¿Cuáles son los saberes básicos y las destrezas que creo que he aprendido y por qué?
Durante estas sesiones de clase, principalmente he aprendido a mirar la realidad con distintos ojos. A principios del curso pensaba que en historia de filosofía tan solo estudiaríamos teorías antiguas abstractas, sin demasiada relación con la vida cotidiana. Sin embargo, con el paso de las clases he descubierto que estas son una forma de mirar el mundo, una manera de pensar que nos invita a preguntarnos sobre aquello que antes dábamos por evidente. La filosofía no se conforma con aceptar las cosas tal como se presentan, busca ir más allá, preguntarse por qué las cosas son como son y qué sentido tienen. En este proceso he comprendido que la filosofia no consiste en memorizar ideas del pasado, sino en mantener viva la capacidad de asombro y de duda; en atreverse a cuestionar incluso lo que parece más obvio o indiscutible. Ahora entiendo por qué los primeros filósofos griegos consideraron que la realidad, aquello que vemos y vivimos cada día, era ya en sí misma un problema filosófico.
Con Parménides aprendí que el ser, para poder ser conocido, tiene que ser estable, único e inmutable. Si todo cambiara constantemente, decía él, no podríamos llegar nunca al conocimiento. En cambio, Heráclito sostenía justo lo contrario: todo cambia, todo está en movimiento, y la razón (el lógos) es el principio que da orden a este fluir permanente. Este contraste me ha hecho entender que la filosofía nace precisamente de esta tensión entre lo que permanece y lo que cambia. Gracias a estos dos pensadores he empezado a percibir el mundo como una realidad compleja, llena de matices. Ninguna de las dos posturas es totalmente falsa: Parménides nos recuerda la necesidad de estabilidad para conocer, y Heráclito nos muestra que la vida es cambio y oposición. Me parece impresionante que ya en el siglo VI a. C. se plantearan cuestiones que todavía hoy nos preocupan, como la permanencia del yo o la naturaleza del tiempo.
Con Platón y Aristóteles he podido comprender cómo la filosofía griega intenta superar e integrar estas dos visiones. Platón propone el Mundo de las Ideas, una realidad suprasensible, eterna y perfecta, que solo la razón puede captar. El mundo sensible, el que percibimos, sería una copia imperfecta de este mundo verdadero. Su alegoría de la caverna me ha impactado profundamente: me ha hecho darme cuenta de que muchas veces vivimos rodeados de sombras, confundiendo apariencia y verdad, y que solo el esfuerzo del conocimiento nos puede liberar.
Por otro lado, Aristóteles ofrece una respuesta más próxima a la experiencia. He aprendido sus conceptos fundamentales: sustancia, accidente, materia, forma, potencia, acto y las cuatro causas. Entender su hilemorfismo me ha permitido ver que para él todo ser concreto combina aquello material (lo que puede cambiar) con aquello formal (la esencia que se mantiene). También he comprendido que su noción de Primer Motor Inmóvil quiere explicar el origen del movimiento sin necesidad de un regreso infinito de causas. Este conjunto de ideas me ha hecho ver cómo la filosofía aristotélica pone las bases del pensamiento científico posterior: todo tiene una causa material, formal, eficiente y final. Esto me ha ayudado a pensar de manera más ordenada, buscando siempre el “porqué” de las cosas.
Además del contenido teórico, he desarrollado otras habilidades muy importantes. Ahora sé cómo elaborar un texto argumentativo, distinguiendo entre opinión y razonamiento. He aprendido a mejorar un poco cómo formular mi propia tesis y a justificarla con ejemplos, a usar conectores lógicos (por lo tanto, aun así, en consecuencia..) y a escribir de una manera más coherente. Las prácticas de comentario de texto filosófico han sido muy útiles para mí, ya que me han enseñado a identificar la idea principal, reconocer el contexto histórico y extraer el significado filosófico. También he entendido el significado de algunas palabras un tanto específicas: términos como esencia, sustancia, teleología o metafísica ya no son simples palabras para mí, sin más , sino herramientas para pensar con precisión.
Finalmente, con Descartes he descubierto una nueva etapa del pensamiento. Su "Cogito, ergo sum" me ha hecho entender que el conocimiento moderno empieza en el sujeto. Esta idea conecta con Platón y Aristóteles, pero también marcó nunca se coloca coma entre verbo y CD un cambio: ya no buscamos la verdad afuera, sino dentro del pensamiento. Con él he visto cómo la filosofía pasa de preguntarse qué es la realidad a cuestionar cómo podemos estar seguros de lo que conocemos.
¿Qué ha despertado mi interés y por qué motivo? ¿ Qué nuevos interrogantes me han surgido y qué relevancia creo que tienen?
Principalmente me ha llamado la atención cómo los mayores misterios filosóficos siguen vivos. La Alegoría de la Caverna me ha hecho reflexionar mucho, y es que lejos de ser un relato del pasado, es una clara descripción de la actualidad. Vivimos rodeados de pantallas, imágenes perfectas y calculadas para atrapar a los demás, noticias subjetivas y poco objetivas que nos hacen cambiar de opinión, identidades digitales que confundimos con lo real, filtros que transforman la apariencia… Esas "sombras" me hicieron ver la profundidad del gesto de platónico.
