El Señor me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres. (Lucas 4,18)
¿No sientes a veces que tu vida necesita un giro? Como una chispa, algo que vuelva a encender lo que está apagado. Puede ser una ilusión que se ha ido perdiendo, una relación que se ha enfriado, o algo que nos pesa más de lo que parece. También puede ser ese deseo de vivir con más autenticidad, con más luz, con más sentido. El Adviento es el momento para despertarnos y recordarnos que todavía es posible empezar de nuevo.
Algo parecido le ocurrió a San Francisco Javier. Tenía una vida prometedora, segura y cómoda. Nada hacía pensar que acabaría viajando hasta el otro lado del mundo. Pero un día, poco a poco, descubrió una alegría más profunda que todo lo que había soñado: el Amor de Dios que no te encierra, sino que te impulsa a salir. Y como una luz se enciende en medio de la oscuridad, así se encendió el corazón de Javier.
Ese descubrimiento le llevó a elegir con libertad. Dejó atrás sus seguridades para vivir algo más grande que él mismo. No buscaba aventuras ni éxito; buscaba sentido. Y eso es lo que hace la verdadera llamada de Dios: no te promete comodidad, pero sí plenitud. Javier aprendió —igual que Ignacio— que la vida se vuelve más auténtica cuando eliges no lo más fácil, sino lo que más te acerca a lo que Dios sueña para ti. Esa es también la tarea del Adviento: distinguir qué cosas iluminan tu camino y cuáles solo lo llenan de ruido.
¿Qué paso concreto puedes dar hoy para vivir este Adviento como San Francisco Javier, con un corazón atento y disponible?
La vida solo cobra sentido cuando se entrega por algo que vale más que uno mismo.
Pedro Arrupe, SJ
TODO ESTO DIOS LO PONEMOS EN TUS MANOS
Y AQUÍ TIENES LAS NUESTRAS