posible que existiera una organización de dirección política de objetivos y tácticas. La participación del FER y el Frente Sandinista en las insurrecciones se magnifica por una tendencia al imaginario militarista y por el desconocimiento de la dimensión de la potencia del movimiento comunal, prácticamente desarmado. Si la única explicación de la derrota de la Guardia en las ciudades, una y otra vez a lo largo de 1978 y 79, de que la GN utilizara artillería y medios aéreos para recuperar el control de las ciudades y al final fueran derrotados, es que no fue obra de unas docenas de guerrilleros, ni de unos dirigentes estudiantiles. Como decía antes, el vacío de las calles y la población que organiza su autonomía ausente del espacio público era un enemigo invisible e imbatible.
Sin embargo, las crónicas aquí citadas documentan que el 9 de setiembre de 1978 elementos del Frente Sandinista atacan con una ametralladora el cuartel de la Guardia en Sutiava, barrio indígena de León. De este modo darían apoyo y distraían la represión de la Guardia sobre los “muchachos”. Aunque lo importante fueron los “muchachos”, sin ellos no hay toma del control del poblado por la comuna indígena, y la acción del ametrallamiento del cuartel habría sido una acción más de cuadros del Frente Sandinista. Otro cuartel GN, el de “La 21”, también fue atacado por elementos sandinistas. Ahí cae Ernesto Castillo Salaverry. Pero la trascendencia política de la insurrección no dependió de uno u otro individuo con una ametralladora, sino de la población insurrecta y no necesariamente armada.
El autor del blog que cito como fuente periodística de las insurrecciones de setiembre del 78 y junio del 79, menciona su participación en Comités de Acción Popular con cuadros del Frente Estudiantil Revolucionario. Pero da a entender que son enviados a un barrio, sin pertenecer necesariamente al vecindario. Lo que, de por sí los vuelve agentes extraños y establece una diferenciación de estructuras y de fines respecto de la comuna vecinal. Si el Comité de Acción Popular viene de fuera del vecindario y no aporta alimentos o ayuda material a la comuna vecinal, más bien los consume de su hospitalidad, el valor de su asistencia consiste en dar apoyo armado a la defensa del barrio o a la distracción de la Guardia, que enfocará sobre ellos el ataque antes que sobre los vecinos. Tampoco se puede saber si, en su afán de combatir, estos comités más bien provocan enfrentamientos con la GN. La GN recupera el control de León el 15 de setiembre [de 1978]. La primera insurrección comunal ha durado menos de una semana.
El autor refiere varias masacres, lo que aumenta el terror de perder los hijos que es lo que mueve a la insurrección comunal. También menciona tres acciones [armadas] aisladas y de escasa envergadura los últimos meses de 1978, ya pasada la insurrección de setiembre. El 29 y 30 de abril, y del 1 al 3 de mayo del siguiente año se producen acciones de hostigamiento a la GN, que provocan una respuesta de violencia indiscrimada contra inocentes. Estos hechos armados, es evidente que demuestran una presencia continuada de cuadros del Frente Sandinista en la ciudad de León, y que ya están combatiendo con el reclutamiento de algunos de los “muchachos” de la primera insurrección de setiembre. La Guardia mantiene la represión violenta que la deslegitima aún más ante las familias aterrorizadas que temen por la vida de sus hijos, un miedo que es el mayor motor de la insurrección comunal, para salir del espacio público de la Ley del Estado dictatorial y la Guardia.
Mientras tanto, desde San José de Costa Rica, uno de los grupos anárquicos del Frente Sandinista (pues, no unificarán su Dirección Nacional hasta el mes de marzo de 1979), los llamados Terceristas (de los hermanos Daniel y Humberto Ortega) han adoptado un Grupo de Doce mediadores con los partidos políticos antisomocistas, y crean un movimiento político llamado Pueblo Unido. Es primera vez que una agrupación del Frente Sandinista consigue formar un Frente Nacional de partidos y movimientos políticos. Es un paso decisivo, que representa el abandono del aventurerismo y el foquismo guerrillero por una fracción del Frente Sandinista. Éstos comienzan a recibir asistencia de partidos alineados con el Campo Socialista.
También será de suma importancia la incorporación de los empresarios a la resistencia, lo que demuestra la descomposición del régimen, el estado de inseguridad y la completa pérdida de la cohesión social hasta de la clase capitalista. La Asociación de Algodoneros de León (ADAL) convoca una marcha en león para el 5 de marzo de 1979. Ese mes de marzo se coordinan en León los partidos políticos del Frente Amplio Opositor que, junto a representantes de las centrales sindicales, negocian la renuncia de Somoza con la mediación de la Organización de Estados Americanos. El mes de mayo de 1979 se suceden cada día las protestas ciudadanas en las principales ciudades del país contra la represión violenta de la Guardia, que a su vez incrementa su actuación en una espiral de violencia policial represora. Se acerca la insurrección final del mes de junio de 1979.
Un dato importante que anota el autor del blog, es una iniciativa de guerrilleros del Frente Sandinista en Chinandega, en el barrio Guadalupe, que intentan generar militarmente la insurrección en la ciudad. Lo que, aparte de su enfrentamiento desigual con la GN, en que los guerrilleros fueron asesinados, es una demostración desafortunada de que las insurrecciones urbanas no eran el resultado de operativos militares del Frente Sandinista, sino una forma de resistencia pasiva de organización comunal. Además, si la jefatura de esa “escuadra” sandinista correspondía a una militante de la ciudad de Masaya, fue un acto de voluntarismo militarista, confianza en el poder militar más que en el potencial de la organización social. Porque un acto insurreccional lo hace la comuna ciudadana. Este hecho desafortunado reflejó el prejuicio arraigado de exaltación del acto heroico de inmolación. Cuántos individuos con grandes valores ciudadanos perdimos los nicaragüenses por esta reiterada tendencia al heroísmo sin estrategia política.
La insurrección comunal en León el 4 de junio de 1979. El cuadro sandinista responsable en León, Dora María Tellez, aparece descrita por el cronista con el pomposo grado de Jefa del Estado Mayor Conjunto de León, algo propio de una pequeña organización en la que todos son generales o “comandantes” (como Fidel). Pero, bajo su mando solamente aparecen siete cuadros con capacitación militar en alguna de las antiguas fracciones (divisiones anárquicas o tendencias autárquicas) de los distintos Frente Sandinista, que para esa fecha ya están bajo una Dirección Nacional acordada el mes de marzo en San José de Costa Rica. Los siete cuadros militares del Estado Mayor de la comandante guerrillera Dora María Téllez proceden de las antiguas agrupaciones GPP (Guerra Popular Prolongada, del comando de Tomás Borge), los Terceristas (del comando de los hermanos Humberto y Daniel Ortega) y uno de los “Proles” (del comando de Jaime Wheelock).
Bajo este Estado Mayor de la plaza de León (lo digo así porque su militarismo imita la estructura territorial de la Guardia Nacional) hay trece nombres de “muchachos”. Estos no vienen identificados por los agrupamientos internos del Frente Sandinista. No vienen de fuera y son los que conocen el terreno, los intermediarios de operativos en los barrios de la ciudad. Por las fotografías del citado blog se observa que son casi adolescentes, y no tienen los años de entrenamiento de los guerrilleros del Frente. Y el autor del blog habla de ellos diciendo “los más pequeños de ese entonces (1979), hoy claro está ya son hombres”; es decir, que se trata de adolescentes, de los “muchachos” de las comunas.
Estos eran los “muchachos” hijos de la prole, auténticos proletarios hijos del vecindario. El autor los menciona por sus apodos de barrio que son coloridos y vivenciales, resultado de la experiencia de la vida diaria, no son los alias guerrilleros de los cuadros sandinistas: Charrasca, Micón, Pescado lucio y Chivo Pando, jefes de banda; El Tuco (como de 14 años, q.e.p.d.), Pepesquín (como de 14 años, q.e.p.d.), Pulgarcito, El Chocoyo (otro menor). De Walter, recuerda: “cayó en el Parque de Guadalupe, en la huida de Vulcano”. Otros apodos de vecindario: Mico Peñón, Carlos Pierna, El Indio, Tamal, Puquita, Cucalón, Memo, El Chato, Pachillón, La Pana, El Boludo, Tromberry, Evert (q.e.p.d.), William (q.e.p.d.), Ronaldo, Carnelora, Carnelora-Mayor, Chicón. El “que en paz descanse” es del cronista del blog, Edmundo Icaza, quien recuerda que en agosto de 1979, “por orden de Martha Isabel Cranshaw, hizo entrega de los Diplomas de Combatientes Históricos a todos los muchachos, tremendos combatientes”... “Esa gente se paraba duro. Pero los combatientes salían de todos los patios, aparecían por todas las calles, eran de diferentes grupos”. Se está refiriendo a los “muchachos” de las comunas, no a cuadros militares del Frente Sandinista.
Estos “muchachos”, carentes de entrenamiento militar (algunos con la experiencia de la insurrección de setiembre del 78, habían mantenido contacto con cuadros del Frente y recibido cierto entrenamiento), son los hijos de las familias que harán la revolución comunal; los que conectan con el movimiento estudiantil del FER y mandos del Frente Sandinista. Se los ha querido presentar como Frente Sandinista, pero salen de los barrios que ya tienen su propia dinámica comunal, que es más asociativa que militarista. Y en esto último radica la invisibilidad de la comuna ante la Guardia represora, en que la comuna se basa en la desobediencia civil más que en el enfrentamiento armado. Porque el combate armado fue secundario, de apoyo, contra una Guardia que ya estaba desmoralizada, derrotada impotente ante el movimiento comunal.
De modo que, los “muchachos” de las comunas, los desarmados o mal armados contactados para acompañar alguna escuadra sandinista, o en las barricadas cerca de sus viviendas, eran la práctica totalidad de una generación de jóvenes. Tener en cuenta que son las capas bajas más pobres las que se han quedado en la ciudad a la hora del enfrentamiento con la Guardia, las capas medias han buscado lugares seguros en los pueblos o en el extranjero. La simple lectura de la lista de apodos nos indica una procedencia social casi marginal.
Pero es por esas redes sociales del movimiento estudiantil con las capas bajas de la ciudad, que se sabía que el movimiento comunal estaría pronto para la insurrección final el 4 de junio, y se coordinó el apoyo de cuadros del Frente armados con equipo militar. Algunos “muchachos” se prestan para combatir bajo mando de cuadros del Frente. Un testimonio oral citado en el blog, dice: "Esa noche salió parte del grupo a "La Leona". ─Oíme, de mi grupo se aportaron tres combatientes, Payo, El Flaco Alejandro, y El negrito "El Panadero", quien iba descalzo. El se ofreció voluntario... de primero. Y, antes de irse, le regalé mis zapatos tenis, casi como un presagio de que sería el único caído en ese exitoso combate, un Héroe anónimo del barrio El Laborío”. Son historias de combatientes espontáneos y de capas bajas de la población, no profesionales del Frente Sandinista que llevaban largos años de sus vidas en entrenamiento en Cuba.
Pero vuelvo a insistir, mientras una parte de los “muchachos” se ponen bajo mando de cuadros del Frente Sandinista, enfrentándose a brigadas de la Guardia o atacan sus cuarteles, las comunas no ofrecen un blanco visible a la GN. Las comunas forman una entidad presente, perceptible, pero invisible a la Guardia. La comuna es organización social, y la barricada es sólo una señal de su existencia sin ofrecer un blanco fácil. Más bien, la GN distraerá su esfuerzo buscando focos armados en una ciudad autónoma que ya vive a sus espaldas, que los rechaza con astucias y con burlas, y hasta incendiando propiedades, pero no con sus mismas armas de muerte. Es falsa la presentación de la insurrección popular como una contienda de bajas entre dos ejércitos, sino que fue la creación comunal de un vacío de poder en que desaparecía el anterior Estado dictatorial por el nuevo Estado comunal. Mientras en la revolución comunal el aparato militar es complementario, auxiliar, no esencial. Lo esencial es la organización política de la comuna municipal.
Un cuadro sandinista de la agrupación GPP con el alias de Pastor, Iván Morazán, dice que los “muchachos” bajo su mando se enfrentan a la Guardia con “30-30 [rifle de caza mayor], niples [lanzador de explosivos], [rifles de caza menor] “22” y algunos revólveres [de defensa personal]... Y, digo yo, ¡qué clase de “agallas” de estos jodidos, muchachos! ...Se rompen los fuegos. Las municiones están mojadas y no revientan. Se tiene que replegar...”. Aunque había alguna acción con armamento militar puesto en manos de los “muchachos”. Uno de los “muchachos”, José Villegas, que participa en el acoso al cuartel del Fortín de Acosasco, dice: “...El grupo para contener a los del Fortín de Acosasco, fue rebasado. Casi la vimos de a “palito”. Baja la tanqueta, con guardias bien armados. Piscis le dirige un “bazucazo” y la pega bien. ─Da como bramidos, explota, y queda varada del puente de Guadalupe hacia el sur. La guardia después del susto, reacciona, y saca sus blindados, el enfrentamiento es encarnizado, valiente, temerario. Pura “rifa”. Comienza el bombardeo de los aviones Push and Pull. Las fuerzas guerrilleras... se repliegan y se reagrupan...” Una muchacha combatiente, Mercedes Peralta, recuerda: “...Hay quienes ponen las cosas fáciles. Pero la realidad no es así. La cosa se puso “peluda”. Mira, yo vengo, con la gente del Calvario y con mi grupo nos bajamos al “Río Chiquito”, y “orillados” caminamos buen trecho, pasamos el puente de Guadalupe, el Trillo de Ajonjolí, salimos por la “Bolsa”, y nos colocamos en una saliente: Un muro de 2 m. de alto o más. Desde ahí atacamos [el cuartel de] la “21” con toda nuestra fuerza y fusilería. Cuando viene el refuerzo de la GN del Fortín y es rebasado el grupo de contención y ellos sacan sus blindados, la cosa se puso muy difícil. Tuvimos que replegarnos. Nuestras vidas estaban en peligro”. Casi todas son historias de temeridad, de acoso y retirada. Lo que desmoralizaba a la Guardia, pero estas acciones no la derrotaron militarmente.
Foto 23jul59 calle de León 1979
Pie de Foto: Los “muchachos” de León.
Estas descripciones sintetizan el hecho de que la Guardia y la dictadura no fue vencida por acción militar de cuadros sandinistas y “muchachos”, sino por la pérdida de control en el vacío de poder creado por el movimiento comunal. Y porque, sobre este vacío de base social del Estado dictatorial, el país entero entró en una huelga general, se paralizó toda la economía que no era de supervivencia. La Dictadura perdió toda legitimidad y autoridad de representación del poder económico empresarial, y de la ciudadanía en general. Perdió hasta el control represivo policial de las ciudades.
Los comandos de la Guardia de León se acuartelan el seis de junio, al tercer día de la insurrección. Disminuyen la represión y los enfrentamientos con la Guardia. El cronista reduce completamente la noticia de las acciones represivas de la Guardia, y de actividad de los cuadros del Frente Sandinista. Como he conjeturado antes, probablemente, la Guardia tenía la intención de dejar que se concentraran las fuerzas de los insurgentes, y repetir la táctica aplicada contra la insurrección del pasado setiembre, el ataque aéreo y con artillería. Aunque no hay una derrota militar, se trata de una derrota política de la Guardia. Y León quedó liberada desde el 20 de junio de 1979.
[Foto 23jul59 tanqueta Araceli]
Pie de foto: Tanqueta recuperada de la Guardia en León, desfila en Managua el 19 de julio de 1979. Observar las pocas armas de los “muchachos”, rifles de caza menor y un machete.
Desafortunadamente, aquel poder comunal se entregó bajo un nuevo militarismo de Dirección Nacional vertical, porque no hubo madurez organizativa en las comunas para establecer una democracia representativa liberal, ni para una sociedad organizada por consejos de los trabajadores. Y los partidos políticos de la clase empresarial tampoco fueron capaces de orientar un Estado democrático, sino que creyeron que había llegado su turno de controlar el Estado a través del nuevo aparato vertical, intentando repetir la corrupción del somocismo. Pero la Dirección Nacional del Frente Sandinista les impuso un populismo de Movimiento Nacional de Masas, a pesar de la cooperación del Campo Socialista (ver “Tratados de Cooperación del Campo Socialista con Nicaragua (1980-83)”, en Temas Nicaragüenses Nro. 87).
La ideología negacionista del movimiento comunal insurreccional 1978-7941
He dedicado dos entradas a la insurrección comunal de los nicaragüenses 1978-79: “La forma comunal de la insurrección popular en Nicaragua” y “León, del 23 de julio 1959 a la insurrección comunal 1978–1979”42. Pero, también he dedicado media docena de artículos, o partes de artículos, en esta revista a varios autores de discursos ideológicos negacionistas del carácter comunal de las insurrecciones comunales43. Pues, la síntesis de la Historia de las Ideas y las Mentalidades, o el análisis ideológico en la Historia Social-Económica, llega después del análisis concreto de la situación concreta, como el búho al atardecer.
Con esta entrada concluyo en las dos formas extremas que se reflejó el movimiento comunal en las ideas de Humberto Ortega, reconociendo la prioridad del movimiento comunal; y Jaime Wheelock, en la forma más extrema de su negacionismo. La versión militarista contra el protagonismo del movimiento comunal de insurrección popular de 1978 y 79: “La victoria sandinista ha sido el fruto de una estrategia minuciosamente preparada”44. Declara Jaime Wheelock en una entrevista aparecida en Le Monde, set. 1979.
Porque, en contra de la experiencia inmediata del movimiento comunal en que participaron de forma limitada guerrilleros de agrupamientos nacionalsandinistas, el mes de setiembre de 1979 ya se estaba construyendo una ideología de “Victoria Nacionalsandinista” en el enfrentamiento contra los partidos Conservadores (el Nacional y Demócrata), Liberales, Socialcristianos, de la Junta de Unidad Nacional y Gobierno de Transición, para imponer un Directorio de Estado de la Dirección Nacional-sandinista y un nuevo partido de Movimiento vertical de masas. Se necesitaba la invención de una ideología de “falsa conciencia”.
Mientras que dos meses atrás, en las negociaciones de última hora de la Transición (con la OEA y en particular, los gobiernos de Costa Rica, Panamá, México y Venezuela), la Dirección de comandos de guerrilla nacionalsandinista en el exilio aparecían como fuerza dispuesta a fusionarse con elementos de la depurada Guardia Nacional, y como aparato militar subordinado a la Junta y Gobierno de los partidos del exilio.
Es evidente que hay un golpe de “fortuna”, que diría Maquiavelo en El Príncipe. La transición no se produce en las condiciones negociadas con la OEA. La desobediencia civil de las comunas urbanas, y el paro nacional de los trabajadores, derrotan el régimen. El Gobierno huye y su fuerza de Guardia se desbanda el 19 de julio de 1979. De modo que, los partidos de la Junta y Gobierno en el exilio entran a Managua, un día después el 20 de julio, con la única fuerza militar de comandos de cuatro docenas de guerrilleros nacionalsandinistas uniformados y con armas de guerra, capaz de controlar a los centenares de los llamados milicianos por los sandinistas; que en realidad, eran “los muchachos” de la defensa de las comunas populares de los vecindarios, con armas de caza menor y pistolas de defensa personal45. Lo he demostrado en los citados artículos mediante reportajes fotográficos, y bibliografía documental, esta distinción y disparidad de fuerzas del guerrillero foquista y el “muchacho” de la comuna.
Precisamente, fue esta relación de dependencia de los partidos “burgueses” de Unidad Nacional para entrar a tomar posesión del Gobierno de Managua el 20 de Julio, respecto de un pequeño cuerpo armado capaz de controlar a las masas populares, lo que dio relevancia a los hermanos Humberto y Daniel Ortega, asistidos militarmente en una frontera de la Guerra Fría desde setiembre de 1978 (se ha explicado y documentado en los citados artículos).
Sobre el control de “los muchachos” de las comunas por unos pocos guerrilleros nacionalsandinistas con armamento de guerra, he demostrado la expropiación de la temprana ocupación por la comuna popular de la oficinas del Gobierno en Managua (el “búnker” de Somoza) y del aeropuerto internacional, el 19 de julio de 1979. Y sobre la capacidad organizativa de los hermanos Daniel y Humberto Ortega, sobre los otros comandos de cuatro docenas de guerrilleros nacionalsandinistas, repetiré el argumento a continuación en esta entrada; aunque los comandos guerrilleros todavía iban divididos con jefaturas separadas en la llegada a Managua la tarde del 19 y 20 de julio.
Lo cierto es que la Unidad Nacional de partidos del Gobierno en el exilio, ante el vacío dejado por la Guardia Nacional prevista en el protocolo de Transición, se volvió dependiente de los hermanos Ortega: Daniel en la Junta, y Humberto en la jefatura de una nueva fuerza armada. Entonces, los partidos políticos de Unidad Nacional les confiaron la desmovilización del movimiento comunal, no sin algunas muestras de resistencia documentada. Porque entre las comunas operaban grupos armados del movimiento obrero del Partido Socialista (la parte no integrada a Pueblo Unido sino al Frente Amplio Opositor), la Brigada Internacional Simón Bolívar de internacionalistas trotskistas, que luego fueron expulsados. El Frente Obrero y Acción Popular, maoístas en disidencia. Y se estaban produciendo expropiaciones comunales de casas y tierras (lo reconoce Jaime Wheelock en La Reforma Agraria Sandinista; Managua, 1990).
Fue, sobre esta relación de fuerza de control para los partidos de Unidad Nacional, que la Dirección Nacional-sandinista necesitaba una construcción ideológica de “falsa conciencia”, de fuerza militar legitimada. Y también, para justificar (“hacerse justos”) el doble papel de nuevo partido político Nacionalsandinista de los comandos guerrilleros (48 entre comandantes y comandantes guerrilleros, todos eran “comandantes” en su cadena de mando, pero asesorados por internacionalistas cubanos).
Y una vez controlado el movimiento comunal por los comités de cuadra o manzana (CDS: comité de defensa sandinista, similar al CDR cubano y a los comités de China Popular), el nuevo Partido Sandinista (bicéfalo: en su parte militar, bajo Humberto Ortega; en su parte política, bajo Daniel Ortega) comenzó a asumir un papel de Directorio de Estado corporativo de Movimiento Nacional (vertical) de masas. No sin la ayuda de asesores internacionalistas, en contradicción con su ideología, de no ser porque trabajaban en una frontera de la Guerra Fría. Lo que explica la neutralización del Partido Socialista, la expulsión de los internacionalistas de la Brigada Simón Bolívar, y la represión de Acción Popular (visto en los citados artículos). Y también en oposición al naciente Directorio de Movimiento Nacional de masas (populismo del nacionalsandinismo de conciliación de clases con la “burguesía patriótica”), también existió el proyecto fracasado de un movimiento popular obrero-campesino, por la tendencia de izquierda que venía de la escisión del Partido Socialista Nicaragüense y se había sumado al Movimiento Pueblo Unido.
1. Legitimación militarista. Jaime Wheelock en una entrevista aparecida en Le Monde (set. 1979), declara: “La victoria sandinista ha sido el fruto de una estrategia minuciosamente preparada” “...atacamos primero Jinotega [cabecera departamental en el Norte]... lanzamos una segunda columna sobre Guinea, en el otro extremo del país [núcleo urbano de campesinos que abren frontera agrícola en el bosque tropical húmedo]... una tercera columna atacó en dirección a Peñas Blancas, junto a la frontera de Costa Rica... sublevamos en primer lugar Chinandega, luego León... lanzamos tres columnas móviles desde la frontera de Honduras... vino a continuación la sublevación de Matagalpa y Estelí... Luego se sucedieron las de Masaya, Granada y Carazo... Después de Chontales y Boaco teníamos previsto proceder ya a la sublevación de Managua... Ahí... de modo diferente del previsto por nosotros... Managua se sublevó espontáneamente mucho antes de lo planeado... La dictadura se lanzó encarnizadamente sobre la ciudad, lo que nos obligó a proceder el 28 de junio a retirar seis mil de nuestros combatientes hacia Masaya... Las tropas sandinistas... de quince a veinte mil... Recuérdese que en la insurrección de setiembre de 1978 no había movilizado sino a unos pocos cientos de combatientes. El sr. Wheelock añade: En el sur... llegamos a tener hasta cuarenta cañones. Podíamos lanzar ochocientos morteros por día...”
Sobre la retirada de Managua a Masaya, de unos pocos activistas sandinistas, comprometiendo la seguridad de unos adolescentes masacrados en Piedra Quemada, “muchachos” de las comunas de barrios de Managua, ya se ha analizado en capítulo anterior. Y sobre las fuerzas reales del llamado Frente Sur, apostado en territorio costarricense, que ingresa a Managua (a 150 kms) un día después de su liberación por las comunas populares, también se ha analizado en los citados artículos su escasa relevancia. Se ha suministrado datos de análisis de situaciones concretas, análisis documental de testimonios, y cuantificación de pruebas mediante reportajes periodísticos y fotográficos, de la relativa participación de comandos guerrilleros en el movimiento comunal insurreccional46.
La verdadera realidad de la huida de Somoza el 17 de julio y la desbandada en Managua de su Guardia Nacional (paramilitar) en tempranas horas del 19 de julio (en León, las comunas ya habían tomado los cuarteles abandonados por la GN el 20 de junio, casi un mes antes) es la prolongada huelga general de los trabajadores y la desobediencia civil de las comunas de barrios en las ciudades y pequeños municipios de todo el país (con la Guardia acuartelada, o desbandada). Y el poder constituido en el edificio del Congreso de Managua, el 20 de julio, es de la Junta y Gobierno de los partidos de Unidad Nacional. No existió ninguna ocupación militar ni poder de “Victoria” militar nacionalsandinista, sino la “astucia” (para volver a citar Maquiavelo) de los hermanos Humberto y Daniel Ortega, que unieron sus pequeños comandos guerrilleros en alianza con los partidos de Unidad Nacional en el exilio, que representaban a la oligarquía de competencia con el capital oligárquico somocista, y a las minoritarias capas medias urbanas.
2. Humberto Ortega, más consciente de la estrategia decisiva de su alianza con los partidos de la oposición a Somoza (conservadores, socialcristianos y liberales, y empresarios en competencia con el capital del somocismo), y con el cuidado de ser entrevistado por una intelectual marxista reconocida para la revista Bohemia (Cuba, dic. 1979), es más moderado con Marta Harnecker47:
Primero, admite la crítica de la izquierda nicaragüense: “Algunos sectores de la izquierda que estaban dedicados a la labor de montar sindicatos [alude de forma simplista al Partiso Socialista sin saber diferenciar movimiento obrero partidario, respecto del sindicato de reivindicación económica], dijeron que esas acciones [aventurerismo nacionalsandinista] venían a desbaratar la organización y el repunte del movimiento de masas, pero no fue así...”48. Al menos, Humberto Ortega demuestra conciencia de la oposición a su movimiento populista (de conciliación de clases con la “burguesía patriótica”) por el Partido Socialista y su movimiento obrero partidario. Reconociendo esta contradicción con el enfoque militarista foquista, voluntarista y aventurero del anarquismo cheguevarista.
Y reconoce la iniciativa popular de la insurrección: “...Es a raíz del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro [vocero opositor del antisomocismo en La Prensa, asesinado el 10 de enero de 1978] que éstas [las masas] se desatan... Fue una reacción espontánea de las masas... Pero no es un movimiento de masas que respondió a un llamado del sandinismo, respondió a una coyuntura que nadie tenía prevista... Reafirmar nuestra presencia política y militar dentro de esas masas... no teníamos cuadros para eso”49. (…) “nosotros no planificamos esa insurrección [del pueblo indígena de Monimbó, el 20 de febrero de 1978]”50. “A finales de febrero [de 1978] la vanguardia [del nacionalsandinismo!] todavía no tenía desarrollo organizativo”51. (…) “El movimiento de las masas fue por delante de la capacidad de la vanguardia [nacionalsandinista] de ponerse al frente”52.
Hasta marzo de 1979 no se anuncia en San José de Costa Rica, la formación de una Dirección de nueve comandantes de las agrupaciones anárquicas llamadas frentes Sandinista. Esto por intervención y mediación de Vanguardia Popular en Costa Rica53, y como ha sido reconocido por el mismo Fidel Castro: “Debo decir que nosotros contribuimos mucho a la unidad de aquella gente en Nicaragua... a los sandinistas que estaban divididos... La misión nuestra fue unir, y realmente logramos unirlos”54 . Probablemente, en un contexto de obtener posiciones geopolíticas de Guerra Fría, los partidos afines a los países del Campo Socialista interpretaron positivamente que los hermanos Humberto y Daniel Ortega, y su grupo guerrillero, habían abandonado el foquismo por una alianza con los partidos de Gobierno en el exilio de Unidad Nacional (en Costa Rica). Y ante la evidencia que la insurrección comunal aumentaba, y se sostenía la huelga general de los trabajadores, los asistieron para liderar una Dirección Nacional de nueve comandantes guerrilleros, que se anunció en San José de Costa Rica en marzo de 1979.
Con todo y que los dirigentes del Campo Socialista apostaron por los hermanos Daniel y Humberto Ortega55, se los nombró con igual rango junto a nueve comandantes para la dirección de unas cuatro docenas de guerrilleros. Porque no se logró crear una estructura partidaria, sino que se mantuvieron como grupos de guerrillas. Aunque Daniel y Humberto Ortega asumían función de dirección y mando militar. Volviendo a la frase de Wheelock, con tantos comandantes y comandos guerrilleros, (y con tantos cuadros en distintos países, Costa Rica, Honduras, Cuba, Venezuela, Panamá, México, que llegaron después del 19 de julio a Nicaragua, como se ve en los artículos citados) no se habría podido planificar “una estrategia minuciosamente preparada” entre marzo y julio de 1979. Cuando el movimiento comunal y el paro obrero ya llevaba más de un año de agitación y movilización
Sólo, hasta después del 20 de julio de 1979 se formó un partido nacionalsandinista de estructura jerárquica por cadena de mando militar, y un movimiento vertical de masas populista, interclasista, que incluía a la “burguesía patriótica”; y por estamentos de grandes, medianos y pequeños propietarios, más las cooperativas, como se observa a continuación en la Reforma Agraria. En ningún caso se trató de un partido de congreso de la militancia, que no tuvo lugar hasta su Primer Congreso de 1992.
Comaparando el imaginario nacionalsandinista de Wheelock ante el periodista de Le Monde, y las declaraciones de Humberto Ortega ante Marta Harnecker, se observa que no es lo mismo hablar con quien te conoce la entretela. Pero también da una idea, cómo un apéndice de aparato militar de la Junta de Gobierno en el exilio, la Dirección de nueve comandantes guerrilleros, una vez convertidos en un Directorio de Estado sobre el Gobierno de Reconstrucción de los partidos de Unidad Nacional, necesitaban justificarse (hacerse “justos”) y estaban inventando una mitología de imposición sobre el movimiento comunal de insurrección popular, y contra el movimiento obrero que había hecho una larga y dura huelga56.
Hubo una percepción militarista que ocultó el poder comunal y paro obrero en la insurrección. Anidó una mitología de propaganda militarista nacionalsandinista, que aún se propaga por autores como Esteban Duque Estrada, en sus artículos “Octubre de 1977. Primera ofensiva sandinista”, “Segunda Ofensiva y otras Operaciones Militares” y “NICARAGUA 77/79: Continúa la Ofensiva Sandinista” (Revista Temas Nicaragüenses Nros. 37, 38 y 39, mayo, junio y julio 2011). Pero el mismo General Humberto Ortega relativiza sus acciones, en Epopeya de la Insurrección (Managua, 2004). Los mandos guerrilleros sandinistas demostrarons desorganización, poca envergadura de acción y fracaso en diferentes acciones.
Sin embargo, pudo existir una tendencia del mismo pueblo en estado de agitación social insurreccional, a magnificar la acción guerrillera; mientras, quiénes realmente estababan quitando el poder a la GN eran las comunas de vecindario en desobediencia civil, y no supuestos combates de guerrilla. Y se ha visto que no hubo guerra de posiciones y ocupación de territorio. Pero pudo influir que la organización ancestral de las formas comunales del grupo de parentesco de la madre india, y las formas de comunicación e intercambio de grupo (mutualismo), operaron sin necesidad de que hubiera una conciencia explícita de organización y mando del movimiento comunal, que fue espontáneo.
De tal modo que, la Economía productiva de la ciudad y del país estaba paralizada por la huelga general, pero continuaban existiendo las formas tradicionales de distribución e intercambio. Porque el vacío de poder de las instituciones, el cierre de las casas comerciales y los centros de producción industrial no paralizó la vida de los vecindarios. No hubo necesidad de crear nuevas organizaciones de movimiento social, fuera de los grupos tradicionales. Y este sería el origen de la falta de autoconciencia del poder comunal que derrotó la dictadura, para que se magnificara unas pocas acciones de guerrilla, ya demostradas como aisladas y de escasa proporción en la documentación antes expuesta sobre las insurrecciones comunales57.
Apéndice: El nacionalsandinismo, una ideología de sociedad agraria estamental y Estado corporativo. Jaime Wheelock, en la década 1979-1990, fue Ministro de Agricultura y de Reforma Agraria. Publica Entre la Crisis y la Agresión (Managua, 1986), que describe el proyecto de Sociedad Agraria estamental: gran propietario de “burguesía patriótica”, mediano y pequeño propietario, cooperativa de ahorro y crédito, y trabajadores de las Cooperativas estatales CAS. Pero explica mejor la ideología de Estado corporativo, y una sociedad agraria estamental, en su libro La Reforma Agraria Sandinista (Managua, 1990)58.
1. Habla de “los productores”, eufemismo de “pequeño propietario privado”, “beneficiados por la reforma agraria” (pág. 6 y 7). No habla de trabajadores campesinos asalariados. No olvidar que los guerrilleros nacionalsandinistas procedían de capas medias y altas, como sucede con el aventurerismo cheguevarista latinoamericano.
2. “No se produjo una nacionalización de la tierra, ni tampoco una reducción generalizada en el tamaño de la propiedad” (pág. 8.).
3. “En Nicaragua no se produjo una estatización completa de la propiedad afectada; tampoco se suprimió la tenencia individual de la tierra ni se impuso la “colectivización” del campesinado. Por el contrario, el Área Propiedad del Pueblo (APP) [estatización parcial] se constituyó... dentro de la economía mixta [capitalismo de Estado y capital privado]” (pág. 9).
4. “La cooperativización en base a la unión de bienes y propiedades de pequeños productores [propiedad privada]” (pág.10).
5. “la toma espontánea de tierras [durante la insurrección comunal]” se organizó “mediante colectivo de trabajadores (ATC) que iniciaron la organización y la gestión de la producción agropecuaria” (pág.10). Esta sería la única forma de supervivencia del movimiento comunal campesino.
6. En 1981 y 1982 se constituye la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG) (pág. 11), que conforman un estamento superior de “productores”, propietarios privados, sobre el estamento de la ATC.
7. “La revolución sandinista multiplicó la pequeña producción privada asignando tierras [parcelas] a decenas de miles de familias campesinas. Dado el creciente peso del campesinado, más que por la sobrevivencia de formas capitalistas de producción, la gestión estatal se orientó bajo los esquemas de una economía mercantil, apartándose de la planificación centralizada” (pág. 11).
En conclusión: la Reforma Agraria del Movimiento Nacional sandinista no superó un Capitalismo de Estado corporativo, y se redujo a conformar una sociedad agraria estamental: Area Propiedad del Pueblo-APP estatal, “productores” individuales, de un sindicato vertical de pequeños propietarios, y un sindicato vertical de trabajadores ATC, de cooperativas partidarias. En un cooperativismo que obtienen plusvalía de capitalización en el mercado. “En realidad, quizás la más importante victoria social de la revolución la constituye la misma organización gremial de los trabajadores y los campesinos, ...Asociación de Trabajadores del Campo (ATC), ...pequeños y medianos productores la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos... ...una fuerza organizativa gremial... (pág. 66).
Somocismo y el antisomocismo (primera parte)59
Sumario:
Somocismo y antisomocismo.
La Guardia Nacional (GN).
La GN, somocismo y el desarrollo del Estado de Nicaragua.
El sistema somocista: formas políticas.
El Movimiento Nacional del Somocismo (ideología).
Somocismo “luisista” y el “tachista” (1956-67).
Segunda parte:
El último Somoza, la ruptura del pacto libero-conservador de la dictadura:
La ruptura del pacto bipartidista.
El final del tercer Somoza.
El antisomocismo de La Prensa de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal:
El “lomazo” del 22 de enero de 1967 o el guión de “Olama y Mollejones 2”.
La destrucción del Partido Conservador.
El juego de reciprocidad entre Pedro Joaquín y Anastasio Somoza Debayle.
La violencia anárquica antisomocista de distintos grupos nacionalistas.
El voluntarismo en el Frente Sandinista.
Carlos Fonseca contra la anarquía del Frente Sandinista.
Las limitaciones ideológicas del Movimiento Nacional del Frente Sandinista.
Apéndice 1: El tercer somocismo dentro de la “Doctrina Kissinger”.
Apéndice 2: El militarismo en Centroamérica, incluida Costa Rica, contexto del tercer somocismo.
Somocismo y antisomocismo60. En primer lugar, el origen y la base del somocismo, como forma de Estado y grupo económico, como sistema político y como ideología del Partido Liberal consistió en el control absoluto de la jefatura de la Guardia Nacional (1933 -1979). La Guardia Nacional (GN) se originó en la intervención norteamericana del Cuerpo de Marines. En segundo lugar, el somocismo consistió en una forma de consenso con el opositor Partido Conservador, en un sistema de compensación bipartidista en los Poderes Públicos.
Anastasio Somoza García inicia su Jefatura GN con el mandato de enfrentar la guerrilla de Sandino focalizada en las Segovias. Porque los Marines no salieron derrotados militarmente de Nicaragua en su retirada, sino que dejaron la GN como forma de continuidad de la intervención. Insisto, Sandino no derrocó el Gobierno de Managua, sino que se mantuvo en el foco guerrillero de las segovias. El 2 febrero de 1934, Sandino llega a un acuerdo de paz con el Gobierno de Juan B. Sacasa, y el 21 de febrero es asesinado a traición por orden de Somoza61.
El somocismo marca un período característico de la Historia de Nicaragua, por comparación con cualquier otro Estado americano; tan característico y específicamente nicaragüense como los gobiernos de partidos antisomocistas que lo siguieron de 1979 a 1996. A partir de 1996, la política nicaragüense se puede interpretar más en clave Latinoamericana, con menos particularismos.
La urgencia de un estudio crítico del somocismo (con criterio metodológico y aparato documental) surge de la necesidad de evaluar diferentes formas partidarias e ideológicas de antisomocismo, predominantes entre la intelectualidad, en los medios de comunicación y en la educación. Se debe evaluar una Historia de Nicaragua que se ha construido de modo ideológico, desde el conservadurismo y el socialcristianismo; y desde 1979, en función de los grupos de intereses económicos bajo los tres gobiernos regidos por partidos antisomocistas.
Sobre la formación económica del somocismo, pero también de los grupos económicos no somocistas, no se ha vuelto a hacer un trabajo completo y con método como el de Jaime Wheelock, en Imperialismo y Dictadura (2ª ed. México, 1978). A pesar de sus limitaciones por el sincretismo de la Teoría de la Dependencia con la Sociología de Max Weber62. También, como referencia del desarrollo económico del somocismo y los grupos del pacto bipartidista, vale el trabajo de Edelberto Torres Rivas sobre el auge de la economía regional en la posguerra (posIIGM), en Interpretación del Desarrollo Social Centroamericano (7ª ed. San José, 1981). A partir de ahí, salvo excepciones como La Oligarquía en Nicaragua de Orlando Núñez (Managua, 2006), la propaganda ideológica ha infiltrado los estudios políticos, sociales y económicos sobre el período somocista. Mientras tanto, los estudios históricos del somocismo y el antisomocismo se han dejado llevar por la abundante literatura de “testimonio” cristiano y de autobiografías limitadas a la experiencia particular y la memoria subjetiva63.
La Guardia Nacional (GN) se forma a partir de la tropa local de apoyo a los marines, la "Constabulary" (nombre de una policía de distrito o de condado en Estados Unidos). Para su conversión en Guardia Nacional se basaron en la milicia territorial que existe en los Estados Unidos, un cuerpo de reserva para la defensa interna, la National Guard, que se compone de batallones y brigadas (mientras que para su defensa exterior los EU cuentan con los ejércitos de Tierra, Mar, Aire y cuerpos especiales como los Marines). Pero la NG también se ocupa del orden público cuando lo mandan los gobernadores de los distintos Estados. Su jefatura recae sobre un comandante Adjutant General, como secretario de Defensa del Gobernador; con la particularidad de que la federación de Estados norteamericana otorga a la NG relativa autonomía respecto del Gobierno Federal en Washington. Esta característica se reprodujo en Nicaragua, al conformar la GN un cuerpo de milicia autónomo respecto del Gobierno, sumado al factor de su origen como cuerpo auxiliar de los Marines en la guerra de guerrillas de Sandino, por lo cual ni siquiera aparecía en la Constitución hasta su reforma de1939.
De aquí se derivó en la práctica que el Presidente del Gobierno de Nicaragua, Juan B. Sacasa, quedara a la merced de este cuerpo autónomo bajo la dirección de Anastasio Somoza García (un personaje del arcaísmo hispanoamericano, como otros caudillos y tiranos del Caribe). Sacasa, quien se había opuesto a la tendencia prointervencionista de José M. Moncada en el mismo Partido Liberal, sería el primer presidente destituido por este aparato paralelo del Estado, el 9 de junio de 1936. El asesinato a traición de Sandino y el golpe de Estado contra Sacasa marcan la forma de control político del somocismo sobre los Poderes del estado.
Según la carta abierta de José Coronel Urtecho a Emiliano Chamorro, del 1 de agosto de 1938, existió un reconocimiento de satisfacción de Emiliano Chamorro con el crimen de Somoza contra Sandino, y se deduce que también de parte de las familias conservadoras: “La noche del 21 de Febrero [el asesinato de Sandino por la Guardia Nacional, bajo la dirección de Anastasio Somoza García] que Ud. evoca salvó la paz y la afianzó de modo positivo, antes de que usted asistiera al baile con que la sociedad de Granada manifestó su gratitud al General Somoza por los benéficos resultados de aquel choque inevitable y oportuno entre el Ejército y el bandolerismo”64. Este dato establece el entendimiento de Somoza con las familias del Partido Conservador, y la aceptación de estos de la Guardia Nacional en el origen del entendimiento bipartidista hasta la década de los setenta. Señala la principal característica del somocismo como forma política, el pacto bipartidista; y el final del somocismo llegará con la crisis del pacto bipartidista.
En manos de intereses de grupos de líneas de parentesco familiares, la GN cumplió su función estratégica de imposición norteamericana sobre la inestabilidad de los partidarismos locales. Pero devolvió el Estado nicaragüense a formas similares al tribalismo.
Sin embargo, algunos GN aprendían de los instructores norteamericanos (y después, en los años cuarenta, en La Academia Militar bajo la dirección de generales de la Academia West Point de EU) las ideas del democratismo estadinense, al mismo tiempo que otros eran influidos por las tendencias más extremistas “de derechas” de los estadinenses65. Unos objetaron desde dentro y lucharon contra el somocismo como demócratas, y otros extremistas de derecha (porque suena muy fuerte decir fascistas) tensaron el somocismo como tendencia autoritaria. Aquellos que, al conocer el formalismo democrático de las instituciones representativas norteamericanas desarrollaron una conciencia política de derechos ciudadanos, esto los llevó a rebelarse contra la instrumentalización de la GN para intereses de grupos familiares libero-conservadores. Y varios lo sellaron con sus vidas. Hasta llegar al Coronel Bernardino Larios, uno de los últimos exGN en pasarse a la fuerza beligerante contra Somoza Debayle, y que después sería el primer ministro de Defensa del gobierno antisomocista de 197966.
Cuando aún el control de Somoza García sobre la GN no se había consolidado, hubo guardias de formación política demócrata y hasta de izquierdas, como los hermanos Manuel (Manolo) y Abelardo Cuadra, cuya elevada conciencia política se formó en contradicción con su experiencia en la GN y la anterior Constabulary. Una muestra del izquierdismo antintervencionista, pero no nacionalista, de Manolo Cuadra es su libro Contra Sandino en La Montaña (compuesto en 1936 y publicado en 1942); en 1936 fue desterrado por comunista a la isla del Caribe nicaragüense, Corn Island. Y durante su exilio en Costa Rica, el año 1957 medió con el partido comunista costarricense para que Carlos Fonseca, entonces militante del Partido Socialista de Nicaragua (PSN), viajara al Congreso de la Juventud en Moscú67. Por su lado, Abelardo Cuadra, también exGN, participó en la agrupación internacional Legión del Caribe, cuyo objeto era el derrocamiento de las dictaduras. Lo explica en sus memorias Hombre del Caribe (San José, 1977)68.
Pero, ya consolidado el mando de Tacho sobre las instituciones del Estado, se incrementaron las tendencias antisomocistas dentro de la GN. Los hermanos Francisco y Horacio Aguirre Baca, oficiales GN, el 25 de mayo de 1947 defendieron al presidente recien electo Leonardo Argüello en el segundo golpe de Estado de Somoza García.
Otro cadete exGN, Julio Alonso Leclair, se exilió con motivo de este Golpe de Estado. Leclair aparece en 1958 en una guerrilla con Ramón Raudales, viejo combatiente con Sandino, que muere en esa acción. Participó en la guerrilla que intentaba entrar a Nicaragua desde el Chaparral (Honduras) en julio de 1959. En octubre de 1959 su guerrilla ataca los cuarteles GN de pequeños poblados en las Segovias, Santa Clara, Susucayán y Quilalí. En la retirada sufrió numerosas bajas. Entre los que caen presos, José Juárez, de Estelí, torturado y fusilado en noviembre de 195969. Leclair se involucró en el ataque a los cuarteles de ciudades del centro de Nicaragua, Jinotepe y Diriamba en 1960.
El 4 de abril de 1954 fracasa un complot improvisado contra Anastasio Somoza García. Hubo prisioneros torturados y algunos asesinados; entre estos, los hermanos Luis y Adolfo Báez Bone (oficial GN), y Pablo Leal. Francisco Barbosa dice en Historia Militar de Nicaragua: “participó gran cantidad de exoficiales de la Guardia Nacional”70.
En estos hechos de levantamientos armados de grupos de oficiales de la Guardia Nacional, se hizo patente que en la Guardia había una tendencia contraria al somocismo, no sólo desertores individuales en rebeldía. Son importantes los recientes testimonios de oficiales de la Guardia, Agustín Torres Lazo, Francisco Boza Gutiérrez, Mario Alfaro Alvarado71.
Por consiguiente, en la Guardia Nacional se desarrollaron tendencias contrarias al somocismo y al sistema bipartidista, que representaban la emergencia de una formacion social que buscaba superar las formas de parentesco tribal que se imponían en la política. En los años cuarenta, aparece el Partido Liberal Independiente, una escisión del Partido Liberal somocista, contrario al convenio bipartidista; y en la década de los años cincuenta, aparece una escisión del Partido Conservador, el Partido Socialcristiano también contrario al pacto liberal-conservador.
La GN, somocismo y desarrollo del Estado de Nicaragua. Si en primer lugar la Guardia Nacional fue un aparato de intervención bajo un regimen neocolonial, en segundo lugar fue un aparato de fuerza paralelo del Estado y de control de los Poderes Públicos, que posibilitó el somocismo bajo control (directo o mediante interinos subalternos) de Anastasio Somoza García (Tacho), de 1933 a 1956, y de Anastasio Somoza Debayle (Tachito), de 1956 a 1979. Tras la renuncia precipitada a la Presidencia de la República por Somoza Debayle, y su huida a Miami el 17 de julio de 1979, Federico Mejía y Fulgencio Largaespada dirigen la GN hasta su rendición por auto disolución, sin presentar mayor resistencia, el 19 de julio de 197972.
1. El somocismo, más que tratarse de una “dinastía” como superficialmente dice el periodismo de la época, fue una forma casi tribal de control de los Poderes del Estado, compartida con otras familias opositoras antisomocistas. En una sociedad de formas arcaicas basadas en líneas de parentesco, como eran las tribus del Partido Conservador y el caudillismo de sus líderes, el somocismo perpetuó un sistema de parentesco de familias propietarias terratenientes (del latifundio), de intereses políticos y económicos entrecruzados.
Eran las formas tribales lo que daba origen a una inestabilidad política, por la cual una facción llegó a pedir abiertamente la intervención norteamericana en 1926, como en 1855. Y el somocismo estabilizó la coexistencia de sus intereses más de cuatro décadas.
Sobre estos localismos provincianos, tomo una cita de Constantino Láscaris: “La caída en el localismo no fue ni un mal ni un bien. Fue un hecho, consecuencia de la escasez de población y de su concentración en torno a pequeños núcleos urbanos. Por eso, el [siglo] XIX en Centroamérica fue de hecho un período de vigencia de la "Ciudad-Estado", situación enmascarada al usarse una terminología nacionalista [de Estado Nacional]... Cuando la creación de las "Provincias Unidas del Centro de América", de Federación centralista, o de Federación descentralizada, todo el léxico era ajeno a las realidades vivientes”73.
