Seguro que esto " te suena":
Un niño está ante un problema, lo lee durante diez segundos y te dice:
- No sé hacerlo.
Tú le dices que lo vuelva a leer y que piense qué pide el problema. Él baja la vista y cinco segundos después te vuelve a mirar:
- ¿Hay que sumar?.
Si no le respondes, te lanza otra pregunta:
- ¿Es de restas? ¿De multiplicar? ¿De dividir?..
Situaciones como estas se repiten frecuentemente en en aula o en casa con los deberes.
Muchos tienen el firme convencimiento de que resolver un problema es equivalente a operar los números del enunciado. Es decir, a tomar los números que aparecen y sumar o restar o multiplicar o dividir. ¡Y punto!
Sin duda, esta idea no aparece de la nada. Se la hemos transmitido. Obviamente sin querer.
Seguramente, cuando están resolviendo problemas, sin darte cuenta, vas dejando en un segundo plano la comprensión, las estrategias usadas o la valoración de las respuestas.
Quizá la mayoría de problemas que les ofreces se resuelven con operaciones.
Sea por lo que sea, lo primero que tienes que transformar para que aprendan a resolver problemas es la idea que los niños tienen de problema. Este es el "secreto".
Tienen que saber que para resolver un problema hay que pensar, razonar, debatir, buscar planes, comprobar posibilidades. Pero, ojo, esto no lo van a aprender porque se lo digas sino porque se lo demuestres en la práctica.
Vamos a proponer una serie de problemas de respuesta abierta, enriquecedores, que necesitemos pensar para resolverlo....
No los voy a categorizar por edades, porque cada clase es un mundo, es posible que a los que a unos les parezca fácil, para otros de la misma edad les resulte imposible de resolver. Dejo a tu criterio la oferta que le haces a tu alumnado.
Malena Martín "Aprendiendo matemáticas"