Fue una de las diseñadoras más importantes de la historia, y una de las más innovadoras durante la Primera Guerra Mundial.

Fue criada en un orfanato de monjas y destacó por su firme determinación, ambición y vitalidad, que aplicaba a su vida profesional y social. En 1914 compró en las Galerías Lafayette varias docenas de sombreros que ella misma reformó y luego los sacó a la venta. Ante el inesperado éxito obtenido, no lo dudó ni un momento: lanzó su propia línea de moda, que consiguió notable aceptación entre sus clientes. De ahí empezó toda su fama.

Es considerada la primera mujer empresaria de la historia. Liberó la silueta femenina y adaptó las cómodas prendas masculinas al cuerpo de la mujer. También fue una revolucionaria sexual, pues defendía la libertad de amar a quien fuese sin importar el sexo y sin que fuera necesario el matrimonio.