Releva la importancia del cuidado parental en este tiempo de pandemia, en que los desafíos de la crianza se complejizan y los recursos o redes de apoyo se pueden ver tensionados o disminuidos. Se aborda el concepto de desgaste parental, la importancia central que el cuidado personal juega en la parentalidad y algunos elementos a considerar para favorecer el autocuidado.
Da a conocer el significado y las implicancias del enfoque de derechos de los niños y niñas en las relaciones cotidianas y los desafíos pendientes en la actualidad. Busca movilizar a los padres, madres y cuidadores hacia una crianza basada en el respeto y pleno reconocimiento de los niños y niñas como sujetos de derechos. Se aborda la importancia de tomar conciencia de las propias creencias que tenemos acerca de lo que es ser niño/niña y nos invita a empatizar con sus visiones y experiencias.
Regular las emociones es un proceso continuo, que se aprende y enseña en la interacción con el otro/a, siendo nuestra responsabilidad como adultos acompañar el desarrollo emocional de los niños y niñas, generando un ambiente validante, de afecto y de cuidado. Para enseñar y acompañar este proceso existen diversas estrategias que nos permiten como adultos, ayudar a reconocer sus emociones, aceptarlas y luego regular sus conductas. Los invitamos a descubrir qué herramientas usar de acuerdo a las necesidades y características de nuestros propios hijos e hijas
Este módulo resalta la importancia de establecer rutinas con los niños y niñas con la intención de lograr hábitos en ellos y ellas y, por otro lado, facilitar que puedan comprender y predecir lo que sucede a su alrededor, lo que permite fortalecer la sensación de seguridad y confianza, a la vez, que aprenden a autorregularse y ser autónomos. A lo largo de esta charla se exponen una serie de acciones que los adultos cuidadores pueden implementar para resolver rutinas en ámbitos tan relevantes como: alimentación, sueño, juego y actividad, higiene, entre otros.
El sello de esta charla está puesto en el logro de rutinas con los niños y niñas, manifestando respeto, amor y adaptación a su nivel de desarrollo y características personales, sin descuidar el bienestar del adulto, entendiendo que éste es clave para el impulso de una parentalidad positiva.