Lo que dice Láscaris sobre Centroamérica como causa del fracaso del Unionismo, vale para comprender el desarrollo de sociedades casi tribales en las ciudades del litoral del Pacífico nicaragüense, hasta bien entrado el siglo XX. Lo que se relaciona especialmente con las formas casi feudales de explotación agraria y la depauperación de las etnias aborígenes (en un Estado nicaragüense que no integra los pueblos de la Costa Caribe). De ahí, la tendencia a la autarquía de las ciudades-provincia, y a la permanente anarquía; razón del escaso desarrollo institucional de las formas de Estado en Nicaragua, en una economía agroexportadora y bajo relaciones neocoloniales74.
El somocismo y el antisomocismo reproducen esta forma tribal de grupos de aprentesco en los partidarismos políticos nicaragüenses, en su tendencia al caudillismo y, al mismo tiempo, al pactismo bipartidista. Son muestra de este tribalismo, el caudillismo opositor del Partido Conservador con Emiliano Chamorro; y del pactismo, Carlos Cuadra Pasos, el intelectual que mejor representa la comunión de intereses económicos de las familias conservadoras con el somocismo75. Pero años atrás, antes del primer Somoza, también Emiliano Chamorro había tenido la iniciativa de pactar una fórmula electoral para la presidencia del conservador Carlos José Solórzano con el liberal Juan Bautista Sacasa de vicepresidente en 192476. Según la asociación o la competencia por intereses económicos los dividía o generaba el consenso de las elites sobre la base social de empleados, artesanos, obreros y campesinado.
En el siglo XIX, cuando los localismos dividían el territorio del Estado y la capitalidad cambiaba de una ciudad a otra, se hacía una generalización (a todas luces inexacta y un prejuicio, pero estadísticamente aproximada), de que los de la ciudad León eran familias liberales y los apodaban “calandracas”, y que los de Granada eran linajes conservadores y los apodaban “timbucos”.
Se refleja el casi tribalismo liberal-conservador en el escaso desarrollo de la formación social nicaragüense, la tendencia a la autarquía y la anarquía (sin Estado) de las formas tribales, hasta en los grupos armados antisomocistas que, no solamente recurreren a la violencia anárquica, sino que su organización es anárquica. Anárquicos en su carencia de estructura política, y anárquicos en su desorganización e improvisación. Sin estructura política ni programa partidario, ni objetivos de clase social, más que el derrocamiento del somocismo (no importando que la alternativa al somocismo fuera el chamorrismo).
2. El atraso en la formación del Estado en Nicaragua viene de que en el siglo XIX, la propiedad y el sexo masculino eran condición del derecho de ciudadanía; hasta la Constitución liberal de 1894, surgida de la revolución liderada por José S. Zelaya en 1893. Desde el golpe de Estado contra Zelaya en 1909, la intervención norteamericana y los gobiernos conservadores, atrazaron la modernización de la sociedad. Y los pueblos de la vertiente del Caribe, que habitan la mitad del territorio del Estado, continuaron marginados de la política hasta 1979, y sus culturas no tuvieron expresión en la Constitución hasta 1987.
Pero, bajo el somocismo (1933-1979, por la fuerza de la expansión y modernización de la economía agroexportadora, también avanzaron las formas de partido político y del Estado. El Partido Conservador y el Liberal ya representan a una ciudadanía de prácticamente la mitad del territorio, incorporando el Centro-Norte del país y la vertiente oriental del Gran Lago Cocibolca. Más que antes de la década de los años cuarenta, que los partidos representaban a las ciudades del Pacífico; y representan más población de ciudadanos, que la tradicional red de familias de pequeños propietarios terratenientes tributarios de las grandes familias latifundistas.
En general, el control norteamericano sobre la GN y su director (particularmente bajo la influencia del democratismo de los presidentes Roosevelt a Kennedy, no tanto después con Nixon y la “doctrina Kissinger”77, que pasó a llamarse “Estado de seguridad nacional” en el Cono Sur) obligó a una formalidad de legalidad institucional, de continua búsqueda de mantenimiento del bipartidismo (Partido Liberal-Partido Conservador), de legitimación electoral del Poder Legislativo y Ejecutivo, con diversos Presidentes de Gobierno y cuotas proporcionales de diputados de oposición. El golpismo era combinado con sucesivas reformas constitucionales y asambleas constituyentes, bajo pactos de consenso bipartidista; al tiempo que se aplicaba de forma sistemática la represión de las tendencias contrarias al bipartidismo de las llamadas “paralelas históricas”.
Sin embargo, aunque la economía y las relaciones sociales se estaban desarrollando aceleradamente bajo el somocismo, continuaron existiendo formas de grupos familiares, linajes tribales. Pero se modernizó la manufactura artesanal, la industrialización de productos naturales y la infraestructura del transporte, orientados a la exportación y el mercado interno. Y surgieron dos burguesías de potentes grupos financieros, todavía atadas a vínculos de familias con control sobre el partido liberal, el grupo económico y financiero BANIC, y el BANAMERICA vinculado a las tradicionales familias conservadoras78. Formas casi tribales en transición a la modernidad, de cuyas estructuras de parentesco aún quedan remanentes en los nuevos grupos económicos (véase Orlando Núñez: La Oligarquía en Nicaragua, antes mencionada).
Junto a la modernización del Estado con nuevas formas de Gobierno, como la creación del Seguro Social y el Código Laboral en 194579, que coinciden en el tiempo con su aparición en Costa Rica, surgen: el Banco Central, los programas de crédito del Banco Nacional, entes autónomos promotores de desarrollo agrícola y ganadero como el INFONAC e IFAGAN, más los programas de acopio de granos, INCEI. Inversiones en electrificación y agua potable con asistencia de la Administración del presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower. Anteriormente se había dado la extensión de la educación a zonas rurales y creación de Escuelas Normales del magisterio, con la aplicación y financiación del “programa punto cuarto” de la Administración del presidente norteamericano Harry S. Truman. Y en los años sesenta, los programas sociales con ayuda de la Alianza para el Progreso de la Administración del presidente norteamericano John F. Kennedy. Pero, a partir de la Administración del presidente norteamericano Nixon (1969-74) y Ford (19774-77), más bien desaparecen las políticas que incentivan el Gasto Público, bajo el nuevo signo del “ajuste” Monetarista del FMI, iniciando el fenómeno que después se conocerá en Latinoamérica como la “deuda eterna” y las “décadas perdidas”80.
3. Como conclusión, la fuerza de imposición de la Guardia Nacional impidió el desarrollo político institucional de un Estado independiente, pero se avanzó en la consolidación de una forma de Estado centralizado sobre las tendencias a la autarquía y anarquía de los partidos de grupo casi tribales. El bipartidismo Liberal-Conservador, lo mismo que los nuevos partidos contrarios al bipartidismo, como el Liberal Independiente y el Socialcristiano, en conjunto fueron adquiriendo una dimensión territorial que superaba los localismos. Hasta la práctica desaparición del antiguo sistema de partidos del somocismo y del antisomocismo en 1996.
Sólo el final de la Guardia Nacional en 1979 posibilita el desarrollo institucional del Estado independiente, sin ocupación militar, que comienza con el gobierno antisomocista de Unidad Nacional de 1979-85. Su desarrollo tiene continuidad bajo el Movimiento Nacional populista del Frente Sandinista (1985-90); y se consolida en el Gobierno de 1990 a 1996, de la tercera Unidad Nacional Opositora (UNO)81. El Gobierno de la UNO se hizo con elementos de los principales partidos y grupos que habían participado en la Unidad Nacional antisomocista de 1979; pues, el regente Antonio Lacayo dirigió la política del Gobierno de Violeta Chamorro mediante pactos con el Frente Sandinista. Negoció la transición militar y la gobernabilidad política con los comandantes del Frente Sandinista, Humberto y Daniel Ortega “gobernando desde abajo”.
En conjunto, los tres gobiernos de 1979-1996 fortalecieron las instituciones del Estado, y consolidaron la Constitución de 1987 con la reforma pactada por Lacayo con el Frente Sandinista en 199582, en unas condiciones de relativa independencia al contar con un nuevo ejército. Al mismo tiempo, la entrada en la globalización de libre circulación del “mercado de capitales” en la década de los años noventa, debilitó los tradicionales grupos económicos familiares por la emergencia de nuevos grupos económicos, lo que se ha reflejado en una reestructuración del sistema de partidos en Nicaragua.
El sistema somocista: formas políticas. Las formas políticas que adquiere el somocismo de 1933 a 1979 son variadas, pero siempre comprende:
1. Control norteamericano sobre la Guardia Nacional. Es la función del embajador norteamericano, quien se relaciona directamente con la Jefatura de la Guardia Nacional, al margen del Ministerio de Relaciones Esteriores del Gobierno nicaragüense. El entrenamiento GN lo hacen oficiales norteamericanos. Cuando algunos periodistas opositores tomaban a burla que los Somoza hacían ostentación de su conexión con la embajada norteamericana, para darse prestigio; en realidad, no era solamente una pose de la confirmación de su autoridad, sino una necesidad de su coordinación del mando de intervención sobre la GN. Y que estos periodistas opositores dieran relieve al hecho, radica en que para ellos también, como opositores, la embajada norteamericana era una fuente de legitimidad. Porque la embajada norteamericana hacía un papel de mediación en la estabilidad del bipartidismo, y también las familias conservadoras reconocían su papel de intervención. Esto, sin olvidar que la Guardia nacional y, particularmente su director, servían a intereses norteamericanos en el área.
En 1939, Somoza García hace visita oficial al presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt. Lo que representó su espaldarazo para mantener la estabilidad entre las facciones de las familias libero-conservadoras, y legitimó el método golpista por el que había destituido al Presidente Juan B. Sacasa. Además, es relevante que su hijo Anastasio Somoza Debayle se gradúa en la academia West Point, de Estados Unidos. Lo que vinculaba al segundo Somoza Jefe de la GN con la oficialidad norteamericana.
Una de las evidencias de sincronía de la Guardia Nacional y el somocismo con el intervencionismo norteamericano se dio respecto del Partido Socialista de Nicaragua (prosoviético), y el trato del sindicalismo de clase trabajadora. El primero de mayo de 1945, Anastasio Somoza asistió al acto de plaza pública, junto a la Federación y la Confederación de Trabajadores de Managua, en la primera manifestación del día del obrero en Nicaragua (conmemoración de la lucha y muerte de los obreros de Chicago por la jornada de ocho horas en 1886). También estaba al lado de Anastasio Somoza el comunista mexicano Vicente Lombardo Toledano, secretario general de la Confederación de Trabajadores de América Latina83. En la manifestación participó el recién fundado Partido Socialista de Nicaragua (PSN), y su central sindical que hacía oposición al sindicato y al movimiento populista del Partido Liberal, los Frentes Populares Somocistas. Aquella tolerancia del régimen somocista, en el contexto del democratismo norteamericano y de los Aliados de la Segunda Guerra Mundial, era algo comprensible. Y también es comprensible el activismo socialista, con un programa político de Revolución Social en un gobierno aperturista, por limitado que fuera su democratismo. Pues, en esas condiciones, su trabajo clasista obrero era su primer objetivo, no la legalidad del somocismo. Esta situación cambió el 5 de julio de 1947, por mando del Jefe de la Guardia Nacional, Somoza García, el Presidente Benjamín Lacayo decreta el destierro de los dirigentes del Partido Socialista Nicaragüense a la isla de Ometepe. La causa es su “ideología extraña, prohibida por la Constitución”. En sincronía con el inicio de la Guerra Fría por los Estados Unidos.
La dependencia neocolonial de los Estados Unidos se inicia en 1909, cuando fue derrocado el gobierno del liberal José S. Zelaya por el intervencionismo norteamericano; a partir de entonces los gobiernos nicaragüenses dependieron del reconocimiento norteamericano. Y existió complicidad y colaboración de las familias del Partido Conservador con el intervencionismo. Difícilmente podía ser de otra manera, si aún el gobierno de Unidad Nacional de 1979 dependió del reconocimiento norteamericano a través de la OEA. Y la pérdida de ese reconocimiento significó la intervención militar de los años ochenta. Primero la intervención directa, que fue prohibida por el Congreso de Estados Unidos en 1984; y luego, la intervención mediada por los grupos “contra”84 de 1983 a 1988.
El reconocimiento norteamericano y la intervención directa o indirecta forma parte substancial de la política neocolonial nicaragüense, y no fue exclusivo de la Guardia Nacional y el Somocismo; sino consentida por el Partido Conservador como garantía del bipartidismo. Durante el somocismo, en ningún momento se opuso el Partido Conservador al intervencionismo norteamericano; ni su diario La Prensa se salió nunca del lineamiento de la Sociedad Interamericana de Prensa, en la que encontraba respaldo y garantía contra la censura somocista. Y la coalición UNO, liderada por el Partido Conservador, ganó las elecciones de 1990 con el apoyo abierto de Estados Unidos. El somocismo no ha sido la única formación prointervencionista, esto es parte de la condición neocolonial de Nicaragua.
2. El control de la jefatura de la GN otorga de facto a Anastacio Somoza García y Anastacio Somoza Debayle, mediante pacto del bipartidismo de Liberales y Conservadores en un régimen neocolonial, el poder de:
a) instalar gobiernos por golpes de Estado (1935, 1947), aunque mediante un subalterno en el Gobierno.
b) previos pactos bipartidistas, convocar elecciones para legitimar el control somocista85; pactos consituyentes de 1938, de 1948 con Carlos Cuadra Pasos, de 1950 con Emiliano Chamorro (llamado el “pacto de los generales” que garantizaba el 30% de diputados al segundo partido, el Partido Conservador, llamados “diputados zancudos”86), pacto de 1971 con Fernando Agüero (llamado “kupia kumi”; en lengua mískita: “unidos en un corazón”). Todos estos pactos celebrados con el Partido Conservador, a cambio de prebendas.
c) reformas constitucionales (1938, 1948, 1949, 1955) o nuevas Constituciones redactadas por asambleas constituyentes bipartidistas (1950 y 1974). Pero siempre el somocismo contó con mayoría Liberal en la Cámara legislativa.
3. Presidencias de Gobierno de los Somoza. Anastasio Somoza García: 1937-47, por elecciones; designado por el Congreso, abril-mayo de 1951; 1951-56, por elecciones; Luis Somoza Debayle, presidente designado por el Congreso en 1956, electo 1957-1963; Anastasio Somoza Debayle, por elección, 1967-72; por elección, 1974-78; por elección, 1978-79)87. En tiempos de Luis Somoza apareció el eslogan “Somoza forever”, sin embargo realizó elecciones primarias en el Partido Liberal para elegir candidato a las elecciones de 1963. Compitieron Pedro Quintana, Alejandro Abaunza y René Shick (ministro de Educación el período de gobierno anterior de Luis Somoza, promotor de la Ley de Autonomía de la Universidad Nacional). Salió elegido candidato por el Partido Liberal René Shick.
3 bis. Presidencias de Gobierno bajo control somocista: Carlos Brenes, de facto (1936-37); Leonardo Argüello, por elección (mayo de 1947), candidato propuesto a las elecciones por Somoza, pero depuesto en pocas semanas por su independencia ya en la Presidencia, y reemplazado de facto por Benjamín Lacayo (mayo-agosto 1947); por elección, Víctor M. Román (1947-51), quien muere y es designado presidente por el Congreso el senador vitalicio Anastasio somoza García (abril-mayo de 1951). René Schick, por elección (1963-966); Lorenzo Guerrero, vicepresidente de René Schick, que a la muerte de este en el ejercicio es designado por el Congreso para completar el período presidencial (1966-67); Junta Nacional (1972-74), por pacto Liberal con el Partido Conservador (llamada “triunvirato”, “tres patas” y “pata de gallina”): Fernando Agüero, Roberto Martínez y Alfonso Lovo (en 1973 Agüero renuncia a la Junta y es sustituido por el conservador Edmundo Paguaga)88. Aunque, por la destrucción del centro de Managua con el terremoto del 23 de diciembre de 1972, Somoza Debayle creó el Comité Nacional de Emergencia que operó como aparato parelelo de la Junta Nacional.
4. Represión sistemática de la oposición al bipartidismo, y recurrentes Estados de excepción de Derechos Constitucionales. La práctica sistemática de la prisión de los opositores, tortura y asesinatos. Se vuelve frecuente que los opositores recurran al asilo en embajadas y el exilio. Se dan períodos de libertad de prensa, seguidos de períodos de censura y persecución.
A continuación del asesinato de Sandino y sus acompañantes, vino el asesinato de guerrilleros y campesinos del campamento de Sandino. El año 1944 es reprimido violentamente el movimiento estudiantil de Universidad Central de Managua. Hay numerosos heridos, presos y exiliados. Entre estos jóvenes se encuentra Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y otros de la Juventud Conservadora. El 10 de agosto de 1944 se cierra el diario conservador La Prensa, en una cadenda de períodos intermintentes de cierre y censura de medios de opinión.
Tras el golpe de Estado de 1947, se alza un movimiento sindical de carácter revolucionario en la Mina La India, reprimido violentamente por la GN. En 1953, el Congreso aprueba la “Ley de Difusión y Emisión del Pensamiento”, llamada “Ley del Bozal”. Después del atentado contra Somoza García el 21 de setiembre de 1956 en León, ademas de la muerte de Rigoberto López, durante cuatro años numerosos opositores fueron encarcelados, algunos torturados y otros asesinados, como Edwin Castro, Ausberto Narváez y Cornelio Silva. El 23 de julio de 1959 en León, la Guardia Nacional dispara sobre una manifestación de universitarios, movilizados por el alzamiento de la guerrilla de El Chaparral; en esa manifestación muere entre otros el estudiante Eric Ramírez. En 1960, es asesinado en las cárceles de la GN, Ajax Delgado, hijo de uno de los fundadores de la GN, Santiago Delgado, también luchador antisomocista.
En las acciones de toma de rehenes (27 de diciembre de 1974 en la casa de José M. Castillo en Managua89 y en el edificio del Congreso de Diputados el 22 de agosto de 1978), Anastasio Somoza Debayle demostró la cordura suficiente para ceder a las demandas de los insurgentes, debido a que los rehenes eran personalidades del gobierno y de su familia. Pero la GN no reparó en el asesinato de civiles desarmados y el ataque a núcleos urbanos en las insurrecciones populares de 1978 y 1979. El acto más televizado de esta barbarie sucedió el 20 de Junio de 1979, que hubo la evidencia del asesinato del periodista norteamericano Bill Stewart por un soldado de la Guardia nacional ante las cámaras de TV.
Este recuento es una parte menor de lo que sería una lista de la ignominia.
5. Utilización de órganos del Estado para el enriquecimiento del grupo de familias liberales y de las familias conservadores, mediante el bipartidismo libero-conservador. No solamente se enriquecieron políticos colaboracionistas, los llamados diputados “zancudos”90, sino que los grupos económicos de líneas de parentesco de las familias conservadoras se enriquecieron también bajo el somocismo como nunca antes91. Pero, indudablemente, la mayor utilización de órganos del Estado para el enriquecimiento se hizo en beneficio de la familia Somoza92. Jaime Wheelock en el citado trabajo de investigación de Historia Económica, Imperialismo y Dictadura, explica el crecimiento general de los grupos económicos capitalistas bajo el somocismo sin distinción de líneas de parentezco. Bajo este aspecto, el somocismo potenció el desarrollo del capitalismo en Nicaragua, a pesar del mantenimiento de arcaicas estructuras familiares, casi tribales y casi feudales.
Conclusión 1. El somocismo siguió tres fases:
1. bajo Somoza García, con alternancias de distintas Presidencias del Gobierno (1933-1956).
2. bajo los hermanos Somoza Debayle (1956-67), que se dio una separación formal de la Dirección GN y el Gobierno.
3. de Anastasio Somoza Debayle (1967-1979), fusión de la Dirección GN y Presidencia del Gobierno. Con excepción de la Junta de Gobierno de 1972-74, pero con el gobierno paralelo de Tachito, quien se autonombró Ministro de la Reconstrucción.
Cada una de estas fases tuvo características diferenciadoras, bajo nuevas condiciones de desarrollo social y económico; así como por los cambios internacionales, particularmente por la política neocolonial de Estado unidos, que evolucionó de los tiempos de la Administración Roosevelt a la Administración Carter. Pero la Guardia Nacional cumplió la función neocolonial de estabilizar los grupos de intereses económicos y familias tribales en conflicto. Hasta el cambio de modelo económico Monetarista del Gobierno de Estados Unidos, y el cambio de modelo de relaciones exteriores, desde la primera Administración Nixon; que pasó de “exportar” el democratismo de formas de consenso a los regímenes de fuerza (la aplicación de la “doctrina Kissinger”). Lo que coincidió con la Presidencia de Gobierno de Tachito. Los asesores que a Luis Somoza le decían ser más liberal e invertir en servicios públicos, a Tachito los asesores tecnócratas (llamados los “chemises”) le decían que debía estabilizar la moneda reduciendo el Gasto Público, y ser más autoritario.
Esto explica el fondo militarista y el “ajuste” Monetarista, base de la crisis en la última fase del somocismo. Pues, no sería lo mismo un Somoza García bajo las políticas reformistas de Roosevelt, y las inversiones del “Punto Cuarto” de Truman, o un Luis Somoza con las inversiones de la Alianza para el Progreso de Kennedy, que un último Somoza bajo las órdenes de Nixon y Kissinger.
Conclusión 2. Hubo varias formas de oposición antisomocista:
1. del Partido Conservador que pactó el bipartidismo con los Somza.
2. el antisomocismo contrario al bipartidismo, en partidos políticos minoritarios: Partido Liberal Independiente, escisión del Partido Liberal en 1944; y Partido Socialcristiano, escisión del Partido Conservador en 1959.
3. el antisomocismo de movimiento cívico y de opinión pública, particularmente el liderado por Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y del grupo empresarial La Prensa; forma parte del grupo económico de familias conservadoras, pero ya separado del Partido Conservador desde su ataque al pacto Agüero-Somoza en 1971.
4. el antisomocismo de grupos armados anárquicos (sin programa político de partido, y anárquicos en su desorganización), contrarios al bipartidismo liberal-conservador; los hubo de rebeldes retirados de la Guardia Nacional (se ha visto antes), y otros vinculados a familias conservadoras (como el de Olama y Mollejones, 1958, o diversos grupos sandinistas de la década de los años setenta)93. Los primeros alzamientos armados se producen en 1948 con el ataque a cuarteles GN en Ciudad Darío y Muelle de los Bueyes, donde se fusila a los insurgentes. El 29 de septiembre 1948, cerca de Murra, muere en un enfrentamiento con la GN, el antiguo luchador junto a Sandino Juan Gregorio Colindres.
5. La sucesión de movimientos armados espontáneos, entre 1948 y 1963, acaban formando un racimo de grupos anárquicos llamados Frente Sandinista. Pero la reivindicación pública del nacionalismo de Sandino, como una forma de antisomocismo y sin programa político partidario específico, comienza con el movimiento universitario de la Juventud Conservadora en la Universidad Central de Managua en 1944. Este nacionalismo nunca se superó dentro del sandinismo, limitado al antisomocismo.
6. el antisomocismo de partidos socialistas de clase trabajadora, contrarios al sistema de grupos económicos familiares, tanto conservadores como liberales: Partido Socialista de Nicaragua (PSN), Partido Comunista y Acción Popular, entre los que llegaron a tener alguna forma de intervención política.
Conclusión 3. Llamo sistema somocista a este complejo de formas políticas bipartidistas, en interacción con la respuesta opositora. No se trata de la típica dictadura militar, sino una forma compleja de autoritarismo en diferentes fases; sin llegar nunca a una estricta forma dinástica ni al Estado totalitario, que decía Pedro Joaquín Chamorro Cardenal del grupo político de La Prensa, un disidente del Partido Conservador ciego a que su posición empresarial la debía al bipartidismo y al pactismo libero-conservador.
Pues, no hubo ejército. La GN se mantuvo como un cuerpo paralelo del Estado; una institución de facto, nunca sometida a la Jefatura de Estado del Presidente, e independiente del Poder Legislativo. No hubo una dictadura presidencialista, ya que cambiaban los presidentes de gobierno, diez presidentes no Somoza de 1936 hasta 197494 (uno más que los Estados Unidos en ese mismo Período).
El golpismo no ponía en el Gobierno al Jefe de la GN sino a un civil independiente de la Guardia. El sistema político se legitima mediante procesos electorales y el pacto bipartidista, reformas a la Constitución y convocatorias de Asamblea Constituyente. Por períodos, existe un Estado de libertades públicas, libertad de reunión, asociación, de expresión, de partido político y actividad sindical; con paréntesis de Estados de Excepción de derechos constitucionales, prisión arbitraria, tortura y asesinato.
En realidad, el sistema somocista fue la aplicación de la función neocolonial que le otorgó Estados unidos a la Guardia Nacional, de estabilizar el bipartidismo liberal-conservador, mediante una imitación de la formalidad democrática norteamericana. Y funcionó hasta que el Partido Conservador perdió toda legitimidad, por la crisis interna de su viabilidad como partido político, tras el pacto Agüero-Somoza de convocar una Asamblea Constituyente (1971); y por la dura campaña destructiva que lanzó a continuación La Prensa contra Fernando Agüero (quizá por el personalismo de Pedro Joaquín Chamorro, se verá después su aspecto político-ideológico), que dejó al antisomocismo sin liderazgo de alternativa política, más que la violencia.
El Movimiento Nacional del somocismo, sistema de agitación y movilización (sistema ideológico). El Partido Liberal ya se había convertido en Partido Liberal Nacionalista en el gobierno de José M. Moncada, en 1928. No se dio el nombre de Nacional, que aludiría a la conformación del Estado Nacional, sino que se llama Nacionalista. Lo que indica que compartía una deriva Latinoamericana a la ideología del nacionalismo, propio de las décadas de entreguerras mundiales. La influencia más cercana sería México con su nuevo nacionalismo del Partido Revolucionario, un nacionalismo indigenista contrario a los nacionalismos hispanistas de conservadurismo católico. La gran diferencia entre un nacionalismo y otro, estaba en la participación de la Iglesia como aparato paralelo del Estado, o su separación.
También Sandino expresó este nacionalismo laico, como se puede ver en su proclama Plan para la Realización del supremo Sueño de Bolívar95. Pero Anastacio Somozo añadió a este nacionalismo un movimiento de masas, los Frentes Populares Somocistas, que en los medios de opinión se los llamaba “turbas gobiernistas”; con el tiempo se sumó la Asociación de Militares Retirados, Obreros y Campesinos Somocistas (AMROCS). Nicolasa Sevilla (llamada “la Nicolasa Sevilla”) llegó a ser la dirigente de este movimiento de masas, también llamados “los nicolasianos” o “la portátil”, por la facilidad con que se desplazaban a las distintas concentraciones. Según la ocasión, esta organización repartía comida y bebida (los “bolis” de los años sesenta, alcohol en bolsitas de plástico selladas con calor) como atracción a las concentraciones somocistas, pero también se convertían en fuerzas de choque contra manifestaciones antisomocistas.
En la década de los ochenta, en el también Movimiento Nacional del Frente Sandinista, sus organizaciones de masas transformaron en sandinistas a muchos de estos activistas. En un programa “Cara al pueblo” del sistema de TV Sandinista, el año 1983 (cuatro años después de organizado el movimiento vertical de masas del Frente Sandinista), alguien se queja de que en las organizaciones de masas de vecinos están los antiguos somocistas. Evidentemente, la población de los barrios era la de antes, y los elementos más activos serían los mismos del somocismo. Daniel ortega contestó que si los antiguos somocistas era los “activistas” en el sandinismo, se trabajaría con ellos.
Particularmente, en los barrios populares, y más donde los gobiernos del somocismo habían aplicado los programas de viviendas financiados con crédito norteamericano (el INVI), había más altos niveles de organización popular somocista. Pero los opositores antisomocistas desconfiaban de los “nicolasianos” y los AMROCS.
Los Frentes Populares Somocistas demuestran la ideología populista, que aparece los años 30 y 40 en toda latinoamérica, organizaciones de movimientos populares de masas; y gobiernos de partidos políticos de base social interclasista, como los gobiernos de Lázaro Cárdenas en México, de Getulio Vargas en Brasil, de Perón en Argentina o el más tardío del Movimiento Nacionalista Revolucionario de Víctor Paz Estensoro en Bolivia.
Por lo tanto, hay rasgos ideológicos en el somocismo de Movimiento Nacional populista (interclasista). A pesar de su nombre, el Partido Liberal somocista no es estrictamente liberal, en el sentido de que no es una ideología en función de los intereses de una burguesía, por su populismo; y menos liberal podría ser esta ideología si antepone el nacionalismo al cosmopolitismo liberal. Sin embargo, las diferentes reformas constitucionales, y las nuevas Constituciones del somocismo (1950, 1974) no abandonaron los principios liberales de la llamada “libérrima” Constitución de la revolución de Jose S. Zelaya (1894). Bajo el somocismo se mantuvo la separación de la jerarquía de la Iglesia respecto del Estado, el matrimonio civil como contrato reconocido, la educación laica, el derecho de divorcio, etc. Apostillo, que una carácterística del antisomocismo era su clericalismo, lo que explicaría la abierta participación de clérigos en la oposición antisomocista, y en el Movimiento Nacional sandinista de 1979.
Contraste de ideologías en la carta abierta de José Coronel Urtecho a Emiliano Chamorro (el caudillo del Partido Conservador), del 1 de agosto de 193896. Esta carta de José Coronel Urtecho contiene una apología de Anastasio (“Tacho”) Somoza García, una alerta contra las tendencias de la guerra civil, y una exposición del ideario de Falange de la Acción Católica española del grupo de intelectuales granadinos del Nacionalismo Integral, llamado Reaccionario (fundado públicamente en 1934, pero ya organizado con anterioridad como grupo intelectual junto al círculo de poetas conservadores católicos del Taller de San Lucas, en Granada, Nicaragua). El grupo estaba influenciado por la Acción Francesa de Charles Maurras, y la Acción Católica española.
José Coronel Urtecho era hijo del político liberal Manuel Coronel Matus (1864-1910), ministro de Relaciones Exteriores y de Instrucción Pública en el Gobierno de José Santos Zelaya (1893-1909)97. Esto pudo influir en que, a pesar de su pertenencia a un grupo de jóvenes seguidores de la Falange española y del grupo de poetas católicos del Taller de San Lucas, fuera nombrado subsecretario de Instrucción Pública en el primer gobierno de Anastasio Somoza García. Después fue diputado somocista, y en la constituyente de 1950 era diputado “zancudo” (apodo del Partido Conservador).
José Coronel Urtecho se retractó en diversas ocasiones de esta carta de apología de Somoza, por lo que no reprenta su postura política posterior. Pero no se retractó de su ideología falangista de Movimiento Nacional que compartió con los gobiernos del partido Frente Sandinista fundado en 1979 (antes de 1979, los diversos grupos anárquicos llamados Frente Sandinista no tuvieron organización de partido político).
Dice José Coronel: “no siendo liberal sino conservador de ideas, pero enemigo del partidarismo e independiente de sus disciplinas, soy partidario de que el General Somoza se perpetúe en el poder y bendigo la oportunidad de una Constituyente que podría prestarse, si somos razonables y valientes para dejar establecida esa perpetuidad de la Jefatura nacional que deseaba Bolívar”. Se hace notar la ideología asumida por los poetas católicos granadinos del Taller San Lucas (después conocidos como Movimiento de Vanguardia) de una Jefatura de la Falange. Solamente que se utiliza la figura de “jefatura vitalicia” de Bolívar. Pero esta ideología debió satisfacer el interés de Anastasio Somoza García, de quien se sabe que gustaba mostrar esta carta. Y debió afianzar su idea de Movimiento Nacional. Para hacer una paralelismo remoto, puede pensarse en el Movimiento Nacional que para esa fecha esta comenzando a instaurar Francisco Franco en España con el Frente Nacional.
“Lo que Ud. [Emiliano Chamorro] a las claras pretende en su carta abierta, es alarmar a ciertos ideólogos del Liberalismo y atemorizar a los partidarios del General Somoza, haciéndoles notar que todo intento comunista es contrario a la ideología liberal, lo cual es cierto. Pero ni Ud. ni sus amigos conservadores, ni sus amigos liberales, ni los somocista tímidos tienen derechos de coartar de futuro la libertad del pueblo comprometiéndose con maniobras de partido a dejar señalada desde ahora la conducta que debe seguirse en la Asamblea Constituyente”. En este punto no queda claro si José Coronel alude a una crítica que pudo hacer Emiliano Chamorro de la tendencia populista de Somoza, que le pudiera parecer “comunista” (una confusión muy común en quienes ignoran el clasismo comunista, no populista y menos de capas medias, ni de los marginados del trabajo obrero -“lumpen”-, que por carecer de conciencia de clase se venden fácilmente al burgués como fuerza represora, como el policía que ejerce la violencia en beneficio del que le paga). Quede como una conjetura, que pudo ser que el caudillo conservador Emiliano Chamorro criticara una tendencia populista en Somoza García. Pero sería una demostración temprana de esta ideología en Anastasio Somoza García.
A efectos de análisis ideológico, en las dos citas anteriores de la carta abierta de Coronel Urtecho aparece la idea de la Jefatura o Dictadura Vitalicia, propia de un Movimiento Nacional, que a Somoza le pudo simpatizar. Y también la posibilidad, más que de una propensión de Somoza García “al comunismo” (algo inverosímil), que se trate de de su movimiento social populista.
La función de consenso en el bipartidismo Liberal-Conservador. Se ha visto antes esta cita de la carta de José Coronel a Emiliano Chamorro, pero la repito esta vez por el enfoque ideológico implícito: “La noche del 21 de Febrero [el asesinato de Sandino por la Guardia Nacional, bajo la dirección de Anastasio Somoza García] que Ud. evoca salvó la paz y la afianzó de modo positivo, antes de que usted asistiera al baile con que la sociedad de Granada manifestó su gratitud al General Somoza por los benéficos resultados de aquel choque inevitable y oportuno entre el Ejército y el bandolerismo”. José Coronel echa en cara al caudillo conservador, que comparten la muerte de Sandino y su derrota en un interés bipartidista con el partido Liberal de Somoza, al que debe reconocer como ya lo hacen las familias conservadoras. Pero en este punto hay otro rasgo ideológico del Somocismo que es el bipartidismo como mandato de la intervención extranjera a la Jefatura de la Guardia Nacional. Porque la Guardia Nacional es elemento oculto, inconsciente, detrás de la carta de José Coronel; mientras que resalta el elemento visible, consciente, el mandato de consenso político para estabilizar el Estado. Esta será la ideología del discurso somocista, que “justifica” el aparato militar de la GN y su propia Jefatura vitalicia.
Conclusión: con palabras de José Coronel: “Estos jóvenes aceptan como un hecho la Presidencia y la Jefatura Nacional del General Somoza, ven en él al mantenedor de la paz, y sólo piden que el estado partidarista se organice en estado nacional”. Están describiendo el Estado corporativo de Movimiento Nacional, el eje de la ideología política del Estado Nacional somocista y bipartidista. Es indudable que el conocimiento ideológico que demuestra esta carta de José Coronel favoreció más a Anastasio Somoza que a Emiliano Chamorro, y pudo ser fundamental para la articulación del proyecto ideológico del somocismo.
Somocismo “luisista” y el “tachista” (1956-67). El 21 de setiembre de 1956, Somoza García resulta herido de bala por Rigoberto López; y muere días después en el hospital de una base norteamericana en la Zona del Canal de Panamá98. Rigoberto López fue muerto en el acto, muyos opositores sufrieron prisión y torturas, y algunos como Edwin Castro los mataron sin existir la pena de muerte. La Guardia Nacional bajo la dirección de Anastasio Somoza Debayle desde 1956, encarceló y torturó tal cantidad de opositores al somocismo, que fue el inició de una aplicación sistemática del terror por el menor de los hijos de Somoza García. Lo que aumentó después de la muerte de su hermano Luis, quien ejercía cierto ascendente de control político sobre el círculo de oficiales y consejeros de Tachito. Pero su ascenso a la presidencia del Gobierno en 1967 agudizó su tendencia autocrática.
En 1956, Luís Somoza Debayle asume la presidencia y Anastasio Somoza Debayle es nombrado director de la Guardia Nacional. Esto produce una separación relativa de la Guardia respecto del Gobierno. Lo que va a representar, en una segunda fase del somocismo, una continuidad y un cambio en las formas políticas. Como gesto significativo, pero hay muchos más, he mencionado antes que bajo la presidencia de Luis Somoza Debayle (1957-63) se reconoció la Autonomía de la Universidad Nacional de Nicaragua, como ente autónomo respecto del Ministro de Educación, aunque formando parte del Presupuesto Público (Decreto del 25 de marzo de 1958). También se ha mencionado su decisión de convocar elecciones primarias dentro del Partido liberal para las elecciones de 1963.
Pudo ser esta condición de relativa separación de poderes que dio origen a dos tendencias en el somocismo y entre los somocistas, según afiliación a las maneras de fuerza de Tachito o al modo de consenso de Luis. De Luis decían que era “político”, y de Tachito “el guardia”99. Pero recuerde el lector que el somocismo se instaura sobre el control de La Guardia Nacional como aparato paralelo del estado. Luego, el “político” Luis Somoza depende de la Guardia Nacional. Pero la astucia política de Luis y los luisistas permitió un margen de formas y formalidades de democratismo. Por ejemplo, que gobernaran René Schick y Lorenzo Guerrero (1963-1967). Aunque la represión violenta, contra los derechos ciudadanos opositores al bipartidismo, no cesó.
Fuera de estas manifestaciones aparentes, hubo dos formas de somocismo y dos períodos de características propias en el somocismo, del “luisismo” (1956-1967) y de Tachito (1967-1979); de igual manera que tuvo características propias el primer período de Somoza García (1933 a 1956). El somocismo es un fenómeno complejo, que solamente el engaño ideológico de intereses ocultos ha simplificado en imágenes estereotipadas; y que resultan incoherentes para comprender el desarrollo socio-político y económico de Nicaragua.
Esta primera parte del artículo me he concentrado en las formas políticas e ideológicas del somocismo, en la segunda parte trato las formas políticas e ideológicas del antisomocismo.
Somocismo y el antisomocismo (segunda parte)100
Sumario de la segunda parte:
El último Somoza, la ruptura del pacto libero-conservador de la dictadura:
La ruptura del pacto bipartidista.
El final del tercer Somoza.
El antisomocismo de La Prensa de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal:
El “lomazo” del 22 de enero de 1967 o el guión de “Olama y Mollejones 2”.
La destrucción del Partido Conservador.
El juego de reciprocidad entre Pedro Joaquín y Anastasio Somoza Debayle.
La violencia anárquica antisomocista de distintos grupos nacionalistas.
El voluntarismo en el Frente Sandinista.
Carlos Fonseca contra la anarquía del Frente Sandinista.
Las limitaciones ideológicas del Movimiento Nacional del Frente Sandinista.
Apéndice 1: El tercer somocismo dentro de la “Doctrina Kissinger”.
Apéndice 2: El militarismo en Centroamérica, incluida Costa Rica, contexto del tercer somocismo.
El último Somoza, la ruptura del pacto libero-conservador de la dictadura101. De 1967 a 1979 se vuelve a juntar la función de la Presidencia del Gobierno y la Jefatura GN en un Somoza, que será la tercera fase del sistema somocista, marcado por la nueva política exterior de la Administracción Nixon desde 1969. Se acaba la etapa de “exportación” de las formas de la democracia norteamericana, por la imposición de regímenes de fuerza en América Latina, el nuevo “estado de seguridad nacional” (ver Apéndice 1: El tercer somocismo dentro de la “Doctrina Kissinger”). También con la Administración Nixon y el Fondo Monetario Internacional, el Gobierno de Tachito cae en la nueva política económica del “ajuste” Monetarista, con doble efecto: la reducción del Gasto Público en EU, que contrae el presupuesto norteamericano para programas de desarrollo económico en el llamado Tercer Mundo; y la reducción del Gasto Público nicaragüense, que sacrifica los servicios públicos (ver la nota anterior sobre el “ajuste” Monetarista). La Administración Carter (1977-81) se limitó a una política pasiva de la defensa de la Carta de los Derechos Humanos, y el militarismo continuó igual en Latinoamérica, mientras sostenía el programa de “ajuste” Monetarista del FMI.
Con lo anterior se define el punto de partida y las características de los gobiernos de Anastasio Somoza Debayle (1969-1979), que se encontró en un contexto de expansión del militarismo en Centroamérica (ver Apéndice 2: El militarismo en Centroamérica, incluida Costa Rica, contexto del tercer somocismo). Mas una caída de la inversión de “ayuda” exterior en infraestructuras y programas de desarrollo, y sometido por el FMI a una política monetaria de control estricto de la inflación con recortes en los servicios públicos. También, el último Somoza se enfrentó a una década de alza de los precios del petróleo, y un proceso inflacionario en la economía Occidental que afectó el comercio de importación-exportación (incremento del precio de las importaciones). En sucesivas crisis inflacionarias. Y en Nicaragua no hubo la entrada de “petrodólares”, a diferencia de Costa Rica, en la primera mitad de la década de los setenta.
En Costa Rica sucedía lo mismo bajo el gobierno de Oduber (1974-78), sometidos al “ajuste” Monetarista hasta que el presidente Rodrigo Carazo (1978-82) rompió con el FMI; y por la forma cómo lo hizo, prácticamente echó del país a la delegación del FMI diciendo: "El país no se puede vender por migajas". Pero los costarricenses sufrieron el cierre del crédito internacional, en medio de una gran crisis económica. Cae por su peso decir que Somoza no ofreció resistencia a las medidas de austeridad del FMI, que aplicó a la población.
1. La ruptura del pacto bipartidista. En la década de los setenta, fuera de los campos de agroexportación e importación de maquinaria en que los Somoza competían y se habían repartido el negocio con las familias conservadoras (del Partido Conservador), el tercer Somoza se introdujo en el sector de la construcción y el negocio inmobiliario, en auge por la reconstrucción posterior al terremoto de Managua del 23 de diciembre de 1972. De este modo, entró en terreno reservado a las familias conservadoras dedicadas tradicionalmente a este ramo que podría representar más de un 20% del PIB.
Lo mismo sucedió en el campo del comercio de consumo, compitiendo con una tradición de las familias conservadoras-granadinas, por la posición de Granada como puerto lacustre conectado con el Caribe. Pero en este caso la competencia se hacía a través de la corrupción de elementos de la Guardia Nacional dedicados al contrabando. Este sería uno de los temás de denuncia antisomocista más frecuente del diario conservador La Prensa durante la década, antes de vincular al régimen con el escándalo aún mayor de la compra de sangre a gente necesitada por una empresa de exportación de plasma a los EU.
Fue en esta situación de competencia desleal entre socios que el pacto del bipartidismo comienza a entrar en crisis. Al ver cerrado su horizonte económico, los hijos de las tradicionales familias del latifundio, en colegios católicos de clase alta y la Universidad de los jesuitas, fueron cayendo en el movimiento contestatario estudiantil, en los encierros de oración (llamados “ocupación de iglesias”) con clérigos agitadores como el jesuita Fernando Cardenal, o en el movimiento “cristianos de base” como el dirigido por el clérigo Uriel Molina. Derivado de este movimiento de juventudes católicas comenzaron a aparecer hijos de familias adineradas en la guerrilla foquista de los distintos grupos llamados Frente Sandinista. En su mayoría de familias conservadoras, aunque no exclusivamente, pero sí bajo el común denominador de su formación socialcristiana en colegios católicos; ideología por la que conectaban con elementos de familias de capas medias en las distintas guerrillas nacionalistas de Frente Sandinista.
Este movimiento de juventudes católicas de 1971 (llamado Movimiento Revolucionario Cristiano en las memorias del jesuita Fernando Cardenal, una nueva manera de nombrar el Movimiento Social Católico de entre guerras) tiene antecedente en una manifestación contra Somoza en octubre de 1966, en el Estadio de beisbol, donde hubo heridos con secuelas graves como María Teresa García. Participó el movimiento estudiantil demócratacristiano con su dirigente Dionisio Marenco, quien había recibido entrenamiento en los Cursillos de Capacitación Social del jesuita Solón Guerrero102.
En la década de los años setenta, el movimiento de jóvenes católicos encontraba cada vez menos márgenes de expresión, por el incremento del control social militarista y la represión que se había impuesto a escala continental. Por lo tanto, la competencia económica desleal de Somoza con las familias conservadoras, y el carácter represivo de su mandato que pone fin a la aparente formalidad democrática de 1963-67, empujó el antisomocismo conservador de jóvenes católicos de capas altas hacia la ruptura del pacto bipartidista.
Para el tercer somocismo ya ha desaparecido la sociedad económica bipartidista, y agotado la perspectiva de su reproducción en la nueva generación de las familias conservadoras. Pero también la reducción en gasto público de prestaciones sociales, acrecentó el descontento popular. Este sería el otro vector fundamental de la caída de Somoza, el abismo de diez años de desinversión en el desarrollo social y económico. Por lo cual, el populismo del somocismo anterior también colapsa. Quedando los agentes del anterior movimiento social Frentes Populares Somocistas (las “turbas nicolasianas”) únicamente como maquinaria de represión y control, los “orejas” (informadores); y como fuerzas de choque, los AMROCS (Asociación de Militares Retirados, Obreros y Campesinos Somocistas).
La forma política del tercer somocismo pasa a reducirse al control social militarista represor que se está dando a escala regional. Pues, no solamente el somocismo está en crisis de guerra civil al final de la década de los setenta, también los regímenes de Guatemala y El Salvador; por la misma doctrina militarista y por el sacrificio social con los recortes de servicios públicos y la desinversión en infraestructuras.
2. El final del tercer Somoza. La ruptura del pacto bipartidista en cuanto juego de intereses económicos, la crisis del “ajuste” Monetarista del FMI, el control social represivo y la pérdida de bases de movimiento social del somocismo, debilitaron a Tachito. Su final llegó por el magma social acumulado esa década de la insurrección comunal, y por la oposición de los partidos de los grupos económicos antisomocistas, que utilizaron a su favor pequeños grupos anárquicos del nacionalismo sandinista, para encausar y desorientar la insurrección comunal; sumando la pasividad del discurso de defensa de Derechos Humanos de Carter, que permitió una alianza de los gobiernos de México, Costa Rica, Panamá y Venezuela en el marco de la OEA, y creó el vacío internacional en que cayó el Gobierno de Somoza.
Porque la caída de Somoza no fue resultado de las actividades del Frente Sandinista, magnificadas en el imaginario de propaganda sandinista de los años ochenta, sino de la insurrección popular y del vacío internacional de la dictadura. Así lo reconoce Humberto Ortega, pocos meses después del 19 de julio de 1979, en entrevista con Marta Harnecker: “La estrategia de la victoria: Entrevista con el Comandante Humberto Ortega”103.
La actividad de las pocas docenas de cuadros del Frente Sandinista (mejor dicho del nuevo Frente Sandinista surgido en marzo de 1979, en la formación de la Dirección Nacional conjunta en San José a partir de anteriores grupos anárquicos) consistió en saber ponerse en la dirección de los distintos brotes de insurrección comunal en una media docena de ciudades. Pero, si la insurrección popular hubiera tenido otra dirección habría desembocado en una revolución democrática liberal, o en una revolución social. El movimiento de insurrección comunal cayó en el populismo del nacionalismo sandinista, y los partidos de la Unidad Nacional que tampoco daban para mayor horizonte político. La Unidad Nacional comprendía, entre otros partidos, los Conservadores Nacional y Demócrata, más los Socialcristianos (prácticamente, los mismos partidos de la UDEL de Pedro Joaquín Chamorro de 1974-1977, se verá más adelante); más el clericalismo de los “cursillistas de cristiandad” del Grupo de los Doce, que se integraron en el Movimiento Pueblo Unido. Con esta coalición no podía surgir más que populismo estamental socialcristiano, y un Estado corporativo de Movimiento Nacional del nacionalismo sandinista. Pero, de haber consultado a la población del movimiento comunal de la insurrección, pocos habrían apostado por un Movimiento Nacional de Estado corporativo.
Era en estas condiciones de un Gobierno de Unidad Nacional, que Somoza Debayle aceptó el pacto de Transición “a la española” (llamado así por el desmantelamiento pacífico del franquismo, encabezado por la misma monarquía instaurada por Franco y por el último ministro del Movimiento Nacional de Franco, Adolfo Suárez). En Nicaragua, según pactado con la OEA por los partidos de Unidad Nacional, se haría la Transición con una Guardia Nacional depurada de los mandos con antecedentes de actuación represora. Pero la autodisolución de la Guardia Nacional en fuga tras la huida de Somoza, dejó a la Dirección Nacional del Frente Sandinista como Directorio de Estado, ocupando el lugar de la Jefatura de la Guardia Nacional. Ya que el Frente Sandinista, hasta el día 20 de julio de 1979 era una cadena de mando del Gobierno de Reconstrucción en el exilio y no un partido político104. Somoza perdió la apuesta del pacto con la OEA, esperando la continuidad de su Guardia como aparato militar del Gobierno de Reconstrucción.
