Breve Historia del Guano

Breve historia del guano en el Perú

Marcelo Stucchi Portocarrero

(2016)

1. Periodo Prehispánico

Se conoce de la explotación del guano desde tiempos prehispánicos. Buse (1973), citando a Lumbreras (1967), explica que en la época Mochica (100 -700 dC) "los prisioneros que tomaban en sus guerras -y que se salvaban del sacrificio o la mutilación- eran generalmente destinados al trabajo en las islas, que consistía en la dura y harto sacrificada operación de extraer el guano de las rocas litorales y embarcarlo en balsas para su uso en valles de la Costa"... "En islas tan alejadas de la Costa Norte... como las de Chincha, muy al Sur [del país Mochica], se han encontrado restos de estos infelices;... [quizá] los que iban destinados a las islas nunca más volvían a tierra firme. Allí [en las islas] los miserables eran sepultados y, con ellos, unas efigies de esclavos, con la soga al cuello... esas efigies de madera se encargaban de recordar a los hombres, aun después de muertos, que habían sido en vida esclavos". La prueba de esta ocupación la da Horkheimer (1965), cuando hace referencia a objetos de procedencia Mochica hallados "debajo de capas acumuladas de guano". Este autor sostiene además que "todos los depósitos de guano, desde las islas Chinchas, por el Sur, hasta Macabí, fueron explotados sistemáticamente por los mochicas".

Brignardello (2000) da más detalles: "En San Lorenzo... Uhle descubrió un notable paño pintado en el vasto y rico cementerio al templo existente en la cima. En Macabí se hallaron figuras mochica de cautivos que... pudieron relacionarse con ofrendas propiciatorias del guano. De las Chincha se extrajeron vasos modelando prisioneros en el mismo estilo, mazos y grandes bastones".

*Antecedente de la Zonificación

Ya en la época incaica (1200-1532 dC), Buse (1973), citando al cronista José de Acosta [1590](1962), explica que la administración estatal dividió las islas en sectores, algunos más ricos en guano, otros en pesca, otros en mariscos u otros animales: "el pueblo de un sector no podía beneficiarse con los productos de otro sector. La división, al tiempo de los últimos Incas, era rígida y estaba claramente señalada por hitos o hileras de piedras apilonadas o apircadas, que trazaban un límite siempre respetado. A los violadores de la norma se les aplicaba severa reprimenda. A los reincidentes, se les despeñaba, con pérdida de la vida"... "Esta demarcación precisa de los sectores se dio, por ejemplo, en la isla San Lorenzo, llamada antiguamente, en la lengua aimara, "Sina". Los administradores del Inca dividieron la isla en varias secciones, demarcadas de arriba a abajo, hasta la orilla, por hileras de piedras, donde debía pescar y recoger mariscos (y, también, extraer guano) cada una de las agrupaciones de los pueblos del valle". Sin embargo, al parecer este guano solo se usó en la costa, como menciona Buse (1973) citando a Valcárcel (1964): "Los abonos se aplicaron en gran escala principalmente en la Costa, por tener a la mano el guano de las islas".

Garcilaso de la Vega [1609](1973), lo explicó así: "En tiempo de los reyes incas, había tanta vigilancia en guardar aquellas aves, que en tiempo de cría a nadie le era lícito entrar en aquellas islas, so pena de la vida, porque no las asombrase y echase de sus nidos. Tampoco era lícito matarlas en ningún tiempo dentro ni fuera de las islas so la misma pena".

*Sobre las aves marinas, algunos cronistas dejaron sus impresiones

"Sin estas aves andan muchas bandas de pájaros marinos, en tanta multitud que es increíble lo que dellas se dijere a quien no las ha visto; son de todos tamaños, grandes, medianos y chicos; navegando por el Mar del Sur los miré muchas veces con atención; habían bandas tan grandes que los primeros pájaros a los postreros me parece que había más de dos leguas (~11 km) de largo; iban volando tantos y tan cerrados que no dejaban penetrar la vista de la otra parte. en su vuelo van cayendo unos en el agua a descansar y otros levantan della, que han ya descansado; cierto es cosa maravillosa ver la multitud dellas y que levantan el entendimiento a dar gracias a la Eterna Majestad, que crió tanta infinidad de aves y que las sustente con otra infinidad de peces". Inca Garcilaso de la Vega [1609](1973).

