los antecedentes de la investigación (también conocidos como estado de la cuestión) son una parte fundamental en cualquier trabajo investigativo. Su propósito es proporcionar un contexto para el estudio, mostrando lo que ya se sabe sobre el tema y destacando las investigaciones previas relacionadas con el objeto de estudio. Este análisis permite identificar brechas en el conocimiento, posibles áreas de mejora o nuevos enfoques que justifiquen la necesidad de la nueva investigación.
Existen dos tipos principales de antecedentes que se deben tener en cuenta:
Antecedentes teóricos: Se refieren a las teorías, modelos o conceptos que han sido propuestos previamente para abordar el tema de investigación. Abarcan tanto las bases teóricas como las ideas fundamentales que sustentan el trabajo, y ayudan a contextualizar el problema dentro de un marco conceptual ya establecido.
Antecedentes empíricos: Son los estudios previos que se han realizado en la práctica sobre el tema. Estos pueden ser investigaciones realizadas a nivel nacional, regional o internacional. Son importantes porque permiten ver cómo se ha investigado el tema, qué metodologías se han utilizado y qué resultados se han obtenido.
El análisis de estos antecedentes también permite a los investigadores:
Evitar duplicar investigaciones previas.
Construir sobre los conocimientos existentes.
Identificar tendencias o vacíos en la investigación.
En resumen, los antecedentes ayudan a situar la nueva investigación dentro del panorama actual del conocimiento sobre el tema, permitiendo definir su relevancia y contribución.
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