Cuenta mi madre que yo nací el día 16 de marzo del 2004 a las 3: pm, en la clínica San José. Yo iba a ser su primer hijo y ella obviamente sería primeriza en su nuevo rol como madre.
Así que al día siguiente le dieron de alta, y nos puedimos ir a nuestro apartamento, en dónde víviamos solos los dos. Mi madre es alguien que se ha caracterizado por ser muy independiente, muy trabajadora, y muy valiente, por lo que decidió vivir solita, desde que se enteró que yo estaba en su vientre, a pesar de que mis abuelos le ofrecieron su ayuda para cuidarnos mientras ella aprendia de las primeras y básicas atenciones de un bebé.
Esto conllevo a que mi madre, por su inexperiencia no me sacara al sol, como se debe hacer con los bebes, y a los 3 días, yo tomé un color amarillento y tuve fiebre.
Me transladaron a la clínica y allí, después de algunos chequeos y examenes, confirmarón que había contraído la enfermedad de la Bilirrubina; esta enfermedad es causada por la falta de sol, entonces tuvieron que dejarme interno, hasta que mejorara.
Mi madre tuvó que vivir su primera experiencía de separarse de mi, cuando recién nos habiamos conocido, y ella cuenta que fué una escena y una etapa de su vida bastante fuerte, ya que el hecho de separarnos cuando de cierta manera empieza a haber un vínculo con un hijo, es algo que solo las verdaderas madres entienden.
Ella me visitaba dos veces al día, en la mamá y en la tarde en horarios restringidos, ella me llevaba la leche materna mientra yo pasaba día y noche en una cuna con una lámpara especial, para poder devolver mi color natural.
Después finalmente ya se nivelo mi estado de salud y pude regresar con mi madre a nuestro hogar.
Después de esa experiencia vivida, claramente mis abuelos, ya no le pidieron sino que casi le exigieron que nos fueramos con ellos al menos un tiempo mientras ella aprendía de esos cuidados y no tuviera que repetir algo similar.
Finalmente mi madre comprendió que era la más sano, tanto para ella como para mí, y así fue, ese mismo día que salimos de la clínica hizo maletas y nos alojamos en la casa de mis abuelos.
Tan solo, bastó 15 días, para que mi madre aprendiera y se sintiera con las fuerzas suficientes para regresar a nuestro hogar, y seguir juntos solos.
Fue un hecho en mi vida, en mi historia, que aunque por obvias razones no recuerdo, me produce un sentimiento de puro amor hacia mi madre, por ser siempre ese ser incondicional conmigo y hacia mis abuelos, por extendernos esa mano de ayuda, en el momento que necesitamos de ellos.