¿Y AHORA QUÉ?

Después de unos datos tan desalentadores a los que se han llegado, no queríamos dar por finalizada la investigación, sin la esperanza de poder afrontar un futuro mejor para el medioambiente. Porque, ¿de qué serviría haber invertido el tiempo en informarse de la situación si no se buscan soluciones enfocadas hacia el cambio?

Medidas adoptadas para reducir la producción de plástico

Reemplazar el plástico por papel NO es una solución

Algunas empresas intentan solucionar el problema de los plásticos cambiando sus envases desechables de plástico por papel. Dunkin ‘Donuts anunció que cambiaría sus vasos de poliestireno por vasos de papel, igualmente McDonald’s y Starbucks anunciaron que optarían por las pajitas de papel. Nestlé particularmente destacó que apostaría por el envasado de papel, señalando que el nuevo envoltorio de papel de su barrita Yes! carece de patentes porque “quiere que la industria use papel”. Pronto, los envases de bebidas Milo en Asia serán también de papel. Las empresas publicitan estos cambios como medidas positivas y son encomiadas por ello ya que el papel se considera un material sostenible desde hace mucho tiempo; cuando en realidad, este cambio supone un problema. Los bosques tienen un papel único: sustentan una gran variedad de biodiversidad, eliminan y almacenan el carbono, proporcionan sustento y un medio de vida a los pueblos indígenas, y, además, llevan a cabo una gran variedad de servicios ecológicos que sustentan la vida. La industria de la pulpa y el papel tiene un impacto significativo sobre el medioambiente, incluyendo el cambio climático, ya que la tala y las plantaciones industriales de árboles a gran escala provocan la degradación y pérdida de los bosques naturales, emitiendo grandes cantidades de CO2. Reducir las emisiones no será suficiente para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, además, habrá que eliminar grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera. La forma más efectiva de alcanzar ese objetivo es regenerar los bosques degradados y reforestar grandes partes de esas áreas que se perdieron en el pasado. Esto es absolutamente incompatible con un aumento en la tala de árboles y con un mayor número de plantaciones industriales de árboles. A pesar de que el papel se lleva reciclando siglos, los sistemas de reciclaje de papel de muchos países son incapaces de producir suficiente fibra reciclada de calidad, en parte debido a la contaminación en la cadena de reciclaje, por lo que los municipios incineran o llevan a los vertederos grandes cantidades de papel depositadas para su reciclaje. Las principales empresas de bienes de consumo rápido y supermercados que han anunciado un cambio hacia los envases de papel parecen desconocer estas limitaciones; ninguna de estas empresas se ha comprometido a utilizar exclusivamente fibra reciclada post-consumo, y muchas incluso desconocen en qué medida se podrán reciclar sus envases de papel. Por ejemplo, en 2018, McDonald’s anunció que en Reino Unido e Irlanda cambiaría las pajitas de plástico por unas de papel en respuesta a las inquietudes que levanta el plástico. Sin embargo, dado el grosor y el uso de adhesivos en las nuevas pajitas de papel, estas no son reciclables porque son incompatibles con los actuales sistemas de reciclaje. En general, aumentar los envases de papel no es una solución sostenible dadas las limitaciones del sistema actual de reciclaje de papel.

El plástico (bio)compostable

Término publicitario confuso relacionado con el plástico de origen biológico y la biodegradabilidad por el que se da a entender que los artículos desechables son compostables. El plástico compostable está diseñado para descomponerse por completo bajo ciertas condiciones que se dan exclusivamente en las instalaciones de compostaje industrial o, con menos frecuencia, en los sistemas de compostaje doméstico (en lugar de romperse en pequeños fragmentos). Pero no todos los municipios tienen compostaje industrial, muchos además no pueden reciclar envases de plástico compostable, y por tanto es más probable que este tipo de plástico acabe en un vertedero o se incinere, un final que no difiere mucho del que sufre el plástico convencional de un solo uso.

La cruda realidad es que cualquiera de esas alternativas pueden seguir llevando plástico convencional.

