Hablar del objeto de estudio y del objeto de intervención nos llevó a reflexionar en torno a la disciplina en el primer caso, y a la profesión en el segundo. Al respecto, durante la reunión se expresaron tres posturas:
Alrededor de ello, se discutió acerca de lo que se entiende por disciplina, pues mientras algunos afirmaron que se trataba de contar con métodos de intervención, la mayoría argumentó que se trata de un campo de conocimientos específicos en los que se desarrolla una epistemología, de la cual, como disciplina de las Ciencias Sociales, se derivan teorías y metodologías propias del trabajo social, que si bien recupera conocimientos de otras disciplinas, construye una manera propia de conocer y de intervenir.
Otro de los tópicos de discusión se refirió a lo que se denomina lo social en trabajo social, en donde hubo total acuerdo al señalar que son las relaciones sociales, los vínculos, los procesos sociales, que constituyen el entramado o tejido social.
Se hizo una acotación para señalar que estas relaciones sociales se pueden ver desde tres dimensiones: la biográfica (personal); la estructural (procesos sociales) y la interrelacional (con los otros).
Asumiendo que trabajo social siempre trabaja con los otros, se abordó la necesidad de concebir a éstos no como individuos, sino como sujetos sociales, ya sea individuales o colectivos, pero sujetos capaces de generar los procesos de cambio que les permitan modificar la situación-problema que enfrentan, acorde con la mirada del paradigma crítico.
Se discutió en torno al concepto de sujetos autónomos, pues desde una mirada “liberal” podría pensarse que se refiere al sujeto individualista que se construye a sí mismo, en “soledad”; sin embargo se llegó a la conclusión de que ello no era posible bajo ninguna circunstancia y que más bien cuando se alude a los sujetos autónomos se está entendiendo como esa capacidad para decidir, consciente de los contextos y del entramado de relaciones y procesos en los que se está inmerso; entendiéndola entonces como una construcción colectiva, enmarcada en una concepción de sociedad democrática, históricamente construida.
Este fue uno de los tópicos en los que hubo mayor discusión, dado que es el eje en donde se articula el ser y hacer del trabajo social.
Una primera discusión fue en torno a la separación que en ocasiones se hace entre investigación e intervención, otorgando una supremacía a la primera sobre la segunda. Al respecto, en el debate se llegó a la conclusión de que es necesario concebirlas como un solo proceso, precisamente el de la intervención y que la investigación habrá de estar acotada a ella, pues de otro modo, nos llevará a investigar solo para conocer y no para intervenir; de igual modo, solo estaríamos reproduciendo un problema de vieja data que es el de obtener grandes cantidades de información que se dispersan de aquella que sería central y básica para la intervención. Hubo consenso en torno a que se trata de una separación ficticia (solo para fines didácticos), pues en la realidad, en la intervención del trabajador social, están totalmente relacionadas entre sí; hubo quien dijo que en una relación dialéctica y otra postura afirmó que se trata más bien de una unidad indivisible.
La discusión de este tópico llevó a cuestionar el hecho de que cuando se nombran metodologías, se haga mención mayoritariamente a las referidas a la investigación-acción o la investigación-acción-participación; que vuelven a colocar en primer plano a la investigación, además de que se piensan como dos momentos: conocimiento y acción, como si uno no implicara al otro. La invitación fue a hablar de metodologías o estrategias y modelos de intervención de trabajo social.
Un tópico relacionado fue el de la necesidad de distinguir entre investigación y diagnóstico, pues la primera nos brinda toda la información necesaria, pero el segundo es el que nos permite sintetizar de manera analítica la situación-problema a intervenir, distinguiendo a los actores involucrados, las situaciones concomitantes, las posibilidades de cambio, etc. En el mismo sentido se dijo que, aunque la tendencia ha sido considerar al diagnóstico solo como una jerarquización de problemas, se requiere desechar esa idea, para construir diagnósticos sociales integrales.
Otro aspecto que se abordó fue enfatizar en que siempre que se hable de intervención, se asuma que ésta está basada en conocimientos epistemológicos, teóricos y metodológicos, y no como comúnmente suele suceder que se piensa que la intervención es solo el momento de la “ejecución” que no requiere de mayores conocimientos. Se coincidió en la necesidad de concebir a la intervención como la acción del trabajo social fundada en el conocimiento, compleja e intencionada, direccionada hacia la generación de cambios sociales.
De igual forma, se enfatizó en el hecho erróneo -pero común en trabajo social- de confundir la metodología con el método. Específicamente se dijo que suele reducirse a nombrar el “método básico” que se cuestionó si se trata de un método de trabajo social, o es un proceso lógico que se utiliza en todas las profesiones. También se aludió a los métodos de caso, grupo y comunidad y se cuestionó la parcialización de la intervención; también se discutió si son métodos o niveles de intervención que implican un proceso metodológico.
En este tópico, se dijo que continúa la tendencia generalizada de incorporarse a los ámbitos tradicionales del trabajo social, en donde en ocasiones no se hace intervención, sino solo se cumplen procedimientos institucionales de carácter administrativo o instrumentales. Ante ello, se habló de la necesidad de innovar en las áreas tradicionales para hacer una intervención de trabajo social y no solo intermediación administrativa.
Por otro lado, se habló de la urgente necesidad de abrir posibilidades para el trabajo social independiente, sin abandonar los espacios de mayor tradición que ya han sido conquistados, todo lo cual requiere modificar la formación académica y abrir nuevos espacios laborales.
También, será importante identificar los campos que hoy por hoy se consideran “emergentes” y que no aparecen aún en las discusiones sobre la formación académica de los trabajadores sociales, pero que sí están siendo requeridos en la realidad social.
La discusión de este tópico permitió vislumbrar las diferentes tendencias del trabajo social contemporáneo; comenzó por señalarse que la concepción que se tenga del fin último de nuestra disciplina/profesión está ligada a una postura ético-política.
Las posturas se refirieron a la promoción de la justicia; la transformación social, el respeto a los derechos humanos, la formación de sujetos que generen cambios sociales. Al final, hubo acuerdo en torno a que uno es el fin de la disciplina/profesión y otro es la aspiración de construir una mejor sociedad, lo cual no es tarea exclusiva de una sola disciplina o profesión y que, además, si se deja en términos tan generales en realidad hay una indefinición de nuestra especificidad disciplinar y nuestra identidad profesional.
Al respecto, se señaló que en muchas ocasiones se omite explicitar esta dimensión que tiene que ver con un trabajador social que toma una postura política desde la cual interviene y que ello se enfrenta a diversos dilemas éticos; por ejemplo, el cuestionarse con quién es el compromiso ¿con la institución que requiere y retribuye económicamente sus servicios?; ¿con la población que requiere de su intervención? ¿con el interés del profesional como empleado o trabajador?; concluyendo que es necesario incluir esta dimensión en todas las discusiones de trabajo social y explicitar los compromisos que adquiere cada tendencia del denominado trabajo social contemporáneo.
Dado que uno de los ejes de la Reunión fue el referido a la formación académica de los trabajadores sociales, se procedió a conocer las generalidades de cada plan de estudios, los cuales se sintetizan a continuación.
Se comenzó por identificar las constantes en la formación de trabajadores sociales para posteriormente señalar que, en las modificaciones curriculares, habría que considerarse:
Las diversas opiniones expuestas por los participantes coincidieron en que:
Se plantearon como retos: