Descripción

Una sociedad democrática no debería ser una sociedad desarmada que los enemigos de la libertad puedan tranquilamente conducir al matadero en nombre de la libertad.

Maritain, Carta Democrática

Son 6 sesiones de hora y media de duración cada una, en la que se analizan y discuten textos sobre el tema, especialmente -pero no exclusivamente- textos de la obra CRISTIANISMO Y DEMOCRACIA (1942) o que hacen referencia a esta y de la obra LA CARTA DEMOCRÁTICA, texto correspondiente al capítulo V de El hombre y el Estado (1951) de Jacques Maritain. 

Para ello se proporcionan los textos y se trabaja a partir de una lectura interpretativa de los mismos, la cual la harán los participantes. Partimos de una constatación que la democracia se encuentra hoy amenazada por los autoritarismos y los mesianismos redentores de toda índole, desde Chávez hasta Petro pasando por Gabriel Boric Font, por no recordar a Dilma Rousseff o a Ollanta Umalla. Todos ellos en América Latina –para enfocarnos en este continente- con varias cosas en común, su pasado, marxista las más de las veces, que implica un totalitarismo anti libertario, su recurso en un momento a la violencia de la lucha de clases y la idea que la sociedad ha de ser dirigida por los políticos, con la pregunta sin resolver sobre ¿quién dirige a estos? La democracia misma se ve por ello amenazada, a lo que se agrega la corrupción que hace del Estado algo fallido y que se le ve con desconfianza. 

Por otra parte, el cristiano se sitúa en medio de su obligación ciudadana compelido a actuar, pero influenciado de la Teología de Liberación y la Filosofía de la Liberación, desconociendo la Doctrina Social de la Iglesia, ve con menos simpatía la misma democracia y el ideal libertario, terminando muchas veces cediendo ante la tentación de un Estado totalitario.

Por ello es urgente aclarar el tema de la relación entre cristianismo y democracia. Encontrar en estos dos hechos culturales de Occidente un punto de apoyo para crear una sociedad libre fundada en el orden del bien común caracterizado por un Estado de derecho que no sea ajena al reconocimiento de una ley moral natural.

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