El antisomocismo de La Prensa de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal105. En 1966, bajo la coordinación de Pedro Joaquín Chamorro se fundó con fines electorales la Unión Nacional Opositora (UNO). Esta fórmula electoral de los conservadores, se había dado en 1956, y se repetiría en 1989; de hecho, en estas dos ocasiones representaba el reconocimiento del carácter minoritario del Partido Conservador. Pero en la campaña de 1966-67, el potencial electoral del candidato conservador era muy elevado, y esta coalición UNO de 1966 más bien representaría un lastre para la popularidad de Fernando Agüero del Partido Conservador. Y si los partidos Liberal Independiente, Social Cristiano y Socialista aceptaron esta coalición, sería por la figura antisomocista de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, automarginado de la directiva del Partido Conservador. Porque no habrían aceptado una convocatoria hecha por Agüero, aún con la popularidad que tenía. La UNO de la campaña electoral 1966-67, ideada y coordinada por Pedro Joaquín, es algo incoherente.
Como Coordinador General de la UNO, Pedro Joaquín trabaja, inconsciente, contra el Partido Conservador. Ninguno de los otros partidos sumaba un electorado significativo, ni contribuía a la campaña persuasiva de Fernando Agüero; y tampoco aumentaría la tradicional red de movilización del conservadurismo en los municipios pequeños, un partido ya centenario. No eran necesarios. La campaña de radioemisoras del eslogan con música folclórica “Con Fernando ando, con Agüero muero”, aunque demostraba el primitivismo de la cultura política, estaba teniendo éxito convertida en canción popular. Existía un fondo de hastío del somocismo y rechazo de la represión de la temida GN. Para una población que valoraba haber tenido dos presidentes civiles desde 1963, sin los Somoza a la vista, en un período de relativa institucionalidad democrática y con gran desarrollo económico bajo el programa norteamericano Alianza para el Progreso, había una disposición de voto popular por la opción civil de Agüero contra el militar Somoza. Agüero atraía concentraciones masivas.
La intervención de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal en esta campaña electoral, se debía a que su empresa era el principal medio de opinión pública para las capas medias alfabetizadas. Pero lo que, objetivamente, estaba consiguiendo Pedro Joaquín, consciente o inconscientemente (más bien inconsciente), era rebajar el papel del Partido Conservador. Y haber introducido en la UNO al Partido Socialista (prosoviético), lo que más bien provocaría desazón en el Partido Conservador, se verá después en la manifestación del 22 de enero de 1967 dos semanas antes de las elecciones, delata que en la mente de Pedro Joaquín lo principal no era que Agüero ganara las elecciones.
Además, La Prensa había iniciado una campaña con el lema “no hay por quien votar” que, si pretendía objetar la candidatura de Anastasio Somoza Debayle para las elecciones del 5 de febrero de 1967, lo cierto es que era una forma de desmovilizar al electorado que podía votar por Fernando Agüero, no al que votaría por Somoza Debayle. Pedro Joaquín no sería consciente de semejante absurdo, pero es evidente que (inconsciente) favorecía al somocismo.
1. El “lomazo” del 22 de enero de 1967 o el guión de “Olama y Mollejones 2ª Parte”. Siempre hubo un juego de reciprocidad del binomio Pedro Joaquín-La Prensa y el somocismo. Pedro Joaquín, propietario de la empresa La Prensa y Coordinador General de la UNO, convoca una marcha hasta la casa presidencial y la Jefatura GN en la Loma (colina junto al cráter de la laguna Tiscapa) el 22 de enero de 1967, catorce días antes de las elecciones. Si está a la cabeza de una coalición electoral, y no se está retirando de ir a las urnas, era una idea descabellada llamar a una provocación de la GN cuyos efectos podrían volver inviable las elecciones.
¿Se proponía Pedro Joaquín repetir el golpe de Estado conocido como el “Lomazo” de 1926, de Emiliano Chamorro? Los managua recodarían el asalto de Emiliano Chamorro al cuartel de La Loma, conocido popularmente como “el lomazo”, el 24 de octubre de 1925; Emiliano depuso al presidente Carlos Solórzano, lo que dio origen a una guerra civil y a la intervención norteamericana.
Pero Emiliano Chamorro no se habría presentado en La Loma encabezando una manifestación, y Pedro Joaquín no tenía su mente estratégica. De su Diario Político 1975-77 (editado en Managua, 1990), se desprende que Pedro Joaquín no supera el discurso genérico de ideología socialcristiana, de Doctrina Social de la Iglesia divulgado en los colegios católicos (pensamiento que su biógrafo Edmundo Jarquín confunde como socialdemócrata, en Pedro Joaquín ¡Juega!; Managua, 1998).
Entre lo absurdo de la convocatoria, Pedro Joaquín enviaba la manifestación a una represión segura de la Guardia Nacional, mucho antes de que alcanzara su objetivo de llegar a La Loma106. Si el punto de partida de la manifestación era en el centro de la ciudad, ¿cuánto tardarían en llegar a La Loma? Y de hecho, sucedió que no habían avanzado después de horas de concentración, cuando la Guardia detuvo la manifestación a medio camino, con la razón de que ya había pasado el tiempo autorizado para manifestarse. Porque la convocatoria de la manifestación era legal.
Se habla de la “masacre del 22 de enero”, pero solamente se da el nombre de un teniente de la Guardia abatido por algún francotirador. Y este teniente estaban con una manguera de bomberos echando chorros de agua a los manifestantes. Tampoco hay datos de investigación de ingresos hospitalarios de heridos, ni registro de traslados de ambulancias de la Cruz Roja, ni actas del Registro Civil de defunciones relacionados con la manifestación.
Pero, parece que la intención de Pedro Joaquín era crear una situación de tensión extraordinaria. Rafael Casanova, en el escrito antes citado da unos pocos testimonios confiables entre otros fantasiosos, de que hubo manifestantes armados. Es verosímil que se intentara armar a unos cuantos, pero nada organizado. Casanova da testimonios de que había fusiles “22”, pero un rifle 22 (calibre 0.22 pulgadas = 5.6 mm) es de cacería menor; y pistolas 38 (9 mm), que son de defensa personal de campesinos pequeños popietarios (un terrateniente medio portaría una escuadra 45). Un calibre 22 o un 38 no es una arma de confrontación con la GN, si no es para provocar represalia.
Casanova habla de “refriega”, pero no hubo más que algunos francotiradores, y mucho desorden de los pocos armados. Exagera el grado de intervención en la manifestación de Movilización Republicana (MR), integrada por unos pocos socialistas disidentes del PSN y algún nacionalista sandinista. Pero cita una voz autorizada como es Onofre Guevara, de la dirección del PSN: “Tras la reunión de un pleno el 21 de enero en el PSN, se dividieron radicalmente dos posiciones los Lorío que dijeron que había que denunciar el plan irresponsable de [la manifestación de] Agüero y quienes en mayoría, además de rechazar rotundamente la posición del grupo de los Lorío, acordamos asistir a la manifestación y orientar políticamente a las masas, para evitar que estas cayeran en la provocación de la burguesía opositora, esto era, entre otras cosas, lograr que se retiraran temprano de la marcha”. Esto indica que la dirección del PSN está al tanto del plan de Pedro Joaquín y lo entienden como una provocación a la Guardia. Como miembros de la UNO y, por tanto, convocantes de la concentración, la dirección del PSN asume la tarea de replegar a las masas antes del momento de confrontación con la Guardia. Pedro Joaquín, en su mente, no pensó que el PSN no pondría a su gente como carne de cañón, pero delata sus intenciones de la convocatoria. Con seguridad, el repliegue de los socialistas se generalizó evitando una masacre real.
Hubo algunos disidentes, lo que anticipa la próxima escisión del PSN, que entraron a la provocación de la Guardia con armas de caza menor y defensa personal107. Lo que demuestra la intención de provocar a la Guardia. El titular de La Prensa de la “masacre del 22 de enero” ya estaba en la mente de Pedro Joaquín, pero la prudencia del PSN hizo que no tuviera lugar en las dimensiones previstas.
Por lo que dice Casanova como testigo en la marcha, las consignas de la manifestación eran contradictorias con la participación electoral de la UNO y su candidato conservador Fernando Agüero. Incoherentemente, pedían la cancelación del proceso electoral y un gobierno de facto que evitara la opción electoral de Somoza. Aunque, sería mucho suponer que contaran con algún sector golpista de la GN en esta aventura.
En cuanto a los refugiados en el Gran Hotel, las cifras que dan son cantidades que no cabrían en ese pequeño hotel. La acción de la Guardia descrita como ataque al hotel, si no es que disparaban contra las paredes para intimidar, habría dejado heridos que no están confirmados, ni entre los refugiados ni entre los delegados extranjeros al Congreso del centenario del nacimiento de Rubén Darío. Porque Pedro Joaquín tenía previsto este refugio de los dirigentes de partidos convocantes de la manifestación, explotando el efecto mediático de la presencia de estos literatos y reporteros extranjeros. Era la razón de la fecha de la convocatoria, su cobertura internacional, un efecto mediático.
El sitio de la Guardia sobre el Gran Hotel se explica por la captura y detención del mismo Pedro Joaquín, que pasó a estar preso dos meses por la “intentona Agüero-comunista”. El único preso de toda la manifestación. Cuesta pensar que alguien magnifique y mitifique esa acción de Pedro Joaquín Chamorro, su aventura de guión cinematográfico.
Rafael Casanova en un relato muy militarista, típico del culto casi religioso del heroísmo de inmolación, llama “combatientes” a la plana mayor de los partidos Conservador, Socialcristiano y Liberal Independiente refugiados del Gran Hotel108. Pero añade que por la noche del 23, los refugiados salieron libres del hotel y volvieron a sus casas (“a sus lugares de origen”). Habla de las embajadas “atestadas de refugiados”, y las cárceles, “llenas de opositores”. Pero, bajo el somocismo no hacía falta una manifestación para que hubiera refugiados en las embajadas, y opositores presos; otra cosa es que estuvieran “atestadas” y “llenas”, y habría que cuantificar el dato109.
Para Agüero, al final, esta conducta contradictoria con el hecho de ser candidato de unas elecciones dentro de dos semanas, hizo que perdiera el voto moderado antisomocista que había ganado en su campaña. A pesar de ir en contradicción con los lemas de la manifestación del 22 de enero, y con la larga campaña de La Prensa: “no hay por quien votar”, el Dr. Agüero llamó a votar a su electorado el 5 de febrero. No hacía falta que Somoza hiciera fraude, como siempre se denunciaba sobrevalorando el electorado del Partido Conservador; aunque, de todos modos, el sistema electoral era defectuoso y lleno de irregularidades110.
El tercer Somoza, ganó las elecciones, probablemente agradecido con la manifestación de Pedro Joaquín. Y el beneficio mínimo que cobró el Partido Conservador, de mantener el bipartidismo electoral con Somoza, una vez más consistía en que sus directivas departamentales se convertían en “diputados zancudos”.
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal quiso renovar el 22 de enero del 67 su aventura de insurgencia en Olama y Mollejones en 1958, cuando su grupo se rindió a la Guardia enseguida de un desembarco aerotransportado, como de guión cinematográfico acorde con su megalomanía (podría ser un carácter que atrae a cierta población nicaragüense). Pero La Prensa sufrió allanamiento y el cierre, hasta pocos días antes de las elecciones el 5 de febrero.
2. La destrucción del Partido Conservador. Después de semejante experiencia con Pedro Joaquín y su coalición de la UNO, la directiva del Partido Conservador se distanció del director de La Prensa. Aquello había sido el mayor daño conseguido incoscientemente por Pedro Joaquín al Partido Conservador. Pero todavía quedaba algo peor, la destrucción del Partido Conservador que haría inviable cualquier alternativa política al somocismo autocrático del tercer Somoza, la caída en la violencia.
Dado que la última Constitución no permitía la reelección, el tercer Somoza llegó a un pacto con el Partido Conservador; sus diputados votaron para convocar una Asamblea Constituyente, y se instaló una Junta de Gobierno bipartidista (1972-74), en la que estaba Fernando Agüero. Popularmente se llamó Kupia Kumi a esta concertación libero-conservadora (en lengua mískita: “unidos en un solo corazón”), y al triunvirato de la Junta de Gobierno (de “tres patas”) se lo llamó “pata de gallina”.
Pedro Joaquín lo tomó como una traición, e inició una campaña mediática que destruyó la imagen política de Agüero, la directiva del Partido Conservador y, prácticamente, al mismo Partido Conservador. Ante el vacío creado, La Prensa pasó a representar la oposición política, pero sin organización partidaria legal. La ciudadanía opositora quedó representada por unos partidos minoritarios, mientras los seguidores de Pedro Joaquín ya no tendrían opción política sino la violencia.
3. El juego de reciprocidad entre Pedro Joaquín Chamorro C. y Anastasio Somoza D. Se comenta, sin base de prueba alguna, que Pedro Joaquín pudo quedar marcado por el antagonismo en el Instituto Pedagógico La Salle (Managua) con su compañero de aula, Anastasio Somoza Debayle. Pero lo cierto es que pertenecían a la misma clase social, y era lógico que coincidieran, no sólo en las aulas, sino especialmente en los lazos de intereses económicos entrecruzados. Las familias terratenientes del conservadurismo (los “timbucos”) coincidían con las familias terratenientes del liberalismo (los “calandracas”). Ocupaban a la misma población trabajadora, la controlaban a su conveniencia, utilizaban el mismo sistema financiero y las mismas infraestructuras para su comercio, y compartían los aparatos de Estado para su beneficio. Hubo interdependencia de intereses y conexiones familiares111.
Entre el pueblo, comparando con los otros opositores que pagaban con sus vidas y bienes por acciones menores, muchos se preguntaban por esta supervivencia de Pedro Joaquín y La Prensa. Sin entender que por lo alto de las clases sociales, entre conservadores y liberales había un espacio de entendimiento, donde lo que importaba no era la política sino el capital. Pero lo cierto es que La Prensa, apadrinada por la Sociedad Interamericana de Prensa, era una coraza de Pedro Joaquín, sufría cierres y censuras, pero volvía a salir libremente.
Esta seguridad de Pedro Joaquín desapareció el día de su asesinato, el diez de enero de 1978. Que su muerte no convenía a Somoza, era sabido por todos; y se dice (es una conjetura) que ya estaban en negociaciones, dadas las presiones de congresistas y senadores norteamericanos, y del mismo presidente de Estados Unidos a través de la embajada. No sólo por las continuas denuncias que recibían contra los Derechos Humanos (crímenes tan dolorosos como el de las mujeres del Cuá)112, sino que, una vez roto el bipartidismo, el tercer Somoza se había convertido en un obstáculo para la finalidad de la Guardia Nacional de contener el conflicto entre líneas de parentesco que ya se habían convertido en poderosos grupos económicos. Además, uno de los grupos llamado Frente Sandinista había resurgido en octubre de 1977 en alianza con grupos económicos de familias del Partido Conservador y su rama del Partido Socialcristiano, y con conexiones clericales eclesiásticas. Estos recibían apoyo de un comité de personalidades llamado Grupo Doce, de intelectuales y representantes del clero, y del movimiento “cursillistas cristianos”.
Por otra parte, desde 1974 Pedro Joaquín había organizado una continudidad de su coordinación de la UNO de 1966-67, pero no como partido electoral sino como movimiento social, la UDEL (Unión Democrática de Liberación), agrupando a sindicatos y partidos no somocistas, pero sin el Partido Conservador: el Liberal Independiente, Movimiento Liberal Constitucionalista (escisión del Partido Liberal, fundado en 1968 por Ramiro Sacasa, exministro y pariente de los Somoza)113, el Socialcristiano y Partido Socialista de Nicaragua, más las centrales sindicales que convertían a UDEL en un potente movimiento de masas114. Y en lugar del Partido Conservador, Acción Nacional Conservadora (ANC). Pero UDEL, más bien, cerraba cualquier vía electoral.
El Partido Conservador sufrió el ostracismo, que no superó hasta la formación del FAO (Frente Amplio Opositor) para las negociaciones de la OEA de un salida de Somoza (“el somocismo sin Somoza”), y la formación de la Unidad Nacional del gobierno en el exilio, se verá más adelante. Pedro Joaquín era el pivote del precipicio a la violencia. Entonces, apenas asomaba a la superficie el potencial que se estaba acumulando de la insurrección popular comunal.
En esta coyuntura, parece que Somoza estaba buscando reponer el diálogo bipartidista. Pero esta vez sin el Partido Conservador, sino con Pedro Joaquín, una figura que conectaba con el poderoso obispado de Managua, con sindicatos y partidos opositores, y propietario de La Prensa. Pues, la sombra de Pedro Joaquín no había dejado crecer otro líder político desde 1971. La suposición de esta conjetura es plausible, y es probale que Somoza estuviera más interesado en negociar con Pedro Joaquín y no que estuviera detrás de su asesinato. Pero pudo haber una tendencia de extrema derecha dentro de la GN, contraria a esta posibilidad de diálogo con Pedro Joaquín, u otro tipo de intereses de negocios extranjeros.
Pedro Joaquín fue asesinado y quedó un país sin alternativa, abocado a la violencia. El sistema de partidos había sido desestructurado entre la forma dictatorial del último Somoza y la oposición anárquica (sin opción política) de Pedro Joaquín. Y particularmente, el Partido Conservador había quedado fraccionado después del ataque sistemático de Pedro Joaquín contra Fernando Agüero.
Por su popularidad, el asesinato de Pedro Joaquín el 10 de enero 1978 encendió (no fue la causa) el movimiento espontáneo insurreccional, un magma social que llevaría en año y medio a la caída de la Guardia Nacional, es decir del somocismo. Pedro Joaquín no era un líder político que hubiera podido dirigir una alternativa al somocismo, o una transición desde el somocismo, por su voluntarismo y extremismo (dicho sea de paso, los de su familia, todos en la actividad política, los hijos y hasta los yernos se han situado en las posiciones más extremas, contradictorias y cambiantes de las tres últimas décadas). Sin embargo, de la UDEL salen el núcleo del Frente Amplio Opositor que negociaría con la OEA una salida para Somoza, y la Unidad Nacional que tomó el Gobierno de Reconstrucción de 1979 a 1985 instaurando un Estado corporativo de Movimiento Nacional, que no era lo esperado por el ansia democrática de la población de la insurrección comunal.
La violencia anárquica antisomocista de distintos grupos nacionalistas. Desde 1948 aparecieron formas de lucha armada foquistas de cadetes rebeldes de la Guardia o derivadas del movimiento estudiantil universitario; en su mayoría, jóvenes de capas medias, de violencia anárquica, sin formación ni organización política. Por la incapacidad de hacer trabajo político organizativo en la sociedad, cayeron en el nacionalismo y el populismo, con gran influencia de la formación católica y léxico de la Doctrina Social de la Iglesia (socialcristianismo, una ideología estamental del Movimiento Nacional en España y del Movimiento Social Italiano de entre guerras)115.
En Nicaragua, estos grupos eran expresión del escaso desarrollo de la estructura social y formas de organización. Tenían una carga de paternalismo providencialista con las capas bajas de la población, por el desconocimiento en las capas medias de la autonomía de relaciones grupales (con sus propios canales de comunicación) y las formas de mutualidad (su economía de recolección y de intercambio no completamente monetizado) en las capas sociales tenidas como bajas116. Ignorantes de la existencia de grupos sociales de una cultura indígenea matrilineal, no la occidentalizada patriarcal de las capas medias. En realidad, manifestaban su incapacidad de trabajo político organizativo en la sociedad, situándose fuera de la sociedad de modo paternalista (como redentores llegados desde fuera de su historia, viviendo en clandestinidad más que integrados socialmente), como quien minoriza la capacidad de desarrollo autónomo de grupos y clases sociales que no sean los grandes propietarios y las capas medias. Es una tara ideológica de las capas medias latinoamericanas.
De estos grupos anárquicos se ha mencionado antes las guerrillas de Julio Alonso Leclair desde 1948, y las guerrillas de Carlos Fonseca desde 1958. Desde 1958, aparecen y caen en lucha armada diversos grupos del nacionalismo sandinista, conocidos como Frente Sandinista. En agosto de 1967 caen en las montañas de Pancasán varios guerrilleros, entre ellos Silvio Mayorga y Ernesto Fernández.
Quienes que se oponen abiertamente al pacto bipartidista liberal-conservador sufren prisión, tortura y muerte. En noviembre de 1967, La GN mata a Casimiro Sotelo. En abril de 1968 muere en la tortura David Tejada. En julio de 1969 y enero de 1970 mueren en lucha armada Julio Buitrago y Leonel Rugama.
En la resistencia pacífica a la dictadura, en 1971, estudiantes de colegios católicos de elite inician la práctica de hacer rezos en la iglesia central de Managua, que ellos llaman “ocupar la catedral”, en protesta por la represión del régimen somocista (un lugar del que sabían que la Guardia no entraría a reprimirlos). De este movimiento cristiano se derivaron nuevas formaciones de grupos sandinistas, lo que cambiaría la composición de los grupos llamados Frente Sandinista con elementos de capas medias altas y hasta hijos de la oligarquía (se ha visto antes su resorte económico).
Pero ninguno de estos grupos Frente Sandinista pasó de un mínimo órgano de dirección, y ninguno llegó a tener organización política partidaria. Antepusieron siempre el nacionalismo y el antisomocismo al trabajo de desarrollo de la organización social y de las condiciones socio-económicas, que para ellos sería derivada de la consecusión de principal objetivo que era la toma del poder. Esta fue su principal deficiencia, reducir su objetivo a la lucha armada con la Guardia Nacional, mientras el somocismo era una suma de poder político bipartidista en función de la potencia económica de distintos grupos familiares, basados sobre unas capas medias de técnicos, oficinistas y funcionarios, trabajadores rurales y urbanos (la base social del somocismo y del bipartidismo). La lucha armada, desde fuera de la sociedad, no tuvo ni tendría efecto político.
El voluntarismo en el Frente Sandinista. Rigoberto López, con el atentado contra Tacho, dio inicio a una imagen de luchador individualista heroico, que marcó una mentalidad en las capas medias y el movimiento estudiantil, reacios al trabajo de movimiento social, de organización sindical y partido político. La religiosidad del Movimiento Social Católico117 terminó por añadir más mistificación a este voluntarismo de inmolación.
Ese culto al heroísmo individualista violento hasta la inmolación afectó negativamente la fuente de militantes del Partido Socialista de Nicaragua en el movimiento estudiantil, entre las juventudes y los empleados de capas medias. Más bien, estudiantes universitarios que ya eran militantes del PSN, después de la gesta de Rigoberto López se pasaron al foquismo guerrillero. Como sería el caso de Carlos Fonseca y Tomás Borge, que abandonaron la militancia socialista por un movimiento nacionalista.
Onofre Guevara, en el artículo “Mirando los bordes ocultos” (El Nuevo Diario, Managua, 20 mayo 2013)118 describe, pero no explica, este abandono de militantes del Partido Socialista del activismo de trabajo político y sindical por el aventurerismo nacionalista sandinista: “Cuando algunos jóvenes creyeron que no había perspectivas de lucha armada con el PSN ni la JSN [Juventud Socialista], se fueron a formar nuevos grupos o integrarse a los que ya se habían formado en sucesión cronológica: el Movimiento Nueva Nicaragua, Frente de Liberación Nacional y Frente Sandinista de Liberación Nacional. ...Incluida la tendencia más radical del PSN del Frente Armado Revolucionario Nicaragüense, FARN, (1966-1969) y la Organización Militar del Pueblo (1978-1979). ...Hasta culminar con la integración de la OMP a la guerrilla del FSLN en la insurrección del 79 y el partido [PSN] a la estructura del FSLN en 1980. ...El PSN… fue el principal semillero de todas las fuerzas de izquierda del país, siendo el principal beneficiario el FSLN”. La interpretación de las cosas, según Onofre Guevara, sería que “alimentaron al FSLN y le permitieron encontrar bases sociales politizadas, tanto en la insurrección armada antisomocista de 1978-1979, así como en la ejecución del proyecto revolucionario en los años ochenta”. Pero esto último es una interpretación literaria, una justificación, no resulta de un análisis sistémico de formas y funciones político-ideológicas, y de relaciones sociales (se verá en otro artículo sobre la Insurrección Popular comunal).
En esta descripción del abandono del PSN por el nacionalismo sandinista, hecha por un directivo del partido, choca la incoherencia entre el internacionalismo de clase obrera del PSN y el nacionalismo pluriclasista y hasta populista del Frente Sandinista; pasar de luchar entre los trabajadores y por las condiciones concretas de los trabajadores, al foquismo sandinista que, desde fuera de la sociedad (y una vez en el poder, puestos por encima de la sociedad mediante los aparatos de Estado), pretende cambiar la superestructura política sin haber cambiado la infraestructura de las relaciones sociales. Parece que también Onofre, y no sólo el autor comentado Rafael Casanova, hubiera olvidado los fundamentos de su activismo socialista, por la nueva “burguesía patriótica”.
El sandinismo, una forma de populismo, antepuso el objetivo de la toma del poder del Estado sobre el Derecho igualitario de ciudadanía libre y democracia representativa, o sobre cualquier programa de clase trabajadora y revolución social. Ahí desembocó su anarquismo y carencia de organización política en El Estado Corporativo populista en los ochenta. Los cuadros del PSN sirvieron a un objetivo opuesto al del partido del que salieron. Y al mismo tiempo, fue una traición al movimiento comunal insurreccional, que la revolución nicaragüense de 1978-79 no llevara ni a la democracia representativa ni al socialismo, sino a un Movimiento Nacional o Movimiento Social de Estado corporativo estamental, clerical, y de dirección vertical del movimiento de masas (¡Dirección Nacional, ooordene!) como en los Estados populistas de entre guerras.
Aquellos militantes PSN y JSN cayeron en el aventurerismo foquista del cheguevarismo (notar que Ernesto Guevara no recibió apoyo de los comunistas bolivianos, que ya habían dirigido la Federación Sindical de Trabajadores Mineros y la Central Obrera en la revolución boliviana de 1952, tampoco recibió apoyo de alguna otra izquierda internacional). El Partido Socialista de Nicaragua, la organización nicaragüense reconocida por los Partidos Comunistas del Campo Socialista, incluida Cuba, era contrario al aventurerismo de los diversos grupos llamados Frente Sandinista. Los argumentos de la disidencia del PSN son incoherentes si no quieren reconocer que se pasaron del internacionalismo de clase al nacionalismo populista del sandinismo. Mientras que las acciones anárquicas de los grupos sandinistas, más bien, daban pretexto a Somoza para reprimir sindicatos, a los opositores y al Partido Socialista, y censurar los medios de comunicación.
Tomás describe el vicio de este voluntarismo: “Para nosotros era imposible enfrentarnos a la dictadura somocista organizándonos como partido político. No lo permitían las circunstancias, ni los gobiernos vecinos, ni otros partidos políticos. Por otra parte, éramos locos , aventureros, sentimentales, anarquistas pequeñoburgueses, insensatos, mesiánicos, según afirmaban el quincenario, el semanario, el diario y la muchacha que entornaba los ojos en la pantalla de la televisión. No había más alternativa que la continuación de la política por otros medios”119.
Más claro no se puede describir el arrogarse la voluntad de intervención desde fuera de la sociedad, en lugar del trabajo político y organizativo de desarrollo de las relaciones sociales; y define el voluntarismo y la acción de fuerza, el conflicto y no la vía del consenso del demócrata liberal. No prima el desarrollo de la formación social o el trabajo de organización del agitador socialista, así como evita la opción del trabajo político del demócrata liberal. El voluntarismo anárquico nacionalista sandinista fue contrario a las formas políticas liberales y al socialismo.
Carlos Fonseca contra la anarquía del Frente Sandinista. Hasta marzo de 1979, bajo presión de la izquierda internacional comunista y de algunos partidos socialdemócratas latinoamericanos, se formó en san José de Costa Rica una Dirección Nacional conjunta de grupos Frente Sandinista. Antes de esa fecha, más que tendencias eran grupos anárquicos. Sería impropio hablar de tendencias si no existía un partido, ningún congreso fundacional, ni programa respecto del cual marcar diferencias. No existe siquiera una fundación clara del Frente Sandinista entre 1961 y 1963 (de ahí las diferentes versiones de su fundación). Solamente se conocen unos estatutos que fueron elaborados verticalmente por una Dirección Nacional, no por el conjunto de individuos de las agrupaciones, y una “proclama” de Carlos a la que llaman “programa”.
Desde 1959 aparecen diversos mandos, grupos autónomos, pero que se reconocían entre ellos con cierta solidaridad informal; y la falta de una estructura orgánica funcional, evitó que sus disidencias dieran lugar a graves conflictos internos. Pero desde 1974, cuando se cuestiona el liderazgo moral más que orgánico de Carlos Fonseca, se producen ligeros enfrentamientos entre grupos. En parte por causa del foquismo que los aislaba, y por su anarquismo de no organizarse de forma partidaria política, los grupos sandinistas entran en crisis con la década de los años setenta.
Francisco Rivera, en La marca del Zorro (Managua, 1989)120 deja un retrato espontáneo de la situación de anarquía de grupos llamados Fernte Sandinista en 1976, que Carlos Fonseca se propone superar convocando un congreso de los grupos sandinistas. Lo mismo dicen, aunque con más retórica, Tomás Borge, en Paciente Impaciencia (Managua, 1989), y Humberto Ortega, en Epopeya de la Insurrección (Managua, 2004). Para citar dos comandantes de la Dirección Nacional conjunta de marzo de 1979. El último capítulo de Paciente Impaciencia resalta que “Carlos se había propuesto plantear dos cuestiones fundamentales... la problemática interna de la organización [léase desorganización] y... una nueva estrategia”. Esa nueva estrategia de Carlos sería la orientación de los diversos grupos a un congreso fundacional de un programa político que no llegó a existir. Y Humberto Ortega describe las fracciones existentes121, pero solamente habla de tres que llama “agrupamientos”; y es más una relación de las principales cabezas de grupos autárquicos que formas operativas orgánicas.
Mientras que Francisco Rivera, que relata lo que está sucediendo sobre el terreno en la montaña, habla de una desorganización mayor, casi de individualismos. Y las listas de los “agrupamientos” que menciona Humberto Ortega dan una idea suficiente de la anarquía que hizo a Carlos contactar con las distintas guerrillas urbanas y los distintos focos en lo profundo de la montaña, donde cayó en la lucha con la Guardia Nacional el 7 de noviembre de 1976.
La organización política de estos grupos por Carlos Fonseca habría implicado la superación de la violencia anárquica, si su autoridad moral hubiera sido reconocida. Una organización democrática, posiblemente habría superado el nacionalismo sandinista en que él mismo había caído y que los lastraba. Aunque este proyecto de Carlos no sería nuevo, pues en la comparecencia ante la prensa en la Penitenciaría de San José de Costa Rica en 1969, declaró: “Es cierto que en 1965 nosotros pensamos aprovechar determinadas formas legales en el país. Pero la experiencia nos demostró que esa era una cosa que no conducía al éxito”122. No se sabe si este proyecto político de 1976 hubiera consistido en una vuelta a su militancia de clase trabajadora en el Partido Socialista, o un paso más hacia el populismo nacionalista. Pero Carlos no cumplió esos dos intentos de fundar una organización política, y su caída significó la desaparición de una posible transformación del Frente Sandinista.
Las llamadas “tendencias” nunca fueron tendencias internas de una organización política, y las distintas “agrupaciones” no evitaron que cada familia sandinista se fragmentara en células, y actuaran de forma descordinada123. La diversidad de grupos anárquicos Frente Sandinista continuó hasta 1979, sin un diseño de estrategias decididas a partir de un programa político-ideológico que nunca existió. Y la Dirección Nacional conjunta del Frente Sandinista de 1979, para los partidos del gobierno de Unidad Nacional en el exilio representaba una cadena de mando de una fuerza auxiliar, no una organización política. En eso se confiaron, no previeron su capacidad de sustituir la Jefatura de la Guardia Nacional.
Se ha citado antes la declaración de Humberto Ortega a Marta Harnecker, que fue la insurrección popular que derrocó la dictadura de Somoza Debayle, no una militancia de fuerzas del frente Sandinista que no existió en tal número, ni tuvo tal capacidad. Aunque los pocos combatientes sandinistas con centenares de colaboradores espontáneos, y armamento de asistencia internacional, con sus escaramuzas hicieron efecto de distracción de la GN sobre las vías de comunicación, facilitando la insurrección en las ciudades. El Frente Sandinista, al día 20 de julio de 1979 solamente contaba con 48 militantes y una red de 500 “colaboradores”, pero considerando como tales a un gran número de militantes no armados de los partidos de la Unidad Nacional124.
Concluyendo, la mayor debilidad de los grupos Frente Sandinista fue tomar como objeto de su combate a la Guardia Nacional, el instrumento de dominación del somocismo; no se enfrentaron al somocismo como forma político-ideológica. Y con solamente su nacionalismo no podían formar una organización de cambio de las condiciones sociales, de las estructuras y relaciones sociales, sino un Estado corporativo de Movimiento Nacional.
Pero se puede conjeturar, por la capacidad intelectual de Carlos Fonseca y su experiencia de más de doce años de fracaso con el Frente Sandinista, que su proyecto de congreso fundacional pudo haber presentado una alternativa política. Algo parecido a las vías políticas que las guerrillas latinoamericanas comenzaron a proponer en los años ochenta y noventa, como la Unión Patrótica en Colombia bajo el gobierno de Belisario Betancur en 1985, o las guerrillas guatemaltecas y salvadoreña en los años noventa.
Las limitaciones ideológicas del Movimiento Nacional del Frente Sandinista. Por la coletilla “de liberación nacional”, decían inspirarse en la popularidad de los Frentes de Liberación Nacional, el argelino y el vietnamita, y en la revolución cubana que aparecían frecuentamente en los medios de comunicación a finales de los años 50. Pero los Frentes de Liberación Nacional no estaban adheridos a una figura nacionalista, aunque fuera anticolonialista, y la revolución cubana no puso a Martí como consigna máxima; mientras para el Frente Sandinista, Sandino se convirtió en una limitación y no superaron el nacionalismo de los años 30, como les dijo Noel Guererro (citado más adelante). Los movimientos de liberación nacional no eran nacionalistas, eran de izquierdas, socialdemócratas o socialistas, mientras que el Frente Sandinista nunca superó el eclecticismo ideológico y el populismo socialcristiano. Y sus fundadores, Carlos Fonseca y Tomás Borge, más bien habían abandonado la militancia del Partido Socialista.
Aún cuando algunos de sus integrantes de forma individual tuvieran una formación ideológica de izquierdas, como sería el caso de Carlos Fonseca, que habló sobre esto en la comparecencia ante la prensa en la Penitenciaría de San José (1969). Declara Carlos Fonseca: “̶Nosotros queremos un estado socialista al estilo de Nicaragua (…) yo no pretendo uncir a mi patria al estilo moscovita. No pretendo un socialismo ruso para mi país, sino un socialismo apegado a nuestra idiosincrasia”.
Y un periodista reporta: “[Dijo Carlos Fonseca que el] Frente era una organización que luchaba por la liberación de Nicaragua, que a la cabeza estaban los obreros y campesinos, pero que admitía a todos los que lucharan sinceramente por Nicaragua incluyendo a cristianos que siguieran el ejemplo de Camilo Torres Retrepo. Agregó sin embargo que hasta el momento eran los marxistas los que verdaderamente habían demostrado ese ardor revolucionario y por eso ocupaban los principales cargos de la dirigencia del Frente”125.
Esta referencia de marxismo sólo expresa el eclecticismo de Carlos Fonseca, porque lo cierto es que en los mismos reportajes de prensa aquí citados se hace saber que ni en la Universidad de Costa Rica ni en la ciudad de San José hubo ninguna manifestación de la izquierda tica por la prisión de Carlos. Porque el Frente Sandinista no tenía vinculación con la izquierda ni en Nicaragua ni en Costa Rica.
Fue Carlos Fonseca quien propuso la figura de Sandino como “camino” (una expresión católica derivada de un supuesto camino recorrido por el compositor de las cartas fundacionales del cristianismo, Pablo de Tarso). Tomás Borge en Paciente Impaciencia explica cómo le replicó el izquierdista Noel Guerrero: “¿un camino? ¡Eso es poesía! No olviden lo sospechoso de cierta exaltación que han hecho de ese guerrillero los ideólogos burgueses. Sandino luchó contra la ocupación extranjera, no contra el imperialismo. No llegó a ser Zapata, es decir, no planteó el problema de la tierra”126.
Junto al eclecticismo mostrado por Carlos, los grupos Frente Sandinista mantuvieron su aperturismo hacia cualquier expresión armada de antisomocismo, sin miramientos ideológicos, y conservaron un carácter populista y nacionalista. Como se ha visto antes en la alusión a los cristianos, el mismo Carlos Fonseca cuidó esta disposición abierta a cualquier procedencia ideológica de los militantes; que para el caso de tanto exalumno de colegios católicos de capas medias, medias altas y de la oligarquía difícilmente podía ser otra ideología que el populismo socialcristiano.
Según el periodista del citado reportaje, Carlos Fonseca, hablando “sobre el Doctor Pedro Joaquín Chamorro... dijo... que hacía una oposición legal que era la que le gustaba a Somoza y que toda su buena voluntad [de Pedro Joaquín] no servía para nada, ya que el camino al infierno estaba empedrado de buenas voluntades. De [Fernando] Agüero… dijo, eleven a la millonésima parte los defectos del Doctor Chamorro y ahí encontrarán a Agüero (…) Pedro Joaquín Chamorro para mí, expresó el dirigente No. 1 del F.S.L.N., es una víctima del atavismo familiar e ideológico. Creo, expresó que su cordón umbilical está aún sujeto a la encomienda, y que sus ideas son tan colonialistas como las de sus abuelos... El director de “La Prensa” es un explotador de noticias... Él, afirmó Fonseca Amador, hace su llamada a la oposición, pero acomodándola a la legitimidad, es decir, haciéndola funcionar dentro de una órbita administrativa apegada a la etiqueta de los Somoza. Yo entiendo que Pedro Joaquín Chamorro es un buen comerciante, y por lo tanto no puede ser un buen político”.
Pero estas declaraciones de Carlos Fonseca en 1969, se dieron antes de la formación de grupos Frente Sandinista en los años setenta, compuestos por hijos de las familias tradicionales de la oligarquía conservadora, que condicionaron un vuelco del antisomocismo sandinista intransigente con la oligarquía conservadora, a un sandinismo de Unidad Nacional con estas familias (un antisomocismo conservador contrario al anticonservadurismo de Sandino). Este fue el sandinismo que se impuso con posterioridad a la caída de Carlos en la montaña, el de la alianza con el Grupo Doce, con eclesiásticos, y de Unidad Nacional con conservadores y socialcristianos.
La demarcación de las limitaciones ideológicas del Movimiento Nueva Nicaragua (1961), precursor del Frente Sandinista y del mismo Frente Sandinista, se hace evidente en los documentos reproducidos en Paciente Impaciencia, de Tomás Borge (edición de 1989). El documento de Estatutos del MNN (1961)127, en su numeral 5, contiene como gran objetivo la Reforma Agraria. Que esto fuera su principal objetivo desde 1961, es una prueba del escaso alcance de miras del MNN, así como del atraso nicaragüense, siglos después de que Francia e Inglaterra habían hecho la reforma agraria de la propiedad de la tierra, base del arranque de la industrialización y el capitalismo. Y un atraso respecto del conjunto de Latinoamérica. Ya habían realizado reformas agrarias en Uruguay, México, Bolivia o Chile. Pero también demuestra los límites políticos de un grupo nacionalista de objetivo específico agrarista. Limitaciones que se expresan en su estructura orgánica por un comité supremo del MNN y comités departamentales. No existe un congreso de la militacia sino la imposición de una cúpula de dirección (estos no han superado la experiencia de Sandino).
Los estatutos del MNN antes citados prefiguran el Movimiento Nacional vertical corporativo que instaura el Frente Sandinista en 1979-90; en contra del movimiento social comunal que fue la base de la insurrección popular, y en contra de aquellos partidos de la Unidad Nacional cuya conformación era de democracia representativa liberal. La Dirección Nacional de 1979, lo mismo que en el estatuto del MNN, se autoproclamaron “vanguardia del pueblo” (populismo que no implica la distinción liberal de la sociedad civil de los grupos económicos respecto de la sociedad política, ni la distinción socialista de clases sociales). De haber tenido un proyecto socialista habrían considerado el desarrollo de las relaciones de clases sociales, no la categoría “pueblo”; o con un proyecto democrático representativo habrían considerado el derecho de ciudadanía, no la categoría de “pueblo”. La categoría “pueblo”, populismo, se utilizó por los regímenes de entre guerras128. Este cerco político-ideológico del Frente Sandinista desvió los cauces democráticos y comunales de la revolución nicaragüense de la insurrección popular entre 1979 y 1990.
Otro documento seleccionado por Tomás Borge, los Estatutos del Frente Sandinista129 (sin fecha, pero se deduce aproximadamente por la referencia “35 años” de la dictadura, que es de los primeros años setenta) dice: “La Dirección Nacional ha elaborado estos estatutos”. Esta entrada de los estatutos constituye la evidencia de que en el Frente Sandinista no hubo organización de los militantes para que decidieran sus estatutos; y es una muestra de verticalismo que el estatuto no explique de dónde surge la autoridad de la Dirección. Es lo opuesto de un partido socialista con congreso de militancia, y es una forma de autoritarismo.
En el capítulo uno de los estatutos del Frente Sandinista dice: “El FSLN... tiene como fin tomar el poder”, para “derrocar a la dinastía somocista... Construir una economía solida e independiente y mejorar las condiciones de vida de todo el pueblo... Expropiación y nacionalización de latifundios, fábricas, empresas mineras... Realizar la reforma agraria... Edificar una cultura de carácter nacional y democrático. Eliminar el analfabetismo... Solidaridad combativa con todos los pueblos... Crear un hombre nuevo...”130. ¿Sabrían entonces que con estas formas jurídicas no daban la propiedad social al “pueblo”, según su ideología populista, sino que esto es una forma de capitalismo de Estado? Ya proponían la estructuración jerárquica estamental de la sociedad.
No voy a entrar sobre la expresión de origen teológico y mistificadora de “crear un hombre nuevo”, que solamente demuestra su formación clerical católica. Pero en esta declaración de “fines” se antepone la toma del poder a los objetivos sociales y económicos, lo que implica el sacrficio social a cambio del primer fin “obtener el poder”. El “pueblo” (esa categoría abstracta sin diferenciación de grupos y clases sociales) qué beneficio obtiene de que el grupo X, Y o Z tome el poder del Estado? Para la toma del poder como primer objetivo, “las condiciones de vida de todo el pueblo” es un fin falaz o un sofisma de engaño ideológico.
Tampoco voy a entrar en el análisis de esta categoría de “poder” de la Sociología de Max Weber, lo que también da una idea del entorno universitario de formación ideológica de los de esta Dirección Nacional. Lo que interesa notar es que tal objetivo los acerca a alguna forma de nacionalismo, más que a un partido de democracia representativa, cuyo principal interés no es la toma del poder en sí, sino que el poder es consecuencia de su propiedad de medios económicos; y los aleja más de un socialismo, cuyo objetivo primero serían las condiciones de existencia de los trabajadores. Los demás “fines” de estos Estatutos del nacionalismo sandinista son generalidades no articuladas en un programa de desarrollo social. ¡Cuánta pobreza político-ideológica!
Lo cierto es que el populismo, el Estado corporativo y el movimiento vertical de masas fue la ideología de los comandantes de la Dirección Nacional de 1979, antes como fundadores del MNN y con el Frente Sandinista ya instalado como Directorio Nacional en lugar de la Jefatura de la Guardia Nacional de 1979 a 1990. Una responsabilidad histórica sobre la revolución nicaragüense de la insurrección comunal.
Este conjunto de limitaciones político-ideológicas y la caída en el populismo derivaron de la ausencia de organización política. No existió trabajo del Frente Sandinista en el seno de la sociedad por el desarrollo de la formación social nicaragüense (si acaso, tuvieron la creencia religiosa de que la redención llegaría de fuera de la Historia). Por esto no existió un programa político en la selección de documentos que presenta Tomás Borge, veterano fundador del Frente Sandinista.
Apéndice 1: El tercer somocismo dentro de la “Doctrina Kissinger”. Hablo de “doctrina Kissinger” para referirme a una práctica específica de política exterior norteamericana, un trabajo de equipos de distintas oficinas que se aplicó bajo el protagonismo de Kissinger siendo consejero de Seguridad Nacional y posteriormente nombrado Secretario de Estado (1969-77). Del carácter protagónico de Kissinger en la Administración Nixon, da idea un cortometraje de esos días, dirigido por Woody Allen para un programa de sátira en la televisión pública norteamericana PBS en 1971: Men of Crisis: The Harvey Wallinger Story. Una sátira política del gobierno Nixon, pero centrada en Kissinger representado como Harvey Wallinger. El enfoque coincide con el movimiento de protesta que hay en la sociedad norteamericana, por la degradación democrática tras los asesinatos de John y Robert Kennedy, y Martin L. King; por el guerrerismo de la política exterior, y por el giro neoconservador en los gobiernos de Johnson y Nixon. El cortometraje fue censurado y no se transmitió, probablemente, porque su emisión ya programada vino a interferir con la campaña de reelección de Nixon.
La influencia de Kissinger en la política exterior de EU (1969-1977) es reconocida. Al proceso de descolonización de posguerra había sucedido un potente movimiento de países No Alineados en la Guerra Fría, que se resisitían al neocolonialismo en el Tercer Mundo. Movimientos democráticos de centroizquierda y el populismo ganaban terreno, amenazando el sistema neocolonial de posguerra. La estrategia de Kissinger consistió en una política de “distensión” con la Unión Soviética (limitación de armas estratégicas, Tratado SALT en 1972). En 1971 Kissinger establece negociaciones con el Primer Ministro de China Chu En Lai, y en 1972 se celebra en Pekín la conferencia de Nixon con Mao. Ambas acciones de distensión entre el Primer y el Segundo Mundo de la Guerra fría resultaban favorables para el Campo Socialista, a cambio de la reducción de su asistencia a los No Alineados y a la insurgencia en el Tercer Mundo. En particular al Movimiento de Liberación de Vietnam. Pues los EU estaban interesados en la retirada de sus tropas y la “vietnamización” de la guerra, pasar la guerra al ejército de Vietnam del Sur. Se inicaron negociaciones con los líderes del Viet Cong, seguidos de los Acuerdos de Paz de París, pero la guerra continuó; y a pesar del bombardeo de Camboya y Laos, supuestas vías de abastecimiento, el ejército norteamericano salió de forma desordenada de Vietnam en 1975 (el embajador norteamericano fue rescatado en helicóptero de una terraza, cuando sus partidarios vietnamitas han invadido el edificio de la embajada buscando asilo).
Esa década de 1970 se reestructuró los sistemas de gobierno en Latinoamérica, el Sudeste Asiático (invasión de Timor Oriental), Medioriente (alianza con Egipto), África (intervención en Angola, Mozambique, Simbawe e invasión del Sáhara Occidental). Resulta paradigmático la intervención en Italia a partir de 1969, la manipulación de supuestos extremismos ideológicos que impidieron el cogobierno de “compromiso histórico” entre las bases populares del Partido Demócratacristiano de Aldo Moro y el Partido Comunista de Enrico Berlinguer en ascenso. Los terribles “años de plomo”, un programa de desatabilización de las instituciones y del sistema de partidos políticos, la inseguridad ciudadana, el estado de terror y un movimiento huelguista anárquico. Concluyó diez años después en el asesinato de Aldo Moro en 1978, todo en una trama “secreta” que todavía no se ha juzgado. Y las instituciones democráticas del país quedaron muy mermadas hasta el día de hoy.
El modelo italiano de desestabilización de las instituciones se aplicó en América Latina, pero de forma más extrema, dando lugar a un nuevo tipo de dictadura militar. No conocida antes en el continente, por su diseño de control social y exterminio de la oposición: Chile (1973), Bolivia (coronel Hugo Banzer, 1971-78), Argentina (general Rafael Videla, 1976-81), Uruguay (presidentes de facto Juan M. Bordaberry, 1972-76; Alberto Demicheli, junio-setiembre 1976; Aparicio Méndez, 1976-81). Estos, más Brasil (dictadura de 1964 a 1985) y Paraguay (general Alfredo Stroessner, 1954-89), participaron en un programa continental de exterminio de opositores, llamado “operación cóndor”. Desde el nazismo y el fascismo no había sucedido nada igual en Occidente. En Colombia y Venezuela se mantuvo la formalidad institucional, pero se instaló la “doctrina del Estado de Seguridad” que reprimió violentamente el sindicalismo y la oposición. Hubo gobiernos militares en Ecuador (1972-79). En Perú, los generales Juan Velasco (1968-75) y Francisco Morales (1975-80) dirigieron gobiernos populistas.
Esto fue la era Kissinger para Latinoamérica, que condicionó las formas más represivas de la Guardia Nacional. El tercer Somoza se encontró dentro de esta situación continental y de esta política exterior norteamericana (el documental Oliver Stone's Secret History of America, en sus capítulos 7 y 8, alude a Tachito Somoza en este contexto).
