Experiencias

Mi compañera Clara y yo fuimos al colegio público El Enebral. Además de reencontrarnos con antiguos profesores y personas del colegio, pasamos los tres días con la que fue nuestra profesora en Infantil y volvimos a ver después de tantos años.

Estuvimos con los niños de tres, cuatro y cinco años, ayudándolos con lo que estuvieran haciendo: dibujar, aprender a escribir, leer, etc. y pudimos pasar tiempo con ellos, prepararles juegos y leerles historias.

Solíamos ir de clase en clase cada hora, pero cada cierto tiempo los niños de la clase que tocara tenían que ir a un “gimnasio” para la clase de psicomotricidad. Ahí les preparábamos circuitos (dependiendo de la edad, más o menos complicados), aprendían a compartir cuando jugaban, a prestar atención y a concentrarse. Por ejemplo, uno de los ejercicios que hacíamos era marcar un ritmo y ellos tenían que repetirlo todos a la vez; aquí se nota mucho la diferencia de edad entre los de tres años y los de cinco.

También fue como un pequeño golpe de realidad que nos sacó de esa burbuja en la que estamos tan centrados en el instituto y las clases. Era muy interesante ver el impacto tan grande que la Educación Infantil (muchas veces menospreciada) supone en el desarrollo de cada persona. Ahora hemos podido ver que el sistema va cambiando poco a poco, y que ya no está todo centrado en que los alumnos tienen que alcanzar una serie de habilidades y conocimientos en un periodo de tiempo, sino que no fuerzan a nadie, y dejan que cada uno vaya a su ritmo, sin tanta presión, ya que es la manera en la que mejor pueden progresar y crecer.

La verdad es que estar con los niños, aunque solo fueran tres días, fue una experiencia maravillosa. Eran todos completamente adorables y nos transmitieron una felicidad tan grande que nos llenaron el corazón.

Carlota Gonzalez Strozzi



La experiencia de ir a un centro Budista para hacer nuestras prácticas de 4+EMPRESA fue algo bastante inesperado ya que justo la semana antes de ir descubrimos el sitio y decidimos apuntarnos para probar. No teníamos ni idea de que íbamos a hacer allí, y estábamos bastante intrigadas.

Cuando llegamos al centro, vimos las instalaciones por nuestra cuenta hasta que nos dirigieron y nos asignaron tareas, el lugar era un hotel grande el cual estaban poniendo en marcha de nuevo en el que ademas hacían eventos budistas.

Las tareas que hicimos fueron bastante utiles en el día a día como por ejemplo cocinar, hacer camas, cocinar, lijar escaleras entre otras.

En mi opinión fue una actividad muy divertida y una gran oportunidad para realizar actividades fuera del centro, la recomiendo mucho.

Maitane Temprano