El reciclaje

Reciclar es someter un material usado a un proceso para que se pueda volver a utilizar.

Muchos productos supuestamente reciclables no lo son. Por ejemplo, el reciclaje de los bricks consiste en separar el papel y quemar el resto para conseguir el aluminio. Ahí el (inexistente) reciclaje del plástico. El secreto mejor guardado de esto es que reciclable (icono de flechas verdes que te indica que lo tires al contenedor amarillo) no significa que luego se vaya a reciclar de verdad.

Además, por muy bien que funcionase el sistema (que no es el caso), está totalmente colapsado por la ingente cantidad de envases que se venden cada día y lo que se puede fabricar con el material reciclado siempre es algo de menor calidad.

Innovaciones

Cada europeo generó 502 kg de residuos municipales en 2019, según los datos aportados en 2021 por Eurostat, la oficina europea de estadísticas, ocupando España la 15ª posición en el ranking, con una generación de 476 kg por habitante (por debajo de la media de la UE). Sin embargo, estos residuos pueden reintegrarse en la cadena de valor con nuevos usos si se aplican las tecnologías de reciclado adecuadas y el conocimiento tecnológico de expertos, y se apuesta por la I+D para hallar nuevas vías de valorización.

Hoy en día existen varios tipos de tecnologías de reciclado:

Reciclado mecánico: Triturado y posterior lavado de los residuos plásticos, y separación de los contaminantes o impurezas presentes para después introducirlos en una extrusora para fabricar granza reciclada, la cual se transformará en nuevos productos.

En la actualidad se está trabajando en la mejora de estos procesos mediante la investigación en nuevas tecnologías como la extrusión reactiva para la mejora de propiedades, la deslaminación de envases multicapa, la extrusión con fluidos supercríticos o la descontaminación para la eliminación de contaminantes y su posible nuevo uso en packaging alimentario.

Como ejemplo de ello, el proyecto europeo Repair 3D, en el que se están desarrollando métodos innovadores de recuperación y reutilización de fibras de carbono procedentes de polímeros reforzados con fibra de carbono (CFRPs). Estos compuestos se emplearán en el desarrollo de nuevos CFRPs reciclables para productos de alto valor añadido. En este proyecto participa el centro tecnológico Itene junto a destacadas empresas, centros de investigación y universidades de otros países europeos.

La Fundación Ellen MacArthur ha lanzado su Premio de innovación New Plastics Economy a través del “Circular Design Challenge” y “Circular Materials Challenge”. La organización calcula que combinado con la infraestructura necesaria, las innovaciones presentadas a este concurso podrían evitar el equivalente a 100 bolsas de basura por segundo de desechos de plástico creados.

La mayoría de los trabajos presentados apuntan a los envases livianos y flexibles utilizados para productos que incluyen salsas, café recién hecho y bocadillos, que son muy costosos y difíciles de reciclar porque está hecho de varias capas de diferentes materiales. Todos los ganadores se unirán a un programa acelerador de 12 meses, en colaboración con Think Beyond Plastic, trabajando con expertos para hacer que sus innovaciones sean comercializables a escala.

Entre los proyectos ganadores está una empresa española, Aronax Technologies Spain, que ha creado un recubrimiento magnético reciclable que reemplaza el empaque multicapa, o la Universidad de Pittsburgh que ha presentado un embalaje reciclable, flexible y duradero creado a través de nanoingeniería.

Reciclaje químico

Área de gran crecimiento y amplias perspectivas en el terreno de la economía circular, hace posible la degradación de polímeros en presencia o en ausencia de oxígeno por la acción de microorganismos, insectos o enzimas. La biotecnología también permite la obtención, a partir de residuos plásticos, de productos de alto valor añadido –entre los que se encuentran polímeros con propiedades similares a los polímeros vírgenes.

Proyectos Carbios

- Suntory Beverage & Food Europe (SBFE), junto a Carbios, L’Oréal, Nestlé Waters y PepsiCo, han desarrollado por primera vez a nivel mundial una botella de plástico PET con calidad alimentaria mediante un proceso de reciclaje enzimático.

