El desastre como mercancía: la responsabilidad gubernamental y el capital privado en el proceso de reconstrucción tras el sismo del 2017 en Jojutla, México

María N. Rodríguez Alarcón

Candidata a Doctora en Ciencias Sociales (El Colegio de Michoacán, México). Maestra en Antropología Social (CIESAS, Ciudad de México). Miembro de la Red de Estudios Interdisciplinarios sobre Vulnerabilidad, Construcción Social del Riesgo y Amenazas Naturales y Biológicas. 

Semblanza de la colaboradora

Candidata a Doctora en Ciencias Sociales (El Colegio de Michoacán, México). Maestra en Antropología Social (CIESAS, Ciudad de México). 

Miembro de la Red de Estudios Interdisciplinarios sobre Vulnerabilidad, Construcción Social del Riesgo y Amenazas Naturales y Biológicas. 

Forma parte de la iniciativa Manifesto Radix (Radical interpretations of Disasters). Ha obtenido varias distinciones en su carrera académica. Autora y coautora de diversas publicaciones que incluyen un libro, capítulos de libros, reseñas, artículos científicos y de divulgación. Ha participado en diferentes proyectos de investigación internacionales. Su investigación actual se centra en el desastre postsismo del año 2017 en México.  

Texto

El 19 de septiembre de 2017 se manifestó un movimiento telúrico en territorio mexicano. La magnitud fue de 7.1 y VIII la máxima intensidad alcanzada en la escala Modificada de Mercalli. En el estado de Morelos, próximo a la capital del país, hubo importantes pérdidas humanas y materiales, particularmente en el sur de la entidad. Jojutla fue el municipio más dañado, incluso, el centro de la ciudad homónima pasó a ser conocido como la “zona cero”, debido a la destrucción prácticamente total de sus edificaciones.

Las disposiciones de las diversas instancias del gobierno involucradas en la recuperación postsismo estuvieron caracterizadas por múltiples anomalías y contradicciones, particularmente, en lo relacionado con la rehabilitación de viviendas y renovación de espacios públicos. Además, el proceso de reconstrucción contó con una limitada participación de la población en la toma de decisiones, mientras se promovieron las intervenciones del capital privado en el diseño y ejecución de las obras. Al privatizar dicho proceso, las instituciones públicas se deslindaron de responsabilidades en torno a la generación y promoción de todas las acciones necesarias para garantizar una recuperación efectiva e integral del contexto afectado. Allí, el tema de la prevención fue borrado de la agenda pública, en tanto, resultaba más “cómodo” aceptar los lineamientos emanados del sector privado.

Los empresarios aprehendieron el desastre como una oportunidad de lucro a expensas del sufrimiento de la población afectada y, en ello, la anuencia de los representantes de las instancias de gobierno fue un factor clave, debido a la falta de procedimientos claros, medidas de seguimiento y evaluación. Aunque existían los mecanismos oficiales para aprobar y transparentar el uso de los recursos públicos para la reconstrucción, la realidad estuvo muy lejos de su adecuada implementación. A la par, la poca supervisión por parte de las instancias correspondientes colocaron en nuevas situaciones de riesgo a la población, que se vio expuesta a habitar casas sin evaluaciones técnicas, muchas de ellas mal construidas. 

En este sentido, se pudo advertir la preeminencia de dos aspectos interrelacionados: un proceso de reconstrucción exclusionaria y una capitalización del desastre (1).  Entendiendo que, la articulación de actores públicos y privados atendieron a un urbanismo proempresarial, donde la coyuntura desastrosa se convirtió en una oportunidad para generar dinámicas excluyentes de construcción y reconstrucción, pues ciertos sectores sociales quedaron relegados a una situación de desventaja, en tanto tenían menos poder económico y político, en general, poco poder de negociación. Así, se generó un tipo particular de corporativismo donde el gobierno canalizó fondos hacia el sector privado a cambio de la gestiones de inervención postsismo. Ello, además, se sustentó en un marco ideológico moderno, donde los tecnócratas concibieron transformaciones específicas del entorno construido, por ejemplo, la homogeneización del territorio y las edificaciones, e incorporación de elementos estéticos, como vías para transformar un espacio considerado “pobre” o “tradicional” en una realidad que sigue imaginarios neoliberales (2). 

La modernización de Jojutla fue impulsada por el mercado desde una lógica que, no sólo no incidió en las causas subyacentes del desastre, sino que construyó condiciones que dificultaron la recuperación afectiva y material de la población. Al mismo tiempo, se colocó en evidencia que las instancias públicas siguen fracasando en solventar problemas estructurales como la pobreza e inequidad social. Aspectos particularmente característicos en el escenario social de Jojutla, donde existían y continúan existiendo altos niveles de pobreza extrema, con numerosos habitantes que carecen de ingresos estables, acceso a servicios básicos y seguridad social, y que habitan en viviendas precarizadas, autoconstruidas y asentadas en terreno irregulares. 

En líneas generales, se puede sostener que el desastre fue explotado como mercancía, reproduciendo procesos de exclusión social. Con ello, se profundizaron las situaciones de vulnerabilidad estructural y diferencial en las cuales ya se encontraba inmersa una parte considerable de la población previo a la manifestación del movimiento telúrico. 

 

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(1)  Contreras Gatica, Yasna y Carolina Arriagada Sickinger (2016) “Reconstrucción exclusionaria. Lo comunitario y las políticas públicas en ciudades menores e intermedias chilenas afectadas por el terremoto y tsunami del 27F2010. Los casos de Constitución y Dichato”, en Revista de Geografía Norte Grande, núm. 64, pp. 83-107. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=30048478006 

(2) Barrios, Roberto (2017) “What Does Catastrophe Reveal for Whom? The Anthropology of Crises and Disasters at the Onset of the Anthropocene” en Annual Review of Anthropology, núm. 46, pp. 151- 166; Barrios, Roberto (2017) Governing Affect. Neoliberalism and Disaster Reconstruction. University of Nebraska Press, Nebraska.