Era una vez un arquero llamado Susano
él no sabía que un gran día moriría
y se terminaría ahí su vida.
Él confiado, un día dormiría
y la muerte llegaría
con una garra letal L y una guadaña
(que por siempre te dormiría)
Él decía: “¡Por favor, un día en mi vida!”
pero no lo consiguió
Susano sabía que la muerte llegaría
con la guadaña y a él lo cortaría.
No. No había salida a la situación
y un último respiro le pidió
a su amada que volaba como un hada.
Él la dejó y solo la llamaría
pero nombres no daría.
La llamó ese mismo día
que sería el último en su vida.