CRISIS CLIMÁTICA ACTUAL. ESCALA HUMANA Y ESCALA DE LA TIERRA
María Eugenia Petit-Breuilh Sepúlveda
Departamento de Historia de América, Universidad de Sevilla
Semblanza de la colaboradora
Profesora Titular (2012) y directora del departamento de Historia de América de la Universidad de Sevilla desde el 2020. Desde 2011 es Coordinadora científica del Seminario Permanente del Departamento de Historia de América: Estudios Históricos y Sociales sobre la Naturaleza y el Medio Ambiente.
Licenciada y Doctora en Geografía e Historia, a lo largo de la vida laboral ha compaginado la experiencia docente universitaria con la investigación, prevención y cooperación internacional en materia de desastres en Iberoamérica: trabajó durante siete años en el Programa de Riesgo Volcánico de Chile (1991-1998) y fue parte del equipo de investigadores que participaron en la fundación y desarrollo del Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur (SERNAGEOMIN).
Imagen de portada. Paso del huracán Beryl, 2024. REUTERS.
Los fenómenos naturales ya sean de origen geológico (terremotos, algunos generadores de tsunamis, erupciones volcánicas y remociones en masa) o hidrometeorológico (lluvias torrenciales y sequías) han acompañado a la historia de la humanidad desde siempre, y con esto nos referimos al menos a unos miles de años. En este contexto, si el análisis climático solo lo hacemos desde la escala humana, resultará ser de corta memoria y más si nos limitamos a los tiempos históricos dependientes de documentos, relatos –orales o escritos- mapas o dibujos. Esta corta mirada, podría llevarnos a caer en exageraciones, incluso a pensar que el clima alguna vez ha sido realmente estable y que solo en los últimos tiempos algo malo está sucediendo (Figura 1). Sin duda, es innegable el deterioro medioambiental producido por la especie humana en constante crecimiento durante los últimos siglos. Por otro lado, en 2024 ya somos mucho más de 8,200 millones de personas, que están agotando los recursos como el agua dulce, los bosques, los peces, etc.
Con todo, es preciso darnos cuenta que si comparamos los datos históricos actuales con los registros de temperatura y precipitaciones entre los siglos XVI al XVIII resulta que nos medimos con la Pequeña Edad del Hielo, y por esta razón, sin duda hoy encontraremos cifras más elevadas y extremas, independientemente de que las sociedades a lo largo y ancho del planeta emitamos enormes cantidades de CO2 y otros gases de efecto invernadero (GEI): el vapor de agua, H2O, el dióxido de carbono, CO2, el metano, CH4, el óxido nitroso, N2O, y el ozono, O3. Sin embargo, si cotejamos las cifras presentes con las noticias climáticas de la época del Óptimo climático (siglo VIII y XIV), a pesar de ser un periodo de tiempo con menos población y carecer de una actividad industrial contaminante, los humanos tuvieron que soportar elevadas temperaturas y fenómenos extremos como sequías y plagas de langostas y “migraciones climáticas” como las llamamos actualmente (Figura 1)
Entonces esta problemática que tanto nos inquieta es una cuestión que debe ser abordada de forma interdisciplinar y muchos estamos de acuerdo que las consecuencias del calentamiento global que experimentamos tienen unos orígenes más complejos que la sola emisión de CO2. Dicho de otra forma, la conjunción de diversas variables nos tiene en este punto, sin desconocer la responsabilidad de la Humanidad en este asunto. Así debemos recordar el hecho de que estamos en un período interglaciar desde hace más de 15.000 años, también es preciso considerar los ciclos de la actividad solar (ciclos de unos 11 años, que se caracterizan por una mayor o menor emisión de radiación solar dependiendo de la existencia o no de manchas solares, que se comenzaron a estudiar sistemáticamente desde 1610), las erupciones volcánicas aéreas y submarinas y las variaciones en la circulación de las corrientes marinas. Todos estos fenómenos influyen directamente en las oscilaciones globales de temperatura y precipitaciones (Figura 2).
Figura 1. Reconstrucción de la temperatura en los últimos 2000 años. Se observa el Óptimo Climático Medieval, la Pequeña Edad de Hielo y el Calentamiento global actual. Fuente: Ed Hawkins, 2000+ year global temperature including Medieval Warm Period and Little Ice Age.
Figura 2. Gráfico indicando las manchas solares y su relación con el clima. Fuente: Robert A. Rohde, 2005.
Considero que es necesario reflexionar y tener criterios académicos más allá del dogma en el que vivimos hoy con respecto al calentamiento global, ya que una constante del clima a lo largo de los últimos milenios es precisamente el cambio y a pesar de ellos, los humanos hemos evolucionado y nos hemos adaptado. Las ciencias sociales y la historia nos ayudan a tomar conciencia de esta realidad y a poner datos empíricos en la ecuación de la reflexión sobre el calentamiento global, con el fin de que esta información nos ayude a conocer cómo las sociedades del pasado pudieron superar las dificultades. La posibilidad de identificar estas respuestas adaptativas nos permitirá empatizar mucho más con las personas de otras épocas, y mirar el futuro con algo de esperanza, ya que la tecnología actual y el gran conocimiento alcanzado seguramente traerán aparejadas novedosas soluciones a estos problemas que parecen tan nuevos, pero que al final, no lo son tanto.
Referencias
Alberola, Armando. Los cambios climáticos. La Pequeña Edad del Hielo en España. Madrid, Cátedra, 2014.
Delumeau, Jean. El miedo en occidente. Madrid, Taurus, 2012.
Parker, Geoffey. El siglo maldito. Clima, guerras y catástrofes en el siglo XVII. Barcelona, Planeta, 2013.
Collins, William, Colman, Robert, Haywood, James, Manning, Martin R. y Mote, Philip, “The Physical Science Behind Climate Change”, Scientific American 297, 64, August 2007.
Links y contacto
Entrevista anterior de la Autora en nuestro portal: ACÁ
Perfil de la autora en la Universidad de Sevilla: https://investigacion.us.es/sisius/sis_showpub.php?idpers=16504