La ética como capacidad imprescindible del ser humano
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· Gabriela Jiménez Serrano 2º Bachillerato “B” ·
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· Gabriela Jiménez Serrano 2º Bachillerato “B” ·
S.N (s.f.). Collage artístico de René Descartes con la frase “Je pense donc je suis” [Imagen]. Pinterest.
Como hemos visto en las situaciones de aprendizaje anteriores, se ha profundizado en la investigación sobre las preguntas de nuestra existencia y cómo los seres humanos se han desarrollado racionalmente. Además, en la época del siglo V a. C., no se tenía en cuenta a toda la sociedad en sí, ya que se consideraba a las mujeres y a los esclavos como objetos dentro de una sociedad basada en la polis griega. Sin duda, la política y la ética son conceptos clave para mantener en orden, tanto mental como físicamente, a una gran mayoría de la gente.
Concretamente, la ética, considerada exclusiva de los seres humanos, significa “forma de ser” o “carácter”. Desde un principio, se indica que no es innata, sino que se adquiere y tiene un papel ineludible en el mundo.
¿Qué he aprendido?
En esta situación de aprendizaje, he aprendido que hay diferentes maneras de comprender el significado de la libertad, debido a que se la denomina como el hecho de decidir lo que hacemos o también como deliberarnos. Cuando entramos en la etapa de la Edad Moderna, quien es libre, con la capacidad de decidir y actuar, es completamente responsable de sus actos, sumándole la conciencia que tiene para asumir las consecuencias que vendrán determinadas por lo previo.
La libertad, en este caso, es fundamental para definir lo que es la ética. Para entender este concepto, se necesita añadir que la ética existe como un elemento derivado de nuestra capacidad de reflexión, actuación y, en consecuencia, de la responsabilidad que nos surge. Cabe resaltar que existe un aspecto que se vincula con la ética, que es la convivencia: este ámbito de acción que viene dado por nuestra condición de seres sociales (muy importante para desarrollar lo que vendría después como el respeto, la dignidad…).
Una de las posturas que más me ha llamado la atención ha sido la de Aristóteles, quien ofrece una serie de enmiendas a una concepción estrictamente racionalista e intelectual de la ética. Se basa en la función de que “la ética no es una cuestión de conocimiento especulativo, sino práctico”, lo cual quiere decir que no se trata de saber lo que está bien o mal (dos conceptos significativos en las teorías que dieron a conocer Platón y Sócrates sobre el mismo tema), sino de cómo actuar bien para alcanzar el gran final que perseguimos en esta vida. ¿Qué es lo que quiere decir Aristóteles con esto? Un fin conocido como la felicidad.
Así, se presenta un giro en la perspectiva sobre ser justo y bueno. Ahora, se trata de ser feliz, lo que equivale a ser virtuoso, en el sentido de “excelente”, según Aristóteles. De esta manera, se traduce su postura como teleológica, ya que está orientada en un camino para alcanzar un final, el cual puede llamarse felicidad, con el término eudaimonía (eudaimonía = vivir bien y actuar bien).
Si bien no es suficiente con saber qué es la felicidad, y cómo esta es inseparable de las acciones que llevamos a cabo dirigidas hacia ese final, también es necesario saber cómo y cuándo actuar, basándonos en las circunstancias que nos rodean. Todo esto con el fin de no cometer un vicio o mal. En resumen, se trata de encontrar ese término medio, más ponderado o equilibrado, que nos ayudará a convivir y a conseguir esa felicidad tanto individual como colectiva.
En mi caso, la felicidad que se va desarrollando a lo largo de la ética aristotélica tiene un significado diferente para mí. No creo que sea el fin que todo el mundo persigue, y tampoco creo que la felicidad sea un término o sentimiento a largo plazo que deba conseguirse mediante la ética. Es cierto que, para actuar bien y vivir bien, la felicidad está de nuestro lado para evitar malentendidos entre nosotros y la sociedad, pero siento que la felicidad es bastante momentánea. Por ejemplo, cuando te sientes bien hablando con tus amigos y te sientes feliz por cualquier cosa, o cuando ves un concierto en vivo que llevabas mucho tiempo esperando ver. Pero esa felicidad solo dura ese milímetro de tiempo que, a veces, es difícil captar conscientemente. Eso es justo lo directamente opuesto a la propuesta aristotélica, ya que tú estás reduciendo la felicidad a los momentos pasajeros de placer.
Somos felices la mayoría del tiempo y no nos damos cuenta. Ese sentimiento es tan fugaz que no creo que sea un simple fin que persigamos. En otras palabras, la felicidad para mí es como una estrella fugaz en el paso de nuestras vidas, y cada persona la puede sentir de manera diferente.
