Si de orígenes míticos se trata, algo puede afirmarse del plantel "Benito Juárez": según sea el fundador que se entreviste para indagar sobre sus orígenes, se erigió sobre una ala arrebatada al Panteón Civil de San Lorenzo Tezonco, del cual ahora es vecino separado sólo por una barda. En otra versión se afirma que se construyó sobre un antiguo tiradero. Y otra historia, tanto o más truculenta que las anteriores, señala que se erigió en uno de los sitios donde fueron a dar los escombros de edificios y casas que destruyera el terremoto de 1985.

Cualquiera que sea la versión correcta, si tiradero, panteón o depósito del cascajo de un sismo, los orígenes un tanto macabros del plantel dan rienda suelta a la imaginación. Pero aún mejor -y esto resulta muy estimulante desde un punto de vista no solamente literario- es el sentido realmente mítico que puede otorgarse a esta parte del proyecto del IEMS: la vida y el conocimiento que resurgen de la muerte; la educación que nace de la destrucción… la renovación, el ciclo virtuoso del conocimiento que resurge, se reconstruye, vive.

Calentando motores

La memoria del detalle, afirman algunos, es débil si no se le hace acompañar de las emociones que propiciaron al testigo aquello que vivió. Así, los testimonios de quienes ya forman parte de la historia del plantel tienen un alto grado de subjetividad que hace más auténtica la narración. Los días, algunos detalles y acaso los años no sean del todo precisos, pero sí lo son las emociones y sensaciones que nos transmiten los narradores de un hecho que ya en ese momento era importante y que ahora se nos muestra como trascendente.

Como si de la gestación de un parto se tratara, nueve meses antes de pisar este plantel ya trabajábamos en el registro y organización de papeles para la primera generación de estudiantes, refiere con un dejo de nostalgia María Azucena Zúñiga Barragán, técnica en Servicios Escolares:

"Hacia julio de 2001, yo y varios otros compañeros ya habíamos sido contratados y trabajábamos en la sede alterna de Iztacalco. Nos acomodábamos como podíamos en lugares muy acotados en espacio, aunque contábamos ya con lo mínimo necesario. Recuerdo que, además de la computadora, teníamos a la mano una mesa blanca pequeña y una caja de cartón con la papelería requerida. Fue muy intenso el trabajo, pero se facilitó mucho porque había entre todos nosotros un gran sentido de colaboración, siempre coordinados por la directora general, maestra Guadalupe Lucio Gómez Maqueo".

Otra pionera, la técnica de Servicios Escolares, Frida Fabiola Morales Mota, agrega datos a la historia: "aunque para ese entonces la Dirección General del IEMS tenía una sede más o menos establecida, en Periférico Sur no. 5482, muy cerca del centro comercial Gran Sur, nosotros anduvimos algunos meses de un lado para otro, donde nos permitieran trabajar. Como se trataba de sitios prestados, nuestro lugar de trabajo podía cambiar de un día para otro, al cual teníamos que llegar con nuestros propios recursos. Así, recuerdo haber trabajado en centros deportivos como el De la Bola, el de Huayamilpas, una bodega en Santa Ursula Coapa, o de plano en un campo de fútbol de una escuela abandonada que tenía piso de tierra, donde ahora se construyó el plantel Miguel Hidalgo, entre otros sitios. Con todo y eso, nos organizábamos muy bien. Además, para ayudarnos con los gastos, usualmente nos daban un box-lunch igualito al que le daban a la policía metropolitana: un refresco, un sándwich, alguna fruta.

"Cada equipo tenía su estrategia de trabajo, según el lugar al que llegáramos; se armaban las computadoras, se hacían archivos temporales de cartón… Yo y otras compañeras capturábamos de manera muy organizada e imprimíamos los avances graduales para que otros archivaran o cotejaran documentos. Todo muy organizado y eficiente porque el tiempo apremiaba, cubríamos jornadas de nueve de la mañana a seis de la tarde y en muchas ocasiones hasta más horas, pero nadie se quejaba o daba muestras de desaliento".

"Había la sensación de que estábamos involucrados en algo muy importante, y eso animaba mucho a la gente", agrega Braulio Abraham Salazar Buenrostro, asistente administrativo que poco tiempo después habría de participar en labores de acabado o “detallado” del plantel. "Las jornadas se prolongaban porque atendíamos a mucha, muchísima gente que acudía a solicitar información o inscribirse al concurso. Algunos de ellos acudían con un cierto aire de escepticismo: ¿una prepa en zonas marginadas?, ¿dónde se había visto? El trato que les dábamos era cordial, muy humano. Eso nos permitía ganarnos su confianza… y entonces llegaba más y más gente. En buena medida esa era la razón por la cual las jornadas se extendían".

"Yo estaba muy joven", recuerda Gabriela Romero Palacios, entonces técnica administrativa de Servicios Escolares, "y, según me acuerdo, la inscripción la hicimos en una bodega ubicada en la calle Oriente 239, por el rumbo de la Agrícola Oriental, justo donde ahora está el plantel Iztacalco. Era un lugar enorme, con ventilación de tipo industrial, lleno de escombros, lóbrego, oscuro y frío. Ahí despachamos a mano, en un cuaderno, la inscripción de por lo menos 150 estudiantes. Toda una aventura", puntualiza la actual responsable del área de Servicios Escolares.

