Opinión

Viña del Mar, Julio, 2011

"La historia de Viña del Mar no se agota en un sujeto histórico o en un tiempo específico, sino que se renueva precisamente en ellos, con nuevas preguntas"

Atado, y bien Atado

Patricio Quezada Andaur

Archivo Histórico Patrimonial

¿Por qué derroteros va la historia? Por todos, tendríamos que decir con justicia. Pero nos acostumbramos a un solo camino, donde los político, lo económico y lo social son las temáticas casi exclusivas y excluyentes frente a cualquier otra. Es la historia que hacemos, pero también la que demandamos. Es una historia que se fabrica desde las fuentes, pero que con dificultad se aparta lo suficiente como para interpretarlas. No es una mala ni buena historia, pero frente a las "nuevas" propuestas disciplinarias -de hace más de dos décadas en realidad-, parece que no hemos variado mucho al momento de construir la historia.

No es evidente ni sencillo el problema. Mucho menos dar con una fórmula para revertir las tendencias. No basta con recurrir al estudio de lo privado, de la mentalidad, de los usos lingüísticos, o de los géneros, cuando la historia construida bajo éstos nombres son, en la práctica, la misma historia de citas, sujetos históricos y estructuras.

No concibo que la historia se agote con la novedad de las fuentes. Creo que es evidencia de un problema, no de la historia, sino de como se la encara. Viña del Mar, nuestra historia local, no debe perder vigor por causa de ésta situación.

No se trata de las fuentes, sino de las preguntas. La situación nos exige reinterpretar las fuentes, y al hacerlo, podemos solucionar varios problemas a los que nos enfrentamos.

Primero, nos permitiría defender el estudio de lo local frente a las estructuras, porque en los escenarios acotados también se producen cambios, de forma permanente, sujetos a la incertidumbre de los acontecimientos, con mucha más frecuencia que en la escala nacional o universal.

Segundo, nos ayudaría a desmitificar algunos procesos, actores y factores que parecen condicionar cada aspecto de la vida, como las clases sociales, las relaciones políticas o las condiciones económicas. No todo se resuelve allí.

Y tercero, estaríamos iniciando estudios con aportes de otras disciplinas, con nuevas preguntas, o dando nuevas soluciones a las mismas preguntas.

No hay que apartarse de los mismos caminos, sino solo darles una oportunidad a otras conclusiones, no con un ánimo político diferente, sino solo con una metodología que resulte ser un incentivo para atreverse a estudiar los temas como los que ofrece nuestra historia local.

La historia de Viña del Mar no se agota en un sujeto histórico o en un tiempo específico, sino que se renueva precisamente en ellos, con nuevas preguntas.

Atados a los temas, sí, ¿por qué no?; pero ¿atados a un camino para hacer historia?, sí, por ahora... atado, y bien atado.