La Lepra

Lepra

La lepra es una enfermedad infecciosa, aunque no muy contagiosa, de nula transmisibilidad cuando está debidamente tratada, aunque los pacientes que no reciben tratamiento (o cuando éste es inadecuado) sí constituyen una fuente de contagio, debido a que pueden desarrollar una respuesta inmune insuficiente para contener la infección:​

Lepra

Historia

La lepra fue históricamente incurable, mutilante y vergonzosa.

Se sabe que afecta a la humanidad desde hace al menos 4000 años, cuando en 2009, en una excavación arqueológica llamada Balathal (Rayastán, al noroeste de India), se encontraron en lo que había sido un asentamiento (chozas de piedra y ladrillos de barro, y donde cultivaban la cebada) los restos óseos de un varón adulto de unos 30 años de edad con muestras de haber padecido esta enfermedad y no haber recibido ningún tipo de tratamiento para curarla. Dichos restos estaban enterrados en ceniza de estiércol de vaca dentro de un recinto de piedra de paredes gruesas en los límites de dicho asentamiento. La datación por radiocarbono indicó que el esqueleto fue enterrado entre el 2500 y el 2000 a. C.

La anterior evidencia más antigua de la lepra era un esqueleto egipcio del siglo II a. C.

Durante la Edad Media, los que padecían esta enfermedad llevaban unas pequeñas tablas en la mano, llamadas tablillas de San Lázaro, las cuales al golpear entre sí avisaban a la gente de su paso. San Lázaro es el santo de los leprosos y los mendicantes.​

Referencias literarias

2000 a. C., India

La primera mención de la lepra ―así como su cura ritual mediante plegarias― aparece con el nombre de kilasa (‘mancha blanca en la piel’) en el texto hinduista Átharva-veda (1, 23), de fines del II milenio a. C.

1512 a. C., Israel

Hacia el siglo xv A. C., en Levítico (libro del Antiguo Testamento) se menciona que los kohen (sacerdotes del orden de Aaron) estaban obligados a saber reconocer a un metzora, es decir, un varón atacado de una enfermedad llamada tzara’at. Esta enfermedad traducida como lepra no tiene nada que ver con la causada por el bacilo de Hansen, sino que era una enfermedad espiritual que afectaba al cuerpo. El síntoma era una mancha blanca en los pelos de la piel acompañada de una llaga. La misma se producía cuando alguien hablaba mal de otra persona, lo que es llamado Lashon Hará o la Lengua Mala, y entonces Dios le enviaba a esa persona esta enfermedad exclusivamente a la gente de su pueblo Israel, lo que no ocurría con quienes no seguían a Dios (salvo en el caso de Naaman). Como quien hablaba mal de otro producía alejamiento entre las personas es que la cura que le daba el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote) era alejarse del campamento durante siete días, lo que se llama “medida por medida”, o sea quien alejó a la gente hablando mal de otros ahora debía alejarse. La intención es que meditara en su conducta en soledad. Al volver debía ofrecer un sacrificio y realizar una mikve, o baño de purificación. En Números 12:10 observamos esta situación en Myriam o María por habar mal de su hermano Moisés. Dios hace recaer la lepra sobre ella y debe alejarse siete días del campamento, luego de lo cual queda sana. Esta suerte de lepra se extendía también a la casa de quien cometía Lashon Hará en el sentido que todo lo que hablamos mal sobre otras personas afecta a los que viven y hasta a las paredes de la casa.

Levítico 13 y 14 hablan de las instrucciones de Dios sobre esta enfermedad espiritual:

Yahweh les dijo a Moisés y a Aarón:

34 Cuando hayas entrado en la tierra de Canaán, la cual yo te doy en posesión, y pusiera yo plaga de lepra en alguna casa de la tierra de tu posesión,

35 Vendrá aquel cuya casa fuera suya, y dará aviso al sacerdote, diciendo: «En mi casa ha aparecido algo como plaga».

36 Entonces mandará el sacerdote, y despejarán la casa antes la cual el sacerdote entre a mirar la plaga, para que no se contamine todo lo que estuviera en la casa. Y después el sacerdote entrará a reconocer la casa.

Levítico 14, 34

Yahweh les dijo a Moisés y a Aarón:

44 Leproso: es inmundo. Y el sacerdote lo declarará luego «inmundo»: en su cabeza tiene llaga.

45Y el leproso en quien hubiera llaga llevará vestidos rasgados y la cabeza descubierta, y embozado deberá pregonar: «¡Soy inmundo! ¡Soy inmundo!».46 Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada.