"Pienso que, como entonces no teníamos un lugar fijo de trabajo y no había más que unas sillas, mesas y cajas, la gente nos tenía cara a cara, sin ventanillas de por medio… Nos daban su confianza", puntualiza Frida Morales. "Lo notábamos de inmediato, la respuesta de la gente era maravillosa, agradecían que se les brindara una opción educativa nueva, fresca y democrática. Ni antes ni entonces había nada así. El impacto social del proyecto era inmediato y evidente".

“¿Y sí tienen validez oficial los estudios?”, preguntaban frecuentemente, recuerda sonriente Gabriela Romero. "A esa avalancha de visitantes algo desconfiados, respondíamos que los estudios no sólo tenían validez, sino que iban a ser muy innovadores; les decíamos además que la construcción de los planteles iba a marchas forzadas y, para disminuir su desconfianza, que se les daría a conocer en muy poco tiempo la clave del Centro de Trabajo de cada plantel, para que vieran que la cosa de veras iba en serio".

"Por otra parte", abunda al respecto Frida Morales, "creo que la desconfianza de muchos se debía a la propaganda y la mala publicidad que daban al proyecto creado por AMLO la mayoría de los medios de comunicación de entonces. No perdían oportunidad para denostar o calificar de mediocres y desorganizadas las nuevas 'pejeprepas', como despectivamente las llamaban".

El plantel abre sus puertas

El 2 de mayo de 2002 se inauguró formalmente el plantel. Acudió el principal promotor del proyecto, el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, licenciado Andrés Manuel López Obrador, acompañado por varios funcionarios. Igualmente aquí hay discrepancias en cuanto a la forma en que ocurrió ese hecho. Según algunos, no tuvo mucha relevancia ni mucha pompa, porque meses antes el proyecto del IEMS ya había sido presentado en otro sitio con una gran atención mediática.

Sin embargo, los jirones del recuerdo brillan y dan relevancia a hechos en apariencia nimios cuando se les obliga a salir del rincón en donde han sido atesorados. Doña María Dolores Olvera Ortega, la sempiterna “Güera”, tortera casi oficial del plantel, rememora que "Eran muchísimas personas las que vinieron a la inauguración… Venían en puros coches tsurus blancos… me acuerdo cómo levantaban la tolvanera porque entonces la calle de Zacatlán no estaba pavimentada. No había nada pues, sólo el panteón, una que otra casita y las peseras que corrían por la terracería y llegaban al pie de las minas. Nosotras, las vendedoras nos alineamos en la entrada de la escuela y para nuestra sorpresa, el señor Andrés Manuel ¡nos saludó de mano a cada una!"

"Ciertamente la zona era algo inaccesible", insiste Braulio Salazar, "pregúntenme a mí, que vine al plantel cuando prácticamente estaba en construcción. Las calles… sin alumbrado público. Había tramos de banqueta y mucha tierra. Mi primera impresión al llegar al plantel fue de ansiedad. Era un cascarón vacío, había mucho qué hacer. Estamos a finales de febrero. Hacíamos guardia y supervisábamos los avances de la constructora.

"Un poco más adelante, armados de una maqueta que nos proporcionó un licenciado, Juan Balcázar, entonces jefe de Servicios Generales, 'vestimos' oficinas, salones, cubículos de maestros y de estudiantes, la biblioteca y el área de cómputo. El armado consistía en colocar pizarrones, checar que las lámparas funcionaran, cambiar uno que otro vidrio, cargar y ubicar todo el mobiliario: escritorios, sillas, archiveros, libreros, pizarrones… En esa tarea tan trabajosa conté con la ayuda de Leobardo Mata Peña y Severiano Collado Ramírez, técnico de mantenimiento y analista administrativo, respectivamente. Los tres coordinamos flotillas de trabajadores que previa y posteriormente ya habían recorrido otros planteles".

"A nosotros también nos tocó organizar lo de la inauguración", añade María Azucena Zúñiga, "junto con el coordinador de servicios de ese entonces y un puñado de compañeros ordenamos sillas, aparatos e instrumentos de laboratorio, verificamos la limpieza de los sitios que seguramente recorrería AMLO, checamos que todos los cubículos estuvieran en orden, limpios, el auditorio con su sonido listo, coordinarme con el personal de biblioteca para que estuvieran en sus puestos… al final no fue nada solemne ni tardado. Todo fue muy rápido…"

A la inauguración vino el jefe de Gobierno con muy poca gente, enfatiza Braulio Salazar. "En realidad se trató de una ceremonia muy, muy sencilla. Cortó dos listones, paseó por el lugar. Las compañeras de Escolares sí que estaban emocionadas, gritaron y echaron porras. Los estudiantes aplaudieron… y ya".