Apéndice 2: El militarismo en toda Centroamérica, incluida Costa Rica, contexto del tercer somocismo. El control social (en contra de los derechos ciudadanos) y la represión violenta de la oposición, así como la insurgencia guerrillera de extremistas anárquicos de dirección internacional desconocida, marcan la década de los años setenta en Centroamérica. Aparecen grupos paramilitares (“escuadrones de la muerte”) en Guatemala y El Salvador (lo que no sucedió en Nicaragua). Hasta en Costa Rica aparecen grupos ideológicos extremistas, de izquierda y derechas, y el Gobierno de Oduber (1974-78) militarizó el cuerpo de la Guardia Civil, que antes eran policías desarmados131; vestían con pantalón caqui y camisa blanca manga corta, zapatillas y calcetines de uso civil. Oduber los armó y uniformó de modo militar, envió guardias civiles a recibir entrenamiento en la Zona del Canal, y creó con asesores del régimen chileno la policía OIJ. Aunque, al mismo tiempo, el gobierno costarricense daba refugio a numerosos perseguidos políticos de Centroamérica y el Cono Sur.
En Guatemala se incia la década con el secuestro del ministro de Hacienda, un agregado de la Embajada de Estados Unidos y del embajador alemán. Formas de desestabilización en los últimos meses del gobierno de Julio César Méndez (1966-1970), orquestada con grupos extremistas en plena la campaña electoral. Como consecuencia de la campaña de desestabilización (terror) e inseguridad (miedo) sube a la Presidencia de Guatemala por elecciones el coronel Arana (1970-1974), y en su gobierno se forman grupos paramilitares de contrainsurgencia (“La Mano blanca”). En 1971 es asesinado el dirigente opositor Adolfo Mijangos. En 1974, por vía electoral, ocupa la Presidencia el general Laugerud (1974-78); en 1978, lo sucede el general Romeo Lucas (1978-82). Bajo este gobierno se produce la “quema de la embajada de España” con opositores asilados dentro, y en contra de la actitud del embajador español del Gobierno de Adolfo Suárez.
Estos generales estaban relacionados con inversión extranjera de extracción de recursos, que encontraba resistencia en la zona rural, entre pueblos indígenas y el campesinado. Mientras que en Nicaragua el capital de acumulación nacional en manos de Somoza no admitía competencia del exterior, lo que también protegió intereses de los grupos económicos antisomocistas. Y esto definió diferencias características del militarismo nicaragüense en los años setenta.
En El Salvador, esa década de 1970, fueron presidentes de gobierno, el general Fidel Sánchez (1967-72), el coronel Armando Molina (1972-77), el general Humberto Romero (1977-79). La ocupación militar de la Universidad del Salvador en 1972 dio origen a un exilio masivo de su profesorado. Esa década fue activista de la Comisión de Derechos Humanos en El Salvador, la profesora de Filosofía y primer diputado mujer de El Salvador Marianella García Villas, que muere torturada el 14 de marzo de 1983. Hija del asilado republicano español Mariano García Villas, director del Departamento de Filosofía de la Universidad del Salvador, exiliado en Costa Rica en 1973 y profesor en la Universidad de Costa Rica.
En Honduras, esa década, fueron presidentes los militares Oswaldo López (1972-75) y Alberto Melgar (1975-1978), a quien sucedió una Junta Militar en 1978. En Panamá gobierna el general Omar Torrijos desde 1969, después de un golpe de Estado de 1968 por la Guardia Nacional, quien hace un gobierno populista. Torrijos apoyó al nacionalismo antisomocista sandinista.
La militarización de Centroamérica fue parte del ascenso de la represión en toda Latinoamérica la década de los setenta. La aplicación de la inseguridad y del terror con fines sicológicos de estimular el miedo como forma de control social, daba cobertura a regímenes militaristas con apoyo exterior norteamericano. Nicaragua no era entonces el único país militarizado, sino que todo el continente estaba militarizado, bajo una política de entendimiento de Estados Unidos con los regímenes militares.
No intento “justificar” el incremento de la represión política del régimen del tercer Somoza, sino explicar las condiciones regionales y neocoloniales de la represión; mientras que el antisomocismo ideológico reduce el fenómeno a un asunto exclusivo de Somoza y la GN. Y el discurso de Derechos Humanos de la Administración Carter (1977-81), por mucho que haya favorecido a los antisomocistas (los partidos del “somocismo sin Somoza” y el posterior populismo nacionalista sandinista), sólo encubrió una política continental de pasividad, mientras volvían los gobiernos del Partido Republicano a la presidencia en 1981.
La formación política de una generación de intelectuales132
La Antología del Ensayo Nicaragüense (1909-1979), de Jorge Eduardo Arellano133, selecciona con criterio textos sobre formación de la conciecia social; de cuya lectura se pueden extraer lecciones sobre formación político-ideológtica de una generación de nicaragüenses de la segunda mitad del siglo XX. También aparece en el trasfondo una especie de enfermedad, el culto del heroísmo anárquico de inmolación, sin movimiento social y sin organización política; que dificulta la conciencia ciudadana de una sociedad liberal (autonomía, libertad, igualdad, privacidad), y la organización por intereses de grupo social o laborales sin mediaciones de imaginarios y mistificaciones nacionalistas, populistas o religiosas (solidarismo socialcristiano).
Tomo textos de los autores Carlos Fonseca, Fernando Gordillo, Beltrán Morales y Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, por su influencia en la élite intelectual formada entre las décadas de los sesenta y setenta. Mi intención es mostrar las raíces de los complejos ideológicos, que incapacitan el libre juego de las formas de “representación” política. “Representación” va dicho con el doble sentido de “democracia representativa” del individuo ciudadano, y de “representación ideológica” (sistema de ideas) de los intereses partidarios de los grupos sociales. Esta carencia, cuyo origen sitúo en las décadas sesenta y setenta, llega al extremo que se lean Memorias de políticos de esa generación, intelectuales de prestigio literario en cuyos libros no se desarrolla ni una idea política134.
Al comparar con sociedades de constituciones políticas y cultura similar, a qué se debe la incapacidad de la intelectualidad nicaragüense de formar un abanico de alternativas políticas con cierto grado de organización. Partidos que soporten el desgaste de un ejercicio de gobierno, que sus diputados mantengan un pulso firme a lo largo de una legislatura, que los ciudadanos puedan identificarlos con un proyecto político ideológico, social y económico consistente. Cómo superar la improvisación de partidos para cada proceso electoral. Propongo varias conjeturas para el reconocimiento de la destrucción del sistema de partidos en Nicaragua, y un cambio en el lenguaje político-ideológico.
El complejo sandinista. Textos de Carlos Fonseca, Fernando Gordillo y Beltrán Morales.
En “Desde la cárcel, yo acuso a la dictadura”, Carlos Fonseca (1964)135 declara: “yo no soy marxista-leninista, y esto no es de ahora [de la circunstancia de la prisión]” (…) “El año 1961 hice llegar desde Tegucigalpa al doctor Pedro J. Chamorro una carta motivada por una polémica... En esa carta yo expresaba mi pensamiento revolucionario, antimperialista y popular” (…) “En mi folleto Un Nicaragüense en Moscú, escrito con motivo de un viaje que hice al mundo socialista en 1957... sostengo con todas las letras que la propiedad privada debe jugar un papel importante en el progreso de Nicaragua” (…) “En mi pensamiento acojo la médula popular de las distintas ideologías: del marxismo, del liberalismo, del socialcristianismo” (…) “La interpretación marxista de los problemas sociales, su severidad con los ricos, es utilizable aunque sea de manera parcial” (…) “La interpretación liberal... en el caso de Nicaragua aún tiene cierta vigencia” (…) “En cuanto a la doctrina socialcristiana... debemos extraerle su médula popular” (…) “Cobra vida en mí la posibilidad de formular una ideología revolucionaria nacional”.
Es la declaración más completa que se puede obtener de un populismo nacionalista, solamente le falta la declaración del Movimiento Nacional o del Movimiento Social, y aquí está: “Debemos criticar... los errores que han cometido conservadores, liberales, comunistas y demás integrantes de la oposición. Esa discusión fraternal tiene necesariamente que culminar en un victorioso movimiento popular unido” (…) “El Partido Sandinista... nuestra fuerza dentro del pueblo, dentro de las masas juveniles del pueblo” (…) “Hagamos esfuerzos por atraernos a la lucha a las más extensas capas de la población, comenzando por supuesto con los obreros, campesinos y estudiantes, pero llegando también a cierto sector de los ricos” (…) “Debemos profundizar en el estudio de la experiencia sandinista y de los documentos del gran héroe, ...para guiarnos... en la lucha patriótica”.
Que Carlos Fonseca y el movimiento sandinista nuca fue socialista, confesiones aparte, basta con saber que nunca se ocupó(aron) en primera instancia y como primer objeto de la organización laborista. Nunga se propuso(sieron) un partido de organización de clase trabajadora. Y no por reconocer o no la propiedad privada, como ingenuamente se dice en esta apología, que repite prejuicios y lugares comunes de la propaganda ideológica; por que la forma de propiedad privada existe objetivamente, no es cuestión de conjurarla en una declaración subjetiva. Según La Historia Económica y Economía Política marxista, es la forma de desarrollo económico lo que determina la existencia de la propiedad privada, no un acto confesional voluntarista. La propiedad privada expresa una forma de relación social que define y determina la clase de trabajo y del trabajador, se la acepte o no se la acepte subjetivamente. Lo que demuestra este argumento de justificación de Carlos Fonseca, con un prejuicio o lugar común, es la escasa o nula formación de Historia Económica o de Economía Política. Y lo que define su alejamiento de esta forma de análisis histórico y económico, y de alguna forma de socialismo, es la práctica de Carlos y los sandinistas; que era lo contrario a la organización de clase trabajadora en las ciudades. Más bien, distrajeron cuadros de la Juventud Socialista del trabajo organizativo hacia el foquismo guerrillero136.
Por frecuencia léxica (marcas en negrita sobre la cita textual) y por el campo semántico, se trata de un discurso nacionalista, populista; que tiene más trazos de similitud con el populismo latinoamericano de Lázaro Cárdenas, de Getulio Vargas o de Juan Domingo Perón, como con los populismos y nacionalismos europeos de entreguerras (el Movimiento Nacional español y el Movimiento Social Italiano). El aparente eclecticismo de Carlos Fonseca, no es tal. Tan sólo es la forma de expresar el populismo por encima de las diferencias e intereses de clases sociales, conciliación de clases bajo un concepto corporativo jerárquico de la sociedad y del Estado.
La idea de Partido Sandinista que expresa Carlos Fonseca, corresponde al Movimiento Social o Movimiento Nacional, no a la forma partidaria de intereses de clase del Liberalismo (bajo el principio de libre competencia entre capitalistas), el Conservadurismo (bajo el principio tradicionalista de autoridad de la clase terrateniente) y el Socialismo (bajo el principio de organización y dirección de clase trabajadora). Su Partido Sandinista pretende ser un Directorio de todo el pueblo, de forma jerárquica vertical y por encima de diferencias de clases sociales. De ahí viene que el nacionalismo y el patrioterismo forme parte de su ideología populista.
Mientras que al Partido Socialista (PSN), del que Carlos Fonseca se distancia, no le importaba tanto si liberales y conservadores lograban un pacto social de democracia formal (Democracia Representativa) que satisfiera a las clases capitalistas y terrateniente nicaragüenses. Los pactos y componendas entre la plutocracia no serían el objeto del PSN, sino las condiciones laborales, las condiciones de existencia de los trabajadores asalariados. En cambio, para Carlos Fonseca y el Movimiento Sandinista, el principal enemigo y objeto de su lucha era el pacto del bipartidismo somocista, y el aparato de intervencion la Guardia Nacional.
Para el PSN, desde sus inicios en 1944, le bastaba ser tolerado en su activismo laborista, mientras los ricachones hacían sus pactos. Porque el PSN, era marxista-leninista, y no sufría la “enfermedad infantil del izquierdismo” que después brotaría en la forma del aventurerismo anárquico chequevarista. Por otra parte, el socialismo del PSN era internacionalista. Consideraba a la clase trabajadora y a la clase dominante como clases internacionales, y que el patrioterismo y el nacionalismo no eran más que un recurso ideológico de propaganda.
De las tres tendencias (liberal, marxista y socialcristiana) en que Carlos dice inspirarse, la que mejor le corresponde como Movimiento Social o Movimiento Nacional, es la Acción Católica y el Movimiento Social Católico de entreguerras. De donde deriva la Democracia Cristiana y el Socialcristianismo de postguerra, que tienen por principio y fuente en la encíclica Quadragesimo Anno (1931), el solidarismo: “solidaridad entre el capital y el trabajo”. La solidaridad populista estamental de patrones y trabajadores.
Fernando Gordillo sobre Sandino y el Movimiento de Liberación del neocolonialismo. En “Notas para un ensayo sobre el sandinismo” (1966)137, dice: “Sandino... abanderado auténtico del patriotismo nicaragüense. Se identifica su lucha en el Congreso Mundial Antimperialista como parte del movimiento general de los pueblos colonizados por su liberación... (…) Los pueblos reclaman su derecho a autodeterminarse y el pensamientyo progresista del mundo apoya y empuja su lucha... (…) La lucha sandinista es una lucha por la libertad de su nación”. Fernado Gordillo conoce el Movimiento de Liberación de los Pueblos en el siglo XX, no ya de la dependencia colonial sino del neocolonialismo financiero internacional; que, como en Nicaragua, ha embargado la moneda y la banca, a través de la propia oligarquía nacional. Lo que Lenín explica en el clásico “Imperialismo, fase superior del Capitalismo” (1916), que avanzó en las formas actuales del capital sobre las de El Capital, de Marx. Aunque el mismo Fernando Gordillo no lo explique con este argumento.
En efecto, la lucha de Sandino coincidió con el ascenso internacional de los Movimientos de Liberación, pero no organizó un movimiento político. Fernando Gordillo menciona a Nehru, Ho Chi Min, Kenyatta, Sukarno, Krumah. Pero Sandino, con gran diferencia de los Movimientos de Liberación, sin organización política, su actividad cayó en el anarquismo, y por su foquismo guerrillero no tuvo partido político ni movimiento social en las ciudades. Se repetiría lo mismo con sus émulos del Frente Sandinista en los años sesenta y setenta, con los que se identifica Fernando Gordillo.
Por otra parte, su nacionalismo puesto como primer objetivo por encima de la lucha de clases y la organización del movimiento obrero, distanció la lucha de Sandino (como sucedería en el resurgimiento sandinista de los sesenta) con respecto de los partidos socialistas que eran los aliados locales y en las potencias capitalista del movimiento de Liberación neocolonial. Lo pone en evidencia el contraste con el activismo laborista de Salomón de la Selva, y su crítica del nacionalismo de Sandino que he citado en artículos anteriores138.
Mientras que el concepto de “nacional”, para el Movimiento de Liberación del neocolonialismo financiero, alude al moderno Estado Nacional, generalmente plurinacional según el sentimiento étnico de nación (de nacencia), el nacionalismo es una ideología, una máquina de propaganda de agitación y movilización por encima de los intereses de grupo social y de clase.
Para definir la posición de Sandino respecto del socialismo y el Movimiento internacional de Liberación, conviene citar el trabajo de Carlos Fonseca Terán: La Perpendicular Histórica (Managua, 2011); más completo que el de Carlos Fonseca [Amador]139 en el Ideario Político de Sandino (San José, 1979; Managua, 1984). Ciertamente, ambos muestran proclamas de Sandino que, según el mentor ocasional, expresaban un contenido ideológico clasista. Pero una expresión ideológica sintomática de la lucha de clases en una situación concreta, no representa por sí sola un plan de partido ni un programa de organización laborista de Sandino.
La frase que Fonseca Terán cita de Sandino, definiéndose “comunista racionalista”, no representa ninguna definición partidaria política, ni intención de formar un partido, y no cambiaría el carácter anárquico de su lucha. Aunque en “Plan para la realización del supremo sueño de Bolívar” aparece una paráfrasis del título “Imperialismo fase superior del capitalismo” de Lenín, pero una frase no hace un discurso de leninismo140.
Sandino tildaba de “canallas”, “cobardes” y “traidores” el bipartidismo liberal-conservador, pero no formuló una alternativa política. Su concepto militarista-violento del poder desconoce las formas de representación de la sociedad liberal, y no reconoce el poder efectivo de una organización o un movimiento social de los trabajadores. Su proclama: “Nuestro ejército se prepara para tomar las riendas del poder nacional,... [la] organización de grandes cooperativas de obreros y campesinos nicaragüenses... Proclamaremos la Unión Centroamericana, bajo el nombre de Comuneros Centroamericanos, regida por la acción de obreros y campesinos... Soy partidario de que la tierra sea del Estado”. Esta proclama no define un programa de organización de clases, más bien, tiene el significado anarquista de la función de una fuerza violenta: “nuestro ejército”. No propone la organización social, sino el acto de fuerza en sí y por sí; como consecuencia lógica de la frase, tal ejército actuaría para sí. Por el contrario, si se organizan comunas y un Estado común de comuneros, se debe suponer que éste resultaría de la propia organización laborista, no de un acto de fuerza de un agente violento externo. Lo que convierte la frase en propaganda encubridora de una voluntad militarista violenta, es ideología de ocultación y manipulación del receptor. Pero lo delata la coletilla “Soy partidario de que la tierra sea del Estado”. Pues, hay una contradicción en los términos: se deduce que la propiedad no sería de los comuneros sino del Estado de la fuerza militar.
Carlos Fonseca Terán rescata una cita que tiene más consistencia teórica marxista-leninista: “Quiero... bienestar social de la clase trabajadora, que... ha sido siempre explotada... La clase trabajadora de toda la América Latina sufre hoy una doble explotación: la del Imperialismo... y de las burguesías nativas... El capitalismo norteamericano ha llegado a la última etapa de su desarrollo, transformándose, como consecuencia, en imperialismo... con la creciente presión por parte de los banqueros yankees... Sólo los obreros y campesinos irán hasta el fin, sólo su fuerza organizada logrará el triunfo”. “Mi ideal campea en un amplio horizonte de internacionalismo... de acuerdo con las resoluciones del Congreso Mundial Antimperialista de Francfort [de la Internacional Comunista]”. Pero fue una frase suelta.
El anarquismo de Sandino, que lo distancia del Movimiento de Liberación contra el neocolonialismo, y su divergencia del socialismo se reflejan en la falta de entendimiento de Sandino con Frabundo Martí, del partido comunista salvadoreño. Sandino lo reconoció: “Farabundo insistía en transformar mi lucha en una lucha por el socialismo. Estaba de acuerdo con todas sus ideas (...), pero le explicaba que por el momento no era eso lo que cabía”. Para esto, Carlos Fonseca Terán repite una excusa de la indefinición política de Sandino, que ya usó Carlos Fonseca [Amador] para sí mismo, que el marxismo que conoció Sandino eran “politiqueros disfrazados de marxistas”. Es una petición de anarquismo vergonzante.
Pero no se puede decir esto (“politiqueros disfrazados de marxistas”) de Farabundo Martí, ni del socialista liberal Salomón de la Selva. En El Salvador hubo una revolución campesina en 1932, liderada por el indígena Feliciano Ama y Farabundo Martí, que en Nicaragua ni remotamente se puede hablar de semejante organización. Y es conocido el activismo sindical y de política laborista de Salomón de la Selva durante esos años. Tal excusa también queda invalidada para el movimiento nacional sandinista de Carlos Fonseca, si no se desconocen las conquistas del Código de derechos laborales, organización sindical y grandes huelgas de reivindicación del movimiento obrero y Partido Socialista desde la década de los años cuarenta en Nicaragua. Porque el PSN tampoco eran “politiqueros disfrazados de marxistas”, ni era simple partido político opositor del somocismo, un partido que era una estructura de organización de clase (equivalente a las cámaras patronales, que estaban tras los pactos de los partidos Liberal y Conservador, pero no dentro de esos partidos).
Fernando Gordillo, sobre el bipartidismo de la oligarquía nicaragüense. Después de pasar por alto que la retirada de la ocupación del Cuerpo de Marines estuvo vinculada a la crisis de la Gran Depresión del 29, y por la reorientación del Gasto Público norteamericano a la reactivación de la demanta interna. Sin comentar el papel de la Guardia Nacional como cuerpo de intervención para mantener el bipartidismo libero-conservador. Dice sobre la dictadura somocista y el bipartidismo, desde 1934: “Durante años el pueblo nicaragüense fue viendo cómo, cada vez que el uno (Somoza) se ha visto en real peligro, el otro (Chamorro) se ha apresurado a pactar con él, impidiendo el triunfo de las reivindicaciones fundamentales y de fondo que movilizaban las masas”. El texto de Fernando Gordillo pareciera que va a indagar en una comprensión clasista, más que nacionalista del hecho de la dictadura somocista de sistema bipartidista, pero contradictoriamente da un salto atrás y cae de nuevo en el nacionalismo: “...la verdadera pugna política en nuestro país se manifiesta... para decirlo esquemáticamente en nombres, diremos Somoza-Sandino... Es el sandinismo la manifestación nacional de nuestra lucha por liberarnos. No es el comunismo (que en nuestro país ha sido débil, por no decir insignificante)...” No hace falta acudir al anticomunista Stefan Baciú para llamar “pequeño burgueses” a estos jóvenes que encontró en León el año 1965141, y que él detectó de una izquierda intelectual ajena al movimiento obrero. Jóvenes que, por entonces, estaban a un paso de añadir al nacionalismo la mistificación cristiana bajo el liderazgo de los clérigos Ernesto y Fernando Cardenal (se verá después).
Fernando Gordillo deja fuera el movimiento obrero y cualquier movimiento social. Y su esquematismo mental de bipartidismo liberal-conservador (Somoza-Chamorro) bipolar (Somoza-Sandino) ignora los partidos existentes, antisomocistas sin concesiones (Socialista, Liberal Independiente y Social Cristiano). Dice: “Sandisnismo... es la verdadera disyuntiva nacional. Lo opuesto a Somoza no es Chamorro. Es Sandino”. Y en un giro populista cristiano de la Acción Católica y el Movimiento Social Católico, añade una mistificación como señal trascendente extrahistórica sobre la acción política, Fernando Gordillo escribe: “No fue por la muerte de Chamorro que los yanquis dieron el poder a Somoza. Fue por la de Sandino”. Un lenguaje heroico sacrificial, de inmolación y martirio, grabado en el discurso político nicaragüense desde la década de los cincuenta, como no sucede en otro país latinoamericano (lo explico en otra parte: “La violencia anárquica antisomocista de distintos grupos nacionalistas”, antes citado). Una auténtica loza de mistificaciones sobre la mente política de una generación.
Para este trascendentalismo, propone que “el campesinado es la única fuerza capaz de emprender y sostener una lucha nacional que conlleve al planteamiento básico de los intereses nacionales”. Buscando su lógica, podría significar: si el movimiento obrero es socialista, el campesinado tiende al nacionalismo. Pero, entonces, este campesino mistificado nacional sandinista, a cuenta de qué se va a interesar y comprender la cuestión de la economía y la sociedad de los grupos urbanos. Es de suponer que sus intereses sean los rurales, y que se alíe más fácilmente con el terrateniente latifundista que con el capitalista de la ciudad, que es lo que ha sucedido históricamente.
Pero Fernando Gordillo tiene la inteligencia de reconocer el fallo subyacente de toda su apología del sandinismo, y que el foquismo sandinista nunca prosperó en la montaña: “a pesar del gran apoyo que recibía del campo, en las ciudades casi no tenía fuerza (apenas simpatizantes desorganizados) y eso fue causa de las limitaciones de su visión política... La relativa facilidad con que en 1934, tras el asesinato de Sandino, lograron dispersar su movimiento... fue su desconexión con los movimientos políticos de la ciudad... Su contacto con la ciudad era a través de personas, no de organizaciones. El sandinismo, pues, era esencialmente un movimiento campesino. Sus debilidades organizativas se originaron en la sicología anárquica del campesinado, y de su falta de relaciones con los grupos políticamente afines de la ciudad”. El crimen político del asesinato de Sandino anuló el brote guerrillero en las Segovias, sin ninguna proyección de continuidad, dado su bajo grado de organización campesina. Y porque el número de combatientes en sus filas siempre fue limitado (si se cuantifican las acciones, contra el vicio de magnificar).
La conclusión teórica a la que ha llegado Fernando Gordillo es correcta, por aceptar la prueba. Ha falsado su hipótesis. Sin embargo, el artículo da por supuesto la posibilidad del nuevo nacional sandinismo de incluir a la ciudad como Movimiento Nacional, como populismo. Siempre, en contra de las formas de representación política partidaria de intereses de grupos sociales y clases. En contra de la democracia de la sociedad liberal, y en contra del movimiento laborista, propone el Estado corporativo del Movimiento Social populista.
Beltrán Morales, en “Sobre Fernando Gordillo” (1968)142, muestra garra intelectual en conceptos y el análisis de conciencia social del Frente Ventana, al que pertenció Fernando Gordillo. Lo define “en lo intelectual, el equivalente al Frente Sandinista”; es decir, lo delimita en el nacionalismo, para el campo de la agitación cultural: “una revisión totalizadora de la cultura nacional”.
Estos tres intelectuales “faros” generacionales en la década de los años sesenta propusieron corregir la dictadura bipartidista, anulando la sociedad liberal de democracia representativa y el movimiento obrero, a cambio del populismo del Movimiento Nacional. Ya en los setenta hubo clérigos como Ernesto Cardenal, que dirigió la comuna de Solentiname; Fernando Cardenal, el Movimiento Cristiano (“toma de iglesias”), y Uriel Molina los Cristianos de Base (Iglesia de Fátima). Estos clérigos, junto a otros del movimiento de los Documentos de Medelllín y la Teología deliberación (Antonio Castro y Paco Campos, entre otros) suministraron al nacionalismo la mistificación cristiana. El equivalente de la Acción Católica y el Movimiento Social Católico en la Italia y España de entreguerras. Pero otro “faro” mayor y de más influencia en la formación de la élite intelectual, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y su órgano político La Prensa, llevó a la generación de los sesenta y setenta a la autoexclusión del bipartidismo somocista, y de los partidos políticos antisomocistas, por la confrontación radical. Semejante movimiento generacional en Nicaragua ha lastrado la formación de proyectos partidarios y de organización político-ideológica.
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal: “La amalgama de las dos derechas” (1971)143. Desde 1966, Pedro Joaquín y La Prensa como su órgano político, adquieren una función por encima del Partido Conservador y su líder Fernando Agüero. Pedro Joaquín organiza, desde la Dirección de La Prensa, la Unión Nacional Opositora (UNO) con una estrategia de confrontación electoral de todos los partidos no somocistas, incluidos comunistas, contra el Partido Liberal. Una alianza con partidos minúsculos, que apenas sumarían votos a la popular candidatura de Fernando Agüero por el Partido Conservador. Por su activismo sindical (Movimiento Sindical Autónomo de Nicaragua-MOSAN, después Central de Trabajadores de Nicaragua), el Partido Social Cristiano más bien barría fuera el voto conservador reaccionario; cuánto más, resultaría extraña a los conservadores moderados la alianza con el Partido Socialista, e imaginar al PSN en una plataforma de gobierno conservador. Era una coalición innecesaria y contraproducente para la gran popularidad de Agüero en esa campaña electoral. Porque ninguna candidatura electoral, de todas las que pueda tener memoria cualquier nicaragüense, fue tan popular como la de Fernando Agüero para las elecciones de la campaña 1966-67.
Si el teatro de desembarco aerotransportado de la abortada guerrilla de Olama y Mollejones (1959) fue una táctica sin dirección estratégica de Pedro Joaquín, la UNO de 1966-67 fue una estrategia sin táctica. Al ponerle contrapesos a la candidatura del Partido Conservador, beneficiaba al Partido Liberal. Como resulta absurdo pensar que Pedro Joaquín trabajara para el candidato liberal, se debe admitir que el pensamiento político de Pedro Joaquín era complejo. Lo que no aminora su honestidad, su valentía democrática y su sacrificio. Pero, lo más grave de este complejo fue el indoctrinamiento por La Prensa de una generación de intelectuales en la confrontación radical como única forma de oposición política al bipartidismo del sistema somocista. En la década de los setenta, esta generación de intelectuales abandonó la opción política de los partidos Liberal Independiente (PLI), Movimiento Liberal Constitucional, Social Cristiano (PSC) y Partido Socialista (PSN).
Pedro Joaquín, además de Coordinador de la UNO, organizó el movimiento social CIVES, “juventudes para la resistencia pacífica”144. Aparentemente, vigilarían el proceso electoral. Pero los CIVES incluían a la Juventud del Partido Socialista (PSN), al margen de la cadena de mando de las Juventudes del Partido Conservador. Entonces, la cuestión es ¿qué tenía en mente Pedro Joaquín al organizar un movimiento de resistencia con elementos combativos del PSN? Y la respuesta se conocería en la convocatoria de la manifestación de confrontación con la Guardia Nacional el 22 de enero de 1967, bajo el lema “No hay por quién votar”.
Doble absurdo. En primer lugar, semejante lema de campaña anulaba su propia opción de voto por Fernando Agüero, pues dos semanas antes las elecciones estaba llamando a la desmovilización de su propio electorado (decía a los seguidores de sus orientaciones que no fueran a votar). Incoherente llamar a la abstención, si el arrastre electoral de Fernando Agüero era enorme, como lo puede recordar cualquiera. Después de un período de gobierno de relativa paz social con la presidencia de René Schick y Lorenzo Guerrero (1963-1967), el pueblo prefería la opción civil de Agüero a la del militar Anastasio Somoza hijo. En segundo lugar, Pedro Joaquín convoca la concentración legalmente autorizada, pero le dio un recorrido hasta el puesto de mando de la Guardia Nacional en la Loma de Tiscapa. ¿Quería repetir el “lomazo” de Emiliano Chamorro el año 1925, un golpe de Estado, o simplemente provocar la represión, con la eventual consecuencia de que se pudiera anular la convocatoria electoral? Era incoherente con su dirección de la campaña electoral de la UNO145.
Si no se está retirando de ir a las urnas, era una idea descabellada llamar a una provocación de la GN, cuyos efectos podrían volver inviable las elecciones. Entonces, ¿se proponía Pedro Joaquín repetir el golpe de Estado de Emiliano Chamorro, porque contara con rebeldes dentro de la Guardia? Pero Emiliano Chamorro no se habría presentado en La Loma encabezando una manifestación, y Pedro Joaquín no tenía su mente estratégica. Pedro Joaquín enviaba la manifestación a una represión segura de la Guardia Nacional, mucho antes de que alcanzara su objetivo de llegar a La Loma146. La Guardia detuvo la manifestación a medio camino, con la razón de que ya había pasado el tiempo autorizado para manifestarse. Porque la convocatoria de la manifestación era legal.
Se habla de la “masacre del 22 de enero”, pero solamente se da el nombre de un teniente de la Guardia abatido por algún francotirador. Y este teniente estaba con una manguera de un camión cisterna de bomberos echando chorros de agua para disolver la manifestación. No hay datos de investigación de ingresos hospitalarios de heridos, ni registro de traslados de ambulancias de la Cruz Roja, ni actas del Registro Civil de defunciones relacionados con la manifestación.
Aunque Rafael Casanova, participante en la manifestación, da testimonios confiables de que había algunos manifestantes armados. Casanova habla de “refriega”, pero no hubo más que algunos francotiradores, y mucho desorden de los pocos armados. Tal vez de Movilización Republicana (MR), integrada por unos pocos disidentes del PSN y algún nacionalista sandinista147. Casanova da una cita de Onofre Guevara, que demuestra que la dirección del PSN está al tanto del plan de Pedro Joaquín y lo entienden como una provocación a la Guardia. Como miembros de la UNO y, por tanto, convocantes de la concentración, la dirección del PSN asume la tarea de replegar a las masas antes del momento de confrontación con la Guardia. Pedro Joaquín, en su mente, no pensó que el PSN no pondría a su gente como carne de cañón, pero delata sus intenciones de la convocatoria. Con seguridad, el repliegue de los socialistas se generalizó evitando una masacre real148.
También se desprende de los testimonios citados que, incoherentemente, pedían la suspensión del proceso electoral y un gobierno de facto que evitara la opción electoral de Somoza. Aunque, sería mucho suponer que contaran con algún sector golpista de la GN en esta aventura. El titular de La Prensa de la “masacre del 22 de enero” ya estaba en la mente de Pedro Joaquín, pero la prudencia del PSN hizo que no tuviera lugar en las dimensiones previstas. Después de refugiarse en el pequeño Gran Hotel de la provinciana Managua, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, fue el único detenido “preso político” de los que dirigían la multitudinaria manifestación, pero se cuidaron de no encabezarla en el momento de la confrontación. La Prensa sufrió allanamiento y el cierre, hasta pocos días antes de las elecciones el 5 de febrero. Aunque no fuera lo que buscaba, Pedro Joaquín acrecentó su imagen política y la tendencia de confrontación radical (había quien hablaba de megalomanía, pero no se puede documentar en letra impresa, solamente con la memoria de los lectores de cierta edad).
En la intención de Pedro Joaquín, de crear una situación de tensión extraordinaria, debió pesar la coincidencia de la presencia de periodistas extranjeros que asistían en Managua al Congreso de académicos y literatos por el centenario del nacimiento de Rubén Darío149. Aventurerismo que en medios liberales se llamó la “intentona Agüero-comunista”. Y que, efectivamente, pudo restar a la candidatura de la UNO el voto moderado antisomocista que había ganado en su campaña. El tercer Somoza, podría ganar las elecciones sin necesidad de hacer fraude, probablemente agradecido con la manifestación de Pedro Joaquín. Y el beneficio mínimo que cobró el Partido Conservador, de mantener el bipartidismo electoral con Somoza, una vez más consistía en que sus directivas departamentales se convertían en “diputados zancudos” (“mosquitos” que chupan del Presupuesto). A esto redujo el potencial electoral de Fernando Agüero, la “estrategia” de la UNO y CIVES de Pedro Joaquín.
Después de semejante experiencia con Pedro Joaquín y su coalición de la UNO, de fracaso electoral, la directiva del Partido Conservador se distanció del director de La Prensa. Aquello había sido el mayor daño, incoscientemente por Pedro Joaquín, al Partido Conservador. Pero todavía quedaba algo peor, la campaña de La Prensa de destrucción del Partido Conservador, que haría inviable cualquier alternativa política al tercer Somoza, la caída en la violencia.
Dado que la Constitución no permitía la reelección, el tercer Somoza llegó a un pacto con el Partido Conservador (el cuarto pacto del bipartidismo liberal-conservador); sus diputados votaron para convocar una Asamblea Constituyente, y se instaló una Junta de Gobierno bipartidista (1972-74), en la que estaba Fernando Agüero. Popularmente se llamó Kupia Kumi (en lengua mískita: “unidos en un solo corazón”) a esta concertación liberal-conservadora, y al triunvirato de la Junta de Gobierno (de “tres patas”) se lo llamó “pata de gallina”.
Pedro Joaquín inició una campaña mediática que destruyó la imagen política de Agüero, a la directiva del Partido Conservador y, prácticamente, al mismo Partido Conservador. Ante el vacío creado, La Prensa pasó a representar la oposición política, pero sin organización partidaria legal. La ciudadanía opositora, fuera del Partido Conservador, quedó representada por unos partidos minoritarios, mientras los seguidores de Pedro Joaquín ya no tendrían opción política sino la violencia.
Este es el contexto del escrito de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, certeramente seleccionado por Jorge Eduardo Arellano en su Antología del Ensayo Nicaragüense. Las citas que propondré reflejan esta acción inconsciente del aventurerismo de Pedro Joaquín; y el daño generacional a la vida política de los nicaragüenses, de cerrar el paso a toda alternativa política al bipartidismo somocista. El texto de Pedro Joaquín, “La amalgama de las dos derechas” (1971) anuncia el encarnizamiento de destrucción moral del liderazgo de Fernando Agüero por La Prensa, y la campaña de destrucción de la base política del Partido Conservador. Sólo comparable con la otra labor del renacido nacionalismo sandinista de distraer las bases del movimiento social urbano del Partido Socialista, para llevarlas al aventurerismo de grupos anárquicos en el foquismo guerrillero las décadas del sesenta y setenta.
Porque Pedro Joaquín Chamorro Cardenal hizo la segunda voz al aventurerismo del heroísmo de inmolación de los que murieron matando sin que nada cambiara del bipartidismo somocista de las “paralelas históricas”. Y se debe anotar, quien derrotó a la dictadura el 19 de julio de 1979 fue el movimiento comunal, y no cuatro docenas de cuadros militares de la Dirección sandinista (fuerza auxiliar del Gobierno en el exilio de los partidos políticos de Unidad Nacional); algunos de estos nacionalistas llegaron a desarmar al pueblo cuando éste ya había tomado la capital, mientras la mayoría de ellos todavía viajaban del extranjero (ver “La forma comunal de la insurrección popular en Nicaragua (1978-79)”, Revista Temas Nicaragüenses, Nro. 83).
Volviendo a la lectura de “La amalgama de las dos derechas” (1971). La influencia generacional de Pedro Joaquín, con las ideas aquí expuestas, fue grande. Porque pasó a ser el líder ideológico de los jóvenes intelectuales que habían despertado a la política con el movimiento de Agüero, empujándolos al aventurerismo. Y esta es una gran carga que todavía arrastra la conciencia política de los nicaragüenses de todas las opciones ideológicas. La confrontación radical de Pedro Joaquín con el bipartidismo en este escrito, más que un diagnóstico de la situación, sabemos que fue su programa, un pronóstico en la mente extremista, a todo o nada, de Pedro Joaquín. Tanto el somocismo, como el nacional sandinismo, como La Prensa de Pedro Joaquín negaron la opción de los partidos políticos; se perdió la noción de que el juego político es el consenso, no la acción voluntarista de fuerza.
Citas de “La amalgama de las dos derechas” (1971): “...el resto de los nicaragüenses -los no agüeristas y no somocistas- están siendo colocados con el pacto [“kupia kumi”] en una categoría ciudadana inferior... que sólo podrá manifestarse... por medio de los señores feudales (Somoza y Agüero) o a través de un acto pleno de desobediencia civil... (…) La ultraizquierda tendrá en Nicaragua, de hoy en adelante, su mejor oportunidad para liderar la natural reacción opositora”. Aunque el año 1971, la situación del bipartidismo liberal-conservador no era muy diferente de los pactos consituyentes de 1938, de 1948 con Carlos Cuadra Pasos, o de 1950 con Emiliano Chamorro150, Pedro Joaquín no ofrece alternativa política a “aquel nicaragüense cuya independencia de los partidos políticos históricos [Liberal y Conservador] es su razón de ser... principalmente entre la juventud... carecer de vías legales de acción... (…) forzosamente conduce... a producir tarde o temprano una gran confrontación”. (…) “Todos los pronósticos señalan esa verdad [¿la confrontación a todo o nada?], y no es que nosotros estemos buscando cómo se cumpla un pronóstico o alentándolo, sino previendo un suceso cuyo cumplimiento podrá evitarse siguiendo los caminos rectos... Durante muchos años mi calidad de conservador ha sido consubstancial por así decirlo a la de opositor al régimen, pero hoy... dejo yo de identificarme por aquella calidad de conservador, aunque no pierda la otra, de opositor al régimen, es decir al sistema”.
Desconoce toda alternativa política, las organizaciones políticas legales del Partido Liberal Independiente y Partido Social Cristiano, con sus organizaciones de juventudes, ramas sindicales y movimientos sociales, y continúa: “...el círculo cerrado [del bipartidismo liberal-conservador]... vendrá a proporcionar un elemento dislocante a quienes desean acelerar la lucha de clases violenta...”. Lo que evidenciaría el escaso juicio de análisis político que Pedro Joaquín inyectó en una generación de jóvenes. También desconoce que el Partido Socialista (prosoviético), con el que promovió la Unión Nacional Opositora cinco años atrás, más que al aventurerismo y la violencia anárquica está dedicado a la organización del movimiento obrero y del movimiento social. Porque el principal objeto del PSN no es el somocismo bipartidista, que deja como una cuestión a dirimir entre los capitalistas, sino las condiciones de trabajo y la organización de los trabajadores. Para el PSN, si a caso, la dictadura bipartidista agudizaba las contradicciones de las relaciones de clases sociales, y estimulaba su trabajo organizativo. Pero sería absurdo pensar que el PSN estaba interesado en resolver la cuestión del gobierno para los intereses de la plutocracia.
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal abandona el Partido Conservador, al que destruiría desde su órgano político de La Prensa. Y, si no buscó conscientemente cómo se cumpliera su pronóstico de la confrontación caótica sin alternativa política, inconscientemente lo convirtió en obetivo de un programa periodístico y de una nueva coalición que segaría la hierba bajo los caballos de la oposición política legal, sacándolos del “sistema”: UDEL.
La Unión Democrática de Libreación (UDEL). A partir de entonces, para la juventud intelectual democristiana/socialcristiana, la élite formada en los colegios católicos de la restauración conservadora de primera mitad de siglo XX151, la política se convirtió en el antagonismo de Pedro Joaquín Chamorro (contra el sistema) versus Somocismo (el sistema). Desaparecen las opciones de alternativa política. Y en las mentes de una generación aparece una figuración de denostación del somocismo (una construcción ideológica), que olvida que Anastasio Somoza Debayle y Pedro Joaquín Chamorro Cardenal pertenecían a la misma clase social, en la que coincidían por lazos de intereses económicos. Las familias tribales, de parentescos entrecruzados, ocupaban a la misma población trabajadora, la controlaban a su conveniencia, utilizaban el mismo sistema financiero y las mismas infraestructuras para su comercio, y compartían los aparatos de Estado para su beneficio. Había interdependencia de intereses y conexiones familiares.
Para 1974, Pedro Joaquín organiza como escudo, contra cualquier vía política electoral, la Unión Democrática de Liberación (UDEL). Como en la UNO de 1966, agrupa sindicatos y partidos, pero sin el Partido Conservador: el Liberal Independiente, Movimiento Liberal Constitucionalista (escisión del Partido Liberal, fundado en 1968 por Ramiro Sacasa, exministro y pariente de los Somoza), el Socialcristiano y Partido Socialista de Nicaragua, el movimiento Acción Conservadora, más las centrales sindicales Confederación General del Trabajo Independiente (CGTI) y la Central de Trabajadores de Nicaragua (CTN). Los encierra en UDEL, a partidos, sindicatos y movimiento social, para excluirlos de la vía legal electoral.
El Partido Conservador sufrió el ostracismo. El sistema de partidos quedó desestructurado entre la forma dictatorial del último Somoza y la oposición anárquica (sin opción política) de Pedro Joaquín. Y particularmente, el Partido Conservador había quedado fraccionado después del ataque sistemático de Pedro Joaquín contra Fernando Agüero. Pedro Joaquín era el pivote del precipicio a la violencia, su pronóstico era su programa. La sombra de Pedro Joaquín no dejó crecer otro líder político desde 1971. Pedro Joaquín fue asesinado y quedó un país sin alternativa, abocado a la violencia.
Sin embargo, de la UDEL de Pedro sale el núcleo del Frente Amplio Opositor que negociaría con la OEA una salida para Somoza en 1979, y la Unidad Nacional que tomó al Frente Sandinista como fuerza auxiliar del Gobierno en el exilio. De la UDEL salió en gran parte el Gobierno de Reconstrucción de 1979 instaurando un Estado corporativo de Movimiento Nacional, que no era lo esperado por el ansia democrática de la población de la insurrección comunal. Y también de la UDEL salen los “cuadros” políticos de la “burguesía patriótica” del Frente Sandinista.
Nota aparte: Una antología expresa un criterio de demarcación de textos significativos. En esta antología de J. E. Arellano faltan textos que aparecerían en otras colecciones de propaganda ideológica, como sería el caso de proclamas de Augusto Sandino, las redactadas con sus mentores ocasionales, o las de Ernesto Cardenal y otros figurantes del nacionalsandinismo tardío. Pero el lector no los hecha en falta, por el listón de altura de pensamiento teórico que marca la Antología. Sin embargo, el texto menor también forma parte de la Historia de las Ideas, así sea con las limitaciones en la práctica social de la proclama anárquica sin proyecto de partido político, o por ser simple pensamiento de mistificaciones.
El criterio de selección también puede verse afectado por la posición partidaria. Por ejemplo, para un lector atento al movimiento laborista y el socialismo, resulta evidentente que falta dar continuidad, para las décadas del cuarenta al setenta, al texto muy bien elegido de Salomón de la Selva: “Un poco de sociología patria”. Pues, los textos del populismo nacionalista de Carlos Fonseca, Fernando Gordillo y Beltrán Morales necesitan una lectura de contraste del movimiento obrero y del socialismo. Léase como una recomendación para próxima edición acrecentada de esta excelente antología.
Apéndice. Investigación del nacional sandinismo en el trabajo de documentación de Michael Schroeder en la red de data link, The Sandino Rebellion. La resistencia de Sandino a la intervención de los Marines tuvo repercusión, en el período de entreguerras, cuando en Europa y en Latinoamérica surge el nacionalismo populista contra la sociedad liberal y las formas democráticas de representación de intereses partidarios. Vino el ascenso de la Acción Francesa y la Acción Católica, del Movimiento Social Italiano, del Nacional-socialismo alemán, del Movimiento Nacional español, en coincindencia con los nacionalismos-populistas latinoamericanos. Movimientos antidemocráticos, antiburgueses, anticapitalistas, contradictorios con la sociedad liberal en que se representa el conflicto de interes por la libre competencia; y con la izquierda socialista de organización de clase obrera, porque el populismo interclasista propone la “conciliación” de clases sociales.
En ese contexto, Sandino, que pasó de luchar en la guerra civil de liberales y conservadores (1926-27) a luchar en la guerrilla (1927-34) contra la ocupación extranjera, tuvo reconocimiento por enfrentarse militarmente a los Marines. Pero, al margen de cualquier forma de lucha política y organización social contra el neocolonialismo de los banqueros norteamericanos que controlaban la moneda, la fiscalidad y el sistema financiero nicaragüense. Se exaltó el nacionalismo de su acción militar, pero se ignoró la carencia de alguna organización político-ideológica contra el neocolonialismo financiero. Se desconoció la organización de izquierda socialista que dirigía el socialista liberal y laborista Salomón de la Selva.
Por tanto, se debe documentar con el trabajo de Michael Schroeder, la página web The Sandino Rebellion, las debidas proporciones históricas y político ideológicas de la actividad de Sandino, y su escasa consecuencia en la sociedad real:
1. De carácter militar: ¿cuántos fueron sus cuadros activos, cuántas acciones, cuántas las bajas ocasionadas en acción? Las consecuencias militares inmediatas que tuvo su acción, que no inpidió la instalación de la Guardia Nacional. La causa real de la retirada del Cuerpo de Marines, ya instalada la Guardia Nacional, y el efecto de la reorientación del Gasto Público norteamericano por causa de la Depresión del 29.
2. De carácter político-ideológico: ¿Por qué no tuvo organización partidaria, movimiento social, organización obrero-campesina?
3. De Historia Comparativa: contraponer como izquierda laborista el activismo de Salomón de la Selva (aquí expuesto en varios de los últimos nros. de RTN Nros. 79, 82, 83, 85).
Por los mismos objetivos, se debe completar este ejercicio con la investigación del nacionalismo-populista del neosandinismo de los años sesenta y setenta. El neosandinismo influyó en una generación de intelectuales (“bachilleres”, empleados oficinistas o funcionarios) en las décadas de los años sesenta-setenta. Esa generación todavía dirige el sistema educativo y medios de comunicación. Lo que aumenta la urgencia de de una investigación cuantitativa y de Historia Comparada. Las dimensiones y consecuencias reales de cada acción de carácter militar del neosandinismo (1958-1979) en la sociedad. Para este efecto, existe suficiente información de su escasa proporción cuantitativa en las publicaciones de Tomás Borge: Paciente Impaciencia (1987), y de Humberto Ortega: Epopeya de la Insurrección (2004).
Pero también se debe investigar el nacionalismo y populismo del neosandinismo frente: a la democracia de sociedad liberal y la organización laborista socialista; al sistema de relaciones sociales, las condiciones laborales del campesinado y la propiedad de la tierra; la política de Estado y en el sometimiento neocolonial al capital financiero; la opción política del Partido Liberal Independiente, el Movimiento Liberal Constitucional, el Partido Social Cristiano, el Partido Socialista o el Partido Conservador; el modelo religioso de cristiandad de teología deliberación.
Pero de la mayor importancia, el efecto del neosandinismo sobre la deriva del movimiento comunal de 1978-79 (ver La forma comunal de la insurrección popular en Nicaragua 1978-79; Temas Nicaragüenses Nro. 83, marzo 2015).
La literatura de “testimonio” nacionalsandinista sobre la insurrección popular152
Manuel Fernández Vílchez
Dedicado a la resistencia de todas las formas de presión ideológica sobre el pueblo nicaragüense.
Contenido:
Encubrimiento ideológico en la literatura de testimonio
El enunciado del título de Carlos Núñez: “un pueblo en armas”
Cuantificar los elementos estructurales del relato de testimonio
Contradicciones de los elementos estructurales del relato respecto de la práctica social
La carencia político-ideológica del Frente Sandinista en su literatura de testimonio
El mito de los frentes de guerra
La literatura militarista sandinista
La militarización de la sociedad
¿Por qué no hay rasgos de socialismo en la literatura sandinista de testimonio?
