“He aquí que hago nuevas todas las cosas.”
(Apocalipsis 21,5)
“He aquí que hago nuevas todas las cosas.”
(Apocalipsis 21,5)
Tras una duodécima guerra mundial, el mundo quedó devastado: sin amor, sin cultura, sin belleza, sin esperanza...
Un día, una chica que no había visto nunca una flor, se encontró con la última flor que nacía en este mundo. Y corrió a decir a las gentes que se moría la última flor. Solo un chico le hizo caso, un chico al que encontró por casualidad.
El chico y la chica se encargaron, los dos, de cuidar la flor. Y la flor comenzó a revivir. Un día una abeja vino a visitar a la flor. Después vino un colibrí.
Pronto fueron dos flores; después cuatro… y después muchas, muchas. Los bosques y selvas reverdecieron. El amor había vuelto al mundo.
James Thurber
La esperanza funciona así. No siempre aparece en grande, sino como algo frágil y discreto que pide ser cuidado: un gesto, una intuición, una persona, un deseo bueno que despierta por dentro. Dios suele comenzar por lo pequeño, como un niño frágil que nace en un humilde pesebre. Y cuando lo cuidamos, la vida vuelve a brotar.
¿En qué lugares falta esperanza?¿Cómo puedo yo ayudar? ¿Cuál es esa “pequeña flor” que Dios te invita hoy a cuidar para que la esperanza renazca en ti o en los demás?
Jamás una noche ha vencido al amanecer.
Bern Williams
TODO ESTO DIOS LO PONEMOS EN TUS MANOS
Y AQUÍ TIENES LAS NUESTRAS