Todas las empresas del consorcio han logrado fabricar con éxito botellas de muestra para algunos de sus principales productos.

Esta innovación supone un hito clave en la estrategia de sostenibilidad de Suntory Beverage & Food Europe y de todos sus mercados, incluido España, para conseguir la circularidad de los envases de todos sus productos. De esta forma, la compañía impulsará su transición hacia el uso de plástico fabricado a partir de residuos posconsumo.

Este anuncio culmina tras 10 años de investigación y desarrollo iniciados por Carbios y cuyo resultado ha sido la creación de un nuevo proceso que potencia una enzima que se encuentra de manera natural en el compost y que normalmente descompone las membranas de las hojas de las plantas muertas. Mediante la adaptación de esta enzima y su desarrollo tecnológico se ha logrado optimizarla para que esta pueda descomponer cualquier tipo de plástico PET (independientemente del color o complejidad) en sus componentes básicos. De tal forma que estos pueden volver a convertirse en plástico de calidad virgen.

Este proceso permite descomponer el 97% del plástico en solo 16 horas, 10.000 veces más eficaz que cualquier ensayo de reciclaje biológico de plástico que se haya llevado a cabo hasta la fecha (datos avalados por expertos de Nature).

Además, Suntory Beverage & Food Spain -que comercializa la marca Schweppes- también ha iniciado el camino para que las botellas de sus productos sean de plástico rPET, marcándose como objetivo alcanzar el 50% en 2023 y el 100% en 2030. Por otro lado, también está trabajando para que el packaging secundario y terciario sea 100% reciclable en el año 2025.

“Los envases de plástico pasen a ser recursos en lugar de residuos”.

En septiembre de 2020, Carbios inició la construcción de una planta de demostración, previa a la apertura de una instalación industrial con capacidad de 40.000 toneladas en el año 2025. Al mismo tiempo, la empresa concederá licencia de esta tecnología a los fabricantes de PET de todo el mundo con el objetivo de impulsar el reciclaje enzimático.

El reciclaje enzimático deja a un lado la problemática de la degradación en el reciclaje convencional y puede utilizarse en cualquier tipo de plástico PET. Además, este proceso de reciclaje minimiza la huella de carbono al reducir un 30% las emisiones de CO2, en comparación con la incineración y el vertido, según afirma la compañía.

A escala industrial, la tecnología de reciclaje enzimático de Carbios permitiría a los productores de plástico PET sustituir los productos petroquímicos por monómeros procedentes de residuos de plástico PET, lo que daría lugar a un contenido de PET 100% reciclado en los nuevos productos.

- Carbios y la multinacional fabricante de neumáticos Michelin han probado y aplicado con éxito un proceso de reciclaje de residuos de plástico PET para crear una fibra de neumático de alta resistencia.

Los procesos convencionales de reciclado termomecánico de plásticos complejos no consiguen el grado de alto rendimiento del PET necesario para las aplicaciones neumáticas. Sin embargo, los monómeros resultantes del proceso de Carbios, que utiliza residuos plásticos coloreados y opacos como las botellas, una vez repolimerizados en PET, permitieron obtener una fibra de alta tenacidad que cumple los requisitos de Michelin en materia de neumáticos.

La fibra técnica obtenida es de la misma calidad que la procedente del PET virgen. Según la empresa responsable de esta tecnología, el poliéster obtenido es especialmente adecuado para los neumáticos debido a su resistencia a la rotura, dureza y estabilidad térmica.

«Estamos muy orgullosos de ser los primeros en haber producido y probado fibras técnicas recicladas para neumáticos. Estos refuerzos se han fabricado a partir de botellas de colores y se han reciclado utilizando la tecnología enzimática de nuestro socio, Carbios», ha declarado Nicolas Seeboth, director de Investigación de Polímeros de Michelin. «Estos refuerzos de alta tecnología han demostrado su capacidad para ofrecer un rendimiento idéntico al de los de la industria petrolera».

