Hay una conexión mágica entre la bóveda celeste y los niños.
Hace unos años trataba de observar con un grupo de amigos el cometa Hyakutake bajo un cielo lleno de nubes en una fría colina casi a la medianoche. Gracias a la insistencia de los niños para permanecer en el sitio pudimos unos minutos más tarde admirar a simple vista uno de los más grandiosos cometas del siglo XX. Y es que los niños son los primeros que llenan las salas de los planetarios y en las jornadas públicas de observación con telescopios, siempre están en primera fila.
Pero las encuestas señalan que la inmensa mayoría de los niños en las ciudades
-en la era del entretenimiento multimedia y las redes sociales-, apenas pasan unas horas al mes en actividades al aire libre y muy pocos han observado alguna vez el cielo.
Muchos astrónomos afirman que lo son porque vieron las estrellas cuando eran niños. Entonces ¿Qué sucede?
Si queremos una sociedad conectada al conocimiento, un buena vía es interesando
a los niños y adolescentes en la astronomía. Si no los iniciamos cuando están jóvenes -como sucede también en las matemáticas, la pintura y la música-, probablemente no se interesarán después.
Hay muchas actividades que los padres y maestros pueden desarrollar para estimular a los estudiantes a descubrir ellos mismos la relación entre los objetos celestes y su lugar en el universo.
La más obvia es que los niños hagan lo mismo que hacen los astrónomos aficionados: observar, apuntar datos, desarrollar hipótesis, interrogarse sobre los enigmas y misterios del cosmos.
La clave para el éxito es hacer que la astronomía para niños sea divertida. Y por supuesto que lo es: danzando como los planetas, dibujando las fases de la Luna,
leyendo las historias y los mitos del cielo, observando los anillos de Saturno, soñando con viajar a Marte. Pero sin duda el mayor impacto se obtiene justo bajo las estrellas, identificando las figuras de las constelaciones y observando con binoculares y telescopios.
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De los Cosmos griegos al Multiverso
Guillaume Duprat
Zahori Books
Desde que la humanidad miró por primera vez hacia el cielo, las preguntas no han dejado de atormentar su gran cerebro colectivo. Sin duda conocer este viaje del conocimiento humano no deja de ser fascinante.
Cómo Katherine Johnson salvó al Apolo 13
Helaine Becker
Editorial Juventud
Detrás de los granes logros siempre han existido personajes cuyo aporte fue fundamental en momentos de mucha tensión y peligro. Katherine Johnson hizo de la matemática su fuerza impulsora que la llevó a tener un papel esencial en la conquista de la Luna ayudando con su trabajo a salvar vidas.
Miguel Tanco
Editorial Libre Albedrío
La pasión de nuestra heroína son las matemáticas y para ella el mundo está lleno de ellas, en los círculos que se forman en el agua al caer una piedra, en los ángulos que hace una puerta al abrir, en la forma en que fraccionamos una torta... Todo cuenta.
Carl Sagan y los misterios del Cosmos
Stephanie Roth Sisson
Editorial Juventud
Esta es la historia de un niño curioso que nunca dejó de maravillarse por el universo ni de intentar comprenderlo mejor. Carl Sagan dedicaría toda su vida a preguntarse por las estrellas y a comunicar los avances de la astronomía a todo aquel que quiso escucharle.