Nuestros microrrelatos

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Aina Pons

EL MUNDO AL REVÉS


Me levanté a las siete de la mañana, como cada día y para mi sorpresa, ¡estaba en el techo!, bueno, no exactamente, pero hubiera estado mejor eso a todo lo que me paso. Os explico… 


Al levantarme me di cuenta ¡que no eran las siete!, eran ¡las siete y media!. En realidad en situaciones normales no pasaría nada, pero hoy tenía un examen y ¡no había estudiado!.

Decidí no perder más el tiempo y empezarme a vestir, me di cuenta que la pubertad ya me llegaba y todo lo mío me iba pequeño y lo de mi padre muy grande, en fin me puse cualquier cosa. Baje a desayunar, decidí mirar los apuntes de biología mientras pero… ¡Me había dejado la libreta en clase!

Ya nada podía ir a peor, obviamente perdí el bus y mis padres no estaban en casa, así que tuve que ir corriendo. 


Llegue al instituto sudado, sin saber nada del examen y… noto que voy muy ligero ¡no tengo mi mochila! Cuando ya voy a entrar a clase pienso ¿qué raro?, no hay gente y ahí me doy cuenta de que ¡hoy es festivo y el examen es mañana! 




Domi



En la Finca

Nuria Moreno


Era un caluroso día de verano, y estábamos en la finca de un amigo de mi padre. Pasó al poco tiempo de mudarme aquí, a Menorca, hace 4 años.


El amigo de mi padre nos estaba enseñando los animales de su finca. Había gallinas, gallos, tortugas… y una niña curiosa, yo.

Estuve haciendo fotos, cogiendo tortugas, mirando los gallos y las flores. Pero, como siempre pasa, después de un rato te acabas aburriendo. Yo era una de estas personas, sólo hasta que las encontré, las ocas.

Probablemente eran unas 5 o 6, pero había una que destacaba, ya que tenía un tamaño mayor a las demás.


Empecé a pisar fuerte con el pie cerca de donde estaban, con el único objetivo de asustarlas un poco y no aburrirme, pero no salió tal y como me esperaba: 

La primera vez, corrieron; la segunda, corrieron, con la diferencia de que la más grande hizo un ruido de advertencia; la tercera, ese ruido se maximizó e hizo un poco de intención de abrir las alas; a la cuarta, las abrió, y a la quinta, corrió hacia mí, motivo por el cual salí corriendo también. Me perseguía, pero decidí pararme y mirarla. La vi monísima y tenía las alas abiertas así que la abracé. Luego ella me miró y me dijo:

Y me picó.


Lez8a

Còpia de Microrrelato para el libro

Marc 

Microrrelatos

Pepito Grito grita

Nuria Moreno


Pepito Grito era un niño muy mimado. 

Siempre gritaba y no se cansaba,

y su madre le decía que con la boca abierta se quedaría.

Pero él no escuchaba, decía que no le importaba.

Pasó una semana y Pepito Grito gritaba cada mañana.

Sus padres le dieron un chicle, pero sólo consiguieron que gritara el triple.

Sólo estaba callado cuando soñaba que seguía gritando.

Así que le dieron pastillas para dormir, y así podrían tranquilamente vivir.

Pero sabían que no era una buena solución, y un anuncio les llamó la atención:

“¡Educamos a niños que gritan! Llamen y un problemón se quitan.”

Allí llevaron a Pepito Grito, donde había más niños y un profesor llamado Rito.

Era un sitio bonito, pero sería un milagro no ser picado por un mosquito.

Rito les hizo gritar, y se quedaron tan afónicos que no podían hablar.

Pero pasó una cosa que desconcierta, todo el mundo se quedó con la boca abierta.

¡Pepito Grito gritó tan fuerte que se quedó boquiabierto literalmente!


Leza