Este paso constituye una primicia mundial en el sector de los neumáticos y confirma el potencial del proceso de Carbios para comprometer a la industria en una transición responsable hacia un modelo de economía circular y sostenible.

Cada año se venden en el mundo 1.600 millones de neumáticos, en cuya fabricación se usan 800.000 toneladas de fibras de PET. Solo en el caso de Michelin, usando este proceso podrían ser recicladas en fibras técnicas para su uso en neumáticos casi 3.000 millones de botellas de plástico al año.

Esta nueva iniciativa acerca a Michelin a su compromiso de alcanzar un 40% de materiales sostenibles (de origen renovable o reciclado) para 2030 y un 100% para 2050.

Consorcio BOTTLE

Investigadores del Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL) del Departamento de Energía de EE UU (DOE) y la Universidad de Portsmouth, han identificado el uso de enzimas como un enfoque más sostenible para reciclar el tereftalato de polietileno (PET), un plástico común botellas de bebidas de un solo uso, ropa y envases de alimentos que son cada vez más relevantes para abordar el desafío ambiental de la contaminación plástica.

Un análisis muestra que el PET reciclado con enzimas tiene una mejora potencial sobre los métodos convencionales de producción de PET basados ​​en fósiles en un amplio espectro de impactos energéticos, de carbono y socioeconómicos.

Si el concepto se desarrolla e implementa más a escala, podría generar nuevas oportunidades para el reciclaje de PET y crear un mecanismo para reciclar textiles y otros materiales también hechos de PET que tradicionalmente no se reciclan en la actualidad. El PET se encuentra entre los polímeros sintéticos más abundantemente producidos en el mundo, con 82 millones de toneladas métricas producidas anualmente. Aproximadamente el 54% del PET se utiliza en la fabricación de textiles para prendas de vestir y fibras para alfombras.

BOTTLE se esfuerza por abordar el problema de la contaminación plástica con dos enfoques innovadores:


1. Desarrollar tecnologías de reciclaje y reciclado eficientes en energía, rentables y escalables.

2. Diseñar plásticos modernos para que sean reciclables por diseño.


El nuevo artículo de investigación aborda el desafío de la reciclabilidad del plástico. Si bien las imágenes de botellas desechadas flotando en los océanos y otras vías fluviales brindan un recordatorio visual de los problemas que plantean los desechos plásticos, el problema menos visto sigue siendo qué hacer con el PET utilizado para fabricar textiles para ropa y fibras para alfombras.

Los investigadores modelaron una instalación de reciclaje conceptual en el que el proceso de reciclaje enzimático descompone el PET en sus dos componentes básicos, ácido tereftálico (TPA) y etilenglicol. En comparación con las rutas de producción convencionales basadas en fósiles, el equipo de investigación determinó que el proceso de reciclaje enzimático puede reducir el uso total de energía de la cadena de suministro en un 69% o 83% y las emisiones de gases de efecto invernadero en un 17% o 43% por kilogramo de TPA.

El proceso de reciclaje propuesto puede reducir los impactos ambientales hasta en un 95%, mientras genera hasta un 45% más de beneficios socioeconómicos, incluidos trabajos locales en las instalaciones de recuperación de materiales.

Reciclar plásticos de todo tipo

Una revolucionaria planta de reciclaje sostiene que tiene la capacidad necesaria para poder reciclar plásticos de todo tipo. La misma cuenta con el apoyo de David Attenborough y tiene la meta de reducir las 300 millones de toneladas de deshechos plásticos que se producen cada año.

David Attenborought es un científico británico y divulgador naturalista conocido alrededor del mundo, y que esta planta de reciclaje cuente con su apoyo no es poco. Esta planta que tiene la capacidad de reciclar todo tipo de plásticos cuenta con una tecnología que se creó a lo largo de 12 años y fue desarrollada por la firma Mura Technology.

La compañía es una de las principales del mundo en dedicarse al reciclado de plásticos, y ha llamado a este nuevo proceso de reciclaje «HydroPRS». Lo que hace es revertir el material a sus componentes de aceite y químicos originales utilizando vapor supercrítico – que se caliente a temperaturas muy altas y utilizando presión.

