Aunque se le otorgue menor estatus en comparación con la lectura y la escritura, la oralidad atraviesa todas las prácticas académicas universitarias: exposiciones, coloquios, sustentaciones, interacciones cara a cara. Por ello, cada vez más estamos llamados a generar estrategias que desde la palabra hablada como discursividad, coadyuven al aprendizaje. 


La oralidad es un medio de comunicación y expresión que se basa en el uso de la palabra hablada. Es una forma de interacción humana que involucra la transmisión de información, ideas, emociones y conocimientos a través del lenguaje oral.

La oralidad ha sido una práctica fundamental en la comunicación humana desde tiempos ancestrales, permitiendo la transmisión de tradiciones, historias, mitos y conocimientos de generación en generación. A través de la oralidad, las personas pueden compartir sus experiencias, establecer vínculos sociales, persuadir, informar, entretener y enseñar.

La oralidad implica habilidades y competencias específicas, como la capacidad de hablar y escuchar atentamente, adaptar el mensaje al contexto y a la audiencia, utilizar recursos de expresión oral como la entonación, el ritmo y los gestos, y mantener una comunicación efectiva en diferentes situaciones y entornos.

En el ámbito académico, la oralidad adquiere relevancia en presentaciones orales, debates, discusiones en grupo y actividades de aprendizaje colaborativo. La capacidad de expresarse oralmente con claridad, coherencia y persuasión es fundamental para el intercambio de ideas, la participación activa en el proceso educativo y el desarrollo de habilidades de comunicación efectiva.


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