La creciente relevancia e importancia de las enseñanzas de Formación Profesional en nuestro entorno queda manifiesta a través de las numerosas acciones de impulso que se están llevando a cabo desde las administraciones públicas, lo que se traduce en un aumento del alumnado matriculado en estas enseñanzas.
En el caso particular del IES Tegueste, se ofertan tres ciclos de la familia de Química: el CFGM en Operaciones de Laboratorio, el CFGS en Laboratorio de Análisis y Control de Calidad y, el más reciente, el CFGS en Química Industrial. En general, el perfil del alumnado que se matricula en estos ciclos es variado, si bien es habitual que en los ciclos de grado superior el alumnado provenga de enseñanzas de titulaciones superiores que, en muchos casos, no han conseguido superar debido al carácter teórico de las mismas. La Formación Profesional, por tanto, ofrece una alternativa más práctica para adquirir los aprendizajes y procedimientos necesarios para la incorporación del alumnado al mercado laboral.
Este perfil de alumnado demanda, por lo tanto, una enseñanza no sólo teórica sino también práctica y realista, orientada a sus futuras salidas laborales. En este sentido, el alumnado debe aprender no sólo contenidos y procedimientos de trabajo, sino también habilidades como estrategias de búsqueda activa de empleo, emprendeduría, gestión y difusión, trabajo en equipo, etc.
La metodología ABR llega por primera vez al IES Tegueste durante el curso 2022/2023, como parte de los proyectos de innovación en Enseñanzas de Formación Profesional, Enseñanzas Profesionales de Artes Plásticas y Diseño y Enseñanzas Deportivas de modalidad II. Desde entonces, se ha venido incorporando en los Ciclos Formativos como una metodología de trabajo para el desarrollo de los distintos resultados de aprendizaje de los módulos de cada ciclo de manera transversal; con la intención de mejorar y complementar la formación del alumnado perteneciente a la familia profesional de Química.
Mediante el trabajo por resolución de retos, el alumnado adquiere las capacidades para el desarrollo de procedimientos eficaces que ayudqaqn a implementar y gestionar de forma efectiva las tareas a realizar en su entorno de trabajo. Para ello es fundamental disponer de los medios suficientes que permitan la implementación de esta metodología (coordinación del profesorado, flexibilidad de horarios, equipos,…) para poder diseñar retos lo suficiente atractivos y realistas que conviertan al alumnado en profesionales capaces de desenvolverse adecuadamente en su futuro puesto de trabajo.
A diario, las empresas se encuentran frente a retos que se deben resolver, muchas veces, sin tener claro el fin. Los y las profesionales de las empresas del sector químico, en la búsqueda de una solución técnica, generan conocimiento. Éste queda en la empresa en forma de repositorios y valor intangible como es la capacidad de resolución de problemas. Este autoaprendizaje permite adquirir habilidades y experiencia útiles en el ámbito empresarial.
El ABR permite al alumnado investigar, sentirse protagonista de su aprendizaje, expresar su creatividad y demostrar sus destrezas tecnológicas en la difusión de los resultados. Además, cabe destacar las habilidades sociales que trabajan ya que se trabaja de forma cooperativa (forman grupos en los que cada componente del mismo tiene un rol que llevar a cabo) de la misma manera que, en un laboratorio trabajarán en equipo con el resto de compañeros y compañeras.
El ABR canario es un modelo estructurado en 7 fases:
Esta metodología no solo mejora el aprendizaje académico del alumnado, sino que también lo prepara para que ejerza una ciudadanía responsable, contribuyendo al desarrollo y adquisición de las competencias personales y profesionales vinculadas al título. Se promueve, así, la formación de profesionales competentes, capaces de enfrentar y resolver problemas complejos en un mundo en constante cambio. La integración del ABR en el currículo educativo es, por tanto, una propuesta justificada y beneficiosa tanto para el alumnado como para la sociedad en general, ya que esta se nutrirá de profesionales altamente formados, motivados y comprometidos.
Para aplicar el ABR es necesario tener en cuenta una serie de pasos:
Es fundamental que exista coordinación entre el profesorado que participará en el diseño del reto y su implementación, desde cada uno de los módulos profesionales. El diseño de retos exige tiempo y dedicación para que las propuestas sean lo suficientemente realistas, atractivas y útiles. El reto se diseña a partir de un problema real, y ese problema es analizado desde la perspectiva de cada uno de los módulos profesionales que conforman el título. Por ello es necesario dotarlo de un sentido educativo, y que cada docente analice el grado de implicación del módulo profesional que imparte: los resultados de aprendizaje y criterios de evaluación asociados; las competencias profesionales, personales y sociales vinculadas; los objetivos que se quiere alcanzar; y el grado de integración o transversalidad del módulo profesional con el resto de módulos implicados.
Objetivos generales.
Competencias personales, profesionales y sociales.
Contenidos transversales.
Módulos implicados: RAs y CEs.
Una vez definido el reto, su sentido educativo se debe desarrollar el plan de trabajo: definir las preguntas esenciales, actividades y ejercicios que se van a trabajar.
Posteriormente, hay que identificar los recursos que serán necesarios para el desarrollo de la propuesta didáctica, así como los organismos e instituciones implicadas en el caso de que la propuesta se desarrolle con la colaboración de éstas. Es importante señalar en un apartado diferenciado los recursos TIC y TAC que sean necesarios para esta experiencia educativa.
Finalmente, se deben definir las evidencias de aprendizaje y las estrategias de evaluación tanto del alumnado como del propio reto. Se deben definir claramente qué tipo de evaluación se va a aplicar, qué instrumentos de evaluación se emplearán y a qué resultados de aprendizaje, criterios y productos se asociarán dichos instrumentos. Asimismo, se debe establecer qué indicadores de logro van a permitir valorar la idoneidad del reto y el grado de consecución de los objetivos que se han establecido inicialmente para el mismo.