Desterrados: Crónicas del desarraigo, Alfredo Molano Bravo
Sebastian Fuentes-Medina
En Desterrados: crónicas del desarraigo, Alfredo Molano teje, a través de una narrativa testimonial y etnográfica, la cruda realidad en la que el conflicto armado en Colombia ha soterrado las tierras lentas, los campesinos y lo más-que-humano, convirtiendo a la naturaleza en un testigo directo de cómo la violencia destierra, mata, ahoga y abandona.
Esta obra se adscribe a la literatura rural, una literatura que, aunque se desarrolla fuera del ámbito urbano para asentarse en un entorno campesino, se convierte en una herramienta que busca desmantelar las desigualdades estructurales, la marginalización de las comunidades rurales y la resistencia a las dinámicas del destierro y la explotación generadas por el conflicto armado en Colombia. Se trata de una violencia que ha soterrado a la población durante décadas y que aún sigue doblegando la vida rural colombiana, por lo que hablar de literatura rural en Colombia nos lleva a relacionarla directamente con esta violencia.
El libro presenta los testimonios de ocho historias diferentes: Desde el exilio, La derrota, Ángela, Los silencios, El barco turco, El jardín, Osiris y Nubia, la catira. La manera en la que aborda estas historias va más allá de relatar lo vivido por las víctimas. Molano apuesta por una literatura que funciona como un acto político y de reivindicación social, en la que se refleja una clara intención por devolver la voz a quienes fueron silenciados por el miedo, a quienes fueron obligados al olvido y a quienes huyeron de sus hogares con vida o sin ella.
La portada de este libro cargada de simbolismos profundos, me generó un primer impacto antes de apreciar sus crónicas. Evidenciar pares de zapatos que exponen el desgaste de sus suelas genera una primera carga emocional de la magnitud con la que la violencia arrebata la vida y obliga a la naturaleza a ser cómplice de sus actos. Además, Molano inaugura su colección de crónicas con un poema de Jaime Sabines, que considero una forma acertada de contextualizar el tono con el que se abordan los testimonios, caracterizados por una carga emotiva que resuena con la cruda realidad del conflicto y la profundidad de las experiencias narradas. procedo a citar:
Buenos días, memoria terca,
buenos días, sangre seca,
buenos días, hueso acostado,
buenos días, aire sin mano,
(pensar en hacer burbujas
con el corazón ahogándose).
Molano, en sus ocho crónicas, refleja una tendencia por recurrir al entorno natural que rodea la comunidad rural, lo cual evidencia una interacción entre lo humano y lo más-que-humano. Esta interacción, en un inicio, es tangible y el autor sólo recurre a los elementos naturales como una forma de describir el entorno. Sin embargo, a medida que se desentraña cada crónica, se deja ver una resignificación del entorno natural. Entonces, el río, la tierra, el barro, los cultivos, los animales salvajes, las herramientas del campesino (azadones, machetes, canastos) y la oscuridad adquiere una relevancia que no está limitada a describir precisamente el entorno en el que se acostumbra a evidenciar el conflicto armado.
Como indiqué anteriormente, Molano da voz a los obligados a callar, pero también expone a lo más-que-humano como testigos del desarrollo de una violencia. Entonces, desde este nivel interpretativo, el autor atribuye una carga simbólica a los elementos naturales. El río más allá de significar vitalidad para la comunidad, representa el cementerio de aquellos cuyos cuerpos fueron escondidos entre sus profundidades y arrastrados por sus corrientes, obligando a la comunidad a olvidarlos. La tierra, por su parte, deja de ser solo una fuente principal de la economía rural y adquiere una relevancia que atestigua los conflictos y el destierro vivido por los habitantes.
Por último, la interacción con lo más-que-humano también se introduce desde una dimensión más profunda y subjetiva, en la que la noche, el frío y el hambre reflejan en sus crónicas las emociones de quienes huían y el contraste del día y la noche en la ruralidad. El día es entendido como un momento de dominio y de pleno auge de la violencia y la noche percibida con temor ante la ausencia de lo humano y la presencia desconocida de lo más-que-humano.
Leer a Molano representa una forma de acercarnos a la literatura rural de Colombia, una literatura que trae consigo la narración del conflicto armado y que nos muestra esa transición entre lo urbano y la ruralidad. Esta obra del sociólogo colombiano pone en evidencia la importancia de no olvidar y de rescatar, a través de las letras, aquello que fue arrebatado por la violencia en Colombia.
Cómo citar (Chicago):
Fuentes-Medina, Sebastian. 2025. “Desterrados: Crónicas del desarraigo, de Alfredo Molano Bravo.” Revista Traditori 2025 (1): 23–35. ISSN 3100-9433