La retirada a Masaya en la edición de Pueblo en Armas, dirigida por Roberto Sánchez
El fracaso de la guerrilla urbana del Frente Sandinista en Managua
Análisis concreto de la situación concreta: la crisis revolucionaria
La ocupación de la oficina presidencial de Somoza (“el búnker”)
Encubrimiento ideológico en la literatura de testimonio. Entre los títulos de literatura de “testimonio” del sandinismo, un imaginario de libre asociación de ideas propagandistas, sobresale el de Carlos Núñez Téllez: Un pueblo en armas153. Su relato se refiere al fracaso de la guerrilla urbana de los cuadros del Frente Sandinista en Managua. Sólo comparable al fantasioso intento del llamado “Frente Sur” de crear, desde Costa Rica, una guerra de ocupación de posiciones en territorio nicaragüense, pero sin contar con efectivos ni medios suficientes. Aunque, sí consiguieron, unos y otros, distraer fuerzas de la Guardia somocista.
Se construyen leyendas y novelas que encubren fracasos de operativos, y pocos hechos concretos verificables. Como ya había sucedido con el descabellado “desembarco” aerotransportado de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal en Olama y Mollejones. La exaltación de este imaginario heroico, pero anárquico y sin mayor base ni organización social, sólo señala un falta de organización política y pensamiento estratégico.
Pero, al cuantificar los elementos militares que componen los relatos de “testimonio”, definir el alcance de los conceptos ideológicos de sus enunciados, y contrastar con la práctica social, se pone en evidencia las contradicciones de los elementos estructurales del discurso del Sandinismo. Cuando se cuantifica y define conceptos, la misma estructura del relato legendario del testimonio sandinista desenmascara los encubrimientos y revela el dato concreto.
El enunciado del título de Carlos Núñez: “un pueblo en armas”, resulta ser una figura retórica que delata una ideología militarista, que no considera el movimiento social de la insurrección popular, ni la organización comunal de desobediencia civil, y encubre el fracaso sandinista en Managua. Así como el término “repliegue táctico” del subtítulo oculta lo que más bien fue una “retirada” sin retorno a la ciudad insurrecta.
Aprovecho la generalidad temática del título para dar una introducción de las ideas políticas, que luego argumentaré con citas textuales del libro. La lectura de los elementos estructurales del relato expresa:
1. el discurso ideológico de distracción de falsa conciencia, que omite y desconoce la autonomía del movimiento comunal insurreccional, los auténticos actores de la resistencia y derrota de la Guardia y la huida de Somoza el 17 de julio 1979.
2. el discurso de mala conciencia de llegar a Managua tarde el 19 de julio, a desarmar a los “muchachos” de las comunas que ya han tomado las bases del somocismo en las oficinas presidenciales llamadas “búnker, y el aeropuerto internacional Las Mercedes.
3. justificar la instalación de un poder jerárquico militar sobre un movimiento de masas.
El mismo título “pueblo en armas” oculta que las escasas acciones guerrilleras, de las que se puede calcular con precisión su muy reducido número de efectivos del Frente Sandinista, sus limitados medios y efectos, no derrotaron a la GN. La derrota de la dictadura no fue por las armas, sino en gran medida por la insurrección comunal de desobediencia civil, en resistencia a la represión de los guardias; por la convocatoria del paro de los sindicatos de trabajadores urbanos en conjunción con las cámaras de empresarios. La rebelión radical del pueblo en desobediencia civil, la Administración Pública de la burocracia del Estado vacía de contenido y la economía de acumulación de capital paralizada (fuera de la economía de reproducción social) ocasionó la derrota de la dictadura. Pero tambien, por la firmeza de los órganos de dirección y redes departamentales de los partidos políticos de Unidad Nacional, y por el aislamiento diplomático de la dictadura. Un lugar corresponde a la sistemática campaña de La Prensa de Pedro Joaquín Chamorro en la formación de una conciencia social que, para bien y para mal, con la destrucción del Partido Conservador de Fernando Agüero negó viabilidad a toda opción política de la dictadura que no fuera la violencia.
Mientras que la iniciativa social en el “testimonio” de Carlos Núñez se reduce al reconocimiento del Movimiento Pueblo Unido, escasamente organizado y poco desarrollado por comparación con los partidos políticos y sindicatos ya existentes. Omite el poder de la organización sindical y de partidos que convocan al paro general, secundada por las cámaras de empresarios, al suponer que la huelga general fue convocada por la Dirección Sandinista desde San José de Costa Rica (págs. 43 y 46). Pero no se debe desconocer que en el imaginario popular había una imagen magnificada de sus acciones guerrilleras, y el reconocimiento moral de su sacrificio en el aventurerismo foquista.
Recapitulando, el testimonio sandinista de Carlos Núñez omite o ignora que:
1. el pueblo insurrecto no se basa en un levantamiento en armas, ni de guerrilla urbana, ni de guerra entre ejércitos;
2. la fuerza de la insurrección urbana fue la desobediencia civil, no la organización militar sino la resistencia a la represión;
3. de las pocas docenas de cuadros militares sandinistas, la mayoría estaban en el extranjero;
4. el movimiento comunal en Managua iba en ascenso, mientras la GN se dedicaba a perseguir a los pocos guerrilleros foquistas, y éstos huían;
5. ignora las formas de organización política de los partidos de representación democrática, así como las formas políticas de los partidos de organización de clase trabajadora;
6. ignora la gran base social que seguía los lineamientos de La Prensa, y la organización de redes departamentales de las estructuras de las centrales sindicales y de los partidos políticos que ya habían formado la UDEL154.
7. el Frente Sandinista no tuvo representación de organización relevante, hasta que se formó el Grupo de los Doce, pero en el exilio y con reducida organización social dentro de Nicaragua. Esta representación de doce notables, de la que pronto se deshizo la Dirección Sandinista, estaba compuesta en buen número por clérigos y “cursillistas de cristiandad”, e intelectuales de perfil político incierto.
Especialmente, “Pueblo en Armas” oculta las dimensiones reales del disminuido Frente Interno sandinista, y el fracaso militar de su guerrilla en Managua; de donde se retiran (no es un “repliegue”) sus escasos cuadros el 27 de junio de 1979, precisamente cuando las comunas urbanas están en plena resistencia ante el castigo de la Guardia. Se retiran de Managua tres semanas antes de la Victoria de la Revolución de los Nicaragüenses. Victoria de las insurrecciones urbanas de todo el país, hasta los pequeños municipios, que culmina con la huida de Somoza el 17 de julio de 1979 y el momento en que los “muchachos” en Managua el 19 de julio ocupan las oficinas del “búnker” y el aeropuerto internacional. Antes de la llegada tardía a Managua de los cuadros militares sandinistas que desarmarán a los “muchachos” pasado el mediodía del 19 de julio (“pueblo desarmado”), y la llegada del extranjero de gran parte de cuadros militares del Frente Sandinista (ver al final de este artículo sobre la “Ocupación de la oficina presidencial (“búnker”)”, y sobre la ocupación del aeropuerto internacional: “La forma comunal de la insurrección popular en Nicaragua (1978-79)”, en Temas Nicaragüenses, Nro.83).
Por esta razón, existe una diferencia de significados de conmemorar la Victoria de la Revolución de las Comunas urbanas de los Nicaragüenses el 17 de julio, huida de Somoza, y el “Triunfo” de la entrada Sandinista a la capital ya liberada, dos días después, en horas tardías del 19 de julio. Frente a la Revolución de los Nicaragüenses del 17 de julio, el Frente Sandinista celebra una marcha, su marcha triunfal sobre Managua, de la posterior Revolución Sandinista. No la Victoria de las comunas urbanas, de la primera Revolución de los Nicaragüenses155.
Porque la Guardia Nacional somocista no fue derrotada como dice el título de esta literatura de testimonio, por un “pueblo en armas”, según la lógica militarista del comandante sandinista Carlos Núñez, sino por el movimiento comunal en las ciudades. Como se verá, no existieron los “frentes” de guerra de ocupación de Territorio, en una guerra de posiciones que anunciaba la radio de propaganda del Frente Sandinista en San José de Costa Rica; pues, no hubo guerra de trincheras, no hubo guerra de posiciones de control del Territorio, y prácticamente la guerrilla urbana sandinista fue secundaria o nula respecto del gran movimiento social. Ya se ha dicho que hubo insurrecciones urbanas de desobediencia civil y paro laboral, no guerra de posiciones ni guerrilla urbana. Pero se les dio una consideración de liderazgo a los pocos y contados cuadros militares sandinistas que dieron asistencia a algunas comunas urbanas (poco más de media docena de centros urbanos, entre el casi centenar de municipios y grandes suburbios).
Cuantificar los elementos estructurales del relato de testimonio, la definición de conceptos ideológicos de encubrimiento contrarios a la práctica social (falsa y mala conciencia): El relato de testimonio está compuesto de una selección de recuerdos y de olvidos, pero la estructura narrativa de los mismos elementos del recuerdo y las omisiones denuncian las contradicciones de falsa conciencia y mala conciencia. Como caso de ejemplo, presento una muestra de narraciones ideológicas del Sandinismo de Dora María Téllez. Aunque el texto es ajeno al de Carlos Núñez, en su brevedad permite observar y cuantificar elementos de contenidos del relato sandinista, definir supuestos ideológicos y contradicciones con la práctica social.
Dora María Téllez, en la entrevista “Tener ideales y luchar por ellos”156, publicada por Mónica Baltodano dice: “En los días que atacamos San Fernando, atacamos también Santa Clara, y ahí nos pasó una cosa divertidísima. Como “El Danto” no planeaba los ataques, a la entrada del pueblo preguntamos dónde quedaba el Comando. Nos dieron la dirección y lo rodeamos. Ulises Tapia se mete por detrás y, no me acuerdo quién, entra por el frente. Logran abrir las puertas y, al final, no hay nada. Ulises sale por el frente y dice: –Qué raro, aquí lo único que hay son cosas de medicinas, sillas, como consultorio. Y es que nos habíamos metido al Centro de Salud. El Comando GN quedaba como a cuatro cuadras; y a esa hora, pegamos carrera a atacar el Comando. Cuando llegamos, la Guardia ya sabía que nosotros habíamos atacado el Centro de Salud. Era típico del “Danto”. Él tenía un plan particular de ataque en su cabeza y después uno tenía que agarrar la seña y ajustarse, y así terminamos atacando el Cuartel de Santa Clara, después de habernos tomado el Centro de Salud exitosamente, pero a la pura brava.
Después del ataque de San Fabián, el Frente Norte se dividió en columnas. Nuestra columna anduvo en toda la cordillera de Dipilto y Jalapa, casi hasta Teotecacinte. Nos tomamos Mozonte, Santa Clara, El Limón, San Fernando; las haciendas El Volcán y Mi Ilusión,... La segunda parte del Frente Norte anduvo de Teotecacinte para adelante, buscando el lado de Macuelizo, más bien donde anduvo Joaquín Cuadra con Elías Noguera y otros compañeros. Nosotros nos quedamos con “El Viejo” Víctor Tirado, en el lado de Dipilto. En febrero de 1978 prácticamente bajamos todos. Sólo quedó un grupo en Macuelizo, conectado con los Agurcia y toda la gente de Ocotal. ...Fueron disgregados a distintos lugares para trabajar en la preparación de la insurrección...”.
Esta descripción de primera mano del muy sonado “Frente Norte” en la emisora de propaganda del Frente Sandinista instalada en San José de Costa Rica, cuantifica la reducida importancia de efectivos y acciones del Frente Sandinista, identifica su foquismo guerrillero itinerante, alejado del activismo social. Debían ser pocos efectivos para tener esta movilidad propia de un grupo excursionista de cazadores, sin ser localizados y perseguidos por la Guardia Nacional. Este grupo, si “anduvo, anduvo, anduvo”, no “tomaba” plazas como pretnde la narradora; si acaso, pasarían de marcha por el término municipal de esos lugares. Pero lo más importante a resaltar es que se apropian la exclusiva dirección del movimiento insurreccional, y definen un concepto militarista de la insurrección popular, contrario a la práctica del movimiento comunal que se dio efectivamente.
Más adelante en la entrevista, Dora María Téllez explicita ese concepto militarista de la insurrección comunal, al decir: “Cuando estábamos en la insurrección de León y yo estaba de jefe [!!!] de la insurrección”. Alude a la insurrección de junio de 1979. Pero ya he demostrado en “León, del 23 de julio 1959 a la insurrección comunal 1978 – 1979” (Temas nicaragüenses Nro. 100) que en la insurrección de junio de 1979, la acción de la Guardia ante el movimiento de desobediencia civil en León fue de acuartelamiento y retirada; probablemente a la espera de una segunda recuperación del control de la ciudad mediante fuerzas de infantería y castigo aéreo, como habían hecho en setiembre de 1978. La ciudad insurrecta, organizada en comunas, quedó libre el 20 de junio, casi un mes antes de la caída de Somoza en Managua, porque la Guardia abandonó los cuarteles sin combatir. Luego, aparte de la escasa capacidad militar de unos pocos efectivos sandinistas, la insurrección popular del 3 de junio y la liberación de León el 20 de junio fue un movimiento comunal de desobediencia civil, y no consistió en acciones militares.
Que Dora María Téllez hubiera entendido su papel en la insurrección comunal de León como una función de jefatura militar, sólo representa que se sentía sucesora del control militar de la GN sobre la ciudad. Y este fue el error del Frente Sandinista, la incapacidad de un organismo militar de convertirse en partido político con un congreso de la militancia, como vinieron a hacer sólo hasta 1992. De todos modos, es evidente que se debe corregir la versión nacional sandinista de apropiación excluyente, además de militarista, de la Insurrección Popular. Sin menoscabo del reconocimiento de la popularidad de los dirigentes sandinistas, que se les otorgó un liderazgo demasiado grande para su escasa organización política y formación ideológica.
Contradicciones de los elementos estructurales del relato respecto de la práctica social. En la narración de testimonio de Dora María Téllez se puede inferir que no fueron los escasos cuadros militares sandinistas, sino las redes urbanas y departamentales de partidos políticos de izquierdas y derechas, y el sindicalismo, incluidos sindicatos de origen somocista, quienes sentaron las estructuras de grupos o de clases del movimiento social de la insurrección comunal (incluido el clero católico y pastores evangélicos que actuaron por afiliación de algún partidarismo). En cambio, el Frente Sandinista con su militarismo foquista, y su democratismo como único objetivo (similar al democratismo de Pedro Joaquín Chamorro, hasta en su megalomanía), situaba la lucha al margen de la consideración de las condiciones materiales laborales y sociales, o de los intereses de la clase empresarial; y por esta razón, tuvo menor incidencia en la estructura comunal de vecindarios y en la decisión de la huelga obrera y del paro patronal, comparado con partidos y sindicatos. Aunque se debe reconocer el ascendente del origen de “pequeña burguesía” de militantes del Frente Sandinista en la escasa intervención del movimiento estudiantil universitario y sus redes de colaboradores, particularmente en el movimiento comunal de León (ver el citado Temas Nicaragüenses. Nro. 100).
Sin embargo, en el surgimiento de la insurrección de las comunas populares tuvieron más influencia partidos políticos, organizaciones sindicales, incluso La Prensa tuvo mayor incidencia social que el Frente Sandinista. De hecho, el movimiento insurreccional que arranca en Monimbó, es parte de las movilizaciones urbanas en respuesta al asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. El gobierno en el exilio, en San José de Costa Rica, se forma en torno a Violeta Chamorro, y el Gobierno de Reconstrucción de Unidad Nacional se organiza en torno a los partidos de la UDEL (Unión Democrática de Liberación, fundada por Pedro Joaquín Chamorro), más el Partido Conservador (excluido de la UDEL).
Por lo tanto, no cabe la atribución excluyente a una escuálida jefatura y mando militar de los llamados pomposamente “Estados Mayores” de unos pocos cuadros del Frente Sandinista, de lo que en realidad fue una insurrección popular que desbordó todas las organizaciones políticas y sindicales existentes, y reventó el control represor por décadas de la Guardia somocista. Porque fue una Revolución de los Nicaragüenses, antes que una Revolución Sandinista. Aunque la Revolución comunal de los Nicaragüenses se perdió bajo el mando vertical de Movimiento Nacional de masas, bajo la Dirección Sandinista que suplantó el militarismo de la Guardia Nacional.
Apostilla sobre literatura legendaria: existe el precedente medieval de la literatura de “vidas de santos”, que daba continuidad a las historias de prodigios que ya se conservaban en los Anales del Colegio Pontificio guardados en la (casa) Regia junto al templo de Vesta en el Foro Romano, desde el tiempo de la Monarquía y la República romanas, antes de nuestra era. De ahí vienen leyendas de personajes que pasaron a la tradición cristiana y que el papa Paulo VI borró de la edición del Calendario Romano el año 1969, por carecer de veracidad histórica (sobre esto he publicado Sincretismos Cristianos en el Helenismo Tardío, del que se encuentra pdf en una librería virtual). Aquí me interesa resaltar que esta literatura, como la mencionada hagiografía medieval, es una fuente de información histórica, en el análisis de sus contradicciones con la práctica social. De modo semejante, en la literatura legendaria de testimonio que floreció en Nicaragua desde el año 1979, las contradicciones de sus elementos estructurales con la práctica social son significativas, aún cuando estos relatos llegan a tener características de recuerdos oníricos (como el reciente de Gabriela Selser, Banderas y Harapos, presentado estos días en Managua; supongamos que es pura coincidencia con la actual campaña electoral, porque estos testimonios son una forma de intervención en la práctica política). La clave está en la lectura de sus elementos estructurales y confrontación con la práctica social. Fin de la nota.
La carencia político-ideológica del Frente Sandinista en su literatura de testimonio. En la misma entrevista antes citada de Dora maría Téllez, Mónica Baltodano anota que, de todos los miembros de la Dirección Nacional, “él [Humberto Ortega] no volvió a estar en Nicaragua ni conocía a los cuadros intermedios. Salvo dos breves entradas, la reunión que se realiza en Nandaime en 1973, y otra en 1976, antes de la muerte de Carlos Fonseca, con quien no tuvo comunicación entonces, él no vino a Nicaragua”. La cuestión práctica es ¿qué otro trabajo político, que no fuera la conspiración del foquismo guerrillero, podía hacer el Frente Sandinista con sus principales cuadros en el extranjero?
Por norma, el sandinista buscaba refugio en países del área del Caribe. Y cuando estaba en territorio nicaragüense, si no huía de la Guardia enmontañado, vivía clandestino en casas de seguridad. Por comparación, aunque perseguidos y reprimidos, los líderes del movimiento obrero del Partido Socialista se encontraban dentro de Nicaragua, durante todos los años que los sandinistas se refugiaron en el extranjero. Esta es la diferencia entre el militarismo y aventurerismo foquista del Sandinismo, contra el movimiento social del PSN. Y es la razón de la carencia de organización partidaria, político ideológica, del aventurerismo anárquico.
El texto de testimonio sandinista muestra la diferencia de formas político-ideológicas del Partido Socialista y el Frente Sandinista: del nacionalismo patriotero del democratismo, del objetivo de acabar con la dictadura, versus el internacionalismo socialista, más ocupado en las condiciones materiales de clase trabajadora y su organización. El Partido Socialista dejaba la competencia económica con el somocismo, el antisomocismo y el objetivo la democracia liberal, como una cuestión de la burguesía.
Esto explica la falta de sensibilidad en la literatura de testimonio sandinista hacia el movimiento social, la organización de los trabajadores y el movimiento comunal. El Sandinismo nacionalista sobrepone el populismo al obrerismo, el militarismo foquista sobre la organización comunal. Y se explica que el Partido Socialista (salvo la escisión de la fracción cheguevarista prosandinista), hasta el último momento, mantuvo distancia con el Frente Sandinista. Carlos Núñez así lo reconoce: “las organizaciones de izquierda... habían expresado desconfianza hacia nuestra organización” (pág. 34). No sin razón.
El mito de los frentes de guerra. Carlos Núñez, al ver que su Frente Interno está fracasando a los pocos días en Managua, llama a “la Dirección Nacional Conjunta para que presionen a los otros frentes de guerra para que avancen [sobre Managua]” (...) “habíamos partido de una resistencia activa de corta duración, con el objetivo de esperar el avance de los otros frentes de guerra y todos juntos lanzarnos al asalto de la fortaleza enemiga” (…) “El Frente Interno comienza hacer llamados a los distintos frentes de guerra para que intensifiquen la lucha, se solucione la disputa del terreno y avancen sobre la capital” (págs. 68 y 70). Lo que, en primer lugar, confirma que en los planes de la Dirección Sandinista los grupos guerrilleros de los Frente Norte y Occidental no estaban ligados a la insurrección comunal urbana, sino como unidades móviles que avanzarían ocupando Territorio en una guerra de posiciones. Pero esa guerra de posiciones, de ocupación de territorio, no existió, y era una idea irrealizable. Repito, el somocismo fue derrotado por movimientos comunales, y los grupos del Frente Sandinista nunca tuvieron suficientes efectivos ni capacidad militar para derrotar a la Guardia en una guerra de posiciones de ocupación del Territorio157. Fuera de una guerrilla, no hubo guerra civil entre la GN y el Frente Sandinista.
Sin embargo, la participación de la Dirección Sandinista junto a los partidos de Unidad Nacional en el exilio en San José de Costa Rica tuvo gran reconocimiento popular y mediático. Y aparece en dar la señal de inicio de la insurrección popular el 4 de junio de 1979, de la huelga de los trabajadores y el paro de la patronal, pero organizado por centrales sindicales y partidos políticos. Al tiempo que las eficaces relaciones públicas de la Dirección Sandinista con los medios de prensa proyectaron una imagen irreal de guerra de trincheras por el control de las ciudades.
La opinión pública estaba contra la barbarie de Somoza, por las bombas incendiarias lanzadas sobre las ciudades en las insurreciones del año anterior, lo que trajo su aislamiento internacional; y juntó todo el espectro ideológico por la democracia en Nicaragua, favoreciendo la proyección popular y mediática de la Dirección Sandinista. Pero los partidos políticos nicaragüenses del Gobierno en el exilio de Unidad Nacional y la organización patronal no obedecían precisamente a la Dirección Sandinista, aunque reconocían autoridad moral y liderazgo a los cuadros de esta organización foquista.
En la literatura de testimonio y manuales escolares de Historia “de la Revolución Sandinista” (de los sandinistas, no de las comunas urbanas), la Dirección Sandinista pasó a atribuirse en exclusiva el llamado insurreccional como acción armada. Interpretaron el movimiento vecinal insurreccional como “pueblo en armas”, mientras los partidos políticos y sindicatos, que activaron sus redes departamentales y en los suburbios, sabían muy bien que llamaban a una movilización social.
De ahí viene que el militarismo sea una característica de esta literatura de testimonio, que proyecta con mitos la escasa organización del Frente Sandinista. Por ejemplo, Carlos Núñez habla de “la formación de la Junta de Gobierno Provisional, apoyada en un programa y bajo la dirección de la Vanguardia [se supone el Frente Sandinista]” (pág. 72), cuando la realidad en San José de Costa Rica era que la Junta de Gobierno en el exilio la presidía Violeta Chamorro, y la Dirección Sandinista aparecía como una parte de la coalición. Los gobiernos de Costa Rica, Panamá, Venezuela y México, de los presidentes Rodrigo Carazo, Omar Torrijos, Carlos Pérez y José López, apoyaban ante la OEA a los partidos políticos nicas, al pueblo y a los empresarios, no a un grupo guerrillero. Por lo mismo, dio su apoyo “don Pepe”, José Figueres Ferrer, expresidente de Costa Rica y fundador del partido Liberación Nacional, junto a partidos socialdemócratas de Europa Occidental. Apoyaban a los partidos democráticos de la Unidad Nacional.
El Gobierno en el exilio no era de la Dirección Sandinista. Aunque el asesoramiento político ideológico de los sandinistas era superior. Los partidos de Unidad Nacional tenían tal atraso político ideológico (hasta el presente) que no distinguieron entre Gobierno y toma del Estado. Y el minúsculo Frente Sandinista los desbordó. Por caso, el error de la Presidenta de la Junta de Gobierno de no entrar a Managua como Jefa de Estado respaldada por la OEA158. Ignorancia demostrada, hasta el absurdo, en los decretos que firmó la Junta del 20 de julio al 13 de setiembre, como se verá a continuación. En cambio, los asesores de Vanguardia Popular de Costa Rica y del Campo Socialista, con su pensamiento estratégico, hicieron de unas bandas anárquicas de “comandantes” poco instruidos, un Directorio de Estado al que luego no supieron someter a partido político (se verá también a continuación). La hiperbolización de la función de control militar de la sociedad por los asesores del Campo Socialista del Sandinismo imposibilitaría cualquier organización política de clase social, de empresarios (democracia liberal) o laborista (democracia popular obrero-campesina).
La literatura de testimonio militarista aparece cuando la Dirección Sandinista ya se ha convertido en Directorio militar del Estado, cuando el proyecto de la Dirección Sandinista no era la participación de consenso con los partidos de Unidad Nacional, sino adoptar una posición de fuerza y control social. Había minusvalorado el movimiento comunal de la insurrección popular de la Revolución Nicaragüense, y cualquier forma de organización de democracia representativa liberal, o democracia popular socialista obrero-campesina. El sandinismo sólo demuestra una concepción militar como partido de mando vertical, y desarrolló un Estado corporativo de jerarquía estamental con la posterior Revolución Sandinista. Se verá a continuación cómo se pasó de la Revolución de las comunas de los Nicaragüenses, de junio y julio 79, a la fórmula de Revolución Sandinista populista de Movimiento Nacional de masas, entre el Estatuto Fundamental del 20 de julio y el Decreto 67 del 13 de setiembre de 1979.
En la transición de la Dirección Sandinista a Directorio militar de un Estado corporativo, se hizo notorio que la escisión cheguevarista del Partido Socialista y de las Juventudes del Partido Socialista, en su alianza con el Frente Sandinista, ya habían perdido la calidad de haber sido parte de movimiento obrero-campesino, y se pasaron al populismo de Movimiento Nacional. En próximo número de Temas Nicaragüenses dedicaremos otra entrada a esta escisión cheguevarista del Partido Socialista y su alianza con el Sandinismo.
La revolución social de los nicaragüenses fracasa. Asesores del Campo Socialista de la Dirección Sandinista intentaron orientar un Estado de “Democracia Popular” obrero-campesina (ver “Tratados de Cooperación del Campo Socialista con Nicaragua (1980-83)”, Temas Nicaragüenses Nro. 87); fracasan los partidos políticos de Unidad Nacional, de la Junta y del Gobierno de Reconstrucción, para dirigir un proceso de democracia representativa. Y fracasa el apoyo de la socialdemocracia de la Internacional Socialista de Europa occidental, ante el populismo de Movimiento Nacional de masas.
Fracasa la izquierda, porque nicaragüenses socialistas e internacionalistas habían pasado de la crítica del aventurerismo de los anárquicos grupos sandinistas de los años setenta, al apoyo de la Dirección unificada del Frente Sandinista en marzo de 1979. En Costa Rica, ya en 1978, células del partido comunista Vanguardia Popular habían comenzado a colaborar con cuadros guerrilleros sandinistas dirigidos por los hermanos Ortega (mal llamados “terceristas”, porque “tercerista”, más que una identificación de cuadros sandinistas, era un nombre genérico que podía incluir al Grupo de los Doce notables, a poetas y escritores como Ernesto Cardenal y Sergio Ramírez, que no eran cuadros militares del Frente Sandinista). Les dieron apoyo logístico de casas de seguridad, y asistencia ideológica, dada su escasa formación política en asuntos de alianzas con partidos democráticos latinoamericanos y su representación de Europa occidental radicada en Barcelona159. Partidos de la izquierda costarricense formaron la Brigada Calufa (nombre de homenaje al escritor comunista tico Carlos Luis Fallas), junto a la Brigada “Juan Santamaría”, que estaban organizadas por células de Vanguardia Popular, Partido Socialista Costarricense y Movimiento Revolucionario del Pueblo160. Se formaron en apoyo al Frente Sur en suelo costarricense. Los jóvenes brigadistas pertenecían al movimiento estudiantil y sindicatos campesinos, bananeros y obreros. Después, en 1983, formaron la Brigada Mora y Cañas para combatir a “los contras” de la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE) lideradas por Edén Pastora, en el Río San Juan.
Pero fue más conocido el apoyo a los Sandinistas de los internacionalistas de las Brigadas Simón Bolívar (BSB), organizados por Plutarco Hernández en apoyo al Frente Sur. Después del 19 de julio fueron muy activos en la región de Bluefields y en Managua, donde convocaron una manifestación obrera el 14 de agosto de 1979. Parte del componente internacionalista de las BSB surgió de sindicatos del Partido Socialista de los Trabajadores - PST colombiano. Pero el Gobierno de Reconstrucción decretó la “suspensión de actividades” de la BSB. La Dirección del Frente Sandinista reubicó sus militantes nicaragüenses, dispersándolos, y expulsó los extranjeros internacionalistas con apoyo de Omar Torrijos, quien cedió expresamente un avión de la fuerza aérea panameña. Según Tomás Borge, las BSB “adoptaron posiciones de ultraizquierda... creando problemas a la revolución sandinista”. Bayardo Arce las acusó de formar sindicatos y milicias, y promover tomas de tierras. Humberto Ortega los llamó “confucionistas” y “extremo-izquierdistas”. Pero, se dio a algunas calles el nombre de sus caídos en las escaramuzas del Frente Sur.
Pero también fracasó el Partido Socialista Nicaragüense (PSN) al intentar crear una tendencia marxista en el sindicalismo de la Central Sandinista de Trabajadores. Dirigentes nicas del Movimiento Acción Popular - MAP estuvieron presos, y su diario Pueblo fue cerrado, por oponerse al populismo sandinista.
Sin embargo, la Dirección Sandinista contaba con el apoyo del Campo Socialista, y reprimió de forma antidemocrática las tendencias de izquierda con las que no se identificaba. Los muy “democráticos” partidos del Gobierno de Unidad Nacional estarían contentos, en lugar de poner sus barbas en remojo. Alfonso Robelo, del burgués MDN, viajó pronto a Cuba a retratarse con Fidel Castro; y para los actos del primer aniversario del “19 de julio” vino Fidel a Managua. El PSN “prosoviético” tuvo representante en el Consejo de Estado (1980-84), y participó en las elecciones de 1984, cuando fue electo diputado Domingo Sánchez “Chagüitillo”.
También, se debe mencionar que hubo tendencias de izquierda en los Comités de Base del Frente Sandinista, así como entre la Juventud Sandinista, por el programa de becados en Cuba y Europa Oriental, pero su desarrollo fue escaso y sin organización partidaria161. Pero, el nuevo partido Frente Sandinista se mantuvo como aparato jerárquico militar, y no convocó congreso fundacional de militantes. Tan sólo formó una Asamblea Sandinista, un consejo de consulta de la Dirección Sandinista, de nombramiento vertical de los jefes del Movimiento de Masas y funcionarios de aparatos del Estado (bajo el control de “secretarías políticas” del Frente Sandinista).
Como se verá más adelante, sólo un año después de celebrar el primer aniversario del “19 de julio” con Fidel Castro, el General Humberto Ortega desautoriza toda discusión de tendencias socialistas en el Sandinismo (bajo el subtítulo: ¿Por qué no hay rasgos de socialismo en la literatura sandinista de “testimonio”?). Los internacionalistas, incluido los asesores del Campo Socialista y el Partido Socialista “prosoviético”, ya han fracasado ante el nacionalismo y populismo del Frente Sandinista; y el aparato de mando vertical militarista del Frente Sandinista no ha constituido un partido de “democracia popular” con un congreso de la militancia de los Comités de Base.
Sobre estas carencias políticas democráticas y de pensamiento estratégico socialista, se erige la Dirección Sandinista como Directorio de Estado. Lo que se refleja en la literatura de testimonio con medias verdades al servicio de una propaganda de atribución de los efectos de las insurrecciones urbanas a las escasas fuerzas militares del anárquico Frente Sandinista, recién unificado en marzo de 1979. Los relatos de la insurrección popular siguen esta ideología, pero contienen los elementos estructurales sobre los que se puede demostrar su contradicción con la práctica social.
La militarización de la sociedad. La Dirección Sandinista dio continuidad a la militarización de la sociedad, de antes del 19 de julio del 79. En primer lugar, porque la Dirección Sandinista conjunta de los cuadros sandinistas, creada en Costa Rica en marzo de 1979, se conformó como una junta militar de comandantes, no como un comité político. De ahí viene el militarismo del nuevo partido sandinista. Y en segundo lugar, porque el Frente Sandinista fue reconocido como Ejército Nacional, al mismo tiempo que como partido político, por la Junta de Gobierno de Reconstrucción en el Estatuto Fundamental, en Managua, el 20 de julio de 1979 (arts. 16 y 24):
En el Artíc. 16 del Estatuto Fundamental del 20 de julio 1979, el Frente Sandinista aparece como partido con una representación de seis diputados en el próximo Consejo de Estado, y en el artíc. 24 del mismo Estatuto Fundamental dice: “El ejército nacional estará formado por los combatientes del Frente Sandinista”. Y el Decreto 10: Ley de emergencia nacional, 22 julio 79, en el art. 1, dice: “Todas las instalaciones militares y civiles de la antigua guardia nacional, quedan bajo el exclusivo control del Ejército Sandinista”. El Frente Sandinista hereda la infraestructura de la GN.
Un absurdo político, un despropósito de Derecho Público de los partidos de Unidad Nacional: Partido Liberal Independiente, Popular Social Cristiano, Conservador Democrático, Social Cristiano, Movimiento Democrático Nicaragüense, Movimiento Liberal Constitucionalista y Partido Socialista Nicaragüense. ¿Ni los sandinistas ni los otros partidos cayeron en la cuenta de esta anomalía, que ni siquiera el somocismo habría propuesto a la GN como partido político?
El Decreto 53 de la Junta de Gobierno, 22 agosto 79, crea el Ejército Popular Sandinista; y el Decreto 67, del 13 setiembre, otorga en exclusividad la denominación “sandinista” al Frente Sandinista. Lo que viene a fusionar con el “Sandinismo” el ejército y la policía, la Juventud Sandinista y las organizaciones de masas en un solo Movimiento Nacional de mando vertical.
Desde el 20 de julio el Ejército Nacional está formado por el Frente Sandinista, el 22 de agosto se le quita el nombre de Ejército Nacional y se le otorga el nombre de Sandinista, y el 13 de setiembre se asigna en exclusividad la denominación “sandinista” al Frente Sandinista. ¿Dónde estaban los juristas graduados en la UNAN y la UCA?
La militarización de la sociedad se consolida para la conmemoración de la Independencia del 15 de setiembre de 1979, los nicaragüenses ya tienen dos banderas del Estado por el Decreto 66 del 13 set 79, que aprueba el protocolo de “Promesa revolucionaria de la bandera: ante la bandera Azul y Blanco de la Patria y ante la Bandera Roji-negra del Frente Sandinista de Liberación Nacional, defender con amor, lealtad y sacrificio la Revolución Sandinista...”162. La Revolución Sandinista por decreto. La vuelta a la militarización de la sociedad, contra la Revolución comunal urbana de la insurrección popular, de los partidos y sindicatos de los nicaragüenses.
En esta fecha aparece legalmente la Revolución Sandinista. Representa la militarización de la sociedad, que será confirmado como fundamento de la Constitución de 1987, por los artículos 4 y 9: el pueblo ejerce el poder mediante el Ejército Popular Sandinista. Una forma de decir, que el poder se ejerce mediante la Dirección militar Sandinista (lo explico en “Reforma Constitucional o Constitución de 1995: Una Revolución Liberal en la Historia Política de Nicaragua”, Temas Nicaragüenses, Nro. 98, desafortunadamente publiqué una versión en borrador del artículo, pero lo doy por válido).
No entro aquí en el uso y abuso, la década de los años ochenta, de los términos “Estado de guerra” y “Economía de guerra”, o si una guerra de contrainsurgencia es “guerra civil”, ni en la Geopolítica de Guerra Fría, en la que Nicaragua tuvo un papel pasivo. Porque semejante discusión tiene marco en un estatuto jurídico con el Derecho de Guerra de la Haya (1919) y Ginebra (1948), que no trato aquí, y un límite ético de consideración con las víctimas y sus familias.
Interesa más observar el trabajo de propaganda de “guerra sicológica”, que tuvo una sucesión de consignas anuales, del “año de…” de llamadas al militarismo. Por lo tanto, cuando encontramos la literatura de testimonio Sandinista, esa literatura es militarista porque está escrita desde y para esta “guerra sicológica” de la nueva Revolución Sandinista por decreto del 13 de setiembre de 1979, bajo la Dirección Nacional ¡Ooordene! Que las memorias de testimonio encubran como una guerra de “frentes” la insurrección de las comunas urbanas en junio y julio de 1979, que fue la auténtica Revolución de los Nicaragüenses, se debe a que esa literatura de recuerdos y olvidos ya pertenece a un nuevo estado de “guerra sicológica”. De un estado permanente de agitación y movilización de organizaciones de masas del nacionalismo sandinista.
Conclusión: El militarismo de la literatura sandinista de testimonio, no sólo se debe al foquismo guerrillero de origen del antiguo Frente Sandinista, sino que está expresando y propagando la nueva militarización de la sociedad bajo la Dirección Sandinista. Si por el contrario, la Dirección Sandinista de marzo de 1979, se hubiera democratizado o vuelto socialista, su literatura de testimonio habría sido democrática de consenso e igualdad jurídica con desigualdad económica, o socialista de lucha de clases. Pero fue un populismo interclasista (de conciliación de clases), no de dirección del movimiento laboral, ni de libre de empresa.
Para ceñirnos al asunto principal del libro de Carlos Núñez, vuelvo a subrayar que no hubo ningún pueblo “en armas” que enfrentara a la Guardia Nacional somocista. Al confrontar los testimonios de explicación militarista, el alcance de significado real de sus conceptos aparecen vacíos de contenido, porque corresponden a una campaña de “guerra sicológica” de la militarización de la sociedad después del 20 de julio de 1979 (lo mismo valdría para el relato militarista de la década de los ochenta, cuyo contenido real es muy inferior al del discurso propagandista y de control ideológico de la sociedad).
Lo cierto es que en Managua fracasó el intento de un grupo de guerrilla urbana, y este es el verdadero contenido del libro como se verá más adelante. Un fracaso político-militar del anterior foquismo guerrillero sandinista, que revela una carencia de pensamiento estratégico y capacidad político-ideológica. Y se deduce de la misma obra que los vecindarios donde llegaban los sandinistas, los vecinos huían del foco guerrillero: “el terror cundió entre la población, el éxodo comenzó a volverse masivo” (pág. 90); es decir que los guerrilleros se quedaban sin base social, sin suministros, sin alimento, sin protección. Es una falta de talento estratégico.
¿Por qué no hay rasgos de socialismo en la literatura sandinista de testimonio? Lo explica Humberto Ortega en un discurso como ministro de Defensa, el 25 de agosto 1981. El discurso comienza alagando a los asesores del Campo Socialista que dan asistencia al sandinismo en un contexto de Guerra Fría, donde Nicaragua era un peón pasivo. Hay una introducción afirmativa del marxismo de Humberto Ortega, pero intercala: “El sandinismo es la expresión concreta del desarrollo histórico de la lucha en Nicaragua... Nuestra fuerza moral es el sandinismo, nuestra fuerza política es el sandinismo”. Después gira y declara: “Hay grupos minoritarios ultraizquierdistas, radicalistas, que a nombre del marxismo-leninismo y a nombre del comunismo, confunden o pretenden confundir a nuestros obreros, a nuestro pueblo, diciendo que son necesarias medidas más radicales, medidas extremistas, eso es infantilismo de izquierda. ...Los grupos de ultraizquierda que pretenden una radicalización del proceso que no es posible y que quieren ganar espacio político en nuestro pueblo ofreciéndole cosas que no se pueden hacer, por ejemplo les dicen, que hay que darle todas las fábricas a los obreros, que por qué no hay más escuelas, que se puede hacer tal cosa y eso es mentira. Es una campaña en contra de la Revolución. (…) La necesidad del marxismo-leninismo como instrumento para analizar los problemas, lo que no significa que vamos a hacer nosotros del trabajo político una escuela de Marxismo, no se trata de eso, no se trata ahora de meternos a leer todos los libros de Carlos Marx, de Federico Engels, de Lenín, eso sería un error o una equivocación. Hay que conocer las leyes universales y dominar fundamentalmente los problemas políticos que pasan en estos momentos; cómo está la clase obrera, cómo está el movimiento campesino, cómo está el movimiento de los maestros o cómo está la juventud, qué dice Robelo, qué dice La Prensa, para poder defender y clarificar a nuestro pueblo. No es que vamos a ir a explicar ahora a nuestro pueblo, miren el marxismo-leninismo es bueno, no, no es eso. El marxismo se lleva en el corazón, no es para ir a venderlo como mercancía, no es para ponerse una etiqueta en un uniforme y decir, mire ahora soy comunista, no se trata de eso, el marxismo es un instrumento de análisis: en nuestro pueblo hay que desarrollar el sandinismo, el apoyo al Frente Sandinista...”
Todas estas reservas vienen encabezadas por una primera aceptación del marxismo, así actuaba la Dirección Sandinista en su ambigüedad con el socialismo: “Nos guiamos por la doctrina científica de la Revolución, por el Marxismo Leninismo. Decíamos que es el Marxismo Leninismo la doctrina científica que guía nuestra Revolución... El sandinismo es la expresión concreta del desarrollo histórico de la lucha en Nicaragua... Nuestra fuerza moral es el sandinismo, nuestra fuerza política es el sandinismo y nuestra doctrina es el marxismo-Ieninismo. (…) Hacer realidad la teoría de Marx y Engels, crear una sociedad sin clases, en donde se pueda ir eliminando para siempre la explotación del hombre por el hombre y esa es la gran Revolución de 0ctubre: La Revolución Bolchevique dirigida por Lenín. (…) El desarrollo histórico de la sociedad se encuentra polarizado en dos grandes campos: por un lado el campo del imperialismo, el campo del capitalismo... y por otro lado el campo socialista”163. La ambigüedad ideológica fue la característica de los sandinistas (ver sobre Carlos Fonseca y Fernando Gordillo: “Señas de la formación política de una generación de intelectuales”, en Temas Nicaragüenses Nro. 86).
El conocimiento de este discurso aclaró definitivamente las dudas que venían teniendo los internacionalistas que habían colaborado con la Dirección Sandinista. Este fue el discurso más claro de los comandantes sandinistas sobre el socialismo, que siempre tuvieron una actitud ambigua ante el Campo Socialista que los armaba y abastecía. El Campo Socialista continuó abasteciéndolos hasta de combustible desde Rusia cuando se cortó la importación de petróleo de Venezuela y México, desde inicios de 1983. Pero sabiendo que los sandinistas no abandonaban el nacionalismo populista militarista. La URSS los trataba ya como juego de un peón en la Geopolítica de la Guerra Fría, donde los sandinistas eran una ficha pasiva. Hasta que en 1987, Eduard Shevardnadze avisa que el Gobierno de Gorvachov retira su asistencia a Nicaragua. La geopolítica abandona a los comandantes sandinistas, y el “estado de guerra” que tantas vidas nicaragüenses ha destrozado ha dejado de ser un pretexto de control ideológico.
De tal modo que, la idea de cierto “socialismo” que hubo en la mente de la militancia sandinista de las organizaciones del movimiento de masas, se reducía a la percepción de la colaboración del Campo Socialista a un País No Alineado. Ver que, mientras las aseguradoras vetan los puertos nicaragüenses a comienzos de 1984, y las pacas de algodón se pudren en los muelles sin poder exportarlas, entran barcos soviéticos a Puerto Corinto precedidos por lanchas que arrastran flotadores con láminas para detectar minas. Con todo, hay una mina que explota contra el casco de un buque, hiriendo a un marinero soviético esos primeros días de 1984. En los supermercados del Pueblo (antes La Colonia) se compra mercancía importada de Europa oriental, mientras en el mercado Oriental se compraba marcas occidentales de contrabando. En las librerías sólo se consigue literatura cubana y soviética. La asistencia militar es ostensible en los camiones IFA por las carreteras. Estos eran los rasgos de socialismo que se podían observar. La cooperación del Campo Socialista frente al aislamiento regional de la dirección Sandinista. Aunque los asesores del Campo Socialista y el programa de becas en Europa Oriental mantuvieron un programa de ideologización de cuadros de comités de base del Frente Sandinista.
Sin embargo, las ambigüedades de la Dirección Sandinista fueron un gran fraude para los socialistas. Un fraude para la militancia del Partido Socialista Nicaragüense, que lo llevó a la desideologización. Un fraude para el Partido Vanguardia Popular (nombre encubierto por ser ilegal en Costa Rica el nombre de Partido Comunista) que desde el año 78 los había apoyado con su infraestructura en Costa Rica, y con asesores ideológicos (porque las delegaciones de los cuadros sandinistas en el extranjero no distinguían entre Socialcristianismo y Socialdemocracia, a la hora de establecer contactos de colaboración a la lucha contra Somoza). Esto fue lo que pasó a llamarse Revolución Sandinista, un Movimiento Nacional populista bajo la “burguesía patriótica” y el verticalismo militar jerárquico de la Dirección Sandinista.
La Dirección Sandinista fue asistida por la cooperación del Campo Socialista, pero en ningún momento formó un partido ni programa de organización socialista. Esto se refleja en la carencia de datos concretos de construcción de un socialismo en la literatura de testimonio. Por el contrario, el imaginario de recuerdos y olvidos de la literatura del Frente Sandinista refleja y expresa una forma de populismo de conciliación de clases bajo la “burguesía patriótica”.
Nota sobre el fracaso de brotes de tendencias socialistas en los CAS, CST y ATC, en parte por el aislamiento internacional de Nicaragua que paralizó la evolución política hacia una democracia representativa, y un probable proyecto de convertir al frente Sandinista en un partido de “democracia popular” obrero-campesina. El año 1981 comienza el aislamiento internacional por el corte de un crédito de los Estados Unidos, de 20 millones de Dls para la importación de harina refinada, que tuvo respuesta con una donación de la República Democrática Alemana de toneladas de harina de punto grueso164. Cae el crédito y asistencia militar del Gobierno francés de François Mitterrand, y se disuelve la cooperación del Comité de Solidaridad para Nicaragua de la Socialdemocracia europea, dirigido por el primer ministro de Austria Bruno Kreisky y por Pierre Schori, secretario para Asuntos Latinoamericanos del gobierno de Olof Palme en Suecia. El Congreso de setiembre de 1981 de la Internacional Socialista (Socialdemocracia), celebrado en París, no aprueba ninguna ayuda para Nicaragua. En la reunión de la Socialdemocracia en Caracas, el 24 y 25 de febrero de 1982, el Partido Acción Democrática (AD) de Carlos Andrés Pérez protesta por la participación del FSLN. El Partido Liberación Nacional (PLN) de Costa Rica, compartió la tesis de AD. En abril de ese año, Edén Pastora en el extranjero denuncia al FSLN. El 15 de febrero de 1983 se inicia el aislamiento diplomático y comercial de Nicaragua, incluida la importación de crudo de México y Venezuela. Es el contexto diplomático internacional de la visita del papa Juan Pablo segundo, y explicación de su politización165.
En este contexto geopolítico de Guerra Fría, se dependió de la asistencia de cooperación económica del Campo Socialista (ver el citado artículo sobre la cooperación del Campo Socialista) y de sus asesores internacionalistas. Pero fue un fracaso para los internacionalistas la organización de un partido de Democracia Popular obrero-campesina (no obrero comunista) con la cobertura de un modelo de Economía Mixta y País No Alineado. El Frente Sandinista y su Dirección Sandinista no pasó del populismo, del nacionalismo y del movimiento vertical de masas, como el Movimiento Nacional español o el Movimiento Social italiano de entreguerras; o los populismos de los Movimientos Nacionales latinoamericanos, de Lázaro Cárdenas a Getulio Vargas, y de Perón a Paz Estenssoro. La propiedad estatal de Economía Mixta no superó el capitalismo de Estado y “burguesía patriótica”, con todo y las Cooperativas Agrícolas Sandinistas (CAS), la Central Sandinista de Trabajadores (CST) y la Asociación Sandinista de Trabajadores del Campo (ATC), que tuvieron un brote de tendencias de socialismo frustrado. Las empresas estatales terminaron con la CORNAP (Corporaciones Nacionales del Sector Público) en el Gobierno 1990-96.
El Frente Sandinista, por su misma clandestinidad guerrillera, con diferencia del Partido Socialista, nunca se organizó como partido político antes de 1979, ni como organización sindical, ni movimiento social. Fuera de una base de colaboradores (casas de seguridad y correos), la incidencia en organizaciones políticas y sindicales fue minusvalorada por su cheguevarismo redentorista de cierta tendencia socialista que pudo haber en el Frente Sandinista. Razón de su anarquismo en los años setenta, cuando se multiplicaron los grupos foquistas, antes de la formación de la Dirección Sandinista en San José de Costa Rica, marzo de 1979.
De hecho el discurso de la Dirección Sandinista era de nacionalismo populista de conciliación de clases bajo la “burguesía patriótica”; y no de democracia popular de alianza obrero-campesina, ni de una democracia representativa de libertades individuales. No organizó una clase trabajadora obrero-campesina para una democracia popular, y tampoco una democracia representativa de partidos liberales del empresariado. Porque la Dirección Nacional también fue un fraude para sus aliados de Unidad Nacional, al instalar el verticalismo en una sociedad militarizada.