*Balsas hechas con pieles de lobos marinos

Rostworowski de Diez Canseco (1981), citando a Acosta [1550](1940), explica que "desde Ica al sur, o por lo menos en los lugares faltos de juncales, se fabricaban unas balsas de cuero de lobo marino inflado... Contaba el padre Cobo [1653](1956) que los indigenas hacían balsas de los cueros de lobos degollados y con ellas se aventuraban mar adentro: "y cuando aflojan, sin salir del agua, los hinchan de viento desatando un agujerillo que les dejan para este efecto, y soplando por él con un canuto delgado"... Juan Mauricio Rugendas [1842](1975) nos ha dejado una descripción y el dibujo de una de estas embarcaciones. Según él estaban hechas en forma de dos morcillas o haces de piel de lobo, recubiertas con brea y cosidas con cuerdas de tripa. Las "morcillas" estaban convenientemente infladas y unidas con travesaños y correas de piel, a más de provistas de tablas como piso. Estas frágiles embarcaciones eran conducidas desde la proa por un hombre provisto de un remo de dos palos". Buse (1973:325) da una extensa explicación sobre el tema.

2. Época del Reino

Para el siglo XVI, Brignardello (2000) transcribió un fragmento de una carta de los padres Pablo José de Arriaga, Francisco Conde y Luis Teruel, extirpadores de idolatrías, en la que se lee la importancia que tenían las islas para prehispánicos de Chancay, en 1613. En ella se lee el uso del guano:

"...las almas de los que mueren van al Coaica que es un valle muy ameno en que tiene nuevas chacras y siembran y cogen como en esta vida aunque con menos trabajo. Dicen ser el camino de ceniza ardiendo en se queman los pies los pasajeros y después hay un río que se pasa por un puente de cabellos muy caudaloso pero es menester ser llevados de perros negros o bermejos que crían para este efecto y mandan matar cuando mueren. Otros dicen tener por morada las almas en la otra vida la huaca que en esta adoraron en particular una que está en una isla que está seis leguas la mar adentro, llamada Vuamancantac a donde son llevados de unos lobos marinos muy negros de que en aquel paraje hay abundancia y creen esto con tantas veras que tienen por grave pecado matar los tales lobos que en su lengua materna llaman Tumi. Invocan en sus necesidades a sus progenitores gentiles y muchas veces al año les ofrecen chicha, maíz tostado y otras cosas; y tenían particular hechicero o sacerdote cuyo oficio era llamar las almas de los difuntos y acudía el demonio a su invocación haciéndoles creer que las vía como átomos revolotear alrededor del sol. (...) Tenían por principal santuario a Guaman Cantac, la isla de que se hizo mención y así para ir allá la primera vez que uno iba se preparaban con largos ayunos y en saliendo del puerto le ofrecían el primer sacrificio de chicha y otras cosas, el segundo en otra isleta que llaman la ventilla (porque para allí para aquel efecto) y el tercero al pie de la misma isla. Luego el hechicero hace el principal sacrificio y les manda que no hablen sino en su lengua materna ni escupan por reverencia y que también se abstengan decir Jesús. Acabado el sacrificio y cargada la balsa de estiércol de pájaros marinos (que es el fin a que van de que hay allí grande abundancia) vuelven a tierra donde les aguardan las viejas con agua caliente en ollas nuevas y con ella y unas pelotillas de algodón lavan todo el cuerpo del que de nuevo fue a la isla porque no le quede nada de polvo divino que la huaca trajo y todos los que allí se hallan bailan, beben, cantan e invocan a la guaca toda la noche, persuadidos a que si duermen (aunque sea muy poco) lo pagarán con la vida y después este que fue la primera vez ayuna diez días y este ayuno han moderado de pocos años a esta parte que solía ser de seis y de diez meses".

