FINLANDIA

Idoia Martínez

La experiencia de mi estancia en Finlandia durante la semana del 7 al 11 de noviembre ha sido muy enriquecedora. La Jefa de Estudios del instituto, Mary Tepponen, nos realizó la introducción a las instalaciones del centro y dio a los profesores visitantes el plan de trabajo para la semana y nos comentó que el instituto se hacía cargo de nuestra comida en el centro durante nuestra estancia.

Mi caso ha sido un tanto especial puesto que el aula de música está en un edificio anexo, que es donde he estado la mayoría del tiempo, así que no me he relacionado con nadie excepto con la profesora de música del instituto, Kateriina Holms.

En general, me llevo en la maleta las siguientes reflexiones:

Uno de los puntos a destacar es que el alumnado tiene derecho a comida gratis todos los días, de tal forma que se favorece a aquellos que tienen una situación económica más débil.

La cantidad de dinero invertido en el centro respecto a tecnologías, servicios de reciclaje, mantenimiento de las instalaciones etc, es elevado. Concretamente el presupuesto para el aula de música es de 2000 euros, lo que permite tener una dotación excelente de guitarras, ukeleles, baterías (una acústica y otra eléctrica), tres teclados, muchos instrumentos de percusión y de pequeña percusión, muchísimas partituras, un par de mesas de mezcla, altavoces, proyectores para mostrar el material encima de la mesa… amén de un estudio de grabación con las tecnologías más avanzadas.

Llama la atención la limpieza de las mesas y sillas. Los alumnos cuidan del material.

La formación musical de mi compañera finlandesa es completísima, lo que le permite trabajar con todo el material disponible y mantener y afinar instrumentos. Además, el profesional de mantenimiento está a su disposición en cuanto hay que realizar algún arreglo en la clase

La ratio no es muy elevada, aunque lo es más que en el resto de asignaturas, pero permite atender de forma más particular las necesidades del alumnado.

En cuanto al aspecto didáctico, la clase de música es eminentemente práctica, animando al alumnado a ser el protagonista. Se dedica el tiempo justo a la teoría y se hace también mucha mención a la cultura musical finlandesa, poniendo ejemplos no sólo para que los conozcan, sino también para que los experiencien a través de canciones o arreglos para instrumentos de cuerda.

Aquellos alumnos que tienen más interés y cualidades musicales, se les anima a que participen en actividades que van más allá de las clases, como el coro que actúa la ceremonia de la graduación, en Navidad o en la jornada de Santa Lucía, o la agrupación que participa en la jornada de puertas abiertas del centro: VÍDEO

Se utiliza mucho la voz en las clases, lo que hace que los alumnos, a pesar de estar en una edad un poco complicada para expresarse a través del canto, no lo vean como algo anormal, sino como una actividad más a realizar en clase. Esto me ha hecho reflexionar sobre la importancia de incorporar más a menudo la voz en nuestras clases en el centro.

Las clases de los grupos de los alumnos mayores duran una hora y cuarto, tres veces a la semana, por tanto cunden muchísimo y se pueden realizar bastantes actividades variadas sobre el tema que se está impartiendo.

No obstante, los grupos no suelen estar con la profesora durante todo el curso escolar, sino durante 7 semanas. Cuando el grupo ya ha entrado en la dinámica, deja de dar música hasta el curso que viene, si no vuelve a coger la optativa durante cualquiera de los periodos de 7 semanas en los que se divide ese año escolar. Los grupos de los alumnos más jóvenes (7º y 8º grado) sólo tienen una sesión semanal, con lo que la progresión es más lenta y el aprovechamiento del curso no es todo lo deseable que cabría esperar.

La diferencia cultural por una parte hace que los alumnos parezcan más respetuosos puesto que son menos expresivos que los nuestros, pero es más difícil saber si están entendiendo lo que se explica. Se les permite llevar móvil en clase, y lo usan de forma continua.

El que apenas den teoría también tiene alguna desventaja. En ellos queda una huella somera de la historia, contenido, relaciones sociales y artísticas que envuelven las canciones que interpretan. Las exposiciones orales que realizan los alumnos constan de la lectura del texto que ellos mismos han elaborado, dejando poco espacio a la imaginación del oyente y a la improvisación por parte del interlocutor. Los exámenes se basan en la materia impartida en clases y el trabajo realizado en ellas, por lo que apenas se requiere un esfuerzo ni un hábito de estudio por parte del alumnado fuera del horario lectivo.

Finalmente, una de las cosas que más me ha llamado la atención - pero tampoco me ha sorprendido - es que la valoración de la asignatura de música dentro del sistema educativo finlandés (siempre que el instituto no se especialice en música) es tan baja como en nuestro país. En este caso, al ser optativa, la profesora tiene cada año que promocionar la materia para poder tener alumnos. Eso también puede afectar a la “autoridad” que tiene el profesor, cuyo sueldo está a expensas de los grupos que tendrá cada 7 semanas. Se cuenta con la asignatura para todos los eventos, pero nadie ayuda a la profesora para organizarlos.