Levítico 13, 45

Actualmente esta enfermedad no existe como tal desde la destrucción del templo de Jerusalén. Sin embargo se ha diseminado en toda la humanidad en el sentido que quien habla mal de los demás suele tener depresión, angustias y termina alejado de sus afectos.

300 a. C., India

Otra mención a la lepra aparece en el tratado médico Súsruta-samjita (Benarés, siglo III d. C.).

22. Se debe considerar curable un caso de lepra que aparezca en una persona prudente y discreta, y que se limite sólo a su suero (tuaka), carne y sangre. En los casos donde la enfermedad ha invadido la grasa, el único remedio es un tratamiento meramente paliativo. En el caso de que el veneno haya penetrado en alguno de los órganos restantes, el leproso debe ser abandonado como incurable.

23-24. Los sabios sostienen que a veces un hombre es maldecido con esta enfermedad ―mediante la retribución divina― por haber matado a un sacerdote (brahmán), a una mujer o a un familiar, así como por haber realizado actos de impiedad. La lepra volverá a atacar en su siguiente nacimiento a un hombre en caso de que haya muerto de lepra. La lepra no curada es la enfermedad más dolorosa y problemática.

25. Un leproso eliminará esta enfermedad si observa una dieta adecuada, una conducta intachable, si practica toda clase de penitencias expiatorias (como dar dinero a los sacerdotes brahmanes) y si recurre a los medicamentos adecuados. Él obtendrá un estatus elevado después de la muerte.

26. La lepra es una enfermedad muy contagiosa. El contagio se produce seguramente por tener relaciones sexuales con un leproso, por el contacto con el aliento de un leproso, por el contacto físico, por comer o beber del mismo recipiente donde comió o bebió un leproso, por dormir en una cama donde durmió un leproso, por usar una ropa que fue usada por un leproso, por ponerse un ungüento que fue tocado por un leproso, por ponerse una guirnalda de flores que previamente estuvo en contacto con un leproso. Así se contagian todas las enfermedades relacionadas con la influencia de planetas malignos o debido a los pecados cometidos, como la lepra, la fiebre, la tuberculosis y la oftalmia.

Súsruta-samjita, capítulo «Nidana-sthanam», 5, 22-26​

Sin embargo, todavía en 1998, La enciclopedia Cambridge de paleopatología humana afirmaba: «El Sushruta-samhita de la India describe muy bien la condición patológica, e incluso ofrece sugerencias terapéuticas».

Siglo XX

La lepra siguió siendo estigmatizante durante siglos.

Todavía en 1909, en España se decretó ―por demanda de la Sociedad de Patologías Exóticas― «la exclusión sistemática de los leprosos» y su "reagrupamiento" en leproserías como medida esencial de profilaxis.

El estigma social que se asoció con las formas avanzadas de lepra continúa en muchas regiones, y sigue siendo el mayor obstáculo para los tratamientos precoces.

En 1995, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba que entre dos y tres millones de personas en todo el mundo estaban en situación de discapacidad permanente por lepra.​

Las cuarentenas forzadas, o segregación de pacientes, constituyen medidas innecesarias y no éticas. Se mantienen leproserías​ en los siguientes países: Brasil,​China,​ Egipto,​ España,​ India,​ Japón,​ Liberia,​ México,​​ Nepal,26República Dominicana,​ Rumania, Somalia,​ Tanzania,​ Vietnam

Actualmente se sabe fehacientemente que muchas de las personas que fueron segregadas en esas comunidades, como presuntos leprosos, en realidad padecían sífilis​ (que sí es altamente contagiosa).

La última leprosería de Europa Occidental es el Sanatorio de Fontilles, que se encuentra en Vall de Laguar (provincia de Alicante, España).

Patogenia e inmunidad

La semiología de la lepra es en función de la reacción inmune del paciente,​ a alguna de las bacterias que producen citoquinas (que inducen y median la activación macrofágica y fagocitosis). Pudiendo tomar dos formas:

  • tuberculoide: produce grandes manchas hiperestésicas y más tarde anestésicas. Son pacientes con una fuerte reacción celular pero baja humoral (baja titulación de anticuerpos): presentan por lo tanto reacción positiva a la lepromina. Los tejidos infectados normalmente tienen muchos linfocitos y granulomas, pero relativamente pocas bacterias.