En el siglo XVIII varios autores citan el guano y su uso para la agricultura. Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1748) describieron lo siguiente:

José Eusebio de Llano Zapata, en 1757 escribió: "Con todo estas sorduras que los naturales llaman guano por abundar en sales y azufres se tiene experiencia que engrasan las tierras haciéndolas más fértiles. Así todo los años se carga una isla que tiene el mismo nombre y se transporta a Chancay y Huaura, puertos de la jurisdicción de Lima para beneficiar las tierras que por este medio son las más fecundas de aquellos valles. Los españoles llaman Morro del diablo a los montes en que crían y habitan estos pájaros. Dio motivo a este nombre el grande y espantoso ruido que continuamente se oye salir de ellos, causándolo el golpe de las aguas del marque entrando con violencia por sus minas

y roturas de que está todo como taladrado, allí con su colisión y fuerza resuenan los choques de las aguas que representan una vocería infernal".

Finalmente, Hipólito Ruiz, escribió: "La inmensidad de pájaros que vaga por toda la costa y que cubren de estiércol o guano varias isletas, como se dirá en la descripción de Chancay, están denotando los muchos peces que hay en esta mar" (...) "Caminando hacia el N. se haya el (puerto) de Arnedo o Chancay, donde descargan todo el huano o estiércol que se consume en la provincia, para fertilizar los campos, y algún maderage que traen aquí de Huayaquil".

3. Época Republicana: siglo XIX

A pesar de que se ha dicho que hubo un desinterés en la época colonial por el guano, cosa que se muestra en los textos anteriores que no fue así, tras la independencia, el Estado entendió muy bien la importancia que podría tener el guano para la economía del país. En base a investigaciones realizadas por Alexander von Humboldt y Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz se demostró científicamente el poder enriquecedor del guano sobre la tierra. En su publicación, Rivero debió ser quien planteó la primera medida de conservación y protección de las aves guaneras: "...sería conveniente, de que el Gobierno tomase medidas en favor de la reproducción de este abono, castigando severamente a los que ahuyentan los pájaros de las islas".

Sin embargo, Rivero confundió a las productoras del guano, designando a las garzas y flamencos como tales. Años más tarde, en 1856, Antonio Raimondi (1874) lo rectifica, pero tampoco atina a identificarlas plenamente, pues da una lista de varias especies, que él asumió que lo producían, concluyendo que las que más guano producen son los potoyuncos (que llamó Puffinurias) y los piqueros (que llamó Sulas). Pero recién en el siglo XX es que se identifica plenamente al guanay Phalacrocorax bougainvillii, piquero peruano Sula variegata y pelícano peruano Pelecanus thagus como los responsables directos de las grandes acumulaciones de guano, gracias a los trabajos de Coker entre 1906 y 1908 (Coker 1919) y Murphy en 1919 (Murphy 1925). A Vogt (1942) le sorprende el hecho de que ningún naturalista del siglo XIX (que incluyen a Humboldt, Darwin, Tschudi y Raimondi) haya podido verlo, pero discute que es posible que haya ocurrido la extraordinaria coincidencia de que estos investigadores hayan venido justo luego de un evento El Niño.

