Corría el año de 1934 cuando un impresionante complejo arquitectónico se inauguró en el centro de la Ciudad de México. Fue construido para albergar un mercado y un teatro popular, decorado con algunos desconocidos e impresionantes murales de los alumnos de Diego Rivera, joyas de la historia del arte plástico mexicano que sobreviven como testigos de una época y de las cuales poca gente sabe.

Esta serie de edificaciones fueron construidas entre 1933 y 1934, donde anteriormente habían estado los antiguos Colegios Jesuitas de San Pedro y San Pablo y de San Gregorio. Algunas con estructuras del colegio religioso, como arcos y fachadas, sobrevivieron y fueron conservadas para la edificación del nuevo complejo. A un lado se encuentra, hasta hoy, el mercado Abelardo L. Rodríguez. El proyecto fue realizado por el entonces Departamento del Distrito Federal y fue obra del arquitecto Antonio Muñoz.