Mira que estoy a la puerta y llamo (Ap 3,20)
Mira que estoy a la puerta y llamo (Ap 3,20)
Estamos en Adviento, un tiempo para recordar que Dios no irrumpe con ruido, llama suavemente a nuestra puerta. A veces lo hace a través de una emoción que nos mueve, de una necesidad que vemos en alguien cercano o de una intuición que nos invita a cambiar. La pregunta es: ¿Qué significa hoy para mí que Dios llama a mi puerta?
Esta semana queremos abrir esa puerta desde la solidaridad. Jesús vivió así: acercándose a quien sufría, curando, consolando, alimentando, denunciando injusticias... Su vida entera estuvo marcada por el servicio a los demás. No buscaba reconocimiento, solo amar con hechos, no con palabras.
Adviento es una oportunidad para preguntarnos qué pasos pequeños podemos dar en esa dirección. Ser solidarios no es hacer grandes cosas, sino dejar que el corazón se ensanche un poco más: estar atentos, escuchar, ofrecer tiempo, levantar a quien está caído. Dios llama también a nuestra puerta a través de las necesidades de otros.
¿Qué gesto concreto de solidaridad puedes vivir hoy como respuesta a esa llamada de Dios?
“Nadie es demasiado pobre para no tener algo que ofrecer. Nadie es demasiado rico como para no necesitar recibir.”
Dom Hélder Câmara
TODO ESTO DIOS LO PONEMOS EN TUS MANOS
Y AQUÍ TIENES LAS NUESTRAS