Con Alejo se podía estar de acuerdo o en desacuerdo, pero no se podía ser neutral. Tenía una opinión decidida y firme en casi todos los temas terrenales. No importaba que a veces cambiase y decidiese opinar exactamente lo contrario: lo hacía con la misma vehemencia. Y es que su motivación principal no era encontrar la verdad o la razón última. Su vida era la controversia, la discusión, el estudio, la lectura, la investigación. No creo haber conocido a alguien con más inquietudes intelectuales en campos tan diversos. Se mete con igual entusiasmo en metaloproteinasas de la necrosis corneal, la huelga de los corteros, la “ubicación de la felicidad en la imaginación o la razón”(1), o de “un inocente enigma hecho terrible por nuestro loco intento de interpretar todo como si existiese una verdad subyacente”(2),o el “sóngoro cosongo songo de mamey”(9).
No creo recordar a nadie más con tal entusiasmo por el conocimiento. Podría decirse que engullía información y a veces se preocupaba poco por la digestión. Para el, saber y conocer eran esenciales a la existencia. Tomaba notas en libros y cuadernos (habrá miles) de todo lo que oía y veía y todos nos preguntamos: a qué horas va a ser capaz de revisar e incorporar todo lo que registra? Pues pasaba largas horas nocturnas en su biblioteca, escudriñando nuevas ideas, aprendiendo nuevas teorías, o disfrutando gracias literarias, poéticas o filosóficas. Era un severo crítico de la pereza mental. Pocas veces se lo veía más agresivo que con aquellos que sacan a pasear su ignorancia con orgullo.
Podría decirse que su trabajo era “cantar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar todo lo grande”(8). Y lo hacía con un entusiasmo tal, que podía volverse canson o contradictorio pero es que era evidente que “prefería los errores del entusiasmo a la indiferencia de la sabiduría”(7).
Tuve con él una muy particular relación de amistad, porque casi nunca estuvimos de acuerdo en casi nada. Cuando por algún azar del destino, resulta que vamos coincidiendo en alguna posición, afloraba una cercanía de mompas de toda la vida. Pero cuando estábamos enfrentados, y esto era lo usual, sabíamos mantener un respeto mutuo y no ahondar demasiado las diferencias de manera que se fuese a fracturar la amistad, el colegaje o el compañerismo. Porque “lo difícil no es estar con los amigos cuando tienen razón sino cuando se equivocan”(5). Y siempre fuimos capaces de reconocer nuestras diferencias, y confrontar repetidamente y casi siempre en forma muy civilizada, las controversias.
Esa actitud le permitió contradecir la famosa frase : “O se tienen muchas ideas y pocos amigos,(donde podría caer yo) o muchos amigos y pocas ideas”(4). Alejo manejaba muchas ideas y muchos amigos. Eran tantos y tan cercanos que de él podría decirse que su “muerte es no estar nunca más con los amigos” (3)
Solo mirando en retrospecto una vida vivida con tanta intensidad es que podríamos comprender que “ la muerte es una vida vivida, la vida es una muerte que viene”(6).
Nos queda a los amigos y la familia el consuelo de no haberlo visto padecer una larga y penosa enfermedad y creer que “así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, una vida bien usada, causa una dulce muerte”(10 )
No suelo escribir ni hablar con citas, pero como no usar a 1- Emanuel Kant,2- Umberto Eco
3- Garcia Marquez, 4- Santiago Ramón y Cajal, 5- Andres Malraux, 6- Jorge Luis Borges
7- Anatole France, 8- Jose Marti, 9 Hector Lavoe, 10 Leonardo Da Vinci, cuando uno trata de celebrar la vida de Alejandro Delatorre.
Alberto Castro (19 Octubre 2010)
Fotos
Sitio hecho por Alberto Castro y compañeros de la Clinica de Oftalmologia en homenaje a la vida del
Dr. Alejandro Delatorre Burbano