Este rito puede usarse en el día de la Conmemoración de todos los fieles difuntos, sobre todo en aquellas iglesias en las que hay sepulturas, en cuyo caso es recomendable que se organice una procesión al lugar de los sepulcros o que el celebrante asperja (e inciense) los mismos, mientras la asamblea entona un canto apropiado.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.
El sacerdote, el diácono o el familiar que dirige la oración puede introducir a los demás en el sentido de esta conmemoración con las siguientes palabras u otras semejantes:
Recordemos ahora, (en este lugar de reposo)
a nuestros hermanos (se menciona sus nombres)
que murieron en la paz de Cristo
y confiémoslos,
con fe y esperanza,
al amor de Dios Padre.
Por el bautismo
cuya memoria recordaremos
al asperjar este lugar de reposo,
fueron incorporados a la Iglesia,
la familia de Cristo.
Pidamos, pues,
ahora a Dios que los alegre también
en el banquete de su reino
y que puedan gozar
con los santos y elegidos
de los premios eternos.
A continuación, se puede entonar un canto, mientras se rocía agua bendita sobre las sepulturas.
Tú has venido a la orilla
No has buscado a sabios, ni a ricos
Tan solo quieres que yo te siga
Señor, me has mirado a los ojos
Sonriendo, has dicho mi nombre
En la arena, he dejado mi barca
Junto a ti, buscaré otro mar.
Tú sabes bien lo que tengo
En mi barca, no hay oro, ni plata
Tan solo redes y mi trabajo
Señor, me has mirado a los ojos
Sonriendo, has dicho mi nombre
En la arena, he dejado mi barca
Junto a ti, buscaré otro mar.
Tú necesitas mis manos
Mis cansancios que a otros descansen
Amor que quiero seguir amando
Señor, me has mirado a los ojos
Sonriendo, has dicho mi nombre
En la arena, he dejado mi barca
Junto a ti, buscaré otro mar.
Tú pescador de otros mares
Ansia eterna de almas que esperan
Amigo bueno que asi me llamas
Señor, me has mirado a los ojos
Sonriendo, has dicho mi nombre
En la arena, he dejado mi barca
Junto a ti, buscaré otro mar.
Y luego quien dirige dice:
Padre santo,
aunque tu justicia
condenó al hombre
por su desobediencia,
tu amor, con todo,
le mostró un camino de conversión
y tu palabra le prometió que,
en el último día,
la vida triunfaría sobre la muerte;
llenos, pues, de esperanza
y recordando el sepulcro que diste
a nuestro padre Abraham
en la tierra prometida
y el que José de Arimatea
preparó para que descansara en él
el cuerpo de tu Hijo,
te pedimos que concedas
la resurrección gloriosa
a nuestros familiares y amigos,
que, en este lugar,
esperan la venida de tu Hijo,
que vive y reina
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y brille para ellos la luz eterna.
Sus almas y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén
<<Creo que mi redentor vive
y que, al final de los tiempos,
he de resucitar del polvo:
Y, en esta carne mía,
contemplaré a Dios, mi Salvador.
Lo veré yo mismo, no otro;
mis propios ojos lo contemplarán.
R. Y, en esta carne mía, contemplaré a Dios, mi Salvador.>>
Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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Si así se desea, se puede continuar con el Santo Rosario (texto aquí)
También, quienes comúnmente oran con la Liturgia de las horas, aquí pueden encontrar la vigilia de oración por un difunto (texto aquí)
Es muy recomendable asistir hoy a la Santa Misa, y después de una buena confesión, ofrecer la comunión por nuestros difuntos.
Reciban su alma
y preséntenla
ante el Altísimo.
Vengan a su encuentro, santos de Dios,
salgan a su encuentro, ángeles de nuestro Señor.
Reciban su alma
y preséntenla
ante el Altísimo.
Cristo que te llamó te reciba hoy
los ángeles te lleven a la morada de los santos.
Reciban su alma
y preséntenla
ante el Altísimo.
Dale, Señor, el descanso eterno
y brille para él (ella) la luz perpetua de tu rostro.
Reciban su alma
y preséntenla
ante el Altísimo.