Historia

60 años educando

Corría el año 1957 cuando el P. Fontova plantó la primera semilla de Nazaret. Eran tiempos duros en los que todavía perduraban las huellas de la postguerra en la sociedad española. Es verdad que había terminado hacía ya 18 años, pero la recuperación era lenta.

El 17 de septiembre de 1957 admite a 32 niños en los bajos (salas de juego y patio de recreo) de la Congregación Mariana. Sólo dos hermanos duermen allí, el resto son externos. Las principales preocupaciones del P. Fontova en aquel momento era el dar de comer cada día a aquellos niños, pues su manutención no estaba garantizada en la situación en la que se encontraban; y darles instrucción. Para ello acudió a la sección de “Madres Católicas” dela Congregación Mariana. Así lo cuenta una hoja impresa del año 1957 que lleva ya por titulo “NAZARET” con el subtítulo: Publicación mensual de la “Cruzada Infantil de la Caridad”. Es la primera publicación en la que el P. Fontova, que se mostraría después como un gran experto en el uso de los medios de comunicación, daba a conocer esa primera semilla incipiente.

Así contaba los inicios él mismo en un programa de radio: “El primer día que en la Congregación abrimos el comedor debía alimentar cien bocas todos los días y comenzaba con un saldo deudor que había que pagar al día siguiente. Ante tal perspectiva mi ánimo desfallecía un tanto, sobre todo cuando por todo Alicante corría la voz de que el P. Fontova era el quijote de Alicante. Dios me dio la certeza. Aquella misma noche, sin que nadie más supiera de mis apuros, me dio la cantidad que necesitaba.” 1

2007, Cincuenta Años Educando. Y como dijo el P. Julio Colomer Casanova sj en los 40 años de Nazaret, siendo entonces Provincial de la Provincia Jesuita de Aragón:

“Nazaret” es una palabra entrañable. Tan vieja y tan actual como el Evangelio. Por eso, “Nazaret” siempre ha querido ser “buena noticia”. Desde sus tiempos iniciales hasta hoy. Desde que el P. Fontova plantó la semilla, hasta hoy.

Nazaret me evoca la casa y la familia de Jesús, en cuyo ambiente acogedor iba creciendo y se iba haciendo adulto para entregarse al servicios de los hombres y mujeres de su tiempo, para anunciarles que Dios es Padre, que Dios está empeñado en hacer que triunfe la misericordia y la solidaridad.

El compromiso con esta utopía de Jesús ha hecho que “Nazaret” fuera creciendo, junto a los márgenes de la ciudad con una clara actitud de frontera, por la que han apostado voluntarios, colaboradores y trabajadores con una decidida vocación de equipo. Y “Nazaret”, obra común de tantas manos y corazones, ha ido cambiando y transformándose al intentar responder a las nuevas urgencias y necesidades que la realidad le va planteando cada día. Permanece la fidelidad a sus orígenes; ha crecido la ilusión que impulsa su trabajo cotidiano. 2

Así lo reconoce el Excelentísimo Alcalde de Alicante:

“Mucho ha cambiado Alicante desde que un sacerdote leridano de la Compañía de Jesús destinado en Alicante optó por dedicar su vida al cuidado y a la educación de niños con problemas económicos y familiares. La ciudad se ha agrandado, se ha modernizado, pero la obra del P. Fontova continúa tan viva como cuando recogió a una treintena de niños en el comedor de la antigua Congregación Mariana de la calle San Telmo dando origen a una gran obra que ha perdurado hasta la actualidad.

Muchos niños han pasado por Nazaret en estos años y gracias a la labor de Francisco Javier Fontova y de aquellos que han contribuido a mantenerla y ampliarla, esos niños se han convertido en adultos formados e integrados en la sociedad.

Los que tuvimos la suerte de conocer al P. Fontova lo recordamos como una persona de gran carisma, energía y bondad, un luchador que no cejó en su esfuerzo para logra una sociedad más justa donde no tuviera hueco la marginación.” 3

Desde 1957, Nazaret es una referencia en Alicante, en lo que a trabajo con población en riesgo social se refiere . Hoy, inmersos en el siglo XXI, después de 50 años educando, no solo no hemos dejado de estar a su lado sino que hemos ampliado nuestro compromiso, atendiendo a mayor número de personas y problemáticas.

Los principios inspiradores de esta entidad se basan en entender que todos los menores son sujetos de derecho y en actuar por el interés supremo del menor (Ley Orgánica 1/96, Decreto 93/2001 del Gobierno Valenciano), dando prioridad absoluta a la familia como Institución básica de la sociedad.

En el cada vez más difícil mundo de los servicios sociales, Nazaret siempre ha buscado mantener el equilibrio entre la profesionalización de sus trabajadores y su nivel de compromiso e implicación en las causas que defienden. Los profesionales que forman el grupo humano de esta entidad se caracterizan precisamente por el recuerdo de lo humano en todas y cada una de sus actuaciones, logrando una vinculación con el destinatario de su acción, que se deriva de esa impronta, de esa cercanía y de un intenso trabajo desde el respeto, la flexibilidad, y la absoluta conciencia y necesidad de potenciar las capacidades familiares y personales; en definitiva, de una manera de hacer las cosas diferentes.

Así lo recordamos y profundizamos al comienzo del Curso 2006 – 2007 en las Jornadas de Formación para todos los trabajadores de Nazaret, guiados de la mano del P. Darío Mollá Llácer sj 4 desde lo mas hondo de la Espiritualidad Ignaciana: El Principio y Fundamento de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola.

“ El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima;… / …” 5

“La primera de estas afirmaciones define y sitúa a la persona humana, a toda persona humana, en su lugar de criatura, y también en su dignidad de criatura. Es Dios quien da a toda persona humana, y a toda persona por igual, su dignidad. Dignidad sólo inferior a la de Dios mismo. Y al dar a cada persona su dignidad, Dios le da también un destino, un destino de “salvación”, de vida. No hay excepción alguna en esta dignidad conferida a toda persona humana ni en este proyecto o destino de salvación; es connatural a la condición de persona. La dignidad y la promesa de salvación no son otorgadas por otros hombres, por otras criaturas, ni tampoco se conceden en función de parámetros humanos de sabiduría, riqueza, posición social, legalidad… No hay dignidad mayor ni más radical que la dignidad de criatura.

Principio y fundamento en los Ejercicios y principio y fundamento en nuestro servicio a los menores: su dignidad. Dignidad que no les damos nosotros ni nadie: que se la ha dado Dios. Es su dignidad radical más allá de cualquier circunstancia, por penosa, dolorosa o humillante que sea: es ésta una convicción, la de su dignidad radical, de la que nunca podemos abdicar y, menos que nadie, nosotros. Dignidad que no se pierde y que nadie les puede quitar, pero que puede ser negada, minusvalorada, pisoteada en lo que es el pecado más fundamental, más original y más “mortal” que existe porque es el acto más contrario a la voluntad de Dios: pisotear la dignidad de otra persona. Dignidad de persona, dignidad de criatura de Dios de la que nosotros hemos de estar bien convencidos y de la que les hemos de hacer bien conscientes a ellos. Partimos de ahí, ese es también nuestro principio y fundamento.” 6

Recopilación de:

Jesús Giménez Company sj