Otra de las cosas que se me han quedado en la cabeza durante esta situación de aprendizaje ha sido lo que plantea Kant sobre el deber, la libertad y el ser humano como digno de respeto. Kant plantea, interesantemente, que la libertad no es únicamente un objeto de conocimiento, que se denomina como un fenómeno, sino que es de pensamiento, un noúmeno, y como tal, es indemostrable empíricamente, ya que solo la podemos llegar a pensar, pero no comprobar físicamente. Sin embargo, esto no quiere decir que no sea real, sino que es un postulado imprescindible para la ética, es decir, una verdad necesaria.
Él plantea dos tipos de ámbitos dentro de la libertad: por una parte, la libertad de pensamiento, y, por otra parte, la libertad de acción. Esta última debe darse con la condición de autonomía ambas son idestriables de la autonomía, ya que no se necesita ningún apoyo externo para poder actuar. Por este mismo motivo, para Kant, ser libre y racional implica que el ser humano es incondicionalmente digno de respeto, subrayando que no es ético que otro ser humano nos trate como si fuéramos un valor inferior, similar a un objeto. Nos traten y que tratemos, ojo.
Pienso sinceramente que el respeto que nos tenemos a nosotros mismos es el mismo respeto que inculcamos en otras personas. Por lo tanto, depende de cómo hayas crecido y en qué entorno hayas vivido. Siendo seres sociales, cada uno tiene la capacidad de saber qué tipo de respeto merece. Es por eso que es bastante popular utilizar la oración: “trata a los demás como te gustaría ser tratado”. Lo cual es totalmente ajeno a la propuesta kantiana, ya que pones el foco en un fin externo a la acción.
¿Qué interrogantes me han aparecido?
Uno de los interrogantes que más ha estado rondando por mi cabeza es: ¿cómo saber si un ser humano es verdaderamente libre si actualmente vivimos basados en leyes? Sé que el tema de la política y las leyes que seguimos para formar una sociedad más unida es bastante controversial en sí, pero siento que hay muchas leyes que restringen cosas que no deberían ser tan imperativas. A veces, incluso, esas leyes provocan un efecto contrario, haciendo que más personas actúen en contra de ellas como una forma de rebelión. En todo caso, tanto la libertad de pensamiento, de opinión y de acción no se toman en cuenta de una forma igualitaria. Hay muchas personas que tienen más libertades, ya sea por pertenecer a clases sociales más altas o por tener cierto poder o influencia en sus vidas.
Desde un punto de vista social, preferiría que la libertad no estuviera basada únicamente en las políticas actuales y en leyes que, aunque intentan controlar a la sociedad, no siempre logran mejorarla. Deberían existir leyes que realmente funcionen para construir una sociedad más justa, no para restringirla ni imponer acciones que muchas veces terminan provocando el efecto contrario a lo que se pretende.
Por otra parte, cada vez que tomamos una decisión, es muy fácil cometer errores, porque somos seres humanos. Y otra pregunta que me hago es: ¿hacer el bien para mí puede significar hacer el mal para otro? ¿O al revés? Podemos enfrentarnos a contradicciones en el momento de decidir, pensando en qué es lo mejor para los demás y qué es lo mejor para nosotros. Pero sé que, en primer lugar, siempre debemos ponernos a nosotros mismos como prioridad, porque somos la única persona que está con nosotros todo el tiempo.
No podemos vivir constantemente pensando en qué supondrá nuestra acción para los demás, especialmente cuando la situación es crítica. En momentos así, es natural pensar primero en uno mismo y en lo que es mejor para ti. Y una vez que tomas una decisión, tú sabrás por qué la elegiste, y entenderás que era la mejor opción, tanto para ti como, en lo posible, para los demás.
¿Qué me queda por aprender?
Hay muchas cosas que me quedan por aprender, ya que hemos profundizado mucho más en términos como el respeto, la dignidad y la libertad, y en cómo la ética se desarrolla mediante diferentes condiciones que el ser humano enfrenta dentro de esta sociedad. Pero, como solo somos un número muy pequeño dentro de una sociedad bastante grande, que está basada en leyes, parece que hay muy poco que podamos hacer. Aun así, siempre podemos seguir aprendiendo cosas nuevas, investigando para alimentar nuestro pensamiento y tratando de hacer algo por cambiar nuestra vida, entendiendo lo que es la ética de manera profunda.
Comprender qué está bien y qué está mal, tanto para uno mismo como para los demás, es parte de ese aprendizaje. Obviamente, tener un respeto digno hacia uno mismo será lo mejor para poder tratar a los demás con ese mismo respeto. Un respeto mutuo que nos ayude a desarrollarnos como personas moralmente buenas en este mundo.
Sin duda alguna, la filosofía ética ayuda a comprender mejor quién soy, cómo debo actuar y qué lugar ocupo dentro de la sociedad. No se trata solo de saber qué está bien o mal, sino de reflexionar sobre nuestras decisiones, nuestras intenciones y las consecuencias que estas generan en los demás.
En definitiva, no solo me enseña a vivir mejor, sino a vivir conscientemente.
Shutterstock. (s.f.). Aristóteles y su discípulo Alejandro [Imagen]. CC