Historia

Lo Inesperado

Aunque hoy en día nos vean inseparables, no siempre ha sido así. Les contaré desde un principio la relación entre mi prima, mi hermana y yo y así mismo la evolución en ella.

Cuando éramos tan solo unas niñas (cabe recalcar que nos llevamos 2 a 3 años cada una), no nos llevábamos muy bien del todo, la gran mayoría de tiempo nos la pasábamos peleando, ignorándonos y siendo egoístas entre nosotras, ¿por qué? una pregunta que frecuentemente nos hacemos hoy en día en donde las respuestas que damos nos hacen reír a carcajadas, les daré un pequeño resumen de aquellas respuestas, entre mi hermana y prima es porque entre ellas se buchoneaban todo lo que hacían con mi mamá, la respuesta de ambas conmigo es porque yo era la menor entre todos, y mi respuesta es un poco lógica, lo hacía porque ellas lo hacían conmigo. A pesar de que no nos soportábamos, siempre que salíamos con mi mamá íbamos las tres en los planes, cuando estábamos aburridas nos poníamos a jugar cualquier juego de rol entre las tres y un primo que se nos unía a nuestros juegos, a veces nos poníamos la ropa de la otra para molestarla y así hacer que se enojara; si en algún momento alguna se encontraba mal el orgullo nos ganaba, pero siempre le preguntábamos a mamá el cómo se encontraba.

Fueron pasando los años, el tiempo fue cambiando y nosotras con él, ellas estaban en su adolescencia y yo estaba a poco de estar en ella; en ese tempo aún no nos llevábamos tan bien, pero hubo un notable cambio en nuestras actitudes y nuestro vinculo, aunque aún no nos contábamos muchas cosas de nosotras, compartíamos más momentos y reíamos más entre nosotras, ya casi no habían peleas ni niñadas y cuando se presentaba alguna de ellas, sabíamos disculparnos, aunque claro, antes nos echábamos en cara muchas cosas, pero eso nos hacía dar cuenta de que estuvimos mal. Se puede decir que fue un gran avance, más que todo para mi hermana y mi prima ya que en ese tiempo estudiaban juntas en el Inem mientras que yo estudiaba en la sede del Pablo Correa, lo cual hizo que yo no me pudiera unir a ellas como lo hubiese querido, pero aun así lograba integrarme.

Recuerdo como hubo un momento en el que tuvimos una discusión por algo tan pequeño que realmente no recuerdo el porqué, pero lo que si logro recordar es lo que mi mamá y mi abuela nos dijeron cuando notaron que nos estábamos diciendo cosas hirientes, sus palabras fueron “ustedes las tres son como si todas fueran hermanas, fueron criadas de la misma manera, compartieron casi los mismos momentos y han compartido lindos recuerdos entre ustedes, no se deben decir esas cosas tan hirientes cuando las únicas personas seguras en su vida son ustedes, deben aprender a cuando parar, a entender y escuchar, porque si entre ustedes no se valoran y apoyan siendo como hermanas, ¡qué se espera de los demás?”. Esas palabras realmente nos cayeron como un completo baldado de agua fría ya que era razón, ni siquiera recordábamos la principal razón de la discusión, no tenía sentido seguir en eso. Aunque no nos disculpamos ese mismo día, las pasamos pensando en las palabras de mi mamá y mi abuela, tales que nos hacían sentir mal por la estupidez que habíamos cometido. Al día siguiente hubo un silencia y un ambiente incomodo entre nosotras, el cual no soportamos e hizo que nos disculpáramos por lo ocurrido el día anterior.

Llegamos al tiempo más reciente en donde yo ya estaba en mi adolescencia y ellas estaban a pocos años de salir de ella, principalmente mi prima ya que es la mayor. Nuestro vinculo se había reforzado a un nivel el cual ninguna llegó a imaginar, es más, ninguna sabe como llegamos a ser lo que somos ahora, nuestro cariño hacia la otra creció y nuestra confianza también, nos pedimos perdón por todo lo pasado, más que todo ellas a mí ya que vieron que mi vida siendo la menor entre tantos adolescentes y adultos no fue muy dulce que digamos, pero bueno, eso es historia aparte. Hoy en día pasamos gran parte del tiempo juntas, nos desahogamos entre nosotras cuando nos encontramos mal y aunque no sea algo calificado como bueno, también somos cómplices de las hazañas de la otra.

Puede que en el comienzo las cosas no hayan sido muy buenas y que nuestras actitudes en absoluto eran erróneas, pero con el paso del tiempo aprendimos a madurar y valorar, supimos lo que cada una pasó de niña y en su adolescencia y gracias a eso entendimos muchas cosas y nos dimos cuenta de que no vale la pena ser orgullosas y mucho menos cuando la otra la pasa mal. Creo que al final todo se trata de eso, de seguir adelante y madurar en todos los sentidos, eso va a cambiar muchas cosas y mayormente para un bien.

A veces debemos esperar lo inesperado