Covid 19 y Contexto Internacional 

Entrevistado

Raúl Allard Neumann

Director del Centro de Estudios y Asistencia Legislativa Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Director el programa de Magister en Relaciones Internacionales CEAL-PUCV. Máster en Derecho Comparado, Southern Methodist University, y Diploma de Postgrado en Asuntos Públicos e Internacionales, Woodrow Wilson School of Public and International Affairs, Universidad de Princeton, EE.UU

Semblanza del entrevistado

El profesor Allard, ha sido asesor, directivo y académico en diversas instituciones públicas, privadas e internacionales. Ex Rector y ex Consejero Superior de la PUCV. Ex Subsecretario de Educación y Ex Director Nacional de Aduanas. Director del Magíster en Relaciones Internacionales y Director (i) del Centro de Estudios y Asistencia Legislativa. En esta oportunidad se le hizo tres preguntas por parte del Equipo Coordinador (Equipo Red GERIDE) de la Red GERIDE.

Texto de la entrevista

Equipo Red GERIDE: Latinoamérica entró en un periodo de gran incertidumbre. Todos los analistas están de acuerdos que la región deberá enfrentar una crisis económica y social sin precedentes. Según su opinión, ¿una mayor cooperación entre los países que conforman la región podría ayudar a enfrentar los importantes desafíos económicos y sociales de los próximos meses o años?  En tal sentido, ¿Cuáles deberían ser el o los modelos a seguir?

 

R. Allard: Digamos de partida que no sólo América Latina vive un período de incertidumbre. Todo el mundo la ha experimentado, cualquiera sea su grado de desarrollo. También América Latina y el Caribe y sus países, unos más que otros, han ensayado medidas de excepción en lo sanitario (confinamientos, distancia, protección), económico y del empleo y también en lo político con estados de excepción y restricción de desplazamientos.

A diferencia de la “gran recesión” del 2008, que afectó de manera directa al mundo desarrollado, EEUU y Europa, mientras que a nuestra región el impacto es posible de calificarlo de marginal, esta crisis ha afectado, en diversos grados, a todos los continentes. Si bien se inició en China y Europa, estamos ahora en una situación que aflige especialmente a las Américas: Estados Unidos-el más perjudicado- y en América Latina en particular, Brasil-que ha dado señales equívocas-.  Por su parte, México- que demoró las medidas de aislamiento-, Perú, Chile y Ecuador con alta incidencia en relación a la población y otros. En tanto, Uruguay ha tenido un buen manejo. Con todo, hay que considerar que las tasas de testeos son diversas en cada espacio americano.

No podemos obviar que Latinoamérica es una región con mucha interacción, más aún que, entre sus Estados y pueblos, existe sentido de pertenencia. Sin embargo, sus esquemas de integración en lo político han sido escasos, y aquellos en lo económico son variados, sin que se haya obtenido buenos resultados. En esta crisis, ha surgido otro desafío: cooperar en medio de cierres de fronteras y dificultades de nacionales de volver a sus países.

Dicho lo anterior, la respuesta a la pregunta es afirmativa: hay que aprovechar la crisis como oportunidad; generando una cooperación proporcional a la crisis económica que, según la CEPAL, será de una gravedad mayor: se perderán más de 8.5 millones de empleos, cerrarán más de 2.7 millones de empresas, con una recuperación lenta. El FMI estima que la recuperación recién podría iniciarse en 2021, aunque solo si la crisis COVID 19 es superada. El desafío de tener una sola voz política se acrecienta porque esquemas como CELAC no han tenido real apoyo político y el UNASUR está en crisis terminal. Los órganos regionales de integración (ALADI, Mercosur, Alianza del Pacífico, SICA, CARICOM) deberían converger para incrementar los intercambios intrarregionales que son bajos en la región, alrededor del 17%.

Nuestras economías deben abrirse al mundo, pero con nuestra región como base, con tecnología e innovación. Creo que habrá mayor regionalismo a nivel mundial post COVID 19. No hay modelos externos, experiencias como Europa no son aplicables a la cooperación que requerimos. Debemos tener una coordinación política fuerte para tener cierto grado de influencia como región en el mundo. Dicho de otro modo, es el momento de cooperar más allá de las diferencias políticas de los gobiernos.

 

Equipo Red GERIDE: China, Rusia, Estados Unidos. Al momento, ¿cuál de estas tres superpotencias está manejando mejor la crisis?

R. Allard: Es interesante mirar el caso de China, Rusia y Estados Unidos frente a la crisis COVID 19, no solo cómo “competencia” de quién la maneja mejor, sino también en la visión más amplia de responsabilidades de las grandes potencias en el contexto del sistema internacional; pensamos que las tres pueden hacerlo mejor.

Las grandes potencias, por definición, influyen en la configuración del sistema.