Entre 1833 y 1845 el Estado da una serie de decretos para prohibir la pesca de buques extranjeros en la costa peruana y alrededor de las islas, y la extracción de guano. Así, se declara el guano como uno de los "bienes nacionales", y el Estado se hace propietario de todos los depósitos en donde se le pudiera encontrar, protegiéndose además a las aves marinas, y prohibiéndose su caza o toma de sus nidadas o pichones o de hacer tiros en las islas o buques, bajo pena de multa (Basadre 1983). Según este mismo autor, el 7 de mayo de 1852 el Estado Peruano decreta oficialmente la posesión y respectiva jurisdicción de las islas del litoral, listando todas las islas y áreas protegidas, destinándose guardianes y ordenándose la construcción de botes o lanchas para su acceso (Basadre 1983). En 1852, Nicolás F. de Piérola lidera una comisión nombrada por el gobierno peruano para estudiar el método con que se extrae el guano, sugerir mejoras en el proceso, ver el cumplimiento de los contratos firmados y calcular la cantidad que queda en las islas. En su detallado informe Piérola explica que los campañeros de la época eran peruanos presos y libres, chinos y chilenos (que según dice "son los peores por flojos"), y el pago era diferenciado entre ellos. Finalmente sugiere varias medidas: (1) la supervisión de todo el proceso para evitar la pérdida de guano debido a un mal manejo, (2) el uso de sacos para acarrear el guano, (3) la no contratación de personas libres, más bien sugiere llevar allí a "todos los presidiarios de la República", (4) aumento de pago a los guardas, (5) el cuidado de las islas por medio de una fuerza armada, con una guarnición de al menos 100 hombres, y un "vice-cónsul" de preferencia norteamericano, para que se entienda con los ciudadanos de ese país, (6) que se trate con menos severidad a los chinos, y (7) que se contrate "un sacerdote para que instruya y de misa a los operarios", pues "se ha notado que cuando ha habido hay más regularidad en las costumbres y más aplicación al trabajo". Como dato anecdótico menciona la existencia de vientos Paraca (Piérola 1854).

El guano estaba llamado a ser el motor del desarrollo del Estado en el siglo XIX, sin embargo no lo fue. Carlos Contreras y Marcos Cueto (2000) explican que si bien en 1874 el presupuesto nacional había llegado a 34 millones de (siete veces más que en 1850), de los cuales dos terceras partes correspondía a la venta del guano, poco fue invertido en el desarrollo del país; como lo dicen estos autores: "Fueron los años dorados de la plutocracia limeña y en los que la Ciudad de los Reyes recuperó el fasto y boato perdidos en el tiempo de la independencia". Sin embargo, es de destacar que "en parte gracias a los beneficios de la explotación del guano y a la estabilidad política de los gobiernos de mediados del siglo XIX, la situación universitaria mejoró y las actividades científicas gozaron de mayor continuidad". Asimismo, hubo un surgimiento intelectual en obras "históricas, literarias y plásticas, (que) trazaron una imagen del Perú y de lo peruano, y con ello proporcionaron herramientas para la forja de una comunidad nacional". Y la construcción de algunos ferrocarriles.

Pero pronto se perdió todo con las revoluciones internas y las guerras. Vogt (1952) lo dice así: "Los enormes recursos del guano del Perú, que hace cien años alcanzaban a más de 23 millones de toneladas, fueron explotados sobre la base de la competencia, y para 1911 se habían reducido a 30 mil toneladas. Lo más que el Perú ha podido cosechar en cualquiera de los años subsiguientes fueron 168 mil toneladas en 1938. Todo el mundo, y especialmente América Latina, necesita desesperadamente fertilizantes orgánicos, pero la "saturnalia", como el Perú ha llamado al auge del guano, hizo muchas fortunas bajo el sistema de "libre empresa". Un medio literalmente invalorable para defender la vida a tierras que mueren fue entregado al mejor postor, en vez de ser administrado con vistas a proporcionar un rendimiento sostenido"... "¡Las aves que producían el guano eran consideradas como un estorbo y se pagaban muchachitos para que las espantaran de sus nidos, porque estorbaban en la recolección del estiércol!". La bonanza económica fue solo para algunos y por muy corto tiempo, por eso Basadre (1983) la llamó "la prosperidad falaz del guano".

