En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.
R. y con tu espíritu.
Hermanos:
para celebrar dignamente estos sagrados misterios,
reconozcamos nuestros pecados.
Se hace una breve pausa de silencio.
Tú que resucitaste por obra del Espíritu Santo: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
Tú que nos enviaste el Espíritu vivificador: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
Tú que nos devolverás la vida gracias al Espíritu: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
Se concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Míranos, Señor, con amor
y multiplica en nosotros los dones de tu gracia
para que, llenos de fe, esperanza y caridad,
permanezcamos siempre fieles
en el cumplimiento de tus mandatos.
Por nuestro Señor Jesucristo.
R. Amén.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios
12, 3-7.12-13
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús “Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos Señor.
Del salmo 103
R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra.
Bendice al Señor, alma mía;
Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor!
La tierra llena está de tus Creaturas. R.
Si retiras tu aliento,
toda creatura muere y vuelve al polvo.
Pero envías tu espíritu, que da vida,
y renuevas el aspecto de la tierra. R.
Que Dios sea glorificado para siempre
y se goce en sus creaturas.
Ojalá que le agraden mis palabras
y yo me alegraré en el Señor. R.
R. Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
R. Aleluya.
Del santo Evangelio según san Juan
20, 19-23
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”.
Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti. Señor Jesús.
Monición:
Por favor pónganse de pie los niños, niñas y jóvenes que serán confirmados.
La persona responsable de la catequesis presenta a los confirmandos:
Reverendísimo Padre.
Estos hermanos y hermanas nuestras fueron bautizados con la promesa de que serían “educados en la fe”, y de que “un día recibirían la por la Confirmación la plenitud del Espíritu Santo”. Este fue el compromiso que sus papás y padrinos adquirieron en el Bautismo. Como responsable de la educación catequética, tengo la satisfacción de poder decir a toda la comunidad aquí presente y también a usted, monseñor Miguel Neftalí González/ monseñor Juan Carlos Castillo Ramírez /padre Juan José Escamilla Gutiérrez, vicario episcopal de nuestra zona, que preside en representación de nuestro Sr. Arzobispo, que estos niños han recibido la catequesis conveniente a su edad.
Al terminar la homilía el celebrante introduce al rito diciendo:
Ahora, antes de recibir el don del Espíritu Santo, conviene que renueven personalmente la profesión de fe, que sus papás y padrinos hicieron, en unión con toda la Iglesia, e día de su Bautismo, y renuncien a todo lo que aparta del Reino de Dios, remetiendo seguir a Jesucristo con la fidelidad de los Apóstoles y los mártires.
El presidente pregunta a los confirmandos:
¿Renuncian ustedes a Satanás y a todas sus obras y seducciones?
R. Sí, renuncio.
¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra?
R. Sí, creo.
¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que nació de Santa María Virgen,
padeció, fue sepultado, resucitó de entre los muertos,
y está sentado a la derecha del Padre?
R. Sí, creo.
¿Creen en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que hoy les va a ser comunicado de un modo singular
por el sacramento de la Confirmación,
como fue dado a los Apóstoles el día del Pentecostés?
R. Sí, creo.
¿Creen en la Santa Iglesia católica,
en la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
R. Sí, creo.
Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar, en Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Monición:
El día de Pentecostés, los apóstoles recibieron la presencia muy especial del Espíritu Santo. Sus continuadores transmiten desde entonces el Espíritu Santo como un don muy personal por medio del sacramento de la Confirmación, que ahora se va a comenzar con la imposición de manos. Esta imposición de las manos es uno de los gestos que aparecen habitualmente en la historia de la salvación y en la liturgia para indicar la transmisión de un poder, o de una fuerza, o de unos derechos.
El celebrante invita a la asamblea a la oración:
Oremos, Hermanos, a Dios, Padre todopoderoso, por estos hijos suyos, que renacieron ya a la vida eterna en el Bautismo, para que envíe abundantemente sobre el ellos al Espíritu Santo, a fin de que este mismo Espíritu los fortalezca con la abundancia de sus dones, los consagre con su unción espiritual y haga de ellos imagen fiel de Jesucristo.
Todos oran en silencio unos instantes.
Luego, el celebrante,
extendiendo sus manos sobre los confirmandos, dice:
Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que has hecho nacer de nuevo a estos hijos tuyos
por medio del agua y del Espíritu Santo,
librándolos del pecado,
escucha nuestra oración
y envía sobre ellos al Espíritu Santo consolador;
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia, de piedad
y de tu santo temor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Monición:
Hemos llegado al momento culminante de la celebración, El celebrante les impondrá la mano y los marcará con la cruz gloriosa de Cristo para significar que son propiedad del Señor. Los ungirá con óleo perfumado. Ser crismado es lo mismo que ser Cristo, ser mesías, ser ungido. Y ser mesías y cristo comporta la misma misión que el Señor: dar testimonio de la verdad y ser, por el buen olor de las obras, fermento de santidad en el mundo.
Enseguida se le presenta el santo crisma.
(Nombre de quien es confirmado-a)
Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo.
R. Amén.
La paz esté contigo.
R. Y con tu espíritu.
Queridos hermanos: oremos a Dios Padre todopoderoso, unidos en la misma fe, en la misma esperanza, en la misma caridad, que proceden del Espíritu Santo.
R. Te rogamos, Señor.
Por estos hijos de Dios que han sido confirmados por el Espíritu Santo y participarán del Pan Vivo: para que arraigados en la fe y edificados en el amor, den verdadero testimonio de Cristo. Roguemos al Señor. R.
