En 1936, bajo el régimen del General Lázaro Cárdenas Del Río, el más profundamente nacionalista y democrático Presidente de la República de nuestra historia contemporánea, tuvo lugar la creación del Instituto Politécnico Nacional como una de las más importantes estrategias educativas, particularmente en materia de Enseñanza Tecnológica, misma que fue concebida como el soporte fundamental para el desarrollo del País.
Sólo un régimen presidencial con esas características, era lo suficientemente sensible para captar los alcances de la creación, dentro del naciente Instituto, de una carrera de medicina con la inclinación social necesaria para extender los servicios de salud al campo mexicano y a las clases económicamente desprotegidas.
La idea se gestaba desde principios de los años 30 del siglo pasado, a partir de un destacado grupo de valiosos mexicanos intelectuales, políticos, médicos, sociólogos, antropólogos y etnólogos, que percibían la necesidad de los mexicanos de un profesional médico con ciertas características muy especiales en cuanto a la capacidad y a la disposición para hacer frente a los enormes problemas que, en materia de salud, experimentaban miles de compatriotas en el ámbito rural de nuestra Patria. Los planteamientos fueron paulatinamente tomando fuerza, hasta la obtención del decreto que consagró la creación de la Carrera de Medicina Rural, momento histórico que es considerado como la génesis de lo que, con el correr de los años, sería la Escuela Superior de Medicina del Instituto Politécnico Nacional.
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