Tanto material como personal. Nuestros jugadores deben cumplir con sus obligaciones y deberes familiares y de estudiantes. Saber organizarse y llevar una vida sabiendo cúal es su lugar y como desempeñar sus funciones.

Empezando por ser puntual y respetuoso con los compañeros. Buscando un ambiente de trabajo donde reine la alegría y el optimismo. Sin dejar de lado la responsabilidad que nos une como equipo y nos da la paz necesaria para trabajar día a día por unos objetivos comunes.

El esfuerzo y la disciplina necesaria para superarse a uno mismo de manera eficiente. Siendo constantes en esa lucha personal que nos ayuda a alcanzar nuestros objetivos y forjar en nosotros un carácter que nos ayude a afrontar los retos y vencernos ante las dificultades.

Juego limpio ante todo. Saber jugar con honradez y respeto a todas las personas involucradas.

Principal fuente de motivación. Disfrutar con optimismo los retos y estar siempre con una actitud positiva.

Como base de cualquier progreso que merece la pena. El autocontrol y autoexigencia para cumplir tus objetivos.

Estar pendiente de los demás y saber entenderme con ellos. Hacer de cada actividad una pequeña familia donde estar atento a todos.

Lo que corresponde a cada uno. Tratar a los demás como nos gustaría que nos traten. Saber quienes somos y donde estamos.

Ser claro y sincero en el juego. No todo vale y muchos menos mentir o engañar. A veces cuesta, pero hay que ser valientes.

Saber acoger a todos por igual independientemente de sus características. Ayudar a todos a buscar su sitio en el grupo.

Saber reconocernos como somos. Darnos cuenta de nuestros defectos y aceptar de buen grado las correcciones.

Algo fundamental en las relaciones humanas ya que de ahí parte todo lo demás. Tratar a los demás como se merecen.