Conozca las características principales de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.
El 28 de junio del año 2022, la Comisión de la Verdad presentó el Informe Final, como resultado de cuatro años de investigación, escucha comprometida y diálogo sobre más de medio siglo de guerra y conflicto armado. La Comisión, con su proceso de esclarecimiento, cumplió con el mandato consignado en el Acuerdo Paz de La Habana, firmado en 2016 entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP, de dilucidar los patrones y la persistencia del conflicto armado y reconocer y dignificar a las víctimas en el país y en el exilio que sufrieron sus consecuencias.
El objetivo de la Comisión con la presentación de su Informe Final y su legado es que los hallazgos y recomendaciones que son el resultado de su proceso contribuyan significativamente a la dignificación de las víctimas y tengan un impacto real en las políticas públicas y en la población colombiana en general. Los más de 3.400 aliados que tiene la Comisión serán de suma importancia para mantener vivo el legado que deja la institución al país, pues su rol será el de asumir como agenda propia las reflexiones y recomendaciones, para que los procesos de convivencia y reconocimiento que tuvo la Comisión en su mandato se fortalezcan.
Este volumen del Informe Final, denominado Hasta la guerra tiene límites. Violaciones de los derechos humanos, infracciones al derecho internacional humanitario y responsabilidades colectivas, aborda las violaciones de derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario cometidas en el conflicto armado y las responsabilidades colectivas, para responder a las preguntas de quién hizo qué a quién, cuándo, cómo, quiénes y por qué. Aborda 16 violaciones e infracciones, con sus prácticas particulares, a partir de la explicación y descripción de las principales violaciones e infracciones cometidas durante el conflicto armado, y el análisis conjunto de varias de esas violaciones e infracciones a partir de casos ilustrativos de algunas dinámicas de violencia que permiten caracterizar ciertas dinámicas del conflicto armado. Las intersecciones de las violaciones de derechos humanos e infracciones del DIH arrojan una serie de dinámicas, lógicas criminales o motivaciones que permitió dimensionar los intereses y beneficiarios de esas violaciones e infracciones.
Hay futuro si hay verdad. Sobre esta premisa se construyó el Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y las FARC-EP firmado en noviembre de 2016 para ponerle fin a la guerra insurgente-contrainsurgente que vivió Colombia durante más de seis décadas. Este pacto ha traído transformaciones que impulsan a la sociedad hacia el siglo XXI, a unas nuevas maneras de ciudadanía y a imaginar, por fin, un porvenir en paz. Pero ni la paz ni la verdad son fáciles. La construcción de la convivencia pacífica se ha enfrentado a obstáculos muy graves, como la necesaria ampliación de la paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y siendo el mayor de ellos la continuación de conflictos armados localizados, donde priman las dinámicas criminales, el asesinato de líderes y excombatientes y la carencia de un clima propicio para la reconciliación y la paz grande, que involucre a toda la población colombiana.
Casi todas las guerras, sean conflictos internacionales o internos, tienen un hito que marca su comienzo: el disparo contra un archiduque, la invasión de un territorio, un florero que se rompe, una palabra de agravio, y así. Este suele ser el clímax de una conjunción de factores sociales y políticos que van entrelazándose hasta asfixiar las salidas democráticas y civilizadas. La historia de la humanidad ha demostrado que es mucho más fácil soltar el primer tiro que lograr un armisticio, cuando la sangre ya inunda los campos. La guerra suma mayores agravios a los que ya le habían dado origen a ella misma; por eso, a pesar de que existan desarmes, treguas, perdones y procesos de paz, las heridas van quedando una sobre otra. Estas, en ocasiones, deforman el rostro de las naciones y entrelazan las violencias de manera que ya no se pueden separar unas de otras.
Este volumen está compuesto por dos secciones. La primera sección, Mujeres: voces que defienden y cuidan la vida, muestra los actos intolerables que sufrieron las 10.864 mujeres escuchadas por la Comisión; algo que como sociedad no debimos permitir. A las sobrevivientes, la guerra marcó sus cuerpos, su intimidad, sus relaciones sociales, su salud, sus estados de ánimo, sus deseos de vivir y de amar. Por eso, era necesario un documento que reconociera sus experiencias particulares. La segunda sección, La verdad es arcoíris, retrata la enorme deuda política que Colombia tiene como Estado y sociedad con las personas LGBTIQ+. Han pasado décadas de desprotección, impunidad y aprobación social ante las violencias cometidas contra aquellas que fueron señaladas injustamente de «pecadoras», «enfermas» y «criminales» porque les gustaba alguien de su mismo género o porque pasaron de ser «él» a ser «ella» o viceversa.