Por sus padres y padrinos que se ofrecieron como responsables de su fe: para que no dejen de animarlos con la palabra y el ejemplo a seguir los pasos de Cristo. Roguemos al Señor. R.
Por la Santa Iglesia de Dios congregada por el Espíritu Santo: para que, en comunión con el Papa Francisco, nuestro Arzobispo Rogelio Cabrera López, y todos los obispos, se dilate y crezca en la unidad de la fe y del amor hasta que el Señor vuelva. Roguemos al Señor. R.
Por todo el mundo, para que los hombres que tienen un mismo Creador y Padre, se reconozcan hermanos, sin discriminación. Roguemos al Señor. R.
Señor, que enviaste a tus Apóstoles el Espíritu Santo
y quisiste que ese mismo Espíritu
fuera comunicado a los demás creyentes:
te rogamos que estos nuevos confirmados
puedan difundir en el mundo
los mismos frutos que produjo
la primera predicación evangélica.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
Oren, hermanos, para que este sacrificio, nuestro y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
R. El Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las oraciones y ofrendas de tus fieles,
y tú que has perfeccionado
en ellos la semejanza con tu Hijo,
haz que por la participación
en el memorial de su sacrificio,
que nos mereció a tu Espíritu Santo,
puedan dar con su vida testimonio del Señor resucitado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
PREFACIO I DE LA CONFIRMACIÓN
El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias,
es bueno cantar tu gloria,
Padre santo, fuente y origen de todo bien.
Tú, en el Bautismo, das nueva vida a los creyentes
y los haces partícipes
del Misterio Pascual de tu Hijo.
Tú los confirmas con el sello de tu Espíritu,
mediante la imposición de manos
y la unción real del crisma.
Así, renovados a imagen de Cristo,
el ungido por el Espíritu Santo
y enviado para anunciar
la buena nueva de la salvación,
los haces tus comensales en el banquete eucarístico
y testigos de la fe
en la Iglesia y en el mundo.
Por eso nosotros,
reunidos en esta asamblea festiva
para celebrar los prodigios de un renovado Pentecostés,
y unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos el himno de tu gloria:
Todos aclaman:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
PLEGARIA EUCARÍSTICA II
CP
Santo eres en verdad, Señor,
fuente de toda santidad;
por eso te pedimos que santifiques estos dones
con la efusión de tu Espíritu,
de manera que se conviertan para nosotros
en el Cuerpo y + la Sangre
de Jesucristo, nuestro Señor.
El cual,
cuando iba a ser entregado a su Pasión,
voluntariamente aceptada,
tomó pan, dándote gracias, lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
«TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES».
Del mismo modo, acabada la cena,
tomó el cáliz,
y, dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:
«TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA».
CP. Éste es el Misterio de la fe.
R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección.
CC
Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la muerte y resurrección de tu Hijo,
te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación,
y te damos gracias
porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos
del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
C1
Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra;
y con el Papa Francisco,
nuestro obispo Rogelio, sus obispos auxiliares y emérito,
y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de tus hijos
que, regenerados en el bautismo,
hoy has confirmado, marcándolos con el sello del Espíritu Santo:
custodia en ellos el don de tu amor.
C2
Acuérdate también de nuestros hermanos
que se durmieron en la esperanza
de la resurrección,
y de todos los que han muerto en tu misericordia;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Ten misericordia de todos nosotros,
y así, con María, la Virgen Madre de Dios,
su esposo, san José, los apóstoles
y cuantos vivieron en tu amistad
a través de los tiempos,
merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,
compartir la vida eterna
y cantar tus alabanzas.
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos
Todos aclaman:
R. Amén.
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
EMBOLISMO
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
R. Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
RITO DE PAZ
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Como hijos de Dios, intercambien ahora
un signo de comunión fraterna.
FRACCIÓN DEL PAN Y CONMIXTION
Depositando una fracción de la Hostia en el cáliz
el celebrante dice en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,
unidos en este cáliz, sean para nosotros
alimento de vida eterna.
CORDERO DE DIOS
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
Mientras la Asamblea canta el Cordero de Dios,
el celebrante con las manos juntas y en secreto dice:
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,
que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos
y jamás permitas que me separe de ti.
El que preside hace genuflexión, toma el pan consagrado y,
sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
R. Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
El celebrante dice en secreto al comulgar:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
La sangre de Cristo me guarde para la vida eterna
Monición:
Hoy papás y padrinos que estén preparados para recibir la comunión, se les invita a ofrecerla por sus hijos, ahijados y por quienes han participado de la formación en la fe.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr Heb 6, 4
Alegraos en el Señor todos los que habéis sido iluminados,
los que habéis gustado del don celestial,
los que habéis sido participes del Espíritu Santo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Bendice, Señor, sin cesar a estos hijos tuyos,
que has consagrado con la unción del Espíritu Santo,
para que superen todas las adversidades,
alegren a tu Iglesia con la santidad de su vida,
y con su trabajo y con su amor la extiendan por todo el mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amen
El Señor esté con Ustedes
R. Y con tu espíritu.
La bendición de Dios todopoderoso,
Padre Hijo + y Espíritu Santo esté con todos ustedes
y permanezca siempre.
R. Amén.
El diácono o el concelebrante dice:
A dar testimonio del amor de Dios
Nos podemos ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
Monición:
Por preparación para la siguiente celebración, se les invita a salir ordenadamente.
En este momento, favor de pasar un integrante de cada familia a la oficina parroquial para recoger la boleta del sacramento de la confirmación.
Que Dios siga acompañando a sus familias en el caminar de la fe.