Reto: 5 líneas

En las siguientes líneas podréis leer mes a mes mis pequeños relatos para el reto de 5 líneas 2018 (las palabras son enlaces a la página oficial del reto).

Mes a mes, la historia toma forma... ¿cómo terminará el año?

Digamos, que mi reto del 2018 podría introducirse de la siguiente manera: "Casi 54 años después de que Hanir cayera inconsciente, en la Tierra... "

Enero: Dormir, justo y diablo.

—Tienes que dormir. –El cielo, iluminado por la brillante luna llena que se dejaba entrever sobre las plateadas nubes, comenzó a oscurecerse.

—¿Qué pasa? —preguntó Alba mirando la alargada sombra que justo en aquel momento serpenteaba entre las nubes—. ¿Es el diablo que viene a llevarse a los hombres malos?

Elena miró por la ventana, aquello no era normal.


Febrero: Recuerdo, cuando, sorprendente.

—Son pájaros —respondió mientras sonreía a su hija—. Cuando hace frío, vuelan a sitios de más calor. —La sinuosa sombra no se movía como si fueran pájaros.

—Pájaros… —Alba cerró los ojos, pensando en el recuerdo de unas palomas a las que había dado pan el otro día. Elena la besó en la frente y miró por la ventana. Fuera lo que fuese, era sorprendente y aterrador ver cómo surcaba el cielo, expandiéndose mientras lo cubría todo.


Marzo: Señora, leve y árboles.

Un leve zumbido despertó a Elena por la mañana; los árboles de la calle bajo su ventana estaban inmóviles, y el cielo, despejado, brillaba con los primeros rayos anaranjados del sol. No era el viento. Una señora paseaba con su perro, que trotaba inquieto de un lado a otro de la calle, emitiendo un constante lloriqueo. «¿Qué habría sido de la sombra de anoche?». El cielo tenía un brillo especial aquella mañana, se veía impoluto.


Abril: Llamaron, comprendía y seguro.

El zumbido era agudo y constante, prácticamente inaudible pero molesto para los oídos de Elena. Comprendía el lloriqueo del perro bajo su ventana, para él, debía ser insoportable, y su anciana dueña probablemente ni lo escuchara. Llamaron a la puerta de su habitación con timidez, seguro que era Alba que se había despertado.

—Pasa pequeña —dijo Elena con voz cariñosa, viendo cómo la puerta se abría lentamente.

—Me molesta el ruido…


Mayo: Calles, padre y puerta.

El trajín en las calles era el habitual pese al persistente zumbido, que como un pequeño insecto resonaba en el aire.

—Buenos días Padre —dijo Elena al Padre Juan, que las recibió en la puerta del colegio—. Este extraño ruido está molestando mucho a Alba… no consigue quitárselo de la cabeza.

—Todos los niños están igual… hoy nos dedicaremos a escuchar y a hacer música. —Elena sonrió y besó a su hija en la frente; era una buena idea.


Junio: Nueve, vez y camino.

Camino al trabajo, el extraño zumbido ocupaba las noticias de la radio. Era algo generalizado. Apagó la radio; demasiadas interferencias.

A las nueve de la mañana, las comunicaciones se vinieron abajo; no había radio, televisión, teléfonos, internet, nada.

—Quizás tenga que ver con el zumbido —comentó Elena en su oficina—. Esta vez parece algo serio de verdad. —En su trabajo estaban bloqueados, no podían hacer nada salvo esperar.


Julio: Balcón, sentado y menor.

El zumbido persistía inagotable; la red eléctrica también había caído y todos daban ya por sentado que nada mejoraría antes de que acabaran. El menor de sus problemas era el trabajo. Su viejo coche era de los pocos que funcionaban; aparcó, y recogió a Alba del colegio para volver a casa andando. Cenaron una ensalada a la luz de una linterna de camping y se asomaron a su pequeño balcón para observar las oscuras y silenciosas calles.


Agosto: Páginas, antes y nació.

Hacía días que ningún aparato eléctrico funcionaba, y como cada noche, Elena leía a la luz de una vela, pasando las páginas de su libro mientras avanzaba la historia. De pronto el silencio la sobrecogió; el zumbido había cesado. Miró por la ventana, extrañada, y donde antes sólo se veían las estrellas, nació de pronto un fulgor anaranjado, como el de una estrella fugaz, pero mucho más intenso y cercano. Estaba frenando en el aire.


Septiembre: Primero, mientras y hecho.

No parecía un hecho aislado. Elena observaba desde la ventana mientras miles de puntos aparecían en el firmamento, desplazándose rápido primero, y frenando al cabo de un rato, para detenerse en medio del cielo, formando una malla de esferas de luz. La tierra, sumida hasta ese momento en la oscuridad de la noche, comenzó a iluminarse como si estuviera amaneciendo. Elena se puso en tensión. Algo muy raro estaba pasando.


Octubre: Contigo, síntoma y referencias.

Por la mañana llegó el primer comunicado oficial traído por un militar a lomos de un caballo; era un síntoma claro de lo que estaba sucediendo. La noticia se leyó en cada parque, pero la información era escasa. Nadie sabía lo que ocurría, y pese a las innombrables referencias a hechos iguales en todo el planeta, se ignoraba quién lo estaba provocando y con qué fin.

—Estaré contigo siempre —dijo Elena mirando a su hija—. No lo dudes.


Noviembre: Llamo, necesario y trozo.

Alba masticaba un trozo de manzana; notaba que estaba pasando algo raro, pero no entendía lo que era.

—Es necesario que alguien haga algo al respecto —le decía un hombre a su madre, mientras su hijo miraba el trozo de manzana que tenía ella en la mano.

—¿Quieres? —preguntó Alba, acercándole al niño el táper de su merienda—. Me llamo Alba.

—Yo Enrique —dijo, cogiendo un trozo con timidez—. ¿Sabes qué pasa?

—Ni idea, algo raro.


Diciembre: Cadena, primera y casa.

La primera esfera de luz se apagó, desatando una reacción en cadena que sofocó todas las demás. El aire a su alrededor se tornó gélido, y miles de copos de nieve plagaron el cielo volviendo el paisaje blanco. Alba se sacudió, miró a Enrique y tomó la mano de su madre para resguardarse en el soportal de la casa que había tras ellos.

—Algo raro pasa —insistió, tiritando, señalando una extraña nave gris que se aproximaba a su ciudad.

¡Veamos qué nos depara este 2019!