Las Guerras del guano

Las islas Lobos

Stucchi y Figueroa (2006), citando a Basadre (1983) y Romero Pintado (1984), resumen lo sucedido: "En 1852 los gobiernos de Gran Bretaña y EE.UU. iniciaron una campaña internacional para declarar a las islas Lobos de Afuera de dominio público mundial [res nullis o tierra de nadie], "oficializando" intereses aislados de posesión de las islas desde fines del siglo XVIII. La motivación fue, sin duda, poder extraer el guano de las mismas libremente. Argumentos como la lejanía de las islas de nuestras costas, el no estar habitadas por gente y un supuesto descubrimiento de las mismas por los norteamericanos a principios del siglo XIX, eran los principales argumentos de su propuesta. Dadas las buenas negociaciones hechas por los embajadores peruanos en estos países, ambas potencias cejaron en sus intentos imperialistas en 1853".

Las islas Chincha

Ayala y Sánchez-Scaglioni (2014) describen: "En 1864, una escuadra militar española, escolta de una expedición científica, tomó las Chincha arguyendo deudas impagas con la Real Hacienda Española. A bordo del barco español se firmó en tratado Vivanco-Pareja, donde se reconocía la deuda y el pago de tres millones más. Las islas y la explotación de su guano provocaron: el interés de otras naciones, agotamiento del recurso y fuerte impacto sobre las poblaciones de aves y la explotación de personas. No hay reportes de cuantos chinos ingresaron a las islas, sin embargo, en 1860, en Chincha laboraron 4000, sin ningún sobreviviente".

Como es conocido, esta ocupación española y la presión y ataque de este país en contra de Chile, determinó que los dos agredidos se aliaran y terminaran derrotándolo el 2 de mayo de 1866, en el combate del mismo nombre, frente al Callao.

La guerra con Chile

La guerra entre el Perú, Bolivia y Chile se declaró en 1879. La motivación directa de esta no fue el guano, sino el salitre (nitrato de sodio + nitrato de potasio), que se obtenía de los caliches del desierto de la actual costa norte chilena. Sin embargo, durante la ocupación chilena en el Perú, los invasores explotaron el guano para su beneficio; si bien la guerra terminó en 1883, la explotación a su favor se mantuvo hasta 1891.

Los esclavos

Romero Pintado (1984) explica que si bien en 1821 se había decretado la liberación de todo esclavo que naciera luego del 28 de julio de ese año, en los años siguientes se mantuvo en cierto grado la esclavitud, defendida sobre todo por los agricultores costeños. Hasta que finalmente, en 1854, el presidente Ramón Castilla decretó la liberación de todo esclavo, a cambio de un pago a sus amos.

Como el auge del guano estaba empezando y los negros habían sido recientemente liberados, se necesitaba mano de obra barata, tanto para esta nueva actividad como para la agricultura, por eso se convino la contratación de peones chinos. Los primeros grupos llegaron en 1849, y hasta 1874 habían llegado un total de 92 130 de los llamados "culíes o coolíes" (Contreras y Cueto 2000).

Romero Pintado (1984) explica que las condiciones en que fueron transportados y vivieron los trabajadores chinos de las islas guaneras fueron de esclavitud. Este fue un negocio orquestado por empresas inglesas, portuguesas, estadounidenses y locales, con una tibia oposición del gobierno, que si bien emitió decretos para evitar el trato cruel hacia estas personas, el maltrato continuó. Dados los reclamos internacionales que hubo ante este accionar, los empresarios "ampliaron sus miras" y decidieron "contratar" obreros en las islas de la Polinesia. En 1861, el Perú autorizó a una empresa irlandesa, a la que se añadieron empresarios peruanos y chilenos, a que contrataran pobladores polinesios para trabajar en la extracción de guano y en la agricultura. Nuevamente, los malos tratos y el abuso hacia estos trabajadores -muchos de los cuales habían sido traídos a la fuerza incluso- concitó el interés internacional, forzando a que tanto el Perú como Chile prohiban definitivamente este negocio, y devuelvan a los polinesios a sus islas. Romero Pintado (1984) explica que fueron 3634 los polinesios que fueron contratados o forzados a venir a trabajar al Perú, de los cuales solo desembarcaron 2116, y 2950 los que resultaron muertos en todo este negocio, que se extendió entre 1862 y 1863.