En la práctica estas potencias, con distintos signos, persiguen cierto nacionalismo: Estados Unidos como potencia establecida (“America First” de Donald Trump), China como potencia ascendente (más asertiva con Xi Jinping), y Rusia, con Vladimir Putin, que trata de superar su situación de potencia declinante. Graham Allison ha opinado recientemente[1] que, aunque las dos primeras tendrían ventaja en términos de poder político -y Rusia un poder nuclear considerable-no sería un bipolarismo tipo Guerra Fría, sino una situación en que la competencia entre los tres debe manejarse con cautela y autocontrol.

En tanto, la disputa comercial entre EEUU-China se trasladó al plano sanitario. EEUU ha criticado a China por su demora en informar del COVID-19 (Trump habla de “virus chino”) y de recibir un trato privilegiado por la OMS. Por su parte, China tomó medidas drásticas de cierre y aislamiento en Wuhan, construyó hospitales especiales, ha tenido éxito -algunos ponen en duda sus estadísticas - y ahora reporta pocos casos y ofrece ayuda técnica a otros países.

En Rusia, Putin trata de dar la imagen de tener todo “bajo control”. No ha sido así. La población estuvo sin asistir a los lugares de trabajo, pero el país ha aflojado las restricciones, ha ayudado a grandes empresas y no a las PYMES, ha tenido más de 680.000 contagios. Celebró el triunfo en la II Guerra Mundial con parada militar sin distancia ni mascarillas. Se le acusa de haberse preocupado más del referéndum constitucional-que permite su reelección- que del virus.

En Estados Unidos -que ha superado 3 millones de casos-, Trump minimizó al comienzo la gravedad de la pandemia. Luego la reconoció, pero sin adoptar todas las medidas recomendadas por Anthony Fauci y la Agencia Federal de Control y Prevención de Enfermedades. Ahora impulsa una reactivación, pero en una treintena de estados -que en EEUU tienen bastante autonomía y sistemas propios de salud pública- aumentan los contagios. La situación es más compleja porque el seguro de salud es, fundamentalmente, privado y no todos acceden. Sí se ha extendido -con autorización del Congreso- un programa federal de préstamos blandos a PYMES.

Agreguemos que China ha anunciado una “batalla” contra el virus en frontera con Rusia y que está lanzada la carrera por una vacuna, entre éstas y otras potencias.

Aunque no sea fácil-son situaciones muy distintas-, las grandes potencias deberían abrirse al diálogo sobre la pandemia, entre ellas y con la comunidad internacional, a la altura de la gravedad del problema.

 

Equipo Red GERIDE: ¿Hacia dónde se dirige la OMS tras la pandemia de Covid-19?

 

R. Allard: Lo ya dicho: coordinar políticas y cooperación técnica a nivel de la comunidad internacional incluyendo regiones y distintas potencias, grandes, medianas y pequeñas, para prepararse frente a estas epidemias. Ha habido cuatro en las últimas décadas. Y para el FMI, la pandemia ha impulsado la peor recesión desde la depresión de 1929.

La cooperación se impone, con dificultades a la vista: Estados Unidos anunció su retiro de la OMS argumentando su ineficacia y un supuesto abanderamiento con China. Aún así, el sistema internacional es fluido y la situación puede cambiar, además, la OMS ha recibido donaciones de privados.

La OMS ha estado muy requerida en esta crisis, a la vez que ha pagado el precio de la incertidumbre, frente a un virus no bien conocido en su comportamiento y tratamiento, ha debido modificar algunas recomendaciones y mantiene las de aislar, proteger y trazar. Creemos que debe fortalecerse el multilateralismo en el marco amplio de una ONU reformada y reforzada. Sabemos que estos organismos tienen las funciones que los países les otorgan (en tanto los Estados autodefinen sus funciones).

Así, fortalecer las capacidades de promover investigación del sistema ONU y la OMS, incluyendo el envío de comisiones científicas a los países. En una columna de opinión, José Joaquín Brunner[2], sostiene que “las grandes catástrofes movilizan de manera intensa los recursos cognitivos de las sociedades”; así sucedió durante la peste negra de 1348, en que se aplicó el confinamiento, medidas de higiene y cordones para evitar el contagio interurbano. Ahora se han palpado los límites de la ciencia.

En suma, un desafío para la OMS, la OPS y para el sistema de Naciones Unidas, por cuya vía se canaliza la mitad de la ayuda humanitaria en el mundo; como también, parte importante de las vacunas que están disponibles para diversas comunidades emanan del sistema internacional de salud. 

El Papa Francisco ha invitado a reflexionar sobre la post pandemia: directrices para reconstruir un mundo mejor. Ese es el horizonte.


[1] Allison, Graham (2020), The New Spheres of Influence, Foreign Affairs, 99.2, march/april 2020.

[2] Brunner, José Joaquín (2020), Ciencias y humanidades frente a las pandemias, El Mercurio, 5 julio 2020, Santiago.

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