Al contrario de organizar un estado de democracia representativa o un Estado socialista, los sandinistas tuvieron como modelo una sociedad agraria estamental de un Estado corporativo. Así explica la Reforma Agraria el comandante Jaime Wheelock, como una estructura de estamentos sociales, de “gran terrateniente”, “pequeño propietario”, “campesino” y “cooperativa” de crédito y servicios, más la Cooperativa estatal Agrícola Sandinista – CAS. Las formas de propiedad no están diferenciadas por clases sociales (salario/capital) ni organizados por la libre empresa, sino por estamentos de un esquema de sociedad agraria estamental, en el libro Entre la Crisis y la Agresión, de Jaime Wheelock (Managua, 1985).
El Frente Sandinista, sólo aparecerá regenerado como partido político de democracia representativa hasta el congreso de la militancia de 1992. Por tanto, hubo un Frente Sandinista de foquismo guerrillero anárquico hasta enero de 1979; y una Dirección Sandinista de Movimiento Nacional hasta la crisis de la derrota en las elecciones de 1990. Fin de la Nota.
La retirada a Masaya en la edición de Pueblo en Armas, dirigida por Roberto Sánchez. Roberto Sánchez hace un esfuerzo notorio en el paso de la literatura de “testimonio” al relato ideológico como fuente documental. Aunque todavía hace falta más por establecer el contexto social y político-ideológico, que permita verificar la carga imaginaria o el valor documental de los referentes de este texto.
“Pueblo en Armas”, presentado como “informe del Frente Interno” y del llamado “repliegue táctico” de Managua a Masaya el 27 de junio de 1979, es una demostración del fracaso de guerrilla urbana, y del escaso número de cuadros sandinistas en Managua, así como lo limitado y poco significativo de su actuación. En cuanto al llamado “repliegue”, se trata de una simple retirada. Pues, la literatura de testimonio puede resultar en una trampa de ambigüedad y equivocidad del lenguaje.
Sin embargo, esta edición de Roberto Sánchez vale por el cuidado del texto fuente, y por establecer “la identidad [datos biográficos y fotografías] de 64 caídos, 53 hombres y 11 mujeres, la mayoría jóvenes” (págs. 194-260), quienes acompañaban desarmados la retirada de Managua de los pocos cuadros militares sandinistas armados del llamado “Estado Mayor” (siendo tan pocos, todos son mandos). Obtiene los datos biográficos y fotografías gracias a la colaboración del movimiento vecinal actual, que procede de aquel movimiento comunal de la insurrección de Managua, junio y julio de 1979 (lista de colaboradores en págs. 192-93). El editor concluye que los “muchachos” que los acompañan “casi todos, eran provenientes de humildes familias que aún viven en precarias condiciones” (pág. 3). Lo que demuestra que eran “muchachos” de las comunas de vecindarios de barriadas, y no cuadros militares de la Dirección Sandinista. De “humildes familias” que no se hicieron funcionarios de los aparatos y agencias del Estado populista de los ochenta. No procedían del movimiento universitario que suministraba cuadros de “pequeña burguesía” al Frente Sandinista. Vistas las fichas biográficas, entre niños y adolescentes, aparecen algunos trabajadores asalariados.
El editor hace una trabajo de depuración de la leyenda de la retirada de Managua: “en otra lista figuran nombres que aparecen en algunas publicaciones, pero no se ha logrado establecer que hayan perecido o desaparecido en el Repliegue” (pág.3). Lo que demuestra que, no sólo se ha encubierto como “repliegue táctico” una retirada, sino que se había magnificado el número de participantes y de víctimas. Como si una sola víctima no hubiera tenido mérito suficiente de reconocimiento de la tragedia, y del error de hacerse acompañar unos pocos sandinistas armados por una manifestación de jóvenes desarmados. Sabiendo que la Guardia los detectaría en un recorrido de más de 20 kms por caminos secundarios. No se justifica haber reunido y movilizado a un centenar o más de “muchachos” de los barrios orientales de Managua, encabezados por escasos efectivos sandinistas con armas de largo alcance, a los que no podían asegurarles protección.
El editor incluye un despliegue fotográfico del recorrido de la retirada de Managua, con más de una docena de fotos en que se observan pequeños grupos y muy pocos del “Estado Mayor” (págs. 172-76 y 179-91). Se ve desarmados a los humildes “muchachos” de aspecto adolescente, alguno con un arma de defensa personal (una pistola) o un rifle de caza menor (aves y conejos). La evidencia fotográfica incluye el cuadro de unos diez cadáveres de la masacre ejecutada por la GN. El pie de foto de la página 172, dice: “La columna al mando del Comandante William Ramírez Solórzano acercándose a Piedra Menuda”, y en la foto se pueden contar nueve muchachos con caras adolescentes. El único uniformado y con arma de largo alcance es el “comandante”. Los muchachos se ven desarmados, menos dos armados con rifles de caza menor.
En el pie de foto de la pág. 173 se lee: “Moisés Hassan Morales en la marcha del repliegue hacia Masaya”. Hassan, un colaborador y no cuadro militar del Frente Sandinista (fue miembro de la primera Junta en el Gobierno de Reconstrucción de 1979), aparece desarmado junto a un grupo en fila india de unos diecinueve individuos, los cuatro o cinco primeros son claramente adolescentes casi niños. Y va un portador de una pistola de defensa personal. En absoluto se podría decir que van preparados para un enfrentamiento con la Guardia. Por consiguiente, los cuadros militares sandinistas con armas de largo alcance irían en otros grupos, con los que no van fotorreporteros. Sólo excepcionalmente aparece en las fotografías uno de ellos. Lo que demuestra que no seguían el mismo camino (se puede constatar en los gráficos del editor), y se sabe que iban en grupos que llamaban “vanguardia” y “retaguardia”.
Debió ir un grupo armado que se encontró con una patrulla de la GN al llegar a Piedra Quemada, después del paso del cruce de caminos a Veracruz (hay gráficos con planos del lugar). La patrulla GN escapó dejando abandonada una ametralladora (el narrador lo presenta como ganada en combate). Esta patrulla hizo enviar medios aéreos de ametrellamiento, desde helicópteros y una avioneta “push and pull” (un bimotor de hélices tractora y propulsora, delante y detrás del fuselaje): “los aviones, comenzaron a revolotear cerca de nosotros... fuertes detonaciones y explosiones comenzaron a escucharse. Un “push-pull”, un T-33, dos helicópteros y un DC-3 bajaban en picada lanzando rockets, bombas y metralla...” (pág. 102). Fue una masacre, más que un “combate con la GN” como pretende presentarlo el pie de foto del lugar (pág. 184). Este lenguaje militarista de “combate” forma parte del imaginario y del lenguaje heroico y guerrerista, que aparece hasta en una edición crítica como ésta. Los grupos de “muchachos” (a los que Carlos Núñez llama “población civil” en la siguiente cita textual), fueron masacrados sobre la parte de la carretera a Masaya donde tenían menos oportunidad de ocultarse, junto al campo de lava de Piedra Quemada
El editor muestra con un plano del lugar que el comandante Carlos Téllez se interna en el campo de lava del volcán Santiago, en un recorrido distinto del gran grupo (gráfico en pág. 269). Dicho de paso, este material gráfico es un modelo de edición crítica para la literatura de testimonio sandinista. Carlos Núñez recuerda el desorden que siguió al primer encuentro con la patrulla GN: “...la inmensa fila india ...comenzó a romperse, a desparramarse por el campo, era lo que tanto habíamos temido; es decir, que el terror hiciera presa de la población civil. ...los heridos eran dejados en el suelo. ...Ordenamos a la Móvil montar las armas y disparar contra aquellos que alentaran al desorden o pretendieran saltar las cercas de púas; y al final la marea humana se fue deteniendo impávida, al ver la disposición de los compañeros de frenar la huida. ...La marcha se inició nuevamente; la gente iba disgustada por la orden dada y era natural... no permitían mucho que se comprendiera que al tomar esa decisión lo habíamos hecho precisamente por cumplir el deber de llevarlos sanos y salvos hasta Masaya... Pero para algo están los jefes, para algo está el mando militar... Lo único que pudimos decirles a los compañeros combatientes fue: “Lo entendemos, después, cuando triunfemos, ustedes comprenderán esa decisión y aceptarán que fue correcta, que era la única forma de evitar la anarquía, el caos y la masacre” (pág. 100). Parece que el comandante Carlos Núñez no fue avisado de la magnitud de la masacre que quedó detrás de su paso, porque al término de su marcha en Masaya, recuerda “Habíamos llegado hasta el objetivo... el parte de guerra había sido únicamente 6 muertos y 16 heridos” (pág. 106).
Es el momento de explicar por qué los “Estados Mayores”, el Estado Mayor Interno de Carlos Núñez y el Estado Mayor de Managua de Mónica Baltodano se retiran de Managua a Masaya. Eligen Masaya por la actitud de acuartelamiento de la Guardia Nacional en el cuartel del Coyotepe, fuera de la ciudad en manos de las comunas populares. La actitud de la GN era debida a que repetían la táctica contra las insurrecciones de Monimbó, Matagalpa y León de febrero, agosto y setiembre del año anterior. En lugar de enfrentarse a francotiradores de vecindarios, esperaban recuperar el control mediante bombardeo incendiario de núcleos insurrectos, como habían hecho contra las insurrecciones urbanas de 1978.
Una consideración personal: Conocer las edades de los “muchachos” que acompañan esta retirada de cuadros militares y colaboradores sandinistas armados que han fracasado en la guerrilla de Managua, produce un sentimiento de gran pena y compasión de sus familias. He contado por edades las esquelas biográficas de esta edición crítica, y el resultado es que muere un niño de 13 años y otro de 14, tres de 15 años y cuatro de 16, nueve adolescentes de 17 años y cinco de 18 años; catorce de 19 y de 20 años. Y quince de 20 a 23 años. Cinco mayores de 27 a 38 años. Varios eran jóvenes trabajadores responsables de sus familias. Eran “muchachos” de las comunas populares en barrios marginados, que cayeron sin poderse defender. Desarmados, porque el pueblo no estaba armado como pretende el título del libro, y es una prueba con vidas inocentes de que la insurrección popular era un movimiento comunal de desobediencia civil. Lo mismo se debe decir del gran número de vidas sacrificadas de militantes de Frente Sandinista, aunque aquí critique su aventurerismo foquista. Por último, agradecer al editor que no ha incurrido en el discurso de exaltación de la muerte, esa ideología de inmolación y resurrección cristiana que suele formar parte del ideario de estos relatos de testimonio del sandinismo166.
El fracaso de la guerrilla urbana del Frente Sandinista en Managua. La literatura de testimonio no es una narración histórica, sino un discurso de justificación ideológica. Cuando escribe este libro, el autor de “Pueblo en Armas” ya está en el poder del Directorio de Estado de los nueve comandantes. El autor del relato ya no es la misma persona que huye de Managua el 27 de junio de 1979, su testimonio es una obra ideológica de un político en el poder. Ideología de justificación, falsa conciencia y mala conciencia, que determinan el relato de retrovisión, pero el análisis puede desvelar el dato concreto que se encubre en el discurso.
Dice el autor: “el Frente Interno decide lanzarse a la lucha en Managua... a diferencia de otros departamentos o de algunos frentes de guerra, va dirigida a entorpecer sus fuentes de abastecimientos [de la GN] hacia otros departamentos” (pág. 52). Pone de manifiesto que su objeto no fue trabajar como célula política en el movimiento comunal, ni en la defensa de la represión de la GN contra las comunas vecinales. Se declara explícitamente en un escenario de guerra contra el ejército GN, lo que es coherente con su fracaso y retirada de Managua. Desconoce la autonomía y la dinámica del movimiento social comunal de desobediencia civil de la insurrección, su actuación sólo considera una guerra de ocupación de territorio y control de mando militar de la población. Y habla como si hubiera contado con un ejército para enfrentar al ejército somocista, mientras los “muchachos” de las comunas a los que llama “milicianos”, eran grupos espontáneos con armas de defensa personal; y los militantes entrenados militarmente del Frente Sandinista (colaboradores aparte), que él menciona situados en la capital, se podían contar con los dedos de las dos manos, como mucho.
La retirada a Masaya fue una marcha de derrota de los llamados “Estados Mayores” de Carlos Núñez y de Mónica Baltodano en Managua. No porque el movimiento comunal de la capital no estuviera en disposición de aceptar un mando de asistencia militar sandinista, pues se había magnificado en el imaginario popular el liderazgo sandinista, sino porque estos guerrilleros fueron completamente incapaces de articular una estrategia de guerrilla urbana contra la guardia somocista. Y su forma de actuación, más bien, provocaba mayores acciones de castigo sobre los barrios.
De hecho, hubiera sido más efectivo que los sandinistas en Managua se comportaran como una célula política y no como un foco guerrillero, como cuando el autor habla de “la orientación de la población en cuanto a las distintas formas de defensa de los bombarderos de la aviación, de los blindados y de los morteristas; en fin, andar de trinchera en trinchera llevando el mensaje y la orientación revolucionaria” (pág. 53). Pero carecían de un partido, de una organización que no fuera la Dirección Sandinista de un cuerpo militar; por su misma clandestinidad en la década de los años setenta, no habían desarrollado células de movimiento social. De modo que, ese trabajo político de una célula aislada resultaría insignificante sobre los cientos de miles de habitantes en distintos sectores de la capital. Lo que pone en evidencia una desproporción entre la descripción literaria del imaginario onírico del autor y la práctica social.
Carlos Núñez confunde insurrección comunal, guerrilla urbana y guerra de frentes militares, dice: “Estaba totalmente claro de que la ciudad de Managua no podía ser tomada con las fuerzas que en ese momento manteníamos y, por consiguiente, sería un error gravísimo pretender derrumbar las fuerzas del enemigo que estaban concentradas en la capital” (pág. 55). Para pasar a continuación a decir: “El EMG [¿Estado Mayor General?] del Frente Interno procede a ubicar... los grupos armados y las trincheras... en una vasta zona, ...que mediante la fusilería y la ametralladora, ya bien sea M-30 o MG-42, imposibilitara al enemigo un avance permanente” (pág. 55). “Se colocarían los nidos de ametralladoras, enormes barricadas, bazucas y por lo menos una unidad de combate” (pág. 56). “...con aproximadamente 125 armas de guerra, con una docena de ametralladoras livianas y bazucas y con el corazón ardiendo de fervor revolucionario” (pág. 56). Para quienes conocen Managua, en la pág. 55 se mencionan las barriadas de Managua incluidas en esta estrategia de guerra de posiciones, un plan que sería desproporcionado para el llamado “Estado Mayor Interno” de esta novela histórica, además de contradictorio con su práctica guerrillera foquista.
En esta suma de recuerdos, lo que salta por los aires en el análisis son las contradicciones con la práctica, que son escasos efectivos y con menos medios de los que presume, para el escenario estratégico que imagina el autor en su onirismo. La prueba de esta contradicción es que pocos días después del 9 de junio que se inicia la acción guerrillera en Managua (pág. 58) deben salir en huida del sector occidental de Managua, y trasladarse al sector oriental, de donde se retirarán en diez días a Masaya, el 27 de junio.
El autor es política e ideológicamente ciego a la insurrección popular de las comunas vecinales que se está gestando antes sus ojos. Demuestra la poca comprensión por los cuadros del Frente Sandinista de la desobediencia civil que paralizó el país por cierre de la Administración Pública, la huelga de los trabajadores y el paro de las cámaras patronales; y desconoce la incidencia en el movimiento social de las estructuras de los partidos políticos, por pequeñas que fueran.
El autor apenas menciona las organizaciones de Pueblo Unido, pero dentro de un plan que anticipa el militarismo de un paternalismo redentorista sobre las masas, que se instaura por Decreto tras el 20 de julio de 1979. Así se explica que los cuadros militares del Frente Sandinista llegaron con retraso al primer movimiento comunal en Monimbó y Matagalpa que los sorprendió en febrero y agosto del año 78. En la insurrección de León en setiembre de 1978, ya hay participación del Frente Sandinista, por el movimiento estudiantil FER (se ha visto en el citado artículo “León, del 23 de julio 1959 a la insurrección comunal 1978 – 1979”, en Temas Nicaragüenses. Nro. 100). Para 1979, la Dirección Sandinista conjunta ya había establecido contactos con los partidos políticos de Unidad Nacional del Gobierno en el exilio, y con las centrales sindicales. Pero la nueva Dirección de los pequeños agrupamientos anárquicos del Frente Sandinista no se transformó como organización político-ideológica, como le proponían sus asesores del Campo Socialista, y tampoco se organizó como partido democrático que, aparte de la dirección política, pudo tener un “brazo armado”.
Análisis concreto de la situación concreta: la crisis revolucionaria. Carlos Núñez, aunque su testimonio valora poco el papel de los partidos políticos, de las centrales sindicales y del Partido Socialista, pone al lector en la situación de la crisis social revolucionaria en Nicaragua, de 1978 a 1979. Menciona la formación del Frente Patriótico Nacional (pág. 33) y el minoritario Movimiento Pueblo Unido (pág. 38), de composición prosandinista. Pero, describe nada más la existencia de “manifestaciones, acciones armadas, toma de iglesias, fogatas en todas partes, las tomas de Estelí y Jinotega, levantaba en pie de lucha a nuestro pueblo” (pág. 33). No analiza la estructura social y económica, no habla de la crisis inflacionaria de esos años, ni de la coyuntura internacional. Es anecdótico, no tiene una comprensión de la situación concreta de crisis revolucionaria en la sociedad.
Tampoco analiza la composición de fuerzas políticas. El libro no presta importancia ni menciona la composición de Pueblo Unido y Frente Patriótico, los trata como subsidiarios del Frente Sandinista. Conviene recordar que el Frente Patriótico lo componían: Pueblo Unido, Partido Liberal Independiente (PLI), Grupo de los Doce (un grupo de notables), Popular Social Cristiano (escisión minoritaria del Partido Social Cristiano), Central de Trabajadores de Nicaragua (C.T.N.), Frente Obrero y Sindicato de Radioperiodistas. En el grupo Pueblo Unido, prosandinista, pero sin presencia abierta del Frente Sandinista, había sindicatos (CAUS, CGT-I, UNE) además de asociaciones estudiantiles y escisiones cheguevaristas del Partido Socialista y la Juventud Socialista. Pero no puede dar a entender que los de Pueblo Unido orquestaran de modo jerárquico a estos otros partidos y sindicatos del Frente Patriótico con mayor organización. Si acaso, podría hablar de entendimiento del Grupo Doce y Pueblo Unido con la Dirección Sandinista en San José de Costa Rica, y como colaboradores en el interior de Nicaragua.
En cambio, desconoce a los grandes partidos y centrales sindicales del Frente Amplio Opositor: Partido Conservador Democrático, Partido Social Cristiano, Movimiento Democrático Nicaragüense, Movimiento Liberal Constitucionalista, Partido Socialista Nicaragüense, Confederación General del Trabajo Independiente (CGT-I), Confederación de Unificación Sindical (C.U.S.). Estas alianzas eran variables, por ejemplo, CGT-I también tenía representación en Pueblo Unido167. Estas eran las mayores organizaciones con redes departamentales, en pequeños municipios y en los suburbios de las grandes ciudades. Solo mencionar el Movimiento Democrático Nicaragüense (MDN) significaba el respaldo de las grandes cámaras empresariales: Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), Instituto Nicaragüense de Desarrollo (INDE), Cámara de Industrias de Nicaragua (CADIN), Confederación de Cámaras de Comercio de Nicaragua, Cámara Nicaragüense de la Construcción, Unión de Productores Agropecuarios de Nicaragua (UPANIC). Y el Frente Sandinista no tenía incidencia en Frente Amplio, sus opositores. Sin embargo, la literatura de testimonio, en contradicción con la práctica social, ignora la importancia de estas fuerzas políticas en el movimiento social y la insurrección comunal.
Según Carlos Núñez: “El Frente Patriótico Nacional, teniendo como eje el Movimiento Pueblo Unido, proseguía su labor de denuncia ante las masas, exponiendo en las calles el rechazo popular del pueblo hacia el régimen, preparando los servicios para la lucha final, organizando a las masas para la huelga general y las estructuras necesarias para el sostenimiento de las guerras” (pág. 42). “Surgieron bajo su dirección [del Frente Sandinista] formas de organización de combate de la población, conocidas como Brigadas Populares, Comités de Acción Popular y Milicias Populares Sandinistas” (pág. 39 ). “Meses atrás las fuerzas sandinistas habían venido luchando en las ciudades en condiciones infinitamente difíciles, sometidas a la limitaciones que imponía la clandestinidad y obligadas a operar con pequeños grupos móviles, muy eficaces para golpear al enemigo. Esta nueva táctica perseguía golpearlos a mayor escala, con mayor vigor, con más audacia, exigiendo la movilización de unidades de combate más numerosas y mejor dotadas de poder de fuego para conseguir los objetivos” (págs. 40-41).
Pero toda esta descripción de liderazgo de masas y organización militarista de la población, no se corresponde con la realidad de tener que retirarse los cuadros sandinistas (llamados en su conjunto “Estado Mayor Interno” y “Estado Mayor de Managua”) de los sectores occidentales de la capital, desde los primeros días de la insurrección en Managua, por el acoso de las brigadas “reales” de la Guardia somocista. Los dos “Estados Mayores” (Interno y de Managua) y su totalidad de cuadros militares sandinistas eran unos pocos individuos, que pasaron fácilmente al sector oriental de Managua, y se refugiaron como una pequeña familia en una casa del barrio El Dorado168.
Sin embargo, la elocuencia de Carlos Núñez habla de una “Coordinación Sandinista Nacional... en el diseño del Plan General de la Insurrección del Frente Interno... El plan fue concebido asignándole a cada frente guerrillero su importancia estratégica, el papel principal lo debería jugar el Frente Norte, por su fogueo, entrenamiento, ventajas geográficas, capacidad de maniobra militar y poder de fuego; debía ser teatro principal de la guerra y cubrir la mayor actividad de desgastes de las fuerzas enemigas conjuntamente con los otros frentes. El combate guerrillero de grandes columnas debía estar acompañado por el levantamiento del país y por la labor de estancamiento que debía realizar el Frente Sur” (pág. 43).
Onirismos aparte, ya se ha constatado lo que representaba numéricamente el minúsculo Frente Norte, en la anterior cita de la entrevista de la comandante Dora María Téllez. Pero Carlos Núñez magnifica ese “Frente” en sus atribuciones de forma delirante: “...por su fogueo, entrenamiento, ventajas geográficas, capacidad de maniobra militar y poder de fuego; ¡debía ser teatro principal de la guerra y cubrir la mayor actividad de desgastes de las fuerzas enemigas conjuntamente con los otros frentes!”.
Esto de los “Frentes de Guerra”, su mistificación se operó en los medios de comunicación extranjeros, por los voceros mediáticos del equipo de literatos de relaciones públicas de la Dirección Sandinista en San José (Sergio Ramírez, Ernesto Cardenal, Yoconda Belli); y porque los periodistas captaban la emisora de propaganda de la Dirección Sandinista en San José de Costa Rica. Se debe reconocer la función de “guerra sicológica” de la propaganda de esta emisora, permitida por el Gobierno del presidente costarricense Rodrigo Carazo. Pero en el documento de prensa que se entregó en el anuncio de unificación de la dirección de los diversos grupos llamados Frente Sandinistas, en San José (marzo de 1979), en el numeral 9 del apartado “III.- En lo militar”, dice: “A través de la Comisión Coordinadora de la DNC se procederá de inmediato a elaborar con las direcciones políticas político-militares de los distintos Frentes de Guerra, los planes militares concretos para el cumplimiento de la estrategia acordada.”
La evidencia de las contradicciones del imaginario de testimonio de “Pueblo en Armas” con la práctica demuestra la ausencia de análisis concreto de situación concreta, ausencia compartida por la Dirección Sandinista.
La ocupación de la oficina presidencial de Somoza (“el búnker”):
Carlos Núñez, jefe del Frente Interno, entra a Managua el 19 de julio en compañía de Mónica Baltodano, jefa del Frente de Managua (jefatura que llaman “Estado Mayor”). Carlos precisa en Pueblo en Armas que entran a Managua, pasando por la explanada de Tiscapa, en horas de la tarde, pasadas la 2 p.m. (págs. 158, 159, 160). Explica: “Más tarde nos daríamos cuenta del asalto de la población capitalina a las instalaciones militares del somocismo, después de que estos las abandonaran, al salir en estampida, buscando cómo refugiarse. No obstante, allí mismo procedimos a desarmar a las personas que pudimos, incluyendo dentro del armamento confiscado un mortero 60” (pág. 161). Reconoce que fue el pueblo, los “muchachos” quienes tomaron el cuartel y oficina presidencial de la Loma de Tiscapa, que los “Estados Mayores” Sandinista de Frente Interno y Managua vuelven a una Managua ya liberada por el movimiento comunal, y éstos desarman a “los muchachos”.
A pesar de semejante reconocimiento de esta experiencia, su forma de expresarse demuestra que no ha comprendido el movimiento comunal en Managua, que se mantuvo en los barrios de la ciudad mientras él y su “Estado Mayor” de Frente Interno, y el “Estado Mayor de Managua” de Mónica Baltodano se habían retirado a Masaya. No valora por su actividad política insurreccional a los “muchachos” de las comunas, a los que él llama “población capitalina”. Dice que procede a desarmarlos como si no tuvieran derecho de posesión sobre los bienes públicos que han liberado. Los trata como si fueran elementos de un pillaje.
El testimonio de Carlos Núñez continúa así: “Entramos a la capital... Allí nos encontramos reinando la anarquía y el desorden; la población, prácticamente, se había apoderado de las instalaciones, sacaba y se repartía las armas, se distribuía los víveres y las reservas alimenticias, cargaban con los objetos de valor o de uso doméstico; en fin, los locales estaban siendo desmantelados en todo el sentido de la palabra. Inmediatamente procedimos a establecer un cerco militar, con la orden de no dejar salir a nadie con materiales o artículos propios de las instalaciones. Esto duró hasta las primeras horas de la noche” (pág. 161).
Es para preguntarse ¿qué carácter de clase social tiene el Frente Sandinista de 1979? Que él y Mónica Baltodano con sus cuadros miliatres sandinistas estaban en ese momento en la Loma de Tiscapa, en las oficinas presidenciales de Somoza y cuartel de la Guardia, lo debían a una “población capitalina” que en su ausencia había resistido con barricadas de adoquines y zanjas atravesadas en sus calles la represión de las patrullas de castigo somocistas y las bombas incendiarias. No demuestra empatía con las masas populares, que se resarcen de mes y medio de estado de terror. Actúa como un general que ha ganado la guerra y pone orden. Pero si la guerra la han ganado las comunas, esta gente que llama de modo genérico “la población”. No los llama movimiento comunal, no los llama trabajadores. No considera que lo que llama “anarquía y desorden” es porque están ocupando su propiedad pública. El nuevo comandante del Frente Sandinista es quien se considera autorizado para ocupar la propiedad pública, lo que obtendrá por Decreto, como se ha visto antes. En ese momento, la Revolución de los Nicaragüenses se está convirtiendo en Revolución de los Sandinistas:
“...En el “Bunker” nos encontramos, después de tanto tiempo, con los comandantes Javier Carrión, Leopoldo Rivas Alfaro y Leonel Noguera. ...nos dirigimos al Aeropuerto [aeropuerto internacional Las Mercedes, que el autor llama “Augusto C. Sandino”] a buscar a los miembros de la DNC [Dirección Nacional conjunta]... A las 9:00 p.m., estábamos llegando al aeropuerto, ...En el salón principal encontramos a los comandantes Humberto Ortega, Henry Ruiz, Víctor Tirado, Bayardo Arce y Luis Carrión. ...Tomás, Jaime y Daniel, no estaban presentes por encontrarse en León... En el Salón principal se encontraba también una gran cantidad de compañeros del FSLN, provenientes del exterior” (págs. 161, 162). Esta es la prueba absoluta de que la Dirección Sandinista llega del extranjero detrás de los acontecimientos, que los comandantes mencionados, como Humbreto Ortega, acaban de aterrizar procedentes de San José de Costa Rica. Junto a “una gran cantidad de compañeros del FSLN, provenientes del exterior”.
He reservado una cita de Pueblo en Armas para este final, dicho con palabras del comandante Núñez, que durante su guerrilla fracasada en Managua había “problemas, como es la competición entre el fusil FAL y el 22, con el consiguiente celo de los milicianos que se sentían como marginados” (pág. 71). Lo dice porque reconoce que los cuadros militares de la Dirección Sandinista, como ya he mostrado en números anteriores de Temas Nic. por los reportajes fotográficos, van equipados con armamento militar (se distinguen por su uniforme militar) mientras los “muchachos” del pueblo a los que llama “milicianos”, indicando que son de un estamento inferior, van armados con rifles de caza “22” (calibre de 5,6 milímetros; 0,22 pulgadas). Un arma que ni siquiera se concibe como defensa personal, sino como caza menor de aves, reptiles y pequeños mamíferos. Es increíble que algunos cuadros militares sandinistas, con experiencia de entrenamiento militar, armaran de esta manera a sus “milicianos”, los “muchachos” reclutados de las comunas. El rifle 22 y la pistola de defensa personal eran un humilde recurso de los muchachos del movimiento comunal.
Todo esto anuncia que los cuadros militares sandinistas, que en gran parte llegan del extranjero a la Nicaragua liberada por las comunas urbanas, son dirigentes de una estructura jerárquica militar de una “posición de clase” y rango superior, y el pueblo viene considerado como una corporación de estamentos, lo que es el populismo del Movimiento Nacional de masas. Aquí radica la distinción entre Revolución Nicaragüense del 17 de julio y Revolución Sandinista del Decreto del 13 de setiembre de 1979. Si la sociedad se hubiera estructurado en función de la propiedad empresarial, o en torno a la propiedad colectiva, sería una democracia liberal representativa o de democracia socialista. Pero el populismo intentó conciliar diferentes clases bajo el patriotismo y nacionalismo.
ANEXO: El discurso de la unidad y las tendencias del Frente Sandinista en el testimonio de Carlos Núñez. El autor pasa al tema recurrente de la unidad del sandinismo, de cómo explicar su anarquismo y aventurerismo de diversos grupos guerrilleros, que llaman “división de tendencias”. Hablan de “unidad” para describir su anarquía de “división de tendencias”. Pero esto de“división de tendencias”, a su vez es una forma de disimular el aventurerismo anárquico del foquismo guerrillero. Cada foco guerrillero tiene autonomía.
Carlos Núñez dice: “por la unidad habían caído hacía meses o años nuestros hermanos Carlos Fonseca, Eduardo Contreras, Carlos Roberto Huembes, Pedro Arauz Palacios y Camilo Ortega...” (pág. 33). Pero en realidad, lo que esta frase representa es la composición anárquica del Frente Sandinista, sin un programa político-ideológico antes de la formación de una Dirección Nacional, en marzo de 1979 en San José de Costa Rica (pág. 33). Se sabe que ya desde enero del 79, partidos comunistas relacionados con el Campo Socialista, particularmente del costarricense Partido Vanguardia Popular, a través de Fidel Castro habían convocado a elementos de distintos grupos sandinistas a una dirección conjunta. Pero el autor debe justificar la existencia de un nuevo Frente Sandinista de dirección unificada, como si fuera resultado de un proceso interno de búsqueda de “unidad”. Además debe justificar, por la fecha en que escribe, después del 20 de julio de 1979, que esa Dirección Sandinista adquiere la función de aparato militar jerárquico, y que ha pasado de la anarquía a la toma del poder vertical (dictatorial) del Estado, como partido hegemónico sobre los demás partidos de Unidad Nacionaldo.
Pero, Carlos Fonseca y Eduardo Contreras caídos en 1976, y Camilo Ortega en 1978, cayeron en la guerrilla en la “desunión” característica del foquismo de los diversos grupos sandinistas. La autonomía y anarquismo de los grupos foquistas sandinistas se notó menos en la década de los sesenta, porque fueron menos grupos, y se sucedían uno tras otro, según iban apareciendo y los derrotaba la Guardia. Y lo que vino en la década de los setenta fueron discusiones por el liderazgo, de lo que hay testimonios explícitos, como el de Tomás Borge en Paciente Impaciencia. Porque en los setenta llegaron a ser varias docenas de efectivos, más de cuatro docenas, divididos entre diferentes exilios y refugios de países del Caribe; y separados en distintos focos en territorio nicaragüense, los que operaban en distintas zonas montañosas de las Segovias, unos cuatro focos, más la guerrilla urbana en Managua. La norma era la anarquía y la escasa cohesión entre grupos, que por suerte no llegó a extremos de ajusticiamientos internos, pero se ha reconocido por parte de Tomás Borge que algunos de los llamados “proles” salieron huyendo de Managua.
Aunque es cierto que Carlos Fonseca, atendiendo a un testimonio de primera mano, cuando cae en noviembre de 1976 va buscando organizar la reunión de un congreso fundacional de un nuevo Frente Sandinista cohesionado.
La anarquía foquista. No es una cuestión de unión, o división y desunión, como sucede con la guerrilla foquista de Sandino, que se limitó a su autonomía y no dejó ninguna organización política después de su desaparición. Ninguna base de trabajo de movimiento social en las ciudades, ni una organización sindical. El foquismo de Sandino se agotó en su autonomía. Lo mismo vale para el foquismo del Frente Sandinista, antes de que en enero de 1979, factores externos obligaran a la formación de una Dirección conjunta; anunciada en marzo de ese año, a cambio de la ayuda del Campo Socialista y de partidos comunistas “hermanos”, como Vanguardia Popular en Costa Rica (Humberto Ortega reconoce en su “Epopeya”, la constancia de un miembro de Vanguardia Popular en sus movimientos por San José de Costa Rica).
Por esto, la expresión “división de tendencias” no es apropiada para referirse al foquismo guerrillero del sandinismo anterior a 1979. La expresión “división de tendencias” se suele atribuir por referencia a un programa político salido de unas actas de un congreso de partido. Sin embargo, hasta 1992, el Frente Sandinista no tiene congreso fundacional como partido, y actas programáticas de congreso. Aunque ya existía un reconocimiento de personería jurídica como partido político, por decreto de la Junta de Gobierno de julio de 1979, su única cámara colegiada era la Asamblea Sandinista de nombramiento vertical por la Dirección Nacional, y sólo con función consultiva. Los Comités de Base del Frente Sandinista en los ochenta no tenían un congreso de militancia, ni elegían a sus mandos; solamente obedecían “instrucciones que bajaban” de la Dirección Nacional (¡ooordene!) por medio de las secretarías políticas de los aparatos y oficinas del Estado y agencias de empresas estatales. El Frente Sandinista no era una partido de “camaradas” de clase social; hasta el empleo del término “compañero” los conecta con el anarquismo. Y por lo que respecta a un aparato de Estado de partido único, en los ochenta, con un movimiento populista de masas, era un partido de Movimiento Nacional similar al español o al Movimiento Social italiano.
Luego, el Frente Sandinista tiene tres fases: antes de la Dirección Nacional unificada de marzo de 1979, para las cuatro docenas de cuadros militares de diversos grupos del Frente Sandinista; organismo de Dirección Nacional jerárquica-militar, que opera hasta el congreso fundacional de 1992 como “partido electoral”; y el Frente Sandinista actual, con un congreso de la militancia y con actas programáticas. Por tanto, si no hubo ningún congreso fundacional de miliantes de un partido, ni existía la Dirección Nacional conjunta antes de marzo de 1979, la división anárquica de grupos autónomos era una característica de su foquismo guerrillero. La formación de los nueve comandantes como Dirección Nacional en marzo de 1979, lo ha convertido en un nuevo organismo político-militar, que para justificarlo se impone el discurso de la “unidad” en la desunión, explicada de manera simplista como “tendencias”. Aunque no había un cuerpo ideológico ni actas programáticas de congreso, con respecto a las cuales hablar de “tendencias” político-ideológicas; y el sandinismo siempre se había mantenido abierto a toda ideología con tal de que fuera antisomocista169. Y no es hasta los congreso de 1992 y 1994, que aparecen tendencias propiamente dichas en el Frente Sandinista, respecto de las actas programáticas; las tendencias más conocidas fueron la división de la bancada sandinista en la Asamblea Legislativa (así nombrada por su función) el año 1994, de los Renovadores, el año 2000 la de los Rescatadores, de por medio las escisiones de Lewites, Guadamuz y Marenco. Antes, no tiene sentido hablar de “tendencias”. Suena como si se estuvieran poniendo la venda antes de la herida.
Según Francisco Rivera Quintero, el último cuadro militar de la guerrilla sandinista que ve en la montaña a Carlos Fonseca. Carlos iba buscando reunir en un congreso a los grupos guerrilleros sandinistas170.
El partido Frente Sandinista nace por decreto de la Junta de Gobierno, no surge de un congreso fundacional, no tiene actas programáticas; un partido sin congreso de la militancia, organizado bajo una dirección vertical, a través de secretarías políticas y comités de base de funcionarios públicos y empleados de empresas estatales. Un partido de Movimiento Nacional de masas (AMLAE, CDS, JS, ASTC, CST, etc.), de carácter popular interclasista; nacionalista y populista, no de democracia liberal representativa, ni de democracia de alianza popular obrero-campesina. Dio lugar a un estado corporativo estamental, bajo la Unidad Nacional de “burguesía patriótica”, representada en el Consejo de Estado y la Asamblea Sandinista, como órganos consultivos de la Junta de Gobierno (1979-85) y de la Dirección Nacional partidaria. El Movimiento Nacional y Estado corporativo funcionó de 1979 a 1990, y el partido frente Sandinista de Dirección vertical opero, al menos, hasta el primer congreso de 1992 en que se convierte en partido electoral de democracia representativa, con un congreso de la militancia y elección de su directorio.
Se ha dicho que se trataba de una revolución socialista, pero no hay ninguna característica de una organización de partido obrero-campesino, sino más bien de un movimiento social de pequeña burguesía y “burguesía patriótica”, que dirige una maquinaria populista de agitación y movilización de masas. Se ha dicho que el Frente Sandinista era una organización socialista, pero queda por demostrar si en algún momento fue una organización partidaria antes de enero de 1979, y no más bien unos grupos guerrilleros foquistas, de aventureros sin estrategia política – ideológica, vinculados al movimiento estudiantil universitario y de intelectuales de la burguesía y la pequeña burguesía.
En enero de 1979, hay testimonios de que Fidel Castro reúne una dirección conjunta con nueve elementos de diferentes grupos de la guerrilla sandinista en torno a los hermanos Humberto y Daniel Ortega, de donde surge la Dirección Nacional unificada de nueve comandantes de unas cuatro docenas de guerrilleros. Lo que da a un comandante por cada cuatro guerrilleros. Un equipo muy reducido. Esto es el Frente Sandinista cuando proclama su Dirección Nacional en San José de Costa Rica, en marzo de 1979. Este Frente Sandinista aparece como cuerpo militar del Gobierno de Unidad Nacional en el exilio, formado en Costa Rica el mes de junio de 1979, bajo la presidencia de Violeta Chamorro.
En junio de 1979, en Nicaragua estalla el movimiento comunal de insurrecciones urbanas, en el que hay una participación limitada de unos pocos cuadros militares del Frente Sandinista. Pues, la mayoría de cuadros militares sandinistas permanecen en Costa Rica, en la capital San José y al Sur del puesto fronterizo de Peñas Blancas. Según se ha visto en los números de Temas Nicaragüenses171.
El Frente Sandinista, una construcción mediática. No es casual que el Frente Sandinista fuera más conocido por las figuras de intelectuales mediáticas, y que fuera un movimiento magnificado por la prensa extranjera. Las pocas acciones del Frente Sandinista eran acompañadas por foto reporteros, y anunciadas por sus intelectuales de relaciones públicas. Por eso hay suficiente material fotográfico que es prueba de la escasez de sus pocos cuadros, en unas pocas acciones, pero suministraron contínuos titulares de primera plana con cierto tinte sensacionalista (al estilo aprendido de La Prensa amarillista de Pedro Joaquín Chamorro y su titulador Danilo Aguirre). Como he mostrado en el citado artículo “La forma comunal de la insurrección popular en Nicaragua (1978-79), los titulares obtenidos en la primera plana de los diarios no se corresponden en sus magnitudes exageradas con la descripción de la evidencia fotográfica que los acompaña. Esta magnificación, que cualquiera declararía superficialmente como un vicio de la cultura popular (algo de lo que existe un folclore de dichos de leones y granadinos, no de segovianos), obedece a una necesidad de justificación de intelectuales que buscan la autoconfirmación de acceso al poder del postsomocismo.
Carlos Núñez fue uno de estos retóricos, no inferior al barroco Tomás Borge, como hemos observado en los elementos estructurales de su relato Pueblo en Armas, y en que llegó al extremo de “preparar una acción de secuestro de periodistas... de periodistas nacionales que al mismo tiempo fueran corresponsales extranjeros... El operativo tenía como objetivo dar una conferencia de prensa” (pág. 35). “La acción de secuestro fue acompañada después, con una intensa campaña de propaganda, de movilización y de denuncia” (pág. 37). Pero, cuando se lee en estas páginas su propia descripción de semejante operativo fantasioso, imaginado más que planificado, se observa que en realidad se trató de una convocatoria de reporteros de medios de prensa. El significado real de sus fantásticas expresiones de un secuestro de reporteros extranjeros, se desvanece bajo el análisis de contenidos conceptuales que expresan la realidad concreta, los hechos.
La cuestión para las formas políticas radica en que este fue el discurso dirigido a las masas, desde la Cartilla de Alfabetización a los manuales escolares de “Historia de la Revolución Sandinista”. Y la mediática omnipresencia de la palabra “sandinista”, que adquiere un sentido polisémico en toda forma de comunicación. “Sandinista” pasa a ser todo lo que convenga a la Dirección del Movimiento Nacionalista de masas, del mando vertical militar del Frente Sandinista. Y “antisandinista” pasa a ser lo que no convenga. El simplismo ideológico de una forma de mando vertical militarista sobre el movimiento populista de masas.
Foto de “Ametralladora abandonada por la G.N., en el encuentro armado en la cercania
del Valle Gottel, en el cruce de caminos a Vercruz”, que viene con un crédito de “Foto Bill Gentile”. La foto es de calidad profesional. Lo que nos pone ante el interrogante si en este “repliegue” llevaban un fotoreporter de prensa internacional. No sería extraño, dado el maridaje mediático de las acciones del Frente Sandinista, siempre más atento a los efectos de la “guerra sicológica”. Y Bill Gentile también documentó con su trabajo el desarme de los muchchos de la insurrección comunal de Managua el 19 de julio 1979, a quienesel comando de Mónica Baltodano, llegados de Masaya, quitó el control del llamado “búnker” de Somoza (lo he publicado en ). Pero los sujetos de la foto de Bill Gentile están en actitud de posado, y se debería confirmar si fue tomada durante el “repliegue” para atribuir valor documental a esta foto. Podría ser una fotografía de las representaciones del repliegue que realiza el Frente Sandinista cada año.
Por consiguiente, el liderazgo inicial del Frente Sandinista en la Revolución de los Nicaragüenses, tiene un carácter moral, sus docenas de prisioneros y de caídos contra la dictadura. Y la magnificación de unas figuras en clandestinidad, en huida constante, como otras figuras del imaginario popular acrecentadas por la leyenda de relatos. Pero la Revolución Nicaragüense fue la revolución de las comunas insurreccionales, que triunfa el 17 de julio de 1979 con la huida de Somoza, y se consolida el 19 de julio con la ocupación de la oficina de Somoza (el llamdo “búnker”, una oficina con ventanales) y del aeropuerto internacional Las Mercedes por “muchachos” adolescentes de los vecindarios pobres y marginales de Managua. No es una revolución de cuadros militares del Frente Sandinista, hasta que el verticalismo militar de la Dirección Nacional Sandinista inicia su propia revolución sandinista.
Es la razón por la cual, para la Revolución Sandinista no importa tanto la fecha del 17 de julio, de la huida de Somoza y el desvanecimiento de su Guardia y su partido político, sino que toman la fecha del 19 de julio, cuando los pocos cuadros del Frente Sandinista llegados de Masaya desarman a los muchachos que han tomado el “búnker” abandonado por la Guardia, y los sandinistas llegados por la carretera Norte desarman a los “muchahcos” de la insurrección popular que han ocupado el aeropuerto. Hasta el 20 de julio entra a Managua la Junta de Gobierno y el Frente Sur, cuando la capital lleva tres días sin el dictador y más de 24 horas sin control de la GN.
Onofre Guevara, de bandera roja socialista a rojinegra del Sandinismo (1945-1979)172
A la memoria de Domingo Sánchez “Chagüitillo”
Contenido:
Domingo Sánchez “Chagüitillo” y Onofre Guevara.
La fundación y escisión del PSN.
El PSN salta a la política electoral.
EL PSN durante el período de las insurrecciones comunales de 1978 y 79.
La crítica del PSN en “Memorias de Lucha sandinista”.
El “testimonio” de Onofre Guevara en Memorias de Lucha Sandinista.
La escisión de una tendencia guerrillera prosandinista en el PSN.
Apéndice: La razón y sinrazón del “cheguevarismo”.
Una advertencia al lector: por la naturaleza del contenido de este artículo, aplico las categorías de análisis del Materialismo Histórico, confrontado con la Teoría Política de la democracia liberal.
Domingo Sánchez “Chagüitillo”173 y Onofre Guevara son los activistas más reconocidos del Partido Socialista Nicaragüense – PSN; representan las dos formas en que evolucionó la ideología del socialismo en Nicaragua y Latinoamérica los años sesenta y setenta. De un lado, Domingo Sánchez, por la práctica de la organización de clase trabajadora del PSN en los márgenes de la legalidad existente dentro del Estado neocolonial. El PSN pertenece a los partidos apodados de “prosoviéticos”, asociados a los partidos comunistas del Campo Socialista. De otra parte, nuestro “Guevara” nicaragüense, siguió el “cheguevarismo” latinoamericano en la escisión del PSN; una tendencia que da prioridad a la lucha guerrillera y la política anticolonialista. Y en 1979 se pasó al Frente Sandinista.
El presente escrito se centra en el “testimonio” de Onofre Guevara, en Memorias de Lucha Sandinista, editado por Mónica Baltodano174. Además, Onofre Guevara ha publicado: El Movimiento Obrero en Nicaragua (editado con distintos colaboradores, la primera edición en 1981, y la segunda en 1985); Cien Años de Movimiento Sindical en Nicaragua (2007); Nicaragua: mi lectura de su Historia Contemporánea (Managua, 2014).
Coordenadas político-ideológicas:
1. El término “cheguevarista” se genera el año 1967. Ernesto “Che” Guevara cae en la manigua y su grupo de internacionalistas se dispersó. Aunque tuviera discurso socialista, no contó con el movimiento obrero boliviano altamente organizado, ni con la colaboración del Partido Comunista de Bolivia. Este sería el esquema de la práctica totalidad de guerrillas foquistas latinoamericanas de los sesenta y setenta, que no tuvieron base organizativa de movimiento social ni movimiento obrero, aunque se guiaran por el democratismo o por idealismos socialistas. El “cheguevarismo” omite el activismo sobre las condiciones sociales inmediatas de los trabajadores, poniendo por delante la lucha contra el neocolonialismo, la relación imperialista. En contradicción con los partidos socialistas que trabajan en la legalidad, por la organización de la clase trabajadora. Por esta razón, la guerrilla del “Che” Guevara, sin contar con las condiciones sociales objetivas, de forma voluntarista practicó una intervención exterior y extranjera en Bolivia; y al margen de la clase trabajadora boliviana, amparado en una idea (idealismo) de liberación continental latinoamericana del neocolonialismo. Algo similar sucede con el democratismo, de poner la supraestructura política como objeto, por encima de la infraestructura de las condiciones materiales de existencia.
Aquí no se cuestiona el valor ético de Ernesto Guevara, y sus ideales por los que recibe culto de masas, pues el idealismo es una cuestión subjetiva. Se cuestiona su práctica en una situación concreta. Poner una idea de principio político por delante de la situación social, y el desarrollo social. Deja de tener como prioritaria la relación de clases (infraestructura), por la forma política del Estado neocolonial (supraestructura). Lo que viene a ser una constante del subjetivismo en tantas tendencias del izquierdismo sentimental (anarquismo, ecologismo, género, voluntarios cooperantes, etc.), que ponen la carreta delante de los bueyes, sus ideales delante de las condiciones objetivas, y tienen efectos contraproducentes. La necesidad objetiva de la reivindicación resulta mediada por la falsa y mala conciencia, el desconocimiento y el alivio del sentimiento de culpa175.
2. La diferencia de la actividad de los partidos socialistas y el “cheguevarismo” en la posguerra de la IIGM, explicado en términos de la Guerra Fría: La tendencia “prosoviética” se dedicaba al trabajo en la ciudad del movimiento social de clase trabajadora, Movimiento Obrero; mientras aprovechaban la apertura de legalidad de libertad sindical, para el “sindicalismo libre” de partidos liberales, en el llamado “Mundo Libre”. Estos partidos socialistas “prosoviéticos” evitaban anteponer al trabajo inmediato de movimiento social y de organización de clase, el objetivo de un nuevo orden político y económico mundial contrario al neocolonialismo.