Esta tecnología incluso tiene la capacidad de separar los elementos orgánicos del plástico, como el envase de la comida, por ejemplo. Luego, tanto los aceites como los químicos pueden utilizarse para otros productos, como nuevos plásticos o combustibles.

No hay límite de cantidad de veces que el plástico pueda ser reciclado utilizando esta tecnología, por lo que no estaría generando más contaminación al crear estos nuevos plásticos.

Mura Technology se encuentra construyendo las instalaciones para la planta en Teesside, ubicada en la región noreste de Inglaterra, con la esperanza de poder ofrecer sus servicios de reciclaje a nivel mundial.

Por su parte, el gobierno británico manifestó su apoyo a esta nueva tecnología y fue descrita por el departamento de ambiente, alimentación y asuntos rurales como una «tecnología realmente revolucionaria». Además, según informó Forbes, aseguraron que el gobierno está comprometido a reducir la cantidad de desperdicios plásticos que dañan el ambiente y asegurar el uso de materiales reutilizables.


Plástico reciclado una y otra vez

Un equipo de investigadores del Laboratorio de Berkeley (EEUU) han conseguido desarrollar un plástico capaz de descomponerse y reciclarse de forma indefinida.

Esto es algo realmente innovador, pues la mayoría de plásticos no están diseñados para que puedan reciclarse, ya que contienen ciertos aditivos como los colorantes u otras sustancias químicas que lo impiden. Incluso el considerado como el más ‘reciclable’ de los plásticos, el tereftalato de polietileno (PET, por sus siglas en inglés), que tarda unos 700 años en degradarse, se recicla a una tasa de solo el 20 o el 30%.

Los resultados del equipo de Berkeley se recogen en un estudio publicado el pasado mes de abril en la revista especializada Nature Chemistry en el que los autores, liderados por Peter Christensen, un investigador postdoctoral, explican que es posible descomponer, a nivel molecular, un pedazo de plástico sin que este pierda sus cualidades iniciales (peso molecular, estabilidad térmica, etc).

En concreto, el tipo de polímero que permite esta descomposición en monómeros de los polímeros de carbono de los que están hechos los plásticos recibe el nombre de poli(dicetoenamina) (PDK, por sus siglas en inglés) y, a diferencia de otros, puede separarse de los componentes químicos que otorgan dureza, flexibilidad o color a la ropa, a las fundas de los móviles o a los adhesivos, entre muchos otros, al entrar en contacto con una solución ácida que rompe los enlaces entre monómeros a la vez que los separa de los aditivos.


  • Contras:

La información sobre los efectos de muchas de estas tecnologías en el medioambiente y la salud es todavía limitada. Sin embargo, ya se sabe que las emisiones de sustancias químicas peligrosas y la gran cantidad de energía que necesitan serán especialmente problemáticas. Estas tecnologías emergentes emplean varios métodos para convertir los residuos plásticos en componentes químicos básicos (polímeros o monómeros), entre ellos:

  • usar disolventes químicos para purificar los residuos plásticos,

  • despolimerización química, en la que se rompen las cadenas poliméricas de los plásticos obteniendo sus compuestos químicos originarios como los monómeros,

  • despolimerización térmica y craqueo (se rompen los enlaces químicos, como ocurre en la refinación de petróleo), también se conoce como gasificación y pirólisis, y puede generar hidrocarburos como el gas o el petróleo (de plástico a petróleo), así como materiales plásticos que parecen “como nuevos”.


