“En esperanza fuimos salvados.
Y una esperanza que se ve ya no es esperanza.”
(Romanos 8,24)
“En esperanza fuimos salvados.
Y una esperanza que se ve ya no es esperanza.”
(Romanos 8,24)
Adviento es el tiempo en el que esperamos que la Luz vuelva a brillar en medio de un mundo que demasiadas veces se oscurece. Las imágenes que contemplamos hoy podría ser de Belén… pero también de Gaza, de Ucrania, de Ceuta, de México..., de cualquier frontera donde familias enteras buscan refugio. Un muro con alambre de espinas separa a la Sagrada Familia como separa hoy a tantos: violencia, discriminación, guerras, decisiones políticas que levantan fronteras en lugar de puentes.
Hoy os invitamos a mirar estas escenas con los ojos del corazón: ver a María, José y Jesús representando a todas las familias desplazadas; tocar con la mirada ese dolor que no sale siempre en las noticias; escuchar el grito silencioso de quienes esperan humanidad en un mundo que a veces prefiere proteger sus intereses antes que proteger vidas. Adviento no es una espera pasiva: es un tiempo para desear un mundo más humano, para dejarnos afectar, para reconocer que Dios siempre nace donde la vida está amenazada.
Allí donde un muro separa, Él se coloca del lado herido, recordándonos que Su Reino es siempre un Reino que acoge, cura, reconcilia y derriba muros.
¿Qué muro pongo yo —de indiferencia, de prejuicios, de “no es mi problema”— que hoy podría empezar a romper para mirar a los que sufren como personas y no como noticias lejanas?
Si Jesús hoy naciera “al otro lado del muro”, ¿qué gesto concreto me está pidiendo a mí para acercarme, cuidar y hacer más humano ese lugar donde Él sigue naciendo?
La paz no es solo ausencia de guerra: es la presencia activa de la justicia.
Martin Luther King Jr.