Antes cuando era pequeña solía jugar con mis primos al frente de mi casa, íbamos a invitarlos a jugar casi todas las noches y jugábamos hasta que mis papas nos entraban a mi hermana y a mi para comer e irnos a dormir, algunas veces bajaban los muchachos de la cuadra a invitarnos a jugar, como mis padres son bastante estrictos ellos tenían que ir a mi casa para pedir permiso que nos dejaran salir a jugar futbol con ellos entonces así si nos dejaban ir a mi hermana y a mi, aunque algunas veces no nos dejaban ir entonces ellos venían a jugar al frente de mi casa.
A mi prima Mary y a mi nos gustaba mucho jugar futbol. Cuando yo estudiaba en el Colegio Municipal Aeropuerto en la Sede Virgilio Barco, iba en grado Quinto y siempre veía cuando los otros estudiantes más grandes jugaban futbol y me gustaba mucho cuando hacían los campeonatos de diferentes grados en los descansos y yo siempre iba a verlos jugar.
Luego cuando entre a Sexto grado ya pude ingresar a esos campeonatos junto con mi prima que era la arquera y yo la delantera y juntas armamos un equipo de mujeres con mis amigas del salón y la pasábamos muy bien jugando, aunque no siempre ganábamos porque casi no sabíamos jugar tan bien pero nos gustaba mucho jugar y divertirnos sin importar el resultado de los partidos; pasó el tiempo y ya sabíamos jugar un poco mejor, al siguiente año, en Séptimo volvimos a crear un equipo para este año mi amiga Yulieth y yo eramos las delanteras y entre las dos hacíamos los goles y en varios partidos alcance a meter 3 o 4 goles desde mitad de cancha y llegaba muy emocionada a mi casa a contarles a todos, pero mi hermana que aunque estudiaba en el mismo colegio que yo, no me creía y entonces le dije que fuera a verme jugar un día, entonces ella fue a verme con el novio para ver si era verdad y en el transcurso de ese partido anoté un gol desde mitad de cancha y por fin me creyó y al llegar a casa les dijo a mis papás que si era verdad, que yo había anotado un gol desde la mitad de la cancha. Un día dos de mis amigas vinieron a mi casa a buscarme para jugar pero mi mamá no me dejó porque tenia que hacer tareas y tuvieron que aplazar el partido porque yo no pude ir y el equipo estaba incompleto.
Seguí jugando en el colegio, en los descansos y los campeonatos, entonces, una vez quise meterme a entrenar futbol en una escuela, pero mi padre no me dejó porque dijo que ese tipo de juegos eran solo para los hombres, porque según él, son muy ordinarios y entonces no dejó que yo me metiera a entrenar en la escuela de futbol, pero luego me cambiaron de colegio y me metieron a estudiar en el Colegio Municipal María Concepción Loperena y en Octavo grado volví a entrar a los campeonatos que hacían en los descansos y junto con el equipo de mi salón ganamos una medalla de segundo lugar a nivel del colegio y lo mismo sucedió al siguiente año en Noveno, aunque en Décimo no pudimos seguir jugando porque empezó la pandemia del Covid19 y tuvimos que dejar de ir al colegio para hacer clases virtuales. A pesar de eso sigo teniendo el mismo amor por el futbol y siempre quiero jugar y cuando puedo voy a la cancha y miro a las personas que están jugando ahí y si me dejan me meto a jugar con ellos.
Y esta fue mi historia de como mi sueño de jugar futbol tal vez hasta profesionalmente se vio frustrado porque mi papá no me dejó entrenar nunca en una escuela de futbol. Espero haya sido de su mayor agrado y se hayan distraído con mi historia, gracias por llegar hasta el final.