La despolimerización térmica puede procesar residuos plásticos mixtos, pero conlleva graves riesgos, especialmente la creación de subproductos potencialmente peligrosos. La gasificación transforma los residuos plásticos en un gas; la pirólisis, que a veces recibe el nombre “de plástico a petróleo”, convierte los residuos plásticos en alquitrán al exponerlo a altas temperaturas; el alquitrán se puede utilizar entonces para fabricar plástico nuevo, como combustible, o en otras aplicaciones químicas. Aunque este proceso es técnicamente distinto a la quema ya que no hay combustión, sigue siendo una destrucción térmica a mucha temperatura (y mucha energía) y puede crear subproductos peligrosos. Ni la gasificación ni la pirólisis son tecnologías nuevas: se han utilizado durante décadas como alternativas a la incineración de residuos. Sin embargo, debido a su ineficiencia, sus emisiones contaminantes, y su impacto ambiental tienen muy mal historial. A pesar de estos problemas, hoy día los avances en gasificación y pirólisis para el reprocesamiento de residuos plásticos se publicitan indebidamente como un método moderno para lograr la “economía circular”.

Según un análisis, el valor de los productos fabricados a partir del reciclaje químico es de 120 mil millones de dólares y se estima que el gas y el petróleo producido a través de este proceso suponen el 14% de ese valor.

A menudo no se hacen públicos los pormenores de estos procesos de reciclaje, se oculta información sobre su coste, eficiencia, e impactos ambientales como la contaminación del aire o del agua, o los riesgos que suponen para los empleados. No hay muchos datos que demuestren que estas tecnologías, incluso las más desarrolladas, son medioambientalmente seguras.

→ El joven holandés Boyan Slat es el creador de la primera gran barrera artificial que aspira a que sean las propias corrientes marinas las que limpien las grandes ‘islas’ de basura del océano.

La solución

Reutilización

Actualmente existen muchos tipos de envases que se pueden reutilizar y recargar, pero se podrían desarrollar más modelos si se invierte en innovación. Según la Fundación Ellen MacArthur reemplazando el 20% de los envases de un solo uso actuales con alternativas reutilizables se obtendría un beneficio equiparable a diez mil millones de dólares, además de aportar otros beneficios que van más allá de reducir el impacto ambiental, como la comodidad y lealtad de la clientela: el acceso a una gama de productos reutilizables y recargables que se adapte a distintos estilos de vida debe desponibilizarse en supermercados y comercio.

Para que esta medida funcione los envases reutilizables se deben poder recolectar y las empresas deben ser las responsables de diseñar sistemas de recogida que garanticen que los envases reutilizables no se desechan. Los supermercados deben permitir que la clientela traiga sus propios envases reutilizables, así como ofrecer opciones que se puedan recolectar posteriormente.

Las bolsas reutilizables, que pueden ser de tela o de otros materiales, nos permiten utilizarlas durante muchos años, reduciendo la generación de residuos. El uso de bolsas reutilizables hace que como mínimo se ahorren 144 bolsas de plástico de un solo uso por individuo en el período de un año. El uso de bolsas reutilizables es realmente la única forma de ir a la raíz del problema, alejarse de la cultura de usar y tirar, y hacer que el día a día sea mucho más sostenible.

Aprobación de leyes

La ley que prohíbe la venta de objetos como pajitas o cubiertos de plástico entró en vigor el 3 de julio de 2021 en la UE, pero en España no estará lista hasta 2023.

La prohibición europea que pretende reducir la contaminación terrestre y en los mares fue presentada en 2019, con una directiva que establecía el 3 de julio de 2021 como fecha límite para la comercialización en el mercado comunitario de 10 productos plásticos de usar y tirar: bastoncillos de algodón, cubiertos, platos, pajitas, agitadores de bebidas, palitos de globos, recipientes para alimentos, recipientes para bebidas, vasos para bebidas y todos los productos fabricados con plástico oxodegradable (que se descomponen naturalmente pero dejan micropartículas tóxicas).

La norma también dejaba claro que para la fecha marcada, los Estados miembros deberían “haber implantado medidas para garantizar que determinados productos de plástico de un solo uso ya no puedan introducirse en el mercado de la UE”, ya que “se trata de algunos productos para los que existen alternativas asequibles en el mercado”, de acuerdo con el comunicado difundido por la Comisión Europea.