Platón mostró una notable habilidad separando la realidad; distinguió entre el Mundo Sensible y el Mundo de las Ideas, su enfoque aún está muy presente en nuestra cotidianidad.
Asimismo, la teleología aristotélica me dejó impresionada. Me resultó muy interesante la propuesta de Aristóteles que sostiene la idea de un universo con fines inherentes donde todo tiende a un propósito. Esto me ha llevado a cuestionar si existen realmente propósitos genuinos en nuestras acciones, o si más bien inventamos relatos para dotar de significado a lo que quizás carece de él.
Además, la visión del cambio continuo de Heráclito provocó en mí ciertas profundas falta una palabra, ya que si todo está en constante flujo, nada es permanente. ¿Cómo podemos asegurar que somos la misma persona que años atrás, o incluso ayer mismo? ¿Somos continuidad o una secuencia de instantes? Esta reflexión me impactó mucho, sobre todo porque cuestiona la firmeza de la identidad, e igualmente se relaciona con su opuesto, Parménides.
Me ha sorprendido mucho la capacidad que tenemos los humanos de sentirnos identificados con dos ideas tan discordantes, una que sostiene el cambio constante, y otra que afirma la inmutabilidad de la realidad. Lo más sorprendente para mí ha sido ver el hecho que ambas teorías me parecían ciertas y acertadas, cada una desde su perspectiva singular.
Todas estas dudas han despertado varias preguntas en mí. ¿Cómo podemos confirmar que nuestra percepción de la realidad es auténtica? ¿Es viable llegar a una verdad definitiva, o toda verdad es moldeada por nuestra perspectiva humana? ¿Qué es aquello que nos define como seres humanos: la razón, el lenguaje, la memoria o la capacidad de cuestionarnos sobre nuestra propia existencia?
Considero que todas estas preguntas que me han surgido son muy importantes, ya que definen la forma en que entendemos nuestra existencia.
¿Cuáles son los saberes básicos y destrezas que todavía no domino bastante, por qué y qué remedio puedo poner?
Creo que durante este trimestre he progresado bastante, y he aprendido bastantes habilidades académicas nuevas. Sin embargo hay algunos aspectos que debo trabajar más.
Todavía siento que no domino del todo los conceptos explicados en clase sobre la metafísica de Aristóteles. Todavía me cuesta comprender con claridad cómo se relacionan exactamente entre sí, por ejemplo, cómo la forma puede existir dentro de la materia sin confundirse con ella. A veces, recordar con precisión las cuatro causas aristotélicas (material, formal, eficiente y final) y aplicarlas correctamente a ejemplos concretos se me hace un tanto difícil, tiendo a mezclarlas o a quedarme en explicaciones demasiado superficiales, sin poder reflejar del todo su significado.
También reconozco que, en cuanto a mis destrezas filosóficas, todavía tengo bastante camino por recorrer. A menudo me cuesta extraer con exactitud la tesis central de un texto, especialmente cuando esta se encuentra un tanto escondida. Esto hace que mis comentarios tiendan, a veces, a convertirse en simples resúmenes del contenido en lugar de ser una interpretación argumentada. Me falta practicar la capacidad de transformar las ideas del texto en un razonamiento propio, que muestre que no solo he estudiado la teoría planteada por el autor, sino sobre todo que he entendido más allá de lo que esta significa y que soy capaz de razonar críticamente.
A su vez, creo que todavía tengo que trabajar un poco mi fluidez a la hora de escribir textos filosóficos. Especialmente debo mejorar el uso de conectores y la estructura del discurso porque a veces mis ideas aparecen desordenadas o poco cohesionadas.
Sumado a esto, querría ampliar mi vocabulario filosófico para poder expresarme con más precisión y evitar formulaciones ambiguas o poco rigurosas.
Finalmente, necesito aprender a sintetizar mejor la información, porque a veces redacto frases demasiado largas al intentar explicarlo todo de una vez. Esto dificulta que mi pensamiento se entienda con claridad; por ello, debo esforzarme en escribir oraciones más breves, precisas, sintetizadas y directas.
Para avanzar en todos estos aspectos explicados, creo que me pueden ayudar varias estrategias. Por un lado, me ayudaría releer algunos textos trabajados en clase (a destacar los textos de Aristóteles) y elaborar esquemas visuales. Así podría diferenciar claramente cada concepto y las relaciones que hay entre ellos. También me puede ser útil revisar con calma todos mis comentarios de texto corregidos, identificando cuáles son mis errores más recurrentes y entendiendo por qué se producen. Además, me gustaría acostumbrarme a leer algunos fragmentos breves pero profundos trabajados en clase (como los de la República), para escribir pequeñas reflexiones propias o preguntas que me surjan.
Finalmente, considero esencial en mi caso practicar más la argumentación oral. Expresar en voz alta ideas complejas no solo me ayudará a perder el miedo a equivocarme, sino que me forzará a ordenar mis pensamientos y a explicarlo de una manera más clara, precisa y coherente.