Una ventana para ver hacia el futuro

Al momento de hablar de la actualidad y el futuro del IEMS, y en particular de sus planteles, conviene revisar estos orígenes de plena e intensa construcción. El plantel "Benito Juárez" fue cimiento, a su vez, para un proyecto más ambicioso, si cabe: la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) de San Lorenzo Tezonco, que ocupó instalaciones del plantel entre los años 2004 y 2005.

En ese tenor, el plantel ha sido cimiento de vida para numerosos jóvenes: 6 mil 786 han pasado por sus aulas, y muchos de ellos ahora son médicos, ingenieros o profesores en otras instituciones, como la Universidad Pedagógica Nacional o la Benemérita Escuela Normal de Maestros. Otros más han encontrado un camino digno y productivo gracias al impulso y aliciente que encontraron aquí. Pero no todo es miel sobre hojuelas. Como toda comunidad viva, los conflictos y desavenencias no están ausentes.

"Trabajar con los chicos es definitivamente estocástico", apunta Frida Morales. "Nunca es igual. Siempre hay sorpresas y retos. Eso hace de este trabajo algo muy rico y excitante. En cuanto a la comunidad del plantel, a lo largo de los años hemos perdido un impulso importante y la cohesión no es la misma. Se ha fragmentado en pequeños grupos y eso preocupa. Tal vez porque hemos crecido intelectualmente, algunos. Otros se quedaron y se aletargaron. Unos más acaso hayan perdido el interés en lo educativo o en la mística que dio lugar al IEMS, como un proyecto educativo que va más allá de una barrera de contención social, sino como una puerta abierta hacia una vida mejor para los estudiantes de bajos recursos..."

"¡Claro que hay retos por encarar!", declara enfático el DTI Moisés Luna. "El modelo teóricamente está bien planteado. En la práctica los tiempos son muy agobiantes… eso lo demerita, no llevas a cabo todo lo que te planteas en el cubo o en el papel. Otro reto son los estudiantes mismos; han cambiado debido al entorno de violencia. Los recuerdo más nobles e inocentes y ahora vienen muy revolucionados, con ganas de echar relajo y toman menos en serio el compromiso académico. Esto ha ocurrido desde unas tres o cuatro generaciones atrás, lo que me lleva a pensar que nosotros debemos cambiar también para enfrentar el reto que representan estos nuevos estudiantes".

Sobre el entorno laboral, "en los inicios el trabajo académico y administrativo era muy armónico, nos llevábamos muy bien, casi no había distinción", puntualiza el DTI Jorge Sepúlveda. "Los problemas de los estudiantes los resolvíamos de la mejor manera posible, sin tanto jaleo ni trámite burocrático. Ahora tiene qué haber un documento… antes bastaba con hablar. Lo mismo entre camaradas, lo arreglábamos hablando".

"Varios colegas pensamos que las distinciones entre administrativos y docentes se han ido marcando cada vez más", asevera convencido el DTI Moisés Luna. "El crecimiento de la propia comunidad de manera natural así lo ha determinado y los jaleos sindicales contribuyeron también. Lo burocrático nos ha dividido más, porque nos resta tiempo de convivencia.

"A inicios del plantel, celebrábamos los 'cumples' de cada trabajador en la Sala de Juntas, después era cada mes, hubiera algo qué festejar o no. Convivíamos más y eso solucionaba problemas. Esa tradición se perdió. Aún así, con todos esos factores, el ambiente que prevalece en el plantel es de respeto. Con nuestras diferencias hay un grado de tolerancia aceptable. Eso me tranquiliza".

"Hacia el futuro yo visualizo cosas importantes", señala Araceli Farfán, técnica administrativa responsable del sistema Semiescolarizado del plantel: "si bien algunos miran al IEMS y a este plantel como un centro laboral más porque han perdido el impulso, basta considerar que aquí también han ocurrido cosas sumamente interesantes. Por ejemplo, nosotros como trabajadores, ingresamos en edades promedio de 25 años… no sólo nos hemos visto envejecer (bueno, no tanto), sino que cada uno de nosotros comenzamos a tener hijos y fuimos testigos del desarrollo y crianza indirecta de los mismos. Algunos niños pequeños que vimos incluso, en el vientre de sus madres, hoy por hoy son alumnos activos del plantel. Si eso no es tener esperanza en ciclos que se abren y se cierran, que se auto alimentan…"

Las palabras de Araceli Farfán encuentran eco en la reflexión que nos ofrece el DTI Moisés Luna acerca de la pertinencia de esta ventana al futuro: "el IEMS es un proyecto viable porque, desde mi perspectiva como docente, veo resultados. Hemos logrado el egreso de individuos que terminan sus estudios más comprometidos con su vida, por lo menos. También alcanzan un muy aceptable grado de consciencia social, tan necesario en estos tiempos. Acaso nuestro modelo sea una reedición con actualización y perfeccionamiento de modelos anteriores como el CCH, por ejemplo. Yo le veo al IEMS y, en particular a nuestro plantel, mucho, mucho futuro porque hay un espíritu académico muy sólido".


Texto: Alejandro Gallardo Cano y Ricardo Cuevas Quiroz