Pero el Gobierno español no aprobó hasta mayo del 21 su proyecto de ley de residuos para trasponer la directiva europea. La ley, que también incorpora un impuesto al vertido y a la incineración, fue aprobada por el Consejo de Ministros el 18 de mayo, y ya ha iniciado ya su tramitación parlamentaria, pero no se espera que esté lista hasta la primavera del 22.

En la práctica, esto significa que las prohibiciones concretas recogidas en la norma europea no se han trasladado a la legislación española.

La confusa situación ha afectado a España: solo 8 de los 27 miembros habían comunicado a la Comisión que tenían ya aprobadas medidas concretas para trasponer la norma que entierra el uso de plástico de un solo uso en territorio comunitario.

La estrategia europea para los plásticos en una Economía Circular va a impulsar aún más esta tendencia a través de una serie de objetivos como el de lograr que todos los envases puestos en el mercado sean reutilizables o reciclables en 2030 y que se recicle más de un 50% de los residuos plásticos generados en Europa.

La industria de los plásticos y del reciclado se enfrenta a dos grandes misiones: ampliar (multiplicar por cuatro) y modernizar su capacidad de reciclado. Solo así se podrán resolver retos como el de los envases multicapa, imprescindibles en muchos casos porque aumentan la vida de los alimentos y ayudan a reducir la cantidad de material empleado, pero cuyo reciclado continúa siendo complejo.

La Directiva de plásticos de un solo uso pretende contribuir a ello al exigir que todos los envases de PET para bebidas contengan al menos un 25% de material reciclado en 2025 y aumentar este porcentaje al 30% en 2030 para todo tipo de envases plásticos para bebidas.

Actualmente, solo el 6% de los materiales plásticos que se utilizan en la industria son reciclados. Una de las razones de la escasa utilización de plásticos reciclados es que todavía no existe una confianza real sobre la calidad y seguridad de estos materiales.

Para solventar esta limitación, las ecoetiquetas y certificados juegan un papel fundamental. Hay dos opciones complementarias en este sentido:

  1. Certificar las plantas de reciclado.

  2. Certificar los productos con contenido de material reciclado.

¿Primeros pasos para un Tratado Internacional contra los plásticos?

Para intentar afrontar esta crisis, comenzó el lunes 28 de febrero 2022 en Nairobi (Kenia) la quinta sesión de la Asamblea Medioambiental de la ONU con el fin de lograr un tratado internacional legalmente vinculante sobre el manejo del plástico.

Por primera vez, 193 países se sentaron para repensar cómo se fabrica, usa, comercializa, transporta y gestiona el plástico. Estas conversaciones para un tratado que incluya todo el ciclo de vida de los plásticos tienen como objetivo abordar esta crisis a escala global.

Esta asamblea de Naciones Unidas presenta una oportunidad para que los estados miembros se alineen y enfrenten el problema del plástico como un todo, reduciendo la producción, reintroduciendo la reutilización y el rellenado de los envases tradicionales en todo el mundo. Lo que se conoce como sistema de devolución y retorno de envases.

Medidas nacionales

Este tratado global no debe eximir a los gobiernos nacionales, como España, a tomar sus propias medidas. En la actualidad España tiene en trámite parlamentario (en el Senado) la aprobación de una nueva ley de residuos. Esta ley debería haber sido aprobada ya el primer semestre de 2021 pues traspone una directiva que exige reducir la contaminación por plástico, donde se elimina una serie de productos de plástico de un solo uso como son las pajitas, cubiertos y bastoncillos. Este retraso ha motivado que la Comisión Europea haya abierto un expediente de infracción al país.

Sin embargo, el texto de la ley, ahora en tramitación, no es lo suficientemente estricto para solucionar el problema de gestión de residuos que existe en España, y en especial el de los envases de un solo uso. Por ejemplo, queda pendiente ver si el país podrá contar en breve con un sistema de devolución y retorno de envases que permita la entrada generalizada de envases reutilizables.

La importancia de esta ley es evidente ya que España no puede perder la oportunidad de legislar seriamente contra un problema global como es la contaminación por plásticos. España es el segundo país de Europa que más contribuye a la contaminación por plásticos del Mediterráneo.