Lo que estaba en correlación con el contexto de Guerra Fría desde 1948, que se había producido un estancamiento bipolar de dos “mundos”, Primer Mundo Capitalista, Segundo Mundo Socialista; por la iniciativa del Tratado del Atlántico Norte (1949), y su respuesta del Pacto de Varsovia (1955). En los años cincuenta aparece un concepto geopolítico de Tercer Mundo, el movimiento No Alineado – NOAL (Bandung, 1955)176. Era una cuestión de “realismo” de los partidos socialistas “prosoviéticos”, no estirar más la mano que el alcance de la manga, en condiciones de la Guerra Fría.
En cambio, algunos militantes socialistas de tendencia “cheguevarista”, coincidían con movimientos de “pequeña burguesía” (como el Frente Sandinista) en dar prioridad al democratismo y la lucha contra el neocolonialismo; y pasaron a la clandestinidad del foquismo guerrillero, dejando el trabajo “legal” de organización de un movimiento social y sindical o de un partido político de Movimiento Obrero.
En Nicaragua, el Frente Sandinista ya venía captando militantes que de forma individual abandonaban el PSN, desde Carlos Fonseca y Tomás Borge (lo explica Tomás Borge, en Paciente Impaciencia, 1989). Se daban de baja en la militancia, porque el PSN estaba en contradicción ideológica, organizativa y político-estratégica con el aventurerismo foquista del Frente Sandinista.
3. Aparte, en los medios universitarios de los sesenta y setenta circulaban ideologías sin base en una organización de clase social, como la “Teoría de la Dependencia”, a la que he aludido en “Antidio Cabal y el Historicismo Marxista de una época” (Temas Nicaragüenses, Nro. 78). También hubo grupos intelectuales izquierdistas “sin partido”, que se identificaban y aún se identifican con el historicismo (teleologismo) de Gramsci y sus interpretaciones filosóficas de la cultura; con filosofías de la “hegemonía” y “clases subalternas”, el “intelectual orgánico” y la idealización de la “praxis”. De un utópico devenir (interpretación teleológica de la Historia) y mistificación del activismo intelectual. Atienden a los “Cuadernos de la Cárcel”, de Antonio Gramsci (1929-35), dedicados a la crítica cultural y de escaso contenido concreto político-económico y político partidario, al ser compuestos en condiciones de la censura fascista (sus escritos salían de la cárcel previa censura).
Pero no es casual que las editoriales latinoamericanas de libros de Ciencias Sociales invirtieran sus capitales, o de algunas fundaciones que también ofrecían becas universitarias, en propagar la Teoría de la Dependencia junto al historicismo marxista de Gramsci. Para distracción de la población universitaria de la propaganda socialista en la Guerra Fría, y contra la formación de organizaciones partidarias socialistas (ver de Frances Stonor Saunders: Cultural Cold War, 1999; hay edición en español).
También se daba un auge de la propaganda del sindicalismo “libre” y el cooperativismo (se entiende que la cooperativa es una empresa más, que concurre en el mercado por la ganancia como cualquier empresa), que complementan el papel económico de “libre” empresa. Estos intelectuales del izquierdismo sentimental no cuestionarían que el sindicato y la cooperativa reivindican intereses de grupo dentro de la “libre” empresa, más que de clase trabajadora. Mientras, con gran diferencia, en las mesas de negociaciones el sindicalismo de clase social, como el del PSN, con frecuencia entraba en contradicción con el sindicalismo “libre” y sus intereses inmediatos de grupo; porque el PSN subrogaba intereses economicistas de grupo por objetivos de clase social. Se verá más adelante, las alianzas tácticas de consenso del PSN con el Somocismo por la obtención del Código del Trabajo y la Seguridad Social.
El “cheguevarismo”, los intelectuales gramscianos y los sociólogos de la Teoría de la Dependencia objetaban prácticas de clase del partido y sindicalismo socialista en Nicaragua. Estas son las coordenadas político-ideológicas con que presento el socialismo en Nicaragua, el “prosoviético” y el “cheguevarista”; y sus dos figuras más visibles, Domingo Sánchez “Chagüitillo” y Onofre Guevara, como exponentes de los extremos de la lucha de tendencias en el PSN.
La fundación y escisión del Partido Socialista Nicaragüense. Sobre la fundación del PSN y la división inicial de tendencias, hay un estudio analítico de Jeffrey Gould : “Amigos peligrosos, enemigos mortales: un análisis de Somoza y el movimiento obrero nicaragüense (1944-46)” (Revista Temas Nicaragüenses, set 2015, Nro. 89). Explica el populismo y el nacionalismo somocista, del Partido Liberal Nacional, en el sistema neocolonial, como contexto del movimiento obrero nicaragüense. También vale la bibliografía citada de Onofre Guevara.
En cuanto al marco histórico del PSN en el primer Somocismo, un trabajo sistemático de datos documentales, pero sin análisis sociológico estadístico, ver el libro “Tacho Somoza y su Poder (1933-56)”, de Jorge Eduardo Arellano (2016). Un breve estudio de la “Primera década de Somoza (1930-45): pobreza y nacionalismo”, en Roser Solá: Siglo y Medio de Economía Nicaragüense (2007), págs. 22-25. No supera la descripción moral de pobreza, omite formas de trabajo o de mercadeo entre los llamados “pobres”, el intercambio no monetizado, mutualismo y trueque, tan decisivos en la Economía nicaragüense; sigue categorías de capas sociales por índice de ingreso, sin especificar la calificación del ingreso por la propiedad y el trabajo asalariado. Un enfoque desde la Sociología de la “Teoría de la Dependencia”, se encuentra en Jaime Wheelock: Imperialismo y Dictadura (1975). Emplea algunas categorías de Materialismo Histórico, sin partir de la estadística de clase social (comienza por la inversión de capital, y muy en segundo lugar trata el desarrollo social y la condición laboral); al tiempo que antepone la explicación de la relación neocolonial (“teoría de la Dependencia”) sobre la composición de clase social en la Economía Política. Estos trabajos no permiten una idea completa la composición de clase social en que surge el PSN; ni la función estratégica de organización partidaria de clase trabajadora en que aparece el PSN.
De estos estudios se concluye que el PSN fue tolerado por el Somocismo, de 1944 a 1948, por la participación de la Unión Soviética entre los Aliados de la II Guerra Mundial. Esa tolerancia termina en 1948 en todo Occidente, por la consigna de Guerra Fría y Telón de Acero, y la posterior fundación del bloque militar Nor-Atlántico. Sin embargo, el movimiento obrero del PSN se mantuvo las siguientes tres décadas de los años cincuenta a setenta en competencia con el movimiento obrero del populismo somocista y sus Casas del Obrero, más el sindicalismo socialcristiano que distraía obreros con el antisomocismo. Pese a la represión de sus dirigentes y cuadros, el PSN mantuvo el trabajo político y sindical en las principales ciudades, en la industria agrícola y sectores campesinos. Algo que no podría hacer una tendencia clandestina que huye en la montaña, o se esconde en casas de seguridad, como haría el “cheguevarismo”.
El PSN soportó por décadas la represión del Somocismo. Precisamente, el Secretario General del PSN, Domingo Sanchez “Chagüitillo” se hizo conocido por los titulares de prensa de sus repetidas “carceleadas”. Pero el PSN mantuvo el trabajo de organización de clase del movimiento obrero en los márgenes de la legalidad Somocista. Algo que Onofre omite, en su intento de subrayar un supuesto colaboracionismo del PSN con el Somocismo, como vemos a continuación; probablemente, porque debe justificar su paso al Sandinismo, olvidando que él fue militante del PSN por tres décadas.
Onofre pasa a justificar la escisión de una tendencia “cheguevarista” y hasta populista prosandinista del PSN, presentando la Directiva del PSN como un partido comparsa del somocismo. Sin embargo, pienso que dada su honestidad y coherencia, Onofre no habría militado tres décadas en semejante situación bajo tal dirección del PSN. Su dilatada militancia en el PSN contradice su juicio sobre la Dirección del PSN como partido de “conciliación de clases” y “prosomocista”, tal como se expresa en la literatura de “testimonio” de su entrevista con Mónica Baltodano, editada en Memorias de Lucha Sandinista. La literatura de “testimonio” se presta a las incoherencias del onirismo.
A los veinte años de activismo en el movimiento social, el PSN salta a la política electoral dentro de la coalición de Unión Nacional Opositora (1966), para la campaña electoral de 1967. Una coalición de partidos opositores orquestada por Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, supuestamente, para apoyar la candidatura de Fernando Agüero. Digo “supuestamente”, pues parece que Pedro Joaquín tenía sus propias intenciones, provocar una situación de crisis político-militar el 22 de enero de 1967177. En 1974, también bajo liderazgo de Pedro J. Chamorro, el PSN participó en Unión Democrática de Liberación – UDEL.
La disposición del PSN a participar en la campaña electoral de la UNO y en la UDEL representaba su voluntad de intervención política, que no era una organización anárquica; y que podía entrar en consenso político con partidos de derecha, desde una posición de izquierdas. Esto diferenciaba al PSN del aventurerismo foquista de la guerrilla, su coherente posición socialista de organización obrera, no nacionalista sino internacionalista. Su capacidad de intervención política estaba por delante del aventurerismo guerrillero en clandestinidad, distante del movimiento social. Y Onofre no puede decir que esta participación en la UNO y UDEL fuera “conciliación de clases” con el grupo económico de La Prensa, o “prochamorrista”.
EL PSN durante el período de las insurrecciones comunales (municipales y vecinales) de 1978 y 79, forma parte del Frente Amplio Opositor - FAO, con las principales centrales sindicales y partidos políticos antisomocistas, respaldados por la cámaras patronales. Nótese que, aunque se hable de dictadura somocista por la represión sistemática, había sindicatos y partidos en todo el espectro político-ideológico, conservadores, liberales, católicos y comunistas. Pero existe una imagen de propaganda antisomocista, que promovió Pedro Joaquín Chamorro y, después, el sandinismo, que no corresponde al análisis objetivo de este régimen. El FAO sigue la estrategia de una Transición negociada del somocismo. Existió esa posibilidad, a pesar de la negación radical del somocismo por chamorristas y sandinistas.
Las evidentes contradicciones entre los objetivos del movimiento obrero del PSN y las cámaras patronales que apoyan al FAO (porque los empresarios independientes tienen al somocismo como una competencia de sus intereses económicos), se resuelven en la convergencia de la convocatoria a la huelga general de los trabajadores y funcionarios públicos, combinada con la declaración del paro empresarial el 4 de junio de 1979. Y porque el PSN acepta actuar dentro de la legalidad del sistema democrático liberal que proponen los partidos burgueses del FAO, tras la salida de Somoza. Luego, no era fundado que el PSN estuviera abogando por un “Somocismo sin Somoza”.
En cambio, el Movimiento Pueblo Unido, prosandinista, y el minoritario Frente Patriótico178 optan por una posición de fuerza del militarismo de la Dirección Sandinista, contra la alternativa de “Transición negociada” (a la española, bajo Adolfo Suárez en 1978), que calificaban de “Somocismo sin Somoza”. En este punto ya se habían escindido la tendencia prosandinista del PSN y la Juventud Socialista, más un segundo “PSN” que aparece en Pueblo Unido179.
Mientras que el FAO opta por el movimiento social de sus redes partidarias y sindicales en el movimiento comunal, y por la negociación política que se llevó a cabo con la mediación de la Organización de Estados Americanos, con el respaldo de los gobiernos de Venezuela, Panamá, Costa Rica y México, más el consentimiento de la Administración Norteamericana. Estas fueron las condiciones diplomáticas bajo las que Somoza renunció y abandonó Nicaragua el 17 de julio de 1979. Se puede decir que el FAO logró su objetivo, y la estrategia del PSN dentro del FAO.
Somoza no renuncia y huye del país (17 de julio de 1979) por derrota militar ante el Frente Sandinista, según se ha propagado después; sino por el movimiento comunal de desobediencia civil, el vacío de poder de la dictadura y su guardia, el aislamiento internacional, el paro de la economía de acumulación de capital, la paralización de la burocracia del Estado, y la resistencia de partidos políticos y sindicatos. Entre estos, el PSN. Y gran parte de la movilización comunal insurreccional corresponde al trabajo de capilaridad en los vecindarios de las redes sociales de partidos y sindicatos, siendo mayoritarias las redes sociales del Frente Amplio Opositor por relación al Frente Patriótico, y el minoritario Pueblo Unido. Pero la insurrección comunal continuó hasta el 19 de julio de 1979, cuando cae derrotada en Managua la guardia somocista.
El grupo de unas docenas de cuadros del Frente Sandinista Norte y el Frente Interno no entran a Managua hasta tarde el 19 dejulio de 1979, después de que los “muchachos” del movimiento comunal han tomado las oficinas de la Presidencia y el aeropuerto internacional. El nuevo general Humberto Ortega y la mayor parte de Comandantes miembros de la Dirección Sandinista llegan tarde ese día al aeropuerto, procedentes del extranjero; menos los otros tres miembros de la Dirección Nacional que habían llegado a León tres días atrás, y sólo entran a Managua el 20 de julio. El mando del Frente Sur con Edén Pastora, y los cuadros sandinistas del Frente Occidental de León entran a Managua el 20 de julio (véase mi escrito en el número anterior de Temas Nicaragüenses). Luego, el PSN y el FAO tuvieron un papel histórico, junto al movimiento comunal, que no ha sido reconocido en la posterior literatura de propaganda Sandinista.
La crítica del PSN en Memorias de Lucha sandinista. Mónica Baltodano, editora de memorias de Lucha Sandinista, en su comentario de la entrevista con Onofre Guevara, se presta a subrayar un “contubernio” del PSN con el Somocismo. El término “contubernio con el somocismo” fue empleado sistemáticamente por La Prensa de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, para deslegimitar al Partido Conservador de Fernando Agüero. Este precedente hace evidente la intencionalidad subyacente de la antigua dirigente del Movimiento Revolucionario Cristiano, del jesuita Fernando Cardenal, y “comandante guerrillera” Sadinista, al aplicar estos términos a la Dirección y a la militancia del Congreso del PSN. No pienso que sea tanto por anticomunista, como por las limitaciones ideológicas implícitas en el nacionalismo sandinista.
Aunque, en efecto, el PSN sostuvo un consenso político táctico con el Somocismo por la aprobación y mantenimiento del Código del Trabajo (este Código del Trabajo del Somocismo se mantuvo vigente hasta pasada la década de los años ochenta y el gobierno Sandinista). También es cierto que el PSN no antepuso a la tarea de organización de clase trabajadora, el democratismo de “pequeña burguesía” universitaria, coincidente con las familias de la burguesía en competencia con el grupo de capital somocista.
Por otra parte, es cierto que el sindicalismo de clase del PSN solía negociar alternativas que posponían la consecución de intereses de grupo de trabajadores, por objetivos estratégicos de clase social (como sería la reforma de la Seguridad Social). Pero esto es parte de la diferencia radical entre el sindicato de reivindicación de intereses de grupo, propio del sindicalismo liberal, respecto del sindicalismo de intereses estratégicos de clase. Hasta darse el caso de que el PSN mantuvo la alianza táctica con el Somocismo, como argumenta Onofre Guevara, mientras el sistema reprimía a miembros del PSN. Y es que el PSN tampoco era una hermandad, una germanía que pusiera por delante intereses de gremio medieval.
Pero, de todo lo anterior, lo que más sorprende al lector de la entrevista en “Memorias de Lucha Sandinista” es la interpretación de Onofre Guevara, de un PSN de “conciliación de clases”. Algo que se puede contrargumentar por la práctica de organización y activismo clasista del PSN, o por la inversión ideológica del autor que reclama la “lucha de clases” mientras debe justificar su paso al populismo sandinista.
Mónica Baltodano lo expresa así en una nota de la entrevista: “Earl Browder, Secretario General del Partido Comunista de Estados Unidos, propugnó por la conciliación en América Latina con la clase capitalista y con el imperialismo norteamericano”. Lo cierto, es que ambos parecen desconocer que la alianza táctica del PSN con partidos de clase capitalista es supraestructural, no es negación estratégica de la lucha de clases, infraestructural. Y una alianza táctica no es “conciliación de clases”.
Insisto. El llamado “browderismo”, de las instrucciones tácticas de Earl Browder para los partidos comunistas latinoamericanos respecto de los gobiernos Aliados en la IIGM, esto no representaba “conciliación de clases” ni aceptación del sistema de relaciones neocoloniales de Nicaragua, sino la orientación política coyuntural, no estratégica. De carácter supraestructural – política, no infraestructural - socioeconómica. Y tiene una explicación, que las fuerzas del socialismo y la Unión Soviética combatían entre los Aliados en la IIGM. El “browderismo” no contradecía la función primaria del PSN, de organización de clase trabajadora en la infraestructura económica de la sociedad. No rompía el concepto de lucha de clases, ni el PSN dejaba de practicar la organización clasista.
Si Mónica Baltodano y Onofre Guevara se proponen hacer una crítica de aquellas contradicciones relativas en el PSN y en el comunismo continental, deberían de ir más bien a la base del llamado “browderismo” que fue el “estalinismo”. Lo que el historiador marxista Eric Hobsbawn llama “Comunismo nacional” (Age of Extremes; traduc.: Historia del Siglo XX, 1995), y el trotskismo llama “construcción del comuninismo en un sólo país”, que se aplicaba a los Estados comunistas que colapsaron entre 1989 y 1991 en Europa Oriental. Pero, tal vez se encontrarían para su sorpresa que el Estalinismo que critican, continúa existiendo reformado en China, Vietnam, Cuba, etc. Y verán que aquellos Estados y partidos del “estalinismo” cooperaron con el Sandinismo desde 1979 (ya he mencionado el artículo en Temas Nicaragüenses sobre esta Cooperación del Campo Socialista).
Porque el Sandinismo fue visto como aventurerismo y guerrilla foquista por los partidos socialistas prosoviéticos, hasta la superación de su anarquía con la nueva Dirección Sandinista en 1979. La guerrilla foquista del Frente Sandinista solamente recibía condición de “refugiados” en Cuba, y no era reconocida como organización partidaria. Reconocimiento que correspondía al “partido hermano” PSN. Hasta enero de 1979 que cabecillas de grupos sandinistas, convocados en La Habana, acuerdan formar una Dirección conjunta que se hará pública en San José en marzo de ese año. Mientras tanto, ya desde la primera semana de setiembre de 1978, células del partido comunista costarricense, Vanguardia Popular, organizan asistencia logística e ideológica de colaboradores con cuadros sandinistas. Después se formaría la brigada comunista “Carlos Luis Falla” (CALUFA), de apoyo al Frente Sur en territorio costarricense, bajo el mando de “Ramiro” (Manuel Mora hijo, responsable de seguridad de Vanguardia popular) (ver “Historia de las ideaspolíticas en la literatura de “testimonio”, en Temas Nicaragüenses, Nro.103).
Este fue el comienzo de lo que después sería el gran fracaso del asesoramiento y cooperación de los partidos comunistas del Campo Socialista con el Frente Sandinista, que nunca superó su militarismo de Movimiento Nacional populista.
El “testimonio” de Onofre Guevara en Memorias de Lucha Sandinista
El precedente del Partido Trabajador Nicaragüense: “El Partido Trabajador Nicaragüense... primer partido obrero en Nicaragua,.. en 1933 dio nacimiento al movimiento sindical en Nicaragua de una forma estable, permanente. Entre 1936 y 1937, después del golpe de Estado..., Somoza... atrae a determinados dirigentes sindicales con la promesa de establecer en la Constituyente que nació en el año 1938, un capítulo de garantías sociales a los trabajadores, que luego fue el Código del Trabajo. Es el primer anzuelo demagógico que lanza Somoza García para atraerse el apoyo de los trabajadores. Y dirigentes del PTN muerden el anzuelo y así comienza su fin. En 1940, la dictadura incrementa la represión contra el movimiento obrero, y muchos dirigentes salen al exilio, otros van a la cárcel y otros tienen que esconderse. En los años 40 la Iglesia Católica hace esfuerzos de penetrar en el sindicalismo, creando la Juventud Obrera Católica, cuyos dirigentes eran los párrocos de los barrios. En esa misma época de los años 1940 a 1945, comienzan a surgir las organizaciones estimuladas por Somoza, eran cascarones, pero ya reflejaban orgánicamente la división obrera. Así finaliza la vida del Partido Trabajador Nicaragüense”.
Origen del Partido Socialista -PSN. Vale el testimonio de Onofre Guevara: “...surgió un movimiento sindical vigoroso entre 1943 y 1945, por la labor de la organización de los sindicatos, producto de la situación internacional en que se había declarado la guerra de 1939, y en los años 40 estaba en pleno apogeo. Los obreros combinaron la lucha reivindicativa con las tareas de solidaridad con el pueblo soviético, agredido en 1941 por las hordas nazis, y esto produjo una combinación de actividad y fuerza que redundó en la formación de un frente anti-fascista de los trabajadores, que en 1945 da como resultado el surgimiento del Partido Socialista Nicaragüense.
Pero entre 1944 y 1945 Somoza García estaba interesado en su reelección
presidencial, y esto provocó un movimiento de oposición muy fuerte; entre
otros de parte del movimiento estudiantil de la generación del 44, que
produjo nombres como los de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Ernesto
Cardenal, Mario Flores Ortiz, y una serie de dirigentes políticos que después
tuvieron alguna participación en la política nacional. Este fenómeno de
oposición anti-reeleccionista, encabezado también por el movimiento
estudiantil, y el surgimiento de los sindicatos, produce una confusión
política. Después que por la represión no pudo impedir la reorganización
sindical, Somoza realiza una política demagógica buscando como atraerse a
los sindicatos, pero sólo lo logró en parte.
En 1945, cuando por primera vez se celebra el Primero de Mayo, la
situación política es tal, que Somoza permite la libre movilización obrera
para hacerse propaganda... Como él había permitido la libertad de movilización, era imposible no tener la presencia del Presidente de la República en la manifestación, y él tomó la palabra en el acto de cierre; pero los trabajadores comenzaron a disgregarse en el momento en que
Somoza García comenzó a hablar...
Su interés era –y en el discurso lo manifestó– su reelección presidencial, y los obreros comenzaron a dejar vacía la plaza porque ya habían hablado los principales dirigentes de la época: Armando Amador, que era el Secretario General de la CGT que convocó la concentración, Juan Lorío y Pérez Estrada; y a Somoza le tocó hablar de último, y habló casi con la plaza vacía... Llegaba a recoger la cosecha política de la promulgación del Código del Trabajo, que se produjo en febrero de 1945...
Hay una situación confusa que incluso la derecha opositora siempre trató de utilizar en contra del Partido Socialista, y ocurrió precisamente entre los años 1944 y 1945, porque en 1946 ya se producen las primeras represiones... Cuando Somoza propuso el Código del Trabajo a la derecha tradicional conservadora, la clase patronal liberal considera que es una concesión al desarrollo del comunismo internacional, y que había sido Vicente Lombardo Toledano, Secretario General de la Confederación de Trabajadores de América Latina y que había estado aquí en el año 1944, quien había pactado con Somoza para que los “comunistas” lo apoyaran en su reelección.
Pero la historia está escrita: no hubo apoyo del movimiento obrero a la reelección de Somoza. Hubo represión en el año 1946, y la llamada alianza
se reduce al hecho de que los trabajadores no iban a desechar el Código del
Trabajo, sólo porque a la clase patronal y a los conservadores les parecía
mal.180”
Sin embargo, Onofre Guevara pasa a presentar una imagen invertida del PSN: “El Partido Socialista Nicaragüense (partido de los comunistas de Nicaragua, 1944), se funda en momentos en que en el movimiento comunista internacional prevalece la tesis de la conciliación de clases [!!!], y durante su primera etapa la línea oficial del partido promovió la conciliación de intereses incluso con la dictadura somocista [!!!], mientras eran reprimidos y exiliados quienes desde su seno propugnaban por una línea distinta”181. No parecen palabras de un comunista que militó más de treinta años en semejante partido. Mientras tanto, Onofre Guevara ha mantenido el lenguaje de lucha de clases (como se puede observar en sus escritos periodísticos, y en su último libro de 2014). Por lo cual, causa perplejidad esta alusión: “en el movimiento comunista internacional prevalece la tesis de la conciliación de clases”.
¿Qué significado tiene esto? Si la larga militancia clasista de Onofre Guevara en el PSN contradice y relativiza sus palabras en "Memorias de Lucha Sandinista". Más bien, es la literatura de "testimonio" sandinista que tiene un sesgo populista de "conciliación de clases". En el populismo, el pueblo no aparece dividido en clases, sino como "conciliación de clases".
Este sesgo del nacionalismo populista contra el PSN aparece en dos menciones de Carlos Fonseca, dirigente Sandinista, durante la entrevista con Onofre Guevara. La entrevistadora Mónica Baltodano afirma en un comentario: “Carlos Fonseca señala que los primeros dirigentes del Partido Socialista provenían del sector artesanal de nuestro pueblo, lo cual expresaba el atraso ideológico general del país”. Mientras en otro punto de la entrevista, Onofre Guevara afirma “Carlos me dijo: Los dirigentes del Partido Socialista no son proletarios, es una pequeña burguesía obrera que tiene una concepción exclusivamente reformista”. Ambas expresiones son insuficientes para representar una crítica de estructura y funciones de un partido de organización de clase trabajadora. Simplemente, delatan la ideología de “frente” del sandinismo, sin determinaciones político-ideológicas; sin organización de clase trabajadora, sin trabajo de movimiento social, y abierto a cualquier populismo nacionalista.
Escisión de una tendencia prosandinista en el PSN. La intervención política del PSN en la UNO (1966-67), UDEL (1974) y FAO (1978-79) agudizó contradicciones con una tendencia interna “cheguevarista”. Según dice Onofre Guevara, en Memorias de Lucha Sandinista: “Aunque varios de los principales fundadores del FSLN provenían de las filas socialistas, el PSN no asumió la lucha armada como estrategia, lo cual causó dos importantes divisiones en su seno. De la primera, en 1968, después de la masacre del 22 de enero de 1967, surgió lo que se conoció como el Partido Obrero Socialista Nicaragüense (1968), luego transformado en el Partido Comunista de Nicaragua (1970), que tampoco asumió la opción armada182.
La segunda división terminó en dos partidos socialistas: uno de ellos [El PSN de Domingo Sánchez “Chagüitillo”] permaneció en una alianza de derecha denominada Unión Democrática de Liberación (UDEL), y el otro se decidió por la lucha armada, y organizó a finales de la década de los 70 su propio aparato armado, la Organización Militar del Pueblo (OMP), con la cual formalizó su alianza militar con el FSLN,y se integró a la Insurrección Final. Después del triunfo de la Revolución, sus militantes se integraron políticamente al Frente Sandinista”. Esto significa que cambiaron la organización de clase trabajadora por el populismo, la concicliación de clases de un Estado corportativo estamental bajo la “burguesía patriótica” Sandinista. Lo que no reconoce Onofre Guevara.
El mismo Onofre añade, tomando una cita de su libro “Cien Años de Movimiento Sindical en Nicaragua (2008): “varios líderes del partido, entonces llamado “de los Sánchez” –por el liderazgo que ejercían Domingo y Luis Sánchez–, se pasaron en cuerpo y alma a la derecha y su alianza política. De estos líderes, sólo el legendario Domingo Sánchez, “Chagüitillo”, junto a varios cuadros de ese partido, rompieron con la derecha, rescataron al partido y aún proclaman su posición e ideología marxista-leninista”. Aquí está el núcleo de las contradicciones de la estructura del relato de “testimonio” sandinista de Onofre Guevara con la práctica concreta. Todo lo antes dicho en Memorias de Lucha Sandinista sobre el PSN quedaría anulado, si el PSN a la fecha de la entrevista “aún proclaman su posición e ideología marxista-leninista”. Pero Onofre ha suministrado el cuadro de la escisión del PSN: la tendencia “chequevarista” que cedió al Movimiento Nacional de masas (populista: de conciliación de clases) del mando vertical de la Dirección Sandinista.
Si Onofre redime a Domingo Sánchez entre quienes “aún proclaman su posición e ideología marxista-leninista”, sería porque aún bajo el gobierno sandinista de los años ochenta, el PSN sostuvo con el Frente Sandinista la misma política (supraestructural) que con los Somoza, la UNO, la UDEL, el FAO. La aplicó a su ingreso en el nuevo Consejo de Estado del Gobierno de Reconstrucción bajo el Directorio del Frente Sandinista, formado el 4 de mayo de 1980. En breve, el PSN de Domingo Sánchez había sostenido la misma táctica con el Gobierno de Reconstrucción bajo el Sandinismo, que bajo el Somocismo183.
Apéndice: La razón y sinrazón del “cheguevarismo”.
El discurso universitario del “cheguevarismo” utilizó lenguaje de la Sociología de la “Dependencia” neocolonial. Por lo que en sus publicaciones, ignoraba la función primaria de la organización partidaria de clase trabajadora, frente al foquismo guerrillero y militarista. Y existe una razón que lo explica, por la apariencia del fenómeno del Estado: el Estado, la supraestructura política, es una organización basada en la fuerza de imposición y coerción (ejército, policía y jueces). Entonces, se ve coherente la respuesta del voluntarismo “cheguevarista” latinoamericano, que es la violencia. No comprende que, aparte de la fuerza de imposición, el Estado también organiza una paz social en la que se reproduce la economía de acumulación de capital, y que en la paz social creada por el Estado se construyen las relaciones de clases sociales.
El mejor Estado capitalista es el que impone por la coerción de ejército, policía y jueces, mediante la legalidad, una paz social que garantiza la productividad, permite la libre circulación de mercancías y su intercambio dinerario. Una evidencia es la derrota del Estado somocista, no por las armas como pretende la posterior mitología sandinista, sino por la caída de la productividad, del mercado de distribución de mercancías, y del intercambio dinerario. El Estado somocista caduca porque, ante la desobediencia civil, ha perdido la capacidad de coerción y legitimidad de una cohesión social que sostenga la infraestructura económica.
Este fue el efecto de la insurrección comunal de desobediencia civil, la huelga de los trabajadores y funcionarios, y el paro de la patronal empresarial. La economía de acumulación de capital deja de funcionar y el Estado cae. Mientras que, al mismo tiempo, la economía de reproducción social, mediante mutualismo y trueque, permitía la supervivencia de la sociedad en la insurrección de las comunas municipales y vecinales en junio y julio de 1979. El Estado tardó sólo unas semanas en caer. Y no fue por unas modestas escuadras de guerrilla sandinista.
La violencia contra el Estado que preconiza el “cheguevarismo” no tiene sentido sin la base del movimiento social, así como la lucha contra la llamada “Dependencia” no se resuelve si no es por la organización de las clases sociales. El “cheguevarismo” ve la supraestructura y no la infraestructura, la política y no la economía, el aparato de coerción, no el movimiento social, el militarismo y no la organización de los trabajadores y empresarios.
Nota: Llegados a esta cuarta entrada con que concluyen mis escritos sobre el movimiento comunal insurreccional, debo reconocer el valioso aporte documental del trabajo de Mónica Baltodano en Memorias de Lucha Sandinista. Aunque sea una colección de “testimonios”, los elementos estructurales de los relatos permiten establecer sus contradicciones con la situación concreta y la práctica social. Una prueba es este artículo dedicado a la Memoria de Domingo Sánchez “Chagüitillo”. Mi agradecimiento por el envío temprano de la primera edición de Memorias de la Lucha Sandinista, por mediación de la amistad con Francisco Javier Sancho Mas, con quien tengo una gran deuda en la discusión de estos temas de la naturaleza ideológica del Sandinismo.
Revisado y ampliado del mismo título publicado en Revista Temas Nicaragüenses, No. 64 (agosto 2013). http://www.temasnicas.net/rtn64.pdf
2Se encuentra en edición digital en la Biblioteca Enrique Bolaños: nica.http://sajurin.enriquebolanos.org/vega/docs/LL_HablaNicaraguenseotrosensayosCarlosMantica.pdf
3Artículo publicado en Temas Nicaragüenses Nro. 83 (marzo 2015), revisado. Para este pdf, he reducido un poco el extenso artículo en Temas Nic, porque cometí el error de entregar como artículo para su publicación lo que en gran parte era la transcripción de una grabación de una larga entrevista-conversación con estudiantes de la cátedra de Etnología de Dolores Juliano, del Dpto. De Antropología de la Universidad de Barcelona el año 92. Aquí lo he tratado de comprimir, manteniendo la parte de actualización bibliográfica. http://www.temasnicas.net/rtn83.pdf
4Resalto en negrita las características que definen un movimiento de forma comunal.
5Archivo de La Nación (San José de Costa Rica) en
http://news.google.com/newspapers?nid=BZGggv0hN9sC&dat=19700502&b_mode=2&hl=es
6en realidad, unas oficinas con ventanales de vidrieras que se observan en las fotos, pero el pueblo llamó “búnker”, porque estaba resguardado junto al cuartel de la Guardia Nacional.
7La mitomanía de esta literatura sandinista se disecciona, en el siguiente capítulo de análisis “La literatura de “testimonio” de la insurrección popular”, sobre la obra propagandista de Carlos Núñez: La Insurrección de Mangua: el repliegue a Masaya (Managua, 1987)
8Repito y amplío esta nota: Se conoció entre reporteros de la sede de la Junta en el Hotel Camino Real una copia de este censo realizado por Lesbia Carrasquilla el día 20, que registró 48 cuadros sandinistas sobrevivientes con formación militar en Cuba (intervino un trabajador del Hotel Camino Real, Manuel Quintanilla, en la difusión de esa copia con el consentimiento de Lesbia Carrasquilla). Además constaba una una lista de más de un centenar de combatientes y “colaboradores” que, junto a los aliados de los partidos de los grupos económicos antisomocistas en la Unidad Nacional del Gobierno de Reconstrucción Nacional, sumaban unos 500. Con estos 500 se formaría la burocracia del Gobierno de Reconstrucción, cuyos ministerios se repartieron entre los partidos de la Unidad Nacional. Con esos 48 cuadros militantes sandinistas se formó la primera cadena de mando de un ejército Sandinista, inexistente hasta la fecha del 23 de agosto de 1979. Que la lista la dirigió Lesbia Carrasquilla, aparte de la evidencia, ella misma lo reconocía todavía el año 83. No era un documento secreto, aunque sí discreto.
9Ver el apartado “Salomón de la Selva con y contra Sandino”, en “Salomón de la Selva, su pensamiento socialista” (Revista Temas Nicaragüense Nro. 79, nov. 2014).
10Cuando se derriba un orden social, el nuevo orden social se nutre de los antiguos activistas, no se importa las nuevas masas dispuestas a la movilización; así sucedión en España durante la Transición, a los partidos y sindicatos ingresaron los que ya se movilizaban bajo el franquismo.
11Plutarco Hernández, militante sandinista de izquierdas (¿trotzkista?), estuvo relacionado con las Brigadas Simón Bolívar (BSB) en la zona de Sapoá con el Frente Sur. Y se volvió a Costa Rica. Después del 19 de julio de 1979, las BSB fueron muy activos en la región de Bluefields y en Managua, donde convocaron una manifestación obrera el 14 de agosto de 1979. Su origen viene de unos internacionalistas colombianos del PST que aprovecharon un llamado a la solidaridad con la lucha democrática de los nicaragüenses, hecho por Daniel Samper en el diario El Tiempo de Bogotá y que recibió apoyo de sindicalistas. Pero la Dirección Sandinista los expulsó con apoyo de Omar Torrijos, que cedió un avión de la fuerza aérea panameña. Tomás Borge dijo que las BSB “adoptaron posiciones de ultraizquierda... creando problemas a la revolución sandinista”. Bayardo Arce las acusó de formar sindicatos y milicias, y promover tomas de tierras. Humberto Ortega los llamó “confucionistas” y “extremo-izquierdistas”. Sin embargo, se dio a algunas calles el nombre de sus caídos en la insurrección comunal y, junto al Partido Socialista Nicaragüense (PSN), sentaron las bases del sindicalismo de la CST. Pero, en efecto, actuaron al margen del movimiento social y contra el nacional sandinismo.
12en “Mónica Baltodano, comandante guerrillera sandinista”; Entrevista realizada por Claudia Korol, Sao Paulo, octubre del 2003 (http://www.panuelosenrebeldia.com.ar/content/view/265/59/.
13En Centroamérica, la Teoría de la Dependencia y su clásico marxoide Lumpemburguesía Lumpendesarrollo, de Andre Gunther Frank (1972), fue promovida por el CSUCA y su posgrado de Socociología Centroamericana. Una especie de positivismo comtiano del reinado de una Sociología marxoide-weberiana, de una pseudo izquierda latinoamericana. Ver el capítulo en este pdf El Historicismo marxista de una época.
14Sobre el anarquismo y populismo en Cuba, antes del primer congreso fundacional del Partido Comunista Cubano (1975), ver un par de notas en extenso en el capítulo “Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y la generación del Frente Estudiantil Demócrata Cristiano”.
15Tomás Borge: Paciente Impaciencia; Managua, 1989, pág. 559.
16Humberto Ortega: Epopeya de la Insurrección; Managua, 2004, pág. 289..
17Ver en este pdf la nota “El comité barcelonés de solidaridad con Nicaragua”, publicada en Temas Nic. Nro. 83, la Cartilla de Alfabetización y la Campaña (“cruzada”) de A lfabetización.
18Revista ENVIO Nro. 4, set. 1981. http://www.envio.org.ni/articulo/2599
19véase las memorias de los clérigos Ernesto Cardenal: Revolución Perdida, 2004; Fernando Cardenal: Sacerdote en la revolución, 2008. Ver anexo de este artículo: El socialcristianismo entre la militancia del nacional sandinismo.
20No trata de la insurrección comunal, pero escribo sobre formas de grupo y de intercambio, en “Lo femenino indio en la cultura nicaragüense”, con que inicié esta serie de artículos y este pdf.
21“Los muchachos en la revolución sandinista”, de de Gilles Bataillon y Vania Galindo, en Estudios Sociológicos, Vol. 31 Nro. 92 México, 2013. ¿Esto es Sociología o es periodismo del entusiasmo poético?
22Una muestra de represión de libertades por el nacionalismo sandinista. Según Jorge Eduardo Arellano, en “Stefan Baciú: difusor de la poesía nicaragüense” (suplemento Artes y Letras, El Nuevo Diario, Managua, ) la censura, bajo Vidaluz Meneses, impidió la circulación y ordenó destruir el núm. 50 del Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación (Managua, 1982) dedicado a los 70 años de Pablo Antonio Cuadra. El mismo JE Arellano había escrito antes: “una comisaria del Instituto de Cultura intrigó para liquidarlo y secuestrar el [Nro.] 50 sobre Pablo Antonio Cuadra”, en el artíc. “El Boletín Nicaragüense del BCN: 35 años de labor cultural” (El Nuevo Diario, Managua, 20 nov. 2009). Pero también se podría poner de ejemplo que un día de 1983 apareció una “pintada” del movimiento sandinista en la pared de la casa de un profesor de izquierdas: “Aquí vive un contra”. Una marca de amenaza del movimiento vertical de masas contra Fernando Benavente, un internacionalista crítico del nacional-sandinismo, conocido en la UNAN por explicar el marxismo de Louis Althusser, y relacionado con Acción Popular-ML.
23Las relaciones contradictorias de la Dirección Sandinista con el Campo Socialista será objeto de otro artículo. Anticipo el marco jurídico de los programas de cooperación con el Campo Socilaista en los decretos de la Junta de Gobierno bajo el Directorio Sandinista: 871-873, 881, 931-932, 946, 1019, 1072, 1097, 10329.
24La Comuna, en francés: commune, designa la municipalidad, el ayuntamiento. Pero, bajo la consigna de “República democrática y social”, gobernó del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871. Decretó la autogestión de las fábricas, leyes de derechos laborales (limitación de horarios), la creación de guarderías para los hijos de las obreras, el laicismo, la utilización de las iglesias para asambleas de vecinos y servicios sociales, incluidas salas cuna y guarderías para las familias obreras, absolvió las deudas por alquileres pendientes, la devolución de herramientas empeñadas, y la abolición de intereses usureros. La coyuntura en que surgió la Comuna de París de 1871 fue la guerra con Prusia, el hambre, los desahucios de inquilinos, las penurias de artesanos y no poder pagar a las casas de empeño por sus herramientas, los intereses usureros de prestamistas que sufrían los comerciantes. Las milicias populares de Guardia Nacional formaron un comité central que organizó el Consejo de la Comuna por democracia directa. Compuesto de obreros, artesanos
y comerciantes, que demostraron su competencia política, junto a profesiones liberales e intelectuales.
25En la Península Ibérica, en el reino de Castilla, sobre la base de la comuna municipal, se dio la revuelta de los comuneros, de sectores populares, del año 1520 a 1522. En ciudades de la actual Colombia, también sobre la defensa de los derechos comunales, el año 1781 se dio una insurrección de los comuneros contra la autoridad del Virreinato de la Nueva Granada. Esta tradición de la autonomía de la comuna municipal forma parte de la memoria social nicaragüense, y resurgió de forma pacífica o armada en las insurrecciones urbanas de 1978, generalizadas en 1979.
26Eugenio Varlín, miembro del Consejo Comunero, fue fusilado después de defender la última barricada de París; caído el 28 de mayo de 1871, la Semana Sangrienta que puso fin a la Comuna de París. Su oposición a la cooperativa anarquista hace decir a Marx en el Manifiesto sobre la guerra civil en Francia, que la cooperativa únicamente tiene sentido como “sociedades cooperativas que regulan la producción nacional”. De lo contrario, unas cooperativas anárquicas no son más que empresas que compiten en el mercado y venden al consumidor a precios de mercado (con plusvalía, hacen capital). Por lo mismo que Marx, en La Guerra Civil (1871) crítica la anarquía sindical de interese particulares de cada sindicato, y celebra que la Comuna declarara la Unión sindical. Carlos Marx: La Guerra Civil en Francia, editor F. Engels (1891).
27M. Harnecker: “La estrategia de la victoria”, en Revista Bohemia, Cuba, diciembre de 1979; en folleto, Managua, 1980; y que publicaremos próximamente en Temas Nicaragüenses.
28Francisco Rivera Quintero: La marca del Zorro (Managua, 1989). Libro editado por Sergio Ramírez quien hizo la trascripción de una grabación de las memorias de su autor, pero en distintas ediciones del libro aparece como autor Sergio Ramírez M. Desconozco a quien corresponden los derechos de autor.
29Muestra de la barbarie de la Guardia somocista, esos días en Managua, el asesinato del periodista
norteamericano Bill Stewart ante las cámaras de TV, el 20 de Junio de 1979. Sobre el extremismo criminal de la Guardia somocista, ver de Henry Briceño: Un Ejército dentro de un Ejército (San José, 1979), y de Richard Millet: Guardianes de la Dinastía (San José, 1979).
30Mónica Baltodano, editora: Memorias de la Lucha Sandinista (3 t.); Managua, 2011, tomo II, págs. 153-168. Hay edición online.
31Habla Marcos Largaespada en Memorias de la Lucha Sandinista t. II, editora Mónica Baltodano; Managua, 2011, pág. 157.
32ver Jaime Wheelock: Entre la Crisis y la Agresión (Managua, 1985). Entrevistas de Jaime Wheelock editadas por Marta Harnecker: “Vanguardia y revolucion en las sociedades perifericas” (México, 1986). Este concepto de “sociedades periféricas” viene del sincretismo de la Teoría de la Dependencia con la Sociología weberiana y el eclecticismo marxista historicista, y se utilizó como justificación retórica del modelo de desarrollo de sociedad agraria, para consumo de la izquierda enferma del socialismo sentimental.
33Esteban Duque en “Nicaragua 77/79”; Revista Temas Nicaragüenses Nro.39, julio 2011, págs. 148 y 150; cita de referencia a Miguel Obando: Agonía en el Bunker; Managua, 1990.
Publicado en Revista Temas Nicaragüenses Nro.100
35Nota: Tomo como fuente la información del periodista Edmundo Icaza Mendoza, en su Blog “Versos del mundo poético”: http://versedmun.blogspot.com.es/2015/01/hechos-sucesos-acontecimientos.html
Acumula, de forma espontánea y completa, una gran suma de datos de primera mano sobre el movimiento social en León de las décadas de los años cincuenta a setenta. El equivalente de más de un centenar de páginas en notas sueltas y documentos fotográficos. Anotaciones rápidas y en desorden como en cuaderno de bitácora, con la perspectiva de la inmediatez y cercanía de los hechos, hasta con descripciones del tipismo leonés. Llevado por su criterio periodístico de observador-informador. A contrapelo de la exaltación partidaria del nacionalsocialismo sandinista; pues da muestras, en el mismo blog, de tener formación y tendencia socialista internacionalista, diversa del populismo sandinista.
36Marta Harnecker: “La estrategia de la victoria”, en Revista Bohemia, Cuba, diciembre de 1979; en folleto, Managua, 1980.
37Decreto 429 de la Junta de Gobierno (Gaceta Nro. 128, 7 junio 1980). Un censo del que se filtró una copia a la prensa en el Hotel Camino Real, elaborado por Lesbia Carrasquilla el 20 de julio de 1979 por orden de Tomás Borge, daba cuarenta y ocho nacionalistas sandinistas en la estructura militar con la que después se formó la primera cadena de mando del nuevo Ejército Popular (populista, de conciliación de clases); más un censo de “colaboradores” y personas de confianza, incluidos militantes de los partidos de Unidad Nacional y “muchachos” de la insurrección, que era de varios cientos.
38ver del Blog de Edmundo Icaza, “Versos del mundo poético”, la sección “200 fotos de la insurrección”: http://versedmun.blogspot.com.es/search/label/200%20Fotos%20de%20la%20Insurrecci%C3%B3n%20y%20otras%20Hist%C3%B3ricas
39 Algunos universitarios trabajaban de maestros en los colegios de primaria y secundaria, de oficinistas en empresas o en otros oficios, incluidos músicos, etc. De modo que la comunidad universitaria en León recibía servicios, pero también ofrecía su trabajo. Convendría investigar este aspecto de relación económica y repercusión en las redes y estructuras sociales, y el movimiento estudiantil.
40Antes de esto, habían pasado frente a la catedral con dirección Sur, unos del inmediato pueblo indígena de Sutiava gritando contra una ocupación de tierras comunales (ejidos municipales de títulos indígenas) por alguien de apellido Argüello. Fue por el sonido de sus tambores que algunos estudiantes subimos a la terraza del colegio San Ramón, y vimos que llevaban una gigantona y un “viejito”, que el muñeco parecía ser el que caminaba y llevara a sus espaldas al portador. Antes, no sabíamos que había la marcha de los “pelones”.
Publicado en Revista Temas Nicaragüenses, No. 112 (agosto 2017). http://www.temasnicas.net/rtn112.pdf
42Revista Temas Nic. Nros. 83 y 100, marzo-2015 y agosto-2016. Ver también el subtítulo “Los fallos de los democristianos ante el movimiento comunal”, en el artic. “Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y la generación del Frente Estudiantil Demócrata Cristiano” (Temas Nic. Nro. 108 abril 2017).
43“Formas político-ideológicas del somocismo y el antisomocismo (segunda parte)” (Revista Temas Nic. 81, enero 2015); “Señas de la formación política de una generación de intelectuales” (Temas Nic. 86, mayo 2015). “Historia de las Ideas políticas en la literatura de “testimonio” de la insurrección popular”, sobre ideas de Carlos Núñez en Un Pueblo en Armas (Temas Nic. Nro.86, mayo 2015). “Onofre Guevara, de bandera roja socialista a rojinegra del Sandinismo (1945-1979)” (Temas Nic. 104, dic 2016). “EL CIAS de los jesuitas en la crisis política de Centroamérica la década de los setenta” (Temas Nic. 90, oct. 2015). “León Pallais, rector de la UCA, frente al “agustinismo político” (Temas Nic. 95, marzo 2016). “Historia del Movimiento Social Católico en Nicaragua” (Temas Nic. 97, mayo 2016). “Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y la generación del Frente Estudiantil Demócrata Cristiano” (Temas Nic. 108, abril 2017).
44Jaime Wheelock: “La victoria sandinista ha sido el fruto de una estrategia minuciosamente preparada”, entrevista aparecida en Le Monde, set. 1979, y reproducida en La Revolución Nicaragüense, editora Empar Pineda (Madrid, 1980), págs. 133-36.
45El popular rifle 22 (calibre 0.22 pulgadas = 5.6 mm) de caza de aves y pequeños mamíferos, importante en una economía subsistencia de grandes sectores de población; y la también popular pistola 38 (9 mm), pero más utilizada entre pequeños propietarios y comerciantes. Sin embargo, un terrateniente portaba “una 45”, en un país de cierta inseguridad, donde la visibilidad del arma era algo más que un signo de estatus, particularmente en la zona rural.
46véase: “Historia de las Ideas políticas en la literatura de “testimonio” de la insurrección popular”, en Temas Nic. Nro. 86, mayo 2015; ver además: “Los fallos de los democristianos ante el movimiento comunal”, en el artic. “Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y la generación del Frente Estudiantil Demócrata Cristiano” (Temas Nic. Nro. 108 abril 2017). Los mismos “comandantes guerrilleros” explican su incertidumbre, desconcierto, desorganización y escaso armamento al día 19 de julio de 1979.