  • lepromatosa: origina grandes nódulos en la piel o lepromas. La progresión de las lesiones causa grandes deformaciones.​ En la lepra lepromatosa aparecen numerosas máculas eritematosas, pápulas o nódulos.​ Existe extensa destrucción de tejidos, como por ejemplo cartílago nasal y orejas, apareciendo en fases avanzadas la típica "facies leonina", caracterizada por múltiples nódulos o lepromas diseminados en la cara y pabellones auriculares, pómulos pronunciados debido a la infiltración reactiva inmunológica y caída de la cola de las cejas. También hay afectación difusa de los nervios periféricos con pérdidas sensoriales.

Su difusión es más frecuente en los países tropicales a templados.

Clasificación y recursos externos

Lesiones de la lepra en la piel

Enfermo de lepra de 24 años, en 1886.

Contagio

Se produce entre un enfermo con posibilidad de transmitir la enfermedad (ya que no todos los que padecen lepra eliminan bacilos fuera de su organismo, posibilidad que se elimina al administrar medicación) y una persona sana susceptible (debido a una predisposición genética, ya que la mayoría de las personas posee resistencia natural al Mycobacterium leprae​).

Es decir, que debe conjugarse un enfermo que actúe como agente infeccioso y otra persona sana con una predisposición especial, durante un período de varios años, para que suceda el contagio.

Epidemiología

Se estima que entre dos a tres millones de personas están permanentemente discapacitadas debido a la lepra.​ La India es el país con mayor número de casos, Brasil ocupa el segundo lugar, y Birmania el tercero.

Aunque el número de casos continúa disminuyendo, hay bolsones de alta prevalencia en ciertas áreas tales como Brasil, Sudeste Asiático (India, Nepal), partes de África (Tanzania, Madagascar, Mozambique) y el oeste del Pacífico.

En Estados Unidos se cree que no se registran todos los casos (ausencia de denuncias) y puede ignorarse un aumento de casos; allí se articula con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC).​

Genética

Se han asociado algunos genes con susceptibilidad a la lepra:

Distribución de la lepra (2003).

Tratamiento

Históricamente, ignorándose las causas que provocan la enfermedad, se recurría a diversos rituales y oraciones religiosas (Ver sección "Referencias literarias").

Aceite de ginocandia

A principios del siglo XX se utilizó aceite de ginocandia (extraído de semillas del Chaulmoogra) en inyección de ésteres etílicos.

En 1908, la empresa farmacéutica Bayer difundió el preparado antileprol.

En 1923 todavía se encontraban alabanzas al aceite de ginocandia en la publicación "Estudio crítico de los modernos tratamientos de la lepra" publicado por Abal (médico residente de Fontilles) y por Guillén (director médico de este leprocomio), en una comunicación al Segundo Congreso de Ciencias Médicas de Sevilla, que la consideraba la mejor medicación «hasta que se obtenga el cultivo del bacilo».

Los primeros tratamientos eficaces aparecieron a fines de 1930 con la introducción de la sulfona dapsona y derivados. Sin embargo, aparecieron cepas del bacilo de la lepra resistentes a la dapsona.

Es en los años ochenta cuando se produjo un gran avance para conseguir la curación de la enfermedad por medio de tratamiento con administración de varios fármacos de forma simultánea (MDT).​

Actualmente

Se administra por vía oral Dapsona (DDS) 50 a 100 mg/día, y simultáneamente rifampicina 10 mg/kg por día para reducir la posibilidad de resistencia a DDS. Si hay fiebre, granulocitopenia o ictericia, se interrumpe la DDS y se administra clofazimina 1 a 4 mg/kg por vía ora

Según las recomendaciones médicas actuales, el tratamiento de la enfermedad debe prolongarse entre seis meses y dos años, según las formas, y se basa en la administración de sulfonas junto a los otros fármacos ya mencionados (rifampicina y clofazimina).

En 1987, el médico e investigador venezolano Jacinto Convit fue distinguido con el Premio Príncipe de Asturias por descubrir la cura para esta enfermedad.

Prevención

La prevención consiste en evitar el contacto físico cercano y prolongado con personas enfermas, y que no hayan sido sometidas a tratamiento.

Los enfermos dejan de ser agentes infecciosos tras un tratamiento con medicamentos a largo plazo.