4. Época Republicana: siglo XX

Stucchi y Figueroa (2006) explican: a inicios del siglo XX, el Estado Peruano encargó el estudio de la biodiversidad de las islas a Robert Coker, quien entre 1906 y 1908 estuvo en el Perú y publicó diversos artículos. Con esta base se creó en 1909 la Compañía Administradora del Guano (CAG), para la mejor explotación del recurso. En 1911 la CAG contrata los servicios de Henry Forbes, ornitólogo del Museo de Londres, para que estudie la situación de las aves marinas ante el evento de mortalidad de ese año y para que sugiera cómo mantener las islas de manera que las aves tengan una mejor calidad de vida y produzcan más guano. En 1919 se contrató a Robert Murphy, ornitólogo del Museo Americano de Nueva York, para seguir con los estudios de las aves marinas. En esta década y en los años 1920s también destacó el trabajo de José Antonio de Lavalle y García sobre la mortandad y distribución de las aves guaneras.

En las décadas siguientes, la CAG contrató y trabajó en colaboración con diversos investigadores como William Vogt, Erwin Schweigger, entre otros, con el fin, ya no solo de continuar los estudios con las aves guaneras, sino también con el medio marino: los peces, las corrientes, El Niño, fueron temas prioritarios. Todo esto, junto con la construcción de muros para aislar las puntas guaneras entre 1949 y 1950 (González 1952) llevó a la CAG a tener un éxito sin precedentes en la historia con respecto a la conservación de las aves y la producción de guano.

A partir de las década de 1950 los estudios de las aves ya empiezan a ser dirigidos por investigadores peruanos como Enrique Ávila y Rómulo Jordán. Es también a fines de esa década que el Estado empieza a dar prioridad a la actividad pesquera, a pesar de los muy sustentados reclamos de la CAG, apoyada por investigadores de talla mundial como Murphy (CAG y Murphy 1954). Como se predijo, la sobre-pesca trajo consigo una drástica disminución en las poblaciones de aves marinas, ya que alteró las relaciones tróficas marinas, lo que, sumado a los eventos El Niño de los años 1970s y décadas siguientes, empobrecieron el ecosistema.

Las medidas que aplicó la CAG se pueden resumir en lo siguiente: (1) rotación de la explotación de las islas y puntas, (2) prohibición de la pesca en zonas cercanas, sobrevuelo de aviones, extracción de huevos, (3) reducción de las perturbaciones durante la época de reproducción de las aves guaneras, (4) caza de cóndores, gallinazos y gaviotas, para evitar la depredación de los huevos y pichones de las aves guaneras, (5) modificación del ambiente para favorecer a las aves (construcción de muros para aislar las puntas de los depredadores, remoción de piedras, nivelación del suelo, construcción de  plataformas en los acantilados),  y (6) construcción de muelles y casas y oficinas administrativas en las islas y puntas. Estas medidas hicieron que la CAG fuese tan eficiente que de 3 - 4 millones de aves guaneras contabilizadas a principios del siglo XX, produciendo 48 mil toneladas de guano, el número se elevó a a más de 30 millones en 1955, produciendo 255 mil toneladas de guano (Vogt 1942, Tovar et al. 1987). La CAG se convirtió así en ejemplo mundial de conservación (CAG 1952). 

Sin embargo, eso no impidió que las nuevas tendencias mundiales hicieran que la empresa desapareciera en 1963, y a partir de allí, varias instituciones la han reemplazado: Corporación Nacional de fertilizantes (Conafer), Proabonos y Agrorural. En la actualidad es Agrorural la encargada de la extracción del guano, protección de las aves, y de las islas y puntas guaneras.

Referencias

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