47“La estrategia de la victoria”, entrevista de Humberto Ortega con Marta Harnecker, en La Revolución Nicaragüense, editora Empar Pineda (Madrid, 1980), págs. 165-206.
48Obra Citada, pág. 178.
49Obra citada, págs. 179-80. Las negritas son del autor del artículo.
50Obra citada, pág. 182.
51Obra citada, pág. 183.
52Obra citada, pág. 185.
53Se ha visto antes el papel de Manuel Mora Salas, responsable de Seguridad del partido Vanguardia Popular, e hijo del secretario general Manuel Mora Valverde. Quien aparece acompañando a Humberto Ortega en varios pasajes de su Epopeya de la Insurrección (Managua, 2004). Mora Salas también es mencionado como “comandante Ramiro” de la brigada internacionalista CALUFA, que dio apoyo táctico a los nacionalistas sandinistas. CALUFA viene del nombre de Carlos Luis Fallas, literato y líder obrero comunista costarricense. Véase “Historia de las Ideas políticas en la literatura de “testimonio” de la insurrección popular” y “Onofre Guevara, de bandera roja socialista a rojinegra del Sandinismo (1945-1979)”, en Temas Nic. Nros. 103-104, dic 2016.
54Fidel Castro: biografía a dos voces, edición ampliada y revisada en Cuba; editor Ignacio Ramonet, Barcelona, 2007, pág. 307. En Un Grano de Maíz: entrevista de Fidel Castro, por Tomás Borge (1992), en pág. 27 de la edición de 2009, Tomás Borge recuerda: “Ya se había logrado la unidad interna del FSLN, en un acto solemne y emotivo en La Habana, en febrero de 1979, con la presencia del propio Fidel, Manuel Piñeiro ("Bárbaroja") y los máximos dirigentes sandinistas...” Hubo un acto de firmas después de la reunión de acuerdos del mes de enero entre cabecillas de grupos sandinistas anárquicos, quitando el retórico “solemne” y de los “máximos dirigentes” sandinistas. Editado en https://elsudamericano.files.wordpress.com/2015/09/36-fidel-borge-coleccic3b3n.pdf
55Los hermanos Ortega fueron los principales con quienes se relacionaron del Campo Socialista en política de Defensa y Gobierno, hasta que Edward Shevarnadnaze, ministro de Exteriores soviético, avisó de la cancelación de la asistencia soviética en octubre de 1987. Más que por los Acuerdos de Esquipulas I y II, por un entendimiento con Washington que llevó a un desarme de la Guerra Fría, en que el Nacionalsandinismo era una ficha del tablero (Edward Shevarnadnaze: El Futuro Pertenece a la Libertad; Barcelona, 1991, págs. 46-84).
56Y, si es por el arte de inventar ideologías del nacionalsandinismo, valga de muestra la comparación de Confesión de amor (Managua, 1991) con Adiós muchachos (Madrid, 1999), ambas obras de Sergio Ramírez. En la primera exalta la Dirección nacionalsandinista, en particular a Daniel Ortega, y en la segunda los denigra. Una ideología del oportunismo.
57Sobre estructura de parentesco y grupos sociales, ver mi escrito sobre “Lo femenino indio en la cultura nicaragüense”, que elegí como primera publicación de estas notas de los años setenta y ochenta, en Temas Nicaragüenses (Nro. 64 agosto 2013).
58Edición digital en www.jaimewheelock.com
Texto aumentado del publicado en Revista Temas Nicaragüenses Diciembre 2014 Nro. 80
http://www.temasnicas.net/rtn80.pdf
60Este trabajo deduce las formas políticas de datos de series históricas, y las formas ideológicas se derivan de la frecuencia léxica (significantes).
61Un estudio sobre la Guardia Nacional, aunque sucinto, en Francisco Barbosa Miranda: Historia Militar de Nicaragua (Managua, 2007). La versión de Anastasio Somoza García sobre Sandino, en El Verdadero Sandino o el Calvario de las Segovias (Managua, 1936).
62Para un comentario sobre la ideología sincrética de la Sociología de Max Weber con cierto historicismo marxista que limita el alcance del análisis de la Teoría de la Dependencia en el trabajo de Wheelock, ver el apartado “El Historicismo “marxista” de la época en el pensamiento político de Antidio Cabal”, en el artículo “Antidio Cabal y el Historicismo marxista de una época”, en Revista Temas Nicaragüenses nro.78 (oct. 2014).
63Las memorias más documentadas y completas, a pesar del estilo más literario que de criterio político-ideológico: Tomás Borge: Paciente Impaciencia (Managua, 1989; edición revisada, 2010). Humberto Ortega: Epopeya de la Insurrección (Managua, 2004).
64Una copia de la carta de José Coronel viene a continuación en este nro. 80 de Temas Nicaragüenses. Reproducida en http://eduardoperezvalle.blogspot.com.es/2014/02/jose-coronel-urtecho-la-noche-del-21-de.html
65Los hubo GN que se formaban en la escuela de las Américas de la Zona del canal de Panamá, y en la década de los sesenta, algunos se entrenaron en academias militares centroeuropeas, como la francesa Ecole Militaire de Saint Cyr o la italiana de Civitavecchia. En estas dos academias estudiaron varios nicaragüenses como N. Martínez, L. Sánchez, P. Salazar. No todos volvieron más demócratas de su trato con las academias militares europeas.
66En setiembre de 1978 el coronel Bernardino Larios y cuatro coroneles más fueron dados de baja deshonrosa de la GN por planear una conspiración. Su baja y la actuación de la Guardia contra la insurrección popular sería criticada públicamente en enero de 1979 por el coronel Guillermo Mendieta.
67Carlos Fonseca narra su viaje al Congreso de la Juventud, en Un Nicaragüense en Moscú. Pero cuando lo escribe ya había abandonado la militancia socialista a cambio de una ideología nacionalista, lo que se refleja en su desideologización socialista. En adelante predominaría su nacionalismo y su antisomocismo, contrario al bipartidismo; abandonando cualquier formación partidaria de programa político de transformación social. Una caída en las formas de violencia anárquica, sin partido político y sin programa de participación en la lucha política.
68Sergio Ramírez Mercado es el editor de la redacción en Hombre del Caribe, no el autor de estas memorias, pero aparece como autor de una biografía. De la propiedad de los derechos de autor no tengo noticia.
69Orient Bolívar Juárez: José́ Juárez Espinoza: Rebeldía, conspiración y martirio de un patriota (Managua, 2010).
70Francisco Barbosa: Historia Militar de Nicaragua;Managua, 2007, pág. 189.
71Agustín Torres Lazo (exGN): La saga de los Somoza (2000). Francisco Boza Gutiérrez (exGN): Memorias de un soldado; Nicaragua y la Guardia Nacional, 1928-1979 (Managua, 2002). Mario Alfaro Alvarado (exGN): 43 años de dictadura dinástica (Managua, 2002). Sobre el exGN José Adolfo Alfaro, ver “Habla el que armó a Rigoberto López”, en: La prensa (Managua, 4 octubre 1979); reproducido en http://eduardoperezvalle.blogspot.com.es/2014/02/habla-el-que-armo-arigoberto-lopez.html.
Añado un testimonio no escrito: Un coronel en retiro, explicaba cómo la disidencia antisomocista en la Guardia provocó que algunos de la alta oficialidad fueran traspasados al cuerpo diplomático, para su envío al exterior a distintas embajadas. Él mismo había pasado a la embajada en San Salvador.
72La versión de Somoza Debayle sobre su caída del poder, en Anastasio Somoza Debayle: Nicaragua traicionada (1980).
73Cita de su obra Las ideas [contemporáneas] en Centroamérica, en “Constantino Láscaris Comneno, Historiador de las Ideas en Centroamérica”, en Revista Temas Nicaragüenses, Nro. 75. http://www.temasnicas.net/rtn75.pdf El Ms. Las ideas [contemporáneas] en Centroamérica, de Constantino Láscaris Comneno, está editado en Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica; número extraordinario, Vol. XXVII, no.65, San José, 1989.
74Ver Héctor Pérez: Breve Historia de Centroamérica; 5ª ed. 1990.
75Carlos Cuadra Pasos: El pensamiento político del Doctor Carlos Cuadra Pasos (Granada, 1950).
76El gobierno de Carlos Solórzano duró del 1 enero 1925 al 14 marzo 1926. Fue derrocado por el mismo Emiliano Chamorro con el “Lomazo” (asalto al cuartel de la Loma de Tiscapa, en Managua), que fue el origen de la guerra civil.
77Ver Apéndice 3: El tercer somocismo dentro de la “Doctrina Kissinger”.
78Jaime Wheelock: Imperialismo y Dictadura; 2ª ed. México, 1978, págs. 141 ss.
79Onofre Guevara: Cien años de Movimiento Social en Nicaragua; Managua, 2007, pág.64.
80El llamado “ajuste” de la doctrina Monetarista, propio de la economía de capital financiero que necesita mantener el valor de los saldos bancarios y sus intereses, lucha contra la inflación que resta valor a la moneda. Practica la contención de la masa monetaria en circulación (el monto de los salarios dispuesto al consumo), para rebajar la presión que ejerce la demanda sobre la oferta, con tendencia a la inflación. De donde, la política económica de reducción del Déficit Público, disminuyendo servicios públicos de gran componente salarial. Esta teoría se aplicó la década de los setenta, dentro de criterios políticos que sólo se harían públicos en 1980 con la serie televisiva y el libro Free To Choose, de Milton Friedman, inductor de la Teoría Monetarista.
81Hubo tres movimientos electorales con este nombre de Unidad Nacional Opositora (UNO): 1956, bajo el liderazgo del Partido Conservador de Emiliano Chamorro; 1966, bajo liderazgo del Partido Conservador y la candidatura de Fernando Agüero; 1989, bajo liderazo del Partido Conservador y la candidatura de Violeta Chamorro.
82Reformas menores de la Constitución de 1987, en 1990, 200 y 2004.
83Onofre Guevara: Cien años de Movimiento Social en Nicaragua; Managua, 2007, pág.64.
84“Contra”, apócope de “contrarrevolucionarios”. Nombre dado en los discursos de los comandantes sandinistas a las primeras “task force”, y a los partidarios de la Coordinadora Democrática, una coalición de partidos separados de la Unidad Nacional de 1979 para las elecciones de 1984.
85 Un ritual electoral del Partido Conservador, después de ir a las elecciones, declarar sistemáticamente cada elección como fraudulenta. Una forma de lavarse la cara de su papel en el consorcio bipartidista; precisamente, la razón de que fuera un partido minoritario.
86“Diputados zancudos”, llamados así por la figura de “hematófagos”, queriendo decir oportunistas.
87Aldo Díaz Lacayo: Gobernantes de Nicaragua (Managua, 1996).
88Aldo Díaz Lacayo: Gobernantes de Nicaragua (Managua, 1996).
89 Después de la toma de rehenes en la casa del ministro del Gobierno, José M. Castillo, el 27 de diciembre de 1974, se impuso la censura de prensa hasta setiembre de 1977.
90En la década de los setenta, medios de prensa daban supuestos datos de enrequicemiento repentino de Fernando Agüero después del pacto Conservador con el Partido Liberal.
91Una de las formas de enriquecimiento que se acusa a los Somoza, sería la subasta amañada de propiedades de familias de una “lista negra” de simpatizantes o vinculados a los gobiernos del Eje en la Segunda Guerra Mundial, tras la entrada de Nicaragua entre los Aliados. También se les acusó del aprovechamiento de la desgracia del terremoto de 1972, y hasta de alguna ayuda internacional. Aaunque se debería de tener en cuenta, que no solamente los Somoza hicieron negocio con las necesidades surgidas del terremoto. Por ejemplo, firmas de familias de la oposición conservadora ligadas a la construcción, como era lógico, también aumentaron su cartera de negocios con dineros del Gasto Público para la construcción de nuevos edificios. La denuncia periodística de desvío del cheque de ayuda de la Casa Blanca, aparece justificado como una compra de terrenos para damnificados en una propiedad de Somoza en Mateare, pero faltó transparencia en esta operación, aparte de la sobrevaloración del suelo, y que no hubo concurso imparcial de otras ofertas. Al final viene un apéndice sobre el terremoto, el comienzo del fin del somocismo.
92En cuanto al nepotismo dentro de la familia Somoza, aparte de los dos hijos Luis y Tachito, alcanzó a una media docena de cargos: embajador permanente en Washington, Guillermo Sevilla Sacasa, esposo de su hija Lilia Somoza Debayle. Otros familiares, hasta una docena, ocuparon temporalmente alguna embajada y consulado, algún ministerio, alguna alcaldía. Pero los puestos más importantes para sus familiares fueron la dirección del Banco Nacional, de la Lotería Nacional, de la Empresa pública de Luz y Fuerza, la empresa pública de Telecomunicaciones, y puestos de mando en la Guardia Nacional.
93Francisco Barbosa: Historia Militar de Nicaragua;Managua, 2007, págs. 253-333.
94Aldo Díaz Lacayo: Gobernantes de Nicaragua (Managua, 1996).
95Revista Temas Nicaragüenses nro.78 (octubre, 2014). http://www.temasnicas.net/rtn78.pdf
96A continuación de este artículo se publica íntegro el texto de la carta de José Coronel, tomado de http://eduardoperezvalle.blogspot.com.es/2014/02/jose-coronel-urtecho-la-noche-del-21-de.html
97Orient Bolívar Juárez: Biografía [de] Manuel Coronel Matus, 1864-1910: canciller de la Revolución Liberal (folleto de Ediciones Jano, Managua, 2008)
98Decía un coronel GN que fue la semana que duró con vida Anastasio Somoza, esos días del 21 al 29 de setiembre, lo que permitió a sus hijos controlar el gobierno y la Guardia; mientras que, si Somoza García hubiera muerto en el atentado se habría producido un vacío de poder. De todos modos, en la oficialidad GN quedaron sorprendidos por su habilidad para gestionar la situación, algo que no esperaban. Y decía que algunos oficiales pensaban, después, que debieron subir a estos dos en un avión y exiliarlos. Por otra parte, en 1970 (en casa de Rosa Borrero en Cali), un médico que había servido en la Zona del Canal, explicaba que Somoza se mantuvo en estado de coma después de la extracción de las balas, no sedado como se decía.
99Aunque de carácter anedótico, indica unas formas autoritarias, la declaración de Tachito en conferencia de prensa por Radiodifusora Nacional, a la vuelta de su viaje a Japón el año 1969: “Andan diciendo que soy un dictador, pero a ustedes les consta nuestras formas democráticas; y si no les consta, les va a constar”.
Revista Temas Nicaragüenses Nro. 81 enero 2015
http://www.temasnicas.net/rtn81.pdf
101Repito la nota inicial de la primera parte de este ensayo: derivo las formas políticas del trabajo sobre series históricas, y los elementos de ideología del análisis de la frecuencia léxica.
102Sobre esta manifestación, ver http://www.laprensa.com.ni/2014/10/28/reportajes-especiales/216209-la-manta-que-hizo-airar-al-tirano. El artículo de prensa de Francisco J. Lara sobre otra manifestación del 22 de enero de 1967: “No temas...” (El Nuevo Diario, Managua, 22 enero 2012), en http://www.elnuevodiario.com.ni/especiales/239365 viene ilustrado con una foto de Dionisio Marenco, del movimiento estudiantil demócratacristiano, arengando subido a un automóvil, tal como le habían enseñado técnicas de agitación en los Cursillos de Capacitación Social organizados por el jesuita Solón Guerrero en la Gruta Xavier en 1965.
103La entrevista fue publicada originalmente en la revista Bohemia en 1979, y editada en folleto en Managua, 1980.
104Esta fue una de las razones de la confianza de los partidos de la UNO, de que el Frente no era organización política y contaba con pocos cuadros (48 en el censo de Lesbia Carrasquilla el día 20 de julio de 1979). Dedicaré un artículo al Frente Sandinista en próximo Nro. de Temas nicaragüenses.
105Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director de La Prensa, era su propietario por herencia desde 1952; después de que La Prensa había servido a la propaganda del Pacto Liberal-Conservador “de los generales” Anastasio Somoza García y Emiliano Chamorro en 1950.
106El trabajo más completo en cuanto reunión de las pocas fuentes, con algún testimonio verosímil sobre esta manifestación de la UNO, es de Rafael Casanova: “El 22 de enero de 1967”, en http://casanovahistoria.blogspot.com.es/ El mismo autor reconoce la “necesidad de una versión más objetiva e integral”, pero añade más especulación al sobrevalorar actores y sus recursos reales, cuando dice cosas como: “desatar una insurrección popular, estilo “Bogotazo” en Managua”. También exagera los recursos en armas de fuego de los manifestantes, y al interpretar que algunos dirigentes de la UNO portaran armas cortas como si estuvieran dispuestos al combate. Pues, no toma en cuenta de que en Nicaragua era común en cierto estrato social (como los terratenientes) tener permiso de portación permanente de un arma. Aunque en la ciudad se disimulaba el arma, por lo cual la gente decía “se le ve la cacha de la pistola” debajo de la falda de la camisa (o la guayabera), o decían “lleva sobaquera” bajo la chaqueta. También hay un artículo de prensa de cierta calidad descriptiva, de Francisco J. Lara: “No temas...” (El Nuevo Diario, Managua, 22 enero 2012). http://www.elnuevodiario.com.ni/especiales/239365 Los comentarios del foro de lectores son pertinentes.
107Un testimonio de Bernardo Arauz que refiere Rafael Casanova, da idea de la escisión en el Partido Socialista por el enfrentamiento armado con la Guardia, y demuestra que el 22 de enero solamente se buscó la provocación de la Guardia: “A nosotros no nos dijeron nada oficial, venimos a la reunión de la CCTAN [sindicato campesino del Partido Socialista]... y después nos fuimos a la manifestación. En el Partido había distintos punto de vista, después en abril [1967] se dividieron “de viaje”. Unos solo nos dijeron que había que irse al finalizar las intervenciones, pero otros que había que plantarnos, y si la cosa se ponía fea había que contestarle a la guardia, todos nosotros andábamos unas pistolas viejas 38 [9 mm]... Allí vimos a algunos compañeros del Partido [Socialista]... enfrentarse a tiros con la guardia, nosotros le volamos los tiros que andábamos [atención, el informante no dice a qué distancia y desde cuál posición]. Pero todo esto lo hicimos por nuestra cuenta, no hubo organización, orientación, nada. Con mucho trabajo volvimos a las comarcas todo aquel campesinado del Norte”. Otro testimonio de fuera del PSN, el campesino César Ramírez organizado en los Comités electorales de la UNO (CIVES) : “... de primas a primeras nos dijeron que íbamos a volarle bala a la guardia, todos veníamos con pistolas y algunos riflitos 22... Cuando comienzan los tiros, yo tengo una 38 y los guardias en fila los agarrábamos al pulso,... porque a esa hora la guardia tiraba a la loca, la gente a veces corriendo nos estorbaba el tiro a nosotros,... [de un Jeep] nos pasaban tiros, yo cargué varias veces hasta que ya replegado en una esquina, me quedé sin tiros, los del jeep se me perdieron. Serían entre las once y las doce cuando hago viaje [a estas horas de la noche, este hombre andaría deambulando más que en un enfrentamiento concentrado con tropa de la Guardia]... Te digo que si a esos indios, nos hubieran organizado bien, la guardia la hubiera “divisado” ese 22 de enero”.
108Rafael Casanova sobrevalora los hechos al comparar la manifestación con los levantamientos de Monimbó y las insurrecciones de 1978, que tuvieron como constante la espontaneidad popular más que la organización que se atribuyen distintos grupos del Frente Sandinista. Idealizar como gesta literaria del Frente Sandinista las insurrecciones 1978-79, hace que no sea consciente de la derrota que representó para el pueblo caer en el populismo del nacionalismo sandinista. Y su exaltación del Frente Sandinista, al que supone “desprenderse de las opciones conservadoras y a confiar en una alternativa revolucionaria, para provocar un desplazamiento del aparato de dominación capitalista”, en la realidad queda que el Frente Sandinista no se desprendió del conservadurismo con el que formó el Gobierno de Reconstrucciona Nacional (1979-85), ni ha sido anticapitalista sino de la “burguesía patriótica”.
109Fue común en el somocismo que hubiera presos “de conciencia”, pero el investigador debería de ser preciso en el dato. Especificar si la prisión era por una acción con muerte de otro ciudadano, o por causa de un tribunal corrupto. Si nos atenemos a las dos veces que se liberó la práctica totalidad de presos de grupos del Frente Sandinista en la década de los setenta (con la toma de rehenes en 1974 y 1978), se puede cuantificar el dato y no era para “llenar” las cárceles. Lo que no disminuye la realidad de la represión somocista, pero son datos verificables.
110Una anécdota personal. En un lugar que no hace falta mencionar, cuando un votante se acercó al centro electoral, el alcalde que estaba presidiendo la mesa lo llamó directamente para entregarle las “magníficas” (nombre derivado de un amuleto popular llamado “magnificat” que vendía el clero), una tarjeta comprobante de haber votado por Somoza. Una para cada miembro de la familia, incluidos los hijos menores de edad. Estas “magníficas” servían como amuleto protector si eras detenido por la policía o para realizar trámites burocráticos. La pulcritud jurídica del voto es una cultura política que solamente en las últimas décadas se está desarrollando en Nicaragua.
111Según Tomás Borge, en Paciente Impaciencia (pág. 142), Luis Cardenal, un colaborador ocasional suyo, era primo hermano de Pedro Joaquín al tiempo que primo político de los hermanos Somoza. La esposa de Tachito, Hope Portocarrero, prima hermana de un reconocido cabeza de fila del Partido Conservador, Adolfo Calero Portocarrero.
112Una comisión del Congreso de EU había atendido al jesuita Fernando Cardenal con denuncias sobre crímenes contra la Carta de los Derechos Humanos, pero Somoza aducía que ya eran causas presentadas a los tribunales de Justicia nicaragüense.
113El somocismo trató de vincular esta disidencia de Ramiro Sacasa, pariente del Presidente Juan B. Sacasa derrocado por el primer Somoza, con una conspiración deFrancisco Aguirre Baca en 1947 contra Anastasio Somoza García. Pero Ramiro Sacasa Guerrero lo rechazó como parte de la campaña en contra de su escisión del Partido Liberal, declarando “no soy amigo de asesinos”.
114Confederación General del Trabajo Independiente (CGTI) y la Central de Trabajadores de Nicaragua (CTN).
115La doctrina socialcristiana deriva de las encíclicas Rerum Novarum (1891) y de Quadragesimo Anno (1931), de un Estado corporativo, organizado verticalmente (jerárquicamente) por estamentos sociales. Pero esta doctrina evolucionó con la Democracia Cristiana hacia formas de democracia representativa pluripartidista en la posguerra de la IIGM.
116Ver mis trabajos “Lo femenino indio en la cultura nicaragüense” (Revista Temas Nicaragüenses Nro. 64); “Pablo Antonio Cuadra, la invención del mestizo y el discurso de una cultura nacional nicaragüense” (Revista Temas Nicaragüenses Nro. 70).
117El Movimiento Social Católico de entreguerras y el posterior Movimiento Internacional de Estudiantes Católicos (MIEC), deriva de la Acción Católica.
118Onofre Guevara hace un comentario favorable al libro de Rafael Casanova Fuertes: Bordes ocultos, el entretejido de nuestra historia (Managua, 2013). http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/287267-mirando-bordes-ocultos
119Tomás Borge: Paciente Impaciencia; Managua, 1989, pág. 558.
120Este libro fue editado por Sergio Ramírez que hizo la trascripción de una grabación de las memorias de su autor Francisco Rivera Quintero, pero en distintas ediciones del libro aparece como autor Sergio Ramírez. Desconozco a quien corresponden los derechos de autor.
121Humberto Ortega, obra citada, pág. 289.
122En esa ocasión, Carlos Fonseca reconoce una descordinación con el grupo Frente Sandinista de Jacinto Baca: “es cierto que él ha llevado a cabo cierta actividad fuera del FSLN. ...no considerábamos conveniente el secuestro de Venerio”. Sus declaraciones fueron publicadas en Managua: “Carlos Fonseca Habló...” (La Prensa, 4 set. 1969); “Nacido para la insurrección” (Extra, 7 setiembre 1969); “Carlos Fonseca Amador, Pedro Joaquín Chamorro y Fernando Agüero” (Extra, 14 de set. 1969). Vienen reproducidos en el blog de Eduardo Pérez Valle
http://eduardoperezvalle.blogspot.com.es/2014/05/carlos-fonseca-por-los-codos.html
http://eduardoperezvalle.blogspot.com.es/2014/02/declaraciones-del-comandante-carlos.html
http://eduardoperezvalle.blogspot.com.es/2014/06/carlos-fonseca-amador-pedro-joaquin.html
123Por ejemplo, el muy conmemorado ataque al cuartel de san Carlos en el río san Juan (13 octubre 1977) demostró improvisación y voluntarismo. Según Humberto Ortega, formaba farte de un plan de atacar el mismo día los cuateles GN en Granada, Masaya, Chinandega, Cárdenas y Dipilto. Pero Humberto Orgega comunica desde Costa Rica que no están preparados para el ataque conjunto. El grupo de San Carlos toma su propia iniciativa. Sólo en Dipilto se realizo otro ataque. Por lo que se ha publicado en diversas memorias y conmemoraciones, tenían planes de tomar rehenes a unos oficiales de la Guardia en una fiesta del alcalde la noche anterior, supuestamente emborrachándolos, o se los emborracharía para que amanecieran incapaces de combatir. Un plan extraño, pudieron fallar sus infiltrados y el operativo no funcionó; peor aún, era descoordinado, pues se anticiparían en varias horas a la llegada del comando de Solentiname hasta la madrugada. Por la noche, el grupo de Solentiname desembarca en una orilla de lago alejada de san Carlos, pero no conocen el camino y se desorientan durante varias horas en la oscuridad, hasta dar con un camino que los lleva a san Carlos. No habían cortado las comunicaciones telegráficas o dañado las antenas de radio del comando de la Guardia (aunque tendrían equipos portátiles de comunicaciones), y estos alcanzan a pedir auxilo. No se ha tenido en cuenta que muy cerca a ocho kilómetros, en Morrillo, hay un destacamento del cuerpo de elite de la Guardia (EEBI). Sobra decir que los atacantes sufrieron bajas importantes y huyeron en desorden hacia la frontera de Costa Rica, dejando un herido. No hay registro documental de cuántos fueron las bajas, porque en estas acciones de los grupos del Frente Sandinista mueven a voluntad las cifras de atacantes, de bajas propias y enemigas, y convierten las acciones en recreaciones de gesta literaria.
124Censo realizado por Lesbia Carrasquilla el 20 de julio 1979. De estos 48 militantes del Frente Sandinista surgió la primera cadena de mando militar del nuevo Ejército, y de 500 “colaboradores” de partidos de la Unidad Nacional salió el funcionariado del Gobierno de Reconstrucción. Lo que denota que ese día la Dirección Nacional ya ha asumido la función de Jefatura militar del Estado, y está preparando el Estado corporativo con estos colaboradores, porque no tiene militancia de partido.
125Comparecencia ante la prensa en la Penitenciaría de San José (1969) antes citada.
126Tomás Borge: Paciente Impaciencia (edic. 1989), pág. 187.
127En Tomás Borge, obra citada, págs. 176-78.
128El “volk” alemán o “il popolo” italiano. Pero lo volvería a poner de actualidad la FLACSO en el XVI Congreso de Sociología (Managua, 1983) con la ponencia inaugural de Pablo González Casanova sobre la “Categoría “pueblo” en la revolución popular sandinista”.
129obra citada, págs. 323-332.
130obra citada, págs. 323-325.
131Años antes de su militarización, alguien viendo a unos guardias civiles vigilando una manifestación de universitarios en el parque central de San José, me comentó que le preocuba más la seguridad de los guardias que de los manifestantes.
Texto ligeramente ampliado respecto del publicado en Temas Nic. Nro.86, mayo 2015
http://www.temasnicas.net/rtn86.pdf
133Jorge Eduardo Arellano: Antología del Ensayo Nicaragüense (1909-1979); Academia de Geografía e Historia, Managua, 2014.
134Pongo ejemplos de la generación formada como intelectuales políticos en las décadas sesenta y setenta. Como puede ser Adiós Muchachos (1999), un libro de anécdotas de un vicepresidente Sergio Ramírez (político activo la década de los setenta), compuesto con juicios de valor sin crítica político-ideológica alguna. Yoconda Belli escribe País Bajo mi Piel (2001), de percepciones sensoriales o sensuales sobre su activismo en los setenta, pero sin argumento ideológico. Revolución Perdida (2004), que describe la actividad política de Ernesto Cardenal en la década de los años setenta, pero no explica proyecto político ideológico alguno, ni el por qué o para qué del ejercicio como ministro de gobierno en la siguiente década. Y la persona más veces nombrada por Ernesto Cardenal en todo el libro (Rosario Murillo aparece mencionada explícitamente en tres docenas de lugares como personaje antagónico) es por un ajuste de cuentas de inquerida relación. Presenta como elecciones místicas sus decisiones radicales de los años setenta. No explica las contradiciones políticas entre Ministerio de Cultura y Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura, o entre el Directorio Nacional y el Gobierno de Reconstrucción.
135J. E. Arellano: Antología del Ensayo Nicaragüense (1909-1979). Págs. 202-12.
136Sobre aspectos prácticos del nacional sandinismo publiqué antes, en Formas político-ideológicas del somocismo y el antisomocismo (segunda parte) (Revista Temas Nicaragüenses Nro. 81 enero 2015 http://www.temasnicas.net/rtn81.pdf) los apartados: “La violencia anárquica antisomocista de distintos grupos nacionalistas”. “El voluntarismo en el Frente Sandinista”. “Carlos Fonseca contra la anarquía del Frente Sandinista”. “Las limitaciones ideológicas del Movimiento Nacional del Frente Sandinista”.
137J. E. Arellano: Antología del Ensayo Nicaragüense (1909-1979). Págs. 212-17.
138“Salomón de la Selva, su pensamiento socialista” (Temas Nicaragüenses, Nro. 79, noviembre-2014) http://www.temasnicas.net/rtn79.pdf “La sociedad nicaragüense en la obra de Salomón de la Selva” (Temas Nicaragüenses Nro. 85, mayo 2015) http://temasnicas.net/rtn85.pdf.
139Nota: pongo entre corchetes el apellido del padre ausente de Carlos Fonseca para diferenciarlo en las citas de Fonseca Terán. Sobre sistemas de parentesco y filiación en Nicaragua, ver “Lo femenino indio en la cultura nicaragüense”, en Temas Nicaragüenses No.64 (agosto 2013).
140“Augusto Sandino: Plan de realización del supremo sueño de Bolívar”, en Revista Temas Nicaragüenses Nro.78, octubre, 2014. http://www.temasnicas.net/rtn78.pdf
141“Don Sal” de Stefan Baciú: Salomón de la Selva y el malentendido de Ernesto Cardenal”, en Temas Nicaragüenses Nro. 83, marzo 2015.
142J. E. Arellano: Antología del Ensayo Nicaragüense (1909-1979). Págs. 241-45.
143J. E. Arellano: Antología del Ensayo Nicaragüense (1909-1979). Págs. 245-49. Texto editado por José Emilio Balladares en “Pedro Joaquín Chamorro C.: Tres décadas de pensamiento editorial”; Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, Nro.158, enero-marzo 1971.
144La Prensa Cincuentenario 1926-1976; editor Mario Cajina Vega, Managua, 1978, pág. 130.
145Observo más aspectos en “El “lomazo” del 22 de enero de 1967 o el guión de “Olama y Mollejones 2ª Parte”, en “Formas político-ideológicas del somocismo y el antisomocismo (segunda parte)” Revista Temas Nicaragüenses, enero 2015, Nro. 81. http://www.temasnicas.net/rtn81.pdf
146El trabajo más completo en cuanto reunión de las pocas fuentes, con algún testimonio verosímil sobre esta manifestación de la UNO, es de Rafael Casanova: “El 22 de enero de 1967”, en http://casanovahistoria.blogspot.com.es/ El mismo autor reconoce la “necesidad de una versión más objetiva e integral”, pero añade más especulación al sobrevalorar actores y sus recursos reales, cuando dice cosas como: “desatar una insurrección popular, estilo “Bogotazo” en Managua”. Y exagera los recursos en armas de fuego de los manifestantes. También hay un artículo de prensa de cierta calidad descriptiva, de Francisco J. Lara: “No temas...” (El Nuevo Diario, Managua, 22 enero 2012). http://www.elnuevodiario.com.ni/especiales/239365 Los comentarios del foro de lectores de este artículo son pertinentes.
147En la cita anteior, Rafael Casanova habla de la “necesidad de una versión más objetiva e integral”. Esto vale también para un libro por lo general documentado en su parte histórica (pretexto de un curioso ensayo filosófico muy intuitivo y poco deductivo), pero con lagunas como esta de la supuesta “Masacre del 22 de enero”, que no suministra ningún dato concreto de prueba de tal “masacre” propagada por titulares de La Prensa. Su descripción de los “cañonazos” sobre los dirigentes de la manifestación habría destruido varias veces su refugio del pequeño Gran Hotel: “una feroz actividad bélica... una escuadra de tanquetas [¿en las estrechas calles de Managua?]... pone sitio a cañonazos durante toda la noche a los manifestantes que se encuentran en el hotel” (Humberto Ortega: Epopeya de la insurrección, Managua, 2004, págs. 176-77). Léase que los dirigentes de la manifestación estaban sitiados por la guardia. Esta literatura de testimonio onírico es propia de una cultura popular de la exageración, fomentada por medios de prensa sensacionalista. Sus descripciones se deben ponderar cuantificando los elementos citados y las omisiones, para relativizar la magnificación del imaginario narrativo.
148Un testimonio de Bernardo Arauz que refiere Rafael Casanova, da idea de la escisión en el Partido Socialista por el enfrentamiento armado con la Guardia; que la dirección del partido se opuso, y demuestra que el 22 de enero se buscó la provocación de la Guardia.
149Sobre la manifestación del 22 de enero de 1967, tengo un recuerdo que trasciende la anécdota personal. En Italia, días después de los titulares de prensa en primera plana que reproducían comunicados sobre la “masacre” del 22 de enero en Managua, asistí a una audiencia de Paulo VI en el palacio Vaticano con estudiantes representantes de las residencias universitarias en Roma. Después de la alocución papal, acompañado del rector jesuita de la residencia universitaria, en el momento del saludo personal a los representantes, tomé firmemente la mano de Paulo VI y le digo “soy de Nicaragua”. Omito más detalles, pero sus principales palabras en italiano fueron: “Nicaragua, que está pasando momentos difíciles...” Con esto quiero subrayar la trascendencia internacional de aquella acción organizada por Pedro Joaquín en su aspecto mediático. Y tengo la idea de que, a partir de entonces, en Nicaragua se hacen manifestaciones políticas pensando más en el revuelo mediático en el exterior que en la base social de la movilización. Particularmente, desde que los partidos y las ONGs dependen de fondos de ayuda exterior. Es otro vicio invalidante, característico de la política local por comparación con sociedades políticas similares a la nicaragüense.
150Formas político-ideológicas del somocismo y el antisomocismo (primera parte), en Revista Temas Nicaragüenses, Diciembre 2014, Nro. 80. http://www.temasnicas.net/rtn80.pdf
151Isolda Rodríguez Rosales: “La Restauración Conservadora y la creación de colegios religiosos”, en este número de Temas Nicaragüenses.
Ampliado de la publicación en revista Temas Nicaragüenses Nro. 103 Nov. 2016 http://temasnicas.net/rtn103.pdf
153Carlos Núñez: El pueblo en Armas. Las citas son de la edición a cargo de Roberto Sánchez, publicado por Asamblea Nacional, Managua, 2013. La primera edición se hizo en la Serie Testimonio Revolucionario, nro. 1, Managua, 1979. Se obtiene una copia de la edición citada en:
http://www.asamblea.gob.ni/ediciones/un-pueblo-en-armas.pdf
154Unión Democrática de Liberación, coalición de partidos antisomocistas fundada en 1974 por Pedro Joaquín Chamorro desde su periódico-partido La Prensa; con la exclusión del Partido Conservador, sustituido por Acción Conservadora (después, Partido Conservador Demócrata, de Rafael Córdova Rivas).
155Victoria decían en la República Romana, y entre los republicanos norteamericanos y franceses, para referirse a la gesta; y Triunfo era la marcha sobre el Foro Romano para celebrar la Victoria. La Victoria era una diosa, mientras el Triunfo era un protocolo posterior de marcha triunfal, y paso bajo arcos del triunfo. La “Marcha triunfal” de Rubén Darío tiene este significado. Las fechas y las palabras tienen su lógica. Aunque en el uso, la palabra “triunfo” ha adquirido la connotación de “victoria”, aprovecho su forma latina para resaltar esta diferencia en el simbolismo de la elección de una fecha conmemorativa.
156Dora María Téllez: “Tener ideales y luchar por ellos”, en Memorias de la Lucha Sandinista, editora: Mónica Baltodano, tomo 3; Managua, 2010, págs.. 363-378.
https://memoriasdelaluchasandinista.org/view_stories.php?id=54
157 Una prueba de la escasez de armamento del Frente Interno en Managua: el único abastecimiento de armas para el Frente en Managua dependió de una avioneta Piper Navajo: “penetró hasta la Zona Oriental [de Managua] y en vuelos rasantes dejó caer su preciosa carga y municiones, si bien buena parte de ellas se habían dañado por el golpe al caer” (pág. 83). Esta avioneta tiene una capacidad de carga equivalente a 5 pasajeros, y tal capacidad de carga se reduce según la cantidad de combustible que debe llevar para hacer un vuelo de ida y vuelta desde un aeropuerto en el interior de Costa Rica, más el peso del ayudante que debe lanzar las armas desde el aire. Por tanto, no podía abastecer cantidades de armamento como para enfrentarse a la GN. Y este fue el único abastecimiento que tuvo el llamado “Estado Mayor” de Managua, antes de su retirada a Masaya. Una comparación de escala no da números suficientes para que el Frente representara una amenaza para la GN. Una demostración más de que la GN no fue derrotada militarmente sino por las comunas en desobediencia civil.
158 Violeta Chamorro y su Junta de Gobierno del exilio no entraran a Managua liberada por el movimiento comunal, acompañados con la garantía de representantes de gobiernos latinoamericanos que le habían dado reconocimiento. En cambio, llega clandestinamente en una avioneta a León, de donde entra a Managua bajo la protección de otro miembro de la Junta, Daniel Ortega. Esa fue la mayor operación de astucia del sandinismo, tener rehén a la presidenta de la Junta de Gobierno de Reconstrucción.
159 Por mi libertad de expresión, nunca he militado en partido alguno, pero tuve conocimiento de esta representación en Europa y lo publiqué en una nota extensa: “El comité barcelonés de solidaridad con Nicaragua”, en Temas Nicaragüenses, Nro. 83.
160 Un libro de memorias de los integrantes de estas brigadas: Los amigos venían del Sur (San José, 2014), editado por José Picado, conocido como “Inti” en la brigada Calufa. Manuel Mora Salas, hijo de Manuel Mora Valverde, quien por esos días era Secretario General del partido comunista Vanguardia Popular, dirigió la brigada Calufa como “comandante Ramiro”. Manuel Mora Salas, con formación militar en la URSS era responsable de seguridad del Partido Vanguardia Popular, y estableció relación con Humberto Ortega Saavedra desde 1978; por lo cual, Humberto Ortega menciona su compañía inmediata en pasajes de su libro Epopeya de la Insurrección.
161 ver también en el nro. 86 de Temas Nicaragüenses una carta al director de la revista con anotaciones sobre formación ideológica socialista en las universidades, de parte de profesores del Campo Socialista. Pero sin base en una organización partidaria, aquella formación no valía para la intervención en la práctica social. En el nro. 90 de Temas nicaragüenses, sobre “El CIAS de los jesuitas en la crisis política de Centroamérica la década de los setenta”, se comenta la difusión de una versión socialcristiana pseudomarxista contra el Materialismo Histórico del manual de Konstantinov para alumnos del curso básico universitario, que había sido puesto por los asesores internacionalistas del Campo Socialista en el Consejo Nacional de la Educación Superior – CNES.
162Estos decretos se han consultado en la Biblioteca Enrique Bolaños:
http://sajurin.enriquebolanos.org/vega/sennin.jsp?search=new&query=&idcollection=24&idlink=46&materia_filter=0
163En biblioteca on line Enrique Bolaños se encuentra el discurso completo, en
http://www.enriquebolanos.org/data/media/book/Documento_Humberto_Ortega_en_1981.pdf
164 Esta fue la razón de que el ministerio de Cultura programara la Feria del Maíz, para potenciar la costumbre de la tortilla de maíz que había disminuido por el consumo de pan de bollo de harina refinada, y porque no gustaba el pan más natural con costra y miga densa de harina de punto grueso. Se editó un número especial de la Revista Cultural NICARAUAC: El maíz nuestra raíz, Xilonem, I Feria Nicaragüense del Maíz (mayo, 1981).
165Carl Bernteisn y Marco Politi: His Holiness (1996); hay versión castellana: Su Santidad (1996). Carl Bernstein, el periodista de investigación que destapó el “Water Gate”, había publicado antes un artíc. “The holly alliance”, en Time (24 febrero, 1992).
166 En pág. 155, Carlos Núñez describe y argumenta en su testimonio un fusilamiento sumario, sin ninguna consideración del prisionero por la leyes del Derecho de Guerra de la Haya, 1919, y de Ginebra, 1948.
167 Los datos de Pueblo Unido los tomo de “Boletín para el exterior”, noviembre de 1978; los datos de coaliciones Frente Patriótico y Frente Amplio los tomo del Decreto de constitución del Consejo de Estado. En próximo artículo reconoceré precisiones que agradezco a Onofre Guevara sobre el PSN.
168Era la casa de habitación de Lesbia Carrasquilla en El Dorado, a quien entrevisté sobre estos hechos en su viaje a Barcelona, 1980; y en su nueva vivienda en julio y agosto de 1983, cuando la visité en compañía de un funcionario socialcristiano del Ministerio de Vivienda.
169sobre el eclecticismo ideológico del Sandinismo, ver sobre Carlos Fonseca y Fernando Gordillo, “Señas de la formación política de una generación de intelectuales”, en Temas Nicaragüenses, Nro. 86; sobre carencias políticas e ideológicas en proclamas del Frente Sandinista, ver los apartados “La violencia anárquica antisomocista de distintos grupos nacionalistas”, “El voluntarismo en el Frente Sandinista”, “Carlos Fonseca contra la anarquía del Frente Sandinista”, en “Formas político-ideológicas del somocismo y el antisomocismo (segunda parte)”, Temas Nic. Nro. 81.
170Francisco Rivera Quintero: La marca del Zorro; Managua, 1989. Aunque en la edición de Mondadori aparece Sergio Ramírez como autor, el autor de los relatos grabados y reproducidos es Francisco Rivera Quintero, y Sergio Ramírez debería aparecer como editor. Desconozco los derechos de copy right.
Publicado en Temas Nic. 104, dic 2016. http://temasnicas.net/rtn104.pdf
173“Chagüitillo”: de “chagüite”, por “suampo”, “aguazal” de la plantación de guineo, banano o plátanos; entre los nicaragüenses, se dice del discurso de retórica popular en arengas de manifestaciones.
174Onofre Guevara: “Los primeros pasos de la clase obrera”, en Memorias de la Lucha Sandinista T. 1, editora Mónica Baltodano (Managua, 2010, 2011), págs. 268-84.
https://memoriasdelaluchasandinista.org/media/books/14.stories.pdf
175Cooperantes que ignoran la diferencia cultural, confunden el lenguaje de simbolismo moral y práctica social indígena con su religiosidad conceptual de divinidades grecolatina o judeocristiana; extranjeros bien aceptados por la élite dominante, porque distraen con parches el abandono de las necesidades sociales; desconocedores de la realidad que, por ejemplo, a un país con electricidad de 60Hz (Nicaragua), llevan equipos de 50Hz (España), y cuando funcionan generan dependencia tecnológica; reproducen la relación neocolonial de la “ayuda” que encubre el intercambio desigual; justifican su función individual de excedente social como intermediarios de la “cooperación”, mientras apaciguan su mala conciencia, y pueden ignorar las condiciones de individuos conocidos de su propia sociedad; mimados por las élites locales, porque ocupan, distraen y desmovilizan a los líderes naturales de la comunidad; introducen formas occidentales de competencia en economías mutualistas (por caso, una ONG en Managua dotó de camioneta a una líder natural entre los recicladores de basura para un programa de "pequeña empresa"; así la convirtió en intermediaria con la industria del reciclaje, les descuenta a voluntad el "valor" de transporte y estos trabajan dos horas más en el basurero; al poco tiempo invirtió en otra camioneta que puso en el basurero de León, desorganizando un sistema de cooperación en lugar de mejorarlo). Feministas que centran únicamente en el abuso y el acoso de género, omitiendo que es parte del complejo de abuso y acoso del sistema de relaciones sociales; que confunden el machismo del sistema de parentesco patriarcal euroccidental con el machismo de familia matriarcal de "abuela madre" nicaragüense; o que realizan una encuesta de sexualidad entre mujeres analfabetas nicaragüenses, similar al de Shere Hite con un léxico escolar de Anatomía, ininteligible a las encuestadas y ajeno a su sensibilidad cultural. Anarquistas que reducen la lucha social de clases, que es de relación económica, a la violencia política. Ecologistas-animalistas que no se despegan de su parafernalia electrónica y automotriz, pero rechazan las formas ecológicas científico-tecnológicas de gestión de la naturaleza, porque idealizan la vida natural en un planeta ya tecnificado y destruidos los habitats naturales (la fauna supuestamente salvaje vive entre las ruedas de los 4x4 de los turistas, o nada entre las cámaras de los submarinistas en los arrecifes; y se alimenta en los basureros de los hoteles “resort” o se atraganta con los envases de plástico). Otros del excedente social reconocen su idealismo mediante el escapismo de la sanación de sectas esotéricas, y por lo menos no distraen a los trabajadores de la organización social por sus condiciones materiales.
176Para el proceso de descolonización y el mantenimiento del orden neocolonial, y los movimientos de liberación nacional, ver “Tratados de Cooperación del Campo Socialista con Nicaragua (1980-83)”, Temas Nicaragüenses Nro. 87.
177ver la parte sobre Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en “Señas de la formación política de una generación de intelectuales”, en Temas Nicaragüenses Nro. 86.
178Ver la composición de Movimiento Pueblo Unido, Frente Patriótico, Frente Amplio Opositor y las organizaciones empresariales, en “Historia de las Ideas políticas en la literatura de “testimonio” de la insurrección popular” (Temas Nicaragüenses, Nro. 103).
179Llamo la atención que, en la prensa del momento aparece un segundo PSN y una Juventud Socialista, escisión que no reconocen al PSN original del secretario general Domingo Sánchez, aparte de los que individualmente ya se declaraban sandinistas. Este segundo PSN terminó dentro del Frente Sandinista reconocido como partido en el Estatuto Fundamental del 20 de julio de 1979.
180Onofre Guevara, Obra citada. El paso de Lombardo Toledano por Nicaragua no es casual, como lo he mencionado en otros escritos. Viaja por las capitales de América Latina, enviado por el Partido Comunista mexicano para fundar Confederación Latinoamericana de Trabajadores – CGTAL. Coincide el paso por Nicaragua con la fundación del PSN y la campaña electoral de Somoza, del Partido Liberal Nacional que había adoptado el Movimiento Nacional y populista. Este Movimiento Nacional, reflejado en el cambio de nombre del Partido Liberal por “Liberal Nacional”, era acorde con los Movimientos Nacionales europeos de entreguerras y el nacionalismo latinoamericano, del mexicano Lázaro Cardenas y el brasileño Getulio Vargas al argentino Perón.
181Obra citada
182Sobre la “masacre del 22 de enero de 1967”, publicada en La Prensa, ver la parte sobre Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en “Señas de la formación política de una generación de intelectuales”, en Temas Nicaragüenses Nro. 86.
183Una anécdota puede valer de ilustración. Cuando se discutía la nueva Ley Electoral en el Consejo de Estado, me encontraba en Nicaragua el segundo semestre de 1983 invitado por Joaquín Solís Piura, presidente del Consejo Nacional de la Educación Superior (conservo su carta). Por esos días, acompañé más de una vez al rector Humberto López en su vehículo, junto a un pequeño grupo de profesores de Materialismo Histórico y Dialéctico del Departamento de Ciencias Sociales de la UNAN, para asistir al debate de la Ley Electoral. Me llamó la atención que estos profesores optaban por reunirse con Domingo Sánchez y darle apoyo a su discurso antes que a los representantes de la bancada sandinista. Y tenían razones ideológicas. Lo digo como testimonio de que había conciencia de la distinción ideológica entre el representante del PSN y la bancada sandinista. Hasta en el comedor, que estaba junto a la cámara, a la hora de la comida estos camaradas (no diría “compañeros”) se sentaban en su mesa.Y puedo mencionar sus nombres si ellos me autorizan. Aparte, la expresión “compañeros”, frente a la de “camaradas”, es